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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Todo estaba dicho, a pesar de las dudas que aún existían no podían darse el lujo de perder el tiempo, debían detener la amenaza de plaga cuanto antes. Tatsuya creía recordar que el área del claro no era demasiado grande, así que aún tenían tiempo suficiente antes de que se extendiera. El método de contención se le hizo un poco raro, el no tenía conocimiento alguno sobre fuinjutsu pero parecía que no lo necesitaría, pues al parecer habían dejado todo preparado en caso de que se repitiera la historia y no se necesitaría de alguien especializado.

-Yo también me encargaré de resguardarlo- Volteó a ver a Kazuma con una mirada confiada, no iba a dejar que él de Uzushio hiciera todo el trabajo.

Su trabajo ahora era prepararse para partir al día siguiente, se sentía motivado por alguna razón, estaba deseoso de poder colaborar con su granito de arena en esta causa. Aunque el hecho de tener que volver al hostil bosque de hongos le desanimaba un poco, pero no podía quejarse, era necesario.Tomó al jabato y se dispuso a salir de la choza del micólogo esperando que Kazuma también lo siguiese. Tenía sus dudas al respecto de en que consistía una "barrera".

-Kazuma-san, ¿tú sabes cómo funciona exactamente un fuinjutsu?- El de Taki sólo tenía una idea general sobre su funcionamiento, lo básico que debería saber cualquier ninja. -No conozco a profundidad sobre el tema-

Mientras regresaban al pueblo Tatsuya empezó a sentir hambre de nuevo, esperaba poder almorzar y de paso tomar una buena siesta, aún se sentía fatigado por la fiesta y lo mejor era reponerse para poder estar a su cien por ciento cuando salieran en la mañana rumbo al bosque. El pequeño Shibō por su parte lucía mas sano y examinaba todo a su alrededor con gran curiosidad.

Al volver a la aldea Tatsuya pudo notar que el ambiente era diferente, no era el triste pueblo al que había venido originalmente. Los lugareños parecían haber recuperado los ánimos, era cuestión de tiempo para que pudieran volver a su habitual cosecha de hongos. Pero antes de eso los shinobis debían asegurarse de fuese totalmente seguro. No tardaron en llegar de nuevo al hostal donde se habían alojado, ahora que lo miraba parecía tener más adornos que antes.

-Pues bien, tendremos que esperar hasta mañana, por ahora lo mejor será que descansemos- Respiró profundo antes de continuar. -Entonces nos vemos mañana cuando estemos listos- Hizo una reverencia para despedirse y luego se marchó a sus aposentos.

"Ese misterioso ninja... Podría ser una amenaza" No podía sacarse ese pensamiento de la cabeza.
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~Ausente los fines de semana~
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El joven de ojos dispares dejó clara su posición respecto al asunto: No tenía intenciones de permitir que su colega de la espada cargará con aquel deber en solitario. Con una mirada llena de determinación se dirigió al Ishimura y entonces este supo que podría contar con él para cubrirse las espaldas el uno al otro.

No pasaron más de unos minutos cuando el sabio volvió a olvidar la existencia de ambos y se sumergió en las páginas de aquel diario. A simple vista se podía sentir la gran carga que recaía sobre él, pero también transmitía una sensación de responsabilidad y sabiduría que hacía sentir cierto optimismo al joven de ojos grises.

Vendremos a buscarle al amanecer, señor. —No obtuvo respuesta, pero ya esperaba aquello. Siguió a su compañero que ya había iniciado la marcha y se alejó de la cabaña.

Para cuando se encaminaron hacia el pueblo ya era bastante tarde y al sol le quedaban pocas horas de vida. Quizás fuera por todo lo que había sucedido recientemente, pero en aquel sitio los días pasaban fugazmente. Aunque cuando estaban dentro del bosque se tornaban eternos y confusos.

Kazuma-san, ¿tú sabes cómo funciona exactamente un fuinjutsu? —Preguntó de repente cuando ya estaban cerca de la aldea—. No conozco a profundidad sobre el tema.

La verdad estoy un poco preocupado porque no sé cómo funciona con exactitud —cualquiera sentiría dudas al depender de un método el cual no entiende—. Pero según tengo entendido; Son un tipo de técnicas que permiten sellar chakra, objetos y hasta seres vivos .

El fuinjutsu era algo complejo y hacía poco que él había comenzado a aprender lo básico, pero sabía lo útil que podía ser para contener variedad de cosas. Si lo que decía el diario era acertado, la barrera que impedía la propagación de los hongos era una técnica de sellado especializada. Y por lo relatado en aquella cabaña, durante la anterior crisis fue una técnica de sellado la que acabó con el peligro de los Onikin.

Finalmente volvieron al pueblo, un lugar que a la luz de aquel crepúsculo poco se parecía al que habían hallado hace unos días. Con la muerte de aquel jabalí habían obtenido un poco de esperanzas y felicidad. En el fondo, Kazuma creía que era el deber de un ninja el asegurarse que aquello siguiera siendo así, incluso aunque tuviera que hacerlo desde la sombras y sin que nadie más supiera de sus actos.

Pues bien, tendremos que esperar hasta mañana, por ahora lo mejor será que descansemos —Respiró profundo antes de continuar—. Entonces nos vemos mañana cuando estemos listos —Hizo una reverencia para despedirse y luego se marchó a sus aposentos.

