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RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 2/07/2018 Datsue se llevó una mano al oído, alarmado. La voz de su Hermano vibraba de urgencia, y las noticias, pese a buenas, estaban teñidas por la incertidumbre. Los había encontrado, pero la situación era alarmante. • • •
Había encontrado los escombros tras los que se habían escondido. Había creído hallar un leve rastro de huellas. Unas pisadas, que desaparecían entre los escombros en dirección Norte. La oscuridad, el terreno de piedra y el caos que había provocado la batalla no ayudaban en su rastreo. Tras minutos dejándose la vista, se rindió. Decidió desaparecer en el acto, transmitiendo la poca información adquirida a su original. • • •
Los dos clones restantes habían ido más allá de las ruinas, adentrándose en el bosque. Buscando, desesperados, una aguja en un pajar. Peinaron la zona con el Sharingan brillando en su mirada, buscando cualquier luz, cualquier débil brillo de chakra que les ayudase a localizarlos. Nada. Pasado un tiempo, tras alejarse más y más de la zona, llegaron a la conclusión de que el viejo Iekatsu no hubiese podido recorrer semejante distancia en tan poco tiempo. No, si el anciano seguía vivo, apenas habría podido dejar las ruinas. Esa debía ser la zona en donde debían centrar su búsqueda. Desaparecieron en un ¡pluf!, transmitiendo las malas noticias pero también sus pesquisas. • • •
De pronto, el pecho de Datsue se hinchó. No estaba pletórico, pero había recuperado una cantidad importante de chakra en apenas un segundo. —Te voy a decir algo que no sepas, Uchiha Datsue... Si queréis tener alguna oportunidad de detener a esa mujer, vais a necesitar otro par de manos ninja. Datsue alzó una ceja. Tenía que darle la razón, eso sí no lo sabía. Pero, más importante, lo que no sabía el mercenario era con quién cojones estaba tratando. Él no era Uchiha Datsue. Ellos eran los Hermanos del Desierto. —No sé si creerte. —Pero no había tiempo, y aquel mercenario, que por otro lado parecía conocerles tan bien, era el vivo reflejo de la sinceridad—. Está bien, voy a darte una oportunidad. —Le agarró del antebrazo, y plantó en él una semilla—. Voy a quitarte las esposas, y vas a encabezar la marcha. —Esto iba en contra de todo Manual del buen ninja, pero, ¿desde cuándo él lo había sido?—. Los acabamos de encontrar. Están en la sección norte de la fortaleza, junto a unas estatuas quemadas. Osa traicionarnos o poner en riesgo nuestra misión… y te juro por Shiona, en paz descanse, que eres hombre muerto, Cicatrices. Se quitó una ganzúa de un dobladillo de los calzones, trabajó en la cerradura… y le quitó los grilletes al reo. Luego saltó hacia atrás y se hizo a un lado. —¡Vamos! ¡Tú primero! —le apremió, mientras reactiva el Sharingan. Iba a necesitarlo. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 2/07/2018 Hida sonrió. —"Aliados provisionales", Datsue. Aliados provisionales... — Uchiha Akame se mantuvo agazapado tras una estatua carbonizada que en otros tiempos habría simbolizado a Amaterasu. O tal vez a Tsukiyomi. Ahora, su grandeza estaba marchita, pasto de las llamas como el resto de lo que antaño hubiera sido una orgullosa fortaleza. Sus ojos, que brillaban como dos luceros de sangre en la oscuridad, se mantenían fijos en la mujer que permanecía de pie en el centro de la sala, con los brazos en alto y los ojos cerrados. Unas palabras apenas susurradas con su voz melodiosa invadieron la estancia. —Ah, sí, puedo sentirlo... Sus fantasmas se arremolinan a nuestro alrededor, gritan, claman... Castigo —acentuó la última palabra, y el hombre decrépito que yacía arrodillado frente a ella se estremeció—. El dolor... La ira... Engullen sus almas... El viejo dejó escapar un quejido lastimero. Allí, de rodillas, casi hecho un ovillo, no tenía nada de señorial. Ni de orgulloso. Más bien parecía un crío asustadizo, temeroso de lo que sus padres pudieran hacerle cuando descubriesen la trastada que había estado ocultándoles. —¿Puedes... Puedes aplacarlos? —preguntó, con un hilo de voz. La mujer de melena azabache entreabrió sus ojos, dorados como la miel, que se clavaron en el hombre. Su rostro contenía una mueca de desprecio mal disimulada. —Conoces el precio, gran señor. Y, en ese momento, Akame creyó intuir algo. Un gesto, apenas perceptible, que bastó para