Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Los hombros de Yoshi se hundieron ante la negativa de la kunoichi.
—Ya es mala suerte… —dijo, cruzándose de brazos e introduciendo las manos en los sobacos, para intentar retener el poco calor que quedaba en ellas—. ¿Y ahora qué? ¿Cuál es el siguiente paso?
—Deja a los ninjas trabajar tranquilos, Yoshi —intervino el sacerdote—. Ellos sabrán lo que tienen que hacer.
—Claro, claro... Ni mucho menos era mi intención manifestar lo contrario.
—Una cosa más —añadió Hiromi, que soltaba una nubecilla de vapor con cada palabra que decía—. No les cobres alojamiento ni comida. Ya me ocuparé de recolectar el dinero suficiente para cubrir los gastos.
—¡Por supuesto! —exclamó Yoshi. Por primera vez en el día, casi parecía indignado—. ¡Ni mucho menos pensaba cobrarles a estas buenas gentes! —aseguró, hinchiendo el pecho—. ¡Faltaría más!
Con los asuntos zanjados, Yoshi y Hiromi no tenían motivo alguno para permanecer más tiempo allí. Hacía un frío del carajo, un viento que calaba hasta los huesos y, para más inri, un asesino andaba suelto. Sin embargo, Karamaru seguía dentro.
—Señor Hiromi… Si lo desea puedo acompañarle hasta su casa… Creo que sería un tanto peligroso que cualquiera del pueblo ande solo…
—Muy amable por su parte —respondió Hiromi—. En realidad mi casa queda de camino hacia la posada. De hecho está al lado, así que podemos ir todos juntos… En cuanto su compañero salga, claro. ¿O quiere dejarlo ahí solo? —preguntó, mientras echaba un vistazo hacia atrás para comprobar que Karamaru todavía no había salido.
Pero no, Karamaru no había salido. Seguía en la habitación de Ryoma, investigando cada detalle que pudiese ser crucial para la resolución del caso. En esta ocasión se había parado en el baúl, el cual no le había costado abrir, viendo en su interior una colección entera de ropa interior: calzoncillos de tela blanca, calcetines de lana gris, cinturones de cuero... También había un collar colgando de la parte inferior de la tapa del baúl, hecho de simple cuerda, cuyo colgante era un colmillo enorme y, además, también había… una caja de condones. De hecho eran varias, apiladas unas encima de las otras. La primera estaba abierta, y le faltaban un par de preservativos.
*** *** ***
—Ahí vive Emiko —informó Yumiko a su petición.
—Sí, pero ella… —Aiko se mordió el labio inferior, intercambiando una mirada rápida con Yumiko—. ¡Sólo le pido que tenga tacto con ella, por favor! —exclamó de pronto, inclinando la cabeza en señal de ruego.
Datsue levantó los brazos, como inocente.
—Soy el chico con más tacto del mundo, se lo aseguro —dijo con una media sonrisa. Ellas no parecieron muy convencidas, y el chico de ojos de koala menos—. Pero… ¿a qué se debe tanta preocupación por ella? —indagó.
Aiko dio un respingo, como sorprendida por la pregunta tan directa, y miró hacia su espalda para comprobar que no había ningún nuevo cliente en la posada. Luego se inclinó ligeramente hacia Datsue y susurró, como si el bar estuviese lleno de gente y pudiese oírla cualquiera.
—Verá… Ella era… —De pronto, se puso colorada. Juntó la punta de ambos dedos índices e hizo que rebotasen entre ellas—. Ella y Ryoma eran… —bajó todavía más la voz—. Amantes.
—¡Aiko! —exclamó Yumiko indignada.
—¿Qué? Sabes que es verdad. Eres la que más cotilleos conoces de todo el pueblo, ¡no me digas que no es verdad! —rebatió Aiko, con igual ímpetu. Tanto que hasta Yumiko pareció desinflarse.
Datsue alzó una ceja, mientras escuchaba como un tablón del suelo crujía, quizá por el cambio de peso de una pierna a otra del chico koala. ¿Sería el amor —o el desamor— el móvil del asesinato?
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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Por mucho que quisiera ayudar no podía hacer absolutamente ella sola y teniendo tan pocas pistas como las que había logrado conseguirse en la vivienda de Ryoma además que el propio Hiromi le había negado cierta información que ya se encargaría de conseguir de Yoshi o de su mujer, alguno de ellos como posaderos que eran deberían de estar enterados de todos los chismes del pueblo. —Dudo conseguir nada a estas horas Yoshi… Seguro todos se han ido a dormir. — Respondió no muy feliz al respecto.
El posadero no tardó en reaccionar ante las palabras del anciano y si bien había accedido abiertamente a no cobrarles, a la rubia no le supuso ni beneficio ni contra, le era totalmente indiferente si debía pagar o no, aunque con lo que se ahorrase de la noche en la posada podría ser que le alcanzara para comprarse algún que otro shuriken extra, después de todo el portaobjetos de la genin se encontraba algo vacío. Ahora, respecto de la pregunta que le formularon, a ella le daba lo mismo, si después de todo el calvo había dado a entender que no quería saber nada con trabajar con ella. —Técnicamente no somos compañeros y ha dejado en claro que no piensa igual que yo. Si es por mi que se quede y haga las cosas como quiera. —Soltó sin más la kunoichi en lo que avanzaba un par de pasos en la dirección que suponía que estaba la posada.
Pero no dio más de unos cuatro pasos, no estaba segura de nada y tampoco quería dejar a esos dos totalmente solos con el asesino dando vueltas por ahí, ¿quién sabe si no serían atacados en esa brecha de tiempo? —Si ustedes lo desean esperamos, no tengo inconvenientes. — Agregó al rato sin despegar la mirada en el horizonte, de no ser por el abrigo del posadero habría salido corriendo ni bien terminó de inspeccionar la casa de Ryoma pero con la prenda se le hacía un poco más pasable la existencia.
