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RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 15/06/2018 La jugada volvió a salirle a la perfección. El sello explosivo sobre el cadáver, la bomba de humo, el muro en ruinas que utilizó como parapeto. Akame se movía con una agilidad e inteligencias que superaban, por mucho, a las de aquellos desgraciados. Tal era el poder de un Uchiha y jōnin de la Aldea Oculta del Remolino. Sin piedad, recorrió con pasos veloces la distancia que le separaba del grandullón que yacía, malherido, en el suelo. Desenvainó su espada con rapidez y, empuñándola con firmeza, realizó un empalamiento descendiente para atravesar el cráneo de aquel mastodonte con la hoja de su espada. El oscuro acero relució a la luz de la luna, arrancándole un destello violáceo claro. Se irguió justo cuando el otro arrojaba la ballesta al suelo y pedía clemencia a gritos. Los ojos del Uchiha destellaron con un brillo carmesí en la oscuridad cuando Akame le dedicó una tenebrosa pero fugaz mirada. —Largo de aquí, escoria. Y asegúrate de contarle a tus compadres lo que has visto esta noche —ordenó, autoritario—. Si alguno de vosotros vuelve a cruzarse en mi camino, esto es lo que le espera. Akame nunca había sido un tipo especialmente intimidante, pero la situación lo ameritaba. Además, su poderoso chakra se expandió y vibró un momento, seguramente provocándole un escalofrío por la espalda a aquel mercenario. Si el tipo obedecía, el shinobi le dejaría efectivamente ir... Aunque quizás se encontrase de cara con los soldados del señor Iekatsu, si es que habían oído la señal de socorro de Datsue. «Ahora sólo queda uno.» Veloz, el jōnin se dio media vuelta y apoyó la espalda contra el muro. Todavía quedaba un tirador y su última posición conocida había sido junto a los escombros de la entrada principal de la fortaleza. Con cautela asomó la cabeza y escudriñó la oscuridad. — El Uchiha se movió con tal presteza que fue capaz de evitar la tremenda explosión, un estruendo ensordecedor que retumbó en el gran salón y entre los escombros, destrozando todo en un área de seis metros y dañando una de las columnas que soportaban la estructura del techo. Cuando Datsue apareció parapetado tras la columna opuesta, sus ojos distinguieron con claridad al enemigo... Lo tenían casi delante. El ninja estaba al otro lado del pilar, y con movimientos veloces buscó revolverse y atacar al Uchiha. De cerca, Datsue pudo ver su rostro cubierto de horrendas cicatrices, facciones duras y unos ojos gélidos que parecían brillar en la oscuridad. Kaguya Hida hizo emerger dos afiladas estacas de hueso desde las palmas de sus manos con un sonoro "crack", y lanzó un par de estocadas en dirección a Datsue valiéndose de aquellas armas. La primera iba dirigida hacia el muslo derecho del ninja, mientras que la tercera buscaba acertarle en pleno hombro izquierdo y perforárselo de forma dolorosa. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 16/06/2018 Inu el Perro quería llorar de felicidad. De puro alivio. Nunca en su vida había conocido la compasión. Ni el perdón. Que el ninja que les estaba masacrando se la concediese fue… … como presenciar un milagro. Como si el mismísimo Izanagi bajase del cielo para decirle que tranquilo, que todo estaba bien. Se le hizo un nudo en la garganta. —G-gracias. Muchísimas gracias. —Salió escopeteado de allí. • • •
Akame se parapetó tras el muro. Sacó la cabeza, y sus ojos de demonio brillaron bajo la oscuridad. Dos luceros de sangre que pedían más sangre. Sin embargo, no vio a nadie. Escuchó un crack lejano a su izquierda. Y un característico silbido volando hacia él… • • •
Cuando lo vio venir, creyó que era demasiado tarde. Dos estacas que no presagiaban nada bueno directos a su hombro y muslo. Y él sin nada a mano con lo que bloquearlo. «¡Mierda!» Iba a arrepentirse nada más hacerlo, pero el Uchiha tuvo que forzar de nuevo su cuerpo en un período muy corto de tiempo. El sello del Carnero le permitió intercambiar su cuerpo por una gran piedra que había entre los escombros. Una piedra que se vio empalada por una de aquellas estacas… … y que contenía cierto regalito. Un sello explosivo de clase B, que el Uchiha hizo detonar al instante con el sello de Serpiente. Se encontraba a ocho metros de la columna, cerca de donde había estallado anteriormente el otro sello. «Tengo que acercarme a la jodida entrada… Esta mierda va a venirse abajo». Pensado y ejecutado. Sin perder de vista al enemigo tras la explosión, el Uchiha trataría de retroceder hasta la entrada de aquella sala con pasos cortos y seguros. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 16/06/2018 Akame no dedicó ni un segundo más de tiempo al mercenario que ahora huía despavorido; no podía permitírselo. Su búsqueda del último enemigo fue infructuosa en primera instancia, mas un sonido peligrosamente conocido le alertó de la posición de una inminente amenaza. «¡Mierda!» Aquel cabrón le había flanqueado y acababa de dispararle. Sin tiempo de reacción para mayores florituras, el Uchiha juntó ambas manos en una palmada y canalizó su chakra para moldearlo con la forma de la naturaleza de Viento. «¡Fuuton, Reppushō!» Una onda de aire a presión avanzaría frente a él con la suficiente fuerza como para repeler el proyectil. Además, Akame se aseguró de meter la mano diestra en el portaobjetos de su muslo y lanzar, rápidamente, un total de tres shuriken. El movimiento se había realizado con cierto apuro y poco margen, de forma que era poco probable que impactase; mas la intención del jōnin era principalmente ganarse algo de tiempo para reposicionarse. A la velocidad más alta que le permitían sus piernas, Akame avanzó hasta la siguiente cobertura, siguiendo el perímetro de las ruinas de la muralla exterior. Siempre alerta, por si en la oscuridad intuía la silueta formada por el chakra de aquel desgraciado. Luego esperaría un momento, y trataría de hacer lo propio hasta los siguientes escombros con intención de flanquear al flanqueador. — Las estacas óseas de Hida se clavaron con gran facilidad tanto en el muslo derecho del joven Uchiha como en su hombro, y el renegado esbozó una sonrisa torcida que no tardó en desaparecer cuando, con un característico "puf", la silueta del jōnin fue sustituida por la de un enorme cascote. El Kaguya tiró con fuerza para desclavar sus armas de hueso de la piedra, y fue entonces cuando advirtió el sello explosivo que se iluminaba con fuerza. ¡BOOM! Con una brutal explosión, Hida salió propulsado de espaldas mientras la segunda columna era destruida en su base. Toda la estructura del gran salón empezó entonces a crujir y tambalearse mientras trozos de techo, cascotes y demás escombros caían violentamente alrededor de ambos ninjas. Datsue, con buen criterio, emprendió una carrera hacia la salida. Apenas recorridos seis metros ya había tenido que esquivar —por los pelos— dos grandes trozos de madera calcinada que cayeron desde el techo semiderruido. Sin embargo, cuando estaba a punto de llegar a la salida, la estructura sobre ésta se derrumbó con el estruendo de un cañón. Si alzaba la vista, vería que en el techo había ahora un gran agujero, fruto de los derrumbamientos; era una posible salida. El propio Hida estaba escalando, de salto en salto, ayudándose de los trozos de estructura que caían al suelo para impulsarse y así llegar hasta el siguiente resalto. Tenía el torso chamuscado por la explosión del sello de Datsue y la ropa destrozada, pero parecía más que en condiciones suficientes como para ser una amenaza. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 16/06/2018 «¡Mierda!» Ya casi había alcanzado la salida —tras esquivar por los pelos unos cuantos bloques de madera que caían sobre su cabeza—, cuando ésta se vino abajo, llenándola de escombros. Pero, como la lógica le decía ahora a gritos, si parte del techo se venía abajo… …«¡ahí!». Un hueco en el cielo por el que escaparse. El Uchiha ni lo dudó. Una rápida mirada a un lado le hizo saber que su enemigo también estaba escalando. Los dos, en una carrera a contrarreloj por ser el primero en llegar a la meta. A la salvación. Pero, a estas alturas, todo el mundo sabe que Uchiha Datsue… …es un tramposo. Se llevó una mano al bolsillo con tanta rapidez que hubiese puesto en un aprieto al mismísimo relámpago. Lanzó entonces, hacia el suelo, justo debajo del ninja —que se encontraba saltando de escombro en escombro—, una bolita de papel. Acto seguido se llevó las manos a los oídos, y sin demorar ni un segundo saltó por el hueco que había visto. ¡BOOOOOOOOOM!
La bomba sonora estalló en un potente chirrido, que esperaba le sirviese para ralentizar al ninja y otorgarle la victoria en aquella carrera mortal. Una vez hubiese llegado a lo alto del techo, el Uchiha dejaría caer una nueva esfera de papel compacta, por el hueco, mientras saltaba hacia el exterior de la sala, al otro lado de los escombros que se habían derruido en la entrada. A salvo y en terreno llano, correría en dirección contraria mientras formaba un nuevo sello… … y liberaba una explosión sin precedentes. No por nada, había tirado una bomba explosiva de rango A. —¡¡¡MUEEEREEEEEEEEE!!! • • •
