Las palabras de ambas pelirrojas hizo darse cuenta de algo, por lo que se llevó una mano al mentón mientras desviaba la mirada. Tenían razón, tal vez había sido demasiado estricta con su entrenamiento y educación. Shiba no tardo en literalmente poner la carne en el asador, mientras tonteaba a la vez con Suzume.

— Tenéis razón — dijo cuando ambas terminaron de filtrear entre ellas. — Creo que me centré demasiado en darte clase y entrenarte, y no pensé en que debería hacerlo de forma más racionada. Tampoco sé siquiera si lo estoy haciendo bien, pues no había sido antes tutora; me escogieron por tener la máxima nota en tan solo un año —

Alternó la mirada entre ambas, pues había sido gracias a las dos el darse cuenta de que tal vez se estaba equivocando en su modo de enseñar, y después resopló mirando la carne cruda asarse sobre los incandescentes hierros de la parrilla sobre el carbón.

— Solo recuerdo hacer cosas desde que tengo uso de razón — tragó saliva, con un extraño timbre en su voz. — Clases sobre historia tanto de los países como el mundo, movimientos políticos y económicos, finanzas... Y cuando acababa, clases de baile, natación... Únicamente descansaba cuando había avanzado algo la noche. Y realmente como ninja y utilizar el chakra... Llevo poco más de un año

Saki había sido como un trozo de madera, quemado hasta el extremo bajo la tiranía de su padre, sin darle un respiro o personalidad más allá de su estricta y dura educación, hasta acabar de la misma manera que aquel carbón que ardía bajo sus miradas. Y por error, estaba haciendo lo mismo con Suzume. Ella no quería una vida así para la pelirroja, no le gustaría que viviera algo así.

Finalmente, entre el carisma de Suzume y la insistencia de Shiba, consiguieron que Saki hablase. No dijo lo más animado del mundo, pero al menos dijo algo.

—¡Te digo que sí soy una chica buena! Son ejercicios físicos, podré estar esbelta, pero tengo casi cero músculo. ¡Y con gusto aceptaré lecciones extra, Shiba-sensei!

— Creo que me centré demasiado en darte clase y entrenarte, y no pensé en que debería hacerlo de forma más racionada. Tampoco sé siquiera si lo estoy haciendo bien, pues no había sido antes tutora; me escogieron por tener la máxima nota en tan solo un año

— No le hagas tanto caso a Suzume-chan, Saki-senpai. Está claro que ha estado saltandose el dia de brazos, y el de piernas, y el de cadera, y el de abdomen. Es practicamente de porcelana, podría romperla con un par de dedos. — dijo levantando dos dedos de su mano diestra y guiñandole un ojo a la pelirroja. — Pero tienes razón, Suzume-chan, vas a necesitar estar bien alimentada para lo que te voy a hacer.

— Solo recuerdo hacer cosas desde que tengo uso de razón Clases sobre historia tanto de los países como el mundo, movimientos políticos y económicos, finanzas... Y cuando acababa, clases de baile, natación... Únicamente descansaba cuando había avanzado algo la noche. Y realmente como ninja y utilizar el chakra... Llevo poco más de un año

— Oh, ¿sabes bailar? ¡Siempre he querido aprender a bailar! Es decir, puedo moverme al son de la música pero no creo que sea ni bonito ni sincronizado. Siempre me han dicho que bailo como un mapache que se ha caido en una olla de cafe hirviendo. — Shiba sonrió ampliamente. — Nunca he sabido si eso es un halago o un insulto. Me gustaría hacer esos bailes lentos entre dos personas, pero nunca he encontrado una pareja capaz de seguirme el ritmo. Es realmente complejo.

Tras soltar su discurso, Shiba se centró en los trozos de carne, comiendo todo lo que había perdido por haber estado hablando. Masticaba tan rápido como hablaba, los músculos de su boca tenían que ser de los más entrenados de todo su cuerpo. Después de comerse varios trozos de carne del tirón, se bebió todo un vaso de agua.

— Ahhh, que rico. — dijo relamiendose.

