Los dangos se habían esfumado ante los ojos de la Kageyama, imagen deprimente que pronto sería reemplazada por una más bonita.
Bollos dulces de distintos tipos, los habituales de crema estaban por allí, pero los que más despertaron el interés de la rubia fueron los de chocolate. Lo estaban pidiendo a gritos, querían que la chica los tomase entre sus manos y los devorase sin ninguna piedad, como si estuviesen en una terrible agonía y deseasen que esta terminase de una vez por todas…
Y definitivamente les iba a cumplir el deseo.
—¡Gracias! —Respondió animada.
Justo después de ello, la joven genin tomó uno de los bollos de chocolate más próximos a su ser, lo contempló con brillo en su mirada y… Lo mordió, una señora mordida que destrozó la masa y a la que poco le faltó para lograr engullirlo al completo.
—Tengo que venir más seguido —comentó con el rostro lleno de restos de chocolate, cosa que no le importó ni la imposibilitó a devorar lo que quedaba de aquel pobre e inocente bollo.
Y así iba a seguir con todos los demás si se lo permitían.
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Por los dioses. Fue como si por un momento se viese abducida por algo, fuese presa de un genjutsu o algo pero Koko estuvo a punto de ponerse a babear de puro placer. Fue como si no escuchase al camarero y no apartaba la mirada de aquella bandeja de bollos. sin embargo, no era así de cierto, pues tuvo la delicadeza de dar las gracias al camarero que tras depositar la bandeja sobre la mesa se volvió sobre sus pasos y devolviendo la bandeja vacía a la cocina.
Pero entonces cometería un error. La muchacha no se percató de que los bollos estaban rellenos. todos menos los de canela. sin dudarlo cogió unod e los de chocolate y le metió un señor mordisco con el que casi se metió el dulce entero en la boca, poco le faltó. Fue precisamente por aquello que al masticarlo fue como si explotase en sus fauces y el chocolate fundido saltase por todos lados, humedeciendo y calentando sus labios, resbalando por su mentón y finalmente aterrizando en su impecable vestido,
ya no tan impecable.
—Tengo que venir más seguido —
— Deberías, sí. Pero bueno, aun quedan unos días para que nos vayamos de aquí — dije mientras le extendía unas servilletas que el camarero había puesto junto a los bollos — Anda que mira como te has puesto. Eso no lo haría una señorita, ¿Sabes?
Tome uno de los de nata que viendo lo que había pasado con Koko, iba a comer con tranquilidad y sin metermelo entero e la boca, disfrutándolo en cada bocado.
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El bollo con chocolate resultó ser más bien una bomba, una que desparramó su contenido por el rostro de la Kageyama y algo también terminó por caerle sobre el vestido. Todo gracias a su busto o de lo contrario probablemente habría caído sobre la mesa. Una pena que tuviese aquellos atributos.
Pero aquello no la detuvo al momento de engullir el resto del bollo y apenas para ese momento notaría que su acompañante le estaba ofreciendo unas servilletas, las cuales tomó con delicadeza.
—Gracias —dijo sin más.
Lo primero que buscó limpiarse era el rostro, cosa que no le tomó prácticamente nada de tiempo y luego procedió a intentar remover tanto chocolate como le fuese posible del vestido, aunque era obvio que no lograría dejarlo tal y como estaba antes de que le cayera aquella sustancia marrón. Aunque mucho no le importaba si vamos al caso.
—Soy criada no señor… —Respondió por reflejo, aunque se interrumpió al recordar que ya no era lo que afirmaba ser.
Para colmo al momento de interrumpirse, la chica se quedó estática mirando en dirección a Yota, como si hubiese entrado en trance al decir algo que no debía. Duró un rato, es cierto, pero al final reaccionó y recuperó aquella inocente mirada suya.
—Bueno, una se pone peor cuando está entrenando o peleando, ¿verdad? Somos ninjas después de todo.
Tal vez con eso bastaría para desviar la atención del genin que la acompañaba, o tal vez no.
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No le importo lo más mínimo la explosión de chocolate, ella siguió comiendo su bollo cual cochino sigue revolcándose en el barro. Quizás ni se hubiese percatado hasta que le ofrecí las servilletas. Por lo menos lo agradeció y bueno también era cierto que estaba disfrutando de aquella terraza y de los manjares que se ofrecían en ella. como para no hacerlo.