El de cabellos blancos devolvió la reverencia e imito a su compañero, entró en su habitación. Se sentía cansado, pero aun así decidió tomarse al menos una hora para preparar todas sus herramientas y para meditar sobre lo que tendría que hacer al día siguiente. Para cuando apago las luces aún tenía un leve sentimiento que le molestaba un poco. No estaba seguro de que era, pero ciertamente resultaba ominoso.
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Tras entrar a la habitación empezó a preparar sus cosas y su equipo, no quería dejar olvidado el portaobjetos en esta ocasión. La jovencita que era la empleada del hostal llegó con una carretilla a dejarle un azafate con la cena y luego se dirigió muy emocionada a la habitación de Kazuma, o al menos esa impresión le dió a Tatsuya aunque no le prestó mayor atención.

El pequeño jabato estaba muy enérgico y corría de un lado a otro por la habitación, estuvo a punto de tumbar una silla por lo que decidió amarrarlo con la correa a la pata de la cama. Dudaba sí llevárselo o no el día de mañana, pues si alguna bestia aparecía difícilmente podría protegerlo pues no era su prioridad, aunque mejor lo consultaría con Kazuma al día siguiente. También pensaba en que haría con él luego, no sabía si llevárselo a la aldea, al principio no causaría mayor problema, estaba seguro que sus padres le dejarían, pero cuando creciera talvez cambiarían de opinión.

"Debería dormir, pero no puedo"

Sentía demasiada emoción como para hacerlo, fue a ducharse y luego se recostó en la cama mirando al techo. Se sentía feliz de poder ayudar a la gente, era algo que le llenaba el alma. Empezó a pensar que aunque él es un shinobi porque lo obligaron no es del todo malo, a podido ayudar en situaciones que nadie más podría. Decidió ir a dar una caminata nocturna fuera del hotel para aclararse un poco, talvez era necesario gastar esa energía de más. Cuando iba caminando por las calles pudo ver una vez más a la doctora del pueblo ataviada con un vestido negro, esta al parecer se quedó extrañada de verlo a esas hora de la noche.

-¿Eeehh?- Canturreó -¿Qué haces por aquí? creí que luego de haber resuelto lo del jabalí tú y tu amigo ya se habrían ido del pueblo-

-Oh, buenas noches- Saludó reverenciando. -La verdad aún tenemos que ocuparnos de algunas cosas antes de irnos-

-¿Ah sí?- La mujer alzó una ceja al escucharlo. -¿Qué clase de cosas si se puede saber?-

-¡Nada importante! en serio señorita, señorita... Creo que no le he preguntado su nombre antes...- Tatsuya se pusó un poco nervioso, no quería alarmarla con lo de los Onikin así que trataba de desviar la conversación.

-Soy Yashiro y por tu cara deduzco que sí es algo importante- Era bastante suspicaz y ya había formulado una teoría antes de que el shinobi pudiera responder -Imagino que los hongos que me mencionaron tendrán algo que ver, pero no te preocupes, si ustedes se van a hacer cargo yo no tengo porque meterme-

-Perdóneme usted por tratar de engañarla- Se disculpó apenado.

-No hay necesidad de pedir perdón, entiendo que sí aún existe amenaza para este pueblo lo mejor es ser discretos, pero bueno yo igual iba a otro lado ahora mismo así que ójala tengan suerte, buenas noches- Dijo para luego retirarse rápidamente.

Tatsuya se despidió con la misma cortesía con la que saludó en un inicio, tras hablar con ella se sentía un poco más relajado y con un poco de sueño, así que regresó al hostal para poder descansar, realizó el mantenimiento correspondiente y después se durmió con gran facilidad. Se despertó de madrugada para alistarse, esa mañana mientras limpiaba su espada la primera luz del alba entró por su ventana y se reflejó en el acero de la katana como si anunciara que debía estar preparado. Tras eso decidió salir al pasillo para ir directo a la habitación de Kazuma, quería partir cuanto antes.

"Hoy es el día"
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~Ausente los fines de semana~
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No había pasado más de media hora pero el Ishimura ya se encontraba sumido en un sueño ligero y reconfortante. Esperaba poder descansar lo suficiente como para que su cuerpo estuviera en buenas condiciones. El abdomen le dolía considerablemente menos y el sarpullido de sus pies ya estaba desvaneciéndose, se sentía aliviado.

Recién comenzaba a caer en el estado de sueño profundo cuando alguien llamó a la puerta. Por un instante considero ignorar aquello para seguir descansando, pero volvieron a tocar de manera suave y calmada. Resignado a atender a quien le buscara, el joven se coloco algo de ropa y encendió algunas lámparas para proveer una tenue iluminación. Su sorpresa fue considerable al ver que era la hija del dueño quien le estaba buscando, quien llevaba consigo una bandeja con lo que seguramente debía de ser la cena.

«Claro… Me fui a dormir tan temprano que se me ha olvidado comer algo.»

Se ausentaron durante el almuerzo… —aseguro con voz delicada—, Supuse que tendrían hambre, así que les he preparado algo para que cenen.

Ya veo ¿También le has llevado a mi compañero algo para que se alimente?

Sí, también le he preparado comida.

El joven de cabellos blancos se quedó de pie en la puerta, observando a aquella amable chica que parecía estar un poco nerviosa. De cierta manera disfrutaba las situaciones así, a pesar de no ser diestro en lo que a la dinámica del cortejo se refiere. Estuvo a punto de ensamblar alguna frase de agradecimiento, pero su estómago fue más rápido y también más espontáneo, emitió un pequeño rugido que evidenciaba el hambre que le aquejaba.

