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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
El buen humor de Aiko aprobó la broma que hice en respuesta a la de ella, quizá ambos podrían hacer un buen equipo, parecía que encajaban medianamente bien, podría ser una buena idea a futuro, era una posibilidad a tener en mente.

Caminé hasta el arbusto más cercano y dejé sobre él la túnica y la chaqueta, con un poco de suerte, brisa y los rayos del sol podrían secarse medianamente, aunque dudaba que llegase a estar totalmente seco a la hora de partir.

—Sí, será algo difícil, sería más rápido sí me ayudas.— Indirectamente le pedí ayuda, ahora era cuestión de que respondiera, no obstante fui diciendo las características de dicha flor. —Es una flor pequeña de cinco o seis pétalos, con pequeños botones saliendo del centro.— Terminé las especificaciones.

”¿A dónde se habrán ido a los conejos?” Me preguntaba, había echado una peinada general y no había visto ninguna, y a simple vista no notaba ningún árbol frutal. Estaba seguro que pronto tendría hambre.

—Y mientras buscamos la flor quizá encontremos algo para comer, preferiblemente que no sean insectos...— Aclaré, nunca había comido insectos, pero había escuchado shinobis que sí y no era algo que me emocionase. ¿Aiko habría comido algún bicho?

Me dispuse a seguir buscando con mucha atención y cuidado a la dichosa flor, con mis ojos se topaban rojas, azules, naranjas, rosa, purpuras y finalmente amarillas, pero no eran esas, eran muy grandes.

Mi piel ya estaba prácticamente seca, pero la parte inferior de mi cuerpo seguía mojada y bastante fría, el pantalón era bastante pesado y el portaobjetos aún más, todo una molestia cargar con todo eso.


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#32
El joven e intrépido matasanos afirmó que su tarea sería realmente difícil, al menos si ella no le ayudaba. Directamente, y sin rodeos, le solicitó ayuda. En ese mismo instante, detalló un poco mas del tipo de flor que se trataba. Amarilla, pequeña, con cinco o seis pétalos, y pequeños botones saliendo del centro. Sin duda, una especificación bastante buena, al menos si ésta supiese qué quería decir con botones, qué tamaño daba por "pequeñas", o si verdaderamente ésta supiese algo acerca de flores como para diferenciarla de cualquier otra parecida.

Antes de esperar siquiera respuesta de la chica —positiva o negativa— el chico dejó caer que mientras buscaban la flor, quizás podrían encontrar algo de comer, y que preferiblemente no fuesen insectos. Ésto llamó un poco la atención de la pelirroja, ¿A qué se refería con comer insectos? ¿de verdad alguna vez se había atrevido a comer un escarabajo o un saltamontes? Dios, qué asco, pero asco de los de verdad... no de sangres y vísceras...

Bufff... me dan arcadas solo de pensar que alguien se meta un insecto en la boca... ¡qué asco!

Entre tanto, la chica comenzó a salir del agua, con parsimonia eso sí. Poco a poco, fue caminando medianamente cerca del médico, buscando con su mirada por el suelo en pos de pillar una de esas flores que al parecer buscaba. El sol, inclemente y fuerte, no tardaría en secar sus ropajes. No había ni necesidad de hacer una fogata, sin duda el tiempo acompañaba.

¿La shinguchichi es ésta? —preguntó mientras señalaba una gran flor amarilla, que distaba de ser la que buscaban. —Es amarilla y tal, aunque parece un poco grande...

Ciertamente, ésto le iba a hacer perder el doble de tiempo. SI había de comprobar todas y cada una de las que pensaba Aiko que podía ser, de seguro que amanecían allí. Pero, al menos la pelirroja estaba intentando ayudar...
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#33
Otra cosa en común, la chica manifestó que el simple hecho de pensar en comer insectos le daban ganas de vomitar, no es que me dieran ganas a mí de ello, pero no era para nada de mi agrado tener que hacerlo; aunque le estaba dando muchas vueltas al asunto, ya que aún no nos topábamos con ningún bicho.

