Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
22/09/2016, 21:31 (Última modificación: 22/09/2016, 21:35 por Manase Mogura.)
El plan de Mogura parecía haber funcionado, carecía de una bola de cristal para saber de que era capaz la kunoichi, solo tenía conocimiento teórico de lo que la mayoría de los usuarios de Katon eran capaces, su primer técnica desarrollada era un resultado de aquella investigación. Poco le serviría para lo que estaba por caerle encima.
Estoy... demasiado lejos...
A pesar de encontrarse en una situación tan caliente y delicada, un escalofrío le recorrió la espalda al escuchar las palabras de la Sarutobi, por un par de razones que él consideraba las de mayor importancia y las que más había premeditado antes de salir de la cama ese día.
Por supuesto que es una técnica "floja", es un Katon de los más básicos... pero...
Comenzó a dar un par de pasos para salir del montón de peleles pero parecía que iba a ser demasiado tarde. Cayó en cuenta de donde estaba parado y que ahora tenía que pagar el precio de pelear en condiciones de distancia desfavorables.
... si enfrentarse a un Katon cualquiera desde lejos es algo arriesgado... entonces enfrentarse al Katon de una Sarutobi es algo demente.
Aquella inocente y relativamente pequeña bola de fuego que dejaba una estela de llamas a medida que se distanciaba de los labios de su creadora iba recorriendo el salón con bastante velocidad. De todas formas no había mucho que Mogura pudiese hacer salvo por correr y para su pesar era mas lento que aquella pelotita de destrucción masiva.
¡Argh!
Intentó en el último momento dar un salto para evitar ser alcanzado pero su pierna izquierda sería alcanzada por la explosión que le siguió al impacto de la técnica. Cayó bastante cerca, prácticamente todos los muñecos y algunas armas en las paredes se vieron afectadas por la intensidad de las llamas.
Apretando los dientes rodeado de un poco de humo se llevó una mano a la rodilla mientras que con la otra realizó un único sello. Dejó escapar de sus labios entonces una espesa masa de polvo que cubrió aún mas las visuales del área próxima a la explosión.
¡Que dolor...!
Pensaba mientras rodeaba de aquella misma aura verdosa su palma, no estaba seguro de que si fuese lo mas sensato quedarse tirado teniendo a la Princesa dragón fuera de su nube de polvo y humo posiblemente preparando un nuevo ataque. Aún así trataba con todas sus fuerzas de evitar dejar escapar un alarido de dolor que pudiese delatar su ubicación exacta.
¡Una distracción...!
Necesitaba comenzar a hilar un nuevo plan para su próxima jugada o tendría que darse por derrotado si no quería terminar como uno de los monigotes que perecían en las llamas a pocos metros de él.
Estado de Mogura
PV
38/80
–
-50
–
+24
–
CK
89/160
–
-28
–
—Objetos:
Bandana ninja [Frente] [7 PV]
Portaobjetos básico [Lado derecho de la cadera] [0/10]
Kit médico [Lado derecho de la cadera junto al portaobjetos]
- Daños: - - Efectos adicionales: Crea una nube de polvo que entorpece la vista - Sellos: Carnero - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: La nube de polvo abarca 3 metros a la redonda por multiplicación
Esta técnica es utilizada para escupir una gran cantidad de viento cargado de polvo desde la boca. En sí, el polvo que expulsa el usuario ya es suficiente para cubrir un gran área, pero la técnica levantará polvo incluso más denso si se utiliza sobre el suelo.
¤ Shōsen no Jutsu ¤ Técnica de la Palma Mística - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Iryō-Nin 30 - Gastos: 20 CK/turno - Daños: - - Efectos adicionales:
Recupera 24 PV/turno
(Iryō-Nin 80): Utilizando el doble de chakra ocasionará un colapso en el cuerpo del objetivo que le dejará inconsciente. Para este efecto necesita estar concentrado y sin interrupciones durante un turno entero.
- Sellos: - - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones:
Cuerpo a cuerpo
(Iryō-Nin 60) La técnica puede utilizarse a una distancia de hasta un metro y medio del objetivo, sin necesidad de entrar en contacto directo con él. La curación se produce a menor velocidad, por lo que el objetivo sólo recuperará 12 PV por turno por el mismo gasto. No podrá producir colapsos de esta manera.
Esta técnica permite acelerar la velocidad de regeneración natural del cuerpo humano enviando chakra desde las manos del usuario, que se iluminan con una tenue luz verdosa, hasta la herida a sanar. Permite al ninja curar sin necesidad de equipamientos médicos o cirugía, por lo que es de gran utilidad en el campo de batalla. Puede usarse para tratar heridas externas e internas. Es vital emparejar con precisión la cantidad de chakra utilizado con la severidad de la herida, por lo que requiere de un preciso control del chakra, ya que enviar una cantidad excesiva de chakra en el cuerpo del paciente podría ocasionar un colapso en la circulación normal del paciente, ocasionando un estado comatoso temporal. Por esto, sólo unos pocos ninjas médicos lo suficientemente habilidosos son capaces de usar esta técnica. Sin embargo, sólo abarca heridas superficiales, por lo que las más graves apenas se verán afectadas.
24/09/2016, 18:58 (Última modificación: 24/09/2016, 18:59 por Aiko.)
Aunque tenía ganas de reír como una piromana alocada, la chica contenía sus instintos mas primarios. No por nada, si no porque frente a ella lo que había no eran tan solo peleles, armas, suelo y paredes ardiendo; también había un compañero, en algún lugar entre tanto fuego. Pero bueno, seguro que estaba bien, era fuerte.