—Oh, Saki-senpai, no fue mi intención desanimarte —Quiso estirar la mano sobre la mesa para tomar la de Saki, pero las carnes asándose no se lo permitieron —. ¡La he pasado muy bien bajo tu tutela, y sé que aprenderé mucho más! Prometo ser más obediente. —le dijo con una enorme sonrisa.

El comentario de Shiba le hizo reír de nuevo, pero sus palabras seguían ruboriizándola.

—¡Hey! No soy tan débil. ¡Quisiera verte intentarlo, Shiba-san! ¡Jum! —Suzume le dió un suave codazo juguetón. Después de escuchar a Saki hablar sobre todo lo que sabía, lo cual maravilló a Suzume, la pelirroja se rió junto a la pelinaranja. —. ¡Oh! Shiba-san, ¡Yo podría intentar ser tu pareja! Ah... Me refiero... Senpai podría enseñarte, y yo te ayudo a practicar... Diría que mis pasos en el escenario son decentes.

Sin perder su rubor, Suzume se serviría un par de tiras de carne, comiéndolas muy lentamente.

— No me desanima, de hecho me ha hecho darme cuenta de que tal vez estaba equivocada — después, posó la mirada sobre la otra diosa pelirroja. — Te puedo ayudar si así gustas, precisamente eran clases de bailes lentos para las fiestas y reuniones.

Por instinto, hambre y el buen olor que desprendía la carne sus ojos fueron bajando lentamente hasta la parrilla. ¿Le habían puesto algún tipo de especias y por eso olía tan bien? ¿Tal vez algún tipo de rebozado, o adobo? Ayudó a Shiba volteando algunas de las carnes, y posteriormente pasando un par de platos que habían dejado para ellas, así como distintos botes con salsas que cruzaban desde las más comunes, hasta las más variopintas. También había botes de especias, si Shiba le había echado alguna, seguramente serían de esas.

Tras voltear un par de veces algunas piezas, cogería un poco para pasarlas a su plato.

—¡Hey! No soy tan débil. ¡Quisiera verte intentarlo, Shiba-san! ¡Jum!

Shiba sonrió, desafiante esta vez.

— Eso haremos en cuanto acabemos de comer, no te preocupes.

Solo había confianza en su voz, y tal vez algo de picardía. Era divertido hablar con Suzume, en vez de verse amilanada por las palabras de Shiba, se le encaraba, sería divertido entrenar con ella, fuese cual fuese el resultado.

Estaba en pleno proceso de volver a comer cuando las palabras de Suzume volvieron a resonar por el lugar.

—. ¡Oh! Shiba-san, ¡Yo podría intentar ser tu pareja! Ah... Me refiero... Senpai podría enseñarte, y yo te ayudo a practicar... Diría que mis pasos en el escenario son decentes.

La primera parte la pilló algo desprevenida, un trozo de carne casi se le va por donde no debía y empezó a toser, bebiendo agua a posteriori para que al trozo acabase de caer por donde debía. Una vez recuperada, rio levemente.

— Hablar rápido y comer rápido no es una buena combinación. — aclaró antes de contestar a las chicas. — Claro, me encantaría que me enseñases, Saki-san. Y seguro que serías una pareja de baile maravillosa, Suzume-chan, pero no vas a escaquearte de entrenar. Primero el deber y después el baile.

Le sonrió de nuevo. Tal vez se habían dado cuenta de que esta vez Shiba había sido bastante breve en sus intervenciones, era porque había empezado a comer y ahora no podía parar. Volvió a pedirle a la camarera que trajese otra ronda de exactamente lo mismo, incluidos los boles de arroz. La pelirroja se metía arroz entre trozo de carne y trozo de carne, sin dejar de masticar y tragar.

No, no era raro que casi se atragantase.

—¡Ah, qué alegría! ¡Muchas gracias, Saki-senpai! Verás que nos divertiremos mucho, y Shiba-san y yo seguiremos todas tus instrucciones~ —canturreó Suzume alegre, con un par de ligeros aplausos y su ya característica enorme sonrisa.

Suzume le dio algunas palmadas en la espalda a la Kusajin para ayudarle a evitar atorarse. Las pelirrojas siguieron aquel juguetón intercambio, y Suzume se preguntó si Shiba percibía aquella chispa entre ambas. Mas al ver a la morena, sintió una chispa diferente entre sus dos amigas. Lo cual le hizo sonreír incluso más.

