El himno de Uzushiogakure - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Base de datos del rol (https://ninjaworld.es/foro-base-de-datos-del-rol) +--- Foro: Historia, acontecimientos y ambientación (https://ninjaworld.es/foro-historia-acontecimientos-y-ambientacion) +---- Foro: Tramas pre-reset 2017 (https://ninjaworld.es/foro-tramas-pre-reset-2017) +---- Tema: El himno de Uzushiogakure (/tema-el-himno-de-uzushiogakure) |
RE: El himno de Uzushiogakure - Himura Ren - 21/05/2016 Antes de que el apuesto joven, que representaba a Uzushiogakure en aquel recitar de poesia le diera tiempo a abrir la puerta, Len cayó en algo bastante basico y simple — ¿Porque simplemente no he usado una técnica para transformarme y listo?... Asi seria todo mas sen- — La voz del joven resonó atraves de la pared, negando el derecho de algun fan entrometido a poder firmarle. — O-Oh, e-entonces no tiene porque preocuparse por nada, simplemente me ire y... — Sin darle tiempo a poder si quiera girar la mitad de su cuerpo para marcharse, la puerta se abrió dejandole expuesto. En ese momento, los nervios se apoderaron de él, convirtiendole en un gatito nervioso. — Vaya, vaya, no sabía que hubiera chicas tan guapas en los Dojos... — Se acercó lentamente pero con firmeza y seguridad hacia Len. Le sacaba casi dos cabezas de altura al joven de cabellos blancos, que miraba a los lados como buscando la salida algo ruborizado. — ¿Cómo te llamas, damita? El comentario final, hizo que sus nervios brotasen finalmente; su inquietud aumentó, mirando hacia los lados aun mas frecuente con un rubor intensificado en las mejillas. Tonteaba con sus manos a la vez que tartamudeaba algunas palabras — Y-Yo... P-P-Pue-es... E-Es-to... M-Me llamó... L-Lenka y.. Y-Yo... — Su tartamudeo y rubor, asi como intentando evadir la situación, hacia que pareciera una chica nerviosa por conocer a su idolo. Tal vez pasaria desapercibido el hecho de que decirle "damita" en un torno cariñoso y como dando a entender que era bastante atractivo, era lo que le estaba volviendo inquieto. Ya casi parecia haberse olvidado de los dulces. RE: El himno de Uzushiogakure - Manase Mogura - 23/05/2016 Mientras se encontraba como guardia en aquel punto en particular del evento trataba de jugar un nuevo papel, el papel del mejor jugador de poker que el mundo hubiese visto, manteniendo una mirada sin dejar que ningún rasgo facial delatara algún sentimiento alguno y apostando quien sabe cuando en un par de cartas que tenia en su mano. Por dentro sin embargo sentía que había algunos huecos en la planificación y no podía evitar especular en resultados positivos, pero también había resultados negativos que si bien era mejor no esperar, no se podían alejar de su cabeza. Vamos, Len... Susurraba por lo bajo manifestando cierta intranquilidad mirando hacía delante mientras que en su interior intentaba girar los ojos de una forma totalmente antinatural para poder ver que estaba haciendo el chico de pelo blanco. RE: El himno de Uzushiogakure - Uchiha Akame - 2/06/2016 —Y-Yo... P-P-Pue-es... E-Es-to... M-Me llamo... L-Lenka y.. Y-Yo... —Len tartamudeó tratando torpemente de elaborar una respuesta convincente. Sin embargo, aquel nerviosismo, fingido o no, le ayudó a hacer más creíble su papel. El rubio le miró de arriba a abajo con gesto indiferente; seguramente había visto a muchas chicas ponerse así al estar delante suya. Él era el mejor poeta de Uzushiogakure, ¡qué digo! De todo Oonindo. Era atlético, guapo, inteligente, carismático... ¡Era el galán patrio del Remolino! Y, aun así, no supo darse cuenta de que Len no era quien decía ser. Esa sería su perdición. El fin de su carrera; todo el mundo en los Dojos del Combatiente, y luego en todo el Continente Ninja, estaba a punto de conocer la horrible verdad. Algo que nadie, por sabio o astuto que fuese, se hubiera imaginado jamás acerca de aquel hombre... ... ... Porque tal vez, y sólo tal vez, el hombre que subió al estrado cuando aquel bizarro presentador llamó al poeta de Uzushio, no era él. Cualquiera podría haber jurado que era él, claro, a juzgar por su altura casi equivalente, su rostro —diferente tan sólo en detalles imperceptibles a tan larga distancia— y sus ropajes, idénticos a los que llevaba durante la prueba anterior. El chico subió a la tarima, saludando al público aquí y allá con floridos gestos. Sacó un pergamino de uno de los bolsillos de su camisa, blanca con estampados de rosáceas flores de cerezo, se aclaró la garganta y, casi sin poder contener la sonrisa malévola