—A todo esto… —Dijo bastante tranquila tras bostezar. —¿Suelen emborracharse muchos en tu posada Yoshi? —Agregó bastante tranquila, tal vez y solo tal vez… Fue un borracho quién hizo aquello, por decirlo de alguna manera el alcohol saca a flote todo tipo de sentimiento incluída la ira y ella si bien era aún menor de edad tenía bastante claro lo que era.
«Cosas inútiles y después yo aquí tratando de encontrar algo»
El largo suspiro acompaño la primer vista a esa caja de madera. Calzoncillos, calzoncillos y más calzoncillos acompañados de unos cuantos preservativos. Por lo menos no encontró ninguno usado, pero al parecer le faltaban algún que otro condón en sus paquetes.
Tenía una vida bastante activa.... o tal vez los tiene desde hace mucho tiempo...
Ya estaba harto de no poder encontrar algo pero por lo menos se le había ocurrido un gesto de buena fe antes de salir de esa casa. Pudo ver un collar con un colmillo en el que seguramente era de la víctima. Tal vez se lo podría alcanzar hasta algún familiar o ser querido, Hiromi sabría a quién dárselo.
Lo guardó en su bolsillo y salió de la habitación para comenzar a caminar por el pasillo que llevaba a la puerta principal. Pero algo ocupó su mente como para pararse a medio camino y pensar.
«Preservativos......»
Una idea pasaba por la cabeza de Karamaru, una que tendría que consultar con el sacerdote, pero idea al fin. Siguió su camino para atravesar la puerta de pomo roto y encontrar nuevamente el frío que congelaba hasta los huesos. Pudo ver un poco más lejos a los dos señores adultos y a la rubia junto a ellos. Se acercó hasta estar lo suficientemente cerca para poder proseguir con las cosas que debían hacer.
Supongo que deberíamos hablar, tengo una consulta que hacer. Pero mejor vámonos de aquí, la posada tendrá un clima más agradable que este destructor exterior.
Sin esperar respuesta de nadie y enfrascado en sus pensamientos tratando de pensar en que podría haber pasado con el muerto, comenzó a caminar en dirección a la posada. Pasó por al lado de Noemi que se había adelantado un poco a los dos hombres ignorándola por completo, sin siquiera decirle algo ni dirigirle la mirada.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
—Técnicamente no somos compañeros y ha dejado en claro que no piensa igual que yo. Si es por mi que se quede y haga las cosas como quiera.
El sacerdote se quedó mirando, serio, a la kunoichi. Aquella pareja de ninjas no era del todo solidaria el uno con el otro, y eso parecía no gustarle. Cuando Noemi se alejó unos pasos y les preguntó si preferían esperar a Karamaru o seguirla, Hiromi optó por hablarle con franqueza. Al fin y al cabo, era lo correcto.
—Me sorprende la actitud que estáis tomando —señaló, con el ceño fruncido—. Creo en la competencia, en el estímulo de superación que produce la rivalidad, pero en un caso como éste… —negó con la cabeza—. En un caso como éste, el compañerismo es más importante. Es la manera correcta de hacer las cosas.
Yoshi asintió con ahínco, aunque sin atreverse a decir nada. Ni siquiera le habría dado tiempo, pues justo en aquel momento salió Karamaru.
—Supongo que deberíamos hablar —dijo el shinobi—, tengo una consulta que hacer. Pero mejor vámonos de aquí, la posada tendrá un clima más agradable que este destructor exterior.
El shinobi pasó al lado de la kunoichi sin dirigirle siquiera una triste mirada, siendo el primero en encabezar la vuelta a la posada.
—Me parece que esos dos se gustan —murmuró Yoshi por lo bajo, de modo que sólo Hiromi pudo oírle.
El sacerdote soltó una carcajada. Por unos instantes, las arrugas de preocupación y estrés desaparecieron, dejando tan solo la cara de un hombre amable, incluso risueño. Como ninguno de los dos quería permanecer ante aquel frío durante más tiempo, siguieron a Karamaru hacia la posada.
Entonces habló Noemi, interesándose por la clientela del posadero. Por el nivel de alcoholismo de ésta, más bien. El semblante de Hiromi volvió a cubrirse de su habitual máscara de reprobación y censura, pero aquella vez optó por no decir nada.
—Bueno… —Yoshi soltó una risita nerviosa—. ¿Quién no haya tomado ninguna copita alguna vez que tire la primera piedra, eh? Jeje…. Además, un buen vaso de sake para espantar este puñetero frío es mano de santo, te lo digo yo. Pero respondiendo a tu pregunta… —añadió, al darse cuenta que se estaba yendo por las ramas—. No. En este pueblo somos todos muy decentes. Aunque es cierto que Arashi últimamente bebe un poco más de lo que le convendría… ¿Pero quién puede culparle? Si mi mujer me abandonase y tuviese que irme de casa… ¡Hasta yo me daría al alcohol!
—Pero eso no quiere decir que él sea el asesino —intervino el sacerdote.
—Oh, no… No, no. ¡Claro que no! ¿Arashi? —Yoshi movió a un lado y a otro la cabeza—. Nadie mejor que yo conoce a ese hombre. Se calienta un poco con la bebida, es cierto. Y siempre fue un poco problemático… ¿Pero matar a alguien? No. No, no. Para nada.
*** *** ***
—Así que eran amantes… —repitió Datsue, que por primera vez veía un hilo del que tirar en aquel caso—. Pero lo llevaban en secreto, ¿o algo así?
Teniendo en cuenta que vivían en un pueblo, donde todo el mundo sabía de todo el mundo, intentar llevar una relación en secreto no era una tarea fácil. Pero quizá sí excitante, aventuró el Uchiha.
—Algo así, dice… —Yumiko puso los ojos en blanco—. No te enteras de nada, chico. —Aquellas palabras le sentaron como una bofetada. ¿Quién demonios se creía aquella tipeja para hablarle así?—. Emiko está casada, todavía a día de hoy, con Arashi. ¿Cómo no iban a llevarlo en secreto?
