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—Entrenaré como si me pagaran por ello, si no mejoro al menos un poco seguramente mi kage no me deje ni ir a ver —dijo con un tono algo más bajo—. Fijo que este torneo no me aporta nada.
Y dale. Erre que erre. No se había castigado lo suficiente todavía. Cada cosa que le preguntaba o que decía ella era motivo para darse latigazos a su mermada autoestima. Parecía incluso asombroso que se aguantase de pie. Pero bueno, nos dirigimos al centro en busca de esos dangos.
—¿Tienen dangos dulces? —
¿Qué era eso? ¿Una pregunta sin rastro de negatividad? Seguro que si le decía que solo tenían de los salados se suicidaba. Era lo suficientemente frágil como para hacerlo.
— Oh si, ya lo creo que los tienen. Todo tipo de dulces, no solo dangos. Pastelitos, bollos, caramelos... Todo lo que puedas imaginar lo tienen allí y antes de que te lo preguntes, no, no trabajo para ellos
Solté una risa.
Pronto llegaríamos al lugar, la calle, como de costumbre, estaba abarrotada y había una casetita junto a una terraza con sillas de mimbre de un color blanquecino, junto a unas mesas de madera, también pintadas de blanco.
— ¡Ahí está! — exclamé para alertar a Koko — ¿Ya sabes qué vas a pedir?
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No había frase más acertada para animar a la Kageyama que aquella pronunciada por Yota.
—Todo tipo de dulces, no solo dangos. —Con solo esa frase ya tenía completamente comprada a la rubia a quien se le hizo agua la boca rápidamente e incluso un hilillo de saliva se le escapó por la comisura de los labios.
Siguieron la marcha con una hipnotizada Koko hasta que dieron con lo que parecía ser un local de comida. Normal y sin nada llamativo si es que le preguntaban a ella, pero la exclamación del de piel morena además de hacer que la fémina reaccionase, también indicó que aquel era el local que había mencionado anteriormente.
La rubia reaccionó al instante clavando una alegre mirada en el lugar mencionado, se notaba cierta ansiedad de llegar y pronto fue ella la que dirigió el paso, tomando firmemente al Yotsuki por el brazo para obligarle a acelerar el paso a base de tirones.
—Menú completo —sentenció aun algo idiotizada por su fantasía.
Lo que si no mencionó fue que con esa frase se refería a todo lo dulce.
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A partir de ese preciso instante en el que la contesté, diciéndole que en aquel local iba a encontrar de todo para saciarse de su necesidad de azúcar, fue como si hubiese cambiado radicalmente. Sus pies avanzaban solos y cada vez el ritmo era más rápido.
Pronto llegaríamos al lugar y fue entonces cuando la advertí. Su cara se iluminó y poco faltaba para que se pusiera a babear de forma literal. Me agarró del brazo y tiró de mi hasta casi ponerse a correr en dirección al tendero para decirle que...
—Menú completo —
«¿Qué mierdas...?»
El tendero abrió sus ojos como si fueran dos naranjas recién caídas de su naranjo. La yotsuki estaba dispuesta a reventar a base de comida para engordar. deliciosa, sí, pero abusar de esas cosas no podía ser bueno. Ni sano.
«¿Quién mierdas se supone que va a pagar todo esto?»
— Oh, vaya, ¿Qué tenemos aquí? ¿Estáis seguro de qué queréis el completo?
Mi mano golpeó mi frente al mismo tiempo que negaba con la cabeza.
«Es imposible que esto acabe bien. Espero que sea rica..»
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Segura era poco, y así se apresuró a dejarlo en claro.
—¡Claro que sí! Pero solo lo dulce —afirmó alegremente sin preocuparse en lo más mínimo por nada.
¿Dinero? No necesitaba, estaban los benditos cupones de participante del torneo y en el peor de los casos que le pasaran factura por semejante gasto podía pagar de todas maneras, o pedirle a su hermano que le deje algunos ryos y ya. En otras palabras, el dinero para ella no era ningún problema ni tampoco el tiempo que tuviesen que esperar para que todo estuviese listo.
Lo que Yota hacía o pensaba le era completamente ajeno a la rubia, quien estaba casi dando pequeños saltos en el lugar de pura alegría de poder llenarse a reventar de dulces.
