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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Después de que el rastas aceptara, casi de forma obligada a no acercarse más a aquel hotel con las luces tan llamativas, ambos jóvenes emprendieron un nuevo camino, que en esta ocasión, guiaba Riko, puesto que se dirigían al hotel en el que éste se hospedaba a lo largo de la duración de aquel torneo.

—¡Estoy deseosa de bañarme! No es que no me haya bañado en muchos días... Pero es que el agua cura muchas cosas, incluso heridas que no se ven... ¡Como las de la cabeza! Tengo demasiado pelo... —

Riko escuchó, al principio prestando gran atención, atención que, cuando la peliazul hubo terminado la frase se transformaron en una sonora carcajada.

Espera... Espera... — Dijo tratando de recuperar la compostura, mientras se secaba una lagrimilla que caía por su ojo izquierdo. — ¿Qué tiene que ver el agua, con las heridas de la cabeza y con que tengas mucho pelo? — Aunque lo había intentado, no pudo evitar algún que otro resto de la risa entre una palabra y otra.

Según avanzaban, se iban adentrando en diferentes calles de la urbe, hasta que llegaron al punto en el que se hayaron en una de las calles más importantes de la ciudad, y, por lo tanto, una de las más transitadas, y teniendo en cuenta como se había desarrollado el torneo hasta entonces, no era de extrañar que muchos de los que paseaban por allí reconociesen a Eri, que atraía gran parte de las miradas de la gente.

Normalmente pensaría que están mirando mi pelo... Pero meda a mi que esta vez no soy yo el centro de atención... — Le dijo Riko a su compañera de viaje en un tono bajo de voz, acercándose un poco a su oído para que ésta pudiera escucharle.
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#17
Riko parecía estar prestándola atención, o bueno, esa era la sensación que tenía ella sobre su - casi - conversación; mientras guiaba a la pequeña hasta su hotel llamado ''Dojo Palace'' o algo así había entendido, no era que le importase mucho que fuese lujoso, o que tuviese los mejores baños, solo quería un hotel donde quedarse y ya... Ya ves tú, quizás incluso si la hubiesen adoptado en alguna casa mientras limpiaba o algo hubiera aceptado con gusto.

Pero bueno, un hotel era mejor, después de todo.

Espera... Espera... ¿Qué tiene que ver el agua, con las heridas de la cabeza y con que tengas mucho pelo? Preguntó haciendo muecas, a lo que Eri frunció el ceño. ¡Pues tenía todo que ver, obviamente!

Pues... Si te duchas, por ejemplo, el agua normalmente te cae a la cabeza, y eso hace que puedas tener heridas en la cabeza...— Alegó con toda la lógica del planeta, o eso pensaba ella. Hinchó los mofletes mientras miraba para otro lado. ¡No quería que la tomasen por tonta!

Se formó un silencio entre ambos shinobi del remolino mientras se adentraban en varias calles que formaban aquel lugar, donde,al final, terminaron envueltos en un cúmulo bastante considerable de gente situados en una de las calles más codiciadas por turistas, visitantes, shinobi, luchadores e incluso los que habitaban aquellos lares. Eri sintió miles de pares de ojos posarse en ambos, sintiendo un gran escalofrío recorrer desde el principio de su cuello, bajando por toda su espalda hasta terminar en el dedo gordo del pie izquierdo. Odiaba sentirse el centro de atención.

Bueno... Quizás no lo era ella, por eso, miró de reojo a Riko y observó lentamente sus detalles, como si quisiera guardalos en su cabeza de por vida para no olvidarse de él, y notó como, en verdad, su cabello era bastante poco común entre los que se podían denominar ''normales'' ''Bueno, quizá sea él el que llame la atención... Quizás si me coloco detrás de él...'' Pero su voz la sacó de sus pensamientos.