Disculpa —sintió un poco de vergüenza cuando la jovencita dejó escapar una risilla—. Será mejor que coma mientras está caliente. Si gustas, puedes pasar y acompañarme mientras.

La muchacha no se hizo esperar y entró velozmente a la habitación. El de piel morena sonrió resignadamente y cerró la puerta para luego encaminarse hacia el interior. Para cuando terminó de desperezarse la mesa ya estaba servida y la joven estaba sentada al otro lado del pequeño mueble.

Gracias por la comida. —Rezo luego de sentarse en el suelo.

Comenzó a comer y a disfrutar de aquellos alimentos. Le había preparado un caldo de vegetales, un tazón de arroz y unos pequeños filetes de pescado. Sin duda una comida sencilla y ligera, pero que en realidad estaba deliciosa, el propio gesto del joven debió de manifestar aquello pues la chica no dejaba de verle con la cabeza inclinada y posada sobre su mano.

Gracias, Shihiro, estaba delicioso —la joven se ruborizó al escuchar que la llamaban por su nombre—. ¿Qué sucede? —Preguntó al notar el color de su rostro.

De… De nada, digo no es nada —se quedó en silencio por un instante—. ¿Podría yo llamarte por tu nombre? —Pregunto para de repente para luego esconder el rostro entre sus manos.

Este… —le parecía un poco extraña aquella petición—. Si, de hecho prefiero que me digas “Kazuma” a secas, no me siento muy cómodo con los honoríficos y las formalidades.

Le resultaba extraño tanta timidez y rubor, claro eso no impedía que le pareciera infinitamente tierna, pero es que luego de "aquello" resultaba un cambio abrupto. La que tenía enfrente era una muchacha recatada y tranquila, pero la que lo había tomado por asalto la noche anterior era una joven segura y dominante.

«Quizás no sean tan extraños estos cambios —admitió él—. Digo, yo también tengo momento en los que me comporto como una persona totalmente distinta.»

K… Kazuma ¿te marcharas pronto del pueblo? —Una pregunta un poco difícil de contestar dada la situación.

Sí, mañana me encargare de algunos asuntos pendientes y luego regresaré a mi villa. —Considero que lo mejor era ser claro y no tratar de engañarla con falsos quizás.

…Ya veo —dijo un poco cabizbaja—. La vida de un ninja es muy difícil ¿cierto?

Ciertamente, se trata de una vida peligrosa y llena de sacrificios —dijo sonriente—, pero a pesar de todo me ha permitido hallar en ella algunas cosas preciadas... El viajar y aprender sobre el mundo, encontrar lugares con gente buena como este y conocer a personas geniales… El conocerte a también ha sido algo preciado Shihiro.

Kazuma… Yo...

Ya es un poco tarde, ambos deberíamos descansar. —Comenzaba a sentir pesados los párpados.

Pero… Tu...

No te preocupes, no me marcharé sin despedirme.

Está bien… Hasta mañana, Kazuma. —Le dio un delicado beso en la mejilla y procedió a marcharse.

Hasta mañana, Shihiro. —Le dijo mientras le mostraba una sonrisa cálida antes de irse.

El joven ojos grises procedió a apagar cada una de las lámparas que había encendido y sin hacer caso a ningún otro detalle se dejó caer sobre el futon y permitió que su cuerpo se entregará al sueño. Las horas pasaron rápidamente y para cuando se despertó, con el sonido de las aves madrugadoras, se sentía fuerte y descansado. En cuanto terminó de asearse y vestirse, los rayos del sol ya despuntaban en el horizonte, aquel sitio que estaba justo por encima del bosque de hongos. Revisó una última vez sus herramientas y procedió a salir al pasillo para buscar a su compañero.

Parece que ambos estamos listo, Tatsuya —Dijo en cuanto vio la determinación en el rostro del pelinegro—.Pongámonos en marcha.
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-Buenos días, así parece... pues entonces pongámonos en marcha- Se volteó para caminar, aunque de pronto volvió a dar un medio giro que lo hizo ponerse de nuevo frente a Kazuma. -Casi se me olvida, quería preguntarte respecto a Shibou, pues si me lo llevo podría estorbar en algún.- En el fondo quería llevárselo a pesar de que sabía que era mala idea.

Fuese cual fuese el veredicto del Ishimura no lo discutiría, lo dejaría encerrado o bien lo cargaría. Lo importante era salir lo antes posible para encontrarse con el señor Sentaro. Tendrían que ir rápido y en cuanto se encontraran con él debían partir sin ser vistos, aunque aquello no era problema considerando la hora que era. Ni siquiera se detendrian para esperar el desayuno, la imediatez era necesaria.

Al ir a la casa del micólogo no habría ni siquiera necesidad de llamar a la puerta, el hombre ya los estaría esperando afuera con una gran mochila y ropas de expedición. Aquel hombre durante sus investigaciones era probable que estuviese acostumbrado al lo difícil del terreno por lo que no tendría problemas en seguir a los dos shinobis. Quizás el único incoveniente sería su edad, y más aún en las partes donde no se podía atravesar la maleza por la espesura, aunque el científico llevaba un machete aún podía dudarse de su eficacia.

"Lo más peligroso son las bestias, habrá que estar alerta"
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Buenos días, así parece... pues entonces pongámonos en marcha —Se volteó para caminar, aunque de pronto volvió a dar un medio giro que lo hizo ponerse de nuevo frente a Kazuma—. Casi se me olvida, quería preguntarte respecto a Shibou, pues si me lo llevo podría estorbar en algún. —En el fondo quería llevárselo a pesar de que sabía que era mala idea.

