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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
—¿Qué tal si subimos a un árbol alto y buscamos una buena salida? —dijo Daigo, mientras observaba pacientemente a su alrededor, a fin de encontrar el árbol más alto que tuviese cerca suyo. Le habrá bastado un par de segundos para dar con el indicado: una corteza fuerte y amplia, que se erguía imponente al lado de sus árboles hermanos como el mayor de todos ellos. Su copa sobresalía por encima del pequeño bosque que rodeaba el lago partido—. Voy a ver, solo será un segundo.

Así pues, diligente y sin ánimos de ser alcanzado por la horda de maleantes, el Kusajin y el Amejin invadieron sus pies de una fina capa de chakra con la que tendrían la capacidad de escalar el tronco. Y así lo hicieron, sin ningún inconveniente, hasta llegar a lo más alto del mismo.

Desde ahí arriba, Daigo pudo ver buena parte del Valle, teniendo a su derecha más lejana lo que parecía ser el coliseo en donde se había suscitado la primera ronda del torneo. Hacia el frente, Sendoshi, y caminos varios que llevarían probablemente hasta Nishinoya. Calcularía unos 200 metros desde su posición hasta la salida del bosque, aproximadamente.

Keisuke, sin embargo, tenía demasiadas ramas alrededor como para poder comprobar nada.

Habiendo cumplido con su tarea, y si decidía bajar tan pronto como tuviese la certeza de hacia dónde tenían que caminar, Daigo descendería del imponente árbol para reencontrarse con Kaido, que aguardaba pacientemente por ambos. Sin embargo, cuando pisó tierra firme, se daría cuenta de que nadie, absolutamente nadie, le estaría esperando.

No había rastro de Kaido, ni tampoco de Keisuke.

. . .

Cuando Keisuke hubiese bajado después de darse cuenta de que había escogido un árbol con altura insuficiente, se encontraría con Kaido.

—Joder: ¿por qué tardan tanto? —comentó, visiblemente nervioso—. ¿Y Daigo-kun?
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#32
No está demasiado lejos... si nos damos prisa deberíamos de llegar antes de que nos alcancen.

Daigo se tomó unos segundos para memorizar el camino que habría de tomar. Un segundo, dos segundos... ya está. Todo al frente. Memorizado.

Se apresuró a bajar lo más rápidamente que pudo para no perder un solo segundo. No tenía ganas de ser atrapado por un grupo de hombres pendencieros y malhablados.

—Chicos, si vamos por allí no tardaremos mucho en llegar a Sendoshi —dijo a pocos metros del suelo, apuntando en dirección a Sendoshi—. Seguro que allí no nos molestarán, pero tenemos que apresurarnos, no sabemos por donde van.

Saltó del tronco para recorrer más rápido la distancia que lo separaba de tierra firme.

—Vamos, no hay tiempo que perder —apremió a... nadie, pues por lo visto, para cuando llegó al suelo, Kaido y Keisuke ya se habían marchado.

No puede ser... ¿en serio se han marchado?

Daigo no podía creer lo que veía. ¿En serio se habían ido así sin más?. Impresionante. Pero no pensó mal de sus por mucho tiempo, pues en seguida se le pasó una idea horrible por la cabeza.

Demonios ¿Y si ya los han pillado?

Solo de pensar eso se le pusieron los pelos de gallina, así que no tuvo más elección que hacer lo único que podría hacer en una situación como esa.

—¡Kaido!, ¡Keisuke!. ¿¡Dónde estáis!?

Empezó a vociferar mientras caminaba sin rumbo, esperando encontrarlos de esa manera.
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#33
Ascendí sin dificultad aparente, no obstante, una vez hubiera llegado a lo más alto posible mi visión se veía lo bastante frondosa, ciento de ramas tapaban todo rastro de posible y útil información, miré a un lado, luego a otro, sí tan solo pudiera ver algo que nos pudiera orientar un poco... Miré a mis alrededores pero ahora en busca de Daigo, debía estar suficientemente cerca, quizá pudiera darme algún tipo de idea o incluso cambiar de roble...

