Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
pero soy tan sigiloso como un pato. No creo que salga bien.
Qué poca fe tenían algunos de si mismos.
— Funcionará, hazme caso. Confía un poco en lo que te digo, pero sobre todo confía en ti
Mi genjutsu haría todo el trabajo sucio. Le indique a mi compañero que fuese por la derecha, mientras yo avanzaría por la izquierda, de tal forma que nos asegurabamos que nadie escapase y teníamos controlado la gran mayoría del perímetro. Aunque... si alguien trataba algo raro lo notaría. Avanzamos con el sigilo que podíamos, sin necesidad de hacer pasos muy grandes y puse mi mano sobre la empuñadura de mi katana. Mi objetivo no era el supuesto líder ahora mismo, sino que me interesaba acercarme por la espalda hasta uno de los dos matones que trataba de convencer para luchar y matarme tanto a mí como al peliverde.
Una vez estaba justo en la espalda de uno de los dos gorilas...
¡ZAS!
Una incisión limpia pero certera a la altura del bazo y los riñones con el filo de mi ninjato habiendo aprovechado el camuflaje que me ofrecían mis ejército de zombies. Luego puse un pie en la espalda del tipo y saqué el arma para volver a camuflarme.
— ¿De verdad queréis seguir con esto?
Estado de Yotita
• PV:
160/160
–
• CK:
144/220
–
Regeneración de chakra impedida
–
Fuerza: 35
Resistencia: 30
Aguante: 40
Agilidad: 50
Destreza: 45
Poder: 50
Inteligencia: 40
Carisma: 20
Voluntad: 30
Percepción: 40
[code][spoiler=Inventario]
Portaobjetos [Muslo derecho][9/10]
Hilo shinobi (30 metros)
Kemuridama x1
Hikaridama x1
Pack de 5 cascabeles
Sello explosivo clase C x1
Shuriken x2 (8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo)
Esposas supresoras de chakra
Juego de ganzúas
Fuuma Shuriken x1 25 PV/corte superficial, 40 PV/corte, 65 PV/impacto(En el cinto por el costado izquierdo)
Como era de esperarse del grupo de matones, tan solo los más valientes y curtidos consiguieron no entrar en pánico ante el despertar de los muertos vivientes.
Los genin aprovecharon la situación y se escabulleron a plena luz del día. El rubio por la izquierda y el peliverde por la derecha, ambos intentando flanquear a los matones para un ataque sorpresa.
«Solo tenemos que hacerle el daño suficiente para que dejen de pelear. Debo controlarme»
El chico concentró su mirada en uno de los matones, ignorando a su compañero y confiando en que le iría bien por su lado.
Agarrando con fuerza las esposas por la cadena, concentró chakra de forma visible en su brazo para potenciar un potente lanzamiento por debajo del hombro dirigido al torso del matón que todavía estaba libre y continuaba peleando.
Inmediatamente después el boxeador se impulsó con una de sus piernas para golpear con su ardiente puño en el abdomen de aquel matón.
—¡TOTSUGEKI! —Gritó en el momento del impacto.
Tan solo esperaba que con golpear al cuerpo fuera suficiente para evitar hacerle un daño desmedido.
Vida
180/180
–
0
–
Chakra
108/150
–
-12
–
-30
–
Inventario:
Hitai-ate (Frente)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
Solo se podrán lanzar personas con multiplicable x2 o superior.
Solo se podrán lanzar objetos grandes con multiplicable x3 o superior.
En caso de lanzar una persona contra otra, ambas recibirán la mitad del daño total.
- Sellos: - - Velocidad: Muy Rápida (objetos pequeños), Rápida (objetos grandes y personas) - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo (agarre) 10 metros (lanzamiento)
Con esta técnica, el usuario vitaliza los músculos de al menos uno de sus brazos mediante el chakra para lanzar objetos con una potencia mucho mayor de lo común, pudiendo lanzar objetos pequeños que no superen el tamaño de un balón de fútbol. Dependiendo de la fuerza física del usuario, será capaz de lanzar personas e incluso objetos de mayor tamaño.