—Sinicuichi.— Repetí ante la mala pronunciación de la palabra, en un tono calmado. Me acerqué a paso rápido a para verlo con mis propios ojos, ¿será que ella había encontrado la flor así tan fácil? Mis ojos se posaron en la figura y forma de la flor. —No, no es, es muy grande.— Agregué. —Mira, debe ser un poco más pequeña que la palma de mi mano.—Comparé ambas.

—Vaya el sol sí que esta fuerte, dentro de poco podré lucir un nuevo bronceado jajaja.—Bromeé mientras daba unos pasos y me alejaba de ella para buscar la dichosa flor. —Y tú estarás roja como un camarón.— Anuncié.

Seguí caminando entre la maleza y flores aledañas, mi vista estaba puesta en la flora, mientras más rápido le encontrase más rápido me iría, y de buenas a primeras pasé a besar el pasto, había metido mi pie en quién sabe dónde y la alfombra verde amortiguó mi caída. —¿Qué hay aquí?.— Dije tras incorporarme y visualizar un enorme hueco oculto entre la hierba. —Parece una madriguera, ¿será de los conejos?.—
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#34
Sinicuichi, y no Shinguchichi. Sinicuichi.

Ya le podían poner un nombre mas fácil a la muy puñetera... así ni los que la buscan se acordarán de su nombre... —se quejó la chica, algo frustrada ante la corrección de Keisuke.

Obviamente, tampoco le dio demasiada importancia, después de todo simplemente era un nombre. Se llamase de una manera u otra, tan solo debía encontrarla. Tras haber corregido a la pelirroja, el chico observó la flor, y para mala suerte de la chica, no había dado con la susodicha. El médico no tardó en comparar su mano con la planta, y mencionó que debía ser un tanto mas chica que ésta.

La chica dejó caer un leve suspiro, y agachó la mirada.

Uhhh... está bien.

Sin demasiados preámbulos, la pelirroja continuó echándole un vistazo a las flores de alrededor, buscando la mencionada Sinicuichi. Apenas caminó unos cuantos pasos, el chico recalcó el fuerte efecto del sol. Bromeó con que pronto luciría un nuevo bronceado, e incluso se atrevió a decir que la chica parecería un camarón. La chica no pudo evitar reír...

Jajajaja... no, lo siento pero no. Tu posiblemente te quemes, y permanezcas unos días con la piel abrasada, y ya luego lucirás un bonito bronceado. Pero, yo no. Mi piel se regenera muy rapido —demasiado— y antes de mañana ya se me habrá vuelto a la normalidad el tono. —explicó la chica.

Se acercó un poco hacia el médico, que seguramente no creería sus palabras —¿ves? —preguntó mientras mostraba su brazo —Ya no me queda señal siquiera del corte que me hizo el hielo.

Efectivamente, la estaca de hielo que le había caído en la cueva —y producido un corte— no había dejado marca, y bien que ésta había sangrado. Por mas que el chico mirase el brazo de la pelirroja, allí ya no quedaba señal alguna de un corte. Entre tanto, Keisuke había caído en redondo al suelo, hincando su pie en la hierba. Había pisado al parecer ua madriguera, o algo similar.

Pues... puede ser. Pero, si no sacas el pie es imposible decir algo a ciencia cierta... jajaja.
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#35
Jajajaja... no, lo siento pero no. Tu posiblemente te quemes, y permanezcas unos días con la piel abrasada, y ya luego lucirás un bonito bronceado. Pero, yo no. Mi piel se regenera muy rápido y antes de mañana ya se me habrá vuelto a la normalidad el tono. —explicó la chica.

—Ya, pero valdrá la pena un poco de dolor por un buen bronceado.— Agregué. Las palabras de Aiko seguían siendo un tanto misteriosas y llamaron bastante mi atención

¿ves?

Me acerqué a ver su brazo, mis ojos buscaron rápidamente la herida que debería estar aún roja.

