Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
22/01/2017, 05:36 (Última modificación: 22/01/2017, 05:38 por Uchiha Datsue.)
—Está bueno. —comentó Noemi, tras darle un sorbo al granizado.
—¿Sí?
Por mucho que la niña tuviese buenas intenciones y fuese espabilada, lo cierto era que Haskoz no hubiese pagado un duro por aquello. Lo de abajo parecía melocotón troceado y batido, y lo de arriba fresa, todo ello congelado, proporcionándole un aspecto bonito pero que el Uchiha dudaba que supiese bien.
Sin embargo, se vio obligado a probarlo, así que se inclinó para tomar la otra pajita y dio un pequeño sorbo…
¡La hostia!
El granizado bajó hasta su estómago, tan condenadamente fío que hasta le llegó la sensación al cerebro, pero que definitivamente le gustó, y mucho. Esto en verano tiene que ser una gozada. Especialmente en esas tardes de calor, cuando no sopla ni una pizca de viento y te derrites hasta bajo la sombra de un árbol. Dio otro sorbo, y entonces no pudo evitar sonreírse al ver la torpeza de Noemi con los dangos. Se notaba que no había comido uno en su vida, pero el Uchiha, lejos de ser galante y señalarle cómo se hacía, prefirió verla sufriendo un poco más y divertirse con ello.
—¡Sí, escuché algo aunque no sé si vaya a participar, tengo que ver si mi familia estará de acuerdo o no. Digo, no van a estar felices de ver a una Sakamoto haciendo alguna cosa ridícula frente a todo Uzushiogakure. ¿Tú irás?
—Me apunté —confesó, pues no creía tener nada mejor que hacer durante aquel día—. Aunque me confesaron que solo van a pillar unos cuántos gennins al azar… así que a lo mejor me tengo que quedar de espectador. —Pero no quiso pararse demasiado en aquello. Noemi acababa de tocar un tema que le interesaba mucho más—. Pero, sobre lo que dijiste antes… ¿Quieres decir que si tu familia no quiere que vayas a la competición no irás? —preguntó, algo incrédulo. Como huérfano que era, quizá estaba demasiado acostumbrado a la libertad que tenía desde que había salido del orfanato. Sin embargo, le costaba entender que cualquier shinobi o kunoichi siguiese bajo las órdenes de sus padres—. ¡Eres una kunoichi! Deberías poder hacer lo que se te antojase… Puedes hacer lo que se te antoje —matizó.
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Con toda sospecha acerca del batido despejada, ya solo le quedaba a Noemi probar los dangos pero la lucha continuaba y su querido acompañante lejos de ayudarla parecía entretenido burlándose de ella. «Qué buen tipo, mirando a la chica con la que se estuvo besando peleándose con la comida. »Pensaba un tanto frustrada cuando estaba casi a punto de darse por vencida.
—¿Solo algunos? —Repitió extrañada alzando la mirada por un instante para mirarle. Aunque cualquier otro tipo de duda que pudiese tener se vería sepultada ante otras interrogantes que le formularon y la dejaron un tanto descolocada. —Eso dije, sí. Si me dicen que no lo haga no lo haré o podría manchar la buena reputación de la familia. —Explicó la kunoichi, tan natural que parecía que en realidad se tratase de algo sumamente obvio. —Es cierto que soy una kunoichi, pero soy una genin sin experiencia de nada, ni siquiera creo poder mantenerme a mí misma.
Y lo más triste de su caso es que lo último en sí era cierto, pero solo si tomamos en consideración que gasta mucho dinero en mil y un productos para mantener su cabello y su piel tal y como los tiene actualmente, con eso se le va un buen dineral aunque podría ser peor si comprase ropa a diario como alguna que otra de sus hermanas.