Nezumi la Rata estaba en un aprieto de mil cojones. Había intuido ver al Toro muerto. Y había visto al Perro huyendo con el rabo entre las piernas. Mientras él, el más cobarde de todos, seguía en pie y en la lucha. Menuda ironía. Pero lo había visto demasiado fácil. La oportunidad de, por una vez, ser él el héroe de aquella historia. Había flanqueado a aquel capullo que se negaba a morir. Se había colocado en su retaguardia. Le había disparado un virote a la jodida espalda… … y este se había limitado a hacer de su magia para, simplemente, devolvérselo. Con unas cuantas armas arrojadizas de regalo. Nezumi se volvió a esconder tras el borde muro, con el corazón latiéndole tan fuertemente que parecía que fuese a salir disparado por su boca. La estaba cagando, la estaba cagando, la estaba cagando… • • •
Akame flanqueó por un lado y corrió a esconderse bajo unos escombros. Luego salió disparado hacia la siguiente cobertura, con ojos atentos y pies rápidos. Pero nada oyó, ni ningún peligro se abalanzó sobre él. Fue entonces cuando captó movimiento. El destello de un chakra débil, raquítico y con color a mierda, huyendo despavorido en dirección al bosque. Justo por donde le había llegado a la flecha. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 17/06/2018 Akame pronto se daría cuenta de que había sobrevalorado la integridad moral —o tal vez sólo el coraje— de su último enemigo. Cuando, danzando de cobertura en cobertura, se acercó al punto desde el cual aquel malnacido había intentado ensartarle con un virote de su ballesta, el Uchiha sólo vio al menudo mercenario huyendo para internarse en la oscuridad del bosque. —Puta rata... —masculló, escupiendo a un lado. No se fiaba, aun así, y nuevamente se movió a otra cobertura para comprobar que no quedaban más amenazas, peinando la zona con su Sharingan. Sólo si no oteaba más enemigos se permitiría un momento para recuperar el aliento con la espalda apoyada en uno de los muros casi derruidos del perímetro exterior de la fortaleza. Luego caminó hasta el cadáver del mastodóntico mercenario y desclavó su fiel katana del cráneo de aquel tipo. El crujido de los huesos reverberó en el claro. Akame limpió la hoja en las ropas del soldado de fortuna y devolvió su katana a la bandolera. Por último, fue hasta el cuerpo sin vida del tipo al que había rebanado el gaznate y desenterró su kunai del mismo. Repitió el proceso para limpiar el arma y la guardó en su mecanismo oculto. Recogido su equipamiento, se llevaría una mano a la oreja derecha, apretando el botón de su comunicador avanzado con el dedo índice. —Compadre, ¿estás ahí? Repito, ¿estás ahí? — Cuando la otodama de Datsue estalló, produciendo un estruendo ensordecedor que debilitó aun más la maltrecha estructura del gran salón, el Uchiha supo que había ganado la carrera por subir el tejado a su enemigo. Era imposible que Hida hubiese sido más veloz que él tras haber recibido, de lleno, aquel impacto en su sistema auditivo. Mientras la sala se venía abajo, Datsue fue capaz de ganar la posición y escalar finalmente por el enorme agujero en el techo. El viento fresco de la noche le golpeó en el rostro cuando por fin puso ambos pies sobre el tejado de la fortaleza; un área extensa que se iba viniendo abajo poco a poco. El ninja dejó caer la bomba de mano por el mismo hueco por el que él había escalado momentos antes, y corrió hacia la zona contigua del tejado, una especie de balcón bastante amplio y en razonablemente buenas condiciones. Entonces formuló un sello con ambas manos, y el rugido de la explosión reverberó en el cielo nocturno como un grito de furia de los dioses, acompañado del suyo propio. —¡¡¡MUEEEREEEegh- La voz se le quedó sin sonido en su boca, eclipsada por otro chillido más agudo que hasta ese momento no había podido escuchar... Y que provenía de su espalda. Afinando el oído, el jōnin pudo advertir que no se trataba de una sola voz, sino más bien de varias. De un enjambre. Tampoco proclamaban una consigna concreta, sino que parecían estar discutiendo a gritos en un concierto de chillidos que pugnaban por sobreponerse los unos a los otros. Entonces llegó el dolor. Un dolor lacerante y agudo que le taladró la espalda como si le hubieran