Un atardecer en la costa del Remolino - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Uzushiogakure (https://ninjaworld.es/foro-uzushiogakure) +--- Foro: Costas del Remolino (https://ninjaworld.es/foro-costas-del-remolino) +--- Tema: Un atardecer en la costa del Remolino (/tema-un-atardecer-en-la-costa-del-remolino) |
RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Uzumaki Eri - 14/08/2018 Eri seguía allí, parada, escuchando como se echaban en cara todo aquello que pareció desencadenar todo lo de aquella tarde. Ayame habló de una emboscada y sobre Aiko, también de que Yui corría peligro «¿Por qué correría peligro la Arashikage?» Enumeró las situaciones que había vivido con Datsue, las que ella había experimentado —probablemente algo distorsionadas—, también había abofeteado al Uchiha, algo que probablemente podría merecerse, de eso no cabía duda; y que finalmente, Daruu se había ido con él. Y pese a su confusión, siguió escuchando lo que Daruu relataba, hasta que... —Quiero compartirlo contigo, pero necesito estar a solas. Ahora sólo... Fue como si a ella le cayese un balde de agua fría sobre su cabeza pese a estar en pleno verano, con la humedad acariciándole la piel y los rayos de sol bañandola de forma cálida; no, ella sintió frío, decepción y culpa. Daruu tenía razón, así que tras mirarla de reojo, ella sonrió tristemente y añadió: —No os preocupéis por mí, yo ya me iba —ladeó la cabeza y, girando sus talones sobre la arena, comenzó a caminar hacia el lado contrario a donde había querido ir en un principio. Aunque ya no tenía ganas de bañarse en la playa. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Aotsuki Ayame - 14/08/2018 Daruu aguantó el chaparrón como buenamente pudo, en silencio, con todo el cuerpo en tensión. Aguardó hasta que Ayame pronunció sus últimas palabras, y sólo entonces respondió: —¡Tienes razón! ¡Tienes razón en todo! Y sabía que ibas a estar enfadada conmigo. Tienes mil razones para estarlo. Pero aún así... —objetó, y Ayame entrecerró peligrosamente los ojos—. ¡Aún así, Ayame, creo que hice lo correcto! ¡Sentí que Datsue ocultaba una información que debía obtener! ¡Cómo shinobi de Amegakure, lo consideré una prioridad! —el chico alzó el rostro, y clavó en ella sus ojos vidriosos—. Y era mucho más grande de lo que creía. Quiero compartirlo contigo, pero necesito estar a solas. Ahora sólo quiero que me perdones. Él suspiró, pero Ayame, que había cruzado los brazos sobre el pecho, no respondió. Pedía perdón, pero para ella no era tan fácil. No después de haberla llamado "pequeña Kajitsu". No podía, simplemente, después de haberla comparado con aquel grupo de Hōzuki supremacistas. —Ayame, Datsue tendrá que pagar el precio de sus errores contigo. Bueno, considerando que perdió el status de jōnin por ello yo diría que ha pagado... una parte —esa información ya la conocía, y su opinión al respecto, aunque cruel, seguía siendo la misma: "Se lo merece". Sin embargo, sus siguientes palabras...—. Pero esto... esto es serio. Yui podría estar en peligro. Y además, yo no soy un traidor, pero hay alguien que... «¿Yui-sama? ¿En peligro?» Se preguntó, mirando de reojo a Daruu. Pero aquel parecía haber recordado de repente en la presencia de Eri. —No puedo contarte más ahora mismo, pero pretendo confiártelo todo. Y a Kaido. Aunque él preferirá pegarme primero y hablar después. —No os preocupéis por mí, yo ya me iba —habló ella, con una sonrisa triste. Parecía dispuesta a marcharse de verdad, pero antes de que pudiera hacer siquiera el amago, Ayame se le adelantó. —¡Espera, Eri-chan! Yo... no quiero que te vayas... Siento todo este espectáculo, pero no te preocupes, ya tendremos tiempo de hablar de estas cosas después —añadió, lanzándole una significativa mirada a Daruu cargada de seriedad. "Esto no ha acabado", decían sus airados ojos. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Amedama Daruu - 16/08/2018 Eri sugirió que quizás estorbase en aquél apasionado choque de olas, y Daruu no pudo extender más todas sus metafóricas manos que casi gritaban "¡no, por favor, quédate, no me dejes a solas con ella!". Afortunadamente Ayame no quiso tampoco perder su compañía y decidió por ambos que más tarde hablarían de sus... problemas. —S-sí, por favor, Eri. N-no te vayas —reaccionó él—. Mira, creo que lo último que necesitamos ahora es estar a solas, quizás necesitamos... pasarlo bien con una amiga. Sí, eso. ¿Quizás ir a por un poco de... pizza? —El muchacho se encogió de hombros y miró a Eri y a Ayame alternativamente con una sonrisa nerviosa. Pero sobretodo a Ayame. Quién le devolvió una mirada que le recordó a alguien más frío, más alto y más blanco, pero con más paciencia que ella. Tragó saliva. —A lo mejor así nos calmamos todos un poquito y podemos... Hablar. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Uzumaki Eri - 18/08/2018 —¡Espera, Eri-chan! Yo... no quiero que te vayas... Siento todo este espectáculo, pero no te preocupes, ya tendremos tiempo de hablar de estas cosas después. El corazón le dio un pequeño vuelco al escuchar como la voz de Ayame, algo más tranquila; llamaba su nombre para posteriormente decirle que se quedase con ellos, disculparse por lo sucedido y al parecer aplazar aquella charla para después, aunque la pelirroja agachó la cabeza, no muy convencida... Si tenían asuntos pendientes e importantes, lo mejor era hablarlos lo antes posible. —S-sí, por favor, Eri. N-no te vayas —añadió Daruu, secundando a Ayame—. Mira, creo que lo último que necesitamos ahora es estar a solas, quizás necesitamos... pasarlo bien con una amiga. Sí, eso. ¿Quizás ir a por un poco de... pizza? A su estómago le gustó la idea, sobre todo tras el grrrrrrrrrrrh que emitió al escuchar la última palabra mencionada por el amejin. —Esto... Pues... No te voy a negar un buen pedazo de pizza... —concedió ella —. Pe-pero de verdad, que no pasa nada, ¡si tenéis que hablar de algo importante n-no quiero molestar! —exclamó mientras movía ambas manos delante de su cuerpo, intentando restarle importancia a su presencia. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Aotsuki Ayame - 19/08/2018 Y ella no era la única con aquella opinión. Daruu se había adelantado y no tardó en hablar: —S-sí, por favor, Eri. N-no te vayas —balbuceó—. Mira, creo que lo último que necesitamos ahora es estar a solas, quizás necesitamos... pasarlo bien con una amiga. Sí, eso. ¿Quizás ir a por un poco de... pizza? A lo mejor así nos calmamos todos un poquito y podemos... Hablar. —Daruu la miró con una sonrisa nerviosa, pero Ayame desvió la mirada y se alejó caminando por la arena. No se alejó demasiado. Simplemente se acercó a la roca que había estado utilizando para proteger sus ropas y ahora las sacudía para quitarles de encima la arena para comenzar a vestirse: una camiseta de color azul atada a la cintura y una falda que volaba en torno a sus piernas con la brisa del mar. A modo de calzado, unas sandalias simples, negras. —Esto... Pues... No te voy a negar un buen pedazo de pizza... —asintió Eri—. Pe-pero de verdad, que no pasa nada, ¡si tenéis que hablar de algo importante n-no quiero molestar! Ayame giró sobre sus talones. —¡No molestas! No hay nada que debamos hablar que no pueda esperar hasta más tarde —añadió, lanzándole a Daruu una afilada mirada por el rabillo del ojo, pero enseguida se volvió hacia la pelirroja. Sí, estaba evitando mirarle más de lo estrictamente necesario a propósito—. Aunque vas a tener que guiarnos, yo aún no conozco la aldea como tú y seguro que conoces los mejores sitios —sonrió. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Amedama Daruu - 20/08/2018 Daruu asintió con entusiasmo y cierto nerviosismo, y miró a Ayame una última vez pidiendo clemencia con los ojos. Sólo recibió el frío y afilado filo de un cuchillo que por fortuna era, al menos de momento, metafórico. Tragó saliva y se alejó correteando hasta el borde de la playa mientras las chicas charlaban. Se afanó por coger una camiseta blanca que había dejado allí y se la puso, quejándose a cada momento por la piel quemada y herida que el sol le había dejado. Con cuidado, se ajustó las sandalias y volvió con las kunoichis, esta vez gracias a las recién adquiridas suelas sin dar saltitos al abrasarse con la arena. —Bueno... ¿nos vamos? —dijo Daruu. Y en un intento, quizás desesperado al pretender dirigir el odio de Ayame hacia otro objetivo, de arreglar un poco las cosas, añadió—: Y quizás si podamos contarle a ella también. Sería la primera vez que hablamos con los demás antes de que lo haga él, tergiversándolo todo. «No hay mucho que perder... La información sensible corresponde a un genin de nuestra aldea, y puede que el Uchiha ya haya revelado lo de Aiko a más gente. Además, desconocemos la identidad del traidor.» RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Uzumaki Eri - 21/08/2018 —¡No molestas! No hay nada que debamos hablar que no pueda esperar hasta más tarde. Aunque vas a tener que guiarnos, yo aún no conozco la aldea como tú y seguro que conoces los mejores sitios. Ella sonrió de vuelta, hablar con Ayame le resultaba más sencillo que con otras personas, pero no dejaba de sentir que no debería estar allí y darles espacio para que hablasen de sus cosas, lo que venía siendo a que ella sobraba en aquella imagen. —Bueno, conozco un sitio, aunque es un poco simple... —mencionó la pelirroja, haciendo memoria. No solía frecuentar aquellos lugares, más porque ir sola no le suponía beneficio alguno, y a excepción de Nabi o Datsue, no tenía más amigos por allí cerca—. Está a unas calles de aquí, pero imagino que querréis cambiaros primero, al menos Daruu —comentó, mirando al muchacho, quien había insistido en irse justo después de que ella hubiera mencionado lo del sitio. Aunque no quería inmiscuirse en sus temas, la proposición de contarle a ella sobre aquello le llamaba más y más, sobre todo porque tenía la curiosidad casi saliéndose por sus poros. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Aotsuki Ayame - 23/08/2018 La tensión parecía haberse relajado un tanto en el ambiente y Daruu, visiblemente aliviado, se alejó hasta el borde de la playa. No tardó demasiado en volver, entre quejidos de dolor por las múltiples quemaduras que le había causado un sol al que no estaba acostumbrado, con una camiseta blanca con la que ahora cubría su torso y las sandalias en los pies. —Bueno... ¿nos vamos? —indagó—. Y quizás si podamos contarle a ella también. Sería la primera vez que hablamos con los demás antes de que lo haga él, tergiversándolo todo. Pero ella se encogió de hombros, con gélida indiferencia. —Tú sabrás. Yo no soy la que sabe los detalles al respecto —dijo, cruzada de brazos. —Bueno, conozco un sitio, aunque es un poco simple... —mencionó Eri—. Está a unas calles de aquí, pero imagino que querréis cambiaros primero, al menos Daruu —comentó, mirando al muchacho. —Yo estoy bien con esto, pero no creo que a Daruu le dejen entrar en ningún sitio sin unos pantalones —añadió, con una maliciosa sonrisa mirándole de reojo—. ¡Y que el sitio sea simple es lo de menos! ¡Lo importante es que estemos juntos! RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Amedama Daruu - 25/08/2018 —¿Qué? ¿Cambiarme? ¿Por qu...? —comenzó, luego miró hacia abajo y se sonrojó—. Oh, ya. Sí, claro. Cambiarme. —Rio, aunque su risa se apagó en cuanto Ayame abrió la boca para meterse con él. No era una de sus gracias. Lo había hecho a mala fe. Lo sabía. Iba a ser difícil recuperar a Ayame, pero confiaba que contando todo lo sucedido la muchacha se interesara lo suficiente como para que comprendiera que había que apartar el resentimiento a un lado. De modo que Daruu les sugirió caminar hacia el hotel donde se hospedaban los amejin. Allí se cambiaría de ropa y bajaría más tarde para seguir el trayecto al local que sugería Eri. Durante el camino, los muchachos no hablaron mucho, aunque Daruu insistió en varias ocasiones a Eri que daba igual lo simple que fuera el lugar mientras la pizza estuviera buena. Una vez abajo, ya vestido correctamente —una camiseta verde de manga corta y unos pantalones también cortos de color azul marino, junto con unas sandalias negras—, el muchacho se mostró preparado para marchar. —Bueno, ya podemos ir —dijo—. Os contaré sobre mi conversación con Datsue una vez estemos allí. Si podemos coger una mesa alejada de la gente... mejor —aseguró, y miró de soslayo a Ayame—. Eri-san. ¿Datsue no te habrá contado nada... malo sobre nosotros, verdad? ¡Porque es un puto farsante que no hace más que mentir! RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Uzumaki Eri - 28/08/2018 Daruu y Ayame se debatían sobre contárselo o no a Eri, y ella, sin decir nada, solo esperó a que se pusieran de acuerdo en qué hacer. —Yo estoy bien con esto, pero no creo que a Daruu le dejen entrar en ningún sitio sin unos pantalones —técnicamente pantalones tenía, la cosa era que se pusiese unos pantalones de verdad —. ¡Y que el sitio sea simple es lo de menos! ¡Lo importante es que estemos juntos! [sub]—¿Qué? ¿Cambiarme? ¿Por qu...? Oh, ya. Sí, claro. Cambiarme. Y tras aquello, los tres se encaminaron hacia el hotel donde Daruu habitaba durante el examen. La verdad es que el camino fue silencioso, nadie dijo nada, ni si quiera hicieron el amago de buscar conversación, sólamente se habló del local donde Eri quería llevarles, aunque no estaba segura de si les gustaría o no el lugar. Llegó al hotel y se cambió de ropa a una más apropiada, dispuesto a ir a comer. —Bueno, ya podemos ir —dijo—. Os contaré sobre mi conversación con Datsue una vez estemos allí. Si podemos coger una mesa alejada de la gente... mejor —aseguró, y miró de soslayo a Ayame—. Eri-san. ¿Datsue no te habrá contado nada... malo sobre nosotros, verdad? ¡Porque es un puto farsante que no hace más que mentir! «¡Woh! ¡Para el carro, vaquero!» Aquello dejó a Eri claramente sorprendida, abriendo ligeramente los ojos más de lo normal, luego recordó todo lo que le contó sobre Ayame y, momentaneamente, rememoró que ella misma se había visto reacia a creer que Ayame, aquella dulce y agradable muchacha; fuese capaz de hacer todo lo que le había comentado. Aunque tras aquella tarde, comenzaba a dudarlo. —Datsue me habló de Ayame —contestó, escueta—. También he de decir que solo me habló de ella, y desde su punto de vista, así que no soy quien para juzgar nada, ¿vale? —alegó, moviendo las manos nerviosamente. Sentía que no estaba del todo cómoda con esa situación. Un par de calles más alejadas se encontraba el establecimiento de paredes de un tono amarillo claro y grandes ventanales, justo encima de la puerta se encontraba un pequeño cartel que rezaba: "Pizz-zip-za". —Aquí es —anunció Eri, señalando el lugar. Y abrió la puerta, sujetándola para que ambos pudieran entrar. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Aotsuki Ayame - 30/08/2018 —¿Qué? ¿Cambiarme? ¿Por qu...? —comenzó a preguntar, hasta que se dio cuenta de que lo que llevaba por pantalones no era más que un simple bañador rebozado de arena y empapado—. Oh, ya. Sí, claro. Cambiarme —se rio, con las mejillas encendidas, aunque su risa pronto quedó estrangulada en su garganta. Acordados los siguientes pasos, el trío de genin se dirigió hacia los aposentos reservados para los shinobi de Amegakure que participaban en el examen de chunin. Ayame esperó en la puerta de entrada junto a Eri, y cuando Daruu se les unió de nuevo, ahora una camiseta verde de manga corta y unos pantalones de color azul marino, dejaron que la pelirroja guiara sus pasos hacia la pizzería prometida. —Bueno, ya podemos ir —dijo Daruu—. Os contaré sobre mi conversación con Datsue una vez estemos allí. Si podemos coger una mesa alejada de la gente... mejor. Eri-san. ¿Datsue no te habrá contado nada... malo sobre nosotros, verdad? ¡Porque es un puto farsante que no hace más que mentir! Ayame había entrecerrado ligeramente los ojos al escuchar las últimas preguntas de Daruu, pero no dejó que ninguna emoción asomara a su rostro. Aún así, y sin volverse siquiera hacia Eri, había agudizado el oído al máximo para escuchar su respuesta: —Datsue me habló de Ayame —afirmó, de forma escueta—. También he de decir que solo me habló de ella, y desde su punto de vista, así que no soy quien para juzgar nada, ¿vale? «Sí, como no...» Pensó Ayame, que tuvo que hacer un verdadero esfuerzo por no poner los ojos en blanco ante la escueta y decepcionante respuesta de Eri. No iba a estirarle de la lengua, pero no le hacía falta echarle demasiada imaginación para suponer qué clase de cosas le habría dicho sobre ella. Y lo peor era, por mucho que se estuviera esforzando por negarlo, que estaba descubriendo que sí le importaba lo que se estaba diciendo de ella en aquella aldea. Sobre todo a amigos como consideraba a Eri. La pelirroja les guió hasta un establecimiento de paredes amarillentas con grandes ventanales. Encima de la puerta, un letrero rezaba: "Pizz-zip-za". —Aquí es —confirmó, abriéndoles la puerta para que entraran. El olor de los hornos y la pizza no tardó en inundar su nariz de deliciosas promesas, y el estómago de Ayame rugió con impaciente ferocidad. Avergonzada, la muchacha se abrazó el abdomen y no tardó en seguir a sus compañeros hasta la mesa más apartada que pudieron encontrar para huir de oídos indiscretos. Aún sombría, se sentó junto a la ventana, y enseguida tomó una de las cartas para echarle un vistazo. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Amedama Daruu - 2/09/2018 —Bueno, ahora te contaré nuestra versión... como comprenderás, si alguien anda hablando de nosotros a nuestras espaldas, por lo menos quiero defenderme —Daruu suspiró y dejó caer los hombros, abatido. «Cuanto lío por no poder follar, joder.» El trío de aspirantes a chūnin siguió caminando durante aproximadamente dos manzanas más, y se detuvieron frente a un establecimiento de paredes de color crema y grandes ventanales. Un escueto letrero informaba del nombre del restaurante. Daruu entornó los ojos y se acercó al cartel. —Pizz-pazi-za... Pizzi-pza... Pizz... esto no se puede pronunciar —bufó, sonrojado, y se metió dentro del local. Allí, buscaron una mesa apartada y, mientras no vinieran a tomar nota de las bebidas, Daruu comenzaría a contar su historia. —Resulta que Datsue-san se enamoró con una genin