Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
27/07/2016, 23:26 (Última modificación: 27/07/2016, 23:33 por Uchiha Datsue.)
Las ramas del Árbol Sagrado se solapaban unas con las otras, bloqueando el sol del mediodía y dando la impresión de que ya era tarde. Nada más lejos de la realidad. Datsue se había levantado con la puntualidad de un gallo, y es que, cuando la situación lo ameritaba, era capaz de hacer semejante esfuerzo por madrugar. Una buena misión, con su buena recompensa, podía ser una de esas situaciones.
Aunque quizá fuese por…
—¿Y qué pasó entonces? —preguntó, con voz tan apremiante que resultó música para sus oídos.
El Uchiha se sonrió. Pasó a su hermana de un brazo para otro y exhaló un suspiro perfectamente medido y preparado.
—Pues que de pronto todo el mundo tenía cosas que hacer. Que si evacuar al público, que si encontrar a sus padres, que si ir al baño… Cualquier excusa era válida. Al final, me quedé solo frente a Yubiwa, y le dije —se aclaró la garganta y puso voz ronca—: “Yubiwa-sama, si para salvaguardar las vidas de estas buenas gentes, y la de los Takigureños en particular, tengo que sacrificar mi vida y convertirme en Jinchuuriki, que así sea”.
Los ojos castaños de ella brillaron de la emoción. Rozaba la quincena, y la palabra que más evocaba a la mente para describirla era la de una chica mona. No era que deslumbrara por una belleza sin parangón, pero si por el encanto que desprendía.
—¿Y qué te respondió?
Datsue carraspeó de nuevo y trató de imitar la voz de Yubiwa:
—“¡Me cago en Dios, Datsue! ¡Que esto es demasiado peligroso! ¡Eres solo un Gennin, tienes mucho que vivir! ¡No! ¡Ni hablar! ¡No lo consentiré!”. Entonces me acerqué a él —se inclinó hacia ella, lo suficiente como para captar su fragancia a jazmin—, y le dije: “Yubiwa-sama, esto es más importante que mi vida. ¡Estamos hablando de miles de vidas inocentes! No se lo repetiré. Haremos esto por las buenas… o por las malas”.
—Noo… —dijo en voz de falsete, deteniendo su paso en mitad del puente—. ¿Eso le dijiste?
—Reconozco que no fueron las maneras más adecuadas… ¡pero era una situación límite! —se excusó—. Luego la chica que ganó el Torneo, la de Ame, sufrió un ataque de nervios y tuve que correr a socorrerla. No la culpo, yo estaba igual de asustado. No sé qué me impulsó a moverme.
—El honor —dijo ella, con tal convicción que casi convence al propio Datsue.
—Es probable, sí. El honor —En el mismo momento, su hermana soltó una risita. Apenas tenía un año, pero a veces Datsue sospechaba que entendía más de lo que aparentaba—. Pues lo que te comentaba, después de eso vino la…
Datsue siguió contando su particular versión de la historia, mientras esperaba a que Noemi y Anzu llegasen a su encuentro. Había dejado una carta en la mansión de Noemi, citándola, y con Anzu ya había quedado en persona. Trató de encontrar también a Ritsuko, pero la única ubicación que ésta le había dado era la de las Raíces del Árbol Sagrado, y no se había cruzado con ella ningún día que había pasado por allí.
¿Habrá cambiado mucho Noemi? se preguntó, en un momento de pausa en su relato. Él, por su parte, estaba bastante cambiado. Al menos en cuanto a vestimenta se refería. Se había aburrido de tanta yukata y se había decantado por algo más cómodo: una camisa blanca de manga larga, con cordones en el pecho y lo suficientemente abierta como para dejar a la vista su collar. Bajo la cintura, un pantalón cagado y pirata. Era de tipo chándal, gris, con una entrepierna extremadamente baja y holgada y que terminaba ajustándose en sus gemelos.
También había pegado un pequeño estirón, y se había peinado para la ocasión, añadiendo dos trenzas a cada lateral de la cabeza además de su ya habitual moño.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Era curioso, usualmente las pocas cartas que le llegaban eran algún tipo de declaración o propuesta indecente por parte de algún interesado, claro que físicamente puesto que pocos la han tratado lo suficiente como para conocerla así que de amor real ni hablemos.
La cuestión aquí era que luego de tirar unas ocho cartas, encontró otra carta algo distinta de las demás, principalmente porque no estaba demasiado adornada y la escritura no estaba demasiado cuidada al ojo de la rubia. De cualquier manera con tanta curiosidad la revisó para llevarse la sorpresa de que había sido de parte de Datsue.
