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— Genial Juro, esta vez te has superado — murmuró, entre bocanada de aire y bocanada.
El joven marionetista jadeaba. No estaba acostumbrado al senderismo. Y más por zonas montañosas. Se había propuesto recorrerse todas las zonas posibles del valle de los dojos. Ya había visitado la capital, su hotel, y otras zonas, como los templos y el bosque. Esta vez, le había dado por las cordilleras.
Ya se había sentido atraído por el relieve desde el momento en que había llegado. Sin embargo, después de horas de sendero, esa atracción se había ido desvaneciendo, sustituida por una creciente repulsión.
¿En que momento había pensado como una buena idea meterse ahí?
Había escuchado que en ciertos cortes de la montaña había desde pequeñas atracciones turísticas hasta zonas de entrenamiento, cosa que había llamado mucho su atención. Incluso había tratado de agenciarse un mapa para ir a través del sendero. Pero en la práctica, su mal sentido de la orientación podía contra cualquier cosa. Había recorrido un sendero, luego otro, luego otro... y ahí seguía. Con suerte, pronto llegaría a algún corte.
Gen colgaba a su espalda, tapado con su típica lona blanca. Se zarandeaba cuando sus esmirriadas piernas trataban de subir la cuesta, al igual que su portaobjetos. Incluso su bandana temblaba. Esta vez al menos llevaba ropa de hacer senderismo; pantalones cortos azulados y una camisa verde corta. No era gran cosa pero no le dificultaba el ascenso y no se moría de calor.
Dio un largo suspiro, barajando la opción de hacer un alto en el camino. Prefirió continuar un poco más. Con suerte, encontraría a alguien, o algo, pronto...
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Un poco cansada de la abrumante publicidad que ella misma se estaba dando sobre su inmortalidad, la pelirroja optó por alejarse un poco de la muchedumbre. Dejó atrás el bosque sesgado, su hotel, y cualquier comodidad que pudiese resultar atrayente para el público. De ésta manera, quizás encontraba al menos un ratejo de relajación, aunque fuese tan solo por un rato. Aunque había sido su idea, publicar a los cuatro vientos que no podía morir llegaba a ser estresante y muy cansado...
En su búsqueda por un lugar tranquilo, pasó de largo por los dojos, llegando a una de las zonas mas alejadas —los acantilados— donde con un poco de suerte, tan solo habría gente que estaba de paso. Ando y ando, hasta que dejó de ver gente cerca. Quizás un par de personas de vez en cuando, alguna familia, o algún turista medio perdido.
«Vaya... al fin algo de paz»
Tomó asiento en el filo, dejando las piernas hacia el abismo, y dejó caer un suspiro.
Miró a ambos lados, y efectivamente, no había nadie a su alrededor, al menos no nadie cercano. Se habían acabado las explicaciones, las preguntas, los que negaban creer, los que gritaban y salían corriendo, los sonidos... ¡CLIK! ¡CLAK! ¡CLAK!
...no, los sonidos no se habían terminado.
—¿Qué diablos...? —se preguntó a si misma.
Desvió su mirada hacia su flanco derecho, y por el sendero vio cómo un viajero se aproximaba sin dilaciones. El susodicho iba con un conjunto veraniego que parecía bastante cómodo, lo ideal para una vueltecita... pero, a su espalda llevaba un enorme bulto envuelto. ¿Qué diablos llevaba? La chica quedó un tanto intrigada, el bulto era de lo mas sospechoso...
—Esto... si buscas deshacerte de ese cadáver, lo mejor es que vayas por otro lado o lo tires directamente por aquí... arriba hay bastante gente... —se atrevió a bromear.
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Suspiró otra vez. A lo lejos, pudo ver hacia donde llegaba el sendero. No iba hacia un corte, sino que se acercaba hacia una zona de acantilados. Tocaba caminar más. O incluso dar la vuelta y rehacer todo el camino. Gen, en su espalda, protestó levemente con otro zarandeo. Juro frenó en seco.
