23/03/2020, 12:15
(Última modificación: 23/03/2020, 12:32 por Sasaki Reiji. Editado 4 veces en total.)
Cada uno había viajado hasta el valle por su cuenta. Datsue, Eri, Hana. Cada uno de mis conocidos había caminado por su cuenta hasta él lugar, o tal vez juntos, pero no conmigo. No, no, no es que me dejasen solo. Yo había decidido viajar por mi cuenta para meditar.
Observé mi reflejo en las claras aguas de aquél lago en el que una vez peleé contra un jounin de Amegakure. ¿Había cambiado algo o seguía siendo el mismo? Desde luego, en mi reflejo, solo se veía el paso del tiempo, y no es que me hubiera hecho viejo, pero había crecido.
—Ja, por más que miré el lago ni va a aparecer un espíritu del agua fuese a salir del lago a darme una espada mágica que milagrosamente me ayude a ganar este torneo.
Aquello era una referencia a mi libro favorito, donde un muchacho que parecía que no tenia la fuerza para enfrentarse a nadie recibía una espada mágica de un espíritu acuático que salia de un lago como aquél.
El muchacho y su espada mágica vivían aventuras y derrotaba a todos sus enemigos, para finalmente, convertirse en un guerrero de leyenda. Al final del libro, se descubre que la espada no tenía ningún poder mágico, y que el poder había estado siempre en el corazón del muchacho.
—Aunque yo no necesito una espada mágica, prefiero una hecha por mí...
La verdad es que me preocupaba bastante el no conocer a mis rivales. Los Ninjas no peleaban como Yuuna. Y si yo había entrenado con ella era por que mi objetivo era recuperar el pais del Hierro y pelear contra los samuráis.
No. Los shinobis tenían otro estilo. ¿Podría hacer algo contra ellos? Daruu había estado a otro nivel, pero... ¿Y aquellos que estaban a mi altura? ¿Tendría alguna oportunidad?
—O tal vez sí que necesite una espada mágica...
Por lo menos, lo daría todo desde el primer combate. Quizás no ganaría, pero nadie diría que Reiji no lo había intentado. Y si ganaba, pues mejor. Por lo menos pondría a prueba cuanto había mejorado durante aquellos meses.
Eché un último vistazo a mi reflejo en el lago. Había cambiado. Si. Pero la verdadera pregunta era: ¿Había mejorado lo suficiente?
Observé mi reflejo en las claras aguas de aquél lago en el que una vez peleé contra un jounin de Amegakure. ¿Había cambiado algo o seguía siendo el mismo? Desde luego, en mi reflejo, solo se veía el paso del tiempo, y no es que me hubiera hecho viejo, pero había crecido.
—Ja, por más que miré el lago ni va a aparecer un espíritu del agua fuese a salir del lago a darme una espada mágica que milagrosamente me ayude a ganar este torneo.
Aquello era una referencia a mi libro favorito, donde un muchacho que parecía que no tenia la fuerza para enfrentarse a nadie recibía una espada mágica de un espíritu acuático que salia de un lago como aquél.
El muchacho y su espada mágica vivían aventuras y derrotaba a todos sus enemigos, para finalmente, convertirse en un guerrero de leyenda. Al final del libro, se descubre que la espada no tenía ningún poder mágico, y que el poder había estado siempre en el corazón del muchacho.
—Aunque yo no necesito una espada mágica, prefiero una hecha por mí...
La verdad es que me preocupaba bastante el no conocer a mis rivales. Los Ninjas no peleaban como Yuuna. Y si yo había entrenado con ella era por que mi objetivo era recuperar el pais del Hierro y pelear contra los samuráis.
No. Los shinobis tenían otro estilo. ¿Podría hacer algo contra ellos? Daruu había estado a otro nivel, pero... ¿Y aquellos que estaban a mi altura? ¿Tendría alguna oportunidad?
—O tal vez sí que necesite una espada mágica...
Por lo menos, lo daría todo desde el primer combate. Quizás no ganaría, pero nadie diría que Reiji no lo había intentado. Y si ganaba, pues mejor. Por lo menos pondría a prueba cuanto había mejorado durante aquellos meses.
Eché un último vistazo a mi reflejo en el lago. Había cambiado. Si. Pero la verdadera pregunta era: ¿Había mejorado lo suficiente?