~Seguro quiere reclamar lo que le dije en ese pueblucho… ~Pensó algo fastidiada mientras abría el sobre ya sin tanta curiosidad.
Fue bastante extraño para la chica que esa persona en lugar de mandarle algún intento de ligue o mismo reclamar por algo que ella le prometió hace bastante, le pidió que le acompañase a una misión como si fuesen parte de un mismo equipo, cosa sencillamente falsa puesto que si vamos al caso, el equipo de Noemi ya se habría desintegrado años atrás.
Sin mucho ánimo, la rubia se alistó como era habitual, el conjunto ligero, el portaobjetos, la katana, la bandana y dos o tres horas para peinarse y quedar impecable, aunque su expresión no iba a juego. Parecía además de fastidiada cansada y eso que no había hecho nada realmente importante, pero una misión de rango C probablemente le vendría bien para su hermoso historial de misiones de rango D…
¿Lugar de reunión? El edificio del kawakage, allí seguramente estaría Datsue y… Así era, allí estaba con una vestimenta algo distinta de lo habitual y algo más alto de lo que le recordaba, detalle que logró sacarle una media sonrisa a la Senju a medida que se acercaba al shinobi.
—Al menos ahora no te la pasarás debajo de mis tetas. —Soltó algo burlona al estar a su alcance.
Pero había una presencia extraña allí, una niña… ¿O beba? Era demasiado pequeña y adorable, o eso pensaría la mayoría del universo que para Noemi todos los bebés eran igual de feos.
—¿Y ella…? —Consultó algo extrañada con una ceja alzada.
Por algún extraño motivo no le llamaría tanto la atención que ese chico haya tenido ya alguna hija. A saber por qué.
31/07/2016, 18:18 (Última modificación: 31/07/2016, 22:13 por Uchiha Akame.)
Antes de que el Uchiha pudiera responder —y debía haber una buena razón— al hecho de que llevaba a su hermana pequeña en brazos, el tercer miembro de aquel singular equipo hizo aparición en escena. Kajiya Anzu, la hija de un herrero jubilado de Shinogi-To y acogida como alumna por Yotsuki Hida, un maestro del Taijutsu y las técnicas Raiton.
Vestía ropa cómoda y apropiada para el ejercicio de la profesión de ninja. Top negro de fibras ajustadas y flexibles, que revelaba su casi inexistente pecho, enterrado bajo una capa de músculos. Encima, una chaqueta color ocre, sin mangas, que dejaba al descubierto el tatuaje de su brazo derecho. Lo complementaba con pantalones pesqueros, de color marrón oscuro, y sandalias ninja. Llevaba su portaobjetos —de paupérrimo contenido— atado a la cintura, en la baja espalda.
Anzu se acercó a paso animado hacia la pareja, deteniéndose primero a mirar al bebé que Datsue llevaba en brazos, y luego a la despampanante muchacha de pelo rubio que le acompañaba. «Por las cejas de Yubiwa, ¡qué guapa es! ¿De dónde habrá salido esta tía? Parece más modelo que kunoichi...» Cuando se dio cuenta de que se había quedado embobada admirando la esbelta figura de aquella chica, se apresuró a tenderle la mano derecha, repleta de quemaduras ya cicatrizadas.
—Vaya, hola socia. No sabía que íbamos a ser tres —agregó, con sincera sorpresa—. Kajiya Anzu.
La Yotsuki sonrió con confianza, haciendo que la cicatriz que surcaba sus labios se retorciese de forma macabra. Luego se volvió hacia Datsue.
—¿O quizás cuatro? —añadió, aludiendo claramente al bebé—. Espero que haya traído su bandana.
—… y total, que tras esa charla con el Sabio de los 6 Caminos, y esto que te acabo de decir es totalmente secreto, pues la versión oficial es muy distinta, los shinobis y kunoichis pudimos regresar sanos y a salvo a casa. La gente que no dominaba el chakra… bueno, ya sabes lo que pasó con ellos.
—Sí, por desgracia lo sé muy bien…
La había cagado. Tendría que haber desviado el tema hacia otro punto, pero había sido tan tonto como para acabar justo en la tragedia acontecida en el Torneo, donde un familiar de la chica había muerto. Estaba a punto de decir las típicas palabras de consuelo cuando de pronto…
—Al menos ahora no te la pasarás debajo de mis tetas.