de nuestra aldea. Watasashi Aiko. Y... bueno, a ver cómo lo digo. Durante el Torneo de los Dojos Ayame fue a la habitación de Aiko para pedirle un ingrediente de cocina. Y les cortó el rollo. Ya sabes. Estaban por liarse —trató de explicar—. Resulta que esto le molestó tanto a Datsue que intentó jugársela a Ayame en varias ocasiones. Y por lo visto sigue difundiendo mentiras para perjudicarla. »Una de esas veces casi hace que muera cortando una cuerda que la sostenía de caer contra unas rocas. Otra me selló un Katon en el pecho para que se liberase contra ella, y otra hizo con una técnica de las suyas que Ayame se burlase de nuestra Kage. Nuestra Kage, que no es muy paciente que digamos. Casi la decapita. ¡Ese es Datsue! RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Uzumaki Eri - 2/09/2018 —Bueno, ahora te contaré nuestra versión... como comprenderás, si alguien anda hablando de nosotros a nuestras espaldas, por lo menos quiero defenderme. Eri asintió, pensativa, mientras Daruu intentaba pronunciar —en vano—, el nombre del lugar. A ella también le costó lo suyo, pero al final se acostumbró, aunque tuvo su época donde decía: pizapiza. Embriagados por el olor de la comida que provenía del local y movidos por su hambre, los tres entraron y ocuparon una mesa bastante apartada para poder hablar sin que nadie escuchase la conversación. Ayame, quien aún no había intercambiado palabra con ellos desde que habían salido de las Costas del Remolino, ocupó un asiento junto a la ventana, mientras que ella se sentó justo frente a ella, ocupando el otro hueco que había contra la cristalera. Y fue cuando Daruu comenzó a hablar: —Resulta que Datsue-san se enamoró con una genin de nuestra aldea. Watasashi Aiko. Y... bueno, a ver cómo lo digo. Durante el Torneo de los Dojos Ayame fue a la habitación de Aiko para pedirle un ingrediente de cocina. Y les cortó el rollo. Ya sabes. Estaban por liarse —trató de explicar—. Resulta que esto le molestó tanto a Datsue que intentó jugársela a Ayame en varias ocasiones. Y por lo visto sigue difundiendo mentiras para perjudicarla. »Una de esas veces casi hace que muera cortando una cuerda que la sostenía de caer contra unas rocas. Otra me selló un Katon en el pecho para que se liberase contra ella, y otra hizo con una técnica de las suyas que Ayame se burlase de nuestra Kage. Nuestra Kage, que no es muy paciente que digamos. Casi la decapita. ¡Ese es Datsue! Escuchó atentamente lo que Daruu le contaba, alternando su mirada entre el amejin y Ayame. Ella sabía aquella historia pues su amigo Uchiha le había puesto al tanto de su situación, sin embargo... Se le formó una especie de nudo en la garganta cuando, muy a su pesar, comprobó que sus sospechas resultaban ciertas: como Datsue había explicado su historia desde su punto de vista sin dar a ver que Ayame también había participado como una más, no como la mala del cuento. Todos tenían su culpa, pero también eran inocentes, movidos por sus propios intereses. La cosa era que ahora Ayame parecía encontrarse en territorio hostil, y ella lo entendía, pues Datsue no era una persona que pareciese discreto, pero... Tampoco podía decirles que Datsue era un gilipollas: era su amigo, después de todo. —Ya veo —murmuró, tomando una carta de la mesa solo para mantener las manos ocupadas—. He de confesar, que sabía parte de la historia, contada desde los mismos labios de Datsue —confesó, bajando la mirada hacia donde se enumeraban todos los tipos de pizza que se hacían en el local—. Sin embargo, yo conocí a Ayame hace un tiempo, y me pareció una persona dulce y agradable, incapaz de hacer daño a una mosca sin que ella se lo hubiera