que ya le salía en los labios, recitó con voz solemne. La nariz se me arruga, cuando pasa uno del Remolino, que no huele a cerezo ni vino, sino a glorioso ñordete, porque si la Espiral fuese un culo, Uzushiogakure sería el ojete. El silencio se apoderó de la plaza. Pareciese imposible, pero a pesar de haber allí congregadas cientos de personas, si una mosca se hubiese tirado un pedo en ese preciso instante, todos lo habrían oído. Silencio absoluto y sepulcral, como el de un gigantesco cementerio. Sólo duró un instante claro. Luego, sobrevino el caos. Una oleada de gritos, carcajadas, lloros y abucheos estalló al unísono con la fuerza de cien truenos. Anzu casi se cayó de espaldas ante el repentino alboroto, y por un momento su rostro pasó de la más satisfactoria realización personal, al pánico. Veía en las primeras filas hombres y mujeres que la abucheaban, junto a otros que reían a pleno pulmón. Algunos de los más iracundos empezaron a lanzarle lo primero que tenían a mano, y por poco no le acertaron una pedrada en el rostro. «¡La ostia! ¡Tengo que salir de aquí, y cagando leches!» Ni corta ni perezosa, agachó la cabeza y se apresuró a bajar del estrado. En su huída se cruzó con el presentador del evento, que tras fulminarla con la mirada, subió a la tarima para intentar calmar los ánimos. Tuvo suerte de que el certámen estuviese escaso de personal, porque un par de buenos guardias podrían haber dado con sus huesos en un calabozo... Sin perder un minuto corrió a toda velocidad hacia donde estaba Mogura, que en ese momento ya debía haber escuchado los gritos, abucheos y risas de la plaza. —¡Mogura-san, la misión ha sido un éxito! Len-san y tú sois dos shinobis como los dioses mandan, de eso no hay duda —le felicitó, deshaciendo el Henge no Jutsu que la había ayudado a suplantar al rubito de Uzu—. Eso sí, ahora tenemos que largarnos de aquí, y cagando ostias. La gente está que trina —declaró, con una sonrisa triunfante pero inquieta—. ¿Y Len-san? ... El poeta del Remolino dio un súbito respingo al escuchar el estallido de gritos que se produjo en la plaza. —¡Por todos los dioses de Oonindo! ¿Qué diablos pasa ahí fuera? Probablemente, Len sólo tenía unos instantes antes de que el galán se diera cuenta de lo que había pasado... Fuera lo que fuese, el de Amegakure podía estar seguro que había sido cosa de Kajiya Anzu. Y nada bueno para él. «» RE: El himno de Uzushiogakure - Himura Ren - 8/06/2016 Los gritos y golpes que poco a poco iban inundando las salas y pasillos, cada vez se hacian mas y mas sonoros, el fino oido de Len le permitio darse cuenta un poco antes de que se hiciera casi ensordecedor. Y en ese momento, una chispa se encendió en él, ocurriendosele una idea casi mejor para destrozar aun mas su reputación. Comenzó a abanicarse con una mano delicademente, mientras pegaba su espalda a la del galan del remolino, insinuandose con un leve rubor en los ojos. — U-Uh.. ¿Hace calor o soy yo?... -Comentó casi susurrando con lívido en sus palabras.- Una gota de sudor recorrió toda su cuello, cayendo con lentitud y delicadeza, como el rocío de una mañana sobre las hojas de una rosa. Una rosa con angustiosas y descabelladas espinas. Con su buena actuación, o gracias a una gran capacidad de perversión del poeta, continuó acariciandole el cuello con las uñas despacio. Los ojos del poeta parecian perderse en la nada, seguramente estuviera consumido por la situación sin poder razonar claramente. — Sin duda alguna esto esta funcionando, el ruido cad vez se escucha mas cerca y todavia ni se ha dado cuenta... Menudo idiota... — Esbozó una sonrisa de maldad que en el contexto de lo ocurrido, daba a entender otra cosa. — Sin duda eres una jovencita bastante... Perspicaz... El ruido avanzaba, y con el una muchedumbre que perseguía a un poeta el cual se habia reido no solo del público si no de todas las costumbres. Perdiendo de vista en algun giro al falso poeta, se agolparon en la puerta donde el actual "guardia" esperaba, murmullando y farfullando, finalmente un señor mayor se acercó a Mogura, quien cerca a él estaba la causante de todos los problemas. —¡¡OYE, TU, MUCHACHO!! ¿¡SABES DONDE SE HA METIDO EL GUAPERAS DEL REMOLINO!? — Gritó mientras la saliva salia disparada de su boca como perdigones con un ceño mas fruncido que una pasa. A traves de la puerta, se escuchaban los jaleos incesantes, que hicieron no alarmarse, pero si extrañarse al poeta. — ¿Uh? ¿Que sera todo ese jaleo? — Miró a la puerta por la que entró la "dulce" chica de cabellos