Ya no me queda señal siquiera del corte que me hizo el hielo.

Sus palabras eran ciertas, era realmente asombroso, en ningún momento vi usando alguna técnica o tomando algún brebaje mágico. —¿Es un tipo de habilidad?— Pregunté curioso.

Pues... puede ser. Pero, si no sacas el pie es imposible decir algo a ciencia cierta... jajaja.

Ya me había incorporado cuando ella se expresó, supuse que lo hizo con el simple hecho de molestarme, no respondí nada. —¿Es una madriguera o no?— Pregunté solo para obtener el punto de vista de la pelirroja. Ciertamente el agujero era bastante grande y oscuro, en su interior parecía no haber nada pero después de unos breves segundos unos ojos rojos, y brillantes, se vieron desde la oscuridad; las orbes nos vigilaban desde su confort y daba la intención que se quedaría ahí por un rato más viéndonos.—¿Has comido conejo antes?— Aseguré que se trataba de ese roedor por el simple hecho de que había visto uno en la nieve.

Mientras los genin intercambiaban palabras el roedor salía lentamente de su hogar hasta que estuvo totalmente expuesto, se trataba de un conejo marrón, con leves cambio de tonalidad en su pelaje y de un tamaño no tan grande. —Los conejos que vi en la cordillera eran blancos y este es marrón, sé lo del cambio climático, pero también vi que los blancos entraban a la gruta...— Manifesté aquellas palabras aunque no sabía si me había dado a entender o no, la interrogante era ¿dónde estaban esos conejos? Aunque no era muy importante ese hecho.

El conejo retrocedió, se asustó de la presencia de ambos humanos y se ocultó nuevamente, ya no se lograba ver siquiera sus ojos desde dentro de la madriguera.
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#36
El chico de cabellos castaños tirando a rojizos bromeó cuando la pelirroja contó parte de su porqué. Seguramente le sonaba a chino, pero, no era de extrañar. ¿Quién se levanta un día cualquiera y conoce a una persona incapaz de morir? Sus ojos no daban crédito a lo que veían al acercarse, la herida no estaba, y no quedaba ni una mera cicatriz. No tardó en dar una hipótesis, como buen experimentado en el arte de las ciencias y la salud.

¿Una habilidad?

Ni corto ni perezoso, el chico pensó en lo mas obvio, y dado sus estudios en la materia del Iryo-ninjutsu no era raro pensar en una habilidad de curación llevada al límite. Pero, la chica no había tenido oportunidad alguna de hacerlo, ¿o si?

Bueno... es algo mas que una simple regeneración... «¡vamos! ¡dilo de una vez! ¡Suéltalo!»ningún tipo de daño me dura mas de un día. Podría decir que soy eterna... o algo parecido.

Ni con un demonio apuntando a su cuello con el maldito tridente, la chica pudo decir con la palabra técnica su don o maldición.

"Inmortal"

Chasqueó la lengua, y se volvió para escuchar que éste comenzaba a hablar de los conejos y nosequé. La verdad, pintaba bien como sustento, pero en parte el pobre animal le daba un poco de pena. ¿Un día sensible? Quizás... La verdad, pasó por alto contestar al chico acerca del tema. Se limitó a llevar la vista hacia el lado, hasta llegar de nuevo con ella al lago.

Que aburrido es todo... —Se quejó casi a voz de susurro.
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#37
Estuve más que atento ante la explicación de la sanación de la herida, no obstante, Aiko no específico del todo su habilidad, dejando la respuesta a media, el resultado solo hizo que llamase más mi atención.

”¿Cómo que es eterna?” Dudé ante aquellas palabras que se fijaron en mi mente. —Entonces…— Buscaba las palabras más adecuadas para formular la pregunta, pero al no encontrarlas a la brevedad posible lo manifesté de la forma que me vino en mente, sin saber si era o no la forma adecuada. —¿No mueres? Digo… ¿Usas alguna técnica de resurrección?— Ciertamente conocía que existen un numero inimaginable de técnicas, ¿por qué no una de resurrección?