Datsue giró de golpe, mitad sorprendido, mitad aliviado porque le hubiesen quitado del atolladero en el que se había metido. Y ahí estaba Noemi, tan guapa como siempre. De hecho, tuvo que hacer de tripas corazón para no mirarle las tetas que ella misma mencionaba, que atraían sus ojos como la miel al oso.
—¡Cuánto tiempo, Noemi! —exclamó, sonriendo—. ¡Me alegro de verte!
Lo cierto era que ella le recibió mejor de lo que esperaba. Creía que estaría enfadada, que le acusaría por aquel regalo de flores y por no haberla ido a visitar ni un solo día. En su lugar, sonreía. Y no sabía si eso era bueno o malo. ¿Acaso Datsue ya le resultaba indiferente? ¿Acaso se había olvidado de su promesa?
—¿Y ella…? —
Datsue miró a su hermana, ahora dormida sobre su hombro.
—Oh. Ella es…
—Vaya, hola socia. No sabía que íbamos a ser tres —interrumpió de pronto Anzu, apareciendo en escena. Saludó a Noemi y después preguntó por el bebé, bromeando si sería la cuarta integrante del equipo para la misión.
—Déjale unos años más, socia. Déjale unos años más… —dijo, a pesar de que la idea no le hiciese mucha gracia. Prefería que optase por un trabajo más tranquilo, más seguro, y creciendo al lado de tipas como Anzu, desde luego, no iba a conseguir su deseo. Tenía que alejarla cuanto antes de todas aquellas drogadictas al honor, antes de que le pegasen el mal vicio—. Bueno, entonces quedamos en eso —dijo, mientras le entregaba el bebé a la chica. A la canguro.
—¡Claro! —exclamó, quizá sintiéndose un poco violenta al ver que las dos kunoichis le hacían el vacío absoluto. Ains… La ley del hielo, le llaman. Mira que son celosas. La culpa es mía, eso sí. Por nacer tan guapo. A Datsue se le escapó una sonrisilla—¿ Si al final no os dan misión para hoy te pasas por el parque? —preguntó, con voz melosa—. Yo estaré por allí con Haruka dando un paseo.
—¡Claro! Si se da el caso allí estaré —respondió, para luego quedarse un rato observando cómo se alejaba puente arriba—. Ains… —suspiró—. Era la sobrina del dueño de los Ramones —les informó, pese a que seguramente no les importase un pimiento a ninguna de las dos—. Su madre abrió un bar hace poco… —frunció el ceño—. ¿Cómo se llamaba...? Anzu, tú seguro que lo sabes… —Cómo odiaba tener una palabra en la punta de la lengua y que no le saliese—. En fin, qué más da. ¿Preparadas para poner vuestra vida en riesgo por el honor y la gloria de la Aldea? Ya os adelanto que sin una misión de rango C, como mínimo, no me marcho de ahí.
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La idea de estarle sonriendo a ese chico le resultaba un tanto desagradable después de todas las que le había hecho y a saber de cuántas otras no se habría enterado, pero si había algo que podía asegurar completamente sin problemas era que no le cumpliría con la promesa. Pero él al menos no necesitaba saberlo, por lo menos no en este mismo instante.
Antes de llegar a recibir alguna respuesta acerca de la beba, alguien más apareció en escena, una chica de piel morena y cabellos rubios con un aspecto algo… Intimidante si se lo quería, incluso esa cicatriz en la boca le sumaba unos buenos puntos pero no había necesidad de decirle nada al respecto ¿Verdad?
—Sakamoto Noemi, un placer, Anzu. —Respondió estrechando la mano de la contraria con una sonrisa afable, a diferencia de la que había estado dedicando a Datsue.
De cualquier manera, a Noemi le molestaba algo, no le habían respondido directamente a su pregunta y el chico había optado por presentar a la otra mujer con la que había estado hablando.
—Ajá… —Soltó apenas girándose a ver las puertas del edificio.
—En fin, qué más da. ¿Preparadas para poner vuestra vida en riesgo por el honor y la gloria de la Aldea? Ya os adelanto que sin una misión de rango C, como mínimo, no me marcho de ahí.
Misión de rango C, ciertamente Noemi estaba de acuerdo, después de todo podría decirse que eran demasiados para ir a cuidar un bebé o buscar un gato perdido, además que con el tiempo que ya había pasado probablemente los tres estarían en condiciones de afrontar una misión de ese rango sin un jonin acompañándoles. O eso le gustaba creer a la Senju.
—Moviendo entonces, Yubiwa no vendrá aquí a ofrecernos la misión. —Apremió la mayor del peculiar grupo mientras se internaba dentro del edificio previamente mencionado.