blancos. — Naaaah... Seran algunos idiotas que estaran armando jaleo, tu no te preocupes de eso, y preocupate mas por mí... — Contestó arrinconandolo en una pared con la espalda en su pecho. — Total... Que mas da... En cuanto entren por esa puerta, no solo vas a quedar como un desgraciado que se burla de las costumres, si no tambien de un depravado que asalta a las pobres jovenes.... La verdad, podria acostumbrarme a esto joder a la gente — Rió dulce pero sonoramente para hacerle evadir la mirada de la puerta. RE: El himno de Uzushiogakure - Manase Mogura - 8/06/2016 Parece que ha comenzado el movimiento final de Anzu... Pensaba el shinobi con la mirada un poco perdida y escuchando sobre todo lo que estaba ocurriendo. Al principio hubo festejos y parecía que estaban recibiendo con mucha alegría a quien sería uno de los poetas mas populares del momento. Oh... dios... Dejó escapar sus labios en aquel tremendo silencio que tomó el lugar tras las palabras de la Anzu que en ese momento no era Anzu sino el poeta de Uzushiogakure. No pasaría mucho para que la multitud manifestara lo que pensaba de su obra maestra, teóricamente lo era, solo que no a ojos de ellos. En su rostro se dibujo una pequeña risa ante las palabras de la kunoichi, a todo el mundo le gusta que le feliciten por un trabajo bien hecho. De todas formas faltaría un poco más para dar por terminado el acto, pues Len seguía dentro del sector con el verdadero poeta, vaya uno a saber haciendo que. Len... sigue dentro... Dijo por lo bajo mirando por encima de su hombro la entrada que estaba guardando. Fue entonces que uno de los espectadores se le acerco y comenzó a gritarle, de alguna forma eso animaría a una persona un poco mas extravagante a enfrentarsele. ¡¿Se fue por ahí, verdad?! Detrás del viejo salió un muchacho con un cabello dorado como el oro mismo y un bronceado interesante que además llevaba una playera que tenía estampado el emblema de Uzushiogakure dentro de un corazón, claramente una persona a la que le gustaba mucho su aldea. Sal de mi camino, voy a enseñarle un par de cosas a ese. Rápidamente con la mano movió a Mogura como si fuese una bolsa de plástico. Parecía que, a pesar de su delgada figura, era una persona fuerte. Creo que no me pagan lo suficiente como para esto... Comentó en su defensa mientras el tipo se adentraba más allá de su defensa y marchaba en búsqueda del poeta, al ver que el shinobi de la Lluvia no oponía resistencia, mas personas fueron pasando a su lado con un poco más de confianza y siguiendo a aquel fanático. RE: El himno de Uzushiogakure - Uchiha Akame - 8/06/2016 Anzu arrugó la nariz y se llevó una mano a la nuca con gesto preocupado. «Han entrado seis tipos, si no me falla la vista... Y eso sin contar con los que vienen por ahí.» Claro, puede que todo fuese culpa de ella —en realidad, ¿no era más bien del poeta por ser de Uzushio?—, pero Anzu seguía siendo una niña, y no era ignorante de las consecuencias que su jugarreta había desencadenado. La multitud estaba furiosa, y ya unos cuantos hombres habían empujado a un lado a su precario guardia —Mogura— para desatar toda su ira patria sobre el poeta. Pero es que, además, al echar la vista atrás, hacia la plaza, Anzu pudo comprobar que era una auténtica muchedumbre la que se acercaba. —Ay mi madre... Tenía que largarse de allí, y rápido. «Pero no voy a irme sin mis camaradas.» Haciendo acopio de determinación, agarró al shinobi de Amegakure por el brazo y fue en busca de Len. —¡Vamos, Mogura-san, estos tíos están muy locos! No podemos abandonar a Len-san a su suerte. Intentando parecer más valiente de lo que se sentía en ese momento, Anzu arrastró a su compañero dentro de la zona exclusiva para participantes. No le costó encontrar al poeta, porque en ese momento... —¡Ahí está el muy maldito! —vociferó el uzureño del pelo rubio y las playeras, el primero en romper la exclusividad de aquella zona—. ¡Te voy a enseñar un par de cosas sobre burlarte de tu país, malnacido! El poeta abrió los ojos de tal forma que por un momento creyó que se le iban a caer al suelo. Incrédulo, observó como media docena de hombres le rodeaban con los rostros desencajados de la ira. Incapaz de reaccionar, ni siquiera se dio cuenta de que Lena seguía allí, lo que parecía una mayor ofensa —si cabe— para los furiosos uzureños. —¡Y encima está aquí tan tranquilo, el cabrón, dispuesto a encamarse con una fulana después de haber humillado a la gloriosa Uzushiogakure!