Normalmente pensaría que están mirando mi pelo... Pero meda a mi que esta vez no soy yo el centro de atención... — Le dijo Riko a su compañera de viaje en un tono bajo de voz, acercándose un poco a su oído para que ésta pudiera escucharle.

Su plan se fue un poco al traste, incluso sus deducciones, según él, fueron erróneas, bueno, puede que no del todo, pero sí lo que pretendía hacer. Suspiró y asintió con la cabeza, dándole totalmente la razón.

Un momento... — Dijo, de pronto. —¿Y si echamos una carrera?— Preguntó, emocionada. No fue su mejor idea, pero... Era lo mejor para pasar el mal rato. —¡Una, dos, tres! — Y así fue como la cabellera de la joven se perdió por entre la multitud.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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#18
La conversación que estaba teniendo lugar entre los dos jóvenes no era una de aquellas dignas de estudio, pues realmente no estaban hablando de nada en concreto, y, quizás esto estuviera provocado por la falta de práctica del joven a la hora de socializar, y más aún de socializar con féminas.

— Pues... Si te duchas, por ejemplo, el agua normalmente te cae a la cabeza, y eso hace que puedas tener heridas en la cabeza...—

La joven parecía haberse ofendido un poco ante las risas de Riko, y trató de justificarse, explicando algo que, para el joven de rastas no era muy lógico.

No, no quería ofenderte. — Se apresuró el pelinegro al ver la reacción de Eri, que hinchó los mofletes y miró hacia otro lado indignada. — Solo... Que no sabía que te podías hacer heridas en la cabeza duchándote... — Dijo el muchacho, aunque no del todo convencido.

Aquel paseo les llevó directos a una transitada calle de la localidad, en la cual, rápidamente se convirtieron en el centro de atención, y Riko vio como a su compañera de Villa no le terminaba de agradar aquella situación, algo que probablemente se agravó con las palabras del pelinegro, y de la nada, aquella cabecita azul pareció iluminarse.

—Un momento... ¿Y si echamos una carrera?—

Aquello le pilló completamente por sorpresa, no se esperaba que Eri fuera a salir por ahí, quizás para evitar la situación que estaban viviendo, o simplemente por diversión, no estaba del todo seguro, pero, mientras Riko debatía estas cosas en su interior, la peliazul no perdió ni un instante.

—¡Una, dos, tres! —

E-¡Espera! — Gritó el muchacho, mientras veía como Eri se perdía entre el gentío. — Joder, que energía — Y rápidamente inició la carrera, siguiendo siempre a la joven del pelo azul, pues no era muy difícil de localizar.

No tardando mucho Riko se puso a la misma altura que su ahora rival en la carrera.

¿Crees que puedes seguirme el ritmo? — Y entonces apretó un poco mas el acelerador, al fin y al cabo, no dejaba de ser una carrera, y al rastafari no le gustaba perder ni a las chapas, aunque no aguantaría demasiado a aquel ritmo, eso seguro.


Perdón por toooooodo lo que he tardado, espero no haberte causad muchas molestias... Risa
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#19
Bueno, al menos el chico se disculpó, ¡y ya sabía que no debía quedarse mucho tiempo bajo la ducha para no recibir daños mayores! Aunque... Con su pelo... Quizás no sufría daños. ¡Que envidia le tenía en aquellos momentos! Pero bueno, no era ni el momento ni el lugar para montar una escena.

''Venga Eri, sigamos...''

Después de proponerle una carrera y ni darle un solo segundo para pensar en si arrancar o no, la joven salió corriendo a la voz de tres, esperando que el chico la siguiese para que no se separasen y llegar al hotel de una pieza. Por suerte o por desgracia, sus piernas no daban para mucho más, y en breves el shinobi de las rastras alcanzó a la peliazul con suma facilidad.

¿Crees que puedes seguirme el ritmo? Acto seguido aceleró para adelantar a la kunoichi que ya le miraba con el ceño fruncido, y, antes de que pudiese adelantarla mucho más, la joven saltó sobre el cuerpo de Riko para placarle y detener su carrera. Terminando esta encima de él, Riko bocabajo contra el suelo y un montón de gente mirándoles con cara de póquer.

