¿Darse de leches con otros? No pude evitar soltar una risilla. Claro. Por supuesto. Yo lo diría de manera más elegante, pero en verdad era así.

—Dicho de forma más tosca, sí —comenté con una sonrisa —. El baile de mi Hermana Ranko es una belleza de ver, mas terrible si bailas con ella, jeje.

¡Oh! ¡Qué nombre tan poético! La imaginé como un precioso fénix rosado.

—¡Qué maravilla! Todo un gusto conocerla —Le regalé una reverencia más. ¡Pero qué alegría encontrarse con gente tan amable y respetuosa! —. También es un gusto conocerte, Natsu.

El peliblanco parecía haberle bajado a sus humos, pero aún así se notaba levemente altanero. Está bien, tal vez en cuanto nos conozcamos mejor deje de ser así.

—Es muy probable que me ganes, sí. Mi cuerpo no es muy resistente. Las muñecas somos muy delicadas, ¿Saben?

Con los dorsos de mis manos hacia ellos, agité mis dedos en el aire, como si espolvoreara algo. Mis blancas líneas de manufactura serían visibles en mis dedos, muñecas y antebrazos. Sonreí ante el comentario de Suzaku.

—Oh, no, señorita Fénix. Bueno… si fuese una misión supersecreta de todas maneras no podría decírselo —Reí un poco —. Bueno… vine a descubrir las aguas termales, supongo. No sé cómo me caerán a ni cuerpo, pero Kuumi, mi hermanastra, me las sugirió.

»Ustedes supongo viven cerca. ¿Vienen a divertirse también? —concluí, con gestos teatrales de mi mano.

Mi mirada estaba constantemente fija en los ojos de uno y de la otra. Quería ver si había imaginado aquellos místicos ojos rojos o si en realidad habían cambiado.

—Es posible que no lo entendía, quizás por eso lo mío es hacer cosas de ninja no de bailarín, ¡estoy convencido que en el batalla el repaso te lo daba yo a ti! —replicó Natsu, de una manera un tanto brusca para estar tratando con una kunoichi de otras tierras a la que no conocía de nada. Suzaku se volvió hacia él con el ceño fruncido.

—Natsu, quizás deberías cal...

—Es muy probable que me ganes, sí —intervino Meme de repente—. Mi cuerpo no es muy resistente. Las muñecas somos muy delicadas, ¿Saben?

«¿"Muñeca"?» La Uchiha ladeó la cabeza ligeramente. Era cierto que Meme se había presentado a sí misma como La Muñeca Metálica de Kusagakure pero, ¿no lo estaba llevando un poco lejos? Sin embargo, los ojos de Suzaku se abrieron de par en par cuando la de Kusagakure alzó sendas manos, agitando los dedos en el aire, y en sus articulaciones se marcaron una extrañas líneas plateadas.

Exactamente como las que tendría un muñeco articulado.

«Tiene... que estar de broma... ¿No?» No pudo evitar preguntarse, pero no se atrevió a formular la pregunta en voz alta. «Sí. Debe ser eso. Otro truco de artista callejera. Seguramente lo usará en sus bailes.»

Fue entonces cuando se volvió hacia ella:

—Oh, no, señorita Fénix. Bueno… si fuese una misión supersecreta de todas maneras no podría decírselo —se rio un poco—. Bueno… vine a descubrir las aguas termales, supongo. No sé cómo me caerán a ni cuerpo, pero Kuumi, mi hermanastra, me las sugirió.

—¿Cómo lo sentarán a... tu cuerpo...? —repitió en voz baja, sin poder evitarlo.

—Ustedes supongo viven cerca. ¿Vienen a divertirse también?

—Bueno... Cerca, lo que se dice cerca... —Suzaku miró de reojo a Natsu, con una ligera sonrisilla. Terminó por encogerse de hombros—. Yo he venido a acompañar a mi... a alguien —se corrigió a tiempo, sacudiendo la cabeza.

Vale, estaba siendo muy insistente con lo de la muñeca. Hasta el punto de que empezaba a ser inquietante. Tanto que incluso pasé desapercibida la corrección que me estaba haciendo mi compatriota. Supongo que aquello sería el instinto ninja o yo qué sé. Pero pronto se empezarían a disipar dudas. La kusajin alzó sus brazos delante de su rostro desvelando las prótesis de sus brazos, eran... pues como una articulación propia de una muñeca con sus mecanismos para poder hacer las rotaciones que hacen las articulaciones humanas.