—gritó otro de los iracundos. El tipo rubio con la camisa del emblema del Remolino se acercó a Len y, tomándolo del brazo, lo apartó con fuerza. —Vete a calentarle la cama a otro, furcia, ¡este va a tener que sorber el ramen con una pajita cuando haya terminado con él! —amenazó el rubio, con cara de pocos amigos. —¡Eso, lárgate, pelandrusca! —secundó otro, con el puño cerrado y en alto. Anzu lo vio todo desde una distancia segura, sin separarse de su colega Mogura. Suspiró aliviada cuando vio que los ofendidos iban a contentarse con linchar al poeta, dejando fuera de la ecuación a Len. Trató de hacerle señas a su travestido camarada, instándole a que se largase de allí ipso facto. Los uzureños, ajenos a todo lo demás, estrecharon el cerco alrededor del poeta. Uno de ellos, el que había llamado 'pelandrusca' a Len, arrancó una pata de una silla de madera cercana y la blandió con fiereza. No era tan alto como el rubio de la camisa, pero sí más ancho. —Te vas a acordar de esto, ¡graciosete! —rugió, y como si fuese el pistoletazo de salida, todos se abalanzaron sobre el poeta. Lo que aconteció en los minutos siguientes fue algo de lo que Anzu nunca se sintió orgullosa. Aquellos hombres, más duros, numerosos y —sobretodo— cabreados que el poeta, empezaron a molerlo a palos con una saña brutal. Desde donde los jóvenes gennin se encontraban no se podían apreciar lo que ocurría, aparte de una amalgama de patadas, puñetazos y palazos que caían sin cesar sobre el literato. Éste gritaba de dolor con cada golpe, y pedía clemencia, pero los agresores estaban fuera de sí mismos. —Creo... que deberíamos irnos... mientras podamos... RE: El himno de Uzushiogakure - Himura Ren - 19/06/2016 La breve y fugaz idea que a Len se le ocurrio para dejar la reputación del poeta, se vió arruinada de una manera que sin duda alguna, no se esperaba para nada. Con la intención de hacer de hacer de una joven no mayor de edad la cual estaba siendo acosada, y hacerle parecer como un pervertido sin limites, se arruino cuando un tosco hombre le agarró del brazo, tirandolo hacia un lateral de la sala. — ¡Y encima está aquí tan tranquilo, el cabrón, dispuesto a encamarse con una fulana después de haber humillado a la gloriosa Uzushiogakure! — Gritó uno de los primeros en entrar en el angosto lugar para posteriormente otro, acercarse a Len y lanzarlo contra varios objetos de madera. — Vete a calentarle la cama a otro, furcia, ¡este va a tener que sorber el ramen con una pajita cuando haya terminado con él! — Chocó bruscamente contra una caja con su espalda al ser lanzado, al menos, el traje seguia "funcionando". Una vez en el suelo y algo dolorido en la espalda, recupero las fuerzas y se levantó del suelo, viendo la multitud furiosa la cual parecia una manada de ñus furiosos que huian de alguien, con la vitalidad mas que suficiente como para enfrentarse a un león y pasarlo por encima hasta matarlo. — T-Tsk.. M-Mi brazo... — Acariciandose el hombro derecho con su mano, apenas podia moverlo debido al dolor del golpetazo. Su mirada se dislumbro algo triste, pero antes de casi perder la vista en el vació, vio como alguien le hacia señas desde atras de la multitud; avanzó algo pegado a una pared con miedo a recibir mas daño en su hombro hasta llegar a Anzu. — B-Bueno... P-Parece que al final lo conseguimos... — Susurró casi de manera imperceptible a Anzu y Mogura, mirando de reojo a la multitud. Pero lo que se convirtió en una chiquillada, parecia tener pinta de acabar mas lejos; la furiosa muchedumbre, no dejaba de descargar golpes sobre la víctima de Uzushiogakure, una avalancha de patadas, puñetazos e incluso golpes con objetos como sillas y demas caía sin cesar sobre el rubiales extranjero. Len no podia creer lo que estaba viendo, y acabó por derramar una lagrima mientras se mordia el labio inferior con una tez aun mas palida de la normal. — A-Anzu... E-Esto no esta bien... S-Siguen asi... — Dió un paso hacia atras, ocultandose detras de uno de sus compañeros bastante aterrado. — S-Si esto sigue asi... Y se llega a descubrir... P-Podrian acusarnos como asesinos... — Por un momento, el dolor del brazo se desvaneció, y una profunda angustia en la garganta la sustituyó, haciendo que se llevara una mano a la boca para evitar un llanto, al ver como entre la muchedumbre lo unico visible uno de los brazos del poeta cayendo rendido al suelo junto a un charco de sangre. RE: El himno de Uzushiogakure - Manase Mogura - 25/06/2016 La turba enfurecida avanzó hacía el pobre e inocente poeta, Anzu parecía no estar dispuesta a abandonar a su suerte a Len, Mogura por su