propinado un mazazo con un martillo al rojo vivo. De repente, el mundo se agitó de forma poco natural a su alrededor. Uchiha Datsue se dio cuenta de que había salido despedido hacia delante cuando su rostro chocó brutalmente contra el suelo de piedra ennegrecida del balcón. —Sabe el mismísimo Hotei que he intentado apartaros de mi camino sin causaros daño durante todo este tiempo —la voz provenía de algún punto en donde él mismo había estado parado momentos antes—. Pero esto se acabó. Sois demasiado insistentes, y ahora demasiado peligrosos. Así que voy a darte una última oportunidad, Uchiha Datsue. Lárgate de aquí... O afronta las consecuencias. Kaguya Hida estaba parado sobre el mismo balcón, a unos seis o siete metros de Datsue, y chispas de chakra Raiton color azulado rodeaban todavía su mano derecha. Al mismo tiempo, una voz familiar sonaría en el intercomunicador de su oreja. Estaba aturdido todavía, pero podría oírla con meridiana claridad. —¿...hí? Repito, ¿estás ahí? RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 17/06/2018 Saboreó el dulce sabor de la victoria por solo unos instantes. Apenas unas décimas de segundo, antes de que la miel se convirtiese en ceniza en su propia boca. La vida, y más la de un ninja, se ponía patas arriba en el momento menos pensado. Lo oyó antes de sentirlo. El chirrido de mil pájaros furiosos. Con él. Con su espalda, que recibió el impacto de todo aquel odio y le tiró boca abajo, cortándole la respiración. Chocó de cara contra el suelo, arañándosela, abriendo heridas en piel y labios. Le lloraban los ojos y babeaba sangre. Como un bebé perdido y asustado, quiso revolverse. Levantarse. Entonces le vio. Parado. Mirándole. Aquellas cicatrices ya las había visto una vez… —¿Tú…? —¿Acaso no era el ninja que había visto en Yamiria, cuando Rokuro Hei había sido secuestrado? Una aventura que ahora parecía haber corrido milenios atrás, junto a Akame y Aiko. El hombre habló, despertando todavía más preguntas en su asustada mente. Por alguna extraña razón, aseguraba que había tratado de no matarles. Incluso conocía su nombre. «¿Cómo cojones…?» Entonces le ofreció una salida. A Uchiha Datsue. Huir. ¿Cuándo hubiese rechazado él tan golosa propuesta? «Pero ahora soy jōnin», le recordó una parte de su ser. Demasiado pequeña para enfrentarse a la otra, más grande y fuerte, que le recordaba algo más importante: primero sobrevivir; luego el resto. Estaba a punto de aceptar el trato cuando le oyó. A su Hermano, directo al alma. O a su oído derecho, más bien. Una sensación reconfortante le invadió el cuerpo. Era increíble el efecto que tenía Akame en él. Por muy cursi que sonase, a su lado, era mejor persona. Más decidido. Más ambicioso. Más tenaz. Más… …valiente. —E-está bien. Tú ganas —No le costó poner voz asustada. Lo estaba—. No sé qué cojones está pasando, pero… Elijo vivir. —Con una mueca de dolor, plantó un pie en el suelo, se apoyó las manos en la rodilla y se irguió. Entonces, con parte del brazo y hombro, se restregó parte de la mejilla ensangrentada y la oreja. La oreja en la que estaba su comunicador. Con todo el disimulo del que fue capaz, apretó el botón con el propio hombro—. Casi acabo de morir sepultado bajo el techo de la sala de audiencias del castillo, o lo que sea que fuese eso… No pienso tentar más a la suerte. —Pero sí, Uchiha Datsue iba a tentar una vez más a la suerte. El Saimingan buscó los ojos del mercenario, tratando de introducirle en una ilusión. ¿Qué tipo de ilusión? Una que se disfrazaba de la realidad. Una que imitaría el entorno, y la posición de ellos dos, todo con la mayor precisión posible para que el ninja no se diese cuenta. —Me iré por ahí, ¿de acuerdo? —preguntó, ya dentro del Genjutsu, señalando con un dedo en una dirección. «Date prisa, Hermano…» Y hablando de Uchiha Akame, no halló peligro alguno tras otear los alrededores. Tanto Inu el Perro como Nezumi la Rata parecían haber hecho caso a su instinto de supervivencia, huyendo con el rabo entre las piernas. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 17/06/2018 Hida se había mantenido expectante, con las rodillas flexionadas y los brazos en ristre. Conocía bien a Uchiha Datsue y por tanto sabía que era un mentiroso. Claro, no es que hubiera tenido nunca oportunidad de hablar con él, pero le conocía. Sabía que había estado involucrado en el caso del Samishen mágico de Yamiria, sabía que había dado con la guarida del Gran Maestro Yogo en Ichiban. Sabía que había participado en el Torneo de los Dojos, y que había hecho un fructífero trato con los Señores del Hierro. Todos aquellos datos todavía danzaban en su cabeza como los versos de un salmo memorizado a conciencia. Por eso mismo, cuando el muchacho se puso en pie de forma trabajosa para anunciar su rendición, el Kaguya avanzó con paso cauto hacia él. También sabía que Datsue era un cobarde, capaz de sacrificar cualquier pieza en el tablero con tal de salvar al rey —él mismo—. Todo lo contrario de su compañero Akame; a él también le tenía fichado, y bien fichado. Pero, en realidad, ambos eran igualmente peligrosos. Por eso Hida le gritó al Uchiha, con unos cuatro metros por delante todavía. —¡Las manos en la cabeza, Datsue-san! —las horribles cicatrices que le cruzaban los labios se contorsionaron de forma asquerosa—. No intentes nada, muchacho. Sin embargo, lo que Hida no sabía... Es que ya era tarde. Akame tardó unos cinco minutos en encontrar el lugar. Datsue había mencionado "un tejado derrumbándose", lo cual encajaba perfectamente con el estruendo que se había oído momentos antes; como una explosión. El mayor de los Uchiha se había internado en las ruinas, a la carrera, buscando aquel gran salón con el tejado derruído. No le costó demasiado trabajo. De hecho, se valió de la imagen mental que tenía de la fortaleza del señor Iekatsu, en Rōkoku, para trasponerla a aquella réplica carbonizada. Por suerte, ambas tenían una arquitectura similar, de forma que le bastó con seguir un par de pistas para hallar el gran salón. Utilizando sus habilidades ninja, escaló hasta la parte superior... Y allí los vio. Al principio se acercó con cautela, pero cuando fue capaz de distinguir la figura inmóvil del ninja de las cicatrices, supo que su Hermano le había atrapado en el Saimingan. «Bien jugado, Datsue-kun...» El jōnin se acercó rápidamente hasta donde estaban los dos ninjas, sacando unas esposas supresoras de chakra de su portaobjetos. No sin dificultad —«este tío es duro como una maldita roca»— Akame fue capaz de bajarle los brazos y juntárselos lo suficiente como para ponerle las esposas. Cuando el flujo de chakra del Kaguya fue interrumpido, tanto él como Datsue salieron del Genjutsu del Uchiha. —¿Qué dem...? —masculló Hida, pero Akame le calló con un reverendo puñetazo directo a la mandíbula. El ninja renegado se tambaleó, pero aguantó el golpe en pie. —Eso es por lo de los Templos, hijo de una hiena —bufó el Uchiha, plantándose frente a él—. ¿Todo bien, compadre? —preguntó a Datsue, aun sin volverse a mirarle. Hida esbozó una sonrisa torcida y los taladró a ambos con sus ojos gélidos al comprender lo que acababa de pasar. —Ya lo entiendo, ¿un Genjutsu, no? —bufó con rabia—. Jodidos críos. Debí haberos matado allí, en Yamiria. Aquellas palabras se clavaron en Akame como un puñal. Reprimiendo sus ganas de emprenderla a golpes con aquel horrendo ninja que tantas veces había frustrado sus planes, el jōnin se limitó a cruzarse de brazos. —Ni se te ocurra intentar nada, renegado. Como te muevas un pelo, te parto en dos —amenazó—. Tú y yo tenemos muchas cosas de las que hablar. Ahora sí, el Kaguya soltó una carcajada que reverberó entre las ruinas del balcón. —¿Eso crees? ¿Y qué pasa con vuestra misión? ¿Tenéis idea de dónde está el bueno de Iekatsu-sama? RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 17/06/2018 El Uchiha hincó una rodilla en el suelo y se permitió respirar, aliviado, mientras el Sharingan desaparecía de sus ojos. —Exhausto, pero bien. —El frenesí del combate. El irremediable bajón tras la adrenalina. El Sunshin y Kawarimi usados consecutivamente. Sí, por lo dioses que necesitaba un respiro—. ¿Te encargaste de todos? —se interesó. Aunque, por el momento, tenía cosas más urgentes de las que preocuparse. El propio ninja, sujetado ahora por las esposas supresoras de chakra que le había puesto su Hermano, por ejemplo—. Veo que tenéis cosas pendientes… —comentó, intrigado, ante la conversación de aquellos dos. Se levantó de nuevo, llevándose una mano al bolsillo de su chaleco para alcanzar una píldora estimuladora de sangre. La tomó, mientras el fuego cruzado continuaba entre Uchiha y renegado, hasta que éste último soltó la bomba. —¿Eso crees? ¿Y qué pasa con vuestra misión? ¿Tenéis idea de dónde está el bueno de Iekatsu-sama? Datsue frunció el ceño. Aquel cabrón había ido directo a la herida. —¿Tú sí? —Uchiha Datsue no se estaba enterando de una mierda. No sabía por qué aquel hombre se interesaba tanto en Iekatsu, aunque tenía la sospecha que, más que en él, era en la gema que portaba. ¿Y qué papel jugaba la dama en todo aquello? Los movimientos que había hecho antes de que todo se desmadrase eran de lo más sospechosos. ¿Era enemiga o aliada? ¿Estaba del mismo bando que aquel cabrón? Algo le decía que no, pero eso no significaba que estuviese en el suyo—. Si quieres vivir, empieza cantar. Al contrario que tú, nosotros no dudaremos en acabar contigo. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 17/06/2018 Esposado, sin posibilidad de usar su chakra y a merced de los dos Uchiha, Kaguya Hida no perdía su actitud de veterano experimentado. Aguantó las amenazas de Datsue sin pestañear, aguantándole la mirada con sus ojos de color azul hielo, tan inexpresivos que podían congelar el corazón de una persona. La primera respuesta que obtuvieron de aquel tipo los Hermanos del Desierto fue una carcajada seca y corta. —¿Y vosotros dos sois jounin? Joder, hoy en día le dan la condenada placa a cualquiera —el renegado escupió un esputo negruzco—. No sé dónde está el noble señor de Rookoku ahora mismo, pero sí sé con quién... Alzó la mirada y su sonrisa se ensanchó, como una mueca de burla. —¿Podéis vosotros decir lo mismo? —el Kaguya se irguió en toda su estatura, y las cicatrices que sembraban todo su cuerpo parecieron estirarse como viejas costuras—. Te diré algo, Uchiha Datsue... No soy yo quien está en peligro ahora mismo. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 18/06/2018 —Me cago en mi raza —masculló para sí. Aquel cabrón desfigurado tenía razón. Estaban perdiendo un tiempo muy valioso. Sin dejar correr la aguja del reloj ni un segundo más, formó un sello de clonación. Respiró hondo… … y creó tres Kage Bunshins a su lado. Sus reservas de chakra bajaron ostensiblemente, pero sabía que, de haberlo querido, todavía podía crear más. Por suerte no sería necesario. Contaba con su Hermano para ayudarle en el rastreo. —Dale, Akame. Uno de mis clones volverá a la última posición donde les vimos, intentando localizar un rastro. Los otros dos les buscarán por el Este y Norte de estas ruinas, y más allá… —Dicho y hecho. Uno de los clones salió corriendo hacia la cobertura en la que Iekatsu y su dama se habían refugiado en primera instancia. Los otros dos, hacia los puntos citados. Activaron el Sharingan. Sabían que les sería de gran utilidad en la oscuridad—. Tú encárgate del otro lado. Tenían que localizarlos a toda costa. Y cuánto antes. «Joder, ¡estúpido! ¡Tenías que haberle puesto un Sello de Rastreo a Iekatsu por si sucedía algo así!». Escupió un esputo de sangre a los pies del hombre. No valía de nada lamentarse ahora. —Así que jugamos a eso. —Aquel tipo era como el Centinela. Un hombre duro, quizá todavía más duro, curtido en mil batallas y que no se dejaba amilanar tan fácilmente—. Quizá no sepamos con quién está realmente, pero… Algo me dice que tampoco está con quién tú querrías, ¿me equivoco? Si esa fulana representa un peligro para Iekatsu, y es también tu enemiga, eso nos convierte en aliados provisionales, ¿eh? »Y a todo esto, ¿de qué cojones me conoces? —Aquel punto le estaba poniendo la piel de gallina. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 18/06/2018 «Maldito perro... Tiene razón, nos hemos olvidado completamente del señor Iekatsu. Y parece que conoce a Kunie-sensei... ¡Joder! ¿Cómo he podido ser tan imprudente como para perderla de vista?» Se habían enfocado demasiado en los atacantes y le habían dado a Kunie —o Tome, según cada uno quisiera llamarla— un valioso tiempo a solas con el decrépito señor de Rōkoku. «¿Qué demonios estará haciendo? A juzgar por las palabras de este tipo, nada bueno» se dijo el Uchiha. Akame tenía claro que debían encontrar a su protegido, y rápido. Datsue pasó a la acción sin más preámbulos, creando la sorprendente cantidad de tres clones de sombra al mismo tiempo. Akame ladeó el rostro, preocupado; su Hermano acababa de pelear contra un poderoso enemigo y aun así había gastado gran parte de su chakra en el Kage Bunshin. Ahora, sus reservas estaban bajo mínimos. Sin embargo, la prioridad en ese momento era encontrar al noble de la familia Toritaka. —Está bien —respondió, escueto, el Uchiha. Luego se volvió hacia aquel renegado—. Tú y yo hablaremos más tarde. Tanto Akame como los tres clones de Datsue emprendieron la búsqueda del señor y la dama, cada uno dirigiéndose en una dirección. Kaguya Hida