Tras la pequeña charla, Noemi con cierta frustración terminó por llevarse el palillo a la boca para morder el dango más cercano a la punta y extraerlo a lo bruto indiferente de si alguien aparte de Haskoz la pescaba de tal manera, para colmo terminó con buena parte de los labios impregnados del caramelo pero esto último lo arreglaría con una servilleta que…
Aun con la comida en la boca, la chica dejó el palillo sobre el cartón y se llevó la mano limpia a la boca para cubrirse. Se tomó su tiempo para degustar el dango que tenía en la boca y tenía que aceptar que estaba más bueno de lo que se esperaba, pero luego de tragar dirigió la mirada al Uchiha que tenía delante y sin descubrirse la boca soltó un pedido.
—¿Podrías traerme servilletas? —Y realmente se esperaba que accediera o tendría que replantearse una buena cantidad de cosas con ese chico.
22/01/2017, 19:41 (Última modificación: 22/01/2017, 19:46 por Uchiha Datsue.)
—¿Solo algunos? —preguntó, respecto a los Juegos de Uzushiogakure.
Haskoz se encogió de hombros.
—Eso me dijeron. Que van a hacer un sorteo o algo así… —respondió, antes de pasar al tema de su familia.
Colocó el palito de los dangos en horizontal y mordisqueó otra bolita, mientras que con la mano libre colocaba estratégicamente debajo el trocito de cartón para evitar que el sirope le cayese en la ropa o la mesa.
Mientras tanto, la respuesta de ella llegó a sus oídos. Una respuesta que le dejó levemente descolocado y sorprendido. ¿En qué modo podría manchar la reputación de su familia por disputar unos simples juegos de primavera? Era algo que no le entraba en la cabeza. Perdido en sus pensamientos, la voz de Noemi volvió a sacarle de su ensimismamiento:
—¿Podrías traerme servilletas?
Sonrió. Noemi estaba con la mano tapando la boca y claramente pasándolo mal por mancharse mientras comía. A Haskoz aquella vergüenza repentina le parecía una tontería, y por eso mismo le divertía tanto verla en aquella situación. Por un momento, sus labios formaron la palabra "no", pero en su lugar pronunció:
—Claro —se levantó, caminó hasta la barra y volvió con cuatro servilletas, que colocó en medio de la mesa. Luego, tras volver a sentarse y meditar la respuesta que Noemi le había dado, soltó:—. Entonces, si tu familia no ve con buenos ojos que andes relacionándote conmigo… ¿Dejaré de verte también?
Si bien era algo que no se le hubiese ocurrido preguntárselo a nadie, por lo obvio que le parecía la respuesta, la forma en que hablaba Noemi de sus parientes le hacía dudar que fuese a decir un no rotundo. Es más, empezaba a contemplar la posibilidad de que asintiese…
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En realidad todo lo relacionado a ese festival le importaba bien poco a ella, lo más importante en ese preciso instante era limpiarse la cara y en lo posible también la mano que estaban empapadas del caramelo de los dangos que por primera vez en su vida probaba. Aunque tenía que aceptar que por muy sucios que fuesen sabían bien. Aunque había que destacar que clavó la mirada en el Uchiha para ver cómo hacía para comerse su porción sin ensuciarse y creía haber entendido.
De cualquier forma, pese a ese momento de suspenso en que la expresión de la chica lentamente se fue transformando, el chico se puso de pie y fue a buscar lo solicitado, unas cuantas por suerte que le serían útiles, al menos dos.
Sin más ceremonias, la rubia tomó una de las múltiples servilletas y procedió a limpiarse primero el rostro y luego la mano para al fin poder descubrir su boca una vez más. Mientras tanto su acompañante siguió hablando. «No puedo culparlo. »Pensó dejando a un lado la servilleta usada.
—Exacto, aunque para empezar estoy más que segura que te aceptarán gustosos así que por eso no te preocupes. —Explicó tomando la bombilla del raspado para beber un poco al menos. —Ni siquiera te hubiese ilusionado ni nada por el estilo si supiera que te rechazarían o algo. —Concluyó con cierta indiferencia como si realmente poco le importase.