Con un poco de suerte el kage no haría ninguna de sus bromas y no indagaría en la utilidad de ella como kunoichi, después de todo ya había cumplido la mayoría de edad y seguía siendo una simple genin.
La misión a la que había acudido, sencilla y rápida de cumplirse, un ingreso simple que le vendría genial a la pelirroja que no dudó ni un instante en tomar esa misión. Era de rango D, sí, pero por la sencillez de la misma valía totalmente la pena el ir hasta las afueras de la aldea y hablar con esa gente. ~Quinientos ryos fáciles. ~Pensaba con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.
Lo que no se esperaba era que el objetivo de su misión, el perro extraviado, regresaría por sí mismo antes de que ella arribara a la vivienda de la anciana. Por lo que… La misión que tomó ya había terminado incluso antes de tiempo y no tuvo de otra que regresarse al edificio del kawakage principalmente a comunicar que el encargo había sido anulado por obra y gracia de animales aburridos.
Siendo que no le quedaba de otra, la kunoichi emprendió la marcha de regreso al punto de partida para informar a Yubiwa que las cosas se habían solucionado por si solas por lo que la misión había sido cancelada. ~El dinero fácil no existe, ¿verdad…? ~Se cuestionó en su propia cabeza.
—Parece que no, no te pagarán si no te esfuerzas aunque sea un poco. —Intervino el ente espectral que a todos lados acompañaba a la de Taki.
—Con las ganas que tengo… —Fue la respuesta que la menor dio mientras se tanteaba las caderas en busca de los bolsillos que nunca existieron en esa falda.
Aquella conversación estaba teniendo su lugar dentro de uno de los numerosos pasillos del edificio donde residía el Kawakage, donde shinobis de todos los rangos pasaban constantemente llevando papeles y pergaminos y se administraban todos los asuntos relacionados con la aldea. Además, según se sabía el Senju al que Ritsuko debía de informarle todo lo referido a la misión se encontraba en algún lugar de edificio, presumiblemente su oficina si es que no se le dio por irse a pasear.
—¿Crees que estará en su oficina? —Cuestionó la fémina que nadie más era capaz de ver o escuchar.
—¡Ojalá! —Exclamó de mala gana la kunoichi, ignorando que por detrás suyo se acercaban algunos conocidos suyos.
Anzu reparó entonces en la chica que estaba junto al Uchiha. No le sonaba su cara, y tampoco tenía pinta de ser ninja, de modo que la Yotsuki no alcanzó a ver un motivo que justificara su presencia allí. No tardó en salir de dudas, no obstante, cuando la muchachita —visiblemente molesta con las dos kunoichis— se despidió de Datsue llevándose al bebé en brazos. Anzu no le dió mayor importancia: en aquella mañana, a las puertas de su primera gran misión, nada iba a distraerla. Ni siquiera una niñera. Mucho menos una niñera.
—Ah, no, ni idea —respondió ante la pregunta de su compañero. «¡Ni bares ni gaitas! Estamos aquí por lo que estamos, ¿no?».
Noemi parecía compartir el mismo entusiamo los otros dos gennin, y así, el curioso trío se mostró dispuesto para cualquier dura tarea que Yubiwa quisiera encargarles. Anzu lideró la marcha, caminando a paso seguro hacia el despacho del Kawakage —ella ya conocía el camino—, pero deteniéndose en la recepción. Sus ojos grises buscaron a la vieja del mostrador; la Yotsuki no estaba dispuesta a escabullirse de nuevo y recibir otro limazo en la espalda.
De repente se oyó un grito en la sala. Anzu se dio cuenta entonces de que era capaz de reconocer el tono de aquella voz, y...
—¡Ritsuko! —exclamó, con júbilo, cuando vio a la kunoichi—. Vaya, vaya, ¡ha pasado algún tiempo desde que fui a las termas por última vez!
La Yotsuki se acercó a su compañera de profesión mientras recordaba, divertida, la paliza que le habían dado —más de un año atrás— a un par de mirones que habían intentado espiarlas en los baños termales. «Joder, sí que ha pasado tiempo...» Le ofreció una mano a Ritsuko a fin de que se la estrechara.
—¡Ritsuko! ¡Pero qué alegría verte! —exclamó, justo después de que Anzu hiciese lo propio—. Mi corazón se agita como un potro encabritado de la felicidad que me acabas de dar —O como el corazón de un Uzureño enamorado al descubrir su engaño, puestos a exagerar. Ale, ahora un abrazo por aquí, eso es… Una sonrisa sincera por allá… no, tiene que ser un poco más sincera. Un poquito más todavía… eeeso es. Y ahora a soltar la excusita —. Te he estado buscando por todas partes. ¿Recuerdas esa misión que prometimos hacer tú y yo, bajo el amparo del Árbol Sagrado? ¡Pues es para hoy! Por las cejas de Yubiwa, ¡debe ser cosa del destino!