No creo que sea buena idea, Tatsuya —aseguro con un poco de pesar, pues sabía del cariño que su compañero le había tomado al cerdito—. Ya tendremos bastante protegiendo al micólogo y no podemos prescindir de tu atención por estar al pendiente del jabato.

Puede que las palabras del Ishimura fuesen un poco ásperas, pero no eran escasas en verdad. El bosque era un lugar peligroso para un pequeño curioso como él y concentrar su atención en cuidarlo no era una opción. Sabía que para el Takanashi sería imposible el ignorar a la criatura si esta se encontraba en peligro y para Kazuma sería imposible ignorar a su compañero si este caía en el peligro.

«La última vez que el pequeño salió corriendo nos llevó hasta la choza abandonada, pero nada garantiza que en la próxima no nos lleve hacia las fauces de alguna bestia peligrosa… Tatsuya correría detrás de él y yo detrás de Tatsuya, entonces el anciano quedaría desprotegido.»

Sin mediar más palabras se puso en marcha hacia las afueras del pueblo con su compañero. Todo yacía en silencio, pues aun era temprano y la gente todavía no salía de sus casas, por lo que no les costaría nada el mantenerse bajo perfil. Luego de un rato llegaron a la casa del hombre de los hongos y le encontraron de pie y listo en la entrada. Tenía aspecto de no haber dormido, pero su semblante denotaba una determinación absoluta.

Nos moveremos más rápido si me permite llevar eso. —Dijo refiriéndose a la gran mochila del micólogo.

¡Bien! —aceptó a regañadientes y le arrojó su equipaje—. De todas maneras en el diario hay un mapa que tiene marcada una senda que nos llevará rápida y directamente a aquel laboratorio, solo tienen que seguirme y mantener mi paso.

El peliblanco asintió y entre lo poco que quedaba de oscuridad se pusieron en marcha. Sentaro los guió por el borde exterior de la población, hasta llegar a la entrada del bosque de hongos. El anciano les dirigió una mirada a ambos, como preguntándoles si estaban listo. Kazuma por su parte le devolvió una mirada relajada y atenta. El viejo chasqueó la lengua y se puso en marcha, sumergiéndose en el follaje, con una agilidad que resultaba impresionante para alguien de su edad.
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El micólogo le preguntó si estaban listos y Tatsuya se limitó a asentir con la cabeza de forma positiva. El anciano se puso en marcha sorpresivamente, dijo tener un mapa y eso les facilitaría las cosas. Creía recordar haber visto la senda la primera vez que encontraron la cabaña pero no pudo ver bien hacia donde se dirigía. "De haberlo sabido antes nos hubiéramos ahorrado muchos problemas." Así pues siguieron al hombre a travez de la maraña de maleza.

No estaba tan despejado como los túneles del jabalí pero tampoco había tantos obstáculos como en el resto del bosque, el micólogo utilizaba el machete para apartar de su camino los matorrales y así avanzar con gran facilidad. Era obvio que ese hombre durante mucho tiempo viajó por el bosque para realizar sus investigaciones, y por lo tanto podría ubicarse incluso mejor que Tatsuya en ese bosque.

-Dígame Sentaro-san, ¿porqué usted es el único que se ha dedicado a investigar los hongos de este bosque?- El resto de la gente probablemente sólo se dedicaba a usar las propiedades de los hongos de manera empírica. -¿No le resulta muy pesado que dependan de usted?- Para casos como este claro.

Mientras avanzaban los sonidos del bosque empezaban a desaparecer de nuevo, poco a poco sólo algunos insectos se dejaban escuchar. Tatsuya estaba alerta, la última vez le había caído una víbora en la cara por andar distraído y no quería repetir una escena igual. Había rastros un poco extraños en el área, logró divisar una especie de mapache muerto pero con los ojos hundidos y manando sangre negra, se le hacía familiar la escena. Efectivamente le recordaba al jabalí y al coso ese raro extraño que se peleó con Kazuma, el disque oso.

"Aunque los Onikin no se hayan extendido parece que algunos animales lo comieron y se enfermaron"

Hasta ahora no habían tenido ningún contratiempo, pero lejos de tranquilizarse por alguna razón se sentía mas nervioso. Podrá sonar a cliché pero se sentía en esa típica situación de la calma antes de la tormenta, aunque él esperaba que sólo fueran paranoias de él. Quería pensar que originalmente Kazuma y él pasaron un mal rato por no conocer bien las rutas y peligros del lugar, y que ahora todo sería tranquilo y diferente. Algunas partes de la maleza tapaban el paso, probablemente ese era el cruce que no lograron divisar antes y los llevaría a la cabaña, estaban cerca.
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Tras escuchar las palabras del anciano se pusieron en marchar. Costaba creer que se trataba de alguien de avanzada edad quien les estaba guiando, pues el viejo se movía con precisión y velocidad como si fuera lo más natural del mundo. A Kazuma le costaba seguirle el paso, aunque se desplazaban por un sendero que resultaba mucho más transitable que cualquier camino que ambos jóvenes hubiesen podido encontrar por su cuenta.

Dígame, Sentaro-san, ¿por qué usted es el único que se ha dedicado a investigar los hongos de este bosque? —El resto de la gente probablemente sólo se dedicaba a usar las propiedades de los hongos de manera empírica—. ¿No le resulta muy pesado que dependan de usted? —Para casos como este claro.

