El tesoro de Aohige - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Base de datos del rol (https://ninjaworld.es/foro-base-de-datos-del-rol) +--- Foro: Historia, acontecimientos y ambientación (https://ninjaworld.es/foro-historia-acontecimientos-y-ambientacion) +---- Foro: Tramas pre-reset 2017 (https://ninjaworld.es/foro-tramas-pre-reset-2017) +---- Tema: El tesoro de Aohige (/tema-el-tesoro-de-aohige) Páginas:
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El tesoro de Aohige - Umikiba Kaido - 3/08/2016 Poco y nada había pasado en la vida del tiburón durante el último año. Con lo acontecido durante el torneo, quienes manejaban los hilos de su existencia parecían muy poco reacios a darle aún más cuerda suelta a su herramienta, teniendo en cuenta lo importante que era él para los planes a futuro de su reducto Hozuki. El consejo, temiendo que Yarou-dono no fuera capaz de mantener a raya a su pupilo, aseveró el cuidado del mismo y asignó a dos ninja especiales para que siguieran al ya no tan pequeño escualo a donde fuera que se dirigiera. Para él era todo un dolor de trasero cargar con esos hombres detrás suyo. Tanto había clamado por libertad, y probablemente lo estaba consiguiendo —más allá de no haber podido participar en el torneo, cosa que ahora debía agradecer—. como para que ahora no sólo tuviese que lidiar con su mentor, sino también con un par de monigotes del Consejo. Pero para él no había de otra. Lo aceptó, como quien no tiene opción de elegir; y ese era su caso. Sin embargo, Kaido aprovecharía al máximo esa situación. Porque él también sabía cómo ser un jodido grano en el culo. Así que mientras ellos estuvieron cerca, él nunca dejó de darles dolores de cabeza. Intentó desaparecer incontables veces, partió hacia otras ciudades sólo para darles más trabajo y se metió en más de un par de problemas para dejar que ellos se encargasen de los platos rotos. Nada había funcionado. Pero aún quedaba una opción: y era hacerles viajar por todo el país si eso hacía falta. ...
La estación de ferrocarril de Shinogi-to estaba repleta. Una ciudad tan mercantil como lo era ella no sólo había agradecido con creces la creación de un transporte tan útil como ese, sino que sus ciudadanos estaban más que dispuestos a extender su comercio a través de las largas rutas impuestas a lo largo y ancho del país de la lluvia. Más no obstante, había otros —como el propio tiburón—. que veían en los vagones una oportunidad de conocer el mundo, y ahora más, que no eran sus pies los que tendrían que desgastarse para llegar a los destinos que quisieran visitar. El escualo había decidido visitar las islas del té. ¿El por qué?... ni él mismo lo sabía. Quizás quería nadar en sus aguas, y nada más. Pero sin importar el imperturbable cuidado de sus dos atentos vigilantes, compró el pasaje sin importar el coste y abordó su vagón. Tomó asiento, y esperó. Finalmente, el inconfundible sonido de la locomotora le advirtió que su viaje estaba a punto de comenzar. ...
Tres largos días pasaron para que pudiera llegar a su destino. Por suerte, todos los costes iban de mano de Yarou-dono, quien consciente de quién era su pupilo, prefería seguir la corriente a sus caprichos que negarse a ellos. Kaido no podía negar que estaba cansado. Semejante trayecto no era sencillo, menos en soledad, pero a pesar de todo lo había logrado. Yamiria fue tan sólo la última parada para que un barco de carga les llevase finalmente hasta la isla más grande del archipiélago del Té, que a su vez estaba compuesto por otras dos pequeñas islas separadas. Una vez allí, caminó hasta el centro de la ciudad, dejando de lado las estepas rurales que se abrían paso a su alrededor. Incluso se negó a darle un vistazo a las playas del este sólo para poder probar el té verde del que tanto hablaban los lugareños. Aunque esa sería, desde luego, sólo la primera de una larga lista de actividades por realizar. «¿Qué tendrá de diferente a los añejos tés de Yarou-dono?» RE: El tesoro de Aohige - Inuzuka Nabi - 3/08/2016 "Lo típico de que te levantas un día a eso de las dos y media del mediodía después de haber sufrido un sueño donde un Uzukage muerto te visita en sueños y te llama mal shinobi del remolino por no haber visitado las emblemáticas Islas de Té que tanta alegría le dan a esa villa. Alegría en forma de té de todos los colores. Así que te levantas, comes