Yo seguía comiéndome mi bollo de nata. Joder, estaba demasiado bueno como para entretenerme con otras cosas.
—Soy criada no señor… —
«¿Criada, tú? cuentame otra, maja» pensaba mientras ultimaba lo poco que quedaba de bollo. Luego tomé uno de canela.
Estuve a punto de hincarle el diente. Suerte que no lo hice, sino la hubiera duchaba con los restos de bollo de canela.
—Bueno, una se pone peor cuando está entrenando o peleando, ¿verdad? Somos ninjas después de todo.
— Exacto somos ninja, no... — me quedé pensando por un par de segundos — ... animalitos salvajes
Entonces sí. Tras aquello empecé a devorar el bollo de canela. También estaba la mar de rico, aunque claro, no era tan dulce como el anterior. Seguiría comiéndolo hasta terminármelo. Enfriar un poco el ambiente tampoco estaría mal, estábamos entrando en unos derrocheros de los que podíamos acabar mal.
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La comida era probablemente el medio más eficaz para acercarte a aquella kunoichi, quien olvidaba de a momentos sus modales o que con ciertas cosas debía de tener cuidado cuando estaba delante de algún manjar, usualmente dulce. Tanto que soltó una frase sobre su antigua posición que no debería salir de Uzushiogakure, incluso los de su promoción o los compañeros de su hermana sabían exactamente lo que Koko hacía antes de aparecerse por la academia, y allí estaba ella, soltándole esos secretos a un extranjero que apenas si conocía.
De cualquier manera, el chocolate en su vestido no la detuvo. Tas limpiarse vagamente con las servilletas, la joven tomó uno de los bollos de crema y esta vez tuvo algo más de cuidado para evitar desperdicios. Después de todo, el chocolate que se había desparramado del bollo anterior había quedado en la servilleta y no se pondría a lamer eso.
Pero a Yota no parecía convencerle algo, incluso pareció dispuesto a insultarla gratuitamente pero recapacitó a último segundo, llamándola animalito salvaje. O bueno, ella así lo sintió.
Lejos de responderle con palabras, la pecosa simplemente le sacó la lengua y siguió comiendo.
No tenía por qué dejarse insultar, pero la comida tenía prioridad para ella así que lo permitiría, de momento. Tal vez. ¿O no? No, si ya lo hizo.
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Se limpió tan deprisa como buenamente pudo. Con la ayuda de las servilletas se deshizo de una parte del chocolate deshecho, pero no de toda, ni por asomo. Y ahí se quedo aquel manchurrón, calentando sus pechos de forma muy ligera. Pero a la muchacha le importaba 3 pimientos y medio, su mano se hizo con un bollo de crema mientras yo me comía el de canela y aunque fue más cuidadosa, volvió a explotar. chocolate y ahora crema de esa pegadiza. Definitivamente ese vestido sería para tirar después de aquel día.
— Bueno, ¿Sabes qué? No te preocupes, ese vestido creo que ya no lo tendrás limpio nunca más — no pude evitar una carcajada.
— Espero que al menos te estén gustando
Sacó la lengua pero no le di importancia.
De pronto me vino algo a la cabeza. Recordando la famosa noche de los dangos de Eri y todo lo sucedido después. Igual ella sabía... Antes hablo de los Uchiha... y... Uchiha Datsue... ¡Ambos eran de la misma villa! Quizás ella lo supiese. De hecho era bastante probable.
— Esto, Koko-chan... ¿Puedo preguntarte algo?
Rellené mi vaso y di un traguito.
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El vestido le daba igual y debería de haberse notado hace tiempo, además de que el chocolate no sale de la tela de ninguna manera.
Prefirió seguir comiendo a llevarle el apunte a lo que el chico decía, casi parecía que buscaba molestarla de alguna manera y no lo lograría, no teniendo tanta comida delante suyo. Como aquel bollo que bien poco le había durado y pronto tomaría otro para reemplazar el recién terminado.
Esta vez prefirió darle unas mordidas pequeñas hasta que este tuvo el tamaño idóneo para poder metérselo en la boca al completo. Así al menos no explotaría.
Fue entonces cuando el de Kusagakure soltó una pregunta, justo antes de dar un trago a su vaso.
—Pregunta —le respondió.
Aunque no significaba que fuese a responder, habían cosas de las que no iba a hablar, menos con un extranjero al que ni siquiera conocía de nada.