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— Oh, estupendo, estupendo... — el hombre, que rondaría los 50 años se le veía visiblemente emocionado, como si aquello fuera una gran hazaña. Bueno, a decir verdad, comerse la cantidad de dulces que iban a servirnos sería toda una hazaña, sí — ¡Marchando un especial para la parejita!
— ¡Eh, eh! De parejita nada
No pude evitar sonrojarme ante los gritos de emoción del hombre mientras me daba media vuelta.
— Anda, Koko, vamos a sentarnos. Algo me dice que nos vamos a estar un buen rato aquí
Reí.
Después empecé a caminar e dirección a las mesas dispuestas en la terraza de aquel local llamado "el caramelo de Oonindo". Me senté mientars imaginaba el ejército de dulces que estaba por venir y casi hasta me mareaba. Pero quizás la uzujin venía con el apetito a tope y se encargaría de ventilarse todo lo que estaba por venir.
— Oye, tengo que preguntártelo. ¿En Uzushio no os dan de comer?
Porque vamos, para arrasar con una tienda de dulces en al que se servían pasteles de todo tipos, dangos dulces y salados, caramelos de todo tipo... Había que tener dos cosas: Hambre para detener el avance de un regimiento y un estomago gigante.
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Luego de recibir aquella afirmativa, el hombre pareció muy feliz y se dirigió al interior del establecimiento para probablemente, ponerse manos a la obra con la orden de la Kageyama que muy alegremente se puso a tararear ignorando completamente su entorno.
No se dio por enterada del comentario del hombre, tampoco de la respuesta de Yota, estaba tan sumida en su mundo que cualquiera podría pensar que solo el de Kusagakure estaba apenado de aquello mientras que a la fémina no le importaba que la llamasen pareja del chico. Aunque daba igual, tendría comida y a montones para engordar felizmente.
—Vamos —respondió enérgica siguiéndole.
Las vistas que pudiera tener del entorno le eran indiferentes, también las miradas de los demás clientes. «Dulces hechos a mano »pensaba la rubia mientras se le hacía agua la boca y hacía un esfuerzo sobrehumano por evitar que se le escapase la saliva de la boca.
Pero el Yotsuki rápidamente se las ingenió para sacarla de trance. Una pregunta un tanto estúpida si vamos al caso, para la cual Koko se arremangó el brazo izquierdo y lo estiró luego para que el contrario pudiera verlo claramente.
—¿Te parezco falta de comida?
Le preguntó con mirada inocente mientras se pellizcaba la carne del brazo extendido, dejando en evidencia el excedente de grasa que tenía en aquella extremidad.
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La rubia no dudo, era feliz con su comilona de dulces improvisada y para ella con eso bastaba. Se podía ver como su cara se iluminaba, prácticamente babeando de puro placer e incluso en la corta caminata hasta la mesa se puso a tatarear, obviando el comentario oportuno del tendero y, por tanto, haciendo caso omiso. No pude evitar contagiarme de su felicidad.
—¿Te parezco falta de comida? dijo, arremangándose la manga y mostrándome la carne, algo rellena por grasita fresca.
Alcé una de mis cejas, algo confuso.
— Supongo que no
Lo cierto era que no había miradas a nuestro alrededor. Cada uno hacia lo suyo, y aunque si que había algunos clientes más a parte de nosotros, iba a su bola, sin prestar atención de lo que se cocía en nuestra mesa. Incluso yo mismo toque su brazo.
— Definitivamente desnutrida no estás. Buenoooooo, veamos qué nos traen, la verdad es que a mi también me está entrando el apetito
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Suponer era poco, aunque si en lugar de mostrarle el brazo la chica hubiese mostrado su vientre las dudas seguramente se hubiesen despejado sin necesidad de contacto físico pero era demasiado vergonzosa como para ir y mostrar la panza a alguien que ni siquiera conocía. Más considerando sus dramas con la gordura, es decir, come mucho y engorda pero no le gusta estarlo, más allá de que mucho no se esfuerce para evitarlo.
—Y eso que solo me viste el brazo —le espetó tras volver a acomodarse la manga.
No se esperaba que Yota decidiera tocarle el brazo, pero no había generado ningún tipo de molestia ni reacción por parte de la chica, es más, se dejó hacer porque no le sugería nada extraño.