El segundo vorágine de fuego y caos provocó aún mas destrucción que el primero. En ésta ocasión había usado uno de los katones mas poderosos que conocía, aunque le había reducido la cantidad de chakra empleada para no sobrepasarse demasiado. Ni ella misma sabía cuán fuerte podría haber llegado a ser la explosión de fuego, jamás la había llegado a usar a plenas condiciones. Entre fuego, metralla, y humo, su oponente quedó enterrado en una densa y espesa polvareda. Casi parecía algo fuera de lo normal, pues normalmente la nube de humo solía caer rápidamente tras el impacto. Pero ésto le daba una oportunidad de oro.
La chica no perdió segundo alguno, se aproximó hasta la distancia acorde a su plan, y en el camino culminó la serie de sellos que bien debía emplear. Con una sonrisa de oreja a oreja, la chica volvió a escupir una bocanada de aire. En ésta ocasión, no era puro fuego, si no mas humo y polvo. Entremezclando su técnica a la nube residual, el chico ni se daría cuenta de lo que iba a suceder segundos después.
—Booom!— Bramó la chica, lanzando su último kunai al suelo, justo en el interior de la nube de humo.
La chispa que provocó el metal al impactar con el suelo fue suficiente para liberar el efecto de la técnica Sarutobi. Se pronto, toda la nube de humo se convirtió en un mar de fuego. Las llamas lo abarcaron todo, sin temor o piedad. Frente a la chica, el mismo infierno comenzaba a ser pura realidad. Más de la mitad de la sala comenzaba a hallarse prendida en fuego.
«¿Me estaré pasando? Quizás me estoy tomando ésto demasiado en serio... después de todo, no es mas que un entrenamiento... no debería mandarlo al hospital...»
Ciertamente, así era. La chica deshizo su técnica, volviendo su cuerpo a la normalidad, y conservando una guardia algo adelantada. Retenía su agresividad, pero conservaba su porte en el combate. Solo quedaba esperar a ver qué había quedado de su pobre amigo.
Estado de Katomi
Vida
88/120
–
0
–
Chakra
43/150
–
-24
–
—Objetos:
Bandana ninja [Cintura]
Portaobjetos básico (0/10) [Muslo derecho]
Kunai (0) [Portaobjetos] (-1)
* Ninguna AO *
¤ Kimi ga katon, imasugu desu! ¤ ¡A mí ya, elemento fuego! - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Sarutobi 40 - Gastos:
15 CK (divide regen. de chakra)
(Sarutobi 60) 20 CK (divide regen. de chakra)
(Sarutobi 80) 35 CK (pausa regen. de chakra)
- Daños: - - Efectos adicionales:
Recubre el cuerpo del usuario en puro fuego para otorgarle ciertas características.
(Sarutobi 40) Reduce un 25% el daño de Katon. Todo contacto físico causa 5 PV de daño por quemadura.
(Sarutobi 60) Reduce un 50% el daño de Katon. Todo contacto físico causa 5 PV de daño por quemadura.
(Sarutobi 80) Anula por completo el daño de Katon. Todo contacto físico causa 5 PV de daño por quemadura.
- Sellos: Serpiente → Tigre → Perro → Rata - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Esta técnica permite al miembro del clan Sarutobi reducir el daño recibido por ataques ígneos. Desde un simple pelo, hasta la piel y los músculos, todo el cuerpo pasa a estar en simbiosis con una capa de fuego. Esta técnica cuenta con un importante valor estratégico, pues permite al usuario de la técnica usar técnicas de fuego sin meditar, incluso viéndose él mismo en el rango de efecto.
Cuando el shinobi se desmaya teniendo esta técnica activada, o recibe un ataque bastante fuerte (80 PV), el fuego que rodea al usuario de la técnica desaparece. La técnica causa que la misma combustión del fuego permita al shinobi levitar levemente, a apenas 15 centímetros del suelo. La velocidad de movimiento del usuario pasa a estimarse por el atributo poder en vez del atributo agilidad. El fuego calienta el aire que se encuentra alrededor del usuario, el aire caliente asciende, y por ende hace que el shinobi se mantenga en el aire.
¤ Katon: Sarutobi Haisekishō ¤ Elemento Fuego: Pila de Cenizas Ardientes de Sarutobi - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Sarutobi 20 - Gastos:
La nube de cenizas se extiende en un radio de 3 metros a lo largo, y mide 1'5 metros a lo ancho (sin multiplicar)
La nube de cenizas se extiende en un radio de 6 metros a lo largo, y mide 3 metros a lo ancho (multiplicado x2)
La nube de cenizas se extiende en un radio de 8 metros a lo largo, y mide 4 metros a lo ancho (multiplicado x3)
La nube de cenizas se extiende en un radio de 10 metros a lo largo, y mide 4'5 metros a lo ancho (multiplicado x4)
La nube de cenizas se extiende en un radio de 12 metros a lo largo, y mide 5 metros a lo ancho (multiplicado x5)
Tras llevar a cabo los sellos necesarios, el usuario exhala una nube de humo desde su boca. Ocultas en el interior del gas se encuentran millones de partículas de pólvora camufladas, listas para combustir en una violenta explosión. A deseo del ninja, la explosión tiene lugar, además, el gas puede utilizarse a modo de distracción o protección, como si fuera una auténtica bomba de humo. Sin embargo, esta técnica sufre de varios puntos tácticos peligrosos: el humo puede ser movido con facilidad por técnicas Fuuton o similares, pudiendo incluso volverlo en contra del ejecutor, así mismo, cualquier otro tipo de ignición externa hará explotar el gas, con consecuencias imprevisibles.
Los Sarutobi, inventores originales de esta técnica, tienen su propia versión, mucho más versátil y extremadamente peligrosa.
Oculto en el manto de humo trazaba un improvisado plan que le permitiese tomar una posición ventajosa con respecto a la kunoichi llameante. No podía evitar sentir la experiencia como verdaderamente peligrosa e intimidante pero aún así lo estaba disfrutando.
Puedo morir si llego a dar un paso en falso...
No tenía que equivocarse o terminaría seguramente en el hospital o cementerio mas cercano, lo que quede mas a mano.