buscado —después de todo, era una kunoichi—, así que me he mantenido neutral, incapaz de creerme todo lo que Datsue me contó sobre ti, Ayame-san —confesó, un tanto apenada. »No puedo justificar lo que hizo Datsue, ya que él mismo se buscó que lo degradasen a genin, e incluso vería bueno algún castigo, pues sellar dentro de otras personas técnicas para vengarse de no haber podido echar un polvo no está bien, ni tampoco atentar contra la vida de un Kage. —Suspiró— Pero no puedo enfadarme con él, es mi amigo, pero sí os puedo decir que le regañé, aunque eso no sirva de mucho. Cerró la carta y la dejó delante de ella, luego miró a Ayame. —Lo siento, Ayame-san —se disculpó, mirándola directamente—. Al final has sido la más perjudicada, y todo por una cebolla... Es tan... Surrealista —se quejó—. Pero... bueno, quiero decirte que yo creí en ti, y que no te mereces todo esto, así que lo siento. Pero no pudo decir nada más, porque un muchacho de unos diecinueve años apareció justo al lado de su mesa, ataviado con una camisa de rayas y un delantal que hacía juego con una gorra con el logo del local, de colores amarillo, blanco y rojo; que aplastaba su cabello oscuro. —¡Hola! —saludó, ajeno a la conversación que estaban teniendo hasta ahora —. Bienvenidos a Pizz-zip-za, ¿ya sabéis qué queréis tomar? RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Aotsuki Ayame - 5/09/2018 —Resulta que Datsue-san se enamoró con una genin de nuestra aldea. Watasashi Aiko —comenzó a relatar Daruu. Al contrario que Eri, Ayame ni siquiera le estaba mirando, mantenía la mirada clavada en la carta de pizzas aunque sus pupilas no se movían recorriendo las líneas, pues mantenía los oídos muy despiertos—. Y... bueno, a ver cómo lo digo. Durante el Torneo de los Dojos Ayame fue a la habitación de Aiko para pedirle un ingrediente de cocina. Y les cortó el rollo. Ya sabes. Estaban por liarse. Resulta que esto le molestó tanto a Datsue que intentó jugársela a Ayame en varias ocasiones. Y por lo visto sigue difundiendo mentiras para perjudicarla. »Una de esas veces casi hace que muera cortando una cuerda que la sostenía de caer contra unas rocas. Otra me selló un Katon en el pecho para que se liberase contra ella, y otra hizo con una técnica de las suyas que Ayame se burlase de nuestra Kage. Nuestra Kage, que no es muy paciente que digamos. Casi la decapita. ¡Ese es Datsue! Para cuando terminó, Ayame sujetaba la carta con manos temblorosas y agarre firme, reprimiendo la rabia que le subía desde el pecho hasta sus ojos. —Ya veo —respondió Eri, tomando otra de las cartas que se encontraban sobre la mesa—. He de confesar, que sabía parte de la historia, contada desde los mismos labios de Datsue... —Qué sorpresa... —ironizó Ayame entre dientes, con las mejillas al rojo vivo. —Sin embargo, yo conocí a Ayame hace un tiempo, y me pareció una persona dulce y agradable, incapaz de hacer daño a una mosca sin que ella se lo hubiera buscado —continuó la pelirroja, y en aquel instante Ayame despegó la mirada de la carta para alzarla hacia la kunoichi, sorprendida por lo que estaba escuchando—, así que me he mantenido neutral, incapaz de creerme todo lo que Datsue me contó sobre ti, Ayame-san —confesó, un tanto apenada—. No puedo justificar lo que hizo Datsue, ya que él mismo se buscó que lo degradasen a genin, e incluso vería bueno algún castigo, pues sellar dentro de otras personas técnicas para vengarse de no haber podido echar un polvo no está bien, ni tampoco atentar contra la vida de un Kage —suspiró—. Pero no puedo enfadarme con él, es mi amigo, pero sí os puedo decir que le regañé, aunque eso no sirva de mucho. Eri cerró la carta