Todo objeto o persona lanzada con esta técnica, dejará tras de sí una estela con el color del chakra del lanzador.
¤ Ushi no totsugekii ¤ Embestida del toro - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Taijutsu 25 - Gastos: 30 CK - Daños: 50 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: 5 metros
Esta técnica consiste en acumular una gran cantidad de chakra visible en la pierna y el puño de un lado del cuerpo, impulsándose con la pierna cargada de chakra y golpeando con el puño, liberando todo el chakra que tenía acumulado. Es posible realizar la técnica una segunda vez, utilizando las extremidades del otro lado, aunque el gasto de chakra puede agotar al ejecutor.
20 PV Kabutomushi, 50 PV Ushi no Totsugeki
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Yota notó cómo el interior de aquel hombre era vulnerado sin problemas por la afilada hoja de su katana, que atravesó piel, músculo, hueso y órganos con un crujido de lo más desagradable. Su víctima emitió un gemido sordo de puro dolor, y cuando Yota extrajo su letal arma para volver a retroceder entre sus clones ilusorios, el cuerpo inerte de aquel gorila cayó pesadamente al suelo mientras la sangre fluía a raudales de su horrible herida abierta. El otro lo observaba con horror la grotesca imagen que le había caído en los pies.
Daigo, por su parte, ejecutó un par de jutsus bien localizados para inclinar definitivamente la balanza de la batalla del lado de los ninjas. Pese a encontrarse en inferioridad de condiciones, el hábil uso que hacían de su mayor ventaja —las técnicas ninja— les estaba dando una victoria abrumadora frente a los sicarios, que eran rateros comunes.
El peliverde arrojó sus esposas supresoras de chakra con gran violencia contra el veterano restante, que se encontraba peleando. El tipo recibió aquel proyectil improvisado con el dolor y la confusión que se esperaban, retrocediendo un par de pasos pero sin llegar a trastabillar. Sujetaba todavía su katana con la mano diestra, pero parecía aturdido por el golpe y la sorpresa. No le dio tiempo ni de ver a Daigo antes de que el kusajin le estampara su puño en la boca del estómago, derribándolo un par de metros por el aire hasta hacerle caer de espaldas, comiendo suelo con la nuca.
—¡Hijos de puta!
Ashi el Junco lo veía negro. Muy negro. Pero tenía algo a su favor; había recibido el ataque de una de las sombras de Yota por la espalda, quedando indemne; y su aguzado intelecto de la calle le había permitido deducir que aquello era un "truco ninja" y que no eran realmente enemigos de carne y hueso. El sicario jefe aprovechó al coyuntura para tomar a uno de sus subordinados —de los que quedaban en pie— del brazo y lanzarlo directamente contra Yota, mientras espoleaba al otro.
—¡Ve ahí y pelea, puta rata de los cojones! ¡Si me fallas te juro que voy a decorar el suelo con tus tripas!
El miedo que le tenían aquellos tipos a Ashi —que era una amenaza mucho más conocida y real— fue suficiente para que el matón restante acatara órdenes. Blandiendo su daga, trató de pillar a Daigo por la espalda para apuñalarle en los riñones. El otro sicario había caído sobre Yota, cargando contra él y provocando que ambos cayeran al suelo. Una vez allí, trató de agitar su cachiporra para reventarle la cabeza al kusajin con ella.
Supuse que Daigo había hecho bien su parte del trabajo. A decir verdad, el peliverde era un tipo diligente y cuando se lo proponía podía ser la mar de eficaz. Un buen pupilo, esencialmente. Supo que lo había hecho perfecto cuando percibí el cabreo del jefecillo de tres al cuarto. Estaba tan hastiado que se tomó el lujo de menospreciar a sus propios compañeros. Bueno, si es que se les consideraba compañeros, más bien parecían algo así como sus esclavos. Uno de ellos me lo había arrojado a la puta cabeza.
Así que la respuesta fue que si que querían seguir con aquello y continuar con el derramamiento de sangre. Aquello estaba empezando a adquirir el calificativo de orgía satanica.
