9/06/2017, 18:05
— Ya casi estamos, Gen — murmuró Juro, con una sonrisa de satisfacción. Ya podía ver el valle.
Gen, a su lado, respondió mudamente. Juro bufó levemente.
— Yo también estoy cansado. Cansado de cargarte — señaló, tratando de hacer culpable al muñeco.
“Creo que he pasado demasiado tiempo solo”
De hecho, llevaba días de viaje solo. Muchos días. Le había costado horrores orientarse. Había comprado más de tres mapas durante todo el trayecto, preguntado a más de un centenar de personas, y rezado un par de veces.
“Mi próxima marioneta será una de guía para inútiles en orientación. Me haría millonario”.
Pero ahí estaba. El valle. Todo su esfuerzo no había sido en vano.
— Primero llegaremos al hotel y dormiremos un rato. Después ya nos enteraremos del resto de cosas — informó a Gen, mientras se acercaba a la única entrada que podía observar desde ahí.
Observó levemente la orografía escarpad del valle. Una increíble defensa natural contra cualquiera que intentase penetrar en ella. Resaltable. El material parecía más duro que un muro de doton, creado por la propia naturaleza. Ausentemente, pensó que un ninja capaz de imitar algo así se merecería todo su respeto.
Un recuerdo chispeó en su mente, sobre su conversación con Furui antes de partir...
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— Furui, me marcho — le había dicho, emocionado —. El torneo me reclama.
Recordaba como Furui le había mirado desde el sofá pistacho en el salón de su casa, con una leve sonrisa.
— ¿Nervioso?
— ¿Yo? ¿Por qué?
— Tus piernas no paran de temblar
Era cierto. Pero ni se había dado cuenta.
— No soy muy fuerte… — murmuró, aferrándose a Gen, más fuerte —. Tengo algo de miedo hasta de viajar solo. Por eso he sacado a Gen.
— Juro, haz todo lo posible. Quizá esto haya sido muy repentino para ti, pero Katsue y yo creemos en que lo harás lo mejor posible. — Katsue no estaba con ellos. Se había emprendido en un viaje unos días antes a otro país, que Juro había tenido que rechazar, ya que sabía que el torneo sería en nada. Ella se había disculpado, alegando que haría todo lo posible por llegar a tiempo —. Recuerda. A veces aprender es mucho mejor que ganar.
Y con esas palabras de alivio, se había marchado a una gran caminata, que le llevaría a los valles…
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Esbozando media sonrisa, se acercó a la entrada. Ya no iba a echarse atrás, estaba ahí. Guardó a Gen tras la manta de su espalda, para no levantar sospechas.
En la entrada, había un guardia, ataviado con ropajes de samurái. Juro se irguió, intimidado por su presencia. Este le observó, expectante.
— Buenos días. Soy Eikyu Juro, ninja de Kusagakure — señaló tímidamente a la bandana que colgaba en su frente, con dos toques lentos —. Vengo a participar en el torneo.
El samurái asintió, y Juro se relajó. Unos nervios tontos, pero nervios, al fin y al cabo.
Él y Juro mantuvieron una pequeña conversación. Al parecer, no solo sabía dónde tenía que hospedarse — un lugar llamado Kitanoya —, sino que también sabían su habitación exacta. Le dejó pasar al interior del valle, indicándole lo mejor posible la dirección hacia donde se alojaba, después de darle la llave de la habitación, y un pequeño vale para comprar comida en las tiendas del dojo.
Por lo que había entendido, en el centro de este mini país, se encontraba la capital, Sendōshi. Su alojamiento se encontraba en la zona norte del valle Para llegar, podía atravesar la capital y llegar hasta ahí por un camino señalizado. Lo prefirió mil veces así. Tenía mala experiencia con los atajos.
Por fortuna, su cansancio y el apoyo moral de Gen lograron que no se desviara en ningún momento del camino principal.
La capital era enorme e imponente. Estaba llena de establecimientos, tiendas e incluso hoteles, aunque estos no eran para los ninjas que participasen. El cansancio le hizo abandonar rápido el lugar, pero tuvo la certeza de que volvería en cuanto estuviese mejor. Llena de gente y ambiente, era un lugar más que atractivo para vaciar los ahorros que Katsue le había prestado en el viaje.