algo antes de salir, tardas una hora en encontrar a tu guía espiritual, llegas al puerto de tu querida villa y pillas el primer crucero con todo incluido que sale hacia la isla más grande de ellas. Después te plantas en la parte más alta del barco, que a saber como se llama, y te pones a pensar en los pobres shinobis de otras villas que tienen que hacer más trasbordos que un atún mientras bebes por una pajita tu sabroso cóctel. Dios, qué aburridos son los barcos. Narrar mentalmente su día solo le consiguió unos segundos de entretenimiento, por suerte, actuaban tres grupos diferentes de teatro y opera en el mismo barco. Así se entretuvo durante el par de días que duraba el viaje por mar. Porque para su desgracia, era bastante imposible y peligroso practicar su Doton cuando no había tierra ni suelo de ningún tipo. Pero algún día tendría que visitar uno de los dominios de su tan extenso y poderoso país, más poderoso que extenso, pues en Uzushiogakure se premia la calidad por encima de la cantidad. Nabi tal vez era demasiado impulsivo, bueno, para que engañarnos, Nabi ES demasiado impulsivo. Por eso, el entusiasmo, o más bien el presagio, que lo habían llevado hasta aquella isla se disipó en cuanto puso un pie en ella. Si no se orientaba en su villa, como demonios iba a hacerlo en ese enorme trozo de tierra flotante. El barco amarró en el puerto principal de la isla, el cual tenía un enorme y hermoso camino que iba directo a la Capital, tardando como mucho unas horas si se hacía todo a pata. Por lo que el rubio tardó un día entero en llegar, intentó detenerse lo justo para recuperar el aliento en las pequeñas aldeas que rodeaban la importante ciudad. Llegó por los pelos, medio muerto de sed y de hambre, fue directo a algo fresco. Algo de color frío, como un hombre azul y apescado que caminaba por en medio del gentío. — Agua... Aún tenía la fuerza necesaria para seguir consciente y buscar alguna forma de encontrar liquido sin recurrir a un transeúnte, pero es que era azul, como el agüita de los ríos y de los lagos. RE: El tesoro de Aohige - Riko - 4/08/2016 Toc toc. La puerta sonó, haciendo que Riko se sobresaltara, pues estaba enfrascado en la lectura de un libro que había descubierto hacía relativamente poco en las estanterías de su casa. Un libro que trataba de cómo un ninja rubio sin prácticamente nada de talento luchaba por conseguir su sueño, convertirse en Kage, y para ello corría un montón de aventuras en las que hacía muchísimos amigos. Pero aún le quedaba mucho libro, era muy largo, y se había fijado en que había partes en las que se centraba en cosas que no eran del todo relevantes, pero estaba entretenido. — Adelante. — Invitó el muchacho a entrar. Entró en la habitación Kurohiko, uno de los criados de la casa, bastante joven, apenas 20 años, y con el que Riko había entablado una gran amistad a lo largo de ese año, pues había sido un gran apoyo para él. — Buenos días señorito, he venido para avisarle de que estaré unos días fuera, voy a las Islas del Té para comprar un poco y abastecer nuestros almacenes de té. — Anunció en un tono muy respetuoso. Riko se le quedó mirando, pensativo, tardando un poco en contestar, pero antes de hacerlo, soltó una pequeña risotada. — No hace falta que me llames señorito, ya lo sabes Kurohiko. Así que a las Islas del Té, ¿eh? Te importaría si te acompaño, no tengo mucho que hacer y me gustaría visitarlas, no te preocupes, no seré una carga, cuando lleguemos allí iré por mi cuenta, ¿trato hecho? — Dijo el de rastas y sin esperar respuesta se levantó de la silla y comenzó a preparar sus cosas. — De acuerdo Riko, no hay problema. — Sonrió el joven Kurohiko. ...
Antes de darse cuenta, los dos jóvenes se encontraban subidos en un crucero dirección a la isla más grande del archipiélago. Lo que Riko no sabía, dado que aquella era su primera vez, era que los viajes en barco no eran del todo su forma favorita de viajar, pues los mareos fueron algo constante durante los días que duró aquel dichoso viaje, en el que no salió de su camarote ni para comer algo. Cuando por fin el barco amarró en puerto, Riko y Kurohiko tuvieron que esperar hasta que se le pasara el malcuerpo al primero, por lo que, al final, el viaje de llegada a la capital duró aproximadamente un día. — Bueno, pues hasta aquí, cuando hayas acabado tus cosas, búscame por la ciudad, no creo