« Debería irme al hotel ahora que estoy a tiempo... » — Lo cierto era que no le apetecía pasar la noche en las montañas, con riesgo de precipitarse o matarse ahí mismo.
Sin embargo, no tuvo tiempo para pensar. Nada más darse la vuelta, algo le llamó la atención. A su espalda, sonaba algo. Era una voz femenina.
—Esto... si buscas deshacerte de ese cadáver, lo mejor es que vayas por otro lado o lo tires directamente por aquí... arriba hay bastante gente...
Juro pestañeó. No muy lejos de él, había alguien. Una chica, la cual parecía ser una adolescente. Estaba sentada al borde del acantilado, con las piernas colgantes. Menuda temeraria. Una racha de viento y ya la veía caer de cabeza. Un vistazo más detallado le sorprendió aún más: parecía algo más alta que él. Su pelo era de un tono rojo intenso, desaliñado, de una forma que extrañamente quedaba bien. Sus ojos eran profundamente negros, tanto que intimidaban al joven. Llevaba un curioso vestido, con una semiarmadura y una camisa roja corta, que dejaba ver su piel con algún que otro tatuaje.
El conjunto le dio una imagen más que curiosa. No pudo evitar frenar en seco y observar mejor lo que tenía delante. Segundos después, contestó.
— Deshacer el... ¿¡Cadáver!? — exclamó, con algo de retraso —. C-Claro que no es un cadáver, es solo algo de mercancía, y... otras cosas. No he matado a nadie...
Realmente le había pillado por sorpresa aquella indirecta. Muchas veces le habían preguntado por lo que llevaba. Pero... ¿Un cadáver? ¡Era la primera vez! Y que lo hiciese una chica tan... como ella, no ayudaba.
— Oye, ¿No crees que es peligroso estar tan cerca del acantilado? — murmuró, acercándose un poco, sin llegar a estar bajo su zona de contacto —. Ya se que suena estúpido, pero apuesto a que por aquí hay muchos desprendimientos.
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El chico pareció palidecer, aún mas —si es que cabe— terminando con un tono de piel cercano al marfil. La pregunta de la pelirroja le hizo estremecer, y hasta le impidió encontrar agilidad en sus palabras en pos de defender su posición. Negó con franqueza que llevase cadáver alguno, alegando que lo que llevaba eran mercancías y otras cosas. Terminó por remarcar que no había matado a nadie, quizás nervioso ante esa absurda acusación.
—Jajajajaja.... no te preocupes, señor Mercante, tan solo era una broma. —contestó al chico, intentando aliviar su tensión.
De pronto, la preocupación del chico surgió. Le cuestionó a la chica si no era peligroso estar tan cerca del precipicio, mientras que recortó levemente las distancias, para tras ello mencionar que seguramente por ese despeñadero habían numerosos desprendimientos.
Si, podía ser. El sitio no era de lo mas estable, y la chica se aseguró de ello echando un vistazo a su alrededor. Pero, por suerte o desgracia no tenía miedo... ese sentimiento lo había perdido hacía ya algún tiempo, a manos de un maldito demonio, o un genio. El culpable realmente era difícil de catalogar...
—No suena estúpido, pero... la verdad es que no tengo miedo. ¿No has escuchado hablar por aquí de una chica que se las da de inmortal? Una pelirroja que ha enervado ya a numerosos médicos...
»Pues si, soy yo. Watasashi Aiko... un placer.
Quizás una de las presentaciones mas raras que había hecho en su vida.
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Ante la palidez y la sorpresa de Juro, la chica desconocida no pudo hacer más que reír. Juro se relajó, aún tensó por el pequeño susto. Que una chica desconocida te dijese eso era desconcertante. Le tranquilizó, llamándole, "Señor Mercante", cosa que hizo que sonriese. Generalmente, le trataban de ninja y poco más.
Sin embargo, lo realmente desconcertante vino cuando Juro preguntó acerca del peligro.
—No suena estúpido, pero... la verdad es que no tengo miedo. ¿No has escuchado hablar por aquí de una chica que se las da de inmortal? Una pelirroja que ha enervado ya a numerosos médicos... Pues si, soy yo. Watasashi Aiko... un placer.