Pero me adelanté a lo que pudiese ocurrir. Fue tan sencillo como lanzar mi brazo hacía adelante activando el mecanismo oculto en mi manga para que el kunai saliese disparado, pero no en dirección al matón. Sino a una posición cercana a la del líder y con un simple sello intercambié mi posición con la del arma. Esto me daría una cierta ventaja que aprovecharía durante los 2 o 3 segundos de confusión en los que el genjutsu se había disipado para volver a tomar mi ninjato y realizar una llave a Ashi para dejarle en el suelo y con el filo de mi arma acariciando su yugular, aunque por el momento sin realizar ningún tipo de corte.
— Te lo volveré a repetir, pero te lo advierto, mi paciencia tiene sus límites, ¿de verdad queréis seguir con esto?
Trataría de ser lo más autoritario posible, aunque también pendiente de la reacción de los sicarios que aún pudiesen quedar por la zona.
Estado de Yotita
• PV:
160/160
–
• CK:
133/220
–
-11
–
Fuerza: 35
Resistencia: 30
Aguante: 30
-10
–
Agilidad: 50
Destreza: 45
Poder: 50
Inteligencia: 40
Carisma: 20
Voluntad: 30
Percepción: 40
[code][spoiler=Inventario]
Portaobjetos [Muslo derecho][9/10]
Hilo shinobi (30 metros)
Kemuridama x1
Hikaridama x1
Pack de 5 cascabeles
Sello explosivo clase C x1
Shuriken x2 (8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo)
Esposas supresoras de chakra
Juego de ganzúas
Fuuma Shuriken x1 25 PV/corte superficial, 40 PV/corte, 65 PV/impacto(En el cinto por el costado izquierdo)
Ninjato (15 PV/golpe con mango o vaina, 20 PV/corte superficial, 30 PV/corte, 40 PV/penetración)(en horizontal en la parte trasera del cinto)
¤ Kawarimi no Jutsu ¤ Técnica del Reemplazo de Cuerpos - Tipo: Apoyo - Rango: E - Requisitos: Ninjutsu 25 - Gastos:
11 CK
30 CK (reemplazo por un clon o adversario)
- Daños: - - Efectos adicionales:
Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos
(Ninjutsu 60) El usuario puede añadir un sólo sello adhesivo al reemplazo, o dejar clavada un arma con un sólo objeto atado con un hilo (una vez por combate)
(Ninjutsu 80), (Destreza 60), (Fuerza 60) El usuario es capaz de reemplazarse por uno de sus clones (una vez por combate)
(Ninjutsu 100), (Destreza 60), (Fuerza 60) Si el usuario tiene más de 40 puntos en Fuerza que el oponente, puede utilizarlo (o a un clon de éste) como reemplazo (una vez por combate)
- Sellos:
Carnero → Jabalí → Buey → Perro → Serpiente
(Ninjutsu 60) Carnero
(Ninjutsu 80) Carnero (una mano)
- Velocidad: Instantánea
Con esta técnica, el usuario reemplaza su propio cuerpo con cualquier otro objeto del área, generalmente con un bloque de madera o una roca, en el momento en el que un ataque da en el objetivo. Esto crea una conveniente ilusión óptica, pues hace pensar al enemigo que el ataque ha sido todo un éxito. Entonces, el usuario puede utilizar la pérdida de atención del enemigo para atacarle desde otro punto (no es posible aparecer a sus espaldas, pues te reemplazas por un objeto del campo de batalla que puede estar en cualquier sitio) o huir del campo de batalla. Es un Ninjutsu básico que se enseña en la mayoría de las academias ninja, pero muy pocos novatos salen de la academia sabiendo usarlo perfectamente. Pocos ninjas llegan a dominarla todavía mejor, pero los que lo hacen son capaces de utilizar esta técnica como una ofensiva inesperada.
El maleante salió disparado un par de metros lejos del peliverde, cayendo de espaldas y golpeándose con fuerza contra el suelo.
A juzgar por la reacción de Ashi, a Yota debía de irle tan bien como a él, pues inconforme con el resultado lanzó uno de sus compañeros contra el rubio esperando que aquello sirviera de algo, pero Yota tenía otros planes y atacó directamente al líder.