No obstante, los árboles a mi alrededor no parecían alzarse tan altos como para poder mejorar mi visión y tampoco vi ningún rastro del peliverde... ¿Habría bajado ya? Con cierto pesar, disgustado por la falta de información, comencé el descenso, de la misma forma tranquila y calmada con la cual me había encargado de subir, bajé.

La imagen de Umikiba se manifestó unos segundos más tardes y luego mis pies tocaron tierra firme. —La visión allá arriba no fue nada fácil, no pude ver nada...— Expliqué ante la primera interrogante del azulado. Luego escuché lo inesperado. —¿No ha bajado ya?— Pregunté curioso y luego elevé mi mirada para asegurarme de que no veía descendiendo.

—No pude verlo arriba, pensé que habia bajado y estaba aquí...— Dije con sinceridad para seguir buscando con mis orbes. Y repentinamente vociferé: —DAIIIIGOOOOO!! — Mientras mis manos se unían alrededor de mi boca para dar potencia al llamado.

"Estaba seguro que estaba por aquí" Volví a barrer el lugar con mi vista y esperaba a que obtuviera algun tipo de respuesta.
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#34
—No pude verlo arriba, pensé que habia bajado y estaba aquí —comentó el médico amejin, mientras puntualizaba lo que para todos era obvio. Entonces Kaido le vio todas las intenciones cuando sus manos se envolvieron alrededor de sus labios—. ¡DAIIIGG-!

Antes de que su grito se pudiera convertir en un eco profundo que delatase su posición, el gyojin ya había logrado taparle la boca a Keisuke; arrastrándolo hacia atrás y ahincándose sobre su rostro con fuerza para que no continuara su alarido. Un muy claro shhh le inundaría el oído, para hacerle entender que gritar en medio del bosque con una horda de maleantes detrás de ellos no era una buena idea.

—¿Qué crees que haces, estúpido? —miró alrededor para cerciorarse de que el grupillo de maleantes no les hubiesen cogido la pista, aunque con cada minuto que pasaba, esa opción se iba haciendo más probable—. nos están siguiendo y a ti sólo se te ocurre gritar a todo pulmón.

Entonces volvió a echar un ojo a sus alrededores. Nada. No podía percibir nada cercano a ellos, hasta que... ese crack otra vez.

El escualo miró a Keisuke, sin saber qué hacer. ¿Corrían de ahí y dejaban a Daigo sólo, allí en donde fuera que estuviese?

. . .

—¡Kaido!, ¡Keisuke!. ¿¡Dónde estáis!?

¿¡Dónde estáis!?

estáis

táis...


Su voz rompió el silencio y se expandió a lo largo y ancho del bosque en un eco revelador. Tan revelador para él como para los otros, que le observaban fijamente desde una corteza cercana. Y así, de a poco, una serie de personas idénticas una de la otra —vestidos todos por el mismo conjunto negro, con máscaras cubriéndole mitad de rostro y con un kunai en la mano— comenzaron a rodearlo lentamente. Sus movimientos, lentos y descifrables. No corrían, tan sólo avanzaban parsimoniosamente uno detrás del otro para encerrar a Daigo en un círculo que se antojaba mortal.

Eran cinco. Cinco oponentes en total. ¿Qué haría Daigo?
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#35
Daigo gritó con todas sus fuerzas esperando encontrar a sus compañeros de alguna manera, pero la única respuesta que consiguió fue la respuesta del bosque, que le devolvió la llamada en forma de eco que se perderdería en el viento sin llegar a oídos de nadie.

Bueno. Quizá sí que llegó a los oídos de alguien.

El chico se vio rodeado por cinco personas complétamente idénticas que para colmo vestían exactamente de la misma manera, de manera que no hubiese forma alguna de diferenciarlos.

¿¡Ninja!? ¿Cómo es posible que esos tipos tengan un grupo de shinobi con ellos?.

Daigo adoptó su guardia típica, con ambos puños cerrados fuertemente a la altura de la quijada, formando una especie de coraza con sus brazos que protegería la parte frontal de su cuerpo.

Es imposible que pueda derrotarlos a todos aunque lo intentase, pero quizá si consigo vencer solo a uno o hacerlos titubear pueda conseguir una apertura para escapar.

