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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Akame siguió su camino hasta el edificio donde se alojaba su amada sin ningún tipo de interrupciones, ni siquiera para pensar un poco en lo que podría estar haciendo un cocodrilo con un pergamino. Aunque este logró sacarle una ventaja considerable como para perderse de vista.

Pronto llegó al lugar, subió escaleras y se dirigió directamente hasta la puerta del departamento de la Kageyama. Esperó un momento y tocó la puerta con fuerza y firmeza, eliminando así la posibilidad de que nadie del otro lado escuchase.

Casi al instante —como si la persona del otro lado hubiese estado esperando todo el rato— la puerta se abrió de golpe, permitiendo así que Akame viera…

A Koko, lanzándose sobre él…

—¡Akame! —chilló muy feliz mientras estrujaba al Uchiha contra su voluminoso cuerpo—. ¡Te extrañé! —decía muy emocionada, mientras depositaba infinidad de besos en el rostro del contrario.

Pero aquel emotivo encuentro se vería interrumpido por una figura masculina. Un hombre fornido, más alto que la pecosa por tal vez unos treinta centímetros, de cabello medianamente largo y rubio, ojos pequeños y verdosos y con una delgada capa de vello formando una barba claramente recortada. Lucía un chaleco militar, dando a entender que se trataba de un shinobi de buen rango, en su caso particular, un jounin.

—¿No pueden contenerse hasta entrar? —dijo entre risas aquel personaje.

—Déjales, Hiro —le dijo otro hombre que se encontraba en el interior del departamento.

Esta última persona era el propio Hideo, el jounin que se encargó de conseguirle un buen lugar a Koko y que todas las semanas acudía a visitarla al menos una vez para comprobar que todo estuviese en orden.

Hideo por su parte estaba concentrado en otra cosa, estaba sentado en el piso, con las piernas cruzadas y justo delante suyo estaba el cocodrilo que Akame había visto momentos atrás. El pergamino estaba en las manos del jounin, ahora completamente extendido y a juzgar por la expresión que tenía en el rostro, allí había buenas noticias.

Hiromasa —también conocido como ”Hiro”— se despegó de la puerta y siguió en línea recta por el pasillo que daba directo con la habitación de la rubia. A Hideo se le podía ver perfectamente desde la puerta de entrada así que tanto la pecosa como el Uchiha deberían de poder ver su expresión.
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#17
El Uchiha notó como una auténtica bomba de felicidad estallaba en su interior. Zoku, la revolución, Hanabi, el Daimyō, el Ichibi... Todo acababa de pasar a un segundo plano, tras aquellos ojos bicolor y esas pecas que se estiraban cuando Koko sonreía. Como en ese preciso instante.

«Por los dioses... Está... Está bien... Está bien...»

Akame rodeó a la chica con sus brazos y trató de apretarla tal y como ella le estaba abrazando, pero no le salieron las fuerzas. Notaba todo su cuerpo flojo, como una marioneta a la que le hubiesen cortado los hilos. Se le llenaron los ojos de lágrimas y la tensión acumulada durante varios días desapareció de repente; fue como el bajón después de una dosis de droga. El Uchiha emitió un bufido ahogado y cayó de rodillas, sin dejar de abrazar a su amada —ahora a la altura de las piernas—.

Koko-chan... Estás bien... Estás... —masculló el muchacho mientras silenciosas lágrimas le caían por el rostro—. Todo ha terminado... Todo ha terminado y estás bien...

De repente volvió a oírlo. Un sonido lejano y familiar, muy tenue, casi inaudible, que parecía provenir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo. La piel se le erizó.

«JIAAAAJIAJIAJIAJIA...»

Akame se levantó de repente, como activado por un resorte. Tenía el rostro surcado de lágrimas pero sus ojos estaban secos ahora, y sus brazos parecían haber recuperado la fuerza. Abrazó otra vez a Koko mientras con la mano zurda se limpiaba el rostro.

Tienes que saber algo. Yo lo hice, Koko-chan... —susurró al oído de su amada con aire ausente—. Lo hice. Maté a Uzumaki Zoku... Por ti.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#18
Mientras Koko dejaba salir toda su alegría y emoción, el Uchiha se desplomó, obligándola a ella también a agacharse para seguir con aquella muestra de afecto.