El destino le regalaba otra persona a la que usar como escudo si la cosa se torcía. Y es que, si el Uchiha todavía no se había atrevido con una misión de rango C, es porque le tenía demasiado aprecio a su vida.
Tras los saludos, Datsue recorrió con la mirada la alfombra verde que había bajo sus pies hasta llegar al mostrador, donde solía residir la misma vieja secretaria de siempre. Una vieja llamada Sekuoya, según sabía. Pese a que nunca había necesitado hablar con ella, sí había oído rumores sobre su persona. Sin embargo, Datsue solía hacer caso omiso a los rumores, siempre tan predispuestos a exagerar. ¿Acaso esos mismos rumores no decían de él que era un hombre sin honor e, incluso, se había atrevido a dejarse perder en el Torneo por una bolsa de diamantes?
Una sonrisa asomó a sus labios.
Que no tenga honor vale, pero… ¿una bolsa de diamantes? Pff… ¡Pero si solo lo hice por un mísero diamante! Por Kami, ¡ojalá fuese una bolsa entera! Desde luego, no se le puede hacer caso a los chismes…
Caminó con paso decidido hasta el mostrador, dejando que sus compañeras se pusiesen al día sobre sus cosas, y pegó tal manotazo en la mesa que dejaría orgullosos a la mayoría de borrachos de taberna, siempre tan duchos en aquella materia.
—¡El Jinchuriki de Taki reclama la atención de Yubiwa-sama! —exclamó, pletórico—. ¡Es una cuestión de Estado!
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Por suerte no parecía ser la única con intenciones de salir cuanto antes de la aldea a realizar aquella misión, incluso la chica de piel morena se le había adelantado y lideraba al grupo por los pasillos del edificio aunque se frenó en seco al escuchar y vislumbrar una silueta que incluso Noemi reconocía pese a no haberla visto durante mucho tiempo, probablemente por esa peculiar gabardina y el tono del cabello que se fusionaba con la prenda previamente mencionada.
—Mira… Pensé que te habrías retirado o matado luego de lo que pasó en el torneo. —Decía burlona con una mueca de desagrado, a una buena distancia incluso de Anzu.
Tenía que aceptarlo, la infame kunoichi de cabellos rojos no le caía nada bien y cuanto menos tiempo estuviese cerca mejor, por lo menos para la Senju. ~Con un poco de suerte ya se consiguió su misión… ~Pensaba Noemi, anhelaba que aquella fuese la verdad detrás de la presencia de la pelirroja en el edificio pero cuando no, Datsue haciendo de las suyas y molestando indirectamente a esta rubia.
~¿Es que coqueteas con todas? ¿Hasta con basuras como ella…? ~Dijo en su propia cabeza la de ojos verdes mientras miraba casi con odio al Uchiha. A estas alturas ya estaba fijado que no cumpliría con lo que le había prometido tiempo atrás, después de todo se la pasaba coqueteando con cuanta fémina se topase y… ~¿Con Anzu también…? ~
No diría nada, siquiera preguntaría, en su lugar prefería traer de nuevo el asunto de importancia que era la misión de rango C que sería una bonita entrada en los registros de aquellos genins.
—Suficiente con las distracciones, ¿no? —Apremió Sakamoto que esperaba cruzada de brazos a un lado del escritorio donde usualmente una anciana se encargaba de entregar pergaminos de misiones de poca importancia.
Un instante después, el Uchiha simplemente avanzó y comenzó a reclamar adjudicándose un título que por poco casi obtiene pero lamentablemente en eso se quedó, casi. ~Jinchuriki dices… ~Estaba comenzando a fastidiarle todo el numerito, había que aceptarlo.
Unos segundos después de que Datsue golpease el mostrador, el sillón se dio la vuelta y su ocupante echó el respaldo hacia atrás y puso los dos pies encima de la recepción, totalmente relajado, y algunos dirían, poco respetuoso para el kage. Claro, si no hubiera sido el mismísimo kage.
—¿Tú eres tonto, o qué? —espetó con una sonrisa tensa—. ¿Jinchuuriki de Taki? ¿Cuestión de Estado? Me ha hecho gracia la forma con la que te has camelado a esa niñera, debo admitirlo. Aunque me arrepiento de no haberte jodido el discursito con una aparición estelar. ¿Hubiera estado bien, eh? "No, si en realidad fue un cagado desde el primer momento".