El boxeador por su parte no tenía ni idea de lo que le acechaba por la espalda. No la tenía hasta que Ashi le gritó y despertó no solo al maleante, sino al peliverde que ahora estaba alerta de lo que sucedía tras suyo.
Aún así el Daigo nunca había sido el ninja más rápido del lugar y aquello le pasaría factura, pues aún sabiendo lo que sucedería apenas pudo girarse para recibir filo del arma con los músculos flexionados de su brazo en un intento por proteger su cuerpo mientras ahogaba un grito. No quería preocupar a Yota, no quería ser una carga.
Desesperado, el genin había concentrado chakra de un momento a otro en sus dedos índice y corazón, dispuesto a crear una potente cuchilla de viento que podría acabar con ese encuentro en un solo corte certero.
«¡NO!»
Pero la cuchilla nunca se llegó a crear y el corte nunca se llegó a efectuar, en cambio la planta del pie empezó a brillar y en un fugaz movimiento aquel brillo viajó desde su pierna que empezaba a empujar desde el suelo, pasando por su cadera que giraba con violencia hacia el maleante y acabando en su puño que impactaría con fuerza en su mandíbula.
Incluso en una situación como aquella el chico no pudo llevarse a sí mismo a realizar una técnica tan letal como la primera y, aunque no se arrepentía de ello, empezaba sufrir las consecuencias de no tener la frialdad de otros ninja a la hora de atacar sin piedad.
Vida
160/180
–
-20
–
Chakra
72/150
–
-36
–
Inventario:
Hitai-ate (Frente)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
¤ Ryū ¤ Dragón - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Taijutsu 50 - Gastos: 18 CK (multiplicable x2) - Daños: Uppercut + 30 PV - Efectos adicionales: La versión multiplicada enviará al oponente por los aires - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Esta técnica utiliza la potencia de todo el cuerpo del usuario, quien canalizará una gran cantidad de chakra que viajará visiblemente desde las plantas de sus pies hasta el puño, culminando en un potente puñetazo ascendente que irá dirigido a la barbilla, el hígado o el bazo del oponente.
Ryū=77 PV
Me he restado el daño de penetración de un tantō. Supuse que ese sería el daño de la daga.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Daigo ejecutó una potente maniobra de Taijutsu que, pese a estar levemente herido —había recibido la puñalada de su compañero en los riñones, aunque la hoja no penetró en demasía la carne del joven kusajin—, terminó por impactar de lleno contra la mandíbula del sicario. El golpe fue brutal, tan fuerte que cualquiera de los presentes hubiera podido jurar que derribaría a un árbol. Mucho menos grande y resistente que un árbol, aquel matón fue derribado y lanzado por los aires para caer de nuevo sobre los adoquines a un par de metros de su posición original... Incapaz de levantarse. Su cuerpo temblaba y tenía la vista en blanco, fruto del tremendo golpetazo.
Yota, por su parte, había esquivado la maniobra del otro sicario con un hábil ardid, intercambiándose por su propio kunai usando el Kawarimi no Jutsu. Sin embargo, la llave de inmovilización sobre Ashi no le salió como esperaba; pese a que el jefe de los matones no era shinobi, sí que tenía un cuerpo curtido en la pelea. Con un movimiento casi líquido, el Junco se deshizo del abrazo de Yota antes de que éste pudiera terminar su llave y le propinó un empujón, tirándole de espaldas. No obstante, no se sobrevino ningún ataque más. Para Ashi estaba claro, llegados a semejante punto, que esa batalla no iban a poder ganarla.
—Putos ninjas... —masculló entre dientes. Luego se volvió a sus hombres, a los que quedaban en pie, y vociferó—. ¡Larguémonos de aquí! ¡Ya nos encargaremos de estos mierdas en otro momento, joder! ¡Todo el mundo a tomar por culo!
Como si fuera una señal que habían esperado durante unos largos minutos, los sicarios que aún podían correr enfundaron sus armas e hicieron lo propio, dispersándose en varias direcciones. Eran bastante rápidos —al menos para Daigo, Yota quizá tendría una oportunidad de alcanzar a los más lentos si se lo proponía— y conocían mejor el entramado de callejuelas circundantes, de modo que tal vez era una persecución que los shinobi no podrían ganar.