Pero de golpe él volvió a levantarse, también obligándola a ella y le miró algo desconcertada, algo había pasado y no lo entendía. Al menos así lo demostraba con su mirada, con ojos bien abiertos y cejas en alto, mientras esperaba alguna explicación.

En lugar de conseguir lo que buscaba, le susurraron algo que… En cierto punto era algo perturbador, pero para la Kageyama fue como una declaración de amor. Es decir, ¿quién mataría a alguien que podría haber sido un kage por amor? Aquello tenía que ser verdadero y tendría que poner todo de su parte para que la relación perdurase.

Siendo que Akame había decidido susurrar, Koko decidió responderle dándole un beso discreto a los labios. De esta manera debería de entender él y nadie más, pues sus hermanos parecían muy ocupados con el pergamino que había llevado el cocodrilo.

—¿Entramos? —le propuso volviendo a dejar varios besos llenos de ternura por el rostro del chico.

Por otra parte, Hiromasa quien había podido ver toda la escena desde la habitación, intercambió un par de palabras con Hideo y ambos sonrieron ante la pareja antes de cruzar la puerta.

—Nos vemos otro día —dijo el más alto, con el cocodrilo recostado sobre su cabeza.

—Pásenla bien —dijo el segundo.

Y con eso ambos jounin se retirarían de la escena, pues el peligro ya había pasado.
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#19
Akame sintió el cálido tacto de los labios de su amada y aquello obró —al menos, por momentos— como un potente bálsamo para su pesar. Incluso aunque su cuerpo parecía en buen estado, las heridas que toda aquella locura le había dejado estaban en su mente. Todavía escuchaba la risa lejana pero penetrante del bijuu cuando miró a Koko a los ojos, y pudo ver en ellos un reflejo de la propia kunoichi siendo brutalmente abrasada por el Gōkakyuu no Jutsu que había matado a Zoku.

«JIAAAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIA»

El Uchiha retrocedió ligeramente, con la mirada perdida en los ojos de Koko.

¿Entramos?

Como si despertara de un trance, Akame pestañeó varias veces con gesto confuso. Desvió la mirada hacia los dos fornidos shinobi —hermanos de Koko— que se despedían de ellos entre jocosas sonrisas, y no le pasó inadvertido tampoco que el mismo cocodrilo que le había adelantado en el camino hasta allí reposaba ahora sobre la cabeza de Hideo. El gennin se despidió de ambos con una inclinación de cabeza —obviando flagrantemente los modales y el protocolo—, y siguió a Koko al interior del apartamento.

Una vez allí buscó un sitio para sentarse y se dejó caer. Parecía totalmente exahusto, apenas una sombra de sí mismo.

¿Entonces estás bien? ¿Qué ocurrió aquí anoche?
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#20
Poco después de soltarle aquella propuesta al contrario, este ingresó al departamento y tras cerrar la puerta acudió a su encuentro, en la habitación que era el único lugar con muebles como para descansar o aunque sea sentarse. Aunque cualquier parte de la vivienda era apta para echarse puesto que la rubia era una maniática de la limpieza y no descansaba hasta librarse de cada partícula de mugre que pudiera colarse en el departamento.

Akame pronto se echaría sobre la cama, el lugar más cómodo donde descansar así sea por un momento. Koko en cambio tomó asiento a un lado de él y se dedicó a mirarle alegremente. Después de todo, no había pasado nada a niguno de los dos luego de todo lo que ocurrió en la aldea.

—Vinieron un par de idiotas que sabían que pertenecí al clan Sakamoto, pero casi al mismo tiempo llegaron Hideo y Hiromasa y se los cargaron —dijo muy tranquila como si aquello fuese completamente normal.

Justo después de ello, la pecosa se acercó más al lado de la cama que daba con la pared y separó un poco las piernas.

—Ven —le indicó, dando palmadas en el espacio que se había formado entre sus piernas.

Pretendía que el Uchiha se sentase allí, dándole la espalda de modo que pudiera usarla a ella como una especie de almohada y de paso, podría ella abrazarle.

