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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
—TATSUYA ROAD—
Las serpientes observaba al chico que había profanado sus nidos con fuego en los ojos, estaban muy enfadadas. No solo se había adentrado en su territorio ignarando sus advertencias, si no que encima había roto sus huevos. Aquel humano no podía salir de allí con vida parecían querer decir con su siseo.

Cautelosamente, los animales se iban acercando poco a poco, no de manera directa. Si no que iban bordeando los límites con su sinuoso rectar, dejandose ver por aquí y por allá tratando de despirtar al chico que las aguardaba. Los minutos pasaban y las serpientes cada vez estaban más y más cerca, si Tatsuya tenía buen oído podría incluso esuchar sus cuerpos arrastrarse entre la maleza.

Podía cortarse la tensión con un cuchillo, el siseo se había vuelto casi insoportable, ahora no solo había serpientes de tamaños considerables, si no que desde la pared que tenía justo detrás podía escuchar el siseo de los reptiles. Cientos de serpientes le habían rodeado poco a poco mientras él se centraba en las grandes.

El de Takigakure se había metido en un problema basante gordo, de hecho podía empezar a darse por muerto... cuando el suelo empezó a temblar. De repente el sonido del siseo se detuvo en seco, ahora podía escuchar desde la lejanía el sonido de unos gritos, provenían justo desde lo alto de la pared de nidos. Fuese lo que fuese lo que hacía temblar la tierra, había hecho que las serpientes desapareciesen casi instantáneamente. ¿Un golpe de suerte? ¿O quizás algo peor? Eso debería de evaluarlo el chico.

Cada instante que permaneciese en lugar haría que el temblor se fuese intensificando al igual que los gritos, tenía que decidir que hacer y rápido

—KARAMARU WAY—
El monje calvo se había adentrado en la selva a toda velocidad, alejándose de los nativos y el gran hipopótamo o al menos eso era lo que el creía pues tras el esfuerzo, y sitiéndose a salvo, se tomó la libertad de quedarse en el suelo una vez había caído. Es más, el muy confiado incluso se permitió relajarse los pies con el suave fluir de la corriente. Sin lugar a dudas, era un chico muy confiado... o muy tonto, o ambas cosas a la vez.

Apenas pasarían unos segundos desde que decidiese dejarse a la buena vida, cuando en su pie derecho sentiría un pinchazo como nunca antes había sentido. Si Karamaru miraba a su pie, vería una pequeña serpiente de río de apenas veintecentímetros adherida al dedo gordo de su pie por sus pequeños colmillos. Esta vez había tenido suerte, el veneno de la serpiente no era letal o al menos no el de una tan pequeña, el resultado de este despiste no había sido nada más que un dedo gordo del pie elevado al cubo y un dolor intenso al principio pero soportable. Sin embargo, no había acabado aquí las desdischas del monje confiado pues al caer al suelo lo hizo justamente sobre un escorpion negro que apunto estuvo de perder la vida.

Una vez el animal se recupero del shock, decidió devolverle al agresor su misma medicina o al menos la única de que disponía y, con la esperanza de quitarse de encima a aquel desconocido, lanzó un picotazo con su cola justo a la mitad de la espalda del de Amegakure. El dolor sería tan intenso que sin lugar a dudas haría que saltase como jamás había saltado, que gritase como jamás lo había hecho antes, eso si dolía de verdad... casi como para olvidarse por un instante de la serpiente que le mordía el dedo del pie.

Podría parecer que la situación no era susceptible de empeorar, pero el puto Murfy y su ley suelente tener razón siempre. De nuevo, empezaría a escuchar los mismos gritos que hacía un rato justo frente a la piedra del gran simio. Eran los mismo nativos que seguían huyendo de aquella bestia, pues apenas escuchase los gritos Karamaru podría sentir la tierra temblar de nuevo.

El sonido de gritos se intensificó a la velocidad de la luz y desde unas matas justo frente a él saldrían los nativos en estampida con las caras descompuestas, que si el shinobi no lo evitaba de alguna manera, pasarían por lo alto de él sin contemplaciones. Además había que tener en cuenta, que el gigantesco animal debía estar a un par de zancadas del lugar pues la tierra ya no temblaba, ahora parecía saltar.


Karamaru, soy el master, soy dios, yo decido si escapas o no :3
Pero... como soy benevolente solo te he fastidiado un poco Guiño

—MITUSKI—
Sigue sobando :3
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#17
Las cosas no pintaban nada bien para el Takanashi, el número de serpientes que se acercaban era mucho mayor al que se había esperado en un inicio. Aquello sin duda iba a terminar convirtiéndose en una carnicería, aunque lo que realmente le preocupaba era que el sonido del siseo también se escuchaba desde atrás del muro, por lo que dedujo que desde un principio no habría tenido escapatoria. Suspiró y cuando estaba a punto de soltar un ataque en contra de la horda de reptiles una fuerza tectónica le detuvo.

