Chika y Kimi estaban teniendo una tarde tranquila en el dojo. Les tocaba clase a los niños, que incluía todo tipo de niños, separados por nivel más que por edad. Chika se encargaba de los más avanzados y Kimi de los más atrasados. Esto era porque Chika no sabía contenerse tan bien como Kimi y nada más.

Excepto con las niñas, con ellas Chika no sabía no contenerse. En cualquier caso, era mejor que ella estuviese con los fuertes y se mantuviese en guardia.

Hasta que uno de los niños hizo la suposición errada de que Chika era más fuerte que Kimi. Obviamente, Kimi no tardo en sugerir un pequeño enfrentamiento para comprobarlo. Enfrentamiento que ganó.

Después de eso, siguieron con lo que quedaba de clase y Kimi se ausentó al final, dejando a Chika a cargo de repartir los niños a sus padres y despedir a los que se iban solos.

"Ahhh... Ese puñetazo no tendría que haberlo encajado, podía bloquearlo de sobra. Kimi se va a dar cuenta de todo. De todo."

Poco a poco, iba siendo cada vez más evidente que se contenía con su hermana. Y contra más fuerte se hacía más se tenía que contener.

Suspiró volviendo al interior a buscar a su hermana, harían la cena y todo estaría bien. Seguro que no se lo había tomado mal.

Y se dio cuenta, vaya que lo hizo.

Durante el entrenamiento, las hermanas tuvieron lo que Kimi creía que era un pequeño duelo deportivo para medir sus habilidades y entretener un poco a los niños, pero la muy... ¡ella! Se contuvo. No como te contienes cuando entrenas, que intentas no matar a tu compañero, sino como cuando te contienes contra un niño.

¡La estaba tratando como una niña!

Aún así, lo tomó con dignidad y toda la clase continuó con total normalidad, hasta que tuvo que ausentarse para tomar agua y, literalmente, recargar baterías.

Mientras volvía al interior, Chika se encontró con Kimi regresando al dojo, completamente vestida para continuar entrenando.

—¿Ya tienes hambre, Ka-chan? —Preguntó mientras andaba—. Estaba pensando en repetir nuestro duelo, si tienes tiempo.

Chika notó una gota de sudor frio al ver volver a Kimi, casi podía leer en su cara que quería entrenar más.

—¿Ya tienes hambre, Ka-chan?Estaba pensando en repetir nuestro duelo, si tienes tiempo.

Lo dijo de forma natural, con su seriedad habitual al hablar de entrenamientos, pero Chika podía leer entrelineas y se llevó una mano a la nuca, rascándosela distraídamente.

— Sí, la verdad es que tengo un hambre que me muero. Ahora iba a hacer la cena, no quisiera que acabásemos cenando tarde y no pudieses dormir bien. ¡Eso sería terrible!

¿Repetir el duelo? Pues entre eso y tirarse de lo alto de la Torre de Meditación, tendría que meditar su elección. ¿Por qué estaba Kimi tan obsesionada con pelear con ella? Podían simplemente entrenar Taijutsu básico, puñetazos y patadas de los de toda la vida. Claro que siempre de Kimi a ella, ella podía recibirlos bloqueando y eso le serviría para... algo.

Lo importante era que Kimi se hiciese fuerte y ella no le pegase jamás, en ese orden o el contrario.

—...y no pudieses dormir bien.

—Lo estás haciendo de nuevo.

Hablaba con la misma calma que lo hacía siempre, pero era evidente para su hermana que ya empezaba a sentir algo más que una simple molestia.

Kimi respiró. Mantener la calma era una de sus especialidades, pero sabía que Chika no la escucharía si no llegaba a ser un poquito forzosa.

Giró sobre sí misma y lanzó una patada de tacón a la mayor, que detuvo a escasos centímetros de la parte superior de su pecho. Ahí se quedó durante un instante, dejando que Chika se lo tomara como un aviso.

—Defiéndete.

Se impulsó con el pie que todavía tenía en el suelo, continuando con el giro que había detenido para lanzarle una patada circular al estómago (14 PV).

—Lo estás haciendo de nuevo.

— ¿Hacer el qué? ¿La cena? ¿Quieres hacerla tú?

Chika ladeó levemente la cabeza, confusa por la actitud de su hermana. Esperaba que se enfadase, pero no entendía a qué se refería exactamente. Y Kimi no se iba a detener a explicarselo.

La menor empezó a girar sobre sí misma, dirigiendole una patada al pecho a su hermana sin el menor atisbo de contención y Chika se puso en guardia de inmediato. Kimi se detuvo y la peliazul estuvo a punto de bajar la guardia.

—Defiéndete.

Detuvo el golpe con sus brazos e intentó razonar con su hermana sin bajar la guardia.

— ¡Mi-chan! ¿Qué pasa? Si quieres entrenar podemos hacerlo mañana, no te fuerces. Llevas todo el día en el dojo.