La sonrisa pronto se esfumó en el rostro de la heterocroma, tenía algo que preguntar por algo que probablemente no le sería ameno a su pareja, después de todo, los últimos días habían sido una completa locura y él había estado involucrado directamente con la raíz de todo.

—Y tú… ¿Qué tal estás luego de todo eso? —consultó algo preocupada al respecto.
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#21
El Uchiha obedeció con una media sonrisa y se recostó entre las piernas de su amada, apoyándose suavemente y dejando caer la cabeza entre sus pechos. Aquella postura siempre le relajaba, le hacía sentir protegido y cálido. La tensión que había ido acumulando durante aquellos días por no saber cómo se encontraba Koko se había disipado por completo, pero... Por alguna razón, no se encontraba a gusto. No era como antes.

Estaba aquella risa. Y luego las pesadillas, las horrendas imágenes, y la carne de Koko calcinándose por su propio fuego.

Akame se revolvió, inquieto, justo cuando ella le preguntaba.

Estoy bien, Koko-chan, de verdad. Solo... He dormido poco esta noche —aseguró, sin mucha convicción—. Seguro que mañana estaré mucho mejor. Sarutobi-sama va a encargarse de que todo esté bien, pronto la Aldea volverá a lo que siempre debió ser y...

»Reinará la paz.

Sintió extrañas aquellas palabras nada más decirlas. Probablemente Koko también advirtiera que había algo distinto en él, en su voz. Un ligero toque, un minúsculo deje, profundo y siniestro. Akame se quedó callado unos segundos, como si temiese que aquel efecto oscuro pudiera tomar su voz si volvía a hablar.

He pensado que... Podríamos dormir juntos esta noche —propuso el Uchiha.

Realmente no tenía cuerpo para retozones ni juegos. No se trataba de eso. En aquel momento, Koko era lo único que —pensaba Akame— podía sacarle de aquellas pesadillas. Tal vez si dormía con ella, el Ichibi le dejaría en paz.
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#22
¿Cómo iba Akame a negarse? La chica tenía el cuerpo perfecto para ser utilizado a modo de colchón con dos grandes almohadas adheridas a la altura de su pecho. Era obvio que el chico iba a aceptar, y así lo hizo, acomodándose perfectamente para usarle el busto de almohada. Claro que ella se aseguraría de abrazar al Uchiha en una muestra de afecto mientras depositaba algunos besos sobre la cabeza del contrario y otras suaves y delicadas caricias sobre el vientre del chico, como si pretendiese aliviarle la tensión muscular de aquella manera.

—Ya está todo en bien —le aseguró presionando un poco más al shinobi contra su robusto cuerpo.

Aunque lo que diría Akame luego le llamó un poco la atención a la pecosa, «¿desde cuándo necesita preguntar por esas cosas? »se preguntó algo extrañada por la pregunta. Inclusive, a la chica se le había venido cierta idea a la cabeza que no estaba segura de si debía de proponer o dejar pasar un tiempo antes de ello.

Lo que sí, algo había en el tono del shinobi que comenzaba a preocupar un poco a la kunoichi, no estaba hablando con la habitual seguridad o tranquilidad, era algo extraño, como si de golpe se hubiese transformado en un hombre amargado sin esperanzas.

—Esta noche y todas las que quieras —le aseguró tomándole por el rostro para guiarle a mirar hacia arriba—. Lo que sea que necesites dilo, haré todo lo que esté en mis manos, ¿está bien? —afirmó con semblante sereno, antes de darle un beso cargado de ternura en la frente.
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#23
Ya está todo bien.

Akame suspiró al oír aquellas palabras, cerrando los ojos y tratando de relajarse para que el efecto balsámico de Koko le invadiese por completo... Cosa que no sucedió. Estaba tranquilo, junto a su amada, todo había terminado y ahora era un héroe para Uzushiogakure. «¿Por qué me siento así entonces? ¡Maldición! Es... Es esa risa... Es él».

Pese a que la kunoichi se deshacía en cariños para con el joven gennin, él no era capaz de encontrarse cómodo. A cada pensamiento feliz que tenía con Koko le sobrevenía aquella carcajada maliciosa, como un anuncio de que todo lo que había amado alguna vez acabaría también convertido en cenizas, igual que Uzumaki Zoku.