parte tampoco estaba tan dispuesto a abandonar a su compatriota y menos con esos locos sueltos. Saquemos a Len de ese lugar y vayámonos. Contestó a las palabras de la kunoichi de Takigakure. Avanzarían entonces siguiendo a la gente, se sentía ligeramente preocupado por la actitud en general de la gente aunque era comprensible hasta cierto punto, fue un momento realmente tenso cuando Len fue encontrado primero por el rubio de Uzu. Su interior se sintió verdaderamente aliviado en cuanto lo apartaron a un lado pero lo que vendría después sería un momento que el joven Manase nunca olvidaría, experimentaría por primera vez en su vida un acto tan violento de ultra nacionalismo. Oh dios... La gente realmente estaba linchando al poeta que se había burlado de su país, algunos dirían que estaban yendo un poco lejos. Creo que ya deberíamos irnos... Dijo para luego mirar a Anzu y colocarse un poco mas de ellos, como queriendo buscar refugio de la misma forma que lo había hecho Len. ...no creo que podamos frenarlos. Eran, a fin de cuentas, un grupo de fanáticos de Uzushiogakure y ellos solamente eran un puñado de genin, o eso tenía entendido el shinobi de Amegakure. No era una imagen para nada agradable, un artista siendo golpeado y golpeado repetidas veces por diferentes tipos de individuos que compartian una sola cosa, enojo. Una mano inconsciente y un charco se lograban ver en el suelo y de resto era una masa de brazos, piernas y palos golpeando constantemente al pobre tipo. RE: El himno de Uzushiogakure - Uchiha Akame - 27/06/2016 Las palabras de Len hicieron más mella en su cabeza de la que Anzu jamás reconocería. Mientras veía, embelesada, como el poeta de Uzushio recibía la paliza de su vida, sus dos colegas de profesión manifestaban opiniones diametralmente opuestas respecto al modo de proceder. Por un lado el improvisado travelo defendía que, dado que aquella golpiza era resultado de su plan, debían parar a los nacionalistas. Por otro, Mogura era más prudente y sugería una retirada a tiempo. Ninguno de los dos parecía querer tomar la iniciativa, y dejaban con sus propuestas, que la decisión recayese en Anzu. Ella estaba paralizada. ¿Debía hacer algo? ¿No se lo había buscado aquel tipo, con sus aires de grandeza, su mirada por encima del hombro, sus sonrisas soberbias? «Esto... ¿Es desproporcionado?» Esa era la cuestión, y mucho se temía Anzu que no era capaz de resolverla. No, al menos, in situ y con la rapidez necesaria. De modo que, sin decir palabra, se dio media vuelta y salió del recinto. Fuera todavía atronaba la multitud enfurecida, y la Yotsuki sintió cierto alivio al ver a varios guardias vistiendo armaduras y con espadas en el cinturón. Quizá ellos podrían poner orden en la auténtica hecatombe que tres simples gennin acababan de desatar sobre los Dojos. La kunoichi siguió caminando, con la cabeza baja, la mirada perdida y sin saber exactamente cómo sentirse. Ni siquiera reparó en si sus compañeros la seguían o no; estaba absorta en la pelea moral que dos furiosas bestias libraban dentro de su cabeza. RE: El himno de Uzushiogakure - Himura Ren - 28/06/2016 Junto a una breve arcada, tras ver durante un rato la mano del joven poeta con el que has hace unos momentos tonteaba, intentando engatusarlo en el charco de sangre, es escucho un chasquido; los huesos del brazo se habian partido y formaba una especie de V imposible de ejercer las articulaciones que hay en la extremidad. Se tapó la boca para salir muy lentamente sin quitarse la mano de los labios; andaba con terror, dudoso y como deshorientado, tras salir, se dirigió a un pequeño rincón algo oscuro dando arcadas mas fuertes para finalmente no devolver nada, excepto una gran cantidad de saliva. — ¿En serio ha tenido que acabar esto asi?... T-Todo era una pequeña broma... — Apoyaba una mano contra la pared mientras se quitaba algo de saliva con la manga de la mano opuesta. Algo ya recompueso del suceso, pero con el todavia muy presente en su mente y el miedo en sus carnes, vio a Anzu alejarse poco a poco cabizbaja para despues su vista centrarse en la mirada de varios guardias. — ¡¡Aquí por favor!! — Instintivamente, salió corriendo agitando los brazos, llegando a tropezarse varias veces e incluso caerse una vez al suelo, hasta que consiguió llamar la atención de los guardias. — Por favor, tienen que hacer algo. ¡La gente esta apaleando a uno de los concursantes! — Con una agitada respiración, y falta de aliento jadeando asi constantemente, intento explicar que es lo que estaba pasando