Hasta cierto punto era un hecho, sabía muy bien lo que su familia quería y por ende, a pesar de lo guarro que pudiera ser Haskoz, lo que querían de él eran los genes así que iba seguro a pesar de sus costumbres cuestionables que tal vez, y solo tal vez, el padre de Noemi intentaría corregir aunque fuese por la fuerza. «Vaya uno a saber con el viejo. »Pensó por un segundo hasta que se percató de que podría haber generado cierta duda en el chico o mismo algo de tensión en el ambiente por el tono con el que había hablado y también por lo dicho.
—Ohh… Ya entendí. —Soltó clavando la mirada en la del Uchiha mientras se le dibujaba una pícara sonrisa en el rostro. —¿Tienes miedo de no poder avanzar más allá de los besos que nos dimos? —Agregó con un tono algo burlón, solo para aliviar un poco la tensión del ambiente.
Su pregunta había sido clara y directa: ¿dejaría Noemi de verle si sus padres se lo pedían? Una pregunta de respuesta fácil, pero que Haskoz empezaba a sospechar que no lo sería tanto para ella, por el modo en que hablaba de su familia. Se temía que iba a darle una contestación ambigua, a salirse por las ramas…
Y, sin embargo…
—Exacto.
La contestación le cayó como un jarro de agua fría. Desde luego, no pudo ser más clara y contundente… aunque definitivamente no era lo que se esperaba. Noemi siguió moviendo los labios, vocalizando palabras que apenas oía, como la musiquilla de fondo de una canción. Una canción que tenía por estribillo una única y simple palabra, que resonaba en su cabeza como el eco de un pozo sin fondo: Exacto
Ni siquiera lo había dudado. Echó la cabeza hacia atrás y sonrió. Una media sonrisa torcida, enigmática, y que no transmitía alegría alguna.
—Está bien saberlo —dijo, en apenas un murmullo.
Pero, ¿qué derecho se había ganado él de exigirle nada? ¡Si apenas era su primera cita! No debería estar dolido, aunque quizá sí decepcionado. Sin embargo, notaba un calor sofocante en el pecho. Un calor que nada tenía que ver con la pasión o el amor. Se rascó la nuca, que de pronto le picaba, y cuando Noemi bromeó sobre lo que creía que en verdad le estaba preocupando, él no le devolvió la sonrisa.
—Sabes, creo que estos dangos me han sentado mal —dijo, sin mirarla a los ojos. Dejó lo que le quedaba del palillo sobre el trocito de cartón y se levantó—. Mejor me voy a casa… —devolvió la silla a su posición original y, por un momento, pareció dudar. Entonces la miró—. Estaba pensando en invitarte a venir conmigo al festival que hay antes y después de los Juegos, pero… visto lo visto, mejor será que te asegures antes y le preguntes a tus padres si les parece bien, ¿eh? No vaya a ser que puedas manchar su reputación o algo —el sarcasmo no impregnó el tono de su voz… directamente lo bañó en él. Quizá no era justo. Quizá estaba actuando como un crío. Pero eso en aquel momento no le importaba—. Yo también tengo que preguntar algunas cosas… a mí mismo.
No dijo nada más. No se despidió. Dio media vuelta y se dirigió hacia la salida...
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No se había equivocado al pensar que había sido un tanto contundente al responder a las preguntas y ni con aquella broma logró solucionar el asunto.
—. Mejor me voy a casa… —Noemi suspiró al escucharle decir eso y a diferencia de él, ella no le miró en cuanto comenzó a explicar su intención relacionada a los juegos, en su lugar prefería meditar en silencio. «¿Será posible…? »Se cuestionaba mientras sentía ese sarcasmo imposible de pasar por alto. Para colmo se burlaba de ella pero no le reclamaría por ello, no ahora que parecía que lo estaba perdiendo.
Tras ese discurso, el chico emprendió la retirada y ella le seguiría, un par de pasos atrás pero en cuanto él cruzó la puerta, la rubia le atrapó en un cálido abrazo desde atrás en el que aprovechó para tomarle del mentón con una mano y obligarle a mirarla. Había depositado su mentón sobre el hombro del Uchiha también por lo que la distancia entre ambos rostros era prácticamente nula.