Se mantuvo en guardia unos segundos más mientras buscaba el valor para actuar. No todos los días te rodean cinco ninja en un bosque de un país desconocido.

—A-ataquen si se ven capaces —dijo pretendiendo parecer más duro de lo que se sentía—. Pero no me subestimen por lo que hayan visto en el torneo...

Entrelazó sus manos en un único sello y exclamó:

—¡Yo también sé ninjutsu!

Una gran nube de polvo de seis metros de diámetro fue escupida por el peliverde directamente al suelo y, sin desaprovechar la oportunidad, intentó correr lo más rápido que pudo hacia el shinobi que debería de estar detrás suya para embestirlo sin detener la carrera.
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#36
Como un ávido luchador, Daigo aguardó pacientemente con sus brazos por encima de sus hombros protegiéndose el rostro y parte del torso con toda la extensión de sus extremidades. Debatiéndose entre el deber y el honor, y su propia fortaleza mental, la cual probablemente intentaría ceder ante la nimia posibilidad que existía para un genin como él de salir airoso y victorioso de un enfrenamiento de uno contra cinco.

Pero el genin kusajin prevalecería ante la adversidad, y exclamaría sus intenciones en voz alta.

—A-ataquen si se ven capaces —dijo pretendiendo parecer más duro de lo que se sentía—. Pero no me subestimen por lo que hayan visto en el torneo...

Los cinco hombres no parecieron reaccionar a sus palabras, y continuaron avanzando tan torpes como podían serlo, aún y pudiendo ver como el muchacho ejecutaba un sello, y admitía saber algo de ninjutsu.

Una gran nube de polvo se levantó desde el suelo, gracias a la ejecución de una técnica de futon por parte del shinobi. Esta abarcó el espacio suficiente como para que las intenciones de Daigo pudieran ser ejecutadas a la perfección, nublando la vista de 3 de los infractores, y quedando con sólo dos en su retaguardia.

Así pues, como toro enfurecido, Daigo embistió al hombre con toda sus fuerzas. Aquello le habría servido tumbar a cualquiera, desde luego, más sin embargo...

El cuerpo de Daigo atravesaría el del hombre como si éste fuera de plástico, el cual se partió en dos con apenas el primer contacto. Pero cuando Daigo voltease, no sólo vería detrás suyo a otros dos hombres, sino que que en donde había embestido al primero, habían ahora tres idénticos. Todos con la misma ropa, el mismo kunai, y el mismo rostro cubierto.


Sigamos tú y yo mientras, Daigo. Ya cuando vuelva Keisuke me encargaré de equiparar los tiempos con los otros dos pj
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#37
Y justo cuando estaba la mitad de mi grito, sus manos me apresaron, me hundieron y mi voz se vio apagada, un sensación de miedo se apoderó de mi por unos milisegundos y luego escuché esa sensación de silencio, aunque mi corazón se había acelerado ya; deje de emitir cualquier tipo de sonido. Quité sus manos de mi boca y luego escuché su reprimenda, tenía razón sí, pero habíamos perdido a uno...

—Bueno bueno, siempre podemos esperar arriba, esperamos a que pasen y buscamos a Daigo desde arriba, ¿Qué dices?— Trate de remediar el fallo tras la propuesta.

Sin embargo, nuevamente sonó el crack, un sonido característico de cuando se rompe una rama seca. Un escalofrío recorrió mi espalda, una mala sensación me inundó. —También lo oíste, ¿no?— Miré a Kaido esperando su afirmación. —Justo así sonó antes de que perdiéramos a Daigo, será mejor mantenernos juntos.— Aseguré viendo a todos lados esperando a que algo se acercara a arremeter a nosotros, o algún otro sonido.
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#38
El cuerpo de aquel hombre cedió como si tan solo se tratase de un muro de papel y se desdobló en dos hombres exactamente iguales, provocando que Daigo cargase contra el aire y tropezara torpemente un par de pasos.

Antes de poder recuperar el equilibrio, Daigo pudo ver de reojo como el shinobi se había partido en dos hombres exactamente iguales. Con el mismo conjunto negro, las mismas máscaras y el mismo kunai en la misma mano.