los vio alejarse con gesto despreocupado. Luego volvió la vista hacia Datsue. —Woah, Datsue... Has gastado mucho chakra en esos Clones de Sombra —comentó, como un profesor severo—. ¿Crees que es prudente? Sin embargo, cuando el Uchiha le lanzó un cebo, Hida respondió con una risa socarrona. Su voz, áspera, no reflejaba sino la más pura y llana honestidad del veterano que ha hecho de todo y ha visto de todo; y sabe cuando mentir no tiene sentido. Especialmente si es tu propio pellejo el que está en juego; eso lo tenía en común con Uchiha Datsue... Ambos eran supervivientes natos. —No veo por qué no, muchacho —asintió, encogiéndose de hombros—. ¿Qué te parece si, como gesto de buena voluntad, me quitas estas esposas? —agregó con una sonrisa repleta de dientes amarillentos, mientras alzaba las manos en dirección a Datsue. —En cuanto a de qué te conozco... Bueno, no es que hayamos coincidido una mañana, comprando el maldito pan —apostilló—. Pero sí que he leído muchas cosas interesantes sobre ti. Digamos que aquí tú y tu compadre habéis tocado las narices a demasiada gente demasiado... Influyente. Hida carraspeó y escupió otro gargajo a un lado. —¿Sabías que Akame-san secuestró, torturó y mató a uno de mis muchachos? Y todo porque le tomé el pelo, le engañé como a un maldito kusareño —una carcajada áspera salió de su garganta destrozada por el alcohol. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 18/06/2018 —Woah, Datsue... Has gastado mucho chakra en esos Clones de Sombra —comentó Cicatrices, como le había apodado a falta de un nombre—. ¿Crees que es prudente? —Podría hacer otros tres más sin despeinarme —mintió, como respuesta. Pues claro que no había sido prudente. Pero ante una situación tan desfavorable y a contrarreloj, se necesitaban de medidas intrépidas. Entonces, le lanzó el cebo, al que Cicatrices respondió con otro. Ambos se sonrieron. Uno, con dientes amarillentos y rodeado de cicatrices. El otro, tan blancos y rojos como la niebla ensangrentada. Por fuera, eran opuestos. Por dentro… —Sabes muy bien que no sería un gesto de buena voluntad, sino de estupidez. O de suicidio. No era un iluso. En sus condiciones actuales, con tan poco chakra, no sería rival para semejante mole. Pero entonces el mercenario le pilló a pie cambiado. ¿Qué ellos habían tocado las narices a demasiada gente? Una verdad como un templo. A Datsue le faltaban dedos para contar a las personas que había jodido. Pero, ¿influyente? ¿Poderosa? Qué él recordase… «A ver… Con la movida de Rokuro Hei se salió con la suya. En Isla Monotonía junto a Kaido y Akame… Vale, ahí jodí a mucha gente, pero no puede estar relacionado. En la misión con Eri y Akame matamos a un líder de una antigua secta que… Pero no, imposible. No tendrá nada que ver. Al Centinela al saldar la Marca del Hierro… A unos cabrones en el País del Viento… A Ayame. A Daruu. A Kaido… Descartados todos». Datsue veía muchos puntos inconexos, sin relación entre ellos. ¿O sí? ¿Había algún denominador común para algunos de ellos? Ahora que lo pensaba, sí había creído encontrar una conexión entre la secta del anciano al que habían asesinado y la tumba del desierto. ¿Acaso…? Sacudió la cabeza. No se le daba bien atar tantos cabos bajo presión. Menos cuando el mercenario no paraba de hablar. Le soltó, de improviso, que su Hermano había torturado y matado a uno de sus muchachos. Conociéndole como le conocía, era más que probable. El Uchiha resopló en una media sonrisa ante la broma de kusareños. «Espera… ¿Acaba de soltarla para ganarse mi confianza?» Joder, no podía fiarse. No podía. —Es posible. —No, Akame no le había contado aquella historia—. Tampoco es como si fuese algo nuevo para ti, ¿eh? Vi como tu Jefe degollaba a uno de tus compañeros —le recordó. Hablaba de Yamiria, aquel extraño día en que los muertos no estaban muertos—. Y que yo recuerde, aquel día os salisteis con la vuestra. No jodimos a nadie. »Venga —le apremió—. Empieza a darme algo de luz en toda esta mierda, o pensaré que no te necesito… vivo. ¿Qué cojones es lo que quieres de Iekatsu? ¿Qué quiere Tome? ¿De qué va todo esto? RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 18/06/2018 Hida respondió con otra carcajada igual de breve y rota a la bravuconería del Uchiha. Luego, el silencio reinó durante unos instantes —que al mercenario se le hicieron eternos— hasta que Datsue se dignó a contestarle. Y sus palabras, haciendo referencia a aquel hampón de Yamiria apodado "El