que te sea muy complicado. — Rió el moreno. Kurohiko asintió, y comenzó a caminar en una dirección, por lo que Riko echó a andar en otra diferente, y cual fue su sorpresa al dar los dos primeros pasos de encontrarse a alguien conocido, prácticamente encima de alguien no conocido. — ¡Eh, Nabi! ¡Qué casualidad! — Empezó el de rastas a la par que se acercaba. — ¿Éste es amigo tuyo? — Preguntó. — Encantado, yo soy Riko. — Se presentó ofreciéndole la mano, aunque si le hubiera mirado bien desde el principio, quizás se lo hubiese replanteado, tenía una forma... extraña, parecía un tiburón con patas, y aquello no le daba del todo buena espina. RE: El tesoro de Aohige - Umikiba Kaido - 4/08/2016 El trayecto que él había tomado hacia el centro de la ciudad no era, ni de cerca, el más transitado. Había rutas mucho más interesantes que visitar y desvíos claramente más vistosos que descubrir, pero lo suyo no era encantarse con las edificaciones y la vegetación como lo hacían tantos otros. El tiburón era un hombre de impulsos individuales, más caprichosos que el anterior, que cuando fueran satisfechos completamente removerían de su cabeza todo el interés que pudo haber antes de cumplirlo. Así sucedía con el té. Es que coño, ni siquiera le gustaba demasiado. Lo tomaba cuando tenía gripe o cuando a Yarou-dono le apetecía tener una charla motivacional. Nada más. Entonces se detuvo en pleno trayecto. Y con él, también los dos guardias que le acompañaban unos cuantos metros atrás. ¿Valía la pena seguir la misma ruta? ¿no habría mejor gente para molestar en el lado sur de la Capital?... —Agua —clamó una voz en a su posterior, obligándole a voltear en súbito. Nousagi y Hyō (el nombre de los dos guardias asignados por el Consejo) hicieron lo mismo sin alertarse, manteniendo las distancias y aparentando no estar allí con el tiburón. «¿Nabi?» Le conocía. Es que había que aceptar que aquella cabellera rubia no era muy común que digamos, y la cara de tonto que Nabi tenía también era inconfundible. Aunque ahora, después de casi dos años sin verse las caras de tú a tú —como en aquel misterioso acontecimiento con las extrañas esferas flotantes—. se podían observar los inminentes cambios de la pubertad. Más alto y más pánfilo eran los que destacaban mejor. —Agua, agua... ¿Por qué habría de dártela cuando un miembro de tu jodida aldea intentó cortarme la cabeza hace un buen tiempo, ah? —lo recordaba bien, aunque no así su nombre. Solo sabía que tenía el pelo más gris que los vellos púbicos del viejo Yarou-dono y que cargaba una espada no tan común consigo—. no me digas que no lo recuerdas, tú estabas ahí. Se cruzó de brazos y frunció el ceño. Aquello era sin lugar a dudas su actitud de "mira, soy un buen tipo y me has herido el corazón". No buscaba problemas con Nabi, ni tampoco tenía inconveniente en compartir su agua; pero las presentaciones, los saludos y los actos generosos no hacían falta cuando ya uno de los de Uzushiogakure le había rebanado la garganta sin temor a las represalias que ello pudiera contraer. Y como si faltara más, poco después hizo acto de aparición un negro con rastas; quien lució gratamente sorprendido ante su encuentro con lo que parecía ser un compañero de aldea. Otro del remolino, para poner las cosas más interesantes. ¿Éste es amigo tuyo? «¿Isti is amigi tiyi?» Kaido le estrechó la mano, pero no la movió en lo absoluto. Ni respondió al encantado que Riko —como hizo llamarse—. le había regalado. —Amigo, no sé. Que te lo diga Nabi, que yo no estoy tan seguro... «Mejor activo el Suika, capaz el tipo ese los ha mandado aquí a terminar el trabajo» RE: El tesoro de Aohige - Inuzuka Nabi - 5/08/2016 —Agua, agua... ¿Por qué habría de dártela cuando un miembro de tu jodida aldea intentó cortarme la cabeza hace un buen tiempo, ah? no me digas que no lo recuerdas, tú estabas ahí. De espaldas no tenía ni furcia idea de si era conocido o un completo extraño, aunque viéndolo de cerca y de cara sí que le sonaba. Pero... ¿de qué? Se serenó un poco por su propia fuerza de voluntad, porque el cabrón azulito no soltó ni una gota de agua. La boca le sabía a suela de zapato shinobi pasado por barro de Sunagakure. Aún así su cerebro seguía funcionando con toda la normalidad con la que funciona cada día. Nabi no era racista, no recordaba a nadie por su color de piel o incluso por sus rasgos tan