—¡Ah! —exclamó Datsue, dándose con la base del puño en la palma de la mano—. Oh… —logró articular, al darse cuenta del significado de aquellas palabras—. Entonces le estaba siendo infiel… —dijo, haciendo gala de ese talento innato que tienen algunos hombres para evidenciar lo obvio.
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La kunoichi por lo menos ignoraba totalmente lo que pasaba dentro de la casa, el otro genin que había accedido a ayudar seguía dentro y no mostraba ningún tipo de señal de querer salir pronto así que los otros dos hombres se quedaron a la espera e incluso, el tal Hiromi se tomó las molestias de regañarla. ~Todavía que lo hago por amor al arte… ~Decía en su mente pero se mantenía absolutamente callada pues ofendería al anciano y no era la mejor vía de acción a tomar.
De cualquier manera, poco después del sermón que se llevó gratuitamente, el calvo salió de la casa y la ignoró completamente lo cual le dejó las cosas servidas para dedicarle una mirada a Hiromi con la que decía un "Te lo dije", además que acompañó al gesto levantando levemente las manos señalando en la dirección por la que se había ido el de Amegakure, como quien invita a alguien a pasar primero. ~Venga, regáñalo también a él ya que estamos. ~Pedía la rubia en su mente a la espera de que el anciano dijera algo y no fue el caso, inclusive le pasaron por al lado y la dejaron atrás, de nuevo.
Claro que le molestó, pero se mantendría en silencio, prefería separarse de todo mundo e irse a su habitación en la posada sin más. Aunque claro, la pregunta que había hecho a Yoshi terminó por responderla yéndose un poco de tema pero terminó por decirle lo importante. -Entiendo. Muchas gracias Yoshi. -Fue lo único que respondió para evitarse más comentarios del sacerdote que ya le caía bastante mal. Encima parecía meterse en el camino de los shinobis por miedo a aceptar la realidad. ~Pobre viejo… ~
Simplemente siguieron rumbo a la posada, en teoría el anciano vivía cerca y ella lamentablemente había prometido acompañarle así que tendría que cumplir con su palabra, mientras tanto el calvo parecía importarle poco y nada la seguridad de los pueblerinos. ~Quiero dormir… ~Pensaba la rubia de Takigakure para luego bostezar sin siquiera molestarse en cubrirse la boca, después de todo ellos tampoco eran muy caballerosos con ella. ~ ¿Las damas primero? Cómico que el calvo esté al frente. ~
Los dos ojos de color ámbar del calvo estaban clavados en la blanca nieve que posaba bajo sus pies. Pies que dejaban huellas que luego serían deformadas por las pisadas de los dos hombres adultos y la rubia que Karamaru solo podía suponer que los estuviese siguiendo. El shinobi se rascó la calva varias veces con su mano derecha mientras pensaba en las cosas que había visto y en las cosas que quedaban por ver.
«¿Y si tal vez estamos tras una asesina? Un cuerpo sin ropa y un preservativos que tal vez habían sido usados... ¿Mala relación amorosa? ¿Falta de respeto a una prostituta malhumorada?»
Pensase lo que pensase Karamaru todo era muy extremo, nada podría caber dentro de lo lógico en un pueblo calmado como ese. Faltaba información, faltaba saber muchas cosas que Hiromi debía de contestar cuando llegasen a la posada. El monje tenía ideas de para adonde apuntaba la cosa pero también tenía otra preguntas
¿Qué tanto sabrá esa kunoichi?- susurro en un tono inaudible para el resto de caminantes.
Tal vez no sabía lo que sabía Noemi pero si sabía que la pregunta había llegado a buen puerto para lo intereses del calvo. Al parecer había alcohólicos en la ciudad y Yoshi se había ido un poco más con su lengua y dio información que a Karamaru tal vez le serviría.
Aunque es cierto que Arashi últimamente bebe un poco más de lo que le convendría… ¿Pero quién puede culparle? Si mi mujer me abandonase y tuviese que irme de casa…
«¿Así que hay ciertos problemas de infidelidad y de alcoholismo?
Curioso... Muy curioso...
Arashi...»
La pequeña caravana de personas seguía caminando sobre la nieve y Karamaru finalmente divisaba a lo lejos la posada del pueblo. Se acercaba cada vez más la hora de conversar seriamente sobre cosas que Noemi todavía todavía no sabía siquiera. Al calvo se le escapó una sonrisa de suficiencia invisible al resto, pero más pronto que tarde se arrepintió de ese pensamiento que no correspondía para una persona como él. No era correcto reírse de la ignorancia de otras personas, pero por lo menos estaba contento de encontrar algo que otros no. Ese sufrimiento extendido por estar con un muerto al lado por lo menos había valido la pena.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Finalmente, tras una pequeña caminata que se les hizo eterna por el gélido viento que soplaba contra ellos, alcanzaron a ver la posada, cuyo interior seguía irradiando la misma luz que cuando se fueron.
Sin embargo, Hiromi se detuvo. A la derecha del camino estaba su casa, la casa más próxima a la posada de todo el pueblo. Y también la más grande.
—Aquí se detiene mi camino —informó Hiromi—. Mañana me espera un día duro. Nos espera un día duro a todos —se corrigió—. Hay que preparar el cuerpo, la ceremonia de entierro, el banquete… —Suspiró—. Espero que permitáis que un hombre viejo como yo se tome un pequeño descanso. Buenas noches.
Y casi sin dejar tiempo a una réplica, dio media vuelta para entrar en su hogar.
*** *** ***
—Gran deducción —dijo Yumiko, con cierta sorna.
Las mejillas de Datsue se encendieron. Había dicho una obviedad, tenía que admitirlo, pero aquella mujer estaba empezando a caerle realmente mal. Estaba compitiendo casi a la misma altura que el de ojos de koala, el cual llevaba un buen rato callado. De hecho, desde que mencionaron la infidelidad no ha vuelto a abrir la boca.