y la dejó delante de ella, luego miró a Ayame. Azul contra castaño. —Lo siento, Ayame-san —se disculpó, mirándola directamente—. Al final has sido la más perjudicada, y todo por una cebolla... Es tan... Surrealista —se quejó—. Pero... bueno, quiero decirte que yo creí en ti, y que no te mereces todo esto, así que lo siento. Ayame había visto obligada a morderse el labio inferior para reprimir el nudo que atenazaba su garganta. Con los ojos humedecidos, la muchacha negó lentamente con la cabeza y respondió con un tembloroso hilo de voz: —No... tú no tienes que disculparte... Tú no has hecho nada malo —alzó la barbilla, con una sonrisa y algunos mechones de cabello cayeron sobre su mejilla humedecida—. Eres una buena amiga, Eri-chan. De repente entró en escena un camarero joven, ataviado con una camisa a rayas y un delantal que hacía juego con el logo que lucía en la gorra y que hacía referencia al local. —¡Hola! —saludó, deferente—. Bienvenidos a Pizz-zip-za, ¿ya sabéis qué queréis tomar? —Yo... creo que voy a tomar agua y una pizza carbonara, por favor. RE: Un atardecer en la costa del Remolino - Amedama Daruu - 7/09/2018 Eri confesó que era amiga de Datsue y que no podía enfadarse con él, pero aún así admitió que conocía la manera de ser del genin de la Espiral. Se disculpó con Ayame, sin necesitarlo, pues ella no había hecho nada (tal y como le recordó Ayame). Al menos Eri les había creído. Con eso bastaba. Había que poner fin a las pérfidas palabras endulzadas de aquél endemoniado Uchiha manipulador. El encargado de las mesas, un muchacho en su adultez más joven, vestido con una camisa de rayas y un delantal y gorra amarillos, blancos y rojos, interrumpió la conversación para tomarles nota de la comida. Daruu, quien no había siquiera mirado la carta, imitó la comanda de Ayame, no sin cierto malestar; era lógico pensar que en un restaurante de Uzushiogakure no dispusieran de la famosa marca de refrescos del País de la Tormenta, la AmeCola, pero a él le jodió igual. Cuando Eri pidiese lo suyo y el muchacho se marchase hacia la barra, Daruu continuaría: —Ahora la parte jodida. La que tampoco sabe Ayame. Me reuní con Datsue para rendirle cuentas. —Obvió, por supuesto, todo lo acontecido en el Círculo de Piedras Ancestrales. Eri no tenía necesidad de saber que le emboscaron—. A espaldas de Ayame, por eso está enfadada. Pero Ayame, escucha, por favor. Tenía que reunir información. Escucha. »Por lo visto, Datsue estaba enamorado de una genin de mi aldea, Watasashi Aiko. Hasta las trancas. Pues bien, resulta que en el equipo de Aiko había un genin y un chuunin. El genin discutió con el chuunin, y Aiko también se puso en contra de dicho chuunin. Cuando el chuunin lo reportó ante Arashikage-sama, ésta se enfadó mucho (ya sabes como es) —le dijo a Ayame—, y discutieron. Se ve que Aiko se enfrentó a ella, le levantó la voz... y acabó muerta. Y sellada en el fondo del lado de Amegakure. Esta era la parte para la que Ayame tenía información a medias. Ahora se enteraba de la verdad. —Y que Datsue conozca todo esto solo le ha hecho coger más rencor hacia los de Ame. Pero eso no es lo que más me preocupa. Ayame, si Datsue sabe esto sólo es porque tiene que haber un traidor en la villa. Y ¿quién más conoce ese incidente? El chuunin, que dudo que haya contado nada por ahí, y... el otro genin. Ese genin es un traidor que anda contando secretos de la villa por ahí. »Así que esta misma noche me reuniré con Shanise-senpai y le contaré todo. Por supuesto, Daruu obvió que en parte había accedido a ayudar a Datsue a recuperar a Aiko. No era un dato que fuera a ayudarle a reconciliarse con Ayame en esos momentos. |