característicos, sino por su villa. Alzó la vista para ver el rostro de Kaido y sus ojos toparon con su bandana. "Hostias, el Amegakurense que mató Kazuma. Cómo olvidarlo. Desde luego, que rencorosos son los lluviosos estos." El rubio fue a contestarle al pitufo venido a más que tanto rencor le guardaba por algo que ni siquiera hizo él. Sí, fue un compañero de equipo suyo, pero eso él no lo sabía. En cuanto abrió la boca para dejar a ese patán amegakuriense por los suelos con su fluida dialéctica se acordó, o más bien su cuerpo se acordó por él, que tenía todo el sistema del habla más seco que el cerebro de un takigakuriense. La volvió a cerrar, carraspeó y se mordió levemente la lengua para forzar lo que podría ser la última salivación de su vida, su corta pero emocionante vida. — Veras, querido amigo mutante azulado, no me parece adecuado que vayas por ahí echando pestes y diciéndome que no me das agua porque un compañero de villa mio te intentó cortar el cuello, fue una noche loca. Yo podría odiarte por lo que hizo tu compañera de villa, Aotsuki Ayame en la final, pero no lo hago. Se llama individualizar las culpas. Y además, estás vivo, deja de llorar, hombre. Su voz sonaba más ronca a causa de la sequedad bucal. La intención del rubio era dejar atrás al escualo para seguir con su búsqueda de líquido, dicha intención fue forzada a un segundo plano ante la intromisión de un tercer shinobi. — ¡Eh, Nabi! ¡Qué casualidad! ¿Éste es amigo tuyo? Encantado, yo soy Riko. — No, de hecho acaba de decir que quiere matar a Kazuma. — Y ya se estaban dando la mano. En cuanto las manos de esos dos locos se separaron Nabi agarró a Riko de su camisa interior y lo acercó a él hasta que sus narices casi se tocaban. — Agua, Riko, dame agua. Su voz ronca y sus ojos de loco deberían ser suficiente para hacerle entender al chico que necesitaba esa bebida de forma urgente. RE: El tesoro de Aohige - Riko - 7/08/2016 A medida que se acercaba a los dos jóvenes que estaban allí parados, pudo observar como los gestos que hacían no eran de estar teniendo una conversación del todo amistosa, pero, a pesar de ello, Riko se acercó lleno de buena fe y tratando de socializar un poco, que le hacía falta. Riko se presentó al desconocido hombre-pez con el que Nabi estaba hablando, que estrechó su mano, aunque no respondió si quiera a la presentación. —Amigo, no sé. Que te lo diga Nabi, que yo no estoy tan seguro... Entonces sus ojos azulados se posaron directamente en su rubio compañero de aldea, esperando una respuesta, pues al parecer, el hombre azul no tenía demasiadas ganas de charlar con él, al menos por el momento. Sus motivos tendría. — No, de hecho acaba de decir que quiere matar a Kazuma. — Y ya se estaban dando la mano. Riko quedó pensativo, el nombre de Kazuma no le sonaba demasiado, pero si Nabi le conocía y acababa de dar por hecho que el rastas también, debería ser de su aldea. — A ver, no conozco a ese tal Kazuma pero... ¿Por qué quieres matarle? — Preguntó inocentemente mirando directamente al hombre-pez. Pero antes de que éste pudiera responder a su pregunta, el moreno notó como un fuerte tirón le arrastraba hacia algún lugar desconocido, desconocido al menos al principio, pues cuando se quiso dar la vuelta vio la cara del Uchiha extremadamente cerca, con una expresión de loco que no podía con ella, y aquello asustó un poco al rastas. — Agua, Riko, dame agua. Sin ni siquiera necesidad de cruzar una palabra más, Riko echó mano al interior de su mochila, sacando una cantimplora que había rellenado hacía no demasiado, por lo que el agua estaría todavía lo suficientemente fresquita como para beberla con ganas, y se la ofreció al rubio, sabiendo que iba a tener que rellenarla de nuevo en cuanto acabara de beber el joven. RE: El tesoro de Aohige - Umikiba Kaido - 9/08/2016 —Veras, querido amigo mutante azulado, no me parece adecuado que vayas por ahí echando pestes y diciéndome que no me das agua porque un compañero de villa mio te intentó cortar el cuello, fue una noche loca. Yo podría odiarte por lo que hizo tu compañera de villa, Aotsuki Ayame en la final, pero no lo hago. Se llama individualizar las culpas. Y además, estás vivo, deja de llorar, hombre. La respuesta de Nabi le dejó pensando. Razón tenía en parte por el simple hecho de que, en realidad, ni él ni nadie de los de Uzushio que se encontraban reunidos en