—Supongo que no podré evitarlo bajo la atenta mirada de Shiba-sensei —Soltó otra risita antes de comer un poquito más —. Aunque se hará tarde... No creo que tengamos tiempo para ambas cosas. Bueno, ¡Baile será! —se encogió de hombros, riéndose.

Soplaba cada pieza que iba a comer, antes de pasarla por un par de salsas que había puesto en su plato. Shiba desde luego había acertado con el sitio, la parrilla le daba un sabor diferente a aquella carne, nada parecido a si se hubiera hecho en una plancha o sartén. Se centró entonces en la comida, no comiendo en exceso, sino buscando saborearla y de disfrutar ese momento, pues pensaba que sería de mala educación no hacerlo, cuando la pelirroja las había llevado allí expresamente para que disfrutaran las dos chicas de la tormenta.

Mientras, su vista alternaba en ocasiones entre las dos pelirrojas de nuevo, observando sus sonrisas y caricias. Aquello le producía un extraño sentimiento que era incapaz de reconocer, pero de algo estaba segura, no se sentía excluida ni incómoda.

—Supongo que no podré evitarlo bajo la atenta mirada de Shiba-sensei . Aunque se hará tarde... No creo que tengamos tiempo para ambas cosas. Bueno, ¡Baile será!

Tenía planeado centrarse en comer y dejar que Suzume y Saki hablasen por un momento, un breve receso de alimentación. Sin embargo, la otra pelirroja uso la poca vergüenza que tenía en una sola frase y se vio obligada a intervenir.

Levantó los palillos y empezó a moverlos de lado a lado en signo de negación.

— De eso nada, señorita. Si no nos da tiempo a hacer ambas cosas, pues solo entrenamos. Y después, si aún teneis energia, podemos empezar a hacer baile. Ahora que sé que eres una listilla que se escaquea de entrenar te tengo vigilada, Suzume-chan. Vigilada. — repitió para hacer más hincapie todavia.

Dejó la gesticulación para otro momento mientras acababa de limpiar la parrilla y se preparaba para poner la siguiente ronda de carne.

A pesar de que la carne estaba deliciosa, Suzume no le prestó mucha atención. Dusfrutaba mucho más de mirar a Saki comer, en su preciosa postura, o escuchar a Shiba "regañarla" con sus ánimos infinitos.

Suzume rió un poco.

—Ay, bueno, está bien, está bien, Shiba-sensei ~ —canturreó, muy contenta —. Aunque... el baile puede considerarse ejercicio, así que no me importaría pasarme horas extra bailando con ustedes después de entrenar.

Tomó la ultima tirilla de su carne antes de poner la siguiente a la parrilla. Ir a ese café tan mágico había sido la mejor decisión posible. ¿Qué mejor lugar para estar que comiendo junto a una preciosa hada y una hermosa princesa guerrera?

¿Sería el baile un medio de ejercicio igual de bueno o efectivo? Debías de moverte con cuidado, siguiendo unas pautas o movimientos, siguiendo el son de la música a la vez que mantenías la coordinación de todo tu cuerpo a la vez. La morena empezó a mover la mandíbula cada vez más lentamente, recapacitando sobre esa posibilidad. La posibilidad de entrenar, o de más bien de convencer a Suzume, ya era mínima. Por lo que probar esa nueva alternativa era una idea bastante atractiva.

— Si queréis, podemos hacerlo — dijo mirando a Shiba, quien parecía ser la más interesada de las dos, pues Suzume ya era algo que en parte practicaba en sus ratos libres pensando coreografías para un escenario seguramente. — Hace bastante tiempo que no hago baile de salón, pero no debería tener problema para enseñarte lo más básico.

—Ay, bueno, está bien, está bien, Shiba-sensei ~ . Aunque... el baile puede considerarse ejercicio, así que no me importaría pasarme horas extra bailando con ustedes después de entrenar.

Shiba tragó el arroz que tenía en la boca antes de contestarle.

— Claro, podemos bailar después de entrenar. No creo que esté demasiado cansada. A menos que me des una buena paliza, ¿vas a darmela, Suzume-chan? — la pelirroja alzó una ceja mirando a la idol.