Aunque con la espera la joven se percató de un pequeño detalle. Algo en la mesa que… No estaba.
—Como que tendríamos que pedir algo para beber, ¿no?
Si él decía que no estaba bien, pero ella iba a necesitar algo de ayuda para pasarse todos los dulces que iba a comerse.
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—Como que tendríamos que pedir algo para beber, ¿no?
Pues mira, sí. Tenía toda la maldita razón. O eso o un desatascador. Solo habían esas dos opciones.
— Sí... Tienes razón
Sin embargo, del interior del local se acercaba el camarero silbando de pura alegría. Aquel día estaba todo el mundo demasiado feliz. y depositó un par de bandejas sobre la mesa. En ellas se pudo ver un par de vasos acompañados de una botella de litro de agua y en la otra varios dangos para empezar a abrir boca. Había de los dulces y de los salados, bastantes.
— Bueno, chicos, ya me perdonaréis pero solo me queda agua. Ha habido algún tipo de problema con las entregas y solo nos queda agua, espero que no sea un problema. Os dejo por aquí los dangos por ahora
— Oh, vaya, no hay problema. Agua fresquita supongo que está bien, ¿No es así, Koko?
El hombre sonrió y yo cogí un palito de madera con 3 dangos en él. Era de los dulces y me llevé el primero a la boca.
— Jrachias — dije con la boca llena.
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Ni bien escuchó la afirmativa de parte del de Kusa, la joven genin se levantó de la silla dispuesta a buscar a alguno de los empleados en el interior del local para solicitar alguna bebida, pero tan pronto como alzó la mirada vio al hombre que les había atendido previamente trayendo una jarra con agua y un par de vasos.
—Ah, genial —dijo con una sonrisa antes de volver a tomar asiento.
Por su parte no había problema con lo que el empleado les estaba contando, el agua venía bien a la hora de degustar varios platillos ya que servía para limpiar cualquier resto de comida dentro de la boca sin dejar sabores.
—Claro, sin problemas —afirmó secundando lo dicho por Yota.
Justo después de ello, la rubia tomó un par de palillos con dangos de los dulces, uno con cada mano y comenzó a comer cuidando hasta cierto punto los modales. Lo último que haría era mostrarse como una muerta de hambre delante de tanta gente.
—Tenías razón, están muy buenos —afirmó tras tragarse los primeros dangos.
Aunque el ritmo al que comía no disminuyó a pesar de hablar.
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Koko tampoco puso problemas ante la poca capacidad de elección que ofrecía aquel día aquel lugar. La muchacha también parecía contentarse con un poco de agua y mientras los dos hablaban yo me dediqué a servir los dos vasos y llenarlos con agua que además estaba fresquita.
— Estupendo, chicos. Os dejo entonces. Luego vuelvo con más
El tipo se fue por donde vino y pude ver como Koko ya tenía dos palitos con dangos en las manos, visiblemente ocupada devorándolos. Realmente vino con hambre a aquel lugar y denotaba que no estaba muy preocupada en mostrar unos mínimos en lo que a modales en la mesa se refiere.
Yo por mi parte di el primer sorbo de agua que entonó con su frescura mi garganta para luego acabarme el primer palito de dangos.
— Por favor, no pensarías que iría a cualquier antro, ¿No? Conozco los mejores lugares de todo Oonindo, incluso los de tu aldea
Era mentira, por supuesto, pero si que era cierto que me conocía algunos puestos de dangos realmente buenos. Sobre todo lo del mi país natal. Y bueno, el sitio donde estábamos ya había sido añadido a los lugares que emrecía la pena recuentar si uno estaba por aquel valle.
Además, ya vine aquí con Eri, conocía de antemano que era un lugar con buenos productos.
Tomé unos dangos salados.
— Pero siendo justos, ya estuve aquí hace unos días. De hecho vine con una camarada tuya
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El hombre se fue y Koko más que a gusto continuó devorando dangos sin piedad alguna. Con la boca cerrada, conste.
—No sé, no nos conocemos, ¿verdad? —Le soltó inocentemente tras tragar los últimos dangos que se había llevado a la boca.
Los dulces que tenía en los palillos le habían durado tan poco que no tardó en dejarlos sobre la mesa para tomar otros dos y comenzar a comer. Momento en el que el de piel morena decidió confesar algunas cosillas que en otras circunstancias, a Koko hubiese preocupado bastante, pero estaban en un ambiente sano y alegre, no podía malinterpretar aquella broma de ninguna manera y simplemente rió.