— ¡Ostras! — exclamé sorprendido ante la revelación de Meme. — Así que por eso dices que eres una muñeca, por ls prótesis de los brazos... ¿Puedo preguntar qué te pasó?

La verdad es que la naturalidad con que había hecho aquella revelación me sorprendía. Algo así tenía que marcarte de por vida. Perder los dos brazos y que te tengan que poner una ortopedia para poder hacer una vida normal... es de esas cosas que te marcan y te definen.

La conversación seguía su curso y ahora se abrió el melón del porque de la presencia de los tres interlocutores en aquella pequeña aldea. al final quedaba claro que los tres estábamos allí por placer o de vacaciones o algo así. Pero al parecer, Suzaku no había venido sola.

— No fastidies que te hemos chafado el viaje romántico, Suzaku. Mil disculpas — dije haciendo una reverencia a la Uchiha.

A su... ¿Alguien? No pude evitar soltar una risita. Muy bien. He aprendido que no hay que ser demasiado metiche. Tal vez sólo un poquito.

Pero antes de mencionar lo que tenía en mente, obviamente me enfocaría en lo que interesaba a Suzaku y a Natsu: yo.

—Así es, señorita Fénix —una disculpa, no me canso de lo genial que suena —, mi cuerpo puede ser muy poco resistente ante algunas cosas. Tal vez las aguas me caigan mal. Tal vez no. Ya veremos. Y... ¿prótesis? —Solté otra risita, una muy breve. Recordé por un momento a Kaminari Kimi y su brazo. Sonreí —. Oh, no, Natsu. Todo mi cuerpo fue ensamblado por mi creadora. Todo. Éstas son solo las marcas que hizo al armarme. Por eso digo que soy una muñeca, porque lo soy. Es lo que he sido siempre, y lo que seré.

Miré mis propias líneas de ensamblaje y suspiré. Qué preciosura. Sabía que era probable que no creyeran que tal magia existía, pero tenía una leve esperanza de que lo hicieran. Suzaku, al menos, parecía inclinarse un poco a ello.

—Oh, ¿Viniste con familia, señorita Fénix? Está bien. Yo quisiera viajar más con mis hermanas. No pasa nada. —Le guiñé un ojo. ¿Quería ocultar a aquella persona? Bien. ¿Quería contarlo? Mucho que mejor. Mi Hermana me ha enseñado a... ¿Cómo se dice? Respetar ciertas cosas. Y lo haré, si quiero que respeten la distancia.

—Así es, señorita Fénix —una disculpa, no me canso de lo genial que suena— —respondió Meme—, mi cuerpo puede ser muy poco resistente ante algunas cosas. Tal vez las aguas me caigan mal. Tal vez no. Ya veremos. Y...

—¡Ostras! —exclamó Natsu, tan sorprendido como la propia Suzaku—. Así que por eso dices que eres una muñeca, por las prótesis de los brazos... ¿Puedo preguntar qué te pasó?

Para sorpresa de los Uzujines, Meme soltó una risita en respuesta:

—¿Prótesis? Oh, no, Natsu. Todo mi cuerpo fue ensamblado por mi creadora. Todo. Éstas son solo las marcas que hizo al armarme. Por eso digo que soy una muñeca, porque lo soy. Es lo que he sido siempre, y lo que seré.

«Vale, definitivamente ha llevado su mote demasiado lejos.» Pensó Suzaku, alzando ambas cejas en una inevitable mueca de incredulidad. Intercambió una mirada con su compañero mientras Meme contemplaba sus marcas como un Adonis enamorado de su propio reflejo. "¿Debe estar loca, no?" Trataban de decirle sus ojos oscuros.

Pero Natsu decidió que era un buen momento para burlarse de ella:

—No fastidies que te hemos chafado el viaje romántico, Suzaku. Mil disculpas.

—R... ¡¿Romántico?! —gritó, con vocecilla aguda—. ¡Tengo trece años! ¿De qué narices estás hablando?

—Oh, ¿Viniste con familia, señorita Fénix? —agregó Meme, certera—. Está bien. Yo quisiera viajar más con mis hermanas. No pasa nada.

—Sí, bueno —farfulló, cruzándose de brazos y apartando la mirada. Lo último que le apetecía en aquellos instantes era que su hermana saliera en el tema de conversación. ¡Lo que le faltaba ya!—. Bueno, bueno. ¿Os apetece hacer algo por aquí? —preguntó, en un repentino intento por cambiar de tema.