Lo cierto es que si que había escuchado algo sobre ella. Haciendo memoria, en la capital se había corrido un rumor muy sustancial. Una chica que no podía morir. Testigos afirmaban incluso que había sido atravesada por una pica en el pecho y que se había levantado como si nada poco después, prácticamente ilesa.
« Había pensado que solo era un rumor tonto, o como mucho, algún ninja con ganas de bromear... »
¿Cuanto de verdad habrá en esos rumores? La chica iba más que sobrada al respecto, anunciándolo a diestro y siniestro. ¿Por qué convertir en espectáculo algo así?
— Es cierto que lo he escuchado, pero si te soy sincero, no creí que algo así fuese posible — dijo, pensando que probablemente habría escuchado eso miles de veces —. ¿Son ciertos los rumores? ¿Te atravesaron con una lanza en el corazón y quedaste ilesa?
Si eso era cierto, estaba ante una leyenda andante. Pero era algo difícil de creer.
— Había pensando que eras solo temeraria... —. Aún había algo de duda en su voz. No podía discendir la verdad. ¿Era ella? ¿Una impostora? ¿Era de verdad pero fingía ser inmortal?
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Tras sacarle una risa al chico, vino de pronto el tema de siempre —al menos por éstos días— de un desconocido cuestionando su palabra. Obviamente, no era raro, ya hacía unos cuantos días que no hacía mas que difundir ese rumor que a la vez era veraz. Normalmente éste tipo de cosas venían arraigadas de puras fantasías, pero en éste caso la realidad sobrepasaba con creces a la fantasía. El chico afirmó haber escuchado algo, lo cual era un alivio, aunque no llegaba a creer lo que había llegado hasta sus oídos. Sin miramientos, preguntó a la pelirroja si era cierto eso de que habían atravesado su corazón con una pica y seguía ilesa. Sin esperar realmente lo suficiente para una respuesta, soltó lo que pensaba, que se trataba tan solo de una temeraria.
Lejos de la realidad, últimamente había comenzado a serlo. ¿Pero por qué iba a tener que tener cuidado? La vida llegaba a ser realmente efímera cuando tratas de salvaguardarla, más aún cuando sabes que no puedes morir. A saber cuantas veces había muerto en la última década...
—Es difícil no parecer una temeraria cuando tu cuerpo regenera cualquier tipo de herida, la verdad...
¿Cómo negar lo evidente?
—Lo de la lanza en el corazón es cierto. Hice una apuesta con un chico que se negaba a creerme, y al final tuvo que invitarme a comer... jajajajaja. —alegó respecto al incidente, como si de algo divertido se tratase. —Pocas veces había aceptado comer con alguien que me había roto el corazón... jajajaja.
On fire, la chica estaba on fire... si hubiese un concurso de chistes malos, la habrían expulsado por profesional...
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—Es difícil no parecer una temeraria cuando tu cuerpo regenera cualquier tipo de herida, la verdad...
Juro asintió. Si eso fuese verdad, su actitud tendría sentido. Aunque estaba seguro de que otras personas también se sentarían en el pico de un acantilado, sin necesidad de ser inmortales. Eso tampoco probaba mucho.
Sin embargo, la chica seguía insistiendo, esta vez, contándole acerca del supuesto rumor que Juro había escuchado:
—Lo de la lanza en el corazón es cierto. Hice una apuesta con un chico que se negaba a creerme, y al final tuvo que invitarme a comer... jajajajaja. Pocas veces había aceptado comer con alguien que me había roto el corazón... jajajaja.
Juro no rió con ella. Le parecía demasiado bizarro.
« Hay que tenerlos cuadrados para atravesar a alguien con una lanza por una estúpida apuesta... »
— Ya veo... — No iba a molestarse en preguntarle el origen de ese poder. Que estupidez. Él mismo se negaba a hablar del contenido de su espalda; ni de coña le iba a contar el secreto de la inmortalidad —. Me extraña que con un... don... así, puedas andar libremente por ahí, la verdad. La inmortalidad debe de ser algo muy codiciado, también por gente poderosa.