El bosque siempre debe de tener un guardián —aseguró en tono solemne—. Mi familia se ha encargado de dicho trabajo por generaciones y yo continuo con esa costumbre —se tomó un momento para mirar su alrededores—. Si regresamos… Cuando regresemos, les contare el porque de dicha entrega y tradición.

El Ishimura no pudo evitar el sentir un gran respeto por aquel hombre. Bien sabía lo importante que eran las tradiciones y lo difícil que es cargar con algo que se hereda de generación en generación, ese pesado deber que se acoge voluntariamente a pesar de todas las dificultades que este pueda implicar. A pesar de lo cerca que te pueda llevar a morir.

Creo entender, pero… —sabía que sus palabras podrían sonar crueles pues implicaban la muerte de Sentaro—. ¿Quién cuidará del bosque cuando usted no esté?

Esta es una labor complicada y no es para cualquiera —el anciano dejó escapar un largo y cansado suspiro—. Tengo un nieto que podría hacerse cargo, pero aún es muy joven y se encuentra en un viaje de estudios… Confiaba en que Hitomi le ayudará en caso de que yo muriese, pero desgraciadamente las cosas han terminado de esta manera.

Luego de esas palabras el silencio se manifestó como casi absoluto, pero no tanto por ellos, sino porque en que aquel lugar del bosque no había seres que emitieran ruido. La familiar y ominosa sensación le causó incomodidad al Ishimura, pues sabía que ahora debían de estar cerca de aquel sitio. Lo más molesto era aquella oscuridad creciente hacia el interior de aquella región, pues a pesar de que recién acababa de despuntar el sol, el denso dosel impedía parcialmente el paso de la luz.

«Por lo menos sabré cuando lleguemos a la cabaña, pues el único claro iluminado en todo este bosque.»
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Las palabras del señor Sentaro habían puesto a pensar a Tatsuya, no se imaginaba para nada que fuese una tradición. Aunque no era la primera vez que conocía a alguien aferrado a sus costumbres. Por un momento se sintió algo avergonzado, empezaba a creer que él era la única persona que no estaba dispuesta a seguir con el camino que le imponían. El Takanashi siempre ha sido rebelde respecto a ser el heredero de su clan, pero se siente mal por no tener la devoción que muestran otras personas como Mitsuki, la kunoichi que conoció hace tiempo o como el señor Sentaro.

"Yo no estoy hecho para cargar con ese tipo de responsabilidades" Se decía a sí mismo.

Pronto algo interrupió sus pensamientos, un sonido de algo muy grande arrastrándose como para no notarlo. Lo primero que hizo fue tomar del hombro al micólogo para que se detuviese y luego volteó a ver a Kazuma para corroborar que él también se había percatado del ruido. Sin embargo Tatsuya no era muy perspicaz que se diga, por lo que no lograba ubicar con exactitud de donde provenía el extraño sonido, pero se le hacía bastante famiiar.

-Kazuma-san... Tengo una leve sospecha de que puede ser- Aunque preferiria que no fuera lo que el pensaba que era.

Esconderse sería inútil, los depredadores tienen mil y un maneras de rastrear a sus víctimas. Aunque desapareciaran de su vista los encontrarían por olfato o por otros medios. El Takanashi por esa misma razón no deseaba volver al bosque para evitar esos problemas, pero era necesario y ahora les tocaría defender al viejo Sentaro.

-Hmgrr- Gruñó molesto. -Ya faltaba poco para llegar, pero supongo que era demasiado sencillo para ser verdad- Comentó.

El siseante sonido seguía acechándolos, la oscuridad provocada por los sombreros de los hongos hacían aún más tensa la situación cuando de pronto las hojas de los arbustos a su alrededor empezaron a moverse. No era sólo en una sino en varias direcciones, a Tatsuya no le agradaba la idea de que los estuvieran rodeando.
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Se movían de prisa en aquella oscuridad, cuando de repente Tatsuya se detuvo en seco. Antes de que Kazuma pudiese preguntar que estaba sucediendo las sombras respondieron. Todos podían percibir un fuerte e intimidante sonido que parecía provenir de todas y de ninguna parte al mismo tiempo. Inmediatamente corrió a colocarse en uno de los flancos del sabio, en caso de que algo pudiese saltar desde los arbustos en busca de él.

Kazuma-san... Tengo una leve sospecha de que puede ser. —Aunque preferiría que no fuera lo que él pensaba que era.

Bien, porque en este momento no tengo ni idea de que puede ser lo que nos está acechando.

El sonido era cada vez más fuerte, pero por alguna razón parecía pausarse y continuar a intervalos regulares, como si el enemigo estuviera posicionándose en el mejor ángulo de ataque posible. Al Ishimura se le había pasado por la mente la posibilidad de simplemente huir y continuar con su camino, pero aquello tenía graves inconvenientes.

«Si corremos sin saber en dónde está es posible que terminemos dándole la espalda y otorgándole un blanco fácil —desenvaino su espada, listo para lo que viniera—. Por otro lado, no podemos lanzarnos al ataque sin saber qué tipo de criatura es.»

La situación era tensa, pero aun así seguía manteniendo su calma habitual. Mientras tuviera la guardia en alto era poco probable que pudiesen tomarle desprevenido. Por su parte, el señor Naoki se aseguro de quedar protegido entre ambos jóvenes, pues desde lejos se hacía obvio que era el más vulnerable de los tres.