esa extraña noche había motivado a Kazuma a hacer lo que hizo. Lo que él hiciera no era, quizás, culpa de los demás. Y aunado a ello, se atrevió a hablar de alguien de su aldea, aunque ésta no haya hecho más que patearle el culo a Eri-chan hasta que la mujer terminara rindiéndose por miedo a perder estrepitosamente. Todo lo que vino después, incluyendo el ataque del Shukaku, no era culpa de ella ni de los presentes. «Este tío es tonto...» Sin embargo, el rubio había argumentado un buen punto. Pero ni aquella verdad iba a ser suficiente como él cambiara de parecer sobre la persona que le rebanó el cogote, ni mucho menos su percepción generalizada sobre la gente que compartía su misma bandana. Y sin embargo, tenía que aceptar que tanto Eri, por ejemplo; como Yota —éste último con unas cuantas excepciones—. debían salir de ese paquete. — No, de hecho acaba de decir que quiere matar a Kazuma. —Yo no he dicho que vaya a matarlo, aunque mala idea no es; por supuesto. Sin embargo... —A ver, no conozco a ese tal Kazuma pero... ¿Por qué quieres matarle? Kaido suspiró cansinamente, y cerró los ojos. Sacó las manos de los bolsillos, y sólo luego de que Riko le hubiese dado el agua a su compañero, él se acercaría y tomaría al rastas de los hombros para moverlo hacia atrás, un par de centímetros. —Mira, la cosa va así; Riko. Imagina que estás en un lugar, reunido con unas diez personas de diferentes procedencias. Nadie sabe el por qué llegamos hasta allí, pero lo cierto es que no había ni uno de nosotros que no buscase lo mismo: una esfera flotante mágica y especial, partida por la mitad; y se necesita encontrar la otra para... no tengo ni puta idea, pero tenías qué, ¿entiendes? —en su cara se podía notar que hasta le costaba creer lo que estaba contando, pero a su vez; la seriedad de su rostro daba veracidad a la historia—. entonces como es de esperar, éste guapetón azulado tenía una en su posesión. Y por esa simple razón, el jodido Kazuma alias "pelitos de chocho viejo" se acercó por la espalda mientras yo tenía una plácida conversación con alguien y... ¡Zas! me cortó el cuello. Se cruzó de brazos y continuó. —Claro que el tiburón de Amegakure no podía morir por un ataque tan nimio como ese, y henos aquí reunidos; buscando a quién echarle la culpa de semejante agravio hacia mi humilde persona. RE: El tesoro de Aohige - Inuzuka Nabi - 10/08/2016 —Yo no he dicho que vaya a matarlo, aunque mala idea no es; por supuesto. Sin embargo... —A ver, no conozco a ese tal Kazuma pero... ¿Por qué quieres matarle? Riko reaccionó debidamente ante la demanda de agua del rubio y le cedió su cantimplora. La agarró desesperadamente, le quito el tapón y lo tiro tan lejos como pudo sin pensarselo dos veces. Vertió el contenido de aquel recipiente portatil en su boca abierta tragando mientras la mitad del liquido desbordaba por todo su cuerpo y ropa. El escualo aprovechó para apartar un poco a Riko y contarle LA HISTORIA. —Mira, la cosa va así; Riko. Imagina que estás en un lugar, reunido con unas diez personas de diferentes procedencias. Nadie sabe el por qué llegamos hasta allí, pero lo cierto es que no había ni uno de nosotros que no buscase lo mismo: una esfera flotante mágica y especial, partida por la mitad; y se necesita encontrar la otra para... no tengo ni puta idea, pero tenías qué, ¿entiendes? Entonces como es de esperar, éste guapetón azulado tenía una en su posesión. Y por esa simple razón, el jodido Kazuma alias "pelitos de chocho viejo" se acercó por la espalda mientras yo tenía una plácida conversación con alguien y... ¡Zas! me cortó el cuello. —Claro que el tiburón de Amegakure no podía morir por un ataque tan nimio como ese, y henos aquí reunidos; buscando a quién echarle la culpa de semejante agravio hacia mi humilde persona. Cuando la cantimplora decidió dejar de ser productiva para la humanidad el Uchiha se limpió la boca y sus alrededores pasandose el brazo y empezó a asentir. — Yo estuve allí, esperaba que la cúpula, que se estaba cayendo sobre nosotros, sepultara su cadaver para siempre. Ah, y matar a los que eran de otras villas para que no pudieran contarselo a sus kages. ¡Pero al final estabas vivo! Menos mal. Después es un palo quitar la sangre de la ropa. Se fue acercando a Riko para ofrecerle la cantimplora mientras hablaba, aunque sin su tapón, que a saber donde habia caido. — Y me ha