Eso si que no le cuadraba. Si esa chica decía la verdad y era inmortal, ¿Cómo es que nadie había experimentado con ella? Quizá fuese muy dramático, pero la fuente de la inmortalidad es un motivo más que suficiente como para secuestrar a alguien y cometer atrocidades. ¿Por qué ir anunciándolo?
— ¿De dónde provienes? ¿Eres de por aquí?
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El chico le siguió la corriente a la pelirroja cuando ésta afirmó que en general cuando perder la vida se hace imposible, ésto hacía carecer de sentido del peligro. Sin embargo, parecía reacio a aceptar la inmortalidad en una persona... pese a querer disimularlo. Incluso cuando ésta bromeó con lo de la apuesta, el chico pareció no tan aliñado como antes. Quizás no había pillado la broma...
Tras su silencio, de nuevo acometió con unas palabras un tantosingulares, las cuales claramente plasmaban su anterior pensamiento con respecto a su inmortalidad. ¿Cómo le permitían estar libre siendo que poseía esa cualidad tan valorada por el resto?
¿Un don o una condena? Esa era la verdadera pregunta...
—No se si es un don o un método avanzado de tortura, la verdad. Pero, lo cierto es que no he estado retenida hasta el momento porque lo estoy anunciando ahora... siempre tuve miedo a qué podría pasar, pero una persona me hizo ver que tener miedo es algo absurdo en mi condición... No puedo morir, y no me pueden atrapar. ¿A qué debería temer?
Pronto, la curiosidad del joven sobrepasó a la de la chica, llevandole a preguntar si pertenecía a la zona. De pronto, la chica miró su cintura, donde debía estar su bandana.
«Mierda... la bandana... ya decía yo que se me olvidaba algo...»
—Soy de Amegakure no Sato. Estoy aquí por ese rollo del torneo. —contestó a la última cuestión que el chico le había lanzado.
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A pesar de la reticencia de Juro — la cual esperaba que no le estuviera resultando grosera, porque de verdad que era algo natural en él — la chica siguio constando normalmente, cosa que agradeció. Ante la duda de Juro de su condición, contestó con unas simples palabras:
—No se si es un don o un método avanzado de tortura, la verdad. Pero, lo cierto es que no he estado retenida hasta el momento porque lo estoy anunciando ahora... siempre tuve miedo a qué podría pasar, pero una persona me hizo ver que tener miedo es algo absurdo en mi condición... No puedo morir, y no me pueden atrapar. ¿A qué debería temer?
« Un método avanzado de tortura... »— si lo que decía es cierto, se preguntó que clase de horribles dolores habría vivido en su regreso.
Esto le hizo dudar bastante. ¿Era la voz de la experiencia o la de la inconsciencia la que hablaba ahí? Cierto es que no la podían matar, pero de ahí a atraparla... La inmortalidad era como un super poder, pero las cadenas atrapan igual a un muerto que a un vivo. Igualmente, no era quien para decirle como vivir su vida.
— Entiendo — sentenció, tratando de recuperar su semblante normal y abandonar el serio — Si has tomado esa decisión, adelante. Pero si me permites decir algo, te diría que tuvieras cuidado. Soy de la opinión de que un poco de precaución no es mala, aunque no puedas morir.
Tras eso, la chica pareció sorprenderse de la pregunta de Juro. Tanto, que miró su cintura. Parecía haber olvidado algo en cuestión.
—Soy de Amegakure no Sato. Estoy aquí por ese rollo del torneo.
« Una ninja. Es una ninja. Una ninja inmortal. Si eso es cierto... »
Sintió algo de vertigo. No solo para el torneo, donde tendría muchos problemas, sino en general. Había oido hablar de Bijus y armas masivas, que no se podían comparar con ella, pero tener una persona inmortal en las filas de un ejército... No tenía muy buena pinta, aunque fuesen tiempos de paz. Desde luego, esa información era valiosa.
— Así que tú también participas en el torneo — mencionó, señalandose la bandana de la frente —. Siento mis modales, creo que me has despistado un poco con todo esto y olvidé por completo presentarme.