que una de sus manos se deslizara bajo la manga contraria. —El Ojo... —balbuceó, ausente—. El Ojo de Susanoo... ¿Ellos... No hay otro modo? La dama mantuvo la compostura mientras volvía a cerrar los ojos. —Los espíritus están inquietos, Iekatsu-sama —aseguró, con tono lúgrube—. No podré mantenerlos a raya durante mucho más, mi buen señor. Debéis hacerlo ya. Iekatsu alzó ambas manos frente a sí, sosteniendo aquella joya violácea que ahora parecía emitir un débil brillo. Sus ojos la contemplaban como si se tratase del montón de oro más grande del mundo, como si no hubiese riquezas en todo Oonindo que pudieran eclipsar su resplandor. Kunie también la miró, pero con los ojos cargados de la anticipación de un depredador a punto de cernirse sobre su presa. Y entonces... —¡Aléjate de la joya! Akame se sobresaltó. La voz provenía del lateral derecho de la sala, por donde —a través de un hueco en la derruida pared— acababa de entrar el mercenario Kaguya. —¡Hida-san! No esperaba verte tan pronto —los ojos dorados de la mujer recorrieron la estancia—. Podéis salir, vosotros dos. Sé de sobra que si este bruto está con vida, es porque ha conseguido engañaros para poneros en mi contra. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 2/07/2018 Uchiha Datsue dio un paso al frente. A la derecha del mercenario, a una distancia prudente, por si se le ocurría de pronto cambiar de bando. Con un rápido vistazo, distinguió a la dama, a su señor y a la gema que todavía sujetaba entre sus manos. A aquellas alturas, ya había deducido que aquella piedra era importante. Y que, por alguna razón, no podía ser tomada por la fuerza. ¿Algún poderoso fūinjutsu, quizá, que maldecía al ladrón? No encontraba otra razón lógica para que la mujer, simplemente, no se la quitase. —¿Y qué me dices de ti, Tome? ¿A quién estás engañando? —su voz retumbó por toda la sala—. ¿Por qué no hacemos una cosa? Deja que Akame y yo cuidemos del señor Iekatsu, mientras tú te ocupas del mercenario. Demuestra así tu lealtad. Soltó el cebo, mientras miraba de reojo al mercenario. No perdía nada por intentarlo. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 3/07/2018 Akame emergió de su cobertura con los brazos en guardia y le pulso temblándole. «¿Por qué estoy tan nervioso? ¡Joder! ¡Yo ya no tengo nada que ver con esta gente!» El jōnin temblaba como un flan, algo totalmente impropio de él, ante la sola idea de enfrentarse a su antigua maestra. De sobra sabía que Kunie era una kunoichi experta en multitud de campos, una serpiente letal cuyo veneno era capaz de matar sin que la víctima se percatase... Literal y metafóricamente. A medida que avanzaba con pasos lentos e inseguros hacia aquella mujer, más nervioso se ponía. Kunie, por su parte, conservaba el semblante paciente de quien tiene todo bajo control. La propuesta de Datsue le hizo sonreír ligeramente; fue un gesto sumamente calculado, preciso, delicado. Sus labios se curvaron justamente lo que ella deseaba, ni más ni menos, con el fin de transmitir una confianza absoluta en su dominio de la situación. —¿Ah, sí? Tengo una contraoferta, Datsue-kun —replicó con voz melosa—. El noble señor Iekatsu está preparado para partir y reunirse con sus ancestros, no sin antes haceros entrega del pergamino de misión debidamente sellado —miró a Akame, como si supiera que para él eso era lo más importante—. Tal y como yo lo veo, este tozudo y bruto renegado es lo único que se interpone entre vosotros y una medalla más de vuestro expediente. »Así que, ¿qué os parece si elimináis a esta molestia y luego damos por finalizada vuestra noble tarea? Datsue pudo sentir a Hida agitándose junto a él. No parecía nervioso ni asustado, más bien preparado. Sus ojos gélidos parecían cámaras panorámicas que observaban toda la situación, y gracias al Sharingan los muchachos podrían distinguir claramente una ligera contracción en los músculos motores de sus piernas. —No la escuchéis, jóvenes —masculló el mercenario—. Su voz es pura ponzoña, veneno para los oídos. Los tres juntos tenemos la oportunidad de acabar con ella aquí y ahora... ¡Vamos! RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 3/07/2018 El Uchiha miró de reojo a su Hermano, quien avanzaba con pasos inseguros e indecisos. Aquello le alarmó más que cualquier otra cosa. Akame y él se habían visto envueltos en decenas de reyertas y