gustado el alias de Kazuma, tal vez te lo copie. Jajá. No pudo evitar reirse, era un Uchiha y le iba a copiar el alias. Ellos no lo entenderían, pero porque son pobres y debiles humanos. Recordó, momentaneamente, que era un shinobi de Amegakure que habia jurado venganza sobre toda su villa apenas un instante antes. — No cambies de tema, ¿vas a intentar apuñalarnos por la espalda por ser de Uzushiogakure? RE: El tesoro de Aohige - Riko - 11/08/2016 Riko observó sorprendido cómo su compañero de villa agarraba desesperadamente la cantimplora y comenzaba a beber de ella como si llevara años sin probar el líquido transparente que ésta contenía, aunque desaprovechó más de la mitad del agua, pues se la tiró por encima de las ganas de beber que tenía. De repente, alguien de agarró por los hombros, el pescado, y le retiró ligeramente hacia detrás dispuesto a contarle la historia del motivo de su rifi-rafe con el tal Kazuma. El de rastas escuchó atentamente la historia que el azulado le estaba contando, en la que al parecer tomaron parte muchas personas de diferentes aldeas. —¡Zas! me cortó el cuello. Aquello llamó la atención de Riko, así, sin venir a cuento, un ninja de su aldea había tratado de asesinar a otro genin sin motivo aparente... Aquello no reflejaba lo que les enseñaban en su Villa, ya tendría una conversación con ese tal Kazuma cuando lo viera. Y en ese instante fue Nabi quien tomó la palabra. — Yo estuve allí, esperaba que la cúpula, que se estaba cayendo sobre nosotros, sepultara su cadaver para siempre. Ah, y matar a los que eran de otras villas para que no pudieran contarselo a sus kages. ¡Pero al final estabas vivo! Menos mal. Después es un palo quitar la sangre de la ropa. Riko quedó perplejo... ¿cómo era posible decir tal cosa y quedarse tan pancho como estaba el rubio? Definitivamente, ese chico no tenía remedio. — A ver... Tiburón-san, que aún no se cómo te llamas, no tienes que buscar a quien echarle las culpas, está claro que ninguno de los aquí presentes la tiene... Ni ningún shinobi de Uzushiogakure que no sea el tal Kazuma... Así que... Creo que deberías no intentar apuñalar por la espalda a todo el que veas con este símbolo en sus ropas. — Dijo, recalcando las palabras de Nabi y señalándose la bandana. RE: El tesoro de Aohige - Inuzuka Nabi - 16/08/2016 El shinobi azulado abrió la boca para replicar a los muchachos Uzushiogakureños que tanto por culo le estaban dando cuando una mano se posó sobre su hombro. Uno de sus guardaespaldas secretos se encontraba tras él, se inclinó levemente para susurrarle algo al oído, tras lo cual ambos dieron media vuelta y se fueron no sin que antes Kaido murmurara todo tipo de blasfemias que solo escuchó él. — ¡Eh! ¡Que estabamos hablando! ¡Maleducados! Al girarse para mirar a Riko, vio en su mirada que se habia quedado a cuadros por lo que Nabi pensó en el momento de la muerte del Amegakuriense. A lo que el rubio solo pudo reaccionar de una forma. — Que era broma, en ese momento solo pensaba en sacar a todos los nuestros de ahí con vida. Fue una noche muy loca, Riko. Algún día lo entenderás. Con la ida forzada del Amegakuriense ya no tenía mucho sentido seguir hablando de él, a ver si se le iba a subir el ego al azulado shinobi. O a lo mejor solo hacía como que se iba para despues aparecer y apuñalarles por la espalda, que era lo que estaba deseando. Se cruzó de brazos y le dedicó un pensamiento a Riko, además de una mirada de arriba a abajo. Ya no parecía una mujer, lo cual era desconcertante. ¿Intentaba ocultar su fetiche o no le quedaban bragas limpias? — Bueno, y... ¿qué haces por aquí... vestido como un hombre? Nabi dio el primer paso para iniciar una conversación que no tuviera que ver con las manias de matar shinobis de otra villa de forma inefectiva de Kazuma. Ahora todo quedaba en manos de Rika, que se vestía como Riko. RE: El tesoro de Aohige - Riko - 19/09/2016 Aquella ''agradable'' conversación que estaban teniendo los tres shinobis se vio bruscamente interrumpida por la aparición de un extraño personaje que posó su mano en el hombre del hombre-tiburón, le susurró algo al oído y sin pensarlo dos veces, el ninja de Ame dio media vuelta y comenzó a caminar acompañado de aquel hombre, murmurando algo que, de seguro no era del todo agradable. — ¡Eh! ¡Que estabamos hablando! ¡Maleducados! La reacción de Nabi fue claramente