dentro del recinto, y la respuesta desproporcionada que estaba ocurriendo allí dentro. Uno de los guardias miró al otro, para despues compartir entre los dos una sonrisa. — Ju, eso a nosotros no nos concierne. Es decir, si deberiamos poner medios pero que quieres que te diga, cada uno tiene lo que se merece — Contestó uno riendose mirando a su compañero — La verdad es que tienes razón, que se lo hubiera pensado dos veces antes de hacer lo que ha hecho — Poco a poco, se alejaron del lugar los guardias, riendo a pleno pulmón compartiendo otras críticas sobre lo que estaba sucediendo de manera cómica. Las palabras no hicieron mella en Len como un jarro de agua fria, mas bien fue como caer de una gran montaña, contra el duro asfalto. Sus ojos se abrieron por la sorpresa mientras sus manos no dejaban de temblar, intentó tranquilizarse abrazandose a si mismo para evitar los temblores que sacudian todo su cuerpo; mas lo unico que consiguió, fue desplomarse de rodillas en el suelo, llorando mientras su claro cabello, ocultaba sus humedos ojos. — S-Soy... S-Soy un asesino... RE: El himno de Uzushiogakure - Manase Mogura - 28/06/2016 Las opciones para el poeta iban agotándose una a una, arrancando con la salida de Anzu, quien se estaría marchando sin mediar una palabra con el dúo de Amegakure. Seguramente había mas de una razón para el comportamiento de la muchacha, pero la situación no permitía que el interrogarla para saber sus motivos fuese una prioridad. Fuera, no muy lejos, habían empezado a mostrarse uno que otro samurai, aquellos guerreros locales que portaban el tradicional par de espadas y cuya finalidad teóricamente era la de guardar la paz del lugar. Len intentó acudir a ellos por ayuda, diciendo lo que estaba pasando, que un grupo de gente estaba moliendo a golpes a un concursante, pero no consiguió mas que risas y excusas del par que escucho lo que tenía para decir. Alguien debería hacer algo, pero no hay nadie que este en posición de hacer nada. Pensaba para si mismo mientras caminaba rodeando a la turba loca de forma tal que al detenerse estuviesen justo delante de la entrada. No hay mucho que pueda hacer pero es mejor que irme sin siquiera intentarlo o hacer la vista gorda. Junto sus manos rápidamente, realizando peculiares formas con los dedos en una secuencia que para nada era aleatoria, sabía perfectamente que estaba haciendo y con que finalidad. Si las cosas salían la mitad de bien de lo que había pensado, podrían salir todos corriendo y nadie tendría que ser enterrado. ¡¡Fūton: Daitoppa!! Exclamó una vez que la secuencia de sellos fue terminada. Una rápida rafaga de viento golpeo de lleno a la turba enfurecida que estaba muy ocupada con lo suyo, las consecuencias directas de eso serían que todo el grupo perdiese el equilibrio al ser empujados en dirección a la entrada, algunos caerían y seguramente rodarían, pedazos de silla rotos y demas objetos pequeños serían empujados con el conjunto unos 5 metros aproximadamente. ¡Ya fue suficiente, largo de aquí o sabrán lo que es bueno! Había comenzado nuevamente a realizar la secuencia de sellos de mano. Podía ver el puñado de gente a la que había atacado con su técnica de ninjutsu, la mayoría por no decir todos parecían meros civiles, pero no inocentes civiles, y es por eso que tomaba por escudo aquella amenaza. Había actuado sin pensar mucho mas allá de sus capacidades, no estaba seguro si podía esperar que Anzu volviese a entrar por donde se había marchado y Len parecía estar mas ocupado peleando una batalla consigo mismo, pero aun estaba ahí, quizás podría ser de ayuda para el muchacho moreno. RE: El himno de Uzushiogakure - Uchiha Akame - 2/07/2016 «Cobarde.»
Pudo oír aquella palabra, dentro de su cabeza, tan claro como si se la hubieran gritado al oído, y se detuvo en seco. Levantó la cabeza, antes gacha, mirando a su alrededor en busca de desmentir lo que ya sabía —que Hida no estaba allí, ni siquiera cerca—. No había sido su maestro quien la reprendía; no directamente, al menos. Porque las enseñanzas de Hida se habían clavado hondo en su espíritu. «Así que vas a dejar que los shinobi de otra Aldea se ocupen de un problema que tú has creado... ¿Qué te parece eso?»
Otra vez la voz de su maestro resonaba con fuerza. «¡Déjame!», contestó Anzu casi al instante en sus pensamientos. «Somos ninjas, no samuráis. Ese tío tan pesado y repipi se lo ha buscado él solito. ¡Ni siquiera los guardias le prestan atención! Además, no estoy de misión.», replicaba la chica. «Ya entiendo. Entonces te hiciste kunoichi para ganar dinero, ¿es eso?»