Todo aquello era tan confuso que las posibilidades que me surgieron parecían infinitas, lo único que podría saciar mi curiosidad sería la respuesta ante aquella habilidad tan magnifica. ”Sí es una técnica definitivamente le diré que me la enseñe, podría ser muy útil.”

Mis intenciones de cazar al conejo seguían vivas como una pequeña flama que en cualquier momento podría crecer y arrasar con todo. Aiko por su parte no llegó a responder nada respecto al roedor, quizá no se recuperaba del todo, la pelirroja era un misterio que iría descifrando con el pasar del tiempo.

Repentinamente una fuerte corriente se manifestó y con ella la presencia de un grupo de mariposas multicolor, colores brillantes que llamarían la atención de ambos a leguas. Los insectos parecían dar unas cuantas volteretas antes de seguir su camino, no antes de haber esparcido un polvo igual de brillante sobre los ninjas, unas partículas que inducirían el sueño a ambos. Indiferentemente sí lograban esquivar la nube sus músculos no responderían y sus parpados jugarían en su contra hasta cerrarse inevitablemente.

—¿Y esas mariposas de donde salieron?— Alcancé a decir antes de quedar totalmente hipnotizado por sus movimientos y moléculas, unos breves segundos después de ello noté que no podía moverme, me asuste… ”¿Qué pasa aquí?” Moví mis orbitas a mis alrededores pero poco fue lo que logre ver, nada en sí que me diese una pista.

Mi cuerpo cayó en la alfombra de césped y flores de forma irremediable, Morfeo me secuestró.


-

—Te lo dije siempre caen.— Manifestó la anciana con un tono de satisfacción.

—¿Cómo se atreve a decir que se iba a comer a Momo?— La voz blanca y suave de un infante se mostró enojada ante las palabras del médico.
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#38
La pelirroja no hizo mas que despertar la curiosidad del médico, que ansioso por saber de qué tipo de habilidad se trataba, no tardó en preguntar por ello. Quizás a causa de la expresión por parte de ésta, el chico percibió la habilidad mas como una técnica, algo tangible y que se puede enseñar. Pero no, quedaba a leguas de esa solución tan tangible su cruda realidad.

No... no se trata de eso. —refutó la chica, cansada de dar verdades a medias. —Soy inmortal. Las heridas me curan en apenas horas, minutos si son leves. Los huesos rotos me curan en apenas 12 horas, y cuando muero... en 24 horas o menos vuelvo a la vida. No es una inmortalidad perfecta, pero es relativamente eterna... no envejezco, ni enfermo, ni me puedo emborrachar... mi cuerpo se cura solo.

Al fin, lo escupió. La verdad que tanto le costaba soltar, su talón de aquiles. Aunque, como buen estratega, no podía contar su único y particular punto flojo o debilidad, eso era el único secreto que podía llevarse a la tumba —unas cuantas veces— sin ánimo de lucro.

Por un instante, el joven pareció insistir con su mirada en comerse al roedor marrón. Al menos, su mirada delató sus intenciones. Pero, lejos de que eso ocurriese, una brisa realmente brusca causó un gran revolotear de mariposas. Éstas, de todos los colores y formas, surcaron el cielo y pasaron de largo sobre los chicos. Keisuke, el primero en verlas, se preguntó de dónde procedían en voz alta.

No sé... pero son muy bonitas. —contestó.

Antes de que se diese cuenta, la chica había sido afectada por algo, que sin premisa alguna, impedía su movimiento. Extrañada, fue a mirar a su alrededor, pero el tiempo fue un bien demasiado escaso. En menos de lo que se tarda en pestañear, la chica había caído en un sueño mas profundo que la morada del mismísimo Kraken.



Apenas despierta, una voz suave e inocente se quejaba a una un tanto senil. Aiko apenas era consciente, pero, en esos momentos casi que se hacía mas la dormida que otra cosa. Antes de actuar, quiso escuchar un poco, y averiguar lo que sucedía.