—Lo sé —dijo, como si no hubiese captado la ironía de la posadera—. ¿Y ese tal Arashi sabía de la infidelidad?
Yumiko y Aiko se miraron. Luego Aiko se encogió de hombros.
—Supongo que sí. Quiero decir, era un secreto a voces. ¿Por qué Arashi habría vuelto sino a su antigua casa, hace como un mes?
—Porque era un borracho empedernido, ¿quizá? —le rebatió Yumiko—. No sé cómo Emiko decidió casarse con semejante… —se quedó unos segundos cortada, como si no encontrase una palabra adecuada para definirlo—, ser. Lo que me extraña es que no le hubiese echado de casa en todo este tiempo.
—Pero piénsalo, Yumiko —respondió, tozuda—. Si Arashi descubrió su infidelidad, y hasta un ciego borracho como él lo descubriría, explicaría la muerte de Ryoma. ¡Tuvo que ser él! ¡Por celos!
Yumiko negó con la cabeza, sin dar el brazo a torcer.
—¡¿Ese hombre?! ¡¿Matar a Ryoma?! ¡Ja! Se cagaría en los pantalones de sólo pensarlo.
Datsue escuchaba con atención a las dos mujeres. Desde luego, estaban siendo una fuente de información valiosísima. Y Arashi, por mucho que la posadera dijese, se acababa de convertir en su principal sospechoso.
—¿Y dónde vive ese tal Arashi, si se puede saber?
Yumiko señaló una casa en dirección opuesta al hogar de Ryoma. Directamente, estaba en la otra punta del mapa. Al igual que había hecho con las demás, apuntó su nombre.
—Es el hombre con el que te cruzaste al entrar —apuntó Yumiko.
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~¡Quiero dormir! ~Seguía quejándose la kunoichi en lo que caminaba a una distancia considerable del resto del grupo improvisado, lo peor era que tendría que acompañar al anciano o eso es lo que pensó, al final de cuentas terminó por separarse antes de tiempo y sin dar oportunidad a nada. En ese instante la mirada de la chica cambió totalmente, parecía desconcertada pero en el fondo de su ser estaba feliz porque eso significaba que podría meterse en la posada sin más preambulos tal y como lo hizo.
Al fin podría despegarse del abrigo de Yoshi sin problemas, no padecería el frío ni nada por el estilo y podría irse a su habitación donde nada la molestaría. O eso supuso, las dos mujeres estaban ahí hablando entre si, frente a un chico que le resultó extrañamente familiar. ~ ¿Será...? ~Dijo en su mente justo después de quitarse el abrigo que el posadero le había prestado y lo colgó justamente en el mismo lugar del que había visto que lo habían tomado. Lentamente se fue acercando casi que con sigilo, más que nada para no asustarle ni nada por el estilo hasta que finalmente sus dudas se vieron totalmente despejadas. —¡Datsue! —Exclamó con alegría justo antes de saltar encima del genin casi sin dar importancia a lo que pudieran llegar a pensar ni tampoco si interrumpía algo.
La kunoichi no tardó nada en atrapar al chico en un abrazo pero desde atrás en lo que le aplastó la mejilla en la cabeza y se refregó un poco. —Calentito. — Susurró para si misma sin mostrarse dispuesta a soltar a su presa. —Ey… Me ayudarás con el asesinato, ¿verdad? —Le dijo sin soltarlo, más que nada porque seguía sintiendo algo de frío y el chico estaba bastante calentito, además que estaban frente al fuego así que… Menos motivos para retirarse de allí. Aunque… Si iban a discutir asuntos serios prefería hacerlo en algún lugar algo más privado, después de todo en un pueblo así todos saben todo...
—Si aceptas ve a mi habitación, la segunda a la derecha… — Le susurró en el oído ahora con una expresión seria en el rostro. Tras esto liberó al chico y se enderezó para darle unas palmaditas en los hombros y retirarse de allí, dedicándoles una sonrisa y leve reverencia a los allí presentes. Ahora si, se iría a su habitación si nadie más le decía nada. ~Claro… Dijo que tenía que ir a Shinogi To… Este pueblo le queda de paso… ~Decía en su cabeza Noemi que ya se encontraba dentro de su habitación, sentada sobre la cama donde procedería a cepillar su cabello mientras organizaba un poco sus ideas.
La posada se hizo cada vez más grande a cada paso que daban. Karamaru empezaba a sentir el frío de manera más fuerte pero como usualmente hacía, tomaba eso como un reto para fortalecer su cuerpo. Miraba de vez en cuando hacia atrás para comprobar que todos siguieran el camino y ninguno en ningún momento perdía el ritmo.
Al llegar cerca de la posada Karamaru se frenó en seco para que se acerquen un poco más sus seguidores. Esperaba que Yoshi fuese el primero en entrar pero tal vez el calvo ni siquiera cruzase esa puerta hasta dentro de un rato más. Tras unas palabras Hiromi se desprendió el grupo y comenzó a caminar en otra dirección completamente solo. Yoshi quedó igual de inmóvil que el monje pero la rubia se apresuró por sacarse el frío de la nieve y entró derechito al calor del edificio.
«No, así no. Mira que les dije que había que hablar. Uno se va a su casa y la otra corriendo se aleja de todos sin intentar detener a Hiromi. Al final solo se puede confiar en el posadero»
Cuando vio que Yoshi comenzó a caminar hacia su lugar de trabajo Karamaru lo frenó para dirigirle unas palabras.
Iré con él- dijo apuntando con su mano derecha la espalda del viejo- En un rato vuelvo a la posada
Sin esperar respuesta del barbudo empezó a caminar siguiendo los pasos del sacerdote. Iba a una mayor velocidad y tenía que alcanzarlo dentro de poco pero el calvo regulaba y trataba de quedarse atrás para que Hiromi no lo viese. Lo seguiría hasta su casa para poder hablar en privado, casa que se encontraba cerca y que ambos alcanzaron rápidamente. Pudo verlo entrar y unos segundos más tarde Karamaru golpeaba la puerta esperando que abriese.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
28/02/2016, 03:38 (Última modificación: 4/06/2016, 19:16 por Uchiha Datsue.)