Se levantó de un salto, animado, y mostró una amplia sonrisa tras aterrizar frente a Datsue, empujándolo y casi obligándolo a retroceder unos pasos.
—Oh, ¡si te has traído a unos amiguitos! ¡Qué bien! Entonces, vas a poder mostrar ese honor que te mueve y te obliga a sacrificarte por tu aldea, ¿no, Datsue? Pues no os preocupéis. Hoy váis a servirnos bien.
»Porque tengo una misión de rango S para vosotros.
El objetivo estaba claro, conseguirse otra misión rango D que pudiera completar en el día y por ende cobrarla, pero una voz bastante familiar para la pelirroja la obligó a detenerse en seco y lentamente voltearse para encontrarse con aquella chica con la que había tenido una escenita en las aguas termales.
—Hola Anzu. —Respondió apenas la pelirroja estrechando la mano contraria.
Parecía algo perdida por su mirada algo vacía, pero es que se había quedado pensando en otra cosa. ~No la vi usar ningún jutsu ni nada… ~Lo único que Ritsuko sabía a ciencia cierta era que la kunoichi de piel morena sabía dar golpes, nada más. Ahora, el segundo aparecido sí que no tenía cara, ¡venirle con semejante cuento! No, tenía que ponerle en su lugar o mejor dejar que alguien más lo hiciera.
—Qué difícil, ¿no? —La idea de ella era agregar algo pero fue ahí cuando la rubia se hizo presente.
Cantarle las mil y una era una idea cuanto menos seductora pero mientras miraba con odio a la Senju, Datsue ya estaba teniendo una conversación aparte con alguien de la recepción, alguien que probablemente no tendría importancia…
—¿Tú eres tonto, o qué?
Era difícil no reconocer esa voz… Más cuando eres un jodido shinobi.
Al voltearse Ritsuko logró confirmar lo que escuchó, tenían a Yubiwa ahí mismo y a juzgar por sus palabras ella había terminado metida también en el rollo de la misión, rango S para colmo.
—Este… Disculpe le interrumpa pero la misión para buscar al perro de la anciana fue cancelada… El perro regresó antes de que yo llegara. —Dijo algo nerviosa tendiéndole el pergamino a Yubiwa. —Y esa misión… ¿Qué se supone que hagamos…? —Más nerviosa aún.
Puede que el asunto del torneo la haya dejado algo más tocada de lo que estaba previamente, pero que un niñato sin entrenamientos esté a punto de matarte no es poca cosa realmente.
26/08/2016, 15:35 (Última modificación: 26/08/2016, 15:38 por Uchiha Datsue.)
Me ha dicho que hasta el martes no podrá pasarse, así que voy a adelantarme esta vez en su turno para agilizar la trama
—¿Tú eres tonto, o qué?
Cuando el mismísimo Kawakage surgió tras la silla, Datsue estuvo a punto de responder afirmativamente a aquella pregunta. Probablemente, una de las personas más tontas del mundo. Y con más mala pata. Pero Yubiwa ni siquiera le dio tiempo a reaccionar.
—¿Jinchuuriki de Taki? ¿Cuestión de Estado? Me ha hecho gracia la forma con la que te has camelado a esa niñera, debo admitirlo. Aunque me arrepiento de no haberte jodido el discursito con una aparición estelar. ¿Hubiera estado bien, eh? "No, si en realidad fue un cagado desde el primer momento".
El rostro de Datsue era todo un poema. Una mezcla entre sorpresa, vergüenza y el terror más absoluto, que desfiguraba su cara en una extraña mueca. ¿Cómo demonios había oído aquella conversación? Antes de poder encontrar una respuesta coherente, Yubiwa se levantó de un salto, recortando la distancia que los separaba al mínimo y obligando al Uchiha a retroceder unos pasos, de forma patosa.
Todavía estaba asimilando su mala suerte cuando escuchó las palabras “misión” y “S” juntas. Primero, su cerebro asoció la frase con la nada desdeñable cifra de 5000 ryos. Una cantidad exorbitada que hizo que el símbolo del ryo pareciese relucir por un momento en sus orbes, mientras una sonrisa de oreja a oreja se le formaba en el rostro. Luego, como el dolor que viene tras el ligero entumecimiento al recibir un golpe en la cabeza, llegó la dura realidad: para alguien como él, una misión de aquella dimensión era un auténtico suicidio. Literalmente.