comprensible, el propio rastas se había quedado bastante a cuadros después de aquella interrupción. — Que era broma, en ese momento solo pensaba en sacar a todos los nuestros de ahí con vida. Fue una noche muy loca, Riko. Algún día lo entenderás. Riko sonrió ante el comentarió de su compañero de villa, que trató de explicar lo que había pasado en la noche en la que el tal Kazuma intentó asesinar al hombre azulado que acababa de marcharse. — Vaya, parece que me pierdo siempre las cosas más locas, que mala suerte. — Comentó riendo. De repente hubo un silencio algo extraño, quizás la marcha de Kaido había dejado aquel encuentro en algo que no podía continuar por el mismo camino, por lo que, y contra todo pronóstico, el rubio soltó uno de aquellos comentarios, que sin duda alguna le caracterizaban, o al menos, estando con Riko siempre los había hecho. — Bueno, y... ¿qué haces por aquí... vestido como un hombre? Esta vez el muchacho supo que no lo hacía por burlarse, simplemente era así, por lo que no reaaccionaría como lo había hecho en la última ocasión en la que se habían encontrado, además que sabía que acabaría igual que aquella vez, por lo que no le merecía la pena. — Pues ya ves, parece que la última vez que nos vimos terminó por marcarme, así que decidí cambiar un poco de vestuario y evitarme así en gran medida las confusiones, que siendo sincero, no has sido el único que la ha tenido. — Rió el muchacho. RE: El tesoro de Aohige - Inuzuka Nabi - 24/09/2016 — Vaya, parece que me pierdo siempre las cosas más locas, que mala suerte. Por un momento, al soltar a la luz su pasado como travestido, recordó que la última vez que dijo algo parecido acabaron a hostias en medio del jardín de cerezos de su villa. Sin embargo, Riko hizo gala de un autocontrol y una serenidad que no tenía la primera vez que se encontraron. — Pues ya ves, parece que la última vez que nos vimos terminó por marcarme, así que decidí cambiar un poco de vestuario y evitarme así en gran medida las confusiones, que siendo sincero, no has sido el único que la ha tenido. Ignoró levemente la respuesta del muchacho, pues con la marcha de Kaido y su lentitud para pensar, se acababa de dar cuenta de que había un tema mucho más urgente que las perversiones sexuales de Riko. — Riko, tengo que preguntarte algo. ¿Estuviste en la final del torneo? La expresión del rubio se transformó brutalmente, se volvió serio y su mirada se clavó en los ojos del moreno. Hasta Nabi se tomaba ese tema muy en serio, con eso ya se veía cuan preocupante era la magnitud de lo sucedido en aquella final. Todo lo relacionado con aquello a día de hoy le sonaba muy confuso, recordaba la linea general, pero ni una cuarta parte de la gente que lo presenció. Sin embargo, era un tema que no le gustaría tocar con uno de los shinobis de otra villa, por lo que al encontrarse con Kaido, había olvidado por completo todo aquello, de hecho, si el azulado hombre hubiera dicho algo, muy probablemente hubiera desconfiado de él. Por mucho que se tengan que unir por un enemigo común, la pega es obvia, ¿y cuando acaben con ese enemigo? La puñalada por la espalda era algo evidente. Sólo puedes confiar en una villa, la gran y heroica Uzushiogakure. RE: El tesoro de Aohige - Riko - 26/09/2016 La conversación se estaba tornando en una charla muy animada y jovial tras la marcha del shinobi de Amegakure, al fin y al cabo, no dejaban de ser unos compañeros de villa que hacía mucho tiempo que no se veían y de seguro que tendrían cosas de las que hablar, pero, de repente, e ignorando completamente el comentario del de rastas, Nabi se puso serio, muy serio, quizás demasiado serio, y soltó LA pregunta, sacó a relucir EL tema. — Riko, tengo que preguntarte algo. ¿Estuviste en la final del torneo? Aquella pregunta pilló completamente desprevenido a Riko, aunque, pensándlo fríamente era un tema del que hablar, a pesar de que el moreno no quisiera hablar mucho del tema. De repente, todas las imágenes de aquel fatídico día vinieron a su cabeza, como si estuvieran pasando en aquel preciso instante, la aparición de aquel monstruo enorme, el derrumbe de las gradas y... Bueno, todo. — Sí, estuve allí, pero ojalá no hubiera estado... — El de rastas no fue capaz de sostener la mirada del rubio durante mucho tiempo, y rápidamente bajo la cabeza, tratando de ocultar todo lo que se le estaba pasando