Meneó ligeramente la cabeza, como si así pudiera conseguir sacudirse aquellos funestos pensamientos. La barriga le rugió, y entonces el muchacho se incorporó ligeramente; luego se dio media vuelta, encarando a Koko, y le plantó un beso en los labios. Aquella boca carnosa y suave que siempre le había sabido a calidez...

Estoy hambriento, Koko-chan, ¿tal vez deberíamos ir a comer algo? —preguntó, y luego sacó una media sonrisa—. Podríamos ir a ese restaurante de asado que tanto te gusta.
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#24
No le estaba agradando que el chico no pudiera tranquilizarse a pesar de todo lo que el cariño que ella le estaba demostrando. Más aún a sabiendas de que aquella posición a él siempre le había gustado, es decir, siempre que se acomodaban de esa manera el Uchiha podía relajarse sin importarle nada más.

Pero pronto el contrario se daría la vuelta apenas separándose de ella. Se lo permitió separando sus brazos de él y recibió aquel beso con gusto.

La idea de salir a comer siempre era buena, más si querías profundizar un poco tu relación con la Kageyama que pronto comenzaría a salivar de más y por una milésima de segundo su cara se transformó, dejando en claro que se estaba haciendo ideas raras en la cabeza.

Aunque al final, regresó a la realidad.

Miró sonriente a Akame, le plantó otro beso y lo atrapó entre sus brazos para obligarlo a tumbarse a un lado de la cama y depositó todo su peso sobre él. Luego de unos instantes así, se separó lo justo y necesario para poder hablarle.

—O podría cocinarte algo —sugirió antes de volver a besarle.

Había prometido cocinarle alguna vez, pero hasta el momento no había tenido la oportunidad porque siempre olvidaba comprar algo… A excepción de dulces y cosas poco sanas, eso nunca faltaba en la nevera de la pecosa.
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#25
Akame se dejó hacer. Ahora que por fin se había detenido —llevaba en tensión desde que se despertara en la casa de Zoku— empezaba a notarse genuinamente cansado. Le dolían todos los músculos, tenía ojeras moradas y la cabeza le iba a explotar. De modo que simplemente cayó en los brazos de Koko y se dejó mimar como un peluche. Uno feo, con cicatrices y la nariz torcida, y con un demonio dentro... Pero un peluche al fin y al cabo.

Cuando ella le propuso comer en casa, él no pudo sino asentir. No tenía demasiadas ganas de salir a la calle; ya en su camino hacia casa de Koko había podido sentir de primera mano su recién adquirida fama. Miradas de admiración, miedo y desprecio a partes iguales.

Sí, claro... ¿Qué me vas a hacer? —preguntó, todavía sin levantarse de la cama—. Ese pollo teriyaki que te sale tan bien... —murmuró, con la boca hecha agua—. Si quieres puedo acercarme a comprar los ingredientes.
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#26
Por momentos parecía que Koko estaba mimando una especie de muñeco por la poca resistencia que el Uchiha estaba ofreciendo. Fue fácil en exceso tumbarle y besarle, lo cual era preocupante porque a la mínima solía corresponder o hacer alguna otra cosa, pero no era el caso.

Esta vez en lugar de con acciones, Akame respondió con palabras que pronto la pecosa silenciaría con otro beso, uno más candente que el anterior con el que debería de poder callarle.

—Te quedas aquí —le ordenó con una sonrisa en el rostro.

Le besó una vez más y ahora sí, se levantó liberándole.

Sin más que decir o hacer, la Kageyama se dirigió a la cocina y comenzaría a cocinar, tan rápido como le fuese posible pero siempre prestando la atención necesaria para no joder de alguna manera a la preparación. Después de todo, tenía que asegurarse de que todo saliera bien.

—¡Y ni se te ocurra levantarte! —exclamó desde la cocina, obviamente dirigiéndose a Akame.
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#27
El joven Uchiha sólo mostró algo más de vida cuando Koko se levantó y vio el suculento trasero de la chica meneándose frente a él mientras ella andaba. Antes de que se alejase demasiado, Akame alargó la mano derecha con la rapidez de un rayo y le dio una nalgada. «Por Amaterasu... Esta chica...» ¿Cómo podía ser que se sientera tan abatido teniendo a un bellezón como Koko a su lado? Mientras veía la silueta llena de curvas de la kunoichi alejarse en dirección a la cocina, no pudo evitar hacerse esa misma pregunta.