¿Y para qué demonios querría un muerto el dinero?
Miró a Ritsuko, que ahora había cogido el turno de palabra, y luego a Noemi. Podía usarlas como escudo, era cierto. Podía dejar que ellas corriesen los riesgos en primera línea mientras él se quedaba en la retaguardia organizándolo todo. Y aún así era demasiado peligroso. Incluso si ellas se sacrificasen por el bien de la misión. Incluso si Anzu lo hacía, ¿qué probabilidades había de que él sobreviviese? Y no solo eso, sino que aun por encima tendría que cumplir con el objetivo de la misión… Pero joder, son 5000 mil ryos tío. Cinco de los grandes. Me cago en la puta.
Se aclaró la garganta.
—Yubiwa-sama —dijo finalmente , con voz solemne—. Sabe tan bien como yo que, tras aquel fatídico día en el Torneo, lucho día y noche por reestablecer mi honor y limpiar el nombre de Takigakure que tan vilmente manché… —se llevó una mano al pecho—. Si es una misión de rango S lo que me pedís, pongo al Árbol Sagrado por testigo que solo la muerte me alejará de cumplir con mi deber. Pero… —trazó un arco con la mano para señalar a su Equipo de SuperKunoichis, como a él le gustaba llamarlas—, ¿implicarlas a ellas? Lo siento, señor. Las conozco bien y... me temo que no están preparadas para una misión de tal magnitud. No puedo aceptar que mueran por mi culpa. Yo… jamás me lo perdonaría.
Y ahora, la mano al pecho otra vez y mirada al suelo, eeso es. No hubiesen estado mal un par de lagrimitas, o al menos poner ojos llorosos… Pero, joder, este tío me pone demasiado nervioso. Con esos ojos dorados atravesándote el alma de parte en parte no hay quien actúe bien, hostia.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Aquella pelirroja era alguien que realmente le resultaba insoportable principalmente por los rumores que corrían sobre ella y para colmo que su mala fama podría llegar a afectarla si se la veía demasiado en su compañía, de ahí que la tratase con tanto desprecio sin conocerla prácticamente.
Pero incluso antes de abrir la boca para decir exigir alguna respuesta por parte de la otra kunoichi, una voz masculina se hizo presente en la sala dirigiéndose claramente a Datsue quien previamente se había llamado a sí mismo jinchuriki. Cuestión que la rubia por lo menos ignoraba puesto que ni siquiera había estado presente por buena parte de lo sucedido en el torneo. ~¿Será por eso que estaba junto a Yubiwa en ese momento…? ~Fue la única pregunta que rondó por la cabeza de la Senju pero no hallaría respuesta a ella, por lo menos no ahora.
Ante las palabras del kage, Ritsuko se le adelantó y preguntó exactamente lo mismo que la rubia pretendía consultar, pero a esto le ganó de mano el Uchiha, el bocazas del grupo superando incluso a la mismísima Noemi.
—Grandes palabras de tu parte considerando que te salvé el culo en el país de la tierra… —Soltó severa la kunoichi mientras se ubicaba a un lado de Datsue aunque a un paso por detrás, cruzada de brazos y con la cadera ligeramente inclinada para depositar buena parte de su peso sobre una sola pierna.
Pues sí, había llegado a notar como el chico se había embobado ante la sonrisita de aquella mujer en esas frías tierras. ¡Es más! ¡No había nada que le asegurara que Anzu o Ritsuko no le sedujeron alguna vez en el pasado!
Anzu no fue menos que sus compañeros a la hora de sorprenderse ante la repentina aparición del Kawakage. En lugar de la vieja Sekuoya, el máximo mandatario de la Cascada ocupaba aquella silla grande y cómoda tras la recepción del Edificio. Anzu ya había tenido ocasión de entablar conversación con Yubiwa, y una vez más pudo confirmar el caracter guasón y —a ojos de la marcial Yotsuki— poco militar del Senju. La desaprobación que inevitablemente sentía hacia la forma que tenía aquel hombre de tratar a sus subordinados, sin duda demasiado laxa, no impidió que la Yotsuki soltara una sonora carcajada cuando Yubiwa dejó literalmente en bragas a Datsue.
La risa se le heló en el rostro, sin embargo, un instante después.
—Tengo una misión de rango S para vosotros.