"¿Nani?"

Las serpientes se escabulleron aterrorizadas por el movimiento telúrico, de hecho aquello lejos de ser una simple sacudida había empezado a intensificarse con el paso de los segundos. Pronto otro ruido para nada natural proveniente desde la muralla captó su atención: gritos.

El Takanashi no se lo pensó dos veces, en condiciones normales hubiera sido precavido y hubiera buscado un refugio (estar cerca de paredes en medio de un temblor no es muy buena idea que se diga); pero al escuchar a alguien en problemas no se iba a quedar de brazos cruzados. Guardó sus armas, juntó chakra en sus pies y subió corriendo rápidamente por el muro con la esperanza de que este no se derrumbara. Su plan era ir en la dirección de donde provenían los gritos para ver que estaba ocurriendo.
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

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~Ausente los fines de semana~
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#18
Aparte de mi muerte, ¿Buscas algo más? xD

Que lindo era disfrutar por unos segundos la calma brisa del viento y los rayos del Sol sobre el rostro. Pero solo eran unos segundos. El tirón en el músculo le empezó a molestar bastante y cuando se lo empezó a masajear con la mano para, inútilmente, calmar el dolor, otra cosa cumpliría ese objetivo.

Hecho un gritito ahogado de dolor con unas cuantas puteadas y se miró el pie. Clavada como si fuese un manjar una serpiente le chupaba el dedo y le dejaba un poquito de líquidos de regalo. El calvo no sabría decir si era venenosa o no, pero el dolor de sus colmillos era suficiente cómo para querer sacarsela de encima.

Levantó su espalda, tomó la boca del animal y la lanzó lo más lejos que pudo. Pudo ver su dedo, estaba hinchado y violeta y muy que muy feo. Apenas lo podía sentir y menos mover. Pero no era lo peor.

¡¡¡¡AAAAAAAHHHHH!!!!

Un pinchazo en la espalda hizo que suelte algunas lágrimas de dolor por sus ojos. Llevó su mano hacia atrás y tocaba la herida en vano. Giró la cabeza, vio el maldito animal y estuvo a punto de matarlo. Pero se acordó que no se debía maltratar a los animales y lo dejó pasar. Dejó caer una lágrimas, pero no lo mató.

Apenas podía mantenerse en pie. La adrenalina del momento lo ayudaba pero así y todo su cuerpo ya no daba más. Se iba a dejar caer cuando la tierra empezó a temblar y sus oídos escucharon gritos. Levantó la vista al cielo, pidiendo a todos los dioses en los que no creía que todo eso fuese solo un sueño.

Río arriba vio nuevamente a los nativos correr, seguidos seguramente del gigante hipopótamo que los acechaba. El calvo no podía creer lo que vivía, simplemente era imposible que tantas cosas malas le sucedan. Pero sucedían y su cuerpo no lo aguantaba.

Corrió tan solo unos metros cuando su mente desistió y cayó al suelo. Agotado, con un músculo casi desgarrado, con la picadura de un escorpión y la mordida de una serpiente. Se entrenaba para resistir dolores pero eso era demasiado. Ahora se encontraba inconsciente sin saber que sería de su futuro.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
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#19
—TATSUYA ROAD—

El chico de la larga cabellera decidió optar por la salida más desesperada pero la más corta, sin ningún temor se encaramó a la pared llena de agujeros y comenzó a escalarla con ayuda de su chakra. Lamentablemente para el chico, el muro se vino abajo tras un poderoso temblor seguido de un estruendo como nunca antes había escuchado. El muro de tierra se vino abajo en avalancha, arrastrando al chico entre raíces, tierra, piedras y serpientes. Sepultándolo para siempre en aquella isla perdida de la mano de Fuujin-sama.

—KARAMARU WAY—

Karamaru había caído al suelo inconsciente, incapaz de continuar la carrera el final era inevitable. El inmenso hipopótamo apenas dió tres zancadas antes de que una de sus inmensas pezuñas cayese sobre calvo, aplastándolo mortalmente. Su cuerpo quedó reducido a una masa de tela, carne, sangre y huesos al fondo de la pisada de aquel gran animal.


—MITUSKI—

Lo primero que vió Mitsuki al abrir los ojos fue un enjambre de lo que parecían ramas y hojas entrelazadas sobre ella, no estaba muy segura pues su visión era borrosa y cuando trataba de forzar la vista para enfocar el dolor de cabeza aumentaba de manera exponencial.