Hmgrr— gruñó molesto—. Ya faltaba poco para llegar, pero supongo que era demasiado sencillo para ser verdad . —Comentó.

Vamos, ya vencimos al “Rey del bosque” —aseguro de forma jactanciosa—. ¿Qué otra criatura podría representar un desafío para nosotros?

De repente se escuchó un fuerte sonido de siseo. El Takanashi podría ver como una larga y oscura figura alargada se levantaba por detrás del Ishimura. No le daría tiempo a prevenirle, pero sí de hacer algún gesto de horror. En cuanto el de cabellos blancos se girara solo podría ver oscuridad, pero el de ojos dispares sería observador de cómo a su colega lo engullía entero, con espada y todo, una especie de anaconda monstruosa. Incluso podría apreciar como el bulto que solía ser su amigo se deslizaba por la parte interna del vientre de la serpiente.

La criatura les miraría a ambos, al joven y al viejo, con feroces ojos que denotaban que aún no estaba satisfecha. Con una mirada que les gritaba que eran los siguientes.
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Kazuma parecía estar confiado en sus capacidades a diferencia del Takanashi que estaba bastante tenso al sentir como un depredador los iba acorralando poco a poco, hasta que de repente una silueta esbelta se abalanzó sobre el Ishimura. Tatsuya no pudo ni mover los labios para decir algo, se quedó boquiabierto y abrió bien los ojos ante aquella víbora mientras sus pupilas se contraían al ver horrorizado cómo era devorado su compañero. Pudo observar cómo lo tragaba lentamente y por reflejo alzó la mano en vano como intentando alcanzar a su amigo de manera desesperada.

-¡¡¡Nooooo Kazuumaaa!!!-


La serpiente ahora planeaba devorar a los dos restantes, al señor Sentaro se le congelaron las piernas al ver como el reptil se les lanzaba encima dispuesta a engullirlos a ambos. En reacción Tatsuya empujó al micólogo hacia un lado mientras él se impulsó en la dirección contraria evitando así el mortal beso de la serpiente. El de Takigakure estaba terriblemente alterado, debía proteger al anciano y también encontrar una manera de sacar con vida a Kazuma del vientre de la bestia. Todo dependía de él ahora, era su deber sacarlos a los tres con vida de ahí.

-¡Viejo aléjese de aquí!- Le ordenó al anciano.

El micólogo echó a correr pero lo único que logró fue llamar la atención del depredador que empezó a seguirle arrastrándose peligrosamente a él. Tatsuya no podía permitirlo, echó mano a su portaobjetos y sacó dos shurikens que lanzó directo a la cabeza de la serpiente, la velocidad de las armas era tal que impactaron justo en el momento en que la serpiente iba a dar un bocado contra el hombre, impidiéndolo. Ahora la criatura enfadada con las shurikens ensartadas abajo del ojo volteó iracunda hacia el Takanashi.

-Víbora maldita voy a despellejarte- Estaba tan enfurecido que no parecía ser él mismo.

Le dedicó una mirada afilada llena de rabia a la serpiente, lo único que le importaba ahora era salvar al ninja de Uzushio. Sin embargo sus pensamientos se veian ofuscados y no se le ocurria ningún plan, tuvo que moverse al ver que el siseante animal se lanzó de nuevo hacia él. Pensó en hacer que se tragase el paquete de makibishis, pero considerando que se había comido la Bohimei de Kazuma sin problemas los clavos metálicos se los iba a pasar como aperitivo, aparentemente el interior de la bestia era resistente.

Tras esquivar el ataque la serpiente comenzó a enroscarse de nuevo para lanzar otra ofensiva, Tatsuya pudo percatarse que ese movimiento era indispensable para que la bestia pudiera tomar velocidad. Una vez más tomó un par de shurikens, eran las únicas que le quedaban así que debia aprovecharlas. Se pasó una rápidamente una de mano a mano y las lanzó recto a los ojos de la serpiente que se fue de largo cuando el Takanashi la esquivó de nuevo, sin embargo aún poseía su siseante lengua que podía percibir su calor corporal a través del aire.

Empezó a enroscarse de nuevo pero esta vez Tatsuya hacia lo propio desenvainando su katana, la serpiente siseaba mientras las vibraciones eléctricas hacían resonar la espada. La bestia ciega fue incapaz de ver la ferocidad que el shinobi tenía en sus ojos, ambos se lanzaron uno contra el otro y cuando la víbora abrió sus fauces para devorarlo Tatsuya uso el impulso del salto para clavar el ninjatō en el paladar de la bestia dispuesto a enterrársela hasta llegar al cerebro. El arma atravesó a la serpiente y sumando la descarga relampagueante aquello terminó en una muerte instantánea.

El anciano Sentaro que de seguro se habia ido a esconder a algún lado sin alejarse demasiado para poder observar lo que ocurría lograría ver cómo la cabeza de la serpiente caía al suelo a la vez que el Takanashi sacaba la espada clavada para evitar caer junto con ella. Pero la cosa no había terminado, aún con el arma tronando se dispuso a destajar al animal para sacar a Kazuma del interior rogando que no fuera demasiado tarde.