«¿Una misión de rango S? ¡Tiene que estar de coña! Sí, seguro, este tío se ve que es un cachondo sin remedio, já, una misión de rango S, claro, buen intento Yubiwa-sama, jé, casi me lo trago...» Anzu ya se lo estaba tomando a broma cuando el Uchiha se arrancó con una de sus características peroratas. Con el tiempo, la kunoichi de piel café había aprendido a tomárselas a guasa, e incluso les había cogido el gustillo. Había cierta musicalidad en la voz que Datsue ponía cada vez que mentía, un ritmo audible en sus palabras, un...
—¿Implicarlas a ellas? Lo siento, señor. Las conozco bien y... me temo que no están preparadas para una misión de tal magnitud. No puedo aceptar que mueran por mi culpa. Yo… jamás me lo perdonaría.
—¡Venga ya, fantasmón! —replicó Anzu, con un bufido, olvidándose por un momento de todas las normas de protocolo y cortesía delante de un superior—. No querrás que Kawakage-sama se entere del verdadero resultado de nuestra última... ejem, diferencia de opiniones, ¿verdad?
Una sonrisa de malicia se dibujó en el rostro de la Yotsuki, que ya estaba viendo el momento de contarles a todos los presentes cómo había apalizado a Datsue en combate singular, cuando de repente...
—Kawakage-sama, disculpe la interrupción —una voz sumamente característica cortó el aire.
Anzu giró la cabeza lentamente para encontrar a la figura que ya esperaba. Un hombre fornido, alto y moreno, con el pelo castaño y una cicatriz que le cruzaba el rostro de parte a parte, esperaba de pie tras los muchachos. Fue más una cortesía que un intento real de aguardar su turno, porque apenas Anzu clavó sus ojos grises en su maestro, éste avanzó con decisión hasta la mesa del Kawakage. Con gesto diligente se inclinó hasta que sus labios casi rozaron el oído de Yubiwa, y le susurró unas palabras que ninguno de los presentes gennin —ni siquiera la Yotsuki, a pesar de su buen oído— pudo escuchar.
Yubiwa cogió el pergamino de Ritsuko con una mezcla de resignación y molestia: su verdadera presa estaba delante de él, y se estaba relamiendo. Aunque la tarea que les estaba encomendando no era nada sencilla y estaba todo lo lejos que podía estar de una broma.
—Yubiwa-sama. Sabe tan bien como yo que, tras aquel fatídico día en el Torneo, lucho día y noche por reestablecer mi honor y limpiar el nombre de Takigakure que tan vilmente manché… Si es una misión de rango S lo que me pedís, pongo al Árbol Sagrado por testigo que solo la muerte me alejará de cumplir con mi deber. Pero... ¿implicarlas a ellas? Lo siento, señor. Las conozco bien y... me temo que no están preparadas para una misión de tal magnitud. No puedo aceptar que mueran por mi culpa. Yo… jamás me lo perdonaría.
—Grandes palabras de tu parte considerando que te salvé el culo en el País de la Tierra... —escupió Noemi, al lado de Datsue.
¡Venga ya, fantasmón! No querrás que Kawakage-sama se entere del verdadero resultado de nuestra última... ejem, diferencia de opiniones, ¿verdad? —añadió Anzu.
—¡JAJAJAJA! ¡¡Qué bueno ha sido eso, joder!! —Yubiwa se recostó y se limpió una lágrima, pero tuvo que recuperar la formalidad cuando el maestro de Anzu hizo acto de presencia.
El hombre avanzó hasta la recepción y se inclinó para susurrarle unas palabras al oído. Yubiwa asintió, y se levantó del sillón.
—Bien, suficiente cháchara. Datsue, Noemi, Ritsuko. Acompañadme. —Obvió a Anzu e hizo un gesto. Esperó a que los muchachos comenzaran a subir las escaleras que llevaban a su despacho y comenzó a ascender.
—Ahora en serio. Esta misión va a ser muy peligrosa, pero no hay ninguna manera de que envíe otra cosa que no sean genin. Y tienen que ser jóvenes, preferiblemente. Quiero dejar claro que no haría esto si no hubiera una alternativa, pero no me queda otra. Sois los mejor preparados.
»Para esta misión váis a tener un acompañante. Vivió durante un tiempo en la región donde váis a llevarla a cabo, y os echará una mano con las direcciones y la... aclimatación. Bueno... Él ya está dentro.
Se paró frente a la puerta del despacho y puso la mano en el pomo. Abrió la puerta.
—Siento haberte hecho esperar, estos van a ser tus compañeros durante una temporada. Pasad, pasad. Ahora os doy más detalles.
Yubiwa avanzó a paso seguro por la habitación, y se sentó en el sillón.
—Discúlpame por no haberte dado aún ningún detalle sobre la misión, Akame, pero quería que estuviérais todos.