El grupo de peleles había sido incinerado por la Sarutobi o el fuego que ella comandaba, que venía a ser lo mismo. Solo quedaba una opción para hacer un reemplazo que lo pudiese sacar del apuro y posiblemente despues de eso ya no sea útil por lo que restara de combate.
Después de eso... tengo que atacar si o si.
Realizó una secuencia de sellos y esperó atento a una señal de su compañera y oponente, no esperaba pisadas producto de sus pies, pues la había visto levitar a causa de esa rarisima técnica ígnea, estaba atento a algo más fino, una palmada o el sonido de una llamarada siendo desprendida desde sus labios, cualquier cosa que pudiese indicar una ofensiva por su parte.
¡...!
Ese algo que esperaba se manifestó en forma de palabras, no era el nombre de una técnica secreta de su clan ni alguna que Mogura pudiese haber llegado a conocer de preguntarle a los profesores o a otros ninjas usuarios del elemento Fuego, un simple y corto Boom.
No esperó a que el infierno se desatara en el dojo, llegó a hacer el cambiazo antes de que la chispa iniciara la tormenta de llamas. Dentro de aquella masa de fuego rabioso y destrucción no habría otra cosa que una pulcra y cuidada armadura samurai, y donde estaba esta se encontraba medio agachado un humilde médico de cabello azabache.
Eso estuvo muy cerca...
Susurró jadeando mientras realizaba una nueva secuencia de sellos. La kunoichi había hecho mano a la técnica que uso de carta de presentación el día que se habían conocido.
¡Fūton: Daitoppa!
Exclamó desde su precaria posición arremetiendo con una técnica que ya había usado en el combate. Avanzando en linea recta evitando por poco la masa de fuego, la corriente de aire tomaría una dirección bastante especifica, hacía Katomi, de igual manera tomaría una fuerza bastante considerable para lo que era un viento común y corriente, pero esa era la gracia de la técnica.
¡No me des por vencido tan rápido, amiga mía!
Dijo poniéndose de pie, dejando mostrar su pierna izquierda con marcas de quemaduras, si bien fueron tratadas un poco con el Shosen no jutsu, no estaban totalmente curadas. Mogura no contaba con un abanico de técnicas tan amplio como el de la muchacha de ojos rojos pero confiaba en el alcance que podía llegar a tener esa técnica tan básica.
Dio un saltó hacía delante y se lanzó a la carrera en dirección a la kunoichi formando nuevamente en sus manos sellos, con la intención de cerrar las distancias entre ellos. Ninguno de los dos podía pretender un momento para tomar aire si querían volver a sus casas por sus propios medios.
Estado de Mogura
PV
38/80
–
0
–
CK
54/160
–
-35
–
—Objetos:
Bandana ninja [Frente] [7 PV]
Portaobjetos básico [Lado derecho de la cadera] [0/10]
Kit médico [Lado derecho de la cadera junto al portaobjetos]
* Ninguna AO *
¤ Kawarimi no Jutsu ¤ Técnica del Reemplazo de Cuerpos - Tipo: Apoyo - Rango: E - Requisitos: Ninjutsu 25 - Gastos: 11 CK - Daños: - - Efectos adicionales: - - Sellos: Carnero → Jabalí → Buey → Perro → Serpiente (Carnero/una mano, a partir de Ninjutsu 60) - Velocidad: Instantánea
Con esta técnica, el usuario reemplaza su propio cuerpo con cualquier otro objeto del área, generalmente con un bloque de madera o una roca, en el momento en el que un ataque da en el objetivo. Esto crea una conveniente ilusión óptica, pues hace pensar al enemigo que el ataque ha sido todo un éxito. Entonces, el usuario puede utilizar la pérdida de atención del enemigo para atacarle desde otro punto (no es posible aparecer a sus espaldas, pues te reemplazas por un objeto del campo de batalla que puede estar en cualquier sitio) o huir del campo de batalla. Pueden añadirse sellos explosivos al reemplazo para incluir una última sorpresa. Es un Ninjutsu básico que se enseña en la mayoría de las academias ninja, pero muy pocos novatos salen de la academia sabiendo usarlo perfectamente.
¤ Fūton: Daitoppa ¤ Elemento Viento: Gran Avance - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Fūton 10 - Gastos:
La ráfaga de viento abarca 1,5 metros y avanza 5 metros (mutiplicado x1)
La ráfaga de viento abarca 2'5 metros y avanza 8 metros (mutiplicado x2)
La ráfaga de viento abarca 3'5 metros y avanza 12 metros (mutiplicado x3)
Técnica Fūton básica, que consiste en una simple ráfaga de viento que se genera frente al ejecutor una vez finaliza los sellos. Sin embargo, el poder destructivo de esta puede aumentar exponencialmente si un ninja experimentado utiliza una cantidad de chakra mayor. A diferencia de la mayoría de técnicas Fūton, el Daitoppa no produce cortes en la piel del enemigo, si no que lo golpea de manera contundente, además de alejarlo.
La actitud del médico escondiéndose entre cenizas no era de lo mas prudente, mas obviamente él no esperaría una trama o desenlace como bien planeaba la Sarutobi. Evidentemente, algo tramaba él manteniéndose a las sombras. Pero la chica no pensaba dejarle tiempo para que éste se curase o algo similar, ésta batalla era totalmente suya. Por mucho que pudiese estar sobrepasándose, el chico no parecía estar por debajo de las expectativas, estaba siendo el mejor de los rivales. No podía quejarse en absoluto.
Con la mera chispa provocada por el kunai, todo se convirtió en un nuevo infierno. El fuego era rey absoluto en el dojo, nada le hacía frente. Con la nueva explosión de fuego, nada fue diferente. Todo a su paso ardió, y pronto toda la nube de humo desapareció tras el fuego. Para su sorpresa, en medio de la vorágine solo había sido víctima de su fuego una pobre armadura de la época Edo. A duras penas quedaban los restos, la chica también la había reducido a cenizas...