—Dije que no tienes nada de qué preocuparte. —Repitió con un tono algo más alegre y tras ello se dio el lujo de acortar distancias para dedicarle otro beso.
Pero había una notoria diferencia en este beso en comparación con el resto, esta vez Noemi se había dado el lujo de utilizar la lengua y si el contrario lo permitía, buscaría el encuentro con la lengua ajena. Tal vez con un húmedo y apasionado beso lograría devolverlo a tierra, o puede que ya por el simple hecho de abrazarle y presionarle sus pechos contra la espalda lo haya logrado y el beso fuese innecesario pero no perdía nada, total, no iba a pasar nada por besar a un chico de esa forma.
28/01/2017, 02:41 (Última modificación: 28/01/2017, 02:45 por Uchiha Datsue.)
¿Pero qué se creía? ¿Qué por estrujarse contra él y darle un simple beso iba a manejarle como quería? Él era Uchiha Haskoz, aquel que sobrevivió al Bosque de Azur y por cuyas venas corría la cólera de Izanami. De ningún modo iba a…
La puntita de algo blando y húmedo estaba presionándose contra sus labios. Parecía querer colarse entre ellos, de forma tímida, y la lengua de Haskoz acudió a su encuentro, curiosa. Si en algún momento del día había pensado que ya lo sabía todo sobre los besos, no podía haber estado más equivocado. Aquello era como haber ascendido a otra liga totalmente distinta, como pasar de hacer las misiones de un gennin recién salido de la academia a meterse en cosas de chunnins experimentados.
Su cuerpo dio media vuelta, incapaz de seguir de espaldas a Noemi. Sus brazos la rodearon por la cintura y la apretó contra él, mientras su lengua exploraba curiosa el nuevo mundo de posibilidades que se abría ante ella. Notó el corazón latiendo desbocado en su pecho, sus manos bajaron por la espalda de Noemi hasta una zona que ya no se podía considerar espalda, y entonces la apretó contra él todavía más, mientras notaba el pulso, por increíble que pudiese parecer, en su cada vez más…
—¡Buscaos un motel, PERVERTIDOS!
El grito de una señora cayó como un jarro de agua fría sobre su libido. La señora en cuestión, de no más de cuarenta años, tapaba con una mano los inocentes ojos de su hija, de no más de tres, mientras miraba a ambos con mirada reprobatoria. Entonces se llevó la niña a los brazos y, tratando de que su hija no mirase por encima de su hombro, prosiguió su camino con zancadas muy largas y muy pesadas, como si estuviese también enfadada con el suelo que sostenía el mundo.
No era que Haskoz fuese de los que siguiesen los modales y las normas de etiqueta, pero sus manos se reprimieron lo suficiente como para subir de nuevo a la parte baja de la espalda de Noemi, quedando en el limbo entre lo legal y lo ilegal a ojos de la sociedad. Tampoco había porque engañarse, probablemente más cerca de lo ilegal que de lo legal.
Dirigió de nuevo la mirada a Noemi y puso cara de circunstancias.
—No le hagas caso... Una amargada —criticó, aunque quizá sí deberían cortarse un poco. Después de todo, vivían en una sociedad en la que un simple beso en púbico llamaba la atención, siendo el Jardín de los Cerezos el único lugar donde quizá se hiciese un poco la vista gorda... Pero no sería él quien se pusiese mojigato a aquellas alturas, desde luego.
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Y así fue como una vez más, la kunoichi lograba manipular a antojo las emociones del Uchiha hasta el punto en que se deshizo de un supuesto malestar de estómago. Mientras no abusara de este recurso probablemente podría seguir manipulando al chico tanto como desee, pero claro que tendría que tener mucho cuidado con ello o terminaría por acostumbrarle y en cuanto eso pase no tendrá manera de controlar sus emociones, por ende será completamente libre de sus encantos.