Nada más llamar a la puerta, se oyó un ruido sordo, seguido del característico sonido de un objeto pesado al caer.
—¡Auch! —Oyó Karamaru al otro lado. Tras unos segundos más, en los que se oyó algo arrastrándose por el suelo, el sacerdote entreabrió la puerta—. ¡Demonio, chico, pero si eres tú! —exclamó, abriéndola del todo. Con la mano libre se rascaba la cabeza, donde un chichón iba cobrando forma y tamaño—. Menudo susto me has dado, hijo. ¿Qué ocurre? —preguntó, con voz cortante.
*** *** ***
Casi ni tuvo tiempo a reaccionar, tan enfrascado como estaba en la conversación sobre los posibles autores del crimen, cuando una voz le sobresaltó:
—¡Datsue!
¿Aquella voz no era...? ¡Noemi! Cuando quiso darse la vuelta ya la tenía encima, atrapado en su abrazo y sin poder moverse. Bueno, sí podía, pero no quería. ¿Qué clase de hombre querría zafarse de un abrazo como aquel?
—Ey… Me ayudarás con el asesinato, ¿verdad?
—Cl… ¡Claro! —tartamudeó. No sabía porqué, pero de pronto se había puesto muy nervioso. Le gustaba la sensación que se tenía al ser abrazado: el cálido aliento de Noemi susurrando en su oído, el suave perfume a jazmín empalagando su olfato, el más que generoso pecho de Noemi aplastándose contra su espalda… Oh, Dios… De pronto se puso rojo como un tomate, y gracias a los Dioses no tuvo una hemorragia nasal que lo matase en el acto. ¿Cómo demonios no iba a ayudarla?
—Si aceptas ve a mi habitación, la segunda a la derecha… —le susurró en el oído.
¿Había oído bien? ¿Le estaba invitando a su habitación? En aquel momento se empezó a escuchar un sonido, un sonido acelerado y profundo a la vez: era su corazón, que bombeaba la pasión engendrada por mil amantes por todo su cuerpo. ¿Qué había un asesino suelto? El peso que ocupaba Noemi en la balanza hacía que el orden de prioridades fuese tremendamente claro. A la mierda el crimen.
Pero entonces Noemi le liberó del abrazo, alejándose de él, y Datsue creyó que aquello era lo más cruel que nadie le había hecho. Respondió a su sonrisa con otra, seguramente embobado, y la siguió con la vista hasta que desapareció por las escaleras que llevaban al segundo piso.
Entonces se dio cuenta.
Los tres de la posada le estaban mirando. Más bien parecía que le acosaban con la mirada, y no supo muy bien porqué sintió la necesidad de pedir disculpas. Pero dígase una cosa de Uchiha Datsue: no se le da bien pedir perdón.
—Mi compañera… —optó por decir, olvidándose de las disculpas. Cuando a uno no se le da bien una cosa, es mejor no hacerla. Hay otro tipo de personas que prefieren practicar para mejorar en ello, pero Datsue no era de ese tipo—. Es mi compañera. —Obviamente todos se habían dado cuenta de ello sin su aclaración. ¿Qué me pasa? ¿Por qué me he puesto tan tonto de repente?
Ni siquiera se había fijado en el hombre que había entrado en la posada. Era de grandes dimensiones, arrebujado en una chaqueta de piel para protegerse del frío.
—¿Cómo fue todo, Yoshi? —preguntó Aiko.
El hombre llamado Yoshi se encogió de hombros.
—Creo que no encontraron ninguna pista —entonces miró a Datsue, curioso.
—Otro shinobi —le aclaró Yumiko—. Compañero de la kunoichi, al parecer.
—Sí. Eso mismo dije yo —añadió, en un tono mucho más cortante.
Sin embargo, Datsue se sorprendió al recibir tanta hospitalidad por parte de aquel hombre. Había insistido en dejarle gratis la habitación y la comida —sin encontrar oposición alguna por parte del Uchiha, cabe decir—, y hasta le acompañó hasta su habitación. Datsue aprovechó para dejar allí sus cosas, y tan pronto como pudo se deshizo de sus preguntas. Ya no le interesaba el crimen cometido. Ni siquiera se había molestado en terminar de hablar con las dos mujeres de abajo. Ahora sólo le importaba una cosa…
Tocó tres veces con los nudillos a la puerta, antes de atreverse a abrir.
—¿Se puede? —preguntó el Uchiha, introduciendo medio cuerpo en la habitación de Noemi.
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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Que más daba lo que hiciera el calvo, Noemi ya se encontraba disfrutando de la calidez que le brindaba aquella posada incluso sin tener un abrigo encima, aunque mejor la pasaría dentro de la cama de su habitación o molestando un poco a Datsue que parecía a gusto siendo abrazado por ella. Pero claro, no podía permanecer así por siempre y para siempre y por ende simplemente se devolvió a su habitación que seguía exactamente igual a como la había dejado.
A estas alturas ya se encontraba sentada sobre la cama mientras se cepillaba el cabello y seguía intentando hilar un poco esa información que tenía, ya a la mañana siguiente se dedicaría a interrogar a los posaderos. ~Tengo que contarle todo lo que vi a Datsue… Y supongo que el borracho será el primer sospechoso si es que Yoshi no mintió sobre la bebida, además los conflictos que Hiromi se negó a comentar. ~Demasiadas cosas dando vueltas y muy poco tiempo, bah, tiempo había y demasiado por lo menos para los shinobis, la cosa estaba en evitar más homicidios.