¿¡Bunshin!? Pensó mientras recuperaba su guardia, volviendo a encarar a aquellos shinobi. Genial, si tan solo se tratan de bunshin de academia, entonces...

Daigo realizó un único sello manual con su diestra y escupió un chorro de aire que despejaría la nube de humo que él mismo había creado hace unos instantes.

Miró a su izquierda y a su derecha de reojo mientras retrocedía lentamente. Necesitaba una buena vista de la situación para conseguir localizar a su verdadero enemigo.

Uno de ellos tiene que ser el real, solo debo saber cual.



Chakra

62/90

-16
-12


¤ Fūton: Sunabokori
¤ Elemento Viento: Nube de Polvo
- Tipo: Apoyo
- Rango: D
- Requisitos: Fūton 15
- Gastos:
  • 8 CK
  • (Fūton 30) (multiplicable x2)
  • (Fūton 45) (multiplicable x3)
- Daños: -
- Efectos adicionales: Crea una nube de polvo que entorpece la vista
- Sellos: Carnero
- Velocidad: Muy rápida
- Alcance y dimensiones: La nube de polvo abarca 3 metros a la redonda por multiplicación
Esta técnica es utilizada para escupir una gran cantidad de viento cargado de polvo desde la boca. En sí, el polvo que expulsa el usuario ya es suficiente para cubrir un gran área, pero la técnica levantará polvo incluso más denso si se utiliza sobre el suelo.

¤ Fūton: Soyokaze no Jutsu
¤ Elemento Viento: Técnica de la Brisa Ligera
- Tipo: Apoyo
- Rango: D
- Requisitos: Fūton 20
- Gastos: 12 CK
- Daños: -
- Efectos adicionales: Desvía el rumbo en medio del aire
- Sellos: Carnero (una mano)
- Velocidad: Rápida
- Alcance y dimensiones:
  • Desvía al usuario 3 metros de su rumbo en mitad de un salto o una caída, en línea recta.
  • (Fūton 80) El usuario puede desplazarse parabólicamente.
Escupiendo un fino pero concentrado chorro de aire desde su boca, el usuario es capaz de cambiar la dirección de caída o aterrizaje de un salto en medio del aire a alta velocidad durante distancias cortas. Esto le permite amortiguar caídas o incluso esquivar ataques en pleno vuelo. Esta técnica puede utilizarse sobre el suelo para disipar bombas de humo o nubes de polvo.
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#39
Kaido oyó en silencio la propuesta de Keisuke, y asintió. Miró de nuevo a su alrededor, y le observó detenidamente.

—Vale, pero subiremos al mismo árbol. Mira, éste.

Lo señaló, y comenzó a escalar. Gracias a su chakra, y con las piernas en vertical.

Kaido sintió, sin embargo, cómo el cuero de un látigo le acarició el estómago y le envolvió cual serpiente constrictora. De pronto, la fuerza de aquel largo apéndice le haló hacia atrás obligándolo a separarse del árbol y caer al suelo. Keisuke vería todo ésto desde un poco más arriba, si es que había decidido escalar primero, y podría observar a la persona que había cometido tal ofensa hacia su compañero de aldea.

Era aquel hombre, el calvo. El que hablaba terriblemente mal, y que buscaba venganza. Venganza por no haber ganado la apuesta que realizó en la primera pelea de Kaido. El mal perdedor.

—¡Já!, te tengo, chiquillo.

. . .

La ventisca producida por Daigo despejó el panorama. Las ramas de los árboles de movieron, la tierra bajo sus pies se levantó de su tensa calma, incluso alguno que otro animal se vio obligado a salir despavorido por los azotes de viento. Pero no así aquellos hombres réplica que le envolvían en un círculo que cada vez se iba haciendo más y más cerrado. Porque ahora que el kusajin podía verlo todo con privilegio, se daría cuenta que ya no eran sólo cinco enemigos como al principio, sino que ahora eran diez.

¿Pero cómo? ¿y por qué? ¿no le había él atinado una buena embestida de toro a uno de ellos? ¿y qué sucedió después?