Suele pasar, un mero obstáculo en mitad de la trayectoria de las llamas no suele resistir demasiado. Pero algo fallaba, esa armadura no había de estar allí —El médico— la había cambiado de lugar, y seguramente a consecuencia él había tomado la posición de ésta. De nuevo, el chico había hecho gala de una buena estrategia cambiándose de lugar en el momento apropiado.
—Mierda...
Su quejido no fue tan alto como el nombre de la técnica bramada por su compañero y rival. En ésta ocasión se había tomado la libertad de atacar desde el punto ciego de la chica; desde la posición de la armadura, no había dudado en abusar de su elemento sorpresa.
La chica giró sobre sí misma, exponiendo su mirada a la del chico. Frente a ella, un torrente de aire avanzaba de manera estrepitosa, abalanzándose sobre ella inminentemente. No tenía demasiado tiempo para evadirla por completo, defenderla iba a ser un completo desastre, y realizar una técnica para contrarrestarla... «No queda otra... en fin...»
Sin demora, realizó un simple sello y escupió. Ya había usado ésta técnica justo hacía un rato, y había comprobado sus estragos... pero no le quedaba otra. No tenía en mente una técnica más rapida y eficiente, era su única opción de librarse de ese inminente ataque Futon.
Las llamas salieron de nuevo de los labios de la chica, que algo extenuada, había errado levemente en la dirección del disparo. Tampoco era algo que acusar, después de todo lo había hecho en respuesta inmediata a un Futon en su contra. Entre el estrés, la situación, y el cansancio... En fin, al menos la salvaría y arrasaría con su oponente.
«Ostras...HOSTIA!»
—CUIDADOOOO!!— Vociferó mientras alzaba la mano, intentando advertir a Mogura.
El torrente de aire no fue mas que combustible inmediato para las llamas de la chica. Pronto, el mayor de los incendios jamas vistos se vio como la llama de un simple mechero. Un auténtico torrente de fuego digno del mayor dragón tomó rumbo hacia su oponente. Arrasó con el suelo, con el techo, con las armas, con la pared... Las llamas lo quemaron todo a su paso. Por suerte para el chico el torrente de fuego pasó tan solo a su lado, quizás demasiado cerca. Pero hasta el patio había quedado en llamas. No era para menos, el aire alimenta el fuego... y esa era su mejor técnica.
Su corazón sin embargo latía a mil por segundo. Casi se le salía del pecho al darse cuenta de lo que había hecho. El hecho de ver a Mogura extinguido entre llamas la había sacado de su énfasis en el combate. Aún viendo que no le había acertado de lleno, no podía quitarse la imagen de la cabeza.
—Lo-lo siento...— Se disculpó aún con el brazo alzado en su dirección.
Las lágrimas le asomaron, y alguna que otra terminó recorriendo su mejilla de arriba a abajo. Dejó caer un suspiro, y por fin bajó el brazo. Aún no había podido tomar aire, el susto había sido enorme.
—Lo siento mucho, Mogura...— Volvió a repetir.
No sabía ni qué mas decir, se había pasado un pueblo. De pronto, su cuerpo se estremeció ante el tacto del agua. Si, hasta los sistemas anti incendios habían saltado. No era para menos, el fuego se había convertido en rey y señor del sitio.
Estado de Katomi
Vida
88/120
–
0
–
Chakra
13/150
–
-30
–
—Objetos:
Bandana ninja [Cintura]
Portaobjetos básico (0/10) [Muslo derecho]
Kunai (0) [Portaobjetos]
* Ninguna AO *
¤ Katon: Gōen no Jutsu ¤ Elemento Fuego: Técnica de la Llama Majestuosa - Tipo: Ofensivo - Rango: A - Requisitos: Sarutobi 50 - Gastos:
60 CK
(Sarutobi 100) (multiplicable x2)
- Daños: 100 PV - Efectos adicionales: Inmunidad a la ventaja con técnicas de agua - Sellos: Tigre - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
El chorro de llamas mide 1'5 metros de ancho y puede llegar a alcanzar los 20 metros de longitud. Al chocar contra el suelo, estalla en 5 metros a la redonda
El chorro de llamas mide 1'5 metros de ancho y puede llegar a alcanzar los 40 metros de longitud. Al chocar contra el suelo, estalla en 10 metros a la redonda
Técnica exclusiva del clan Sarutobi, transmitida de generación en generación. Se trata de un chorro de llamas puro y duro, que actúa como una bala flamígera con peso. Eso quiere decir que puede lanzarse en línea recta, como si fuera una bola de fuego normal, pero el chorro siempre permanece conectado a la boca del usuario. También puede lanzarse en parábolas realmente complicadas, e incluso hacia arriba con la intención de que aterrice en un punto al caer.
Por que cuando la técnica cae en un lugar, estalla en una nube de fuego y destrucción. El verdadero valor de esta técnica reside en su largo alcance. Es capaz de recorrer grandes distancias para causar estragos a varios enemigos en un área y por sorpresa.
Daño recibido: --
Posible daño causado: --
Si mal no me equivoco, sería un daño de 50PV + 50% de tu ataque... un katonsito de 70PV... :3
Si no te parece mal, lo dejamos aquí el combate xD
A causa de sentirse arrinconada, la kunoichi recurrió a su instinto para tomar la decisión adecuada. Lo que el shinobi esperaba que resultara como una vuelta de tablero a su favor tomó un rumbo totalmente diferente que terminaría poniendo final al entrenamiento.
La forma en la que actuó la muchacha de ojos rojos resultó ser bastante inesperada, no se dejó golpear tan fácilmente como había pasado antes sino que había recurrido a un método mas característico de su persona. Echando mano nuevamente a su técnica más poderosa... ¿Seria también la más rápida? Parecía que Katomi había logrado un dominio sobre el fuego bastante enfermizo.
Oh no...