» Soy Eikyu Juro, ninja de Kusagakure. Es un placer conocerte, Aiko.
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A la chica le traía sin cuidado el peligro, y la verdad era que estaba tranquila al admitirlo. Pero, el chico no comprendía el porqué seguramente, pues a pesar de lo largado por la chica, insistió en que tomar un poco de precaución nunca estaba en exceso. Quizás guiado por la incomprensión del conjunto de habilidades de la chica, creería que podían atarla o torturarla a placer o algo similar... lejos de la realidad, difícil era retenerla en algún sitio.
¿Cómo atrapar algo que puede volverse tan efímero como una brisa de aire?
—No tener miedo no significa que no tome cuidado... lo bueno es que la inmortalidad no es mi herencia sanguínea. Mi legado es otro, y en combinación hacen que sea realmente difícil atraparme o inmovilizarme... por no decir imposible. —se atrevió a presumir.
»Aunque no es algo de lo que vaya a hablar ahora... ya haré gala de ello en el torneo. Será mi manera de anunciarme al mundo como un arma fuera del alcance de nadie...
Al afirmar que era de Amegakure, el chico reconoció no haber guardado por completo los modales. Al parecer, la singularidad de la charla le había absorbido, y había terminado por olvidar presentarse. No obstante, ahora lo hizo, presentandose como Juro, de Kusagakure no Sato. Curioso, pertenecía a la aldea de aquella kunoichi... Ritsuko.
—No pasa nada... es normal. Al principio, todo el mundo se siente desorientado, extrañado o fascinado cuando le cuento acerca de la inmortalidad. Supongo que no es algo que se vea todos los días...
Entre tanto, se encogió de hombros, resignada.
—Entonces... ¿te estás equipando para la batalla según entiendo? ¿O es otra cosa y no armas lo que llevas a cuestas? A decir verdad, yo tendría que buscar alguna tienda... sería interesante pillar algunas herramientas antes del torneo... después de todo, quiero dar un buen espectáculo en cada combate.
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La chica alegó que a pesar de no sentir miedo, eso no significaba la inconsciencia. Así mismo, dejó entrever que como ninja, tenía más habilidades a parte de la inmortalidad. Un legado que hacía imposible que fuese atrapada, al parecer. Eso le llamó aún más la atención.
« Desde luego, parece una ninja muy interesante. Peligrosa, pero interesante » — Juro no era agresivo, pero Aiko era de las pocas personas que le hacían desear un combate, a riesgo de revelar sus secretos, por desentrañar un poco los suyos.
Sin embargo, es evidente que algo así no iba a pasar. Ella misma afirmó que sería algo que revelaría en el torneo. Juro pensaba verlo. O al menos, enterarse bien.
Tras eso, aceptó sus disculpas acerca de su falta de modales. Ella misma admitió que era algo natural su reacción. Claro que era natural. Ella misma se iba anunciando como alguien inmortal — cosa que aún queda en entredicho hasta que lo viese —, no iba a tener una reacción natural. A no ser que fuese una loca a la que uno ya estuviese acostumbrado. Pero ella parecía bien cuerda.
—Entonces... ¿te estás equipando para la batalla según entiendo? ¿O es otra cosa y no armas lo que llevas a cuestas? A decir verdad, yo tendría que buscar alguna tienda... sería interesante pillar algunas herramientas antes del torneo... después de todo, quiero dar un buen espectáculo en cada combate.
— Soy más de fabricación casera, la verdad. Provengo de una familia de mercaderes . — se aventuró a decir, sin ir mucho más lejos —. Lo que tengo a espaldas es una parte de mi equipamiento. Suelo comprar materiales, herramientas o algunas cosillas de más por la zona para trabajar en el taller .
» Por aquí hay muchas tiendas que no están mal, especialmente en la capital. Esta de más que lo diga, pero asegúrate bien de las calidades. Los extranjeros a veces son blanco de timos. Las tiendas más céntricas suelen ser menos propensas, aunque no te puedes fiar. —. No tenía mucha experiencia en distinguir eso, pero su hermana le había enseñado mucho —. Igualmente, algo me dice que darás un buen espectáculo, con armas o sin ellas.