Lo traspasó, y ninguno desapareció. Eso tenía que significar algo. Incluso que no se tratase, quizás, de un simple bunshin. Pues los bunshin, al recibir el contacto de lo ajeno, se deshacía sí o sí.
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#40
Kaido consideró lo que expresé, decidió que era buena opción mirar desde lo alto y entonces decidí ir primero por el árbol que señaló. —Vale, esperemos que Daigo esté en alguna de las ramas, por ahí, no sé...— Dije tratando de tener algún punto de vista positivo.

Di los primeros pasos en sentido vertical, con un poco de ayuda del chakra, y ascendí lentamente mirando de reojo que el azulado me siguiera para no perderle como al peliverde. Subimos tranquilamente por algunos cuantos segundos, pero de repente Umikiba cayó al suelo siendo apresado por la elasticidad de un látigo. Mis ojos se movieron rápidamente y encontraron a aquel sujeto que recibió un puñetazo por parte de mi compañero de aldea.

—¡Já!, te tengo, chiquillo.

Y su voz inconfundible delató que no se trataba de otra persona. "¿Será que capturaron a Daigo?"

Desde mi posición me hice con tres estrella metálicas y luego las abaniqué al unísono en dirección al mal hablado, todas en dirección a su abdomen, luego me lanzaría al suelo para quedar al lado del peliazul, aunque una pequeña mueca de dolor se manifestaría en mi rostro como secuela de mi combate con Yota, sí debía ayudarle a liberarse del amarre lo haría, sino buscaría rápidamente señal de más rivales.

No obstante, tomé un kunai y levanté mi guardia para estar pendiente de lo que ocurría a nuestro alrededor y de una posible ofensiva por parte del calvo. —No fue buena idea venir a buscarnos...— Comenté como sí él hubiera cometido un grave error.
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#41
Ahora que Daigo había despejado su propia nube de humo, ya podía ver con total claridad su alrededor, como sus agresores parecían imperturbables frente a cualquier acción del peliverde y como, de alguna manera, su amenaza se había duplicado sin explicación aparente.

—I-imposible

Retrocedió un paso presa del miedo, reculó uno más y finalmente se dio la vuelta para intentar huír de la escena, pero para su sorpresa tras suya tambían habían enemigos.

A su alrededor solo habían enemigos, enemigos a su izquierda y su derecha, enemigos que aparentemente no se darían por vencido en su empresa de atacar al chico. Y cuando uno se ve rodeado de enemigos que se multiplicaban ante cualquier ofensiva solo había una que Daigo podría hacer.

Mentener la guardia y esperar.

Esperar a que ellos den el primer golpe, a poderlo ver venir o, en caso de no poder evitar el ataque, esperar estar en condiciones de devolverlo en cuanto lo reciba.

El peliverde mantuvo su posición completamente tembloroso, sabiendo que no podía permitirse vacilar. Esto no era un combate de torneo y no quería descubrir lo que pasaría si perdía la pelea.
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#42
A pesar de sus heridas, Keisuke actuó como mejor creyó conveniente para el momento. Tres estrellas metálicas salieron despedidas desde su posición, y obligó al calvo mal hablado a moverse con la coordinación de un aparente civil hacia su costado más izquierdo, tirándose hacia el suelo.

Y fuera por suerte, o obra del destino, una de esos shuriken calaría perfectamente en el torso de un distraído aunque versátil maleante con algún conocimiento básico de genjutsu. ¿Y por qué genjutsu?

Pues apenas se quejó de dolor de aquella estrella desviada que por suerte había llegado hasta su escondite, el velo de aquel bosque se cayó en súbito. De pronto, Kaido y Keisuke podían ver a Daigo ahí a unos cuantos metros de ellos, y Daigo; evidentemente, también a ellos. Las réplicas que le rodeaban también desaparecieron en un sonoro puff que inundó su alrededor.

El calvo vio a su compinche, y el compinche lo vio a él. Los dos parecían quererse matar con la mirada.

—Me cansé: ¡es hora de nadar, hijos de puta! —espetó, sonriendo con malicia.