No pudo pensar en otra cosa al ver como su técnica era devorada por el fuego de la chica, y por si fuera poco, lejos de hacerla disminuir su tamaño ocurrió todo lo contrario, la bola de fuego se volvió incluso más grande.
Escuchó la advertencia de su amiga pero su mente estaba en blanco, eso no había estado proyectado en su estrategia, no esperaba encontrarse en la trayectoria de una técnica tan rabiosa y destructiva como el Goen no jutsu sin un reemplazo preparado. No había nada que pudiese hacer para evitar ser golpeado por tamaña masa de fuego, ya había terminado el combate en aquel momento.
Casi que entregado a su suerte, no notó como la técnica terminó pasando a su lado perdonando su vida, sino hasta que la chica volvió a hablar. Su mirada se posó sobre ella, pudo observar su rostro claramente e instantáneamente se lanzó a acortar la distancia entre ambos.
¡Katomi!
Estiró sus brazos para tomar con cierta firmeza de los hombros a su compañera y juntar su cuerpo con el de ella dándole un abrazo, no un abrazo de saludo o de agradecimiento por algún gesto, era como el abrazo de plena preocupación. El joven médico casi se volvía un pedazo de carbón junto a todo lo demás en la pared y tan solo se estaba preocupando por la peliblanca que prácticamente no tenia un rasguño.
Hey... no pasa nada...
No estaba del todo seguro cuales eran las palabras adecuadas para decir en aquel momento, el sonido de las llamas combatiendo con la lluvia artificial del sistemas anti incendio había hecho presencia en el salón.
Estoy aquí, no te preocupes...
Dijo ignorando completamente la presencia del rey y su corte de llamas que a fin de cuentas iban a ser extinguidas por el agua, él estaba lo suficientemente entero como para preocuparse por la salud mental de su compañera incluso ignorando sus propias heridas.
La chica no solo se había pasado tres pueblos y medio, casi había llegado a pasarse por países. No había estado cerca de carbonizar a su compañero y amigo, mas bien había estado cerca de quemar hasta el último palmo de la planta donde se encontraban del torreón. Tan solo había empezado a lanzar un poquito de fuego por aquí y por allá, y cuando se había dado cuenta estaba realizando katones dignos de sus mejores antepasados. La tormenta de fuego que había creado había sido descomunal, algo fuera de lugar, desorbitado.
Pero por suerte no había apuntado bien con ésta última técnica.
El corazón de la chica aún palpitaba frenéticamente, sin descanso alguno. Lejos de quedarse de piedra, maldecirla, o caer desmayado, su compañero corrió hacia ella para "socorrerla". Craso error el suyo, pues en ese mismo instante la chica necesitaba aire. Curiosamente, la ausencia de aire la mantuvo por un momento entre los brazos del chico. Aunque era él la victima, con el abrazo y sus palabras, mas bien parecía la chica la que acababa de ver la muerte pasar de largo. Las lágrimas aún recorrían la mejilla de la chica, y no soltó una sola palabra mas. Mogura era quien consolaba a la piromana, y no al revés.
Al fin, la chica tomó aire. Sin respuesta alguna, respondió al afecto del médico con un abrazo, devolviendole el gesto en igual condición. Con un "Estoy aquí, no te preocupes..." el chico terminó de consolarla. La Sarutobi se secó las lágrimas de su mejilla derecha con la mano diestra, y sin despegarse demasiado del abrazo, llevó la misma hacia la mejilla del chico. Tomó ésta con suavidad, mientras que clavaba sus ojos en los del chico, y por un momento se dejó llevar.
Acercó su rostro hacia el suyo, pensando que podía haber sido la última vez que viese esos ojos color café. Sus labios casi rozaban los del médico. Podía decirse que era la primera vez que iba a hacer ésto... pero el instinto se lo pedía. —POLF!— Su puño golpeó sin piedad la cabeza del chico, dándole un coscorrón para que escarmentara.
—IDIOTA! CASI ME MATAS DEL SUSTO!— Gritó realmente enfadada.
Pero de nuevo volvió a abrazarlo con fuerzas. Una cosa no quitaba la otra... —No vuelvas a asustarme así... por favor...
Era una situación bastante curiosa, Mogura era quien estuvo a punto de volverse chicharrón y aun así era él quien consolaba a la responsable de eso. La escena era realmente dramática, solo parecían preocuparse el uno por el otro e ignoraban por completo todo el fuego alrededor. Pero a fin de cuentas ya no había mucho que pudiesen hacer sobre eso, ya habían iniciado el fuego que consumió gran parte de las cosas del lugar.
En sus brazos, la kunoichi tomó una bocanada del aire que tanto le faltaba y sin decir ninguna palabra correspondió el gesto del shinobi. La observó atentamente mientras se secaba las lagrimas y él a su vez con su diestra intentó hacer lo mismo con la mejilla izquierda de la chica cuando esta acercó su mano a la mejilla del muchacho. Sus miradas se encontraron, ella tuvo una vista clara de sus orbes cafés y él pudo apreciar mas de cerca que nunca esos ojos rojos tan peculiares, era la primera vez que podía apreciar tan de cerca el atractivo de Sarutobi Katomi.
No hubo palabras en ningún momento, parecían dejarse llevar y que cada acción era correspondida por el otro. Podía sentir los latidos del corazón de la chica como si fuesen los suyos propios. Sus rostros cada vez estaban más y más cerca al punto en que sus labios casi se encontraban, se sentía completamente contrario a lo que experimentaba momentos antes.
POLF
¡Ah!
Se lamentó el joven médico, totalmente con la guardia baja y perdido en los ojos de la chica recibió el coscorrón de lleno. La voz de la Princesa dragón inundó la sala con su tono de enfado. Tras su descargo, la kunoichi tomó con fuerza al chico de pelo azabache mientras hacía una especie de petición.
De acuerdo... de acuerdo...