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Juro pareció volver a su compostura anterior, retomando algo mas de calma. Frente a la pregunta de la chica, éste contestó que él era mas de crear sus propias herramientas, que procedía de una familia de mercaderes y estaba acostumbrado a hacer sus propias creaciones bajo el techado de su taller. A decir verdad, eso sonaba bastante interesante. No obstante, apresuró en informar a la chica de que las mejores tiendas estaban en la capital, pero que debía ser cautelosa, pues no todas las tiendas eran de fiar. Al parecer aprovechaban éste evento —y no es que fuese raro— para alzar bastante los precios, y abusar un poco del reciente aumento de turismo. Ciertamente, no hacían mal, debían sacar provecho de la situación como buenos mercaderes.
De una manera o de otra, el joven terminó sentenciando que con o sin armas la chica daría espectáculo. No se equivocaba, para nada. Si éste supiese las cosas que pasaban por la mente de la chica para aforar su condena a ojos del resto del mundo... quedaría sin palabras, casi seguro.
—Si, supongo que sí... —terminó admitiendo. —Aunque tampoco estaría de mas prepararse. No se nada del resto de participantes, por lo que sería una grave falta subestimarlos... por mucho que sea inmortal. Si caigo inconsciente, perderé el combate de igual manera. Si pierdo, que al menos sea con una buena explosión, y quede en empate... ¿no? Jajajaja
Ciertamente reveló uno de sus planes, pero lo hizo a modo de broma. ¿Resultaría demasiado descarada? Bueno, tampoco es que le fuese la vida en esa estrategia, muy a su pesar. De todos modos, una de sus principales intenciones era extender esas historietas sobre su inmortalidad, buscando intimidar y despertar la curiosidad de todos y cada uno de los presentes, incluyendo sus adversarios.
—Eso sí, espero que mi oponente no se rinda sin luchar... sería una lástima no poder combatir porque se sientan intimidados ante mi, la verdad.
Se encogió de hombros, y dejó caer un leve suspiro de resignación. —...aunque bueno, todos están aquí por algún motivo, no creo que se rindan sin mas... ¿no?
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—Si, supongo que sí...Aunque tampoco estaría de mas prepararse. No se nada del resto de participantes, por lo que sería una grave falta subestimarlos... por mucho que sea inmortal. Si caigo inconsciente, perderé el combate de igual manera. Si pierdo, que al menos sea con una buena explosión, y quede en empate... ¿no? Jajajaja
— Cada vez suenas más inquietante...
Juro sonrió un poco. Eso no lo había pensado. Le reconfortó saber que al menos podía desmayarse como una persona normal. También actuaba como una. No era inhumana. Tampoco parecía un monstruo. Incluso decía de respetar al resto de participantes sin creerse superior por su condición.
« Aun así, lo de la explosión... Quizá sus técnicas tengan que ver con eso »
No podía fiarse de todo lo que le dijesen, pero recordó ese dato, por si las moscas.
—Eso sí, espero que mi oponente no se rinda sin luchar... sería una lástima no poder combatir porque se sientan intimidados ante mi, la verdad.
— Quizá estés sembrando el pánico con tanta historia. Una ninja que no puede morir... — asintió Juro, mostrándose de acuerdo con la afirmación de la chica.
—...aunque bueno, todos están aquí por algún motivo, no creo que se rindan sin mas... ¿no?
Juro lo meditó. Si llegase el caso, ¿Él mismo se retiraría? Pelear contra alguien inmortal daba miedo. Pero se sorprendió así mismo respondiendo mentalmente que no lo haría. No por la pelea en sí; su curiosidad jugaba un papel importante. Pero aún más el público. Aún conservaba la esperanza de que su hermana le viese pelear. Y rendirse a la primera, sin ni si quiera intentarlo... Sería como tirar el entrenamiento de toda una vida.
