Para quien le viera por primera vez, se trataba de un hombre alto e imponente. No sólo por su físico sino por el chaleco que vestía desde hacía ya un par de años.

Era Kurozuchi.

—Buenos días. Busco a un muchacho llamado Roga —miró un papel con algo escrito—. King Roga.

—Oh, por supuesto— La mujer se volteó y tomó algo de aire. —¡Rōga baja aquí que te están buscando!— Gritó a todo pulmón, para luego abrir la puerta más y hacerse un lado, dejando a la vista la sala para los invitados con dos sillones, una tela y una mesita de cristal en el centro. —Pase adelante por favor, imagino que tendrán que hablar bastante— A ella casi se le salía el alma cuando se enteró que su cachorrito resultó herido por jugarle al vergas, siendo un susto terrible para una madre.

Mientras, el Yotsuki bajó corriendo las escaleras a toda prisa. No vestía nada más que una camiseta blanca y un pantalón negro, además de algunas gasas y curitas.

—¡Tú!— Exclamó tras saltar la últimas tres gradas, caminando por la estancia.

—Gracias.

El ninja se introdujo en la estancia como quien no quiere la cosa, observando aquí y allá el interior del hogar de Roga. Humilde, se respiraba un aire hogareño. Y por lo que le había dicho la mujer, parecía que Roga les había contado todo lo sucedido. Finalmente tomó asiento y cruzó una pierna, justo antes de la llegada del cachorro.

—Yo —contestó tras una sonrisa sarcástica—. sanas jodidamente rápido, muchacho. Eso es bueno, ¿no?

—Supongo— Se sobó un poco la cabeza, donde era apreciable un leve chichón que claramente no estaba ahí el día que regresaron a la aldea.

—Yo me volveré a mis quehaceres, los dejaré solos caballeros— Hizo una reverencia y luego se fue caminando hacia el interior de la casa.

—Imagino que no viniste sólo a ver como estaba, ¿correcto?— Alzó una ceja. —Algo, algo debió pasar. ¿Qué dijeron sobre mi encontronazo? No creo que quedara muy bien el que un genin irresponsable intentara frenar por su propia mano a un criminal— Se sentó en el sillón de una persona, apoyando ambos brazos en los laterales.

El jounin alzó los brazos con un gesto que resaltó lo obvio. Claro que no había ido hasta su hogar sólo para ver como estaba.

—¿Bromeas? —dijo—. han dicho que tienes unos huevos enormes. Que no esperaban otra cosa de un puto Yotsuki, que para más inri, sois los enemigos por naturaleza de los Hōzuki, el clan de Kaido y, también, el de ella —dejó escapar una risotada, pero parecía estar hablando en serio—. Yui-sama ha sabido apreciar tu valentía, aunque hizo énfasis en algo que es muy cierto: que ser valiente no es suficiente para sobrevivir en este mundo. Tu fuerza y coraje deben equipararse para poder plantar cara a desafíos de gran escala. Y Kaido habrá sido el primero, pero no el último.

»Por eso me ha pedido que venga a verte. Dime, King Roga: ¿quieres hacerte más fuerte?

"¿Pero de qué mierdas está hablando?" No entendía a que refería con que un Yotsuki era enemigo de un Hōzuki, aunque tenía otras cosas en mente en esos momentos. Más interesado estaba en que lejos de castigarle por su atrevimiento, iba a recibir mérito por ello. "Supongo que malinterpreté la idea del adulto responsable." Estaba tan acostumbrado al regaño que lo raro era no recibirlo. Luego, una interrogante que no supo a qué venía, pero aún así no tenía pelos en la lengua para responder.

—¿Siquiera es necesario hacer esa pregunta? ¡Obvio que sí!— Alzó los brazos en alto, fingiendo indignación. Se dejó recostar en el respaldo del sillón y finalmente los cruzó detrás de su nuca. —Dime exactamente, ¿qué tiene que ver eso con que la Arashikage te haya mandado a hablarme?

—Ah pues —encorvó la espalda y apoyó ambos brazos sobre las rodillas, a la vez de que entrecruzaba los dedos de las manos—. porque vas a necesitar de alguien si quieres aumentar tu fuerza exponencialmente, y en un tiempo digamos considerable.

Kurozuchi se levantó y empezó a dar vueltas por la casa. Echando un ojo por ahí, a alguna fotografía.

—Ya sé por qué me sonaba tu apellido. Por King Shishio, un veterano de guerra —el ninja se dio vuelta y miró a Roga—. Yui-sama me habló de él. Me dijo que es el único de tu familia que puede ayudarte con tu entrenamiento, pues tu padre nunca se enlistó, ¿cierto?