Cualquier tipo de pensamiento en la mente de la rubia se desvaneció al escuchar esos golpes a la puerta y la voz de su compañero, cosa que al instante le sacó una sonrisa. —Ven. —Le dijo en lo que guardaba el cepillo en su portaobjetos y se echaba un poco más atrás en la cama para luego separar levemente sus piernas y tantear el espacio que había dejado libre indicándole al chico que se debía de sentar allí. La idea era abrazarle como hace rato una vez que tomase asiento, así ambos mantendrían la temperatura corporal teóricamente.
—Bien Datsu… Espero que estés cómodo porque vamos a estar un buen rato así. —Le dijo ya jugando con un mechón de su cabello. —La idea es atrapar a un asesino, ya he ido a casa de Ryoma, la víctima y lo único que he encontrado es que lo han matado con algún arma de filo y que le tenían demasiado rencor, suficiente para marcarle una bonita sonrisa de oreja a oreja con un corte. —Explicaba la kunoichi echándose levemente hacia atrás con ambos brazos extendidos hacia atrás para que le sirvieran de soporte en lo que explicaba. —La puerta la han abierto a golpes según vi en el picaporte y además, el viejo sacerdote Hiromi no va a cooperar con nosotros, prefiere quedarse callado a decir nada en contra de alguien. Y en total habrán unos treinta y seis habitantes en este pueblo. Como extra le pedí al sacerdote que se encargara de hacer que todos sepan que estaré dando vueltas buscando al asesino. —Si Datsue pretendía hablar o algo se tendría que esperar a que ella terminase, después de todo no había dado ni tiempo entre una frase y otra para que dijera nada. —Mañana pensaba hablar un poco con los de la posada, a ver si saben si Ryoma ha tenido algún conflicto con alguien, de momento solamente puedo sospechar de Hiromi y Arashi, el único que se le da por embriagarse según dijo el posadero. —Ahora si, había terminado con todo. ~¿Qué habrá estado hablando con las otras mujeres...? ~Se cuestionaba la rubia en absoluto silencio, a la espera de lo que el Uchiha pudiera llegar a hacer o decir.
La madera comenzó a moverse y el anciano apareció atrás con ánimos de humor. Karamaru, por el contrario, reflejaba seriedad en su rostro. Apenas Hiromi terminó de hablar el calvo se precipitó a entrar en la cabaña y refugiarse del frio aunque era lo que menos le preocupaba. Tal vez el sacerdote quedase sorprendido de la intromisión del monje pero el shinobi quería hacer rápido y conciso, no quería perder el rastro de la rubia a la cual todavía tenia desconfianza.
Siento entrar de golpe. Necesitamos hablar.
Karamaru buscó asiento y dejo reposar su cuerpo. Si al dueño del lugar no le apetecía hablar poco podría hacer para sacar el cenobita de esa casa. Buscaba respuesta y se las tendría que dar.
Si quiere que ayudemos deberá responder. Si nos hace actuar con ignorancia fallaremos, como lo hace cualquiera con poco conocimiento. No tomara mucho tiempo, siempre y cuando colabore.
Con el brazo derecho hizo un ademán para que el viejo se sentase y sin dar tiempo a replica continuó su discurso.
Le he estado dando vueltas al asunto y creo que podría tener una idea por donde encaminarlo. Supongo que no debería saber los detalles, tal vez por seguridad tal vez para no demorar, pero quiero que me responda solo tres preguntas.
¿Qué paso entre Arashi y su esposa?
¿Dónde está ella?
Y por último, ¿Ryoma estaba con alguna mujer?
Antes de que Hiromi pudiera decir nada, Karamaru volvió a hablar después de unos segundos de pausa.
No me diga que no sabe...
Dejo la tensión en el aire aun anciano que tardaría un rato en asimilar lo que estaba sucediendo. Seguramente tardara un poco más en comenzar a responder con claridad las preguntas. En la mente del cenobita se cruzaba un y otra vez a la mujer que todavía no conocía pero que ya tenía un gran interés. Lo único importante en esas palabras que daría el viejo eran el paradero de es fémina que podría darle más que respuestas al shinobi.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
3/03/2016, 20:45 (Última modificación: 3/03/2016, 20:48 por Uchiha Datsue.)
La cara que puso Hiromi fue todo un poema. Karamaru había entrado en su casa, sin ningún tipo de recato y educación, y no contento con ello, ahora ofrecía a Hiromi a tomar asiento. ¡En su propia casa!
—No, gracias por invitarme a sentarme en mi propia casa —dijo de manera sarcástica, pero sin poder evitar un cierto tono de irritación en su voz—. Gracias, pero estoy bien así. Gracias —recalcó nuevamente, esta vez sin molestarse en camuflar su enojo.
El chico no pareció captar su enfado, o quizá simplemente no le importaba. Se sentó en uno de los sofás que había junto a la chimenea, cuyas brasas emitían sus últimos suspiros. Entonces, formuló sus tres preguntas. Las tres preguntas que no podían esperar a mañana para ser respondidas.
—No me diga que no sabe... —agregó el pelado, como adivinando las intenciones del anciano.
Hiromi se limitó a cruzarse de brazos y suspirar. Ya no parecía un viejo enfurruñado, tan sólo un viejo. Un viejo terriblemente cansado.
—A la primera pregunta no puede responderte —dijo, serio, mirándole a los ojos—. Lo siento, pero no insistas más.
»A lo segundo, imagino que en su casa. Lo más probable es que no se haya enterado de nada. Mañana va a ser un día difícil para ella… —sus ojos, casi tan apagados como las ascuas de la chimenea, se perdieron en la oscuridad—. Para todos.
» Y respecto a lo último… ¿Qué sé yo? La gente habla, por supuesto… Estamos en un pueblo pequeño, al fin y al cabo. Siempre hay chismorreos. Pero si lo que querías era oír rumores, debiste acompañar a la kunoichi a la fuente de éstos: la posada. Que yo soy un sacerdote, ¡por los Dioses! —exclamó, ofendido—. Los chismes y habladurías no me interesan.