Poco después oyó el sonido inconfundible del menaje de cocina, el repiqueteo de la olla y el cazo. Y luego llegó aquel olor tan agridulce.

A la orden, mi capitana —respondió, desperezándose sobre la cama.

No, no tenía intención de moverse de allí.

Dio varias vueltas hasta que se acomodó sobre la cama, boca arriba, con la mirada fija en el techo. Minutos después, una pregunta surgió de sus labios.

Koko-chan... ¿Crees que hicimos bien?
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#28
Algo le golpeó la nalga con la fuerza suficiente para que la carne se sacudiese un poco para luego volver a acomodarse. Era curioso, porque lo único capaz de hacer semejante cosa sería Akame, con la mano bien abierta, pero hasta hace un momento atrás parecía una especie de zombi.

Aquello hizo que la rubia se voltease tan solo por un segundo y riera.

—Luego de comer —le dijo guiñándole también un ojo.

Luego de aquello, se fue hasta la cocina donde se puso a cocinar.

Desde la habitación probablemente se escucharía el ruido de los diversos artículos de cocina y también, el olor del pollo cuando apenas comenzaba a cocinarse.

Por lo menos, Akame aceptó la orden y no se le vio cerca de la cocina, por lo que la pecosa deducía que estaría tumbado aún en la cama. Desde donde él preguntó algo… Bastante ambiguo, es decir, podía interpretarse de mil maneras distintas y entre ellas de una forma bastante sugerente. Pero la pecosa prefirió tomarlo con seriedad, suponiendo que se refería a lo que él y Datsue habían hecho.

—No puedo opinar desde una postura neutral —confesó mientras cortaba algunas verduras—. Si no lo hubiesen hecho probablemente yo no estaría aquí, probablemente en el sentido de que me hubiesen matado.

Aquella era la cruda verdad, al menos desde el punto de vista de la Kageyama que de milagro seguía respirando, es decir, si Hiromasa y Hideo no hubiesen llegado a tiempo los seguidores de Zoku la hubiesen matado.

—Así que desde mi punto de vista hiciste bien —en ello aprovechó para hacer una pequeña pausa y asomarse por la puerta, mirando con una sonrisa juguetona al Uchiha—. ¿A quién nalguearías si no?
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#29
El guiño de Koko y sus sensuales palabras consiguieron levantar su pesado espíritu. «Tal vez llevar un demonio dentro no sea tan insoportable después de todo», pensó con una sonrisa pícara el joven Uchiha.

Bendito ingenuo.

Luego la conversación siguió por otros derroteros. Koko confirmó, de todas a todas, los temores de Akame; efectivamente, la muchacha había estado en la lista negra de Zoku por el apellido que llevaba su sangre. Saberlo le concedió al chico un gran alivio, como una jarra de agua fría en mitad del desierto que curaba su garganta seca. Incluso mucho tiempo después se aferraría a esa idea, a ese minúsculo pensamiento, para no perder completamente la cabeza.

Akame rió ante el chiste de la rubia y luego se dio media vuelta sobre la cama, quedando boca abajo. «¿A quién nalguearía si no?», se repitió.

¿Qué crees que va a pasar ahora? —lanzó otra pregunta, igual de escueta y a la vez complicada que la primera.
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#30
Luego de ver la reacción del contrario, la Kageyama se regresó a cocinar, ya prácticamente todo estaba listo y solo restaba dejar que la comida se cocinase. Cuestión que no podría acelerar de ninguna manera si pretendía que todo saliera bien.

Luego de lavarse las manos, regresó a la habitación asegurándose de que todo en la cocina estuviese en orden. Hecho esto, y aprovechando la postura del Uchiha, la chica se tumbó boca abajo encima del contrario.

—No lo sé —respondió escueta mientras terminaba de acomodarse sobre él—. Pero con el tiempo lo sabremos, ¿no? —concluyó dándole un suave mordisco en la oreja.
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