En el callejón quedaba con vida únicamente el tipo al que Daigo le había propinado su Ryu. Estaba tumbado boca arriba, con los ojos idos y la cara desencajada —literalmente—. Temblaba con violencia y echaba espuma blanca por la boca, probablemente producto de la agresión del de Kusa.
Puede que me confiase o quizás que subestimase aquel quejica, lo reconozco. Pero el caso es que no llegué a completar la llave que tenía prevista y, en su lugar recibí un empujón del cabecilla de los matones de barrio con la mala fortuna que al trastabillar mis pies impactaron el uno con el otro para acabar yendome al suelo de forma irremediable.
—Putos ninjas... —masculló entre dientes. Luego se volvió a sus hombres, a los que quedaban en pie, y vociferó—. ¡Larguémonos de aquí! ¡Ya nos encargaremos de estos mierdas en otro momento, joder! ¡Todo el mundo a tomar por culo!
Chasquee la lengua.
Estaba algo cansado, sino puede que hubiese buscado el modo de seguir con aquello, pero necesitaba un respiro. En cualquier caso, el cometido estaba cumplido, ahora quizás respetarían un poco más a la gente. O bueno, eso era confiar demasiado en el sentido común de la gente, que para más inri era el sentido menos común de todos. Alcé la vista y me levanté del suelo, viendo lo único que había quedado de los abusones en aquel callejón. Era uno de ellos y estaba en la más absoluta mierda. Joder, si estaba echando espumarajos por la boca y parecía tener los ojos blancos.
Traté de visualizar a mi compañero. Ahí estaba.
— Me cago en la hostia, Daigo-kun —dije con cierta sorpresa— ¿Esto lo has hecho tu? Hay que saber controlarse...
Pero lo cierto era que estábamos solos. Kumopansa no volvería a estar con nosotros aquel día y ahora debíamos encontrar al yonki.
— Bueno, no hay tiempo para chácharas, hay que encontrar al cabrón al que le hemos salvado la jodida vida, ¿Alguna sugerencia sobre dónde empezar a buscar?
El chico jadeó, cansado y sintiendo como ya había gastado casi todas sus reservas de chakra en un par de movimientos, pero eso no le importaba. Con su diestra apretó en la herida y le dolía, le dolía horrores y sangraba, sangraba mucho, pero al menos esa sangre era la suya, ¿no? Todo saldría bien porque no había matado a ese hombre, ¿verdad?
¿Verdad?
Solo la voz de su compañero lo hizo volver a la realidad.
—Me cago en la hostia, Daigo-kun ¿Esto lo has hecho tu? Hay que saber controlarse...
Daigo miró a Yota. Sí, sí lo había hecho él y nadie más.
—Bueno, no hay tiempo para chácharas, hay que encontrar al cabrón al que le hemos salvado la jodida vida, ¿Alguna sugerencia sobre dónde empezar a buscar?
—No, ninguna sugerencia —le respondió—. Adelántate si quieres ir a buscarlo. Yo me quedaré aquí un rato más.
El herido genin se acercó al maleante con paso lento y se agachó cerca suyo sin dejar de aplicar presión sobre su herida. No tenía la más remota idea de lo que debería hacer en una situación como esta, pero al menos quería acompañarlo hasta que fuera seguro llevarlo con alguien que sí supiera qué hacer.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Y así, los dos genin fueron dejados en solitario. Ellos dos y el otro sicario eran los únicos que quedaban vivos en el callejón, donde además había algún que otro cadáver —por ejemplo, el del tipo al que Yota había apuñalado con su espada—, y estaba por ver si el maleante moribundo se uniría a los inertes pronto. Cuando Daigo se agachó junto a él pudo ver que el tipo estaba convulsionando violentamente mientras expulsaba saliva espesa y blanca por la boca. Tenía la cara deformada por el tremendo golpetazo, con la mandíbula torcida en una posición que, definitivamente, no podía ser natural. Sus ojos se mantenían entrecerrados, fijos en nada, como si ya estuviese muerto. Sólo el temblor generalizado y el bamboleo de su pecho arriba y abajo parecían sugerir que seguía con vida... De momento.