"Por favor, por favor ¡tienes que estar con vida!"
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Ante de siquiera poder reaccionar, se vio sumido en una calurosa y húmeda oscuridad. No estaba seguro de que era lo que había pasado, pero estaba claro que algún animal lo había atacado por la espalda y engullido luego. Sentía como su cuerpo era presionado por poderosos músculos que le empujaban en dirección descendente. Se dio cuenta de que se lo estaban tragando y si aquello era un esófago, la siguiente parada sería un estómago lleno de jugos digestivos.

«Maldición, siempre que me permito un momento de soberbia pasa algo como esto.» —Por el momento se encontraba calmado, pero no podría permanecer así mucho tiempo.

Estando decidido a no convertirse en una comida fácil, comenzó su lucha contras las entrañas del reptil que había osado devorarlo. Como si las cosas no fuesen lo suficientemente difíciles, todo aquel enorme amasijo de carne comenzó a moverse de un lado a otro, dificultando su situación. Trataba de sujetarse con chakra, pero el forcejeo era demasiado y le resultaba imposible. Sin duda la criatura se estaba agitando en combate, pero no por eso sus músculos dejaron de trabajar y empujar al Ishimura hacia su estómago.

«Aun tengo posibilidades —pensó en aquella oscuridad—. Si esta serpiente, o lo que sea, está luchando, significa que Tatsuya le debe estar haciendo frente. Solo espero que la próxima vez que me lo consiga sea afuera rescatandome y no aquí adentro haciendome compañia.»

El ninja de Uzushio se encontraba en una situación literalmente apretada, pero aun así se negaba a dejar ir su preciada espada. Trataba de resistirse y de encontrar alguna oportunidad para poder usar a Bohimei y atacar a su captor desde dentro, pero toda la agitación y la poca movilidad de la que disponía le dificultaban cualquier intento de escape. De pronto sintió un hedor potente y fue cuando se dio cuenta que estaba a tan solo unos centímetros de la entrada al estómago. Lo peor de todo es que iba bajando de manera que su cabeza sería la primera en darse un ácido chapuzón.

En determinado punto la serpiente comenzó a enroscarse y Kazuma sintió como si aquellos poderosos músculos fuesen a triturarlo antes de morir digerido. Pero cuando pensaba que ya estaba condenado, percibió como las carnes se aflojaron en una serie de espasmo que se repetían a intervalos regulares. De pronto aquella masa dejó de tirar de él hacia abajo y se aflojó por completo. Y aunque aquello seguramente significaba que su compañero había acabado con la amenaza, estaba lejos de poder relajarse, pues prácticamente les quedaban unos segundos antes de morir asfixiado.

Aprovechando el repentino cese de actividad y la adrenalina que le corría por el cuerpo, el Ishimura apuñaló desde dentro a la bestia. Su espada le atravesó e inmediatamente comenzó a cortar hacia abajo con desesperación. De pronto la carne se separó y pudo sentir como entraba el aire fresco. Tomó un respiro y procedió a buscar la libertad mientras escuchaba la agitación de Tatsuya.

¡Por todos los dioses! —Grito en cuanto pudo sacar la cabeza—. ¡Esto está entre las diez cosas más asquerosas y traumáticas que me han pasado en toda la vida! —Aseguro mientras surgía, jadeante y húmedo, de entre un montón de vísceras y sangre.

El joven se arrastró con espada en mano y se sentó junto a un arbusto mientras apreciaba las enormes dimensiones de la pitón que lo había devorado. Resultaba una “suerte” que fuese una serpiente y que no masticara antes de tragar y también resultaba una suerte tremenda el que el bolso del anciano se hubiese separado de su cuerpo y evitará el terminar dentro del monstruo.

Buen trabajo, Tatsuya —a pesar de todo se le podía ver calmado, quizás un poco asqueado pero aun así calmado—, me habría convertido en su almuerzo de no ser por ti.
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Mientras daba más y más tajos pudo ver cómo uno provenía desde el interior de la bestia, Kazuma también hizo el esfuerzo por salir del vientre de la víbora. Emergió cubierto de un amarillento líquído pegajoso que se entremezclaba con el rojo del líquido vital, para su sorpresa el de Uzushiogakure lo primero que hizo a volver al mundo exterior fue soltar una bromita que dejó anonadado al de Takigakure. Tras esto sólo pudo seguirlo con la mirada mientras el Ishimura se disponía a recostarse en un arbusto cercano.

-Aaahhhh.... Fue lo único que salió de su boca.

Acababa de salvarlo de una muerte segura y el de Uzushio parecía tan tranquilo cómo si acabara de salir de una piscina, una muy sucia por cierto. Estaba igual de relajado que de costumbre mientras al Takanashi casi le daba un infarto al pensar que su compañero pudo haber muerto, su corazón aún estaba bombeando sangre a toda velocidad y en su rostro aún se reflejaba la adrenalina que le impulsó a batallar contra la bestia, aunque esa expresión fue reemplazada con una cara de sorpresa por la calma del que acababa de salvar.

-NO TE ENTIENDO- Quería decir que no entendía su actitud, pero no supo expresarlo.

La calma de Kazuma le estaba resultando exasperante mientras él estaba al borde de la histeria, de hecho, en ese mismo momento explotó. Los brazos le temblaban y en su ojo derecho se manifestó un tic nervioso. El chakra dejó de fluir y soltó la ninjatou dejándola clavada en el suelo mientras una media sonrisa deformada se mostraba en el lado izquierdo de su cara de una manera un tanto perturbadora.

-¡Todo este pinche bosque se puede ir al diablo!- Gritó a lo alto mientras extendía sus brazos.