Dejando atrás la capital, recorrió el camino norte, deseando llegar al hotel. Se llevó una sorpresa agradable cuando se acercó. Habían tenido el detalle de dejar su hotel rodeado por un pequeño bosque de árboles y bambú que le daba un toque hogareño. El edificio no se quedaba atrás. Se habían esforzado para darle una sensación de comodidad.
Nada más entrar, se sintió bañado por la luz que entraba. Era abierto, luminoso. Sonrió, disfrutando de la sensación.
Explorando un poco, pudo localizar lo que parecía ser un patio exterior, con un par de bancos y mesas al sol, probablemente actuando como zona común para ellos. Este comunicaba con el hall principal, en el que había varias localizaciones. Había acceso a lo que parecían ser dojos interiores y las habitaciones. Estas se dividían en hombres y en mujeres.
“Hora de entrar en lo que será mi habitación” — pensó, con ganas de dejarse caer en alguna cama cercana.
Se acercó a la habitación que parecía ser suya, con al llave que el guardia le había otorgado como guía. La abrió, expectante. Ante él se hallaba una habitación mediana. Tanto las paredes como el suelo tenían el color de la madera. Incluso había colgados varios cuadros sobre la naturaleza, los cuales ayudaban a transmitir esa sensación de paz.
A una esquina, se encontraba la cama, con sabanas azules y almohadas impecables. Al otro, un escritorio enfocado contra la pared, y una ventana por la que se filtraba más de ese bello sol. Explorándola más, pudo ver que había muchas cosas: desde una cocina con nevera y fregadero, hasta un baño — con el que se comprometió a visitar luego. También había un pequeño baúl para guardar cosas junto al escritorio, también hecho de madera.
Juro depositó a Gen en la cama, recostado. Aunque fuese una estupidez, no iba a abandonarle en un pobre armario. Era su compañero. Le parecía cruel.
— Creo que empezaré por darme una ducha. Si, eso estará bien — murmuró, tratando de ocultar la ilusión de su voz.
Tenía ganas de empezar. Aunque los combates aun no estaban definidos, la emoción le embargaba.
¿Qué clase de aventuras podría vivir en ese nuevo lugar?
Gen, a su lado, respondió mudamente. Juro bufó levemente.
— Yo también estoy cansado. Cansado de cargarte — señaló, tratando de hacer culpable al muñeco.
“Creo que he pasado demasiado tiempo solo”
De hecho, llevaba días de viaje solo. Muchos días. Le había costado horrores orientarse. Había comprado más de tres mapas durante todo el trayecto, preguntado a más de un centenar de personas, y rezado un par de veces.
“Mi próxima marioneta será una de guía para inútiles en orientación. Me haría millonario”.
Pero ahí estaba. El valle. Todo su esfuerzo no había sido en vano.
— Primero llegaremos al hotel y dormiremos un rato. Después ya nos enteraremos del resto de cosas — informó a Gen, mientras se acercaba a la única entrada que podía observar desde ahí.
Observó levemente la orografía escarpad del valle. Una increíble defensa natural contra cualquiera que intentase penetrar en ella. Resaltable. El material parecía más duro que un muro de doton, creado por la propia naturaleza. Ausentemente, pensó que un ninja capaz de imitar algo así se merecería todo su respeto.
Un recuerdo chispeó en su mente, sobre su conversación con Furui antes de partir...
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— Furui, me marcho — le había dicho, emocionado —. El torneo me reclama.
Recordaba como Furui le había mirado desde el sofá pistacho en el salón de su casa, con una leve sonrisa.
— ¿Nervioso?
— ¿Yo? ¿Por qué?
— Tus piernas no paran de temblar
Era cierto. Pero ni se había dado cuenta.
— No soy muy fuerte… — murmuró, aferrándose a Gen, más fuerte —. Tengo algo de miedo hasta de viajar solo. Por eso he sacado a Gen.
— Juro, haz todo lo posible. Quizá esto haya sido muy repentino para ti, pero Katsue y yo creemos en que lo harás lo mejor posible. — Katsue no estaba con ellos. Se había emprendido en un viaje unos días antes a otro país, que Juro había tenido que rechazar, ya que sabía que el torneo sería en nada. Ella se había disculpado, alegando que haría todo lo posible por llegar a tiempo —. Recuerda. A veces aprender es mucho mejor que ganar.