Simplemente, sonrió un poco antes de volver a la carne.

— Hace bastante tiempo que no hago baile de salón, pero no debería tener problema para enseñarte lo más básico.

— Te lo agradecería, Saki-san. no tengo ni la más remota idea de bailar apropiadamente. No es que sea torpe, al menos no en mi vida diaria ni en mi vida de kunoichi, pero el ser refinada parece tener algo especial en mi. Especial en el sentido de que me vuelvo terriblemente torpe y tosca. Bueno, tosca creo que soy de normal, ¡pero no torpe!

Volvería a su arroz, esperando que ambas chicas hablasen mientras ella comía, que era el momento que les permitía hablar antes de volver a entrar en modo dialogo. De mientras, las miraría mientras masticaba con los ojos bien abiertos, como un perrito saboreando un hueso.

Suzume asintió a Saki.

—Tendremos tiempo para que entres en calor, Saki-senpai. —A la pelirroja le encantaba lo seriamente que la morena estaba tratando el tema, mientras que la pelinaranja parecía estar más jugetona —. Jum... —Se dio golpecitos en los labios con los palillos, pensativa —. Creo que podría, Shiba-san. Senpai, ¿crees que pueda darle una paliza a Shiba-san? Puedo no ser fuerte físicamente, tendré que usar todos mis trucos para vencerla, ¿no crees?

Parpadeó repetidamente hacia la pelinaranja, sonriendo coquetamente. Suzume se acabó la limonada e hizo gestos educados a la mesera para que le llevara otra. Posiblemente era el calor de Shiba, pero le estaba dando bastante sed.

Nadie nacía aprendiendo, pero si que había gente que tenía talento o facilidad para algunas cosas. Pero el duro esfuerzo y el trabajarlo constantemente, podía superar al talento sin ningun problema.

— Si, claro. Trabajándolo, no creo que tengas muchos problemas, Shiba — luego Suzume, envalentonada y orgullosa aseguró que era más que capaz de ganar a Shiba.

Saki recorrió con la mirada a Shiba, primero por sus fuertes brazos y luego posteriormente un torso más que desarrollado muscularmente. De seguro que no podría en un enfrentamiento directo, hasta ella tenía sus dudas si debía ser un enfriamiento cuerpo a cuerpo sin usar su espada; pero tal vez Suzume si podría hacérselo pasar mal utilizando habilidades y técnicas.

— Creo que si lucharais cuerpo a cuerpo, te rompería como una ramita seca — dijo con sinceridad, alternando la mirada de izquierda a derecha. — Pero... Con algo más de práctica, puede que pudieras empleando tu cualidad especial. Hasta yo seguramente tendría problemas con mi espada

— Creo que si lucharais cuerpo a cuerpo, te rompería como una ramita seca

Shiba rió entredientes.

— Cómo una ramita seca. — repitió mientras se acababa su bol de arroz.

Una vez habiendo limpiado por completo la plancha y los boles de arroz, Shiba se recostó en el asiento, soltando un largo suspiro. Se giró de golpe a Suzume con media sonrisa.

— Mi estomago está satisfecho por ahora. ¿Quieres entrenar, Suzume-chan? Prometo contenerme para romperte como una ramita mojada al menos. — soltó una carcajada breve antes de levantarse y empezar a estirar ahí mismo.

—¡Senpai! —dijo con tono levemente escandalizado ante el comentario de la ramita seca. Se sonrojó incluso más cuando Shiba lo repitió.

Shiba había terminado de comer. Suzume también, aunque en realidad no había comido mucho, y estaba satisfecha. Incluso sentía que ya estaba quemando lo consumido gracias al calor producido por Shiba y del calor causado por Shiba.

—¡Sí! —contestó casi al instante ante la propuesta de entrenar —. Me encantaría. Digo... Como dice Saki-senpai, cuidado con mis técnicas, que ya veremos quién rompe a quién —le guiñó un ojo a Shiba, y, sin querer, se lamió el labio y se lo mordió —. ¿Cómo te sientes, senpai? ¿Estás lista? Fue una excelente decisión venir aquí, Shiba-san. Todo está... delicioso.

Si Saki se levantaba, Suzume también lo haría, lista para retirarse.