A medida que Meme iba dando más y más explicaciones mi perplejidad no hacía más que aumentar. Tenía que estar de coña. De hecho, ¿acaso era eso posible? ¿Era siquiera posible que fuese una muñeca... viva? Si me hubieran dicho hace unos minutos que iba a conocer una muñeca que vivía no me lo hubiese creído, pero a juzgar por lo que estaba viendo parecía ser verdad. Solo Suzaku pudo sacarme de mis pensamientos ante su réplica ante mi comentario.

— Ay, en el orfanato he visto muchas cosas. No hay razón para pensar que fuera de las paredes del orfanato las cosas son distintas

Sin embargo, mi cabeza seguía dándole vueltas a lo que había revelado Meme. Entre mis pensamientos seguía buscando una forma de darle credibilidad al hecho de que fuese una muñeca y pudiese vivir como un ser humano. Pero fue en vano, por mucho que me esforzase no entraba en mi cabeza.

— Veamos... Supongamos que Meme tiene razón y que es una muñeca. ¿Cómo se supone que vivies si eres una muñeca? No me malinterpretes, es solo que... bueno, se me hace muy raro que sea así. Y tu creadora.... supongo que te refieres a tu madre, ¿no?

Terminé por escupir mis propias conclusiones o, mejor dicho las preguntas que había en mi cabeza y así exteriorizarlas.

Suzaku se alteró un poco ante la suposición romántica de Natsu, y parecía querer evitar charlar acerca de sus motivos allí. Muy bien. Cumplí con no ser muy metiche. Me felicité a mí misma. Sin embargo... No pude evitar ver su rostro. Lo había visto antes. Era el rostro de quien no cree en mis palabras.

¡Al menos la niña Fénix era relativamente discreta! Natsu, aparte de contestarle a su amiga, me retó con sus palabras.

—¿Supongamos? No hay nada qué suponer. No se supone que viva. Yo vivo y ya —Alcé un brazo teatralmente, como en pose de baile —. ¿Has visto alguna vez un reloj? ¿Cómo funciona? Si respondes "con engranes" pues yo responderé "con mi mecanismo interno". Y no —Bajé la mano con suavidad —. Mi creadora no es mi madre. No tengo madre, fui ensamblada, Natsu. Sé que es difícil de comprender, no les culpo. Una maravilla viva como lo es este cuerpo es bastante... Compleja de concebir en la mente.

Sonreí, satisfecha de mi respuesta. Por un momento olvidé contestar a la pregunta de Suzaku sobre qué me apetecía hacer. Explicar mi existencia era mucho más importante.

—Ay, en el orfanato he visto muchas cosas. No hay razón para pensar que fuera de las paredes del orfanato las cosas son distintas —replicó Natsu, ante el indignado comentario de Suzaku.

Y ella no pudo menos que alzar una ceja con cierto escepticismo.

«¿Cosas como irte a decenas de kilómetros de tu casa con la sola compañía de un supuesto novio sin haber llegado siquiera a los quince años?» Pensó, mordaz, pero se contuvo mordiéndose la lengua.

—Veamos... —agregó su compañero, volviendo su atención a Meme—. Supongamos que Meme tiene razón y que es una muñeca. ¿Cómo se supone que vivies si eres una muñeca? No me malinterpretes, es solo que... bueno, se me hace muy raro que sea así. Y tu creadora.... supongo que te refieres a tu madre, ¿no?

—¿Supongamos? —respondió Meme, con cierto tono de irritación en su voz—. No hay nada qué suponer. No se supone que viva. Yo vivo y ya. —Alzó un brazo de forma teatral en un gesto bailarín, un gesto adquirido de su segundo oficio como artista, supuso Suzaku—. ¿Has visto alguna vez un reloj? ¿Cómo funciona? Si respondes "con engranes" pues yo responderé "con mi mecanismo interno". Y no —agregó, bajando la mano con suavidad—, mi creadora no es mi madre. No tengo madre, fui ensamblada, Natsu. Sé que es difícil de comprender, no les culpo. Una maravilla viva como lo es este cuerpo es bastante... Compleja de concebir en la mente.

Suzaku torció ligeramente el gesto. Meme parecía completamente convencida de lo que estaba diciendo, no sonaba como alguien que estuviera intentando engañarles o vacilarles. Y eso lo hacía aún más extraño. Porque de verdad creía que era una muñeca, con la misma certeza que ella misma sabía que era un ser humano. Se cruzó de brazos, sin saber muy bien qué responder. Parecía que sus acompañantes se habían olvidado tanto del tema de con quién había acudido a aquel lugar, como de la sugerencia de hacer algo. Y estaba bien, porque no quería sacar a la luz un tema de conversación que girara alrededor de su hermana, pero todo aquello de la muñeca viviente de Kusagakure era demasiado surrealista.