Contestó mientras rodeaba con sus brazos a la preocupada pirómana para devolver el fuerte abrazo, lo último que estaba en sus planes realmente era terminar en una situación como en la que había terminado con su compañera y amiga. La lluvia artificial que peleaba contra el fuego de paso los estaba bañando, no era agua precisamente a temperatura pero el calor que había empezado a hacer por las llamas contrarrestaba el tema ¿O era quizás la calidez que sentía estando junto a la Sarutobi en ese preciso instante?
Mogura seguía abrazando a la Sarutobi férreamente, como si la vida le pendiese en ello. No parecía dispuesto a soltarla con facilidad, después de todo, el momento había sido tenso y crítico. El calor de sus cuerpos los empapaban, o quizás era efecto de los vapores condensados a causa del incendio sofocándose con el sistema anti incendios. Fuese como fuese, tan solo vivían con intensidad el momento. Hasta que la chica chafó el momento. No titubeó un solo segundo, estropeando ese romántico posible beso.
Pero no terminó de separarse de él tras el golpe. Todo lo contrario, lo agarró con mas fuerza. Él respondió de manera positiva a la petición de la peliblanca, dando a entender que no moriría tan fácilmente. Por un momento mas, permaneció a una distancia mas que personal. Ahora mismo el concepto espacio personal había desaparecido, era una palabra efímera que se desvanecía en el aire como un papel en llamas.
Tras un suspiro, y retomar la calma, la chica consideró la opción de separase del médico. Dejó caer el abrazo, que no había sido corto, y terminó de secarse las lágrimas de su otra mejilla. —Bueno... ¿Un café?
Lanzó una pregunta a modo de escudo, buscando zafarse por el momento del sitio. Habían provocado un gran jaleo, quizás era hora de irse y dar novedad en pos de que acudiesen a repararlo. Eso, o bien buscaba solo escusas para apartarse de alguien que comenzaba a estrechar seriamente sentimientos con ella, justo una de sus peores pesadillas... Antes de esas tontería tenía unos objetivos, unos más que claros, no podía dejar de lado sus deberes a costa de placer personal.
—Y... como se te escape que me has visto llorar... te abraso!— Amenazó de broma, alzando el puño. No tardó en hacer una mueca, sacando la lengua y guiñado el ojo izquierdo.
El dramático momento en el que todo podría haber concluido con un beso digno de una novela romántica fue frustrado por la kunoichi. El abrazo por otra parte siguió un par de instantes más, con mas fuerza incluso. Cuestionable su accionar, dos ninjas demostrando sus sentimientos frente a un posible testigo y habiendo cortado la sesión de entrenamiento tan gratuitamente. Pero en aquel momento no estaban siendo justamente ninjas, al menos no solo eso; sino que también estaban demostrando un lado bastante humano.
Katomi buscaría finalizar cortésmente el abrazo lanzando una propuesta sobre la mesa, una que ya había sido planteada desde antes de subir al piso donde se encontraban en aquel momento, un café.
Si, un café.
Respondió el joven médico asintiendo levemente con la cabeza mientras tomaba una distancia mas acorde que respetara el concepto de espacio personal. Ya era un buen momento para ir marchando hacía un lugar más fresco, seguramente no eran los primeros en hacer tal desastre con el salón y posiblemente tampoco serían los últimos.
¿Ver qué...? Un humilde médico como yo no podría haber hecho algo como eso...
Contestó en un tono bastante jocoso, acompañando el sentido de la broma terminando por soltar una pequeña risa mientras frotaba su nuca con una mano. Dio unos pasos entonces en dirección a la salida que los llevaría de regreso al ascensor, debían recuperar sus pertenencias, calzado y otras cosas mas en el caso de Mogura.
Traje unos bocadillos, tengo algo para ti en mi morral también.
Dijo cuando llegaría a la puerta del salón, el joven médico se había tomado una molestia de preparar un poco de comida para después del entrenamiento sabiendo que tardaría un rato en volver a su casa y de paso no estaría demás hacer un buen gesto con su compañera de equipo llevándole algo también.
La Sarutobi y el Manase coincidieron de pronto, no como algo extraordinario, mas bien justo lo contrario. La solución era un café, o al menos la excusa perfecta para recuperar un poco de lo apelado espacio personal. Ahora todo esa "pasión" se había volatilizado, como sucedía con el fuego de la sala. Las armas, armadura, peleles... todos habían sido testigos del poder que residía en la Sarutobi en conjunto a Mogura. Quizás mejor llevarle la corriente a la piromana.
La chica asintió, y sonrió ante la respuesta afirmativa. Con decoro y formalidad, ahora podían respirar sin robarse el aliento mútuamente.
Para cuando ésta decidió gastarle la broma al médico, éste volvió a corresponderla. Pareció hacerse el ciego por un momento, y terminó estallando en una risa. La verdad, empezaban a tener demasiado en común. La Sarutobi no pudo evitar caer en risa también, y ladeó la cabeza un par de veces entre tanto —No había manera de quitárselo de la cabeza.— curiosamente, el chico también se las gastaba.
El médico fue el primero en tomar rumbo a la salida, acto inteligente, la sala estaba comenzando a llenarse de humo. ¿Qué cabe a esperar si metes fuego a un recinto y luego le echas agua? Todo iría a peor si se quedaban allí. Al llegar a donde dejaron los zapatos, así como la mochila del chico, el genin le ofreció algo de comer. Al parecer, hasta se había molestado en traerle algo a ella. Todo un detalle. —Ohh... gracias.
»Casi mejor que lo tomemos fuera, o en la terraza de donde tomemos el café... ¿no crees? Propuso la chica, a la par que alzaba los hombros y volvía la cabeza hacia la hecatombe que había provocado. No había sido poca cosa, tardarían unos cuantos días en arreglar ésta planta de seguro...
Quedasen allí o no, la chica se adelantó y calzó sus botas entre tanto, después de todo era más fácil quitarlas que ponerlas. No es que fuesen excesivamente aparatosas, pero si, en parte sí. Pero oye... ¿y lo bien que le sentaban?