No sabía si reirse o llorar, lo único seguro es que estaba fuera de sus casillas. Tatsuya suele ser un poco sensible pero de por sí las emociones que había vivido ahí sobrepasaron sus límites de paciencia por mucho. Se habia apoyado en la tranquilidad de Kazuma para poder mantener la cordura aunque era esa misma tranquilidad la que le había hecho descontrolarse.

-¡AHHHHGGGGGRRR!- Gruñó mirando hacia arriba mientras se jalaba los cabellos al punto de que se rompió la cinta que usaba en el pelo.

Luego de ese repentino arranque de locura el Takanashi simplemente se dejó caer de espaldas al suelo mientras cerraba los ojos. Respiraba muy rápido pero poco a poco se iba normalizando, al parecer necesitaba liberar esa frustración. Se empezó a tranquilizar pensando en que ya sólo faltaba sellar los Onikin y toda esa locura habría terminado. "Juro que cuando salga de de este bosque no volveré nunca... y esta vez si va en serio"
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Vamos, Tatsuya, no es para tanto... —dijo tratando de calmar a su compañero.

El joven de Taki parecía estar liberando toda la frustración que aquel bosque había depositado en él. Grito se agito e incluso se jalo el cabello es una explosión de locura momentánea. De verdad se encontraba molesto con todo lo que estaba sucediendo, o puede que fuese por la actitud despreocupada de Kazuma. Lo cual no sería extraño, pues solía tener ese efecto en las personas que aún no se habían acostumbrado a su forma de ser.

El Ishimura trato de levantarse y hablarle pero se encontró con que no podía hacerlo, su cuerpo se sentía rígido y pesado, como si hubiese estado convertido en roca durante un tiempo. Decidió que lo mejor era quedarse ahí sentado por un rato.

¿Estás bien muchacho? —Preguntó el anciano quien finalmente se acercaba a él mientras le tendía una toalla húmeda.

Sí, solo necesito recobrar el aliento y Tatsuya solo necesita desahogarse un poco —respondió de forma tranquila—. Por cierto ¿Qué es esto? —Preguntó refiriendo al paño y al perfume que emanaba.

Es algo que traje conmigo. Será mejor que te limpies un poco antes de continuar.

El joven procedió a hacer caso mientras el viejo se alejaba. Puede que su moreno y apacible rostro no expresara mucho, pero un hombre curtido como lo era Naoki no pasaría por alto los pequeños temblores en sus piernas y en sus manos. El líquido funcionaba extremadamente bien, no habían pasado más de unos quince minutos cuando ya se encontraba medianamente limpio, aunque el olor seguía siendo bastante fuerte.

«Esto ha resultado absolutamente irónico —se dijo mientras descansaba—. De chico solía hacerme gracia lo fáciles de cazar que eran las serpientes en la ciudad y años después una viene y me devora con facilidad… —dejo que en su rostro se dibujara una leve sonrisa irónica—. Si en una de esas noches en que abría una víbora y la colgaba sobre una fogata para luego comérmela me hubiesen dicho que algún día una me comería a mí… Bueno, probablemente le golpeado temiendo que fuese algún loco.»
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"¿No es par tanto? sí claro, como no"

Para Kazuma podría ser algo de rutina pero para Tatsuya no, había pelado cables. Seguía ahí echado en el suelo del bosque tratando de relajarse, por alguna extraña razón el frío piso le resultaba cómodo y su cabello suelto ahora dejaba escapar el calor de la primavera. Fácilmente podría quedarse acostado el resto de la mañana en el verde paisaje pero no sería posible, aún tenían un trabajo por cumplir.

-Yo... Lamento haberme puesto así- Admitió alzando un poco la cabeza estando aún recostado.

Entonces por fin se levantó y se puso de pie, tomó la katana clavada y la sacó del suelo para luego sentarse con las piernas cruzadas lejos del cadáver de la serpiente. Tras eso sacó un pañuelo que portaba y empezó a limpiar la sangre de la hoja no sólo cumpliendo la función de cuidarla sino ayudando a Tatsuya a recuperar el temple, dos en uno. Al hacerlo empezó a caer en cuenta de la magnitud de la bestia.

"¿Yo sólo me enfrenté a esa cosa?"

Lo que acababa de ocurrir le parecía una película que vió hace tiempo, cómo si hubiera sido otra persona la que batalló ahí mismo y no él. Fue un momento de adrenalina que se parecía a los arranques de violencia que suele tener por culpa de su maña pero a su vez era distinto, no sólo quería destrozar a la víbora sino que deseaba salvar a Kazuma con todas sus fuerzas, Tatsuya desconocía hasta ahora lo que era capaz de hacer con tal de proteger a alguien. Aunque seguramente si hubiera sido otro tipo de bestia no la habría librado tan fácil.

Tras retirar todo rastro de sangre de su arma la guardó de nuevo en el saya para luego estirar brazos y piernas en un intento de desestresarse, inhaló y exhaló hondo mientras se estiraba y cuando estuvo más animado se dirigió hacia donde estaban el micólogo y el peliblanco.

-Uff, ya me siento mejor, ¿cómo estas tú Kazuma-san?- Mostraba una cara de preocupación por el de ojos grises. -Nunca creí que un día terminara lanzándome directo a la boca de una serpiente, literalmente- Esa maniobra desesperada le pudo haber salido muy caro, pero para su suerte no fue así. -Aunque quizás tenías razón, no era tan peligrosa como "El Rey del Bosque"- Sonrió.
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