El grito de aquella mujer no le importó en lo más mínimo, siguió por un momento más jugueteando con la lengua del contrario e incluso le permitió tocar por aquella zona algo más baja de la habitual que muy probablemente sería lo que puso arisca a aquella mujer puesto que no es habitual ver en Uzushiogakure parejas tan… Ensimismadas en aquel pecaminoso acto.
—No le hagas caso... Una amargada —Comentó el de cabellos blancos en el mismo instante en que subió la mano hasta la cadera, aunque había que aceptar que un par de dedos seguían en el glúteo de la kunoichi.
—¿Te quedó alguna duda? —Cuestionó sonriente sin atreverse a alejarse ni un milímetro, estaba bien apegada a él. —En algún futuro vamos a poder hacer algo más, por ahora somos muy jóvenes y lo sabes. —Agregó con un semblante más serio. —Solo te pido paciencia, ¿está bien? De mi familia ni tienes que preocuparte, en serio.
Con un poco de suerte ahora sí la escuchaba y no se vería obligada a repetir lo que ya había dicho alguna vez. «A la próxima que me ignores te retuerzo los huevos. »Pensaba muy seriamente en lo que esperaba una respuesta por parte del contrario al que no le había soltado el rostro en ningún momento.
—¿Te quedó alguna duda? —cuestionó sonriente sin atreverse a alejarse ni un milímetro, estaba bien apegada a él—. En algún futuro vamos a poder hacer algo más, por ahora somos muy jóvenes y lo sabes.
Haskoz puso cara de póker, e intentó por todos los medios que sus pensamientos no se la cambiasen. ¿De verdad acababa de sugerir…? ¿Estaba hablando de lo que Haskoz creía que estaba hablando? Lo había dicho con tanta naturalidad y simpleza que, en un primer momento, lo dudó. Pero ahora que repetía sus palabras una y otra vez mentalmente…
Jo-der, y yo que me creía un tío moderno y desvergonzado…
—Solo te pido paciencia, ¿está bien? De mi familia ni tienes que preocuparte, en serio.
Noemi parecía sin seguir entender lo que en verdad le había molestado. No era preocupación porque su familia pudiese prohibirle estar con él, ni mucho menos. Se molestaba porque, en un hipotético caso de que lo hiciesen, ella ni siquiera albergaba la más mínima duda de dejarle de ver para cumplir con el deseo de sus padres. Pero a aquellas alturas —y después de haberse derretido por un nuevo beso—, era mejor dejarlo pasar... por el momento. Ya habría tiempo de discutir.
—Claro, eso surgirá cuanto tenga que surgir… —Como si tiene que surgir mañana mismo, oye. ¿Quién soy yo para poner barreras al amor? Trató de no sonreír por sus propios pensamientos, pues se suponía que ahora debía mostrar una cara seria, de acorde al tema que estaba tratando—. Aunque tampoco te creas que yo soy tan joven… Últimamente, en las noches húmedas y frías, me crujen los huesos de una manera que no es normal. Me hago viejo, Noemi, esa es la verdad. —Sonrió. Obviamente le estaba tomando el pelo—. Y vivimos tiempos difíciles, en una profesión que lo es todavía más. ¿Recuerdas la esperanza de vida de un shinobi? —preguntó, pues era lo primero que le habían dicho el primer día en la academia. Un dato desalentador e impactante, pero que sin duda reflejaba lo peligroso de su trabajo—. Creo que no llegaba ni a los treinta años. —Está bien, puede que le hubiese dicho la esperanza de vida de un shinobi de Kusagakure, para darle un mayor dramatismo. Y puede incluso que le hubiese bajado un par de añitos de forma inconsciente… Quién decía un par decía una docena. Pero lo que importaba era el mensaje—. Quien sabe, puede que de la próxima misión ya no vuelva… ¿Y entonces qué? Solo espero que hayamos aprovechado el tiempo de nuestras vidas al máximo… —Y si no, quedará en tu conciencia…—. Pero por supuesto que seré paciente, Noemi. Por supuestísimo que sí.