Si Yota echaba un vistazo a los callejones aledaños, vería que no quedaba un alma. Era como si los sonidos de la refriega hubieran espantado a cualquiera que estuviese pasando por allí; y probablemente así había sido. Ni siquiera Ushi, que se había comido la explosión del sello que le colocara Yota, estaba donde lo habían dejado. En su lugar se encontraba únicamente un surco negro producto del estallido de la pólvora, allí en la pared donde hacía un rato estaba preso el Toro.
De Calabaza, ni rastro, por supuesto. El ratero probablemente había huído y ya estaría lejos de allí, a saber dónde. Tanzaku Gai era una ciudad enorme y a aquellas horas de la noche, todos los gatos parecían pardos.
—No, ninguna sugerencia —le respondió—. Adelántate si quieres ir a buscarlo. Yo me quedaré aquí un rato más.
Hasta el menos avispado se hubiese sorprendido de la repentina actitud cortante del peliverde. No era algo habitual en él, sino que solía ser alguien cercano y tenía la sensación de que siempre prefería los grupos. Lo que estaba claro es que no iba a abandonarle a su suerte en aquel callejón, solo ante el posible peligro. Aunque el flacucho se había ido y el tipo al que le había petado un sello explosivo también, no me terminaba de fiar y no descartaba una nueva ofensiva por parte de los secuaces de Dedo Amarillo.
— Oye, ¿estás bien? no te habrán herido esos hijos de perra, ¿no?
Le tendí la mano a mi compañero de aventuras. No era la primera vez que los dos enfrentábamos peligros.
— Vamos, me temo que por este de aquí ya no se puede hacer mucho
—Oye, ¿estás bien? no te habrán herido esos hijos de perra, ¿no?
Daigo alzó la mirada y, una vez más, fue su compañero quien le ayudó a quedarse en este mundo.
«Casi llegué a pensar en culparlo por meterme en esto, pero...» pero eso no lo haría sentir mejor. «Los dos hemos cometido errores»
«Por favor, déjame solucionarlos»
El boxeador tomó el brazo de su amigo con la zurda para ayudarse a levantar, pues la otra estaba algo... ocupada.
—Vamos, me temo que por este de aquí ya no se puede hacer mucho
—¡No, espera, por favor! —le rogó—. Todavía podemos hacer algo. Busca ayuda, yo me quedaré aquí. Yo me encargaré si viene alguien, yo... ¡Puedo hacerlo!
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
No se oía ni un alma en el callejón, a excepción de un rumor lejano que iba creciendo —imperceptiblemente, de momento— en intensidad, mientras los genin de Kusa se debatían sobre si prestar ayuda al sicario moribundo o dejarle allí a su suerte. Los cadáveres de otros de los matones del Dedo Amarillo poblaban también la calleja convertida en improvisado campo de batalla, concretamente los de aquellos a los que Yota había acuchillado sin piedad.
El sonido, lejano al principio, iba creciendo en intensidad. Repicaba como el agua de un cántaro vertiéndose de nuevo en la fuente, y retumbaba con un traqueteo sordo que se hacía cada vez más audible. Parecían... ¿Pasos?
Vale, debo reconocerlo, no esperaba lo que estaba a punto de suceder. Pero... a estas alturas, ¿qué podía sorprenderle a uno de Daigo? Probablemente era el gennin más imprevisible de Oonindo y el único que no había tenido impulsos violentos en su vida. Un tipo curioso, sin duda.
Todavía podemos hacer algo. Busca ayuda, yo me quedaré aquí. Yo me encargaré si viene alguien, yo... ¡Puedo hacerlo!
Tuve que detenerme. La situación era más grave de lo que uno podría pensar. Dejarlo ahí, esperando a que llegasen los refuerzos era lo mismo que clavarle una katana en el corazón. Es decir, no iba a hacerlo.