—Por cierto, ¿algún lugar en mente?— Lanzó la pregunta. —Si mal no recuerdo, la última vez que recomendaste un sitio estuvo genial.
Contestó a las palabras de la kunoichi. Sin duda alguna el evacuar aquel lugar sería lo primero a hacer si querían disfrutar una taza de café juntos. Ya no tenían nada que hacer en el salón de entrenamiento, solo tenían que ponerse su calzado e ir a apretar botones en el ascensor.
Ya en el pasillo ambos procedieron a volver a ponerse sus pertenencias, la peliblanca se había desprendido de sus botas mientras que el joven médico había dejado atrás junto a las suyas, un morral con algunos alimentos y su tan característico paraguas.
Todo en su lugar.
Una vez volvía a apoyar sus pies sobre la suela de las botas se acomodó un poco la ropa, una acción casi instintiva y mas que nada parte de la etiqueta que tanto se le había metido en la cabeza por el trato que recibía en su hogar.
¿Algún lugar en mente...? Hmm...
Reiteró la pregunta que se le había hecho a la vez que giraba su mirada a la chica, se llevó una mano al mentón mientras sus ojos empezaban a bailar de un lado a otro buscando algún lugar acorde. Recordó entonces un viejo café donde lo había llevado un par de veces cuando era más joven, un lugar increíblemente aburrido para un niño pero a su vez era muy pero muy tranquilo e idóneo para tener un momento de relajación.
Mi abuelo me llevó un par de veces a un negocio que manejaba un amigo suyo. Es bastante tradicional, muy tranquilo y relajante... no era un ambiente muy entretenido para un niño...
Comentó elevando el dedo indice de su mano libre y colocando su mirada sobre la de la kunoichi una vez más y recordando un poco de los días en que había empezado a recorrer la urbe en compañía de sus guardianes ancianos.
Podríamos probar ir ahí pero si tiene un destino en mente, soy todo oídos.
Agregó mientras marchaba hasta la puerta del ascensor y lo invocaba presionando un botón, tardaría un poco pero se podía confirmar que había comenzado a marchar hacía el piso en cuestión. Si esperaban a terminar su conversación antes de salir del edificio probablemente terminarían tomando el café como un desayuno del día siguiente, además nada les impedía caminar mientras hablaban.
Mogura no pudo rebatir el hecho. ¿Cómo iban a tomarse algo allí en mitad de ese torrente de humo, agua y fuego? Casi parecía la entrada al infierno, aunque en éste caso las llamas iban rumbo a la extinción. Sin objeción alguna, terminó alegando que ciertamente sería lo mejor. Razón no le faltaba.
Para cuando la chica se atavió con sus botas y terminó de ajustarse las prendas, así como de anudarse bien el pañuelo que cubría parte de su rostro y cuello, el genin había terminado también con sus vestimentas. Tampoco es que alguno de los dos fuesen unos presumidos que requiriesen de varias decenas de minutos en pos de arreglarse, al menos no era así por parte de la chica. ¿Sería Mogura uno de esos? —No— su duda no tuvo demasiada espera en pos de ser resuelta. Justo tras ello, la chica preguntó por el lugar donde ir.
Llevándose la mano al mentón, el chico volvió a repetir la pregunta, tomándose su tiempo en contestar. Tras un instante, recordó de un lugar al que iba siendo mas pequeño acompañado de su abuelo. Se trataba de un lugar tranquilo y tradicional, justo lo que cualquier niño tacharía de aburrido, pero justo lo que iban necesitando en esos momentos. Pero aún no estaba del todo seguro Mogura, mientras marchaba a la puerta del ascensor, inquirió en que igual la chica podía sugerir otro lugar de no estar de acuerdo.
—No, al contrario. Seguro que es un buen lugar, y si es tranquilo tal y como recuerdas, seguro que es genial.— Contestó mientras marchaba a pocos pasos del de orbes azabache.
Estando a poca distancia del interruptor, la chica se apresuró en presionarlo. Ahora solo faltaba que el ascensor regresase a la planta en que se encontraban. Mirando bien al chico, se notaba que la piromana se había pasado un pueblo. No es que casi lo redujese a cenizas, la realidad era que le había dado una buena tunda con las llamas. No había caído en la cuenta de que el fuego no es algo con lo que se deba jugar...
—Mogura... ¿estás bien?
Sus orbes rojos como el infierno se fijaban en las prendas quemadas, así como en las numerosas quemaduras que tenía el chico en su piel. Las artes ninjas medicinales eran buenas, pero... ¿Acaso eran capaces de aliviar ese tipo de dolencias así como así?
Parecía que la kunoichi estaba dispuesta a poner sus fichas en el sitio que había sugerido Mogura, al punto de que no parecía contar con una segunda opción. De alguna forma sentía que tenía la confianza de la muchacha, aunque no hubiese sido algo declarado expresamente.
Vamos para allá, entonces.
Dijo sonriendo ligeramente, buscando con la mirada los ojos rojos de la Sarutobi. No pudo evitar ver entonces como estos se posaban sobre el atuendo parcialmente chamuscado por los eventos ocurridos en el interior de la sala de entrenamiento. Si bien aún podía moverse por sus propios medios y contando aún con todas sus extremidades, no podía decir que había salido ileso del entrenamiento.
Mentiría si dijera que no esperaba llevarme algo como esto de recuerdo...
Contestó observando también las marcas de la quemadura y la parte del pantalón afectada. El entrenamiento que habían tenido demostraba de alguna forma lo mucho que habían avanzado en su camino como ninjas durante aquel año que no se vieron prácticamente.
Duele un poco... pero me hubiese dolido aún más el haber tenido que rendirme o haber tenido que despertarme en el hospital.