Meme siguió con su discurso que a medida que lo iba escupiendo cada vez cobraba más veracidad. Osea, lo decía con una aparente sinceridad que era pasmosa. Quizás por eso era que Suzaku no articulaba palabra alguna y a mi me hacía pensar y reflexionar a marchas forzadas.

— Disculpa si te he ofendido con mis dudas, Meme, te aseguro que noe s mi intención — dije, antes que nada para tranquilizarla un poco pues parecía algo contrariada ante las dudas que le iba exponiendo. — Es solo que cuesta de entender. A simple vista pareces tan humana... pero luego cuando ves los engranajes y las articulaciones ves que no eres normal. Digamos que eres especial, pero especial en plan bien

Tuve que matizarlo, acompañado de una sonrisa para que Meme no se lo tomase mal, puesto que como le había dicho no era mi intención. Entonces me percate de que Suzaku estaba allí, todavía sin articular palabra alguna y el gesto visiblemente torcido.

— Oye, ¿estás bien? — pregunté dándole un golpecito en el brazo a la pelirosa.

¿Especial en plan bien? ¿De qué otra manera se es especial, pues? ¡Claro que soy especial! No pude evitar sonreír cuando dijo esto, y le dediqué un breve movimiento de cabeza.

—No me ofenden las dudas. Me gusta que la gente se interese en mí. Muchas gracias. —Mi agradecimiento fue honesto, y fue acompañado de una leve inclinación.

Especial. Obviamente que lo soy.

El chico le preguntó a Suzaku si estaba bien, pues si expresión no denotaba tan buen humor como antes.

—Tal vez tiene hambre. No has comido, ¿Cierto? Podríamos buscar un lugar. —No quería sonar mandona, sólo quería evitar un desmayo, que sé que pueden pasar. Además, también me sentía baja en niveles de combustible. Hambre, sí, eso.

Miré en derredor, entre la gente que pasaba a lado y lado, para ver si encontraba algún sitio de comida.

—Disculpa si te he ofendido con mis dudas, Meme, te aseguro que no es mi intención —pronunció Natsu—. Es solo que cuesta de entender. A simple vista pareces tan humana... pero luego cuando ves los engranajes y las articulaciones ves que no eres normal. Digamos que eres especial, pero especial en plan bien.

«Y tanto que es "especial"...» No pudo evitar pensar Suzaku.

—No me ofenden las dudas —resolvió Meme, esbozando una sonrisa al tiempo que se inclinaba ligeramente—. Me gusta que la gente se interese en mí. Muchas gracias.

Suzaku comenzó a sospechar que Meme también disfrutaba siendo el centro de atención. Justo en ese momento, un golpecito en el brazo la devolvió a la realidad:

—Oye, ¿estás bien? —le preguntó su compañero de aldea, seguramente preocupado por su prolongado silencio.

—¿Eh? ¡Ah! ¡Sí, sí! Es sólo que todo esto es... —¿Raro? ¿Antinatural? Suzaku no sabía cómo ponerlo en palabras sin terminar ofendiendo a la de Kusagakure.

—Tal vez tiene hambre. No has comido, ¿Cierto? Podríamos buscar un lugar.

—¡Me parece una idea excelente! —Lo cierto era que Suzaku se había comido una bolsa entera de bollitos rellenos de carne al vapor mientras observaba el baile de Meme, pero cualquier excusa con tal de salir de aquella extraña vorágine le parecía una idea fantástica. Aunque pronto reparó en algo, y miró a Meme con cierta duda—. Esto... Pero tú... ¿Tú puedes...? Quiero decir, no querría ofenderte o molestarte, pero... Siendo una muñeca y eso... ¿Puedes comer?

Tras la confirmación de que Suzaku se encontraba bien era momento de dejar atrás todo el tema de la robotización de Meme o como fuera que se tenía que llamar aquello. Fue ella misma la que desvió el rumbo de la conversación.

—Tal vez tiene hambre. No has comido, ¿Cierto? Podríamos buscar un lugar.

La verdad es que aunque no tenía demasiado hambre un buen bocado de algo me empezaba a llamar la atención. igual algún producto característico del lugar, o quizás un dulce de os de toda la vida. Estaba empezando a interiorizarlo y cada vez la idea me llamaba más la atención.