¿Serían unos indígenas caníbales?
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#39
Desperté después de un largo trance en el cual no sabría cuánto tiempo transcurrió desde que caí en aquel vil truco, lo importante era que ya estaba de vuelta, pero aún mejor sí pudiera moverme, miré mi cuerpo, mis brazos estaban totalmente atados por una soga gruesa y mi espalda chocaba con otra persona, deduje rápidamente quien era, ¿Quién más sino Aiko? Lo constaté al voltear un poco la cabeza y percibir su presencia.

Momentáneamente, al parecer, estábamos solos, no observe nadie a nuestro alrededor, claro en mi poco campo visual, lo primero que llamó mi atención fue la poca iluminación del lugar, era bastante oscuro y caluroso, mi piel estaba totalmente sudorosa, y pegajosa, mi respiración se volvió consciente; se podía asegurar que nos encontrábamos bajo tierra, las paredes así lo demostraban, al igual que el suelo en el cual estábamos sentados. Traté de mover mis manos, pero estaban atadas juntas frente a mis piernas, con la misma cuerda gruesa y un gran nudo. Me dediqué entonces a detallar nuestro entorno.

La luz era emanada por un bombillo que estaba arriba de nosotros, aun así se podía ver un poco opaco, el techo no era muy alto, unos escasos dos metros y medio o quizá tres, la tierra se encontraba arriba y rodeándonos, estábamos prácticamente en una habitación circular con una única salida, un pasillo corto que intersectaba con otro, no tenía puerta. Sí era una prisión o algo por el estilo tenía un defecto bastante evidente…

—Aiko ¿Estás bien?— Emití casi en forma de susurro, no sabía si nos vigilaban o no, debía ser cauteloso y tratar de armar un plan o estrategia en conjunto a la kunoichi. —¿Sabes que fue lo que pasó?— Pregunté, tenía una idea de lo que pudo haber sucedido, pero su confirmación aseguraría lo que pensé.

Traté de hacer un recuento de lo ocurrido, pero poco pude recordar, las últimas palabras de Aiko… ”¿Realmente es inmortal?” Recordé un poco sorprendido ante su declaración. ”Dijo que no era una inmortalidad perfecta, pero vamos se recupera prácticamente de todo… ¿Entonces no puede morir de hambre o sí?” Surgió la duda ante el estado de inanición que me pareció observar. ”Bueno, pero sigue siendo humana o ¿no? Digo, debe tener las misma necesidades fisiológicas…” Y luego de eso el grupo de mariposas apareció y ahí se terminan los recuerdos.

Aunque no era el momento adecuado para pensar en la inmortal kunoichi, aquello hizo que tomase una nota mental y resaltara el tema de la inmortalidad.

Mis orbes seguían puestas en el único pasillo, éste no tenía iluminación alguna, pero con el cual interceptaba estaba iluminado, mal, pero lo estaba. ¿Alguien se presentaría? —Mira.— Anuncié ante la presencia de otro conejo que se podía ver en el segundo pasillo, no podía detallarle bien, pero estaba seguro de que era otro roedor.

El presente se fue saltando sin siquiera ver a los rehenes, parecía apurado y así como apareció se largó.
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#40
La pelirroja abrió al fin los ojos, pero éstos no tomaron demasiada claridad del entorno. La luz, tenue como en un velatorio, apenas daba cavidad a ver mucho mas allá de donde estaba prisionera; sus manos estaban atadas por un cordino grueso, e incluso sus pies. A su espalda, reposaba una segunda persona, cuya identidad comenzaba a ser bastante evidente. Por si aún cabía dudas, el médico preguntó si estaba bien a la chica, así como preguntó si ésta sabía que había sucedido.