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Le tocaba un poco la paciencia cuando se hacía el silencio, pero por suerte no llegaban a durar demasiado como para hacerla fruncir el ceño y los comentarios del contrario lograban tranquilizarla en buena medida. No siempre funcionaba, es un hecho pero habían veces en las que le daban ganas de darle un buen bofetón en la cara, como por esa broma de la esperanza de vida. «Que me acuerde eran cuarenta años. »Se cuestionó en la cabeza pero prefirió guardar silencio.
—Si te mueres en tu próxima misión significa que eres un imbécil que se suicidó porque fijo que será una misión de rango D. —Dijo la chica dándose el lujo de soltar una risa para que no la tomase tan en serio. —Mantente vivo hasta que se den las cosas, ¿sí? Ya no te retendré más así que si quieres ir a casa eres libre de hacerlo. —Finalizó la kunoichi.
Aun así, no iba a despegarse de él para no ser más cortante de lo que ya había sido a lo largo del día o mismo de dar motivos al chico para que le malinterpretase.
Ahora sí él quería irse a casa ella no le detendría porque al menos le había dejado un par de cosas en claro aunque no justamente aquellas que le habían provocado el malestar en primer lugar, pero si no se lo dice él mismo seguramente no se percate nunca del verdadero motivo. «Qué feliz estará el viejo de saber que me encontré un Uchiha de pelo blanco. Lástima que no tenga ojos blancos sin el sharingan. »
—Si te mueres en tu próxima misión significa que eres un imbécil que se suicidó porque fijo que será una misión de rango D.
Haskoz echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, eclipsando la risita de Noemi. En eso tenía que darle la razón, si es que el Uchiha se animaba de una vez a hacer una misión, claro. El hecho de que supiese que sí o sí le iba a tocar empezar por las de rango más bajo no le animaba en absoluto. Todo un año preparándose para ser shinobi para luego terminar rescatando gatitos de lo alto de un cerezo. Era deprimente.
Pero el dinero era el dinero, y las facturas, como muy pronto estaba a punto de descubrir, no se pagaban solas.
—Mantente vivo hasta que se den las cosas, ¿sí? Ya no te retendré más así que si quieres ir a casa eres libre de hacerlo.
—Lo haré —dijo, y su voz sonó firme y contundente—. Lo de mantenerme vivo, digo. Bueno, y lo de irme a casa también —añadió, con una sonrisa, deshaciendo el abrazo que mantenía sobre Noemi. Ya que había dicho que le dolía la tripa…—. Oye, ¿estás libre el día de la luz? —el día de la luz, también llamado Hikariyōbi, solía ser festivo en todo el continente. Si bien los ninjas trabajaban de ser necesario, el Uchiha esperaba que Noemi no—. Podríamos ir por ahí… a algún sitio. Juntos.
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Sabía que aquella risa era un poco exagerada por parte del Uchiha, pero a ella le gustaba cuando hacían ese tipo de cosas por lo que no le dio mayor importancia.
Luego de aquello con lo que de todas formas aliviaron todo tipo de tensión o vehemencia del ambiente pasaron a hablar de un tema algo más serio que si bien Noemi fue la que lo sacó a flote, había que remarcar que no tenía mucha idea de ese asunto así que seguramente el contrario se llevaría una no muy grata sorpresa si es que el día llegaba alguna vez.
Aunque aquella interrogante la tomaría un tanto por sorpresa. —. Oye, ¿estás libre el día de la luz? —¿Lo estaría? No tenía ni la más mínima idea. «Aunque las misiones que nos darán a los genins seguramente no duren más de unas horas, y lo que sea que pueda surgir en casa podría posponerlo considerando el motivo. »Pensaba mientras acomodaba alguna que otra cosilla en su agenda mental. Se mostraba pensativa, cruzada de brazos y con los ojos entrecerrados aunque mirando al piso.