enfrentamientos a muerte, pero su Hermano siempre había mantenido la calma. Cada paso que daba le conducía a una meta clara y estudiada, como un experto al shōgi en cada movimiento de piezas que realizaba. Verlo así era… … era como ver a un Uzukage vulnerable. Y eso, daba miedo. Miró de nuevo a Tome, y por primera vez se fijó en lo intenso que brillaba su chakra. Más que Cicatrices. Más incluso que el suyo propio. «Pero no más que Akame…» La lengua viperina de Tome habló, como ya lo había hecho una vez, para convencerle de que luchase contra el reo. Atacó a cada punto débil, a cada grieta de armadura que los Hermanos del Desierto habían construido sobre ellos, con una precisión enfermiza. Les ofreció agua en un desierto. Les ofreció cobijo en una noche de tormenta. Datsue tragó saliva. Estaba sediento. El mercenario contraatacó. Pero no con la misma contundencia. No con la misma elegancia. Datsue buscó de nuevo la mirada con su Hermano… No sabía qué hacer, y, mucho se temía, ninguna opción era la correcta. Simplemente, había una menos incorrecta que la otra. —Yo… —se maldijo por lo que iba a decir—. Hice una promesa. —A sí mismo. A Hanabi—, cuando me dieron esta placa dorada. —No más niñerías, había dicho. No más irresponsabilidades. Se había prometido dar ejemplo. Se había prometido averiguar cómo se sentía uno al interponer los intereses de la Villa a los suyos propios. ¿Iba a abandonar su promesa en la primera piedra del camino?—. Así que, te pido, por favor… Su Sharingan destelló en la oscuridad, y usó el Saimingan para introducir a Tome en un Genjutsu. —¡Que dejes de intentar sabotear mi juramento! —gritó, ya dentro de la ilusión. Era el plan estrella de los Hermanos de Desierto. Su estrategia infalible. Nunca rota, nunca frustrada. Por qué, entonces, no podía quitarse aquella sensación de que… ¿De que aquella vez no funcionaría? RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 4/07/2018 Cuando Datsue introdujo a la dama Tome en su Genjutsu, se sintió sumamente extraño. Era como si, a pesar de que aquella estrategia les había salido bien decenas de veces, algo dentro de él le estuviese diciendo que no iba a funcionar. Trató de someter a aquella misteriosa mujer con el poder del Saimingan, pero en su lugar sus oídos se llenaron de las carcajadas femeninas mientras toda la ilusión que había construído se venía abajo como un castillo de naipes. —¡Por favor, Datsue! Ahorrémonos este tipo de situaciones, no me gustaría dejarte en evidencia delante de un público tan prestigioso —exclamó ella, separando las manos que momentos antes habían formado el sello del Carnero—. Todavía tienes mucho que aprender acerca del arte del Genjutsu. Akame, mientras tanto, se había mantenido inmóvil y con la mirada intercalada entre Kunie y el mercenario Kaguya. Hida parecía visiblemente más tenso desde que la dama del señor Iekatsu les había hecho su particular contraoferta, y Akame no se fiaba en absoluto de él. No por nada habían estado enfrentados en varias ocasiones durante el último año. —¡Datsue-kun, ella tiene razón! —gritó, llamando la atención de su Hermano—. Nuestra misión era proteger al señor Iekatsu hasta llegar a este lugar, nada más. Y, ¿en serio te fías de este... Asesino? —escupió. Hida soltó una carcajada seca que para nada sonaba divertida, sino más bien como el bufido de advertencia de un toro enfurecido. —¿Asesino? ¡Por las Siete Fortunas, menudo hijo de puta estás hecho! Que no se te olvide que tú eres el único que tiene las manos manchadas de sangre, Uchiha —replicó el Kaguya—. Ni siquiera pudimos encontrar los restos del muchacho que torturaste hasta la muerte en Tane-Shigai. El Uchiha apretó los puños con fuerza. —Datsue-kun, tenemos que cumplir con nuestra misión. Acabemos con este perro de una vez por todas. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 9/07/2018 Y entonces, por primera vez en su vida, su mejor as bajo la manga falló. Haberlo intuido de antemano no hizo la caída más dura. Porque él, pese a ver el peligro, decidió apostar por su póker de ases. Nadie se hubiese atrevido a decirle que era una mala jugada. Tan solo resultaba que su oponente tenía escalera real. Su Saimingan, destrozado por el Kai. No le había dado tiempo ni a entretenerla. Tome volvía a ganarle la partida. Otra vez. —¡Datsue-kun, ella tiene razón! —Datsue miró a su Hermano—. Nuestra misión era proteger al señor Iekatsu hasta llegar a este lugar, nada más. Y, ¿en serio te fías de este... Asesino? ¡Pues claro que no se fiaba! Por eso había colocado un Sello de Maldición Propia en él, para controlarle en caso de traicionarles o paralizarle cuando dejase de ser un aliado provisional. Pero, por supuesto, tampoco se fiaba de ella. Y, lo que era más importante, por una vez en su vida, intentaba hacer lo correcto. ¿Por qué todo el mundo estaba poniéndoselo tan difícil? Como si hacer lo correcto ya no fuese complicado de por sí. Cicatrices volvió a escupir mierda por la boca. Sinceramente, no ayudaba nada en absoluto. Al contrario. A cada palabra que soltaba, más convencía a su Hermano de que era mala idea aliarse con él. Datsue chasqueó la lengua. —Akame… ¡Ahora somos jōnins! ¿¡Qué tipo de jōnin deja a su cliente al merced de su verdugo!? Mientras tenga esta placa dorada en el hombro… —pronto descubriría que, para su desgracia, no iba a ser por mucho tiempo—, ¡intentaré hacer lo correcto! Joder, ¿¡a qué coño tienes miedo!? —Normalmente sucedía al revés. Datsue era el que se dejaba vencer por el temor, y Akame el que debía tirar de él—. ¡Por tus venas corre sangre Uchiha! —le recordó. No hay nada como recordarle el clan al que pertenece para motivar a Uchiha Akame—. ¡El mayor Profesional que he conocido y conoceré en mi puta vida! ¡El Campeón del Torneo de los Dojos! ¿Por qué…? ¿Por qué temía? ¿Por qué dudaba? ¿Por qué se había quedado sin habla, la primera vez que había visto a Tome? ¿Por qué sus pasos habían sido indecisos al encararla? ¿Por qué le tenía miedo, antes incluso de descubrir su poder? ¡Plaf! La verdad golpeándole el rostro como una sonora bofetada. —La conoces… —miró a Tome—. Os conocéis. —No fue una pregunta. Tampoco una afirmación. Simplemente… … una respuesta. Una respuesta a sí mismo. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 15/07/2018 —La conoces... Os conocéis. Hay momentos en la vida que le cambian a uno los esquemas. Da igual quién seas, de dónde vengas o a qué te dediques; siempre, siempre, siempre estos momentos llegarán cuando menos te lo esperes. Cuando más daño te puedan hacer. Cuando más caos puedan desatar en tu perfectamente asimilada y esquematizada rutina. Para Uchiha Akame de Uzushiogakure no Sato, ese fue uno de aquellos momentos. Mucho más tarde, recordando aquella misión, el joven jōnin incluso podría jurar que en aquel palacio en ruinas se había hecho el silencio más absoluto; ni siquiera Kunie o Hida se habían atrevido a romperlo, y que éste había durado largos minutos. No fue así, claro, sino que todo lo que estaba a punto de suceder a continuación ocurrió mucho más rápido. —Todos, deténganse ahora mismo. Akame parpadeó varias veces, confuso. Aquella voz provenía de alguien que había estado silente durante el desarrollo de la acción, que no había mostrado más decisión que la de dejarse llevar por su presunta y potencial asesina. Una bestia vieja y herida, maltrecha, que había perdido tiempo ha su garra y su orgullo. Pero que todavía era capaz de sacar fuerzas de flaqueza y lucir imponente si se lo proponía, incluso en toda su decadencia. El señor Iekatsu se había puesto en pie. Pese a que su estado era evidentemente precario, era la primera vez que los ninjas le veían completamente erguido, y podía apreciarse que se trataba de un hombre bastante alto en realidad. La anchura de sus hombros daba a entender que en otros tiempos había sido un fiero guerrero, como atestiguaban también sus manos llenas de cicatrices y arrugas. Pese a que su piel seguía teniendo aquel tono pálido, mortecino, y sus ojos estaban tan hundidos en las cuencas que parecían dos luceros iluminados por la fiebre... Iekatsu desprendía un aura regia que sólo los grandes señores eran capaces de proyectar. —Uchiha Akame-san, Uchiha Datsue-san —nombró, tornando levemente la cabeza hacia cada uno de ellos—. Vuestra misión aquí ha concluído. Contemplad... Este es el mausoleo de mis antepasados. Un monumento al más grande sacrificio que los dioses pueden exigir a un hombre —alzó ligeramente ambos brazos y la vista hacia el techo medio derruído—. Las vidas de su familia, de sus soldados, de sus súbditos. Todo eso tuve yo que entregar, pues así me lo pidieron. A cambio, alcancé grandes fortunas, gloria en muchas batallas y victorias en cada una