— Tienes razón. Yo no me rendiría, y no por agallas precisamente — le reconfortó Juro —. Seguro que muchos tienen familiares o personas importantes viéndoles. O no quieren avergonzar a la aldea. Rendirse les pondría en evidencia, a ellos y a lo que representan. Solo por eso creo que se lo pensarán dos veces antes de hacerlo.
« Además, tampoco te tienen que reconocer todos, ¿no? — preguntó, algo esperanzado —. Una cosa es extender el rumor. Pero no creo que hayas ido enseñando a cada persona con bandana de los dojos como te puedes clavar una lanza sin morir.
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El chico no tuvo pelos en la lengua para admitir que cada vez sonaba mas inquietante. Tampoco era de extrañar, ¿a quien en su sano juicio se le ocurriría pensar en una estrategia similar? No a muchas personas, la verdad...
«Y eso que apenas me ha conocido... jajajaja...»
Para cuando la chica admitió tener esperanzas de que no todos sus oponentes se rindiesen sin luchar, el joven no reparó en cuestionar del todo sus intenciones. Ir dándose a conocer como una kunoichi incapaz de morir, sin duda haría que sus oponentes se lo pensasen 2 veces antes de intentar atacarla. Tenía toda la razón, la verdad. Pero, terminó por darle la razón a la pelirroja en referencia a que todos estaban allí por algún motivo, y que por tanto era raro que se rindiesen sin mas.
Sin ir muy lejos, él mismo admitió que no se rendiría —pese al posible miedo— todos debían traer consigo algún motivo, ya fuese el valor de su aldea, las ganas de mostrar a sus familiares cuanto habían avanzado, o el mismo premio del torneo. Cada uno movido por sus sentimientos, pero a la vez obligados por sus causas. Irónico.
No terminó de hablar sin hacer un pequeño inciso, argumentando que igualmente no todos la reconocerían por eso de la inmortalidad. Que pese a extender ese rumor por aquellas tierras, seguramente no iba haciendo exhibición de una lanza atravesando su corazón a todo el que veía. La chica no pudo evitar reír, estaba en lo cierto, pero quizás lo de la lanza había sido un caso muy puntual. Después de todo, había sido una simple y arriesgada apuesta por parte de alguien que no la creía.
—No, no... tampoco tengo dinero para ir atravesando mi corazón y rompiéndolas para sacarlas todos los días... jajajaja. —se atrevió a bromear. —pero tampoco es necesario llegar a ese extremo, mostrar mi capacidad de regeneración es mucho mas sencillo.
Mostró su mano diestra abierta hacia arriba, y sobre ésta fueron desprendiéndose unas cuantas hojas de papel, que drásticamente se fueron juntando dando forma a un pequeño puñal. En apenas unos segundos, la chica tenía un arma de filo sobre su diestra, la cuál empuñó.
—Mira...
Tomó aire, y clavó el puñal en su antebrazo izquierdo, el cual mantenía a la vista del chico de la misma manera que había materializado el arma —hacia arriba— dejando ver cómo la sangre brotaba, e incluso cómo el filo del arma había traspasado hasta salir por el lado contiguo.
—¡Tsk! —chasqueó la lengua, quejándose del dolor que recorría su brazo. Mas no tardó en sacar el arma de la misma manera que la había hincado —a base de fuerza— haciendo que de la misma herida surgiese mas sangre aún. El color carmesí bañaba el brazo de la chica, que curiosamente apenas se quejaba.
—No es ningún truco de magia, ni ninguna técnica por la cuál pueda sanarme a mi o a otro... —explicó mientras apretaba y relajaba los músculos de la mano. —Mi propio cuerpo sana cualquier herida, evita el paso del tiempo, y me impide enfermar... se restaura solo, dejándome siempre con ésta misma apariencia y salud.
Dejó caer el arma por el acantilado, pero ésta se deshizo en papeles antes siquiera de caer un metro. Tras ello, limpió la sangre que recubría su antebrazo izquierdo con su propia diestra, escurriendo hacia abajo la circulación de la misma. Ante los ojos del mercader, la punzante reflexión del daño recibido comenzaba a desaparecer, poco a poco su piel se unía, como por arte de magia. Sin embargo, no se veía rastro alguno de chakra o había realizado sello alguno.