La chica giró un poco el rostro, y volvió a girar en el sentido contrario —un rápido vistazo alrededor— cuyo final sería de nuevo la posición inicial. Forzó un poco las manos, e intentó moverse hacia delante, pero era un esfuerzo inútil. Además de maniatada, estaba atada al chico, en pos de que no se pudiesen levantar tan fácilmente.

Cesó el esfuerzo apenas habiéndolo intentado, y dejó caer un suspiro. —No... no recuerdo mucho mas que unas mariposas...

Tan solo rememorando el recuerdo, a la cabeza le vino una idea de lo mas efectiva contra la situación actual. En un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo se deshizo en un montón de papeles, dejando caer la cuerda al suelo. —Aunque quien sea nuestro captor no contaba con ésto seguro... —nuevamente, los papeles se unieron, dando forma al cuerpo de la pelirroja justo donde antes estaba, pero en pie y sin cuerdas. Sin demora, comenzó a deshacer los nudos que mantenían al chico prisionero, aunque de seguro ya andaba la cuerda mucho mas holgada.

En fin, miremos de qué se trata. —inquirió una vez liberado el matasanos.

Sin prisa pero sin pausa, la chica se adelantó a cruzar el pasillo, la única salida de ese peculiar zulo.
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#41
Tal y como lo pensaba, Aiko sólo se acordaba de la presencia del grupo de mariposas multicolor, era más que evidente que todo comenzó cuando aquellos insectos aparecieron, pero… ¿Quién había sido? Y algo más importante ¿Por qué?

Nuevamente pude presenciar esa habilidad tan peculiar de la kunoichi, en un abrir y cerrar de ojos la fémina se había liberado de todas las ataduras sin dificultad alguna. —Que fácil lo haces ver.— Manifesté viéndole como su fuese una heroína.

Tras unos pocos segundos ella me liberó del amarré y las manos y yo continuamente lo de mis pies, quedando en libertad nuevamente. —Gracias.— Comenté con satisfacción al poder tener la movilidad adecuada, aunque en mis muñecas quedaban unos pequeños rastros del amarre, al igual que en mis tobillos.

La pelirroja tomó la delantera, pero no de forma apurada, sino más bien cautelosa, por mi parte le seguí de cerca. —Será mejor que estemos preparados para cualquiera situación.— Dije a la par que buscaba un kunai con mi diestra.

Cuando llegaron a la intercepción de los dos pasillos se encontraron con los dos caminos a seguir, uno a la derecha y otro a la izquierda, cada cierto espacio había una bombilla que alumbraba lo suficiente para transitar. ¿Cual era la vía adecuada?

—¿Por dónde vamos?— Pregunté buscando la opinión de la pelirroja.
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#42
La chica pareció hacerlo sin esfuerzo para el médico, que no titubeó un solo instante antes de halagarla. Lo hacía ver muy fácil, según el médico. Pero lejos de eso, simplemente se trataba de que había sido bendecida por una línea genética muy poderosa, aunque de la cuál tampoco tenía demasiada idea. Al menos, era realmente funcional en un sinfín de situaciones, era un kekkei genkai realmente adaptable. Tras ello, liberó al chico, y éste agradeció el hecho a la chica.

No hay de qué —contestó, para tras ello tomar la vanguardia.

Comenzaron a andar, hacia lo desconocido, y Keisuke avisó a la pelirroja de que estuviese preparada, que no sabían qué les esperaba. Cierto, no sabía ni cómo habían llegado allí, ni cómo era que estaban atados. Sin embargo, ninguna pregunta queda por siempre sin respuesta. Siempre hay opción de buscar la respuesta, cueste mas o cueste menos.

Al seguir avanzando, se encontraron con una encrucijada. El camino se bifurcaba, dando dos posibles salidas a su cautiverio. La chica paró frente a la separación de caminos, y alzó ambas manos; una hacia la derecha y la otra hacia la izquierda. Keisuke, inocente, preguntó por donde debían seguir. En ese instante, las manos de la chica se deshicieron, convirtiéndose en un torrente de pequeñas mariposas. Éstas, se dirigieron hacia sendos caminos, explorando la estancia y asegurando a los chicos que tomasen el buen camino.