Varios marcos con imágenes familiares estaban dispuestas en la sala. Sobre la mesita, dos fotos medianas. Una con un hombre moreno y de gafas, entacuchado en galas negras, junto a una hermosísima y esbelta joven en un finísimo vestido blanco de boda. Si no fuera por aquellos peculiares cabellos, difícilmente podrías imaginar que era la misma señora que se marchó hace escasos momentos. La otra, donde aquella misma jovencita sostenía en brazos a un bebé con aún más mechones de colores. Atrás, un hombre también moreno, anciano, con la mano en el hombro de la muchacha. Pero la más importante de todas era la que estaba enmarcada y colgada en la pared. Rōga, al centro, extendiendo los brazos hacia al frente y los dedos en forma de "v". La señora de la casa, a su izquierda, y sin soltar aún la escoba. A su diestra, el hombre de lentes, con una sonrisa algo tímida ante la pasión que demostraban los demás integrantes de la imagen. Finalmente, en la parte de atrás el mismo anciano, portentoso y con vestimentas bastante tradicionales. Ojos dorados, firmes, iguales a los del niño que tenía por delante e intentaba acaparar la atención. Tenía la fecha escrita en una esquina, demostrando que era reciente, de apenas unos tres meses atrás.

—Es verdad, papá nunca quiso ser shinobi y se dedicó únicamente a sus investigaciones— El niño se cruzó de brazos. —Todo lo que sé se lo debo al abuelo, entrenándome en cosas que en la academia no podían enseñarme. Aunque a él ahora le cueste caminar, siempre se esforzó en mostrarme todo lo referente a mi clan. No sólo en combate, sino en nuestras tradiciones—. remató. Quiera que no, estaba orgulloso de ello.

Kurozuchi reparó en la foto familiar. En sus vestigios. En lo que la imagen transmitía y plasmaba, y a su vez, significaba. Él, que era un artista, lo entendía por sobre todas las cosas.

—Muy digno de su parte tomar la batuta de su nieto —respondió, con respeto—. ha hecho un buen trabajo hasta ahora. Sin embargo, sus limitaciones lamentablemente se convierten también en las tuyas. Hay cosas que un veterano retirado no puede continuar enseñándote. Por eso estoy yo aquí —advirtió, férreo—. estoy armando un equipo de genin y me falta un último integrante. Le recomendé a Yui-sama que tú ocuparas la última plaza y ha estado de acuerdo. Pero la decisión es tuya a fin y al cabo.

—¿¡Equipo!?— Se paró de un sólo brinco del sofá al escuchar aquello.

"No me esperaba algo así." Aquel ofrecimiento le cayó muy repentino, llevando mil y un ideas a su cabeza. La oportunidad de nuevas misiones, de crear lazos, de presumir luego que él era el mejor alumno. "Oh sí, esa es la mejor parte." Cuando se graduó en su momento, se mostró reacio a una idea cómo aquella. Y sus profesores, dudaban un poco de su capacidad para cooperar. Además, el Yotsuki no iba a dejarse que cualquiera le estuviera dejando lecciones, imponiendo estándares que se acloparan a él. El más importante de ellos: demostrar que eres cool, y para él, Kurozuchi de eso tenía mucho.

Se llevó una mano al mentón, fingiendo hacerse el difícil cuando en realidad se moría de las ganas.

—Pues— Miró a Kurozuchi directamente a los ojos. —Cuenta conmigo, sensei— sonrió mostrando su blanca dentadura.

Sensei. Le gustaba esa palabra.

Kurozuchi sonrió complacido y volvió a tomar asiento.

—Tendremos nuestra primer reunión de equipo en tres días en el Torreón de Pruebas —dijo—. ¿crees que estarás al cien por ciento para entonces?

—¿Me estás retando? ¡La duda ofende!— río un poco. Aunque no estuviera al cien por cien, iba a ir de todos modos. —Dame la hora y me tendrás ahí sin falta— Remató.

Al tiempo, Iroha entró de nuevo en escena con un par de latas de bebida y una bolsa grande de frituras. No era un refrigerio saludable cómo podría esperarse de una madre, pero ella tenía sus propias maneras.

—Les traje un bocadillo para pasar el rato~ canturreó alegre, dejando las cosas en la mesita.

El jounin cabeceó cuando la ama de casa les dejó un par de refrigerios, a modo de agradecimiento. Luego tomó una de las latas de bebida y la abrió para beber de ella.

—Al mediodía. Ah, y prepárate, porque vas a tener competencia. No serás el único Yotsuki del equipo, después de todo.

—¡JA!— Y su sonrisa se ensanchó aún más que antes.

"¿Competencia? ¿¡Mía!? Cómo si alguien pudiese compararse a mí. Sólo te está tentando, lobo." Oh sí, el iba a pasarle por encima a todo y a todos, porque algún día el nombre de King Rōga iba a ser conocido en los cuatro puntos cardinales. No era un sueño, era una meta que él iba a asegurarse de cumplir. Por otro lado, sería la primera vez que socializaría con alguien de su mismo clan que no perteneciera a su círculo familiar. ¿Cuantos más Yotsuki estarían regados en el mundo luego de dispersarse hace siglos?

—No debes preocuparte por eso— agarró su lata y la abrió rápidamente, tomando un trago profundo. ----Ahhh~. ¿Algo más que deba saber?

Kurozuchi negó con la cabeza.

—Nada más, por ahora. ¿Nos vemos allá en tres días, entonces?

Extendió la mano para estrechársela.