¿Cris qui pidis siguirmi il ritmi? — Se burló mientras cerraba y abría las manos, como si hablase con ella misma, luego se apartó y se echó a reír. —¡He ganado! — Posó, victoriosa.
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#20
La idea de la carrera fue algo que, aunque le pilló por sorpresa, no le disgustó del todo, siempre viene bien algo de competitividad entre compañeros, y aunque aquello no era más que la mínima expresión de competición, no dejaba de ser algo entretenido, por lo que, en cuanto vio que Eri se alejaba un poco, la siguió.

No tardando mucho el joven de las rastas alcanzó a su rival y con un acelerón consiguió adelantarla unos cuantos metros, no sin antes provocarla un poco, mostrando algo de chulería, cosa que podría lamentaría momentos más tarde.

No se había separado ni apenas unos metros de la peliazul, cuando, de golpe y sopetón, sintió un fuerte golpetazo en la espalda, que le hizo caer de bruces al suelo, sintiendo el fuerte abrazo de las piedras que conformaban las calles contra su cara. Los brazos del joven habían quedado formando un ángulo recto por encima de su cabeza, proporcionando a toda aquella escena un tono aún más cómico del que ya tenía de por sí.

Riko era capaz de notar un peso encima de su espalda y de repente, escuchó una voz conocida y supo de inmediato cuál había sido la causa de aquella aparatosa caída.

—¿Cris qui pidis siguirmi il ritmi? — Se burló mientras cerraba y abría las manos, como si hablase con ella misma, luego se apartó y se echó a reír. —¡He ganado! — Posó, victoriosa.

El joven de rastas alzó la cabeza aún sin levantarse del suelo para observar como aquella niña, que parecía completamente inocente había estado a punto de partirle un par de dientes contra el suelo.

¡Eso es hacer trampa! — Exclamó el muchacho, levantándose de golpe y sacando a pasear un dedo acusador que señalaba a Eri. — Quizás necesite algo con lo que lavarme. — Dijo el joven, cambiando de tema radicalmente al saborear una gota de sangre que le cayó de la nariz. — ¿No tendrás papel o algo así, no?
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#21
Riko alzó la cabeza para mirarla, y Eri por un momento se sintió culpable... ¿Le habría hecho daño? Bueno... Ella sabía de primera mano que el suelo no era el mejor sitio para caerse, experiencia, más que nada... Pero, no le había pegado tan fuerte... ¿No?

¡Eso es hacer trampa! — Exclamó el muchacho, levantándose de golpe y sacando a pasear un dedo acusador que señalaba a Eri.

¡Es buscar una alternativa! Todos somos ganadores... ¡Jum! — Espetó mientras se cruzaba de brazos y miraba hacia otro lado, frunciendo el ceño. La gente alrededor comenzó a andar como si no les importase la discursión, y es que a simple vista parecían dos amigos jugando y riendo, aunque una de esas personas era la finalista.

Pero era imposible que alguien tan sumamente infantil fuera la finalista, así que lo mejor era pasar del tema.

Quizás necesite algo con lo que lavarme. Dijo Riko mientras saboreaba una gotita de sangre que caía de la nariz. ¿No tendrás papel o algo así, no?

La huérfana se llevó una mano a la boca, tapando el asombro que acababa de florecer en su interior. Asombro de su fuerza, claro está. ''Mira que lo sabía, ¡debo medir más mi fuerza!'' Exclamó en su interior, luego rebuscó en todos los bolsillos que pudiese encontrar que adornasen su vestimenta y encontró un pequeño pañuelo de tela, azul.