Tras aguardar unos instantes a que su mente se desperezase, la peliblanca se incorporó lentamente hasta quedar sentada. Allí parada, se dió cuenta de que no estaba en mitad de la selva. Aquello la sorprendió pues el último recuerdo que tenía era el de haber recibido un golpe mientras trataba de recoger frutos de un árbol.

"¡¿Dónde estoy?" sorprendida y asustada casi se olvidó del dolor de cabeza "¡¿Qué es este sitio?!" más despierta y enfocada, pudo darse cuenta de que se entontraba en una especie de jaula de madera con forma de cuadrado, cubierta por un techo y recubierta con pieles de animales por los laterales para impedir la visión. Tan sólo tenía un par de huecos en el techo para permitir entrar algo de luz, pues hasta la puerta estaba totalmente tapada "Así que no fue un accidente... si no un ataque.." la joven se enfadó consigo misma por haber bajado la guardia de esa manera y haber terminado una vez más en peligro "Maldita sea... tengo que escapar" giró la cabeza hacia su izquierda y vió dos cuerpos más tirados en el suelo.

La visión vino acompañada de un olor nauseabundo "¡¿Cádaveres?!" se levantó de un salto y pegó la espalda contra los barrotes, mirando con incomodidad hacia los dos yacentes "espera..." agudizó la vista "no es olor a carne podrida... es olor... a... mierda" uno de los cuerpos estaba totalmente cubierto de lo que parecía ser heces de algún animal, era una mezcla de color marrón y amarillo. Una masa heterogénea, salpicada por trozos extraños que parecían ser algo similar al heno "¿Qué le habrá pasado a ese tipo... y al otro? Estarán vivo..." se acercó poco a poco a los dos.

Le resultaba imposible aguantar el olor, así que se tapó la nariz con ayuda del brazó, envolviendose con él la cara para poder aproximarse y no vomitar.

"Es imposible saber si quiera si es humano... pero parece que respira... espero que no se esté oliendo" la joven dejó escapar un suspiro algo más tranquilizada ahora "Veamos al otro" paso la mirada de uno a otro y... —¡¡¿Tatsuya?!!— la peliblanca se dejó caer a prisa y corriendo sobre sus rodillas junto al cuerpo del chico. Aproximó sus mano hasta colocarla justo delante de la nariz del chico para comprobar que respiraba —Menos mal...— revisó un poco el cuerpo y no pudo ver nada más que suciedad, casi parecía que lo acabasen de desenterrar, tenía tierra hasta en el pelo —¿Qué te ha pasado?— fue más una pregunta retórica que otra cosa, pues el chico parecía seguir inconsciente
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#20
Muchas veces planeas algo y el destino simplemente te lo niega, no se trata sólo de que algo te sale mal, sino que lo que creías correcto en realidad termina llevándote a la ruina. En esta ocasión parecía que el hado había decidido jugarle una broma bastante pesada, tan pesada como la avalancha de rocas y tierra que ahora se le venían encima al Takanashi producto de un temblor inesperado que provocó que el muro terminara cayéndose.

—¡AAAAAHHHHH!— Fue lo único que alcazó a decir.

Luego de eso todo era negro, poco a poco fue abriendo los ojos y lo que veía enfrente era el patio la mansión de la familia. Todo parecía en orden, se levanto del suelo y pudo ver que se hallaba tumbado en uno de los pasillos que daban al área exterior, dos sirvientes pasaron caminando obviándolo a él por completo, como si no existiera. Tuvo que alzar la mirada para intentar verlos a la cara, dándose cuenta así que estaba como cuando unos siete años.

Se paseó por toda la mansión y se repetía la misma escena, por más que él intentaba hablar todos le ignoraban. Al final terminó regresando al patio, solo que esta vez había un objeto que no estaba al inicio: un árbol de peras.

"Ichi, ni..."

Aunque la voz se escuchó dentro de su cabeza no pudo evitar el voltear a ver, el peral se deshizo en una bandada de pajaritos que salieron volando, revoloteando como si estuvieran jugando, había un niño detrás de él y de nuevo todo estaba negro otra vez...

"...San"

Debería estar sepultado, pero no, estaba en un lugar ajeno aunque él ni siquiera lo supiera. Difícil era saber si la sensación era real o no pues en ese momento los estímulos externos apenas si llegaban a él. En cuanto recuperase la conciencia su mano se movería por reflejo buscando su espada mucho antes de abrir los ojos siquiera. Ni enterado estaba de que había quedado soterrado, en ese momento de somnolencia estaba aún más dormido que despierto.
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

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