*** *** ***
—Ven. —Aquella petición era música para sus oídos. Abrió la puerta, ansioso, con la boca seca por los nervios y un ligero temblor en la muñeca. Y entonces…
Entonces se encontró con Noemi, la mujer que representaba los sueños húmedos de cualquier adolescente con las hormonas revueltas. Acababa de invitarle a pasar, mientras se acomodaba en la cama y se abría de piernas...
Creyó que le iba a salir el corazón por la boca. Sintió las palpitaciones en su pecho, que vibraba cual tambor empleado por un músico frenético, y sus mejillas se encendieron con la chispa del deseo. Oh, Izanami. Ya puedes llevarme contigo. Sólo espera a mañana, por favor. Sólo te pido eso. Sentía excitación, ansiedad, nervios… Sobre todo nervios. Por los Dioses, ¡tan sólo era un crío! Apenas le quedaba un mes para cumplir los doce. Su cuerpo no estaba preparado…
Datsue sintió cierta presión en los pantalones y rápidamente voló hacia donde Noemi le indicaba para sentarse. Era eso o hacer el mayor de los ridículos. La kunoichi en seguida le abrazó por la espalda, quedando la cabeza del Uchiha peligrosamente encajonada entre sus dos pechos. A fin de cuentas, la diferencia de edad existente entre ambos también se notaba en altura.
—Bien Datsu… Espero que estés cómodo porque vamos a estar un buen rato así —dijo Noemi, jugando con un mechón suelto de su cabello.
Lo cierto es que, para propia sorpresa de Datsue, no se encontraba del todo cómodo. Le daba la impresión que Noemi le estaba tratando como un niño pequeño. O peor, como un juguete. Siempre llevando la voz cantante, siempre diciéndole lo que hacer. ¿Es así como me verá realmente? ¿Cómo un muñeco con el que divertirse?
De pronto se sintió mal, como fuera de lugar. El abrazo de Noemi dejó de enmudecerle el alma para simplemente incomodarle. No pienso ser el bebé con el que se divierte para pasar los tiempos muertos.
Aprovechó que Noemi se echaba hacia atrás, apoyándose con las manos en el colchón, para liberarse de su abrazo, girando sobre sí mismo y poniéndose de cara a ella. Luego se cruzó de piernas, dejando que sus rodillas se encontrasen con los largos y suaves muslos de la kunoichi, cuyas piernas se extendían a ambos lados de él.
A todo esto, ella seguía hablando. Decía no sé qué de una sonrisa de oreja a oreja. Datsue frunció el ceño. ¿Cómo cómo cómo? ¿El qué está diciendo…? Las últimas palabras pronunciadas por la kunoichi resonaron en su cabeza como un eco lejano. Se esforzó por atraerlas hacia él, convencido de que si las dejaba escapar su memoria jamás lograría recomponer el sentido de aquellas palabras borrosas. ¿Acaba de decir que le hicieron un corte de oreja a oreja?
La kunoichi siguió hablando, sin darle tregua:
—La puerta la han abierto a golpes según vi en el picaporte y además, el viejo sacerdote Hiromi no va a cooperar con nosotros, prefiere quedarse callado a decir nada en contra de alguien. Y en total habrán unos treinta y seis habitantes en este pueblo. Como extra le pedí al sacerdote que se encargara de hacer que todos sepan que estaré dando vueltas buscando al asesino.
¿Hiromi? ¿Quién es ese?
—Mañana pensaba hablar un poco con los de la posada, a ver si saben si Ryoma ha tenido algún conflicto con alguien, de momento solamente puedo sospechar de Hiromi y Arashi, el único que se le da por embriagarse según dijo el posadero.
Noemi no paraba de bombardearle con información, cosa que, paradójicamente, causó un efecto positivo en el Uchiha. De pronto ya no se sentía tan hechizado por tenerla tan próxima a él. Incluso sus ojos habían cambiado. Ya no buscaban con avidez la sonrisa de la kunoichi, el brillo en su mirada, las curvas en cada recoveco de su cuerpo… No. Ahora pensaba en el caso que tenía ante él, pues también era una pequeña fantasía hecha realidad. La de protagonizar una de tantas novelas de misterio que había leído. Un asesinato, varios sospechosos y una muerte estrambótica. ¿Qué más podía pedir?
Y además como compañera tenía a una guapa kunoichi de Taki… Sacudió la cabeza, no podía distraerse otra vez con eso. No si quería resolver el puzzle.
—Vale, recapitulemos… La puerta de la casa de Ryoma estaba forzada. A golpes me habías dicho, ¿no? —Datsue esperó a que asintiese—. Después encontraste el cadáver con un corte de oreja a oreja —Datsue compuso una mueca de asco al imaginárselo—. ¿Dónde estaba el cuerpo? ¿Algún detalle que te llamase la atención…? ¿Y el arma? —añadió, preguntándose por el arma homicida. Quizá eso les diese alguna pista—. Respecto a los de la posada… Tranquila, ya hablé con ellos. —De hecho, ahora se arrepentía de haberlos dejado plantados—. La posadera y su amiga creen que pudo ser Arashi. Bueno, más bien es su amiga quién lo cree. —No es que Datsue evitase decir el nombre de la amiga de la posadera, simplemente no lo recordaba. Al igual que tampoco recordaba el nombre de la posadera—. Dicen que la esposa de Arashi tenía una aventura con Ryoma. De hecho, hace más de un mes que Arashi se fue a vivir a otra casa. Y fíjate donde vive la mujer de Arashi —Datsue extrajo un pergamino doblado del bolsillo interior de su yukata, extendiéndolo sobre su regazo. Era el mapa que la posadera le había hecho—. Aquí, justo en frente de la casa de Ryoma —señaló—. Con suerte, quizá vio algo. De todas maneras, lo que parece claro es que el principal sospechoso es Arashi. Ser un borracho y un cornudo es una mala combinación.