Toma, puedes detener la sangre con esto... ¡Y mira hacia arriba!— Exclamó mientras se acercaba a él y le tendía el pañuelo. — Dime por donde es el hotel y yo te llevo, ¡pero tú no hagas esfuerzos raros! — Dijo mientras le cogía del brazo, después de que el joven arreglase su estropicio.
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#22
¡Es buscar una alternativa! Todos somos ganadores... ¡Jum! — Espetó mientras se cruzaba de brazos y miraba hacia otro lado, frunciendo el ceño. La gente alrededor comenzó a andar como si no les importase la discursión, y es que a simple vista parecían dos amigos jugando y riendo, aunque una de esas personas era la finalista.

No podía creerlo, aún después de haberle estampado contra el suelo, parecía indignarse, aquella chica, desde luego, era todo un caso, ni si quiera se disculpaba...

Ya, ya, eso eslo que dicen todos los tramposos. — Dijo Riko mirando a la peliazul de reojo, y en un tono en el que la sería muy difícil llegar a comprenderle.

Rápidamente, ante la petición de Riko de dejarle algo con lo que detener aquella pequeña hemorragia, la joven genin de Uzushio comenzó a rebuscar en sus bolsillos, sacando y ofreciéndole un pañuelo de tela azul para que se tapase la nariz, y explicándole lo que tenía que hacer, no en vano, era una ninja médico.

Riko hizo exactamente lo que le dijo Eri, se taponó la nariz, evitando que saliera más sangre y miró hacia arriba.

Eeeeeh... Es por allí. — Dijo señalando el camino a seguir con el dedo, y acto seguido comenzó a andar con Eri agarrada a su brazo, sin dejar de mirar hacia arriba, proporcionando a aquel paseo una imagen más que cómica, cualquiera que le viera tendría que descojonarse, al menos, interiormente.

Estoy en tus manos, como me estampe con algo, será tu culpa, que lo sepas. — Le dijo el de rastas a la chica, con una voz algo más aguda y mucho más nasal de lo normal por culpa del taponamiento que se había hecho en la nariz para evitar que saliera más sangre.
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#23
Eri entornó los ojos ante el murmullo de Riko y le sacó la lengua, no tenía intención de preguntar qué era, seguramente algo sobre las tramas o el juego sucio, pero era solo eso, un juego, ¡ella no solía hacer trampas de verdad! Era una chica legal. Sí, esa era la palabra.

Por suerte Riko no protestó ante las indicaciones de la peliazul, es más, las siguió al pie de la letra, dejándose llevar por la pequeña huérfana, que lo tomó por su brazo de forma protectora para que no terminase por caerse o... Volver con más de una hemorragia al hotel. En verdad se había pasado, pero su orgullo seguía latente ahí. ¡Ella también quería ganar!

Eeeeeh... Es por allí. Indicó el de rastras, señalando el camino con uno de sus dedos y así ambos comenzaron a caminar, uno mirando al cielo y la otra mirando hacia todos los lados, para evitar correr algún peligro innecesario. Los transeúntes los miraban de nuevo, ¿desde cuándo no pasaba algo así en una de las calles de los Dojos? Seguro que a más de uno les había sacado una o varias sonrisas.

Eri se mantuvo concentrada en su tarea de no arrastrar a Riko a una muerte segura causada por la chica, por eso no abrió la boca para contestar a su indicación. Frunciendo el ceño y casi gruñendo a todas las personas que se les cruzaban para que se apartasen de su camino, la joven caminaba decidida a llegar lo más rápido posible.

Estoy en tus manos, como me estampe con algo, será tu culpa, que lo sepas. — Le dijo el de rastas a la chica, con una voz algo más aguda y mucho más nasal de lo normal por culpa del taponamiento que se había hecho en la nariz para evitar que saliera más sangre.

¿Acaso esa hemorragia no es mi culpa ya? — Espetó, avergonzada. —Lo siento, vaya... No era mi intención herir, es lo que más odio en el mundo, solo que... Mi fuerza a veces es... Incontrolable. — Explicó de forma bochornosa sin mirar al chico, que, sin embargo, aunque lo mirase sabía que él no le devolvería la mirada, tenía que estar concentrado en contar cuantas nubes había en el cielo.