Dame un momento, voy a mirar ambos lados.

Ante todo, la seguridad en ella misma era imperante.
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#43
—Wow.— Emití en forma de asombro al ver como sus brazos se desvanecían y formaban aquellos papelillos voladores que se aventuraban por ambos pasillos. —Eres multifuncional jeje.— Aunque la pelirroja dijo lo obvio, vi tontamente a Aiko, tenía más de una carta bajo de la manga; sinceramente me sorprendía cada vez más de ella.

—¿Realmente eres inmortal?— Dije un poco dubitativo. Sí era cierto ella tendría cientos o quizás milenios de experiencia por encima de mí… Acto que me causaba interés, ansiedad e incluso temor.

Las mariposas de papel siguieron ambos caminos a la par. El camino de la derecha sería de unos 40 metros de largos, al igual que el izquierdo, y ambos se encontraban de frente, ya que el de la derecha tenía una curva hacia la izquierda y el de la izquierda, una a la derecha, dando a entender que era un circulo; a los 20 metros de cada uno de los caminos se encontraban una sala idéntica en donde estuvieron los shinobis encerrados, con la diferencia que tenía una reja, por lo que sí eran verdaderas celdas, en las cuales habían varios conejos de diferentes tamaños y colores, todos ellos cautivos, encerrados como prisioneros.

El lugar de encuentro de las mariposas finalizaba en una reja metálica que estaba asegurada con una gran cadena de acero y un candado que sellaba la única salida; detrás de la reja se veía una escalera de madera vieja y polvorienta que tras unos escalones rectos terminaba en otra puerta de madera, similar a la de la escalera.

Algo que parecía un poco extraño era la presencia de un conejo libre, ¿cómo había escapado? Aiko no podría saberlo, pero el saltarín miraba con anhelo hacía la puerta de madera.

—Te debería especializar en rastreo o infiltración, algo así debe quedarte bien.— Atreví a decir una vez retornaran los papelillos voladores.
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#44
Tras deshacer sus manos en un buen grupo de mariposas, y mandarlas a explorar la zona, Keisuke se vio sorprendido de manera positiva. Resaltó que la chica era multifuncional, quizás queriendo refereirse a que sus habilidades tenían un sinfín de usos, comentario con el cuál no se equivocaba en absoluto.

Si, supongo que si... jajaja.

No pasaron ni unos segundos hasta que el matasanos rememoró lo dicho por la chica antes de caer en ésa extraña prisión. Con curiosidad, preguntó si realmente la pelirroja era una inmortal. La verdad ya no podía ser escondida, ya se había aventurado a decirlo, no podía retractarse.

Si, así es. —afirmó. —He perdido la vida tantas veces, que no sabría decirte ni cuantos años tengo... todo se hace raro y eterno cuando todo parece carecer de sentido.

Quizás la explicación no había sido de lo mas esclarecedora, pero... ¿qué otra cosa decir? ¿cómo explicar lo absurda y aburrida que se había vuelto la vida desde hacía unas décadas hasta el momento? ¿cómo expresar cuánto sufrimiento se puede almacenar en un solo cuerpo? Imposible, realmente faltarían palabras para expresar esos sentimientos.

Las mariposas, que avanzaban por los pasillos sin demora alguna, fueron informando a la chica de cómo iba quedando a su pasar. Al parecer, se trataba de una especie de circulo con un par de celdas mas, en una de las cuales había un grupo de conejos encarcelados. ¿Conejos? Si, conejos... el motivo era realmente un misterio, pero por suerte o desgracia, uno de ellos había conseguido zafarse de su celda. El aventurero, parecía el rey del antro, totalmente a sus anchas. Entre tanto, Keisuke sugirió a la chica que debía especializarse en rastreo o infiltración, guiado por lo poco que había podido ver de sus habilidades con el origami.