»Pero tú sospechas también de Hiromi, ¿no? ¿Por qué? ¿Quién es ese hombre? ¿Es el que os acompañó a ti y al posadero? —preguntó, recordando que había visto a Noemi a lo lejos cuando él entraba en la posada para cobijarse del frío. En aquel momento no se había dado cuenta, pero ahora estaba claro que la había visto a ella. Y le acompañaban dos hombres. Uno era el posadero, y el otro...
Mapa que enseño a Noemi, salvo por el nombre que indica la casa de Hiromi:
En una primera instancia parecía que el Uchiha estaba a gusto siendo abrazado e incluso parecía estar hipnotizado, pero todo eso cambió drásticamente en cuanto ella se echó hacia atrás. ~¿Lo habré imaginado? ~De ser el caso el interés de la kunoichi se vería afectado de manera positiva, un hombre que no terminaba de ceder a sus encantos era sin lugar a dudas algo fuera de lugar y que a ella al menos le interesaba pero él no tiene por qué saber nada, por lo menos no ahora que parece un niño de diez años.
De cualquier manera tenían algo sumamente importante de lo que ocuparse y era ese asesinato. Toda la información que la rubia había recopilado en cuestión de segundos se la transfirió a su compañero de cabellos oscuros aunque realmente era bastante poco lo que se había conseguido. —Si, golpe limpio. El cadáver de Ryoma por su parte está en la cama de su casa, recostado en calzoncillos con un montón de puñaladas por todo el torso, lo único que puedo deducir del arma es que ha de ser un filo pequeño ya que las heridas no lograban atravesarle la carne de lado a lado. —Poco y nada, pero algo era algo, raro que en una escena del crimen solo se pudiese hallar tan poca información al respecto pero este era el caso.
Entre tanta charla, Datsue sacó un mapa y en él señaló una casita que estaba justo frente a otra, según el plano esa era la casa de la mujer de Arashi, el borracho del pueblo. —Pues si, el primero a vigilar sería Arashi. Borracho, cornudo, qué se yo. —Respondió rascándose levemente la mejilla por encima de ese mechón de cabello curvado que señalaba a la comisura de sus propios labios.
»Pero tú sospechas también de Hiromi, ¿no? ¿Por qué? ¿Quién es ese hombre? ¿Es el que os acompañó a ti y al posadero? —
—Si, el anciano ese es Hiromi, es el sacerdote del pueblo. —Respondió desviando la mirada a la ventana que estaba detrás suyo como si pudiese verse algo además de la nada nevada. —Le pregunté a él si sabía algo de algún conflicto entre Ryoma y alguna otra persona y se negó rotundamente a responder, prefiere pensar que no es nadie del pueblo así que no te sorprendas si nos echan la culpa a nosotros. Aunque él haya sido el que dijo al posadero que no nos cobrase por nada. —Agregó luego mientras se acomodaba un poco mejor para estar sentada, aún con las piernas abiertas y extendidas frente a Datsue. —También hay un shinobi de Amegakure deambulando por aquí… Es un calvo con sombrero que intenta hacerse el interesante. —
Noemi le había dicho a su compañero prácticamente todo lo que había pasado en ese poco rato que estuvieron en la casa de Ryoma, nada del otro mundo e incluso podría decirse que Datsue había sacado mucha más información que ella. —Mi idea es ir mañana a buscar al borracho y a su mujer, a ver que pasa. Aunque… Le dije al sacerdote que se encargue de que todos se enteren de que yo estoy investigando el caso, a ver si el asesino muerde el anzuelo o se pone más torpe por ello. —
El calvo revoloteaba los ojos de aquí para allá escuchando las palabras del anciano que tan poco ayudaban. Karamaru comenzaba a enfadarse por saber que el trataba por todos sus medios para resolver la situación pero poco agradecimiento recibía a cambio. Tal vez solamente no quería responder sus preguntas directamente por la forma en la que lo habían tratado, y el monje sabía que hacía era y que también era la forma incorrecta de entrar a la morada de otra persona.
Estaba tratando de intimidar a un pobre anciano que ni se acercaba a ser un enemigo. ¿Tenía abalado por su propia moral hacerlo? Sus enseñanzas decían que no, pero su corazón que si. Esta vez le tocaba al sentimiento gobernar sobre la razón.
El arrugado hombre terminó de hablar y shinobi lanzó un largo suspiro mientras apoyaba sus codos sobre sus rodillas y juntaba las manos como si estuviese rezando. Miraba al suelo, mostrando la calva a los ojos de Hiromi, hasta que decidió darse un golpe brusco con su mano derecha a una de sus rodillas demostrando estar enojado.
«Tendré que ser mas duro que esto. Se que esa mujer esta aquí, como supuse, pero eso no alcanza.»
En pleno silencio se levantó del asiento donde estaba y se acercó al pobre hombre dueño del lugar. Si, se alejaba mucho de las palabras de su abuelo y su antiguo maestro pero el enojo lo llevaba a cometer acciones incorrectas. Se colocó muy cerca del anciano, casi pegando sus cuerpos, y mostró seriedad en sus ojos ámbar.
Déjame reformular un poco...- dijo con el tono mas grave que pudo para asustarlo- No me diga que no sabe, no me diga que no puede.
Bien sabe que alguien, cualquiera de esta aldea pudo haber matado a ese hombre. Si me oculta información podría considerar que eres sospechoso, como todos los residentes de este lugar. Y eso le debe de entrar en la cabeza. Tú, yo y cualquiera que viva aquí puede haberlo matado. ¿Quiere dejar un asesino suelto?
Entonces hable. Hable antes de que se forme una cadena de desconfianza y ninguna persona de este pequeño pueblo pueda vivir con tranquilidad.
Si, Karamaru sabía que estaba exagerando un poco, sabía que era muy raro que eso suceda, pero si al viejo le metía miedo por qué no hacerlo. Si ya se había desprendido de su camino un poquito por qué no hacerlo más.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.