Por supuesto su técnica de curación no era mágica, trataba las heridas pero no tenía el poder de regenerar el tejido a una velocidad sobrehumana. Pero sin duda alguna había ayudado a que el chico no tuviese que estar usando un baston en ese instante.
Ha pasado un año desde la última vez que nos vimos, quería ver que tan poderosa era la llama de la Princesa dragón y también quería mostrarle que tan fuerte es el viento del Primogénito del Viento.
Incapaz de mentir y con esa ligera sonrisa en el rostro, sus labios fueron soltando las palabras que marcaban sus intenciones con respecto a lo que deseaba fuese el resultado del entrenamiento. Al finalizar su comentario pudo escucharse un sonido proveniente del ascensor, anunciando la llegada al piso donde se encontraban los genin de Amegakure.
Ambos concordaron en que ese sitio que Mogura conocía estaría bien, al menos éste no puso pegas, y era la chica quien buenamente pidió consejo culinario. Sin argumentos en contra, allá iban. Se movilizaron hasta el ascensor, y tomaron rumbo al sitio del que había hablado el médico. Entre tanto, tocaba esperar a la llegada del ascensor.
Esperando a las puertas del moderno sistema de elevación autómata, la peliblanca soltó su preocupación a modo de pregunta. Como respuesta, el médico hizo reconocimiento de que no esperaba irse de rositas enfrentándose a ella, así como alegó que peor se encontraría si hubiese tenido que rendirse, o hubiese acabado en el hospital. La verdad sea dicha, poco le faltó para la segunda opción que no le hubiese gustado. Centímetros concretamente, y habría terminado allí casi seguro. Lo mismo hubiese acabado con una lápida y un horripilante ramo de flores...
Para cuando quiso darse cuenta, el chico había continuado hablando. Éste dijo que hacía bastante que no se veían —Y tanto que sí— y quería comprobar la fuerza de las llamas de la princesa dragón, así como demostrarle a la chica que él tampoco había estado perdiendo el tiempo.
—Tampoco ha sido tanto tiempo... bueno, quizás si... Pero ya nos vimos hace unas semanas. La verdad es que hemos perdido bastante tiempo entrenando y en nuestros quehaceres... ¿verdad?
El ascensor llegó a la planta, y su sonido rompió el leve silencio. Inconfundible, estruendoso, y poco mas animado que ésta sala que compartían, pero allí estaba al fin. Sin preámbulos, éste abrió las puertas, y quedó a despensas de ser ocupado. La chica fue la primera en tomar lugar, así como cuando entró apretó el botón de la planta baja. El sistema ya haría lo suyo por cerrar en el tiempo establecido de seguridad.
—Aunque, mas que perdido el tiempo, lo hemos invertido. Has aguantado todas las llamas que se te venían encima, realmente impresionante... Yo creía que me había vuelto mas fuerte, pero aún así has sido capaz de aguantar y dar la cara. ¿No eras un shinobi enfocado en la segunda o tercera línea de combate? Jajajaja...
Con ésto último hacía una leve referencia a sus dotes como médico, que lo situaban como un guerrero de apoyo. Pero oye, que era mas bien un cumplido, para nada un insulto o mofa. Se suponía que la Sarutobi era la punta de la lanza, pura ofensiva. Mogura había estado a la altura, sin duda alguna.
Si bien había pasado un año entero desde el tiempo mas largo en que se habían perdido de vista, hacía un par de semanas tuvieron el gusto de poder reencontrarse atendiendo su deber como ninjas y formando un equipo para realizar una misión. Por supuesto que no podían descuidar su labor como soldados de Amegakure, cada cual tendría sus propios asuntos que manejar sumado al hecho de que no había sido un evento cualquiera el que habría marcado el inicio de aquel año.
Con la llegada del ascensor, la kunoichi no dudo en ingresar y apretar botones para poder descender hasta la plata baja y de esa forma poder salir del edificio. Mogura tomaría su correspondiente puesto dentro de la caja metálica y esperaría a que el sistema hiciese lo suyo a la vez que continuaba escuchando atentamente a su compañera.
Tiempo invertido... si, suena mejor.
Contestó con una ligera sonrisa en el rostro a la vez que asentía suavemente con la cabeza. Trataría de colocar su peso en su pierna sana y ayudarse ligeramente con las manos para no perder el equilibrio dentro del ascensor, por el momento podría decirse que su pierna estaría bien pero no había razón para descuidarla.
Oh... me esta usted halagando, Sarutobi-dono... Puede que incluso si hubiese una tercer linea de combate, los médicos buscarían colocarse detrás de ellos...
Comentó con un tono bromista mientras hacia un gesto con su palma, moviendola de izquierda a derecha repetidas veces mientras dejaba escapar una risa y se sumaba a la peliblanca. Para ese entonces el receptáculo metálico ya habría empezado a bajar hasta la planta destinada.
Aunque... si por casualidad las tres lineas de combate fuesen a caer... en ese caso los ninjas médico deberán pasar a la vanguardia.
No era una situación muy complicada de imaginar, si la punta de la lanza dejaba de estar en condiciones de pelear y ya no quedaba nadie más que estuviese dispuesto a cubrir ese puesto, cualquiera que estuviese a la altura de llamarse Ninja médico tendría que ponerse en la cabeza de la formación sin dudarlo dos veces.
Visto desde ese lado... tengo que tratar de estar a la altura de las circunstancias.
Dijo con una sonrisa en el rostro, no era la asociación mas grande del mundo la que tenía con la Sarutobi, ya que eran simplemente dos personas pero aún así se sentía a gusto.
¿Crees poder confiarle tu espalda a este humilde médico?
Preguntó casi devolviendole la pregunta que le había hecho la muchacha cuando se pararon dentro del ascensor juntos al inicio de la jornada. Mogura había invertido todo su tiempo de aquel último año en mayormente dos cosas, mejorar sus habilidades médicas y entrenar su elemento para desarrollar técnicas que le permitiesen asistir a la Sarutobi en el combate.