— ¿Tu eres gilipollas o te lo haces? en serio, el que necesita ayuda eres tu. Un puto médico de la puta cabeza es lo que necesitas. ¿Qué cojones crees que va a pasar aquí? Van a volver, con refuerzos y si te quedas aquí solo vas a morir. Hemos gastado mucho chakra y ellos juegan con la ventaja númerica y de conocerse esta aldea como la palma de su mano
Joder, había que ser imbécil para quedarse allí. Y encima para ayudar a uno de los matones que lo más seguro es que no viese el amanecer del siguiente día.
— Nos vamos a ir. Los dos. Cagando hostias —dije, ya con un tono bastante cabreado— No podemos ayudar a ese imbécil. Va a morir de la hostia que le has dado
—No podemos ayudar a ese imbécil. Va a morir de la hostia que le has dado.
—¡No lo hará mientras pueda hacer algo al respecto! —Antes de darse cuenta, el chico ya estaba encarando a su compañero—. No mientras pueda hacer algo...
El joven se derrumbó metafóricamente al darse de cuenta de que quizá no había nada que él pudiera hacer al respecto. No era ningún médico y definitivamente no debía ser seguro transportar a una persona que convulsiona. Su única opción era buscar ayuda, pero seguramente no llegaría muy lejos.
«Aún así, debo intentarlo».
Daigo estaba dando media vuelta, dispuesto a marcharse y buscar a alguien él mismo cuando un sonido lo detuvo.
«¿¡Pasos!?» pensó mientras se giraba nuevamente, intentando escuchar de donde provenía aquel sonido. «Es imposible que hayan buscado refuerzos tan pronto, pero si no son ellos...»
Volvió a dirigir la mirada hacia su compañero.
—Deben ser las autoridades. Dudo que sus compañeros quieran volver a la carga tan pronto. —dijo—. Yo....
No podía marcharse así sin más, ¿verdad? No podía simplemente dejárselo a las supuestas autoridades sin siquiera saber si eran ellos en verdad.
Miró a su alrededor y despegó la mano derecha de su cuerpo para verla también. La sangre no paraba y probablemente todo empeoraría si no se ponía en marcha.
»Iré a ver a un médico. Voy detrás tuyo —Concluyó, cabizbajo.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Mientras los dos ninjas seguían debatiendo sobre si abandonar a aquel matón moribundo a la previsible muerte que le esperaba en su futuro próximo, el sonido de los pasos que se acercaban fue haciéndose cada vez más audible. En mitad de la noche, el repicar del acero y el retumbar de las pesadas grebas de la guardia de la ciudad se cernían sobre los dos kusajin como un mal presagio. Podían decidir quedarse en el callejón y tratar de explicar lo acontecido a los soldados del Daimyō, claro, aunque ninguno de los dos tenía garantías de que fuesen a escucharles, o a creerles. ¿Cuáles serían las posibles ramificaciones de intentarlo? No había manera de saberlo.
Lo que sí sabían era que el sicario había dejado de convulsionar y ahora yacía tirado en el suelo de la callejuela, inmóvil, derramado como un saco de papas. Sus ojos se mantenían abiertos, pero carentes de vida, fijos en el infinito. Parecía haber muerto, finalmente. Los otros cadáveres que poblaban la escena no ofrecían un panorama mucho más alentador.
Tic, tac.
A juzgar por el ruido de sus pasos, el contingente de guardias se acercaba por el Este. Yota y Daigo no eran oriundos de Tanzaku Gai ni conocían la ciudad demasiado bien, por lo que en caso de que no quisieran quedarse a explicarles la reyerta a los soldados del Daimyō, debían poner pies en polvorosa y buscar un médico. Uno que estuviera operativo a las tantas de la noche, y dispuesto a atender a unos shinobi extranjeros con las ropas manchadas de sangre. ¿Sería tan fácil como parecía? En cualquier caso, la única salida que les quedaba si querían evitar la conversación con los guardias era desandar sus propios pasos y volver por el callejón donde la noche había empezado a torcerse para ellos; tras la esquina, donde habían visto a Ashi y Ushi tratando de mutilar al mendigo.