Jefe" y a lo allí sucedido, no hicieron sino sacarle otra risotada, esta vez más sincera, al hombre cubierto de cicatrices. —¡Por las Siete Fortunas, muchacho! —dijo, con sorna—. Realmente no tienes ni puta idea de lo que está ocurriendo. Entonces Datsue dijo algo que hizo al Kaguya alzar una ceja, entre sorprendido y divertido. —¿Tome? ¿Así se ha presentado? —las cicatrices de su rostro se contorsionaron en lo que parecía ser un gesto pensativo—. Menuda perra. Sea como fuere, Hida parecía haber llegado a la misma conclusión que el Uchiha, y mucho antes. En ese preciso momento necesitaba ser visto como alguien útil; una forma muy fácil de lograrlo era usar apenas unas migajas, un simple retazo de lo que realmente estaba pasando tras las bambalinas, para mantener la atención de Datsue. —Te veo perdido, Datsue. Por suerte para ti, y como bien dijiste antes... Somos "aliados provisionales" ahora mismo —ya no había rastro de la sonrisa en la cara de Hida—. Lo que quiero de Toritaka Iekatsu es lo mismo que vosotros; que siga con vida, por ahora. Algo totalmente opuesto a lo que busca esa mujer y que, salvo que tu compañero se dé una prisa de cojones, ocurrirá muy pronto. Si es que no ha pasado ya. El robusto Kaguya se encogió de hombros. —Y, joder, te aseguro que la gente que me paga jamás se mancharía las manos de esa forma —agregó, de repente—. Degollar a un puto ratero es cosa de los hampones de nivel medio como El Jefe. RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Datsue - 19/06/2018 Por las Siete Fortunas que no tenía ni puta idea de lo que estaba ocurriendo, no. Para empezar, el nombre de Tome, según Cicatrices, era falso. No importa de dónde seas, quién seas, o dónde vivas. Hay una ley universal que se cumple en todos lados. Cuando uno se presenta con un nombre que no es el suyo, es que no trama nada bueno. Cicatrices siguió con su discurso. Hablaba mucho y apenas le decía nada importante. Iekatsu se encontraba en peligro. Sí, era algo que ya sabía. Tome era peligrosa. Correcto, también se lo había imaginado, tras ver los distintos acontecimientos. Pero ninguna luz que espantase a las sombras de aquel entuerto. Apretó los puños. Empezaba a mosquearse de verdad. Le estaban vacilando. —Antes dijiste que no sabías dónde estaba ahora mismo Iekatsu, así que… ¿De qué cojones me serviría liberarte? ¿O seguir hablando contigo? —Dio un paso al frente—. Tú lo has dicho, Iekatsu podría estar a punto de morir, ¡y tú me estás haciendo perder el tiempo! Otro paso. —¿Sabes en lo que estoy pensando? Estoy pensando en sellarte con la Técnica de Parálisis de Telas, ¿la conoces? Dicen que fue inventada por la antigua Sunagakure. Un jutsu muy útil para estos casos. Te deja bien dormidito, y cuando despiertes, ¡estarás en la jodida sala de interrogación de Uzushiogakure no Sato! ¡A ver si con ellos tienes la lengua más suelta! —le espetó—. ¡ Así que dime algo que me sirva, joder! ¡Ahora! RE: (C) El señor y la dama - Uchiha Akame - 1/07/2018 Hida chasqueó la lengua, molesto. No era por encontrarse en una situación de aparente indefensión, con aquellas esposas supresoras de chakra cortando su flujo de energía espiritual y un jōnin del Remolino muy enfadado amenazándole sin tapujos —Uchiha, para más inri—. No, era porque a Kaguya Hida no le gustaba nada que le gritaran en la cara, del mismo modo que a Datsue no le agradaba recibir golpes en ese mismo sitio. Cada ninja, si sobrevivía lo suficiente, acababa por adquirir alguno de esos tics. Y él había sobrevivido lo suficiente. Más que lo suficiente, dirían algunos. Tampoco planeaba morirse aquella noche, ni en una sala de interrogatorios en la Aldea Oculta del Remolino, no. Porque aquel hombre plagado de cicatrices tenía muy mala suerte en el juego, pero las Fortunas le sonreían en otros momentos de su vida... Como ese preciso instante. Antes de que el mercenario pudiera abrir la boca, Datsue oyó la voz de Akame por el comunicador de su oreja. —Compadre, ¿me escuchas? Repito, ¿me escuchas? —un momento de silencio—. Los he encontrado. Están en la sección norte de la fortaleza, casi bajo tus pies. Parece... Parece una especie de santuario. Hay estatuas quemadas por todos lados y la estructura está muy dañada. Están haciendo... Un ritual, o algo así. Date prisa, joder. Hida esbozó una sonrisa torcida. —Te voy a decir algo que no sepas, Uchiha Datsue... Si queréis tener alguna oportunidad de detener a esa mujer, vais a necesitar otro par de manos ninja. |