—Creo que sí, estaré libre… —Concluyó aunque no sonaba demasiado convencida. Tras aquellas palabras y un ligero instante de silencio, la kunoichi alzó la mirada y estiró un brazo para darle un golpesito en la frente al Uchiha —No me has dicho dónde vives, así al menos puedo avisarte si llegase a pasar algo, aunque lo dudo mucho. —Le reclamó con un semblante más serio de lo necesario, pero estaba segura que el chico le daría la dirección sin problemas e incluso estaría feliz si ella llegase a aparecerse por allí de visita.
1/02/2017, 03:58 (Última modificación: 1/02/2017, 03:59 por Uchiha Datsue.)
—Creo que sí, estaré libre…
Haskoz asintió, conforme, pese a que no sonase demasiado convencida. Entonces ella le dio un pequeño golpecito en la frente, y el Uchiha cerró los ojos y exageró el golpe, risueño.
—No me has dicho dónde vives, así al menos puedo avisarte si llegase a pasar algo, aunque lo dudo mucho.
¿Solo para avisarme si pasa algo? Que pena…
—Pues no muy lejos de aquí. Vivo en un apartamento del Barrio de las Flores, en el edificio más alto que hay. No tiene pérdida. Piso número siete.
»¿Y tú? ¿Dónde vives? Ya sabes, por si surge alguna urgencia y tengo que… secuestrarte. —añadió, coqueto, pese a creer saber ya dónde vivía la kunoichi. Pero era algo que no reconocería.
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Se notaba la exageración del contrario, pero en este caso tampoco le daría mayor importancia, seguramente lo hacía para mantener un ambiente agradable en lugar de ni reaccionar o tener malas contestaciones.
—Entendido. —Soltaría la kunoichi al escuchar la respuesta. —Supongo que uno de estos días podría pasar para saber exactamente cuál es tu departamento. —Agregó mirando al cielo como si pretendiese buscar el edificio desde ya.
Aunque el Uchiha soltaría un comentario algo cómico sin dudas, eso de secuestrarla probablemente se le haría muy complicado considerando la cantidad de gente que va y viene en la mansión y muy rara vez se quedarían quietos mirando lo que pasa, tampoco era muy creíble que un genin se metiera y saliera sin ser visto por nadie a no ser… Que lo hiciera de una forma muy particular.
—La mansión Sakamoto, queda por el sector norte. —Respondió aunque hizo una ligera pausa para mirarle algo curiosa y de brazos cruzados. —¿En serio nunca la viste?
Pero retomando el asunto del supuesto “secuestro” que obviamente nunca ocurriría, Noemi suspiró levemente y decidió dejarle un par de comentarios.
—Y… De momento preferiría que no te acerques a la mansión, lo que menos quiero es que una de mis hermanas intente hacerte algo, ¿me entiendes? —Diría algo decaída mientras su mirada también bajaba lentamente al piso. Pero no daría más información, lo único que quería era la afirmativa por parte del de cabellos blancos.
«Seguramente las otras también intenten hacer algo con él si se llegan a enterar que es un Uchiha. »Pensaba mientras se mantenía en silencio.
—La mansión Sakamoto, queda por el sector norte. —Respondió aunque hizo una ligera pausa para mirarle algo curiosa y de brazos cruzados. —¿En serio nunca la viste?
—Puede que alguna vez… de pasada —reconoció el Uchiha, sin especificar más. Lo cierto era que sí la había visto. Vaya si la había visto. Había soñado con vivir en un lugar como aquel, tan grande que podrías perderte por los interminables pasillos y habitaciones que a buen seguro debía tener.
Pero no dijo nada.
—Y… De momento preferiría que no te acerques a la mansión, lo que menos quiero es que una de mis hermanas intente hacerte algo, ¿me entiendes?
Lo cierto era que no. No le había entendido un carajo. ¿Intentar hacerle algo? ¿A qué se refería con eso? ¿Acaso eran sobreprotectoras con ella? La mirada de pronto alicaída de la kunoichi no hizo sino aumentar todavía más su curiosidad.
—Pues… no. ¿A qué te refieres con que intenten hacerme algo?
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Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80