Y si sus compañeros eran avispados, se moverían. Detrás de él, o a los árboles, a donde fuera, pero tendrían que hacerlo pronto de no querer ser engullidos por una creciente ola de agua que salió despavorida desde las fauces afiladas y peligrosas del tiburón de Amegakure. Quien hastiado, había decidido invocar el poder de Ame no Kami para deshacerse de una vez por toda de aquellas plagas pestilentes que tanto insistían en seguirles. Y la bendición de Ame no Kami respondió como bien debía hacerlo: tragándose los árboles, y a todos los que se escondían detrás de sus copas.
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#43
Los shurikens volaron hacia el maleante del látigo, quien los evadió lanzándose al suelo. "Tsk" Había fallado, pero no del todo, repentinamente un quejido entre los arbusto se manifestó y gran parte del bosque desapareció, manifestándose dos imágenes en nuestra cercanías, la del peliverde, y otro sujeto que por como miraba al mal hablado estaba más que seguro que se conocían.

—Daigo!— Exclamé nada más al verlo para confirmar que era él.

—Me cansé: ¡es hora de nadar, hijos de puta!

Mis orbes se fijaron en los movimientos que estaba haciendo el escamado y por precaución me retiré, colocándome a su costado, un paso más atrás. Fue en cuestión de milisegundos cuando una potente ola surgió desde la ubicación del peliazul, la misma creció amenazadoramente arrastrando con su paso todo lo que tenía adelante.

—¿No eran más de ellos?— Comenté recordando que había más de dos en el puente y que debíamos mantener la guardia en alto, busqué con mis ojos por el panorama, que ahora había cambiado un poco, y estaba atento ante cualquier movimiento y ruido fuera de lo normal.
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#44
El boxeador se mantuvo en guardia con los nervios a flor de piel, acorazado tras sus brazos que hacían las veces de escudo, de armadura y muy pronto de lanza.

No movió un solo músculo en la espera de alguna ofensiva o movimiento brusco, pero aquello nunca llegó, en cambio y para su sorpresa todos y cada uno de aquellos hombres desaparecieron en una muy leve cortina de humo que no tardó en desaparecer.

—¡Daigo!

—¿Eh?

Levantó la cabeza y bajó los brazos hasta la altura del pecho cual tortuga que estira la cabeza fuera de su caparazón.

—Me cansé: ¡es hora de nadar, hijos de puta!

Apenas consiguió reconocer la voz del escualo cuando este ya había escupido una gran ola de agua que avanzó engullendo todo a su paso.

Todo incluyendo incluyendo a Daigo, quien tuvo que correr todo lo rápido que pudo hacia su derecha para evitar pasar la misma suerte que sus atacantes.

En cuanto el peligro pasó el pasara el genin correría hacia sus compañeros hasta estar a su lado.

—¿Están bien los dos?
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#45
El agua se escurrió a lo largo y ancho del bosque, llevándose consigo el peligro. A todos y cada uno de ellos, así que Keisuke no encontró nada cerca que pudiera significar que la estrategia de Kaido había fallado. No obstante, el gyojin sabía que aquella gran marea producida desde sus fauces no sería suficiente, salvo que todos los maleantes no supieran nadar. Y eso era muy pero muy improbable.

Cuando Daigo apareció por su diestra, le habló con premura.

—Joder, por poco y nos las hacen. ¡Quién diría, que alguno de esos hijos de perra sabía usar genjutsu! y nosotros, seguramente; ninguno sabe usar el puto Kai, ¿verdad?

Escupió al suelo, y miró una última vez hacia su húmedo costado.

—No sé, hemos tenido suerte de que el shuriken de Keisuke fuera a parar a donde no tenía que ir. Llámalo suerte, pero me parece que tenemos que salir de aquí y ya luego me encargaré yo de esos cabrones. Vayámonos, antes de que vuelvan a dar por culo.

Le dio dos palmadas a Daigo en la espalda, casi obligándole a tomar la delantera. Él podía ubicarse, y sabría hacia dónde dirigirse para salir del bosque y tomar rumbo hacia los caminos principales del Valle. Donde cada uno podría poner marcha hasta sus distintas locaciones, a fin de perder a la cúpula de infructuosos maleantes.
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