La férrea ética de su maestro respondía con precisión quirúrjica. «No», contestó Anzu. «Un ninja debe tener un código.»
«Un ninja debe tener un código», respondió ella, dando media vuelta. Notó algo caliente en sus manos; se había hecho sangre de tanto apretar los puños. ... El Fuuton de Mogura cogió por sorpresa a la turba de indignados, que pese a estar muy cabreados y ser seis contra uno —el pobre poeta— no tenían ni de lejos la preparación de un shinobi. La técnica de viento golpeó a los nacionalistas de lleno, derribándolos con facilidad y despejando el camino para... —¡El Rayo de Takigakure en acción! La kunoichi de piel café recortó metros a toda velocidad hasta llegar al malherido uzureño. Sin aparente esfuerzo —revitalizada quizás por su Determinación— pasó un brazo por la espalda del tipo y otro entre las piernas, y flexionando las rodillas ejecutó un movimiento sumamente técnico que la ayudó a cargarse el bulto a la espalda. Por bulto se entiende, obvio, al apaleado poeta, que estaba ya inconsciente. Anzu apretó los dientes, furiosa consigo misma, y corrió hacia la salida. Los furiosos aldeanos se levantaron con dificultad, algunos más dolidos y otros menos, pero la amenaza de Mogura fue suficiente para que decidieran no perseguir a Anzu, que cargaba a su víctima a hombros. ... —¡Len-san, deja de llorar y ve a buscar un médico! El aludido escucharía la voz de Anzu justo a su espalda. Si se volteaba, vería al malherido poeta tumbado en el suelo, de costado, con varios golpes por todo el cuerpo y la cara hecha añicos. RE: El himno de Uzushiogakure - Himura Ren - 5/07/2016 El soplo de viento y aire de la tecnica de Mogura, alteró en gran parte las corrientes, haciendo que una pasara fuertemente por sus cabellos, llevandose parte de las lagrimas que no dejaban de cesar de sus cristalinos ojos. — Todo el mundo esta ayudando...— Como sacada de un circo, o de las mejores calles, Anzu atravesó toda la multitud, y con la misma gracia que entró, salio con el poeta mientras la amenaza de tan solo un par de crios que conocian dos tecnicas, ¿tal vez tres?, suponia suficiente nivel de amenaza para un par de ciudadanos armados con palos y piedras que estaban bien pasados tras la tecnica de Mogura. — ¿Q-Que hago?... M-Me siento demasiado confuso... Y-Yo no queria que nada acabara asi... Y-Yo... — ¡Len-san, deja de llorar y ve a buscar un médico! El cuerpo del poeta malherido, se hayaba frente a él, apenas podia reaccionar ni dejar de temblar. Intentó extender una mano, como para intentar tomarle el pulso, pese a no tener idea alguna de ello, podia ver como uno de los brazos tenia una extraña forma debido a que tenia los huesos partidos; la nariz no dejaba de sangrar y casi toda su ropa habia cogido un tono carmesí. Cayó hacia atras de culo, debido al susto, pero se levantó lentamente con la mitad del rostro cubierto por su cabello, se acercó a Anzu, y le arrebató un kunai de una de su portaobjetos con toda la habilidad de un buen ladron para salir corriendo hacia su compañero de villa. — ¡¡Mogura!! ¿¡Tu eras médico o algo!? ¡¡Ayudales a ellos, seras mas util que yo!! — Pasó corriendo por el lado de Mogura en dirección a la multitud. Saltó de una persona en otra, pisoteando caras, cuellos y alguna que otra bolsa escrotal para caer finalmente encima del pecho del pintoresco joven con la camisa del corazón y el simbolo de Uzushiogakure, que parecia uno de los que habia comenzado la revolución. — ¿Divertio verdad? Apenas te puedes mover por el golpe, y aun menos con los cuerpos de tus compañeros por encima insconcientes... — El rostro de "la joven de cabellos blancos", sus ojos brillaban de extraña manera y hablaba casi susurrando mientras mantenia una siniestra sonrisa. Apretó levemente una de las aristas del kunai sobre los laterales de los labios. — ¿Y un médico?. — ¿Q-Que? ¿Para qué? — Miró de reojo como Anzu y Mogura intentaban asistir a la inocente victima de su broma. — ¿Para ese capullo? ¡Que se joda por lo que ha hecho!— Dijo contestandose a si mismo mientras le señalaba para ser al momento interrumpido. —¡¡¡AAAAAAHH!!!