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La muchacha seguía comiendo y a mi,a decir verdad, empezaba a costarme seguir con aquello. Mi barriga estaba cerca de encontrar su límite. Lo que estaba claro era que aquella noche no cenaba, pero vamos, mega clarisimo.
Pero ahora me interesaban otras cosas. Necesitaba saber cierta cosa de cierto shinobi.
—Pregunta —
— Gracias — sonreí — Conoces a Uchiha Datsue, ¿Verdad? Tengo que hablar de algo importante con él y no sé si se hospeda. Así que... si pudieras decírmelo te lo agradecería mucho
Ahí estaba. Eso era todo. Lo que nunca sabría Koko sería el motivo de aquella importante charla que debía tener con Datsue. Exigencias del guión que diríamos.
Tras ello cogí uno de los pocos bollos que ya quedaban. Sorpresivamente estábamos dando cuenta de ellos. Por fortuna era de los de nata, estaban deliciosos y lo empecé a comer a la espera de la contestación de la rubia.
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La comida estaba buena, había que aceptarlo, y aunque no lo estuviese, seguía siendo dulce, así que Koko iba a seguir devorando como si al que fueran a pagarle fuese a ella y no a los empleados del local. Aunque obviamente, de vez en cuando tenía que interrumpirse para responder a las preguntas que le pudiera hacer Yota.
Tras tragar todo lo que tenía en la boca y dar el primer trago al agua de su vaso, la kunoichi se aclaró la garganta y procedió a responderle.
—Sí, le conozco, se aloja por Nantōnoya como todos los demás de Uzushiogakure —respondió con sinceridad—. Lo que no sé son las horas a las que sale y eso, así que a no ser que te las arregles para aparecerte por allí no sé donde puedas encontrarle —concluyó estirando la mano para tomar un bollo de canela.
En todo momento había sido sincera, no había motivos para que el chico desconfiase a no ser que se hiciese alguna idea equivocada de la kunoichi que ahora daba pequeñas mordidas a toda la masa de canela en un intento por evitar que explotase también. Ya suficientemente sucio estaba el vestido que llevaba.
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Por fin tomó su primer vaso de agua. No hubiera tardado mucho en pedir un desatascador si no hubiera echado ese trago.
—Sí, le conozco, se aloja por Nantōnoya como todos los demás de Uzushiogakure —respondió con sinceridad—. Lo que no sé son las horas a las que sale y eso, así que a no ser que te las arregles para aparecerte por allí no sé donde puedas encontrarle —
Nantōnoya... No conocía aquel sitio, pero lo encontraría y entonces haría hablar a Datsue el mirón. Bueno, técnicamente el mirón era su compinche, pero ya nos entendemos.
— Gracias, Koko-chan. Ya me pasaré por allí a verle entonces
Pronto se acabarían los bollos. Muy pronto, más aún a la velocidad que se iban vaciando, pero yo me esperaba a la bomba final. Sabía que allí tenían pasteles y debía guardar un poco de espacio en mi estomago para ellos. Eso fue precisamente lo que hice.
cuando se acabaron, momento en que Koko tomó el último bollo de canela y de la bandeja apareció de nuevo el camarero y depositó una nueva bandeja. Esta iba a ser la última. En ella se podían ver trocitos perfectamente cortados, en forma cuadrada de un pastel de queso y fresa, terno y dulce como pocos con pinchitos de madera para poder saborear aquellos bocaditos sin más manchas.
— Bueno, está es la última bandeja. Un poco de rico pastel, qué aproveche, chicos
Una vez más, se fue por donde vino, cargando con la bandeja vacía.
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Ignoraba los motivos del chico de Kusagakure para ir a buscar a Datsue, pero conociéndole se había metido en líos y seguramente iría a por un ajuste de cuentas. Tampoco le molestaba realmente lo que le pasara siempre y cuando no se pasara hasta el punto de dejarle inválido o matarle.
—Ya verás tú —respondió vagamente, más centrada en el bollo de canela que en otra cosa.
Justo para cuando la joven se chupaba los dedos el mesero regresó con una nueva bandeja. Esta vez no eran cosas que se podían engullir fácilmente, al menos no en una o dos mordidas como los bollos y los dangos, esta vez había un pastel inmenso que…
Estaba cortado en trocitos. Aquel hombre lo había pensado bien, de esa manera el vestido de la kunoichi no se lamentaría más y ambos shinobis podrían comer a gusto sin necesidad de cubiertos.