de ellas sobre todos mis enemigos. La voz del anciano parecía inundar por completo la sala, y por un momento los ninjas tendrían la sensación de que en realidad no era tan viejo, sino que más bien estaba... Quemado, como si hubiera vivido varias vidas en el tiempo en el que otros sólo pueden disfrutar de diez o quince años de la suya propia. —Ahora moriré aquí, entre los míos, suplicando su perdón. Esa es mi decisión, y es final —anunció—. Mi querida Tome... Hagámoslo. La dama, que había retrocedido un par de pasos y cambiado su postura y lenguaje corporal para ceder completo protagonismo al señor de Rōkoku, asintió con gesto ceremonioso. Iekatsu desenvainó su katana se la entregó a ella. Luego hizo lo mismo con su wakizashi, dejando el daishō completamente vacío. —Yunjin, mi amada... Ahora me reuniré contigo —susurró Iekatsu. Con gran pesadez, el señor se dejó caer sobre sus rodillas, en postura idéntica a como los ninjas le habían encontrado al llegar allí. Tome blandió la katana y colocó su hoja a unos cuantos centímetros del cuello del mandatario. Éste empuñó su wakizashi con ambas manos y apuntó el extremo de la daga hacia su estómago. Las manos le temblaban. —Es... Ha llegado... Ha llegado el momento... —balbuceó—. Yo... Yo... El viejo señor empezó a temblar con más violencia, como si estuviese luchando contra una fuerza invisible que le impedía cumplir su deseo de abrirse el vientre. —Debo... Hacerlo... Deb...Debo... No... No puedo... Akame se revolvió, inquieto. La voz del señor parecía haber cambiado de tonada, como si en su garganta hubiera un conjunto adicional de cuerdas vocales que estuviese luchando por imponerse a su habitual tono calmo. —No —dijo de repente, y al alzar la vista, Datsue pudo intuir un brillo violáceo en sus ojos—. ¡No voy a hacerlo! —rugió de repente con voz gutural. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 16/07/2018 —Todos, deténganse ahora mismo. —¡Iekatsu al habla! Datsue tuvo que parpadear varias veces y hasta pellizcarse el antebrazo para creerse que, efectivamente, aquella voz salía de la desgastada garganta del anciano. Su voz consiguió eclipsar cualquier disputa, duda o enfrentamiento, y, por un momento, todos callaron. Todos escucharon. Y al escuchar, Datsue tuvo que preguntarse algo. ¿Se puede ir contra el destino? ¿Se puede ir contra uno mismo? ¿Se puede uno cortar las venas para vaciarse de toda su mala sangre y aún así seguir vivo? Datsue lo había estado intentando desde que le habían puesto aquella placa dorada en el brazo. Había intentado ser mejor persona. Ser profesional. Servir a su Villa de la mejor manera. Pero, si algo nunca sería, por mucho que tratase de someter a su egoísmo innato, eso era un héroe. Simplemente, no formaba parte de su ADN. Por eso, aun sabiendo que algo fallaba, aun creyendo que, de alguna forma, el anciano estaba siendo manipulado, suspiró de alivio cuando este dijo que había tomado su decisión. Que se iba a hacer el harakiri, y que su misión terminaba allí. «Como quieras, viejo. Pero ya podrías haberlo dicho antes». Formó el sello del Carnero y… —Debo... Hacerlo... Deb...Debo... No... No puedo...No —dijo de repente, y al alzar la vista, Datsue pudo intuir un brillo violáceo en sus ojos—. ¡No voy a hacerlo! —¡Oh, venga ya! —No pudo evitarlo soltarlo. Le salió de dentro—. ¡Hasta los huevos me tenéis! Por una vez en la vida, estaba tratando de ser un buen shinobi. Uno de esos que vendían en los cuentos de hadas. ¿Por qué narices se lo ponían tan difícil? —¡A la mierda! —al cuerno con todo y con todos. Pasó una mano sobre otra, liberando un Fuda Kami que se llevó a la boca. Realizó un rápido sello y tomó el Fuda Kami con una mano, al mismo tiempo que con la otra atrapaba un shuriken de su portaobjetos. Pegó el sello en la estrella metálica y la lanzó directa al pecho de Tome—. ¡A mamarla! —rugió enrabietado. La guerra había dado comienzo. ¿Qué había sellado Datsue en el selllo adhesivo? Bueno, eso era… … una sorpresa. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 16/07/2018 —¡Insectos miserables! ¡No sois nada! ¡Nada! ¿¡Cómo pensáis oponeros a mi grandeza!? —continuaba gritando Iekatsu, completamente fuera de sí, con la mirada fija en los Uchiha—. ¡Os arrancaré la piel a tiras y os pondré a secar al Sol cubiertos de sal! ¡Os sacaré los ojos a vosotros dos, traidores a vuestra sangre! Se puso en pie, tambaleándose, blandiendo aquella wakizashi; solo que ahora apuntaba a los dos ninjas. Sus ojos, que brillaban con un extraño fulgor violeta, se abrieron de par en par cuando el viejo señor reconoció a Datsue y Akame. —Vosotros... ¡Vosotros dos! —rugió—. ¡Doblemente traidores! ¡Yo os maldigo! No le dio tiempo a continuar con su perorata. Datsue acababa de sacar un sello y un shuriken, y tras preparar una técnica en el mismo, lo arrojó en dirección a Iekatsu y Tome. La dama se limitó a arquear una ceja, inquisitiva, y chasquear los labios con visible molestia. Era demasiado tarde para hacer las cosas tal y como ella había pensado; tendría que improvisar. Con un ágil salto esquivó el shuriken a la par que una de sus manos se introducía en el lujoso kimono que vestía y lanzaba otro par de estrellas ninja en dirección a Datsue. No apartaba su atención tampoco del proyectil que le había lanzado aquel Uchiha, dado que sabía que contendría una sorpresa del todo desagradable. También mantenía una ligera visión sobre Akame, situado en su otro flanco. «¿Vas a atacarme, Akame-chan?» Entonces se dio cuenta de que su antiguo alumno había desaparecido. «¿¡Qué...!?» Notó una ráfaga de viento pasar a su lado y escuchó el silbido de acero al desenvainarse. «¡Mierda!» Trató de girarse, pero ya era tarde. Notaba que había alguien en su retaguardia; probablemente aquel mercenario. Había conseguido tomarla por sorpresa, probablemente utilizando aquella Armadura de Rayo que tanto le gustaba y tan incómoda podía llegar a ser para sus enemigos. Sin embargo, un chirrido llegó pronto a sus oídos. Kunie se giró apenas un momento, sin querer dejar de prestar atención a Datsue y la técnica que iba sellada en su shuriken. Vio dos sombras bailando a su espalda, a la luz de las chispas que saltaban cuando sus aceros chocaban. —¿¡Así que vas a protegerla!? ¡Tienes pelotas, muchacho! —gritó Kaguya Hida, mientras lanzaba puñaladas con un tantō que empuñaba en su diestra—. ¡Pero con eso no basta! Akame, por su parte, trataba de seguir el ritmo del mercenario y su juego de pies. Hida era visiblemente más duro y le superaba ampliamente en fuerza, por lo que el joven Uchiha tenía que limitarse muchas veces a esquivar los ataques de su enemigo en lugar de bloquearlos. —Hoy es el día en que te mueres —sentenció Akame, con la mirada cargada de resentimiento, mientras respondía con varios tajos de su espada azabache. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 16/07/2018 ¡¿Pero qué cojones le pasaba al viejo?! Mira que pensaba que, de alguna maldita forma, estaba siendo manipulado. Aquellas cosas que solo él veía…; esos cambios súbitos de personalidad y de voz… Pero, si Uchiha Datsue hubiese sido una olla a presión, ahora mismo estaría a un solo grado de estallar y dejar que le mandasen al jodido Yomi. Tras lanzar el shuriken, tuvo que dar un salto a la derecha para evadir las dos estrellas de Tome. Aquella malnacida… Aun a pesar de Datsue tener el Sharingan, la mujer era tan ágil, tenía tanta destreza, que apenas le había dado tiempo a esquivarlas. Rápidamente formó el sello de la Serpiente… … y el Kage Bunshin sellado en el papel adhesivo se vio liberado. En un teórico tres contra uno, que con el clon se convertía en un cuatro contra uno, tenían todas las de ganar. Datsue tenía muchas dudas de que, aun estando frente a sus narices el mismísimo Uzukage, hubiese podido enfrentarse a todos ellos al mismo tiempo y vivir para contarlo. «¡Te tenemos!» La tenían, sí, pero Uchiha Datsue se había olvidado de algo muy importante: las cosas nunca son como uno espera. —¡Me cago en mi puta madre, Akame! —rugió cuando este detuvo el letal ataque de Cicatrices—. ¡Me cago en mi puta madre! Aquello era un caos. Cambios de bando. Alianzas inesperadas. La guerra en su estado más primitivo y puro. Datsue se llevó una mano al portaobjetos y lanzó una hikaridama al suelo, al centro de todo aquello, a la vez que cerraba sus ojos. Su clon, mientras tanto, formaba un sello de Carnero y paralizando al instante a Cicatrices. Si algo tenía claro en todo aquel despiporre, es que no pensaba arriesgar la vida de su Hermano por hacer lo correcto. Aprovechando la momentánea ceguera del resto —o eso esperaba él—, formó los sellos de un clon explosivo y lo envío hacia Tome, con el objetivo de abrazarse a ella como si fuese una vieja amante con la que al fin se reencontraba. Acto seguido, se llevó una píldora de chakra a la boca. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 16/07/2018 Kunie no se inmutó al ver a Datsue formar el sello de la Serpiente. Ella misma conocía esa técnica —y muchas otras de similar índole— y la había utilizado decenas de veces. Cientos de veces. Para aquella mujer, el combate era una danza que había aprendido a dominar con tanta fluidez como la de las palabras. De la manga derecha de su kimono extrajo otros dos shuriken, que lanzó a Datsue para forzarle a esquivarlos. Luego dio media vuelta con un movimiento grácil, casi delicado, y de la otra manga de sus ropajes sacó otra estrella metálica que disparó al clon casi antes de que éste fuese liberado. Mientras el proyectil metálico recorría la escasa distancia que le separaba de su objetivo, Kunie formaba una serie de sellos a toda velocidad, sus manos apenas perceptibles para el ojo humano común y corriente. El shuriken que había disparado al Kage Bunshin de Datsue creció de repente, en apenas un instante, hasta adoptar unas proporciones mucho mayores a las originales. La pesada estrella metálica, ahora enorme, impactaría con violencia contra el Clon de Sombras del Uchiha sin darle tiempo a realizar nada. Luego, ella se volteó... Justo a tiempo para ser cegada por un destello de luz blanca. Oyó unos pasos que se acercaban a toda velocidad. Por puro instinto esperó hasta que su oído calculó la distancia justa, y luego se echó hacia un lado mientras zancadilleaba al atacante para hacerle caer al suelo. Craso error. La explosión la golpeó de cerca, arrojándola al suelo y chamuscando su precioso kimono. «¿Qué ha sido eso?» La kunoichi recuperó el sentido de la vista segundos después, mientras se incorporaba con cuanta agilidad pudo. Contempló durante unos momentos el suelo chamuscado a su alrededor y luego volvió a mirar a Datsue. Una sonrisa se torció en sus labios, con un gesto que inevitablemente recordaría al que Akame solía hacer cuando algo le sorprendía o interesaba. La sala empezó entonces a llenarse de un olor suave pero penetrante, un aroma embriagador que invadió las fosas nasales de Datsue como un espíritu maligno que quisiera poseerle... Akame se movía con cuanta rapidez era capaz, pero aun así el filo del tantō que empuñaba Hida cada vez pasaba más cerca de su cuerpo; de los hombros, las muñecas, las costillas o el rostro. «Este tipo es increíblemente rápido, me cago en todo... ¿Será por ese aura de chakra que le rodea? Dioses, nunca había visto una técnica así...» El Kaguya, consciente de que iba ganando ventaja, presionaba cada vez más a su joven enemigo para hacerle retroceder hacia una de las paredes de la sala. —¡Estás muerto, chaval! ¡Ya te lo advertí! —bramó, trabando su acero con el de Akame. Hida apoyó todo el peso de su cuerpo en aquel choque de armas y empujó con la fuerza de sus tremendas piernas, gruesas como troncos de árbol. El joven Uchiha no pudo sino retroceder ante la embestida de semejante bigardo, tratando de no perder el equilibrio y dando pasos rápidos hacia atrás... Hasta que su espalda chocó contra la pared. «Mierda, ¡joder!» Akame llevaba un buen rato buscando la mirada del Kaguya, pero no le pasó desapercibido que éste tenía sus ojos gélidos fijos bajo un umbral invisible que se delimitaba en su zona superior por el mentón del jōnin. El viejo mercenario era demasiado experimentado como para caer en el mismo truco dos veces. Volvió a empujar, haciendo que Akame se golpeara violentamente contra la pared, y tratando de ganar el pulso. El acero de aquel tantō empezó a acercarse peligrosamente a la garganta del Uchiha, y entonces... Entonces un potente olor a flor de loto llegó hasta ambos, y todo cambió. — Datsue se encontraba sentado en posición de seiza frente a una pequeña mesa baja. Podía notar la suave moqueta bajo sus piernas, y la habitación de paredes de papel de arroz estaba iluminada por una lamparita del mismo material que los biombos, que colgaba del techo. Frente a él, en la mesa, un juego de té ya preparado con dos vasos. No tenía recuerdos de haber llegado allí, como cuando en un sueño eres consciente del lugar en el que te encuentras pero incapaz de explicar qué sucedió para terminar en él. —Datsue-san. Esperaba que pudiéramos hablar más tranquilamente. La voz de una mujer le sorprendió, y se dio cuenta en ese momento de que la dama Tome estaba sentada frente a él, con aquellos ojos dorados mirándole fijamente. La kunoichi cogió uno de los vasos y le invitó a beber del otro. —Pruébalo, está recién hecho —aseguró con una sonrisa burlona. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 17/07/2018 Datsue se encontraba extrañamente calmo y tranquilo, sentado en posición de seiza y frente a una mesa baja. ¿Estaba en un sueño? ¿O se acababa de despertar de él? No se acordaba, pero la sensación le resultaba familiar. Era la misma que había tenido cuando había despertado en un campamento junto a su Hermano, bajo los efectos del Genjutsu de Raito. Antes siquiera de que su mente saltase a la conjetura inevitable, una voz le sorprendió. Su corazón dio un vuelco al verla. Era Tome. Y, sin embargo, ¿no habían estado luchando contra ella hacía no mucho? Recordaba cómo había roto su Saimigan como si se tratase de un simple Bunshin, con una facilidad pasmosa. Aquello encajaba. —No te ofendas —respondió—, pero la última vez que me ofrecieron algo de beber, estaba envenenado. —Había sido en el examen Chūnin, en la ilusión creada por Raito. De haberla probado, habría muerto en la misión ficticia. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 17/07/2018 Kunie —o Tome, como la conocía Datsue— ensanchó la sonrisa de su rostro, sólo para luego tornarla en una mueca sumamente seria. Sus ojos parecían taladrar al joven Uchiha. —¿Qué diferencia haría? —replicó, con el tono de voz severo de una profesora inflexible a la que su alumno le acabase de hacer una pregunta de lo más estúpida—. Bebe. No era una orden, pero la autoridad que era capaz de proyectar aquella mujer cuando se lo proponía se hizo más que evidente. Ella misma le dio un pequeño sorbo a su propia taza. —Has recorrido un largo camino, Datsue. Queda poco en ti de aquel niño egoísta e infantil que sólo se preocupaba de ganar dinero para pagar las deudas de su familia. Un propósito noble —comenzó Kunie, de repente—. Y Akame-chan —la mujer hizo especial hincapié en aquel sufijo, sonriendo— ha estado a tu lado durante todo este tiempo. ¿Sabes? Me resulta curioso... Kunie dejó la taza junto a la bandeja del juego de té y cerró los ojos, dejando reposar sus manos sobre la mesa. —Lo fácil que es apegarse a alguien sabiendo tan poco de esa persona. Los humanos tenemos ese defecto, desgraciadamente —añadió luego, volviendo a fijar su mirada en Datsue—. ¿Nunca te has planteado cuánto, o mejor dicho, qué poco sabes de tu Hermano? RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 17/07/2018 Datsue se revolvió. Se revolvió como cuando Uzumaki Zoku pretendía usarles como armas de guerra. Como peones. Como meros objetos. Nunca le había gustado que le dijesen lo que tenía que hacer. Pero aquella mujer tenía un algo, un no sé qué, que te obligaba a escuchar cada una de sus palabras como si la vida te fuese en ello. Mejor darle una victoria. Tomó la taza y se la llevó a los labios. Y bebió. O, al menos, hizo que bebía de ella. Porque todo el mundo sabe que Uchiha Datsue es el mayor tramposo que Oonindo ha visto. Tome aprovechó su momentánea bajada de guardia para lanzar una ataque sorpresa. De haber estado bebiendo de verdad, hubiese escupido el té en un vistoso chorro en cono. «¿Qué cojones sabes tú de mí?». Apretó los puños. Le temblaban. No sabía si de rabia o miedo. Quizá de ambas. Pero Tome no solo parecía haber hecho sus deberes con él, sino con Akame. De hecho, la sospecha que había tenido tiempo atrás —en realidad hacía tan solo unos minutos— parecía confirmarse. «¿Akame…chan?» —¿Nunca te has planteado cuánto, o mejor dicho, qué poco sabes de tu Hermano? Cayó el silencio como la hoja de un verdugo. —Yo… —se le había ido la voz—. Le conozco mejor que tú. —El nervio y la camaradería hablaron por él. Porque, en el fondo sabía… Sabía que aquella mujer llevaba algo de razón. Akame siempre había sido esquivo en cuanto a su pasado. Y su padre… su padre siempre estaba de viaje cuando les coincidía pasar por Tanzaku Gai. Un hombre ocupado, se había dicho. Pero cuando Datsue preguntaba a su Hermano cómo se había enterado él de que no estaba —mandar cartas a la Villa no era la tarea más fácil del mundo—, este cambiaba rápidamente de conversación. Como aquella vez que habían saldado la marca del hierro. |