Si, es una de mis mejores opciones... pero, no me gustaría ir a lo fácil. En éste campo tengo una ventaja genética que me lo pone muy fácil, lo que me resulta difícil es el combate directo... y eso es en lo que mas hincapié debería hacer. —sentenció la chica, decidida sobre eso ya tiempo atrás.

»Bueno... parece que estamos en un circulo perfecto, y todas las salidas tienen pega... vayamos por izquierda o derecha, vamos a estar en las mismas. Avancemos por aquí mismo, y veamos qué podemos hacer por salir...

Ella ya sabía que podía salir sin preocupaciones, pero no podía decir lo mismo de su compañero. Aunque, podía usar un pequeño explosivo en pos de romper las verjas carcelarias, si es que llegaban a verse en esa necesidad. Mientras tanto, tomaron el camino de la derecha.
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#45
Si, así es. —afirmó. —He perdido la vida tantas veces, que no sabría decirte ni cuantos años tengo... todo se hace raro y eterno cuando todo parece carecer de sentido.

Mi cara de asombro fue más que evidente, realmente era cierto, no era algún efecto secundario de las mariposas o algo más...—Pero...— Relamí mis labios, un poco ansioso y curioso, por un momento dejé a un lado que fuimos raptado, el calor, el sudor y todo lo que me llegó a molestar en un principio, mi atención la tenía ella. —Seguro has vivido tanto que ya olvidaste tu edad, pero la experiencia que tienes debe ser incluso mayor que la de un jounin.— "O la de un Kage" Me limité a pensar. "¿Será que vivió el ataque del bijuu?"

Mi imaginación voló, un sinfín de cosas podría saber Aiko, ¿cuales eran los secretos del mundo? —¿Cómo te mantienes tan joven?— Luego de pronunciarlo me arrepentí ¿Y si era un henge? O peor... A algunas chicas les preocupaba decir su edad, sobre todo las mujeres mayores... —Cuando salgamos de aquí, ¿Me contarías algo que hayas vivido?, algo del pasado, algo importante, no sé, algo...— Llegando a tal punto me detuve, no quería ser un insoportable, las preguntas sobre el tema se estaban escapando del control.

Si, es una de mis mejores opciones... pero, no me gustaría ir a lo fácil. En éste campo tengo una ventaja genética que me lo pone muy fácil, lo que me resulta difícil es el combate directo... y eso es en lo que mas hincapié debería hacer.

—Entiendo.— Las mariposas habían vuelto y nuestro objetivo era salir de ahí.

»Bueno... parece que estamos en un circulo perfecto, y todas las salidas tienen pega... vayamos por izquierda o derecha, vamos a estar en las mismas. Avancemos por aquí mismo, y veamos qué podemos hacer por salir...

—Bien.— Le seguí de cerca, dejando que ella caminara por delante.

Tras recorrer los 20 metros llegamos a la celda, era prácticamente idéntica a la de nosotros, solo que tenía una reja limitando la salida, algunos conejos estaban abarrotados en la reja. —¿Por qué hay tantos conejos?— Dije extrañado.

—Salgamos de aquí rápido.— Seguí el camino, debía haber alguna salida más adelante, Aiko ya había dicho que estaba cerrada, por lo que pronto toparíamos con ella.

Una vez llegados a la reja de metal veríamos al conejo de pelaje blanco y manchas marrones, con sus grandes dientes sobresalientes, éste estaba intentando morder parte de la reja, acto extraño, pero cierto, parecía querer escapar a toda costa del lugar.

—Miralo, intenta salir como nosotros. ¿Deberíamos liberar a todos los conejos?— No parecía un buen lugar después de todo. —Creo que puedo romper la reja, pero será un poco ruidoso.— La situación seguía siendo desconocida, por lo que no sabíamos que encontraríamos después de la puerta de madera. —¿Sabes algún método menos ruidoso?—
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen
Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

[Imagen: 5b744fac64c6fe9ec924f3cf50c4417fo.jpg]
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