¿Dudaría aún?
—¿Ves? —inquirió, mientras enseñaba el antebrazo.
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Aunque no supo si logró tranquilizar a Aiko acerca de su problema con lo de rendirse, al menos consiguió sacarle una carcajada. Juro sonrió un poco. Algo era algo. La joven bromeó acerca de que tampoco se podía permitir el lujo de ir comprando lanzas a diestro y siniestro para clavarselas y romperlas.
Sin embargo, la conversación llegó a un punto de interés para Juro.
—pero tampoco es necesario llegar a ese extremo, mostrar mi capacidad de regeneración es mucho mas sencillo.
« ¿De verdad lo va a hacer? »
Juro se acercó, expectante. No era algo que pudieras ver todos los días. Tenia una mezcla de curiosidad, admiración y algo de miedo. Imaginate que solo era una charlatana y que se desangraba ahí mismo. No lo creía, pero puestos a pensar.
Ante la sorpresa del chico, Aiko extendió la mano, y de esta salieron mágicamente unos cuantos papeles. Como si los tuviese ahí guardados, en alguna parte. Los papeles se juntaron y conformaron un puñal. Un arma filosa. Aunque no podía comprobar cuanto cortaba, estaba seguro de que era un buen reemplazo a un kunai.
« Crear armas con papel... y decían que yo era el raro con mis marionetas... »
—Mira...
La chica cogió aire y se clavó el puñal. Con horror, Juro observó como traspasaba fácilmente su antebrazo izquierdo, de lado a lado. Era, como mínimo, una herida a tratar de urgencia. Podría costarle el brazo si lo había clavado en algún punto importante. No podría pelear en el torneo así.
La chica se quejó un poco por el dolor, pero no mostró ningún tipo de miedo o dolor excesivo, para una persona que acababa de traspasarse el brazo. Es más, se sintió lo suficientemente bien como para seguir explicando.
—No es ningún truco de magia, ni ninguna técnica por la cuál pueda sanarme a mi o a otro...Mi propio cuerpo sana cualquier herida, evita el paso del tiempo, y me impide enfermar... se restaura solo, dejándome siempre con ésta misma apariencia y salud.
Aiko tiró el arma al acantilado. Juro estaba demasiado absorto en la herida como para darse cuenta del juego de papeles. Aiko se limpió la sangre con el brazo derecho, y luego se lo mostró.
Ante los ojos de Juro, la herida que se había hecho con aquel puñal se arregló por si sola. No había sellos, ni ningún tipo de jutsu, al menos, que pudiese ver. Parecía algún tipo de regeneración instantánea que curase toda herida. Pero una que llegase hasta curar heridas del corazón...
—¿Ves? —inquirió, mientras enseñaba el antebrazo
Juro se convenció. Decía la verdad. De alguna manera, aquella chica había adquirido esas habilidades, que la acercaban a la inmortalidad. Un cuerpo imposible de ser dañado. Era de locos. Pero ella misma le había explicado que podía desmayarse igual que una persona, y acababa de ver como mostraba dolor. No era un ser perfecto alejado de la humanidad, sino que sentía como uno.
— Si... — murmuró, como absorto. Después, volvió en sí —. Es fascinante. Tu cuerpo parece... no se, mágico. Debe de albergar un secreto muy grande. Entiendo como debio de reaccionar la gente de alrededor. Si no hubiera tenido esta conversación contigo antes de ver esto, podría haber llegado a dudar de tu humanidad.
Suspiró. Antes de cerrar la boca del todo, hubo algo del discurso de la chica que le inquieto.
— Oye Aiko... se que es de mala educación preguntarle a una dama su edad — murmuró, rascándose la nuca —. Pero has dicho que tu cuerpo no solo cura tus heridas, sino que mantiene esa apariencia. Debo entender que has vivido muchos años bajo esa apariencia juvenil, ¿no?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
Sellos implantados: Hermandad intrepida- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
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