— Le habia casi rajado la mitad del carrillo izquierdo. — No pasa nada, si el no lo necesita, lo que acabaras necesitando tú, sera un sepulturero. — Se deshizo de parte de la sangre del kunai, con un gesto de muñeca; para posteriormente acercarlo nuevamente al rostro dando un leve destello por las luces que habia todavia encendidas en el local y dar una muesca aun mas siniestra. — ¡¡¡Tu ganas, tu ganas!!! ¡¡Por favor ayuda, necesitamos ayuda médica!! — Gritó con desesperación a un pequeño comunicador que sacó de un bolsillo, al parecer era un encargado aparte de un loco aficionado. Mientras, el genin se alejaba con delicadeza en saltos volviendo hasta sus compañeros, y soltandolé otra vista maliciosa mientras mostraba el kunai en una mano. Tras acercarse, se arrodillo en el suelo, al lado de Anzu extendiendo una mano para devolver su arma "prestada". — P-Perdona... — Dijo tras devolversela — En breves deberia llegar mas asistencia médica. ¿Como esta ahora?... — La mascara que habia hecho para hacer de loco asesino, habia desaparecido por completo. ¿Quien diria que un rostro tan encantador, podria hacer una cara tan amenazante?. Con preocupación en el rostro, se levantó del suelo esperando de una vez, una buena noticia mientras miraba como algunos medicos se acercaban a atender a la multitud que habia venido con ganas de camorra a la par que otros se acercaban a donde estaban ellos. Es increible el poder que tiene el miedo sobre la gente...
RE: El himno de Uzushiogakure - Manase Mogura - 6/07/2016 Habiendo tomado la iniciativa, parecía que sus compañeros iban a sumarse y entre todos terminarían dándole una mejor pinta toda aquella situación. Gracias a la intervención directa del Rayo de Takigakure, el poeta pudo ser trasladado de su precaria posición a un lugar un poco mas conveniente para cuando llegaran los médicos, solo faltaba para eso que hubiese algún médico en camino. Envalentonado por las palabras de Anzu, Len pudo dejar de lloriquear como una nena en su rincón y haciendo gala de un par de sus habilidades como ladronzuelo de callejón logró armarse con uno de los kunai de la kunoichi. Tras escuchar los reclamos de su compañero de aldea, dejo su posición y sus sellos para ir hasta donde habría quedado el poeta, para bien y para mal ya no había mucho que el shinobi estuviese en condición de hacer, necesitaría un grupo de gente capacitada para poder tomar alguna clase de medida. Len por su parte utilizaría la kunai que utilizaría para lograr hacer diplomacia con el fanático de la camiseta del corazón con el simbiosis del remolino, quien sorpresivamente sería algo mas que un fanático nacionalista. ¿Sería esa una de las razones por la cual aquellos inútiles de las espadas no se metieron? Pensaba Mogura al escuchar las palabras del tipo. Parecía que a partir de ese punto las cosas mejorarían. Len entonces se disculparía con la muchacha por haberle quitado su arma pero con tan solo eso había logrado que la ayuda se viese obligada a acudir. Bueno, no hay mucho que pueda hacer ahora mismo por este personaje... es trabajo para mas de una persona y hacen falta cosas que aquí no tengo. Uno de esos hongos verdes que dan una vida extra no le hubiesen venido mal al pobre muchacho. Pero sería muy difícil encontrarlos en algún punto de Onindo, a saber. RE: El himno de Uzushiogakure - Uchiha Akame - 10/07/2016 Todo sucedió demasiado rápido. Antes de que Anzu pudiera darse cuenta, Len se había puesto en pie y, con la habilidad de un ladrón entrenado, le había quitado uno de sus preciados kunais. «¿¡Pero qué...!?» La Yotsuki echó a correr tras el ladronzuelo, que recortó metros —esquivando a la media docena de lugareños aturdidos— hasta el tipo de la camisa de flores. «Ese es el que lo empezó todo, ¿qué piensa hacer Len-san?» Anzu contempló la escena que se desarrollaría a continuación con una mueca de horror. El aparentemente frágil y sensible gennin de Amegakure se transformó por momentos en un torturador nato, rajando la cara del nacionalista sin ningún tipo de preámbulo para obligarle a que pidiera asistencia médica. Anzu pudo escuchar las palabras del tipo, que hizo la solicitud a través de lo que parecía un comunicador a distancia. «Mierda, eso significa que este sitio se va a llenar de gente muy pronto. Gente capaz de pedirnos explicaciones...» Se dio la vuelta y empezó a correr. No es que no pudiera inventarse alguna historieta sobre cómo tres simples gennin que pasaban por allí vieron una situación tremendamente injusta y se acercaron a ayudar. Es que le ardían las entrañas de pensar en las consecuencias que había tenido su inocente broma; y, sobre todo, de que su primera reacción había sido huir. «Huir», una palabra muy fea. —La pasma no tardará en llegar —gritó Anzu al pasar junto a Mogura—. ¡Deberíais largaros! Ni corta ni perezosa se dispuso a predicar con el ejemplo, saliendo disparada en dirección contraria a la gran plaza. |