Y, sin querer, ella también miró al cielo.

Con la suerte de que ella, al final, fue la que se terminó pegando contra una farola.

¡Ouch!
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#24
Ambos genins comenzaron de nuevo su camino hacia el hotel, a pesar de todas las interrupciones, aquello no les frenaba, y seguían caminando por la calle, Eri haciendo de guía aunque no conocía el camino, y Riko mirando al cielo, fiándose de aquella jovencita que hacía apenas unos instantes le había estampado contra el suelo.

¿Acaso esa hemorragia no es mi culpa ya? — Espetó, avergonzada. —Lo siento, vaya... No era mi intención herir, es lo que más odio en el mundo, solo que... Mi fuerza a veces es... Incontrolable. — Explicó de forma bochornosa sin mirar al chico, que, sin embargo, aunque lo mirase sabía que él no le devolvería la mirada, tenía que estar concentrado en contar cuantas nubes había en el cielo.

El rastas giró la cabeza tratando de mirar a Eri, cómo si eso fuera a hacer algo pues seguía mirando directo al cielo, pero aún así, sentía que, al menos, estaba poniendo de su parte para no ser grosero, hablar a alguien sin mirarle a la cara era poco educado.

No te preocupes, esto le puede pasar a cualquiera, además no es nada grave así que da igual. — Las palabras del joven fueron todo lo conciliadoras que pudieron debido al tono de voz que tenía.

De repente, y sin saber como, notó como que su acompañante y guía soltó su brazo, no sin antes escuchar un golpetazo contra algún tipo de metal, y tras escuchar el quejido que Eri lanzó, supo de inmediato lo que había pasdo.

No me lo puedo creer, ¿te acabas de chocar con esta farola? — Preguntó el joven divertido y sin bajar aún la cabeza. — ¿Estás bien? — Y ahora sí, devolvió su cabeza a una postura normal y la miró.
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#25
No te preocupes, esto le puede pasar a cualquiera, además no es nada grave así que da igual. La voz nasal del joven no ayudaba mucho en hacer sentir mejor a Eri, pero se lo merecía, por impulsiva y por dañar a alguien de tal manera. ¡Vergüenza debería darle! Bueno, y le daba, pero... ¡Lo hecho, ya estaba hecho!

Bueno... Si no terminas por desangrarte, entonces está bien. — Mencionó un poco más tranquila, esperando que la hemorragia se calmase antes de que Riko perdiese mucha sangre.

Y entonces vio las estrellas.

Se acababa de dar de bruces contra una farola, una farola mal puesta seguro, ya que ambos caminaban por el medio del camino, así que sí, malditos arquitectos, malditos constructores, malditos fabricantes de hierro y maldito karma por hacerle pagar por sus pecados con un golpe que la había dejado medio ciega. Un chichón amenazaba con salir de su frente, y la joven, con los ojos cerrados a presión, se negaba a abrirlos. Llevó ambas manos a la zona herida, ya que había soltado a Riko en algún momento anterior sin darse cuenta.

No me lo puedo creer, ¿te acabas de chocar con esta farola? — Preguntó el joven divertido y sin bajar aún la cabeza. — ¿Estás bien? — Y ahora sí, devolvió su cabeza a una postura normal y la miró.

¡¡No bajes la cabeza!! — Chilló mientras se acuclillaba para evitar la compasiva mirada del de las rastras. —Y no, no estoy bien, ¡pero me lo merezco! — Gimoteó en plena calle, y de nuevo, un grupo de transeúntes se paró a observarles. Estaban a otra parada cómica para que les contratasen de dúo cómico.
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#26
Bueno... Si no terminas por desangrarte, entonces está bien. — Mencionó un poco más tranquila, esperando que la hemorragia se calmase antes de que Riko perdiese mucha sangre.