Y con esas palabras de alivio, se había marchado a una gran caminata, que le llevaría a los valles…
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Esbozando media sonrisa, se acercó a la entrada. Ya no iba a echarse atrás, estaba ahí. Guardó a Gen tras la manta de su espalda, para no levantar sospechas.
En la entrada, había un guardia, ataviado con ropajes de samurái. Juro se irguió, intimidado por su presencia. Este le observó, expectante.
— Buenos días. Soy Eikyu Juro, ninja de Kusagakure — señaló tímidamente a la bandana que colgaba en su frente, con dos toques lentos —. Vengo a participar en el torneo.
El samurái asintió, y Juro se relajó. Unos nervios tontos, pero nervios, al fin y al cabo.
Él y Juro mantuvieron una pequeña conversación. Al parecer, no solo sabía dónde tenía que hospedarse — un lugar llamado Kitanoya —, sino que también sabían su habitación exacta. Le dejó pasar al interior del valle, indicándole lo mejor posible la dirección hacia donde se alojaba, después de darle la llave de la habitación, y un pequeño vale para comprar comida en las tiendas del dojo.
Por lo que había entendido, en el centro de este mini país, se encontraba la capital, Sendōshi. Su alojamiento se encontraba en la zona norte del valle Para llegar, podía atravesar la capital y llegar hasta ahí por un camino señalizado. Lo prefirió mil veces así. Tenía mala experiencia con los atajos.
Por fortuna, su cansancio y el apoyo moral de Gen lograron que no se desviara en ningún momento del camino principal.
La capital era enorme e imponente. Estaba llena de establecimientos, tiendas e incluso hoteles, aunque estos no eran para los ninjas que participasen. El cansancio le hizo abandonar rápido el lugar, pero tuvo la certeza de que volvería en cuanto estuviese mejor. Llena de gente y ambiente, era un lugar más que atractivo para vaciar los ahorros que Katsue le había prestado en el viaje.
Dejando atrás la capital, recorrió el camino norte, deseando llegar al hotel. Se llevó una sorpresa agradable cuando se acercó. Habían tenido el detalle de dejar su hotel rodeado por un pequeño bosque de árboles y bambú que le daba un toque hogareño. El edificio no se quedaba atrás. Se habían esforzado para darle una sensación de comodidad.
Nada más entrar, se sintió bañado por la luz que entraba. Era abierto, luminoso. Sonrió, disfrutando de la sensación.
Explorando un poco, pudo localizar lo que parecía ser un patio exterior, con un par de bancos y mesas al sol, probablemente actuando como zona común para ellos. Este comunicaba con el hall principal, en el que había varias localizaciones. Había acceso a lo que parecían ser dojos interiores y las habitaciones. Estas se dividían en hombres y en mujeres.
“Hora de entrar en lo que será mi habitación” — pensó, con ganas de dejarse caer en alguna cama cercana.
Se acercó a la habitación que parecía ser suya, con al llave que el guardia le había otorgado como guía. La abrió, expectante. Ante él se hallaba una habitación mediana. Tanto las paredes como el suelo tenían el color de la madera. Incluso había colgados varios cuadros sobre la naturaleza, los cuales ayudaban a transmitir esa sensación de paz.
A una esquina, se encontraba la cama, con sabanas azules y almohadas impecables. Al otro, un escritorio enfocado contra la pared, y una ventana por la que se filtraba más de ese bello sol. Explorándola más, pudo ver que había muchas cosas: desde una cocina con nevera y fregadero, hasta un baño — con el que se comprometió a visitar luego. También había un pequeño baúl para guardar cosas junto al escritorio, también hecho de madera.
Juro depositó a Gen en la cama, recostado. Aunque fuese una estupidez, no iba a abandonarle en un pobre armario. Era su compañero. Le parecía cruel.
— Creo que empezaré por darme una ducha. Si, eso estará bien — murmuró, tratando de ocultar la ilusión de su voz.
Tenía ganas de empezar. Aunque los combates aun no estaban definidos, la emoción le embargaba.
¿Qué clase de aventuras podría vivir en ese nuevo lugar?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60