—¡Me parece una idea excelente!

Y a mi compañero Uchiha al parecer también.

Esto... Pero tú... ¿Tú puedes...? Quiero decir, no querría ofenderte o molestarte, pero... Siendo una muñeca y eso... ¿Puedes comer?

Llegados a aquel punto me pareció hasta divertido el comentario de la pelirosa pero se le estaba pasando algo por alto.

— Quiero pensar que si lo ha propuesto ella será que puede comer y beber — dirigí una mirada de complicidad a la kusajin. — ¿No es así, Meme?

Sonreí.

—Por supuesto. Necesito energía para moverme, como un ferrocarril, o un juguete de cuerdas. Mi creadora me hizo capaz de obtenerla de la comida normal. Maravilloso, ¿No?

Junté las manos, lista para preguntar qué se les antojaba, pero una voz se nos acercó.

—Disculpen el atrevimiento, jóvenes, pero no pude evitar escuchar que buscan dónde comer.

Era una mujer de mediana edad y cabellos verde claros atados en una coleta. Sonreía amablemente, y vestía de manera similar a los cocineros del lugar. Llevaba en mano un bonito abanico blanco con un emblema esmeralda en la forma de un colibrí.

—Somos de la casa de aguas termales Hachidori, ¡Recién remodelamos! Tenemos comida deliciosa, bebida fría, baños mixtos y separados, y camas súper cómodas. ¿Qué se les antoja? ¿Algo de takoyaki? ¿Mochi? ¿Té? ¿Un relajante baño termal al final de un día de aventuras? A que quieren probar, ¿Eh?

Su tono era animado, y movía las manos a cada frase para denotar emoción. Aunque supongo que eso lo hace cualquier vendedor. La invitación nos venía como anillo al dedo. O al menos eso creía yo. Miré a Suzaku y a Natsu, sonriente.

—Suena bien. No conozco mucho la villa, de todas maneras. ¿Qué dicen?

—Quiero pensar que si lo ha propuesto ella será que puede comer y beber —intervino Natsu, volviéndose hacia Meme— ¿No es así, Meme?

—Por supuesto —asintió ella—. Necesito energía para moverme, como un ferrocarril, o un juguete de cuerdas. Mi creadora me hizo capaz de obtenerla de la comida normal. Maravilloso, ¿No?

«Bueno, al menos no se alimenta a base de electricidad o de carbón.» No pudo evitar pensar Suzaku, aunque se contuvo de hacer el comentario en voz alta.

Pero, justo en el momento en el que Meme parecía que iba a añadir algo más, otra persona entró en escena:

—Disculpen el atrevimiento, jóvenes, pero no pude evitar escuchar que buscan dónde comer. —Se trataba de una mujer de mediana edad, de cabellos de un curioso color verde claro atados en una coleta y vestida con una indumentaria similar a la que utilizaría cualquier cocinero de alguno de los restaurantes de la zona. En su mano llevaba un bonico abanico blanco con el símbolo esmeralda de un colibrí—. Somos de la casa de aguas termales Hachidori, ¡Recién remodelamos! Tenemos comida deliciosa, bebida fría, baños mixtos y separados, y camas súper cómodas. ¿Qué se les antoja? ¿Algo de takoyaki? ¿Mochi? ¿Té? ¿Un relajante baño termal al final de un día de aventuras? A que quieren probar, ¿Eh?

—Takoyaki... —repitió Suzaku, con la boca haciéndosele agua de la mera mención.

—Suena bien. No conozco mucho la villa, de todas maneras —añadió Meme—. ¿Qué dicen?

—¡Yo sigo que quiero probar esos takoyaki! —insistió la pelirrosa, exaltada pese al hecho de que no hacía ni media hora que se había zampado una bolsa llena de bollitos rellenos de carne al vapor.

Una mujer, oportuna como ella sola y repleta de canas apareció como por arte de magia, interrumpiendo el debate de los tres ninjas, donde planeábamos cual iba a ser nuestro siguiente paso y todo apuntaba a que íbamos a saciar la petición inicial de Meme. La anciana aprovechó para invitarnos a su local. Se trataba de un sitio con todo tipo de lujos, no solo para tomar algo o para comer, sino que también disponía de termas para todos los gustos.

«Vaya, qué oportuna...»

Pero tanto Meme como Suzaku estaban de acuerdo. En mi caso no me importaba mucho el sitio puesto que no conocía los locales de aquella aldea, así que.. ¿por qué no probar?

— Claro, cómo no. Seguro que está todo buenísimo