Bueno quizás estuviese exagerando, tampoco era para tanto, que saliera sangre por la nariz era algo de lo más común, sobre todo entre los niños pequeños, aquellos niños que se hurgan en la nariz en busca de algún que otro moco que llevarse a la boca cuando están hambrientos o aburridos.

No pudo si quiera contestarla antes del golpe que se llevó la muchacha contra la farola, una farola puesta a mala leche, sobre todo cuando se camina por la calle sin mirar por donde vas, ¿a quién se le ocurre poner una farola en la mitad de una calle?

En cuanto el de rastas bajó la cabeza para ayudar a Eri a levantarse, recibió una reprimenda de ésta, que rápidamente le instó a volver a levantar la cabeza, y Riko, procurando no llevarse ningún golpe más, hizo caso a la muchacha.

Y no, no estoy bien, ¡pero me lo merezco!

El rastas se sentía un poco mal, Eri no debía sentirse tan culpable, al fin y al cabo, lo de la nariz no era gran cosa, por lo que no pasaba nada, no tenía por qué sentirse tan mal por ello.

Venga va, no te pongas así mujer, no te lo mereces, vamos anda, que me imagino el espectáculo que estamos dando y me entran ganas de llorar. — Aseguró el pelinegro, dejando escapar una sonrisilla. — Además, el hotel no está muy lejos ya, yo creo. — Alegó, tratando de orientarse mirando los tejados de los edificios a su alrededor, pues era lo único que podía mirar sin bajar la cabeza.
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#27
Venga va, no te pongas así mujer, no te lo mereces, vamos anda, que me imagino el espectáculo que estamos dando y me entran ganas de llorar. — Aseguró el pelinegro, dejando escapar una sonrisilla.

Eri abrió los ojos poco a poco y se encontró con Riko aún mirando hacia el cielo, se levantó y se sacudió sus ropas, luego tomó de nuevo el brazo de Riko y carraspeó, nerviosa y avergonzada.

Además, el hotel no está muy lejos ya, yo creo.

¿Cómo decías que se llamaba el hotel?— Preguntó mientras parpadeaba varias veces, intentando acomodar su visión a la luz que el sol creaba, luego giró la cabeza hacia la derecha, lo mismo para la izquierda, observando a sus alrededores por si había encontrado el hotel de una buena vez por todas.

Hasta que...

¡Hola! ¿Tenéis un momento para hablar del presupuesto de las espadas para los Samurai? — Una voz les sorprendió por la espalda.
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#28
Tardó un poco, pero, finalmente, tras las palabras de Riko, la peliazul volvió a agarrar el brazo del rastas, para continuar guiándole de camino al hotel, esta vez, tratando de no chocar con nada, ni ella ni él, o al menos, eso esperaba Riko, que estaba completamente en las manos de la joven.

La zona en la que se encontraban le resultaba familiar, quizás era porque esa zona estaba cerca de su hotel, o quizás simplemente se lo estaba imaginando, ya que los edificios de la ciudad no eran muy diferentes los unos de los otros.

¿Cómo decías que se llamaba el hotel?— Preguntó mientras parpadeaba varias veces, intentando acomodar su visión a la luz que el sol creaba, luego giró la cabeza hacia la derecha, lo mismo para la izquierda, observando a sus alrededores por si había encontrado el hotel de una buena vez por todas.

El Dojo Palace, no es difícil de reconocer, tiene el nombre con unas letras doradas y enormes. — Describió el muchacho, tratando de hacer que si Eri visualizaba el hotel, fuera capaz de distinguirlo fácilmente.

De repente y de la nada, apareció una tercera persona. Cuando les saludó, Riko inmediatamente pensó que sería una repentina admiradora de aquel dúo cómico, pero no, les preguntó algo acerca del presupuesto de las espadas de los Samurai.