—Gracias —alcanzó a responder a pesar de que su mirada estaba clavada en el pastel.
A diferencia de las otras veces, Koko se quedó esperando, paralizada por un momento al ver aquella maravilla dulzona que en breves momentos pasaría a estar acompañando los dangos y bollos que había devorado instantes atrás. Solo que tendría que tener cuidado con los palillos o también habría algo de madera en su estómago.
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— ¡Gracias! — respondimos ambos al unísono.
Y ambos nos quedamos embobados ante aquello. Joder, parecía incluso que mi estomago se había abierto incluso un poco más y calculaba que cabrían 3 porciones de aquellas, puede que quizás 4 pero la verdad es que me moría de ganas de probarlo.
— Vamos, vamos, probemoslo antes de que desaparezca — bromee al mismo tiempo que me frotaba las manos — Seguro que está delicioso
Sin pensarlo dos veces estiré mi brazo diestra y con mis dedos apresé una de aquellos palillos de madera, lo sujeté y desplacé aquel pedazo de pastel hasta mis fauces, devorándolo y dejando que sus aromas deleitasen a mi paladar mientras el queso actuaba en cierto modo en pegamento entre mis dientes.
— Vamos que si lo está. Definitivamente este lugar es genial
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— Vamos, vamos, probemoslo antes de que desaparezca —Dijo el Yotsuki, cosa que le causó gracia a la pecosa.
—De eso ya me encargo yo —respondió con una sonrisa de oreja a oreja.
Justo después, tomó un trozo de aquel pastel y sin más contemplaciones ni ceremonias, comenzó a devorarlo rápidamente. Cualquiera que llegase a verla en ese preciso instante probablemente pensaría que jamás en su vida había comido algo como aquello, y podía llegar a ser cierto, nunca probó una combinación de dulces con queso así que era novedoso, y no por ello desagradable, por el contrario, le estaba encantando el sabor de aquel postre.
—¡Valió la pena salir de mi cuarto! —Afirmó alegremente mientras se retorcía en la silla tras haber terminado su porción del pastel.
Se mantuvo un buen rato así, principalmente para limpiarse restos de la boca con la lengua. Incluso de haber podido se habría desabrochado el cinturón para tener algo más de espacio, de no ser porque no traía tal cosa.
De todas maneras, el momento de paz poco duró, pues la pecosa luego de un momento de tranquilidad volvió a la carga, tomando una nueva porción del pastel para devorarla con la misma voracidad que el anterior.
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—De eso ya me encargo yo —
«No lo dudaba en ningún momento, Koko-chan»
Sonreí todo lo que se puede sonreír cuando uno está masticando algo. La verdad es que ya costaba que la comida bajase, mi límite de ingesta estaba muy pero que muy cercano y al parecer ni por asomo había llegado. Era asombroso el maldito deposito que tenía debajo de su piel.
—¡Valió la pena salir de mi cuarto! —
— Shi, hezo parrrrese dije mientras terminaba de masticar el cacho de pastel de queso y fresas.
Pero había llegado a mi fin. Estaba cargado a tope y ahora necesitaba dar una vuelta y vovler a Kitanoya... A reposar.
— Oye, acabatelo tú, yo no puedo más
Hubiese reído, pero mi estomago a rebosar me lo impidió. De pronto sentí un gran peso en mi interior.
«Empiezo a pensar que ha sido un error atiborrarse de esta manera...»
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Si él no se apresuraba en poco tiempo la pecosa terminaría por arrasar con aquel pastel que le había gustado más de lo necesario. Tanto que era muy probable que terminase por comprar otro más para llevarse al departamento donde podría disfrutarlo con más tranquilidad y sin importar que pudiera mancharse —más de la cuenta—.
Aun así, mientras comía la segunda porción, el de piel morena terminó por darle vía libre a que se lo acabase ella sola. Cosa que le llamó la atención ya que aún quedaba más de medio postre.
—¿Seguro? —Consultó tras tragar un trozo bastante grande del pastel—. Mira que no aceptaré reclamos luego —advirtió antes de llevarse a la boca lo que le quedaba de la porción.
Ya con las manos libres y aun masticando, la rubia estiró la mano para tomar otra porción, la cual ya podría comenzar a comer una vez acercase el brazo a su cuerpo ya que ya habría tragado la masa de pastel que tenía en la boca.
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