por la cabeza, como si aquello fuera a servir de algo. — Tú también estuviste allí, ¿verdad? — Preguntó, volviendo a mirar a su interlocutor, evitando que las lágrimas que hacían un esfuerzo por salir consiguieran su objetivo. RE: El tesoro de Aohige - Inuzuka Nabi - 28/09/2016 Pudo distinguir perfectamente como Riko empezaba a sospechar al ver como se ponía serio, demasiado serio como para que sea una broma, sin embargo, ni siquiera el saber que iba a venir algo MUY serio le quitó la sorpresa cuando de los labios del rubio salieron las palabra clave de la trama. Era un tema duro para todos, para algunos más que para otros, por lo menos ellos tenían traumas para toda la vida pertenecientes a ese día. Pero era una mierda que debían sacar del cajón y rebozarse en ella para sobrevivir a lo que les esperaba. — Sí, estuve allí, pero ojalá no hubiera estado... — Tú también estuviste allí, ¿verdad? Era díficil, muy díficil, hablar de ese tema sin recordar lo que paso. Y lo que pasó fue una cosa esotérica muy jodida de esas que solo pasan una vez en la vida y si la cuentas te toman por loco y te meten en un manicomio. Pero en ese caso, Nabi tenía ventaja, a él ya lo habían tomado por loco. Sin embargo, a quien más cicatrices tiene, más heridas pueden abrirsele. Hizo una respiración profunda y levantó la mirada al cielo. Cerró los ojos con fuerza, recordandose que debía mantener los pies en el suelo. Volvió a mirar a Riko, quien aún no se había recuperado del shock de recordar aquello. Tomó aire para contestarle. — Sí, pero de relleno más que nada. Me cogió el bicho y me desmayé tras intentar deshacerme de su agarre. No sé nada más de lo que ocurrió, ni de como quedó aquello totalmente destrozado. Tras la visión del sabio, ya no estaban los dojos, ni nada. Intentó ser tan sútil como pudo, sin mencionar nombres ni nada que pudiera entender alguien que no haya estado en el incidente. Tras una breve pausa para retomar el aliento volvió a hablar. — ¿Tú sabes algo de lo que paso con el bicho? No era una noticia, no era algo que supiera mucha gente, no era un tema público, y no había tenido el coraje de presentarse ante Shiona a preguntar. Estaba loco, pero no tanto. El ridiculo de haber sido la damisela en apuros del incidente no era algo que se fuera con una ducha, con una de ácido a lo mejor. Por eso esperaba encontrarse a alguien que lo hubiera presenciado y pudiera decirle algo más. RE: El tesoro de Aohige - Riko - 28/09/2016 Recordar aquello era posiblemente una de las cosas que más le dolían al joven rastas, no solo por lo que sucedió a nivel global, si no, por lo que se destruyó a nivel personal aquel día, toda su vida se había derrumbado de un instante a otro, aunque había fingido que esto no le había hecho tanta mella, no era más que pura fachada, y aquella reacción no hacía más que reafirmar esto último. El rubio también parecía haber pasado su propio drama con respecto a aquello, es decir, todo el mundo había sufrido, y cada uno tenía una cosa distinta que lamentar. — Sí, pero de relleno más que nada. Me cogió el bicho y me desmayé tras intentar deshacerme de su agarre. No sé nada más de lo que ocurrió, ni de como quedó aquello totalmente destrozado. Tras la visión del sabio, ya no estaban los dojos, ni nada. Riko notó como aquellas palabras habían salido con gran esfuerzo de la boca de su compañero de villa, no era un tema agradable del que hablar, pero al cabo del tiempo, hablarlo siempre ayuda a ''superarlo'' si esque aquello era algo que se pudiese superar. — ¿Tú sabes algo de lo que paso con el bicho? El moreno tragó saliva, no había hablado de esto con nadie todavía, ni si quiera con sus mas cercanos, pero qué demonios, era algo que necesitaba contar, y ''confiaba'' aunque fuera un poco, en aquel personaje que era Uchiha Nabi. — Pues... Veras, yo estaba en una de las gradas que se derrumbó, junto a... — Un nudo se le formó en la garganta pero se forzó a continuar. — ... mis padres. Así que no pude ver prácticamente nada de lo que sucedió. Traté de salir con mis padres y ayudar como fuera pero... Joder, no le he contado esto a nadie... Había un hombre, que había matado a un ANBU de nuestra villa, ¿sabes? — Explicó el rastas, que ya que había empezado a contarlo, no podía parar. — Me acerqué a ver que pasaba, pero... — Se echó la mano al cuello y una lágrima resbaló por su mejilla. |