Pueeeeees... — Comenzó a decir el rastas. — No se, Eri, ¿tenemos tiempo? — Preguntó a su acompañante, al fin y al cabo, ella era la médico de los dos, ella sabía si se moriría por esperar unos minutos.
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#29
El Dojo Palace, no es difícil de reconocer, tiene el nombre con unas letras doradas y enormes. — Describió el muchacho.

Eri intentó recordarlo, hacer un hueco en su memoria para aquel nombre y que ésta no se olvidase fácilmente de él, pero difícil era cuando el anterior hotel se llamaba ''El Pony Dorado''...

Un intruso se añadió al dúo, formando un trío para nada deseado, alguien preguntando sobre el presupuesto de las espadas de los Samurái, ¿pero no veían que Riko estaba inválido y lo mejor era llegar cuanto antes al hotel? Si su mano fuese una farola, se golpearía de nuevo contra ella.

Pueeeeees... — Comenzó a decir el rastas. — No sé, Eri, ¿tenemos tiempo? ¿Ahora era ella la que decidía? Un tic se apoderó de su ojo derecho mientras viraba su rostro a aquella persona que había osado perturbar su tan animado viaje. Pero ésta lo tomó como una afirmación de la peliazul.

Bueno, como verán, los recortes en estos lares están ocurriendo, es un hecho. ¿Lo saben? Sí, lo saben, lo veo en sus ojos de jóvenes incomprendidos. — A cada palabra Eri fruncía más y más el ceño. —Así que ando recogiendo firmas para devolver el presupuesto para que los samurái primerizos puedan pagar una mísera espada que corte, no una espaducha de madura vieja y roída... ¿Me entienden?

El colmo, ¿Samurái primerizo con una espada de verdad? ¡Eso era una masacre, peligro por las calles! Se llevó una mano a la frente, tapando sus ojos de la vergüenza que estaba pasando. Ella estaba en tiempo muerto, entre un combate y otro, pero no podía perder el tiempo en semejante estupidez. Sobre todo cuando Riko si que estaba a punto de morir.

Yo no entender idioma, tu disculpar a me — Habló la pequeña de forma teatral, harta de tanta tontería, ya ni sabía cómo salir de esta sin parecer una completa retrasada.
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#30
Riko era capaz de ver como Eri estaba reaccionando, pero estaba seguro que el que él la hubiera pasado todo el marrón a ella era algo que, de seguro, no la había gustado ni un poquito, y eso le divertía, sobre todo, cuando vio que la joven ni si quiera contestó, quizás por los nervios, quizás porque simplemente, no quiso, pero lo que estaba claro, es que a aquella persona le daba igual, pues les soltó aquel rollo sobre katanas y samuráis jóvenes que tan bien se habría estudiado.

Bueno, como verán, los recortes en estos lares están ocurriendo, es un hecho. ¿Lo saben? Sí, lo saben, lo veo en sus ojos de jóvenes incomprendidos. Así que ando recogiendo firmas para devolver el presupuesto para que los samurái primerizos puedan pagar una mísera espada que corte, no una espaducha de madura vieja y roída... ¿Me entienden?

Todo aquel discursito estaba plagado de sandeces. ¿Cómo ibas a darle un arma de verdad a alguien que está en adiestramiento? Si no sabrían ni usarla bien...

Al parecer la peliazul pensó como él, pero su forma de salir de aquello fue algo que pilló completamente desprevenido al joven rastas, que, tuvo que contenerse muy mucho para evitar soltar una de las mayores carcajadas en toda su vida, al menos la posición en la que tenía la cabeza le era de ayuda para evitar que se viera lo rojo que se estaba poniendo.

Lo siento... Pero nos tenemos que ir, tenemos asuntos urgentes que atender, un placer y que tenga un buen día. — Se despidió el joven para acto seguido agarrar a Eri del brazo y darla un pequeño tirón para escapar de aquel propagandista.
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