—¿Sí? ¿Quién? —Preguntó curiosa—. ¿Eri? ¿Riko? ¿Nabi? ¿Quién?
A pesar de estar comiendo todavía era capaz de razonar un poco, suficiente para poder descartar posibilidades como la de que el de Kusagakure se haya encontrado con Datsue o Akame que eran justamente Uchihas, clan por el cual había preguntado anteriormente.
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—No sé, no nos conocemos, ¿verdad? —
Esbocé una media sonrisa a la par que cruzaba mi mirada con la suya. Aquella era una pregunta interesante. Era evidente que no conocía al Yota zampadangos, de lo contrario no hubiese hecho aquella pregunta.
— Koko-chan... — dije emitiendo un carraspeo — ¿Acaso no salta a la vista que no soy un cualquiera?
La duda llegaba a ofender. quiero decir, yo, el Yota zampadangos, ¿Ir a un local de segunda? No, eso no iba a suceder, era totalmente improbable. En cualquier caso, ambos seguimos comiendo; ella seguía armada con sus dos palitos de dangos, mientras que yo me bastaba con uno. Tragué para engullir el último de los que quedaban en mi palito de madera.
—¿Sí? ¿Quién? —Preguntó curiosa—. ¿Eri? ¿Riko? ¿Nabi? ¿Quién?
— Fue con Eri. Me la encontré una noche por aquí y curiosamente estaba buscando u sitio para comer dangos. Parece que tenéis cosas en común, aunque claro, ¿A quien no le gustan los dangos? —
De un nuevo sorbo me bebí lo que quedaba de agua de mi vaso y volví a rellenarlo.
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«La verdad que no »Pensó con la boca llena. Como lo dijera se ofendía del todo y se quedaba sola… Con toda la comida.
No, no dijo nada, simplemente le miró inocentemente mientras comía más y más, llegó a tomar más palitos porque los que tenía se quedaron sin nada. Pero por suerte el tema del compatriota ayudó a aliviar tensiones, Eri sería la salvadora esta vez, no Noemi, y tenía sentido porque la última era conocida únicamente en Uzushiogakure hasta donde recordaba.
—A las dos nos encantan los dulces —afirmó con una sonrisa—. Aunque creo que tiene más autocontrol que yo, y no está gorda —agregó con tranquilidad justo antes de llevarse uno de los palillos a la boca nuevamente.
Aunque el último comentario, aquella pregunta que seguramente no esperaba le respondieran, despertó en Koko algo, un cierto algo que la hizo centrar su mirada en la única bolita que quedaba en el palillo que tenía delante suyo.
—Es una lástima que los dangos sean bolitas tan chiquitas… —Se lamentó haciendo pucheros.
Si fuera por ella los haría más grandes, mucho más grandes, pero rara vez se ponía a cocinar dulces así que es lo mismo que nada.
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—A las dos nos encantan los dulces —afirmó con una sonrisa—. Aunque creo que tiene más autocontrol que yo, y no está gorda —
«Si... Eri también andaba loca por unos dangos, aunque aquella noche la cosa fue bastante diferente»
No pude evitar aquello de la promesa y la recompensa con Eri. Desde luego fue bastante absurdo todo, pero lo pasé bien, fue divertido y Eri también era divertida. De hecho se la veía más simpática que Koko.
—Es una lástima que los dangos sean bolitas tan chiquitas… —
Bueno, tenía su parte de razón. Aunque entonces sería más dificil masticarlos de una. Así que supongo que aquel era su tamaño perfecto.
Como si tuviese una cámara de vigilancia o algún dispositivo similar, el camarero apareció justo cuando la bandeja se terminó, para dejar una nueva bandeja, repleta de bollos de todo tipo. Había de canela, de nata, de crema, incluso de chocolate. Aprovechó también para llevarse la bandeja vacía.
— Bueno, ahí vienen los refuerzos, chicos, ¡Que aproveche!
— Gracias — contesté sonriente.
Me quedé observando todos aquellos bollos, ¡Menuda pinta tenían!
— Uff... ¿Por cual empezar? Tienen todos una pinta estupenda
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