30/06/2016, 22:56
(Última modificación: 30/06/2016, 22:57 por Aotsuki Ayame.)
—A nosotros no, desde luego. Porque, ¿qué podríamos hacer nosotros, un simple par de recién graduados, verdad? —respondió Kaido, con gesto resignado—. De todas formas, me alegra tener a una líder tan resolutiva como Yui. Se puede decir que la admiro, y eso es mucho pedir para un tipo como yo.
No podía negar aquella afirmación. Incluso Ayame se había visto sorprendida de que, alguien tan prepotente como era Kaido, fuera capaz de admirar a alguien. Parecía que era una emoción que no le debía corresponderle. Después de todo, ¿a quién podía idolatrar un tiburón? Estaba a punto de responder cuando su compañero de aldea pegó un par de tragos de una cantimplora que llevaba consigo y después la dejó sobre la mesa.
Su corazón pareció olvidarse de latir momentáneamente cuando sus ojos distinguieron el símbolo del clan Hōzuki en sus paredes.
«Él también es... ¿un Hōzuki?» Se preguntó, horrorizada, mientras su mente repasaba a toda velocidad todos los datos que conocía sobre Kaido. ¡Con razón era capaz de respirar bajo el agua! ¿Cómo no había caído en la cuenta antes? ¿Sería entonces parte del grupo de Hōzuki que trataron de secuestrarla? ¿Los conocería siquiera? Era cierto que Kaido no llevaba una máscara como ellos, pero también era posible que no la llevara consigo para ganarse su confianza y después...
—Aún no he podido conocerla en persona. Imagino que tú sí, ¿no?
Fue la voz del mismo Kaido la que la sacó de sus terroríficos pensamientos. Y Ayame brincó, sobresaltada.
—¿Eh? ¿Qué? —preguntó, y su voz sonó notablemente más aguda de lo que debería haber sido normal. Ayame era consciente de ello, y por eso trató de mantenerse firme en su posición para no reflejar el repentino miedo que la había invadido. Era inútil, en un gesto inconsciente sus manos jugueteaban inquietas entre sí—. Yo... bueno... pues... en realidad no. Las únicas veces que he visto a Yui estaba viendo en realidad a... su sustituta...
No pudo evitar dirigir la mirada hacia un lado de la calle. Buscaba con ansia una vía de escape y una excusa que sonara lo suficientemente creíble para abandonar el lugar.
No podía negar aquella afirmación. Incluso Ayame se había visto sorprendida de que, alguien tan prepotente como era Kaido, fuera capaz de admirar a alguien. Parecía que era una emoción que no le debía corresponderle. Después de todo, ¿a quién podía idolatrar un tiburón? Estaba a punto de responder cuando su compañero de aldea pegó un par de tragos de una cantimplora que llevaba consigo y después la dejó sobre la mesa.
Su corazón pareció olvidarse de latir momentáneamente cuando sus ojos distinguieron el símbolo del clan Hōzuki en sus paredes.
«Él también es... ¿un Hōzuki?» Se preguntó, horrorizada, mientras su mente repasaba a toda velocidad todos los datos que conocía sobre Kaido. ¡Con razón era capaz de respirar bajo el agua! ¿Cómo no había caído en la cuenta antes? ¿Sería entonces parte del grupo de Hōzuki que trataron de secuestrarla? ¿Los conocería siquiera? Era cierto que Kaido no llevaba una máscara como ellos, pero también era posible que no la llevara consigo para ganarse su confianza y después...
—Aún no he podido conocerla en persona. Imagino que tú sí, ¿no?
Fue la voz del mismo Kaido la que la sacó de sus terroríficos pensamientos. Y Ayame brincó, sobresaltada.
—¿Eh? ¿Qué? —preguntó, y su voz sonó notablemente más aguda de lo que debería haber sido normal. Ayame era consciente de ello, y por eso trató de mantenerse firme en su posición para no reflejar el repentino miedo que la había invadido. Era inútil, en un gesto inconsciente sus manos jugueteaban inquietas entre sí—. Yo... bueno... pues... en realidad no. Las únicas veces que he visto a Yui estaba viendo en realidad a... su sustituta...
No pudo evitar dirigir la mirada hacia un lado de la calle. Buscaba con ansia una vía de escape y una excusa que sonara lo suficientemente creíble para abandonar el lugar.