Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
20/06/2015, 00:26
(Última modificación: 20/06/2015, 14:25 por Aotsuki Ayame.)
Desde el comienzo de la prueba los había estado observando cuidadosamente: estudiando su comportamiento, su manera de actuar, su manera de reaccionar... A la muchacha ya la conocía a la perfección, para él no era más que un libro abierto, pero los otros dos constituían todo un misterio para él. Por eso se había asegurado de llegar el primero al área del examen, dejar un clon que le sustituyera y actuara a modo de cebo. y mientras tanto él permaneció escondido entre el follaje del bosque que se extendía a las afueras del claro.
El clon era su medio para estudiar a sus alumnos, y también su manera de hacerles saber que él tenía el tercer cascabel que necesitaban para aprobar los tres.
Y desde luego no le decepcionaron. Cada uno de ellos logró sorprenderle a su manera.
Ayame se había lanzado a las aguas del lago en un acto de lo más previsible para alguien como ella. No debía de haberlo pensado con detenimiento, porque de lo contrario se habría dado cuenta de que, siendo él su hermano, el primer lugar donde se le habría ocurrido buscarla era precisamente ese. Daruu se había acercado a su posición, pero Kōri no se dejó ver en ningún momento. Tras dejar la bolsa con el bollito que había sobrado en el suelo, el genin se había transformado en un pájaro amarillo que ahora piaba lastimero desde lo alto de una rama. Reiji fue el que más tardó en realizar su estratagema: gastó varios valiosos minutos en marcar unos cuantos árboles con una flecha para después subirse a una rama y transformarse en un extraño animal de largas zarpas y cara chata que reposaba sobre otra rama.
Podría haber actuado en cualquier momento. Podría haber hecho añicos sus ideas. Pero había preferido seguir observándolos hasta que Reiji terminó con su plan.
Sólo entonces salió de su escondite. Aterrizó justo frente al árbol en el que se encontraba el pájaro amarillo y le dirigió una lánguida mirada.
—Si te vas a transformar, al menos asegúrate de que las plumas de tu cabeza no tengan la forma de tu pelo, Daruu-kun —le espetó. Y es que las plumas del lado derecho de su cabeza se erizaban de manera natural, tal y como lo hacía el pelo del genin—. Y tú, Reiji-kun, al menos podrías haber escogido un animal nativo de la aldea. Habría sido tan fácil como transformarte en una ardil...
Un gemido ahogado brotó de sus labios cuando sintió un dolor punzante en la espalda, y con un simple sello de su mano derecha, su cuerpo se desvaneció repentinamente en una brisa gélida.
...
Era la oportunidad que había estado esperando.
Sabía que era un escondite demasiado obvio para ella, que si su hermano lo deseaba la buscaría en primer lugar allí. Pero confiaba en su habilidad. Mezclada y camuflada entre las aguas del lago, Kōri no sabría dónde encontrarla con exactitud. Para él sería como buscar una aguja en un pajar; y así, sólo tenía que esperar el momento adecuado...
El momento en el que su hermano saldría de su escondite.
Le estaba dando la espalda a las aguas del lago, ocupado como estaba hablando con alguien; pero, para su desgracia, estaba demasiado lejos como para poder alcanzarle con una de sus técnicas. Por ese motivo, se limitó a sacar sólo la cabeza y medio cuerpo del agua y de manera discreta, lanzó desde su mano cuatro senbon de metal que rasgaron el aire buscando la espalda de Kōri.
—¡Sí! —exclamó para sí, cuando observó con gozo cómo sus armas habían dado en el blanco. Sin embargo, no estaba preparada para lo que vendría a continuación.
La silueta de su hermano se disolvió con una brisa que revolvió el follaje; y, antes de que pudiera volver a esconderse, sintió que el aire, gélido, se agitaba a su alrededor. Una férrea mano la empujó fuera del agua. La muchacha cayó sobre la orilla con un aullido de dolor cuando un penetrante frío congeló su brazo, retorcido tras la espalda, petrificándolo bajo una gruesa capa de escarcha.
—No parece que os estéis tomando muy en serio esto. Os lo diré claramente: tomáoslo como una misión, no como un examen. Y ahora, Reiji-kun, Daruu-kun, si sois tan amables, dadme los dos cascabeles que poseéis.
Off: No me habéis especificado algunas cosas, por lo que he tenido que improvisar. En primer lugar, Daruu no tiene el Henge no Jutsu. Lo he dejado pasar por las risas, pero he añadido ese "defecto" de transformación, como si no fuera perfecta. Reiji, no has especificado si estabas cerca de la posición de Daruu, lejos, o en qué lugar, así que he tomado como que seguías a la vista de Kōri mientras este nos estaba estudiando a todos.
Nivel: 34
Exp: 152 puntos
Dinero: 2240 ryō
· Fue 40
· Pod 100
· Res 60
· Int 60
· Agu 80
· Car 40
· Agi 60
· Vol 60
· Des 100
· Per 80
El pollo dorado dio un pequeño respingo y abrió mucho los ojos cuando una fantasmal sombra descendió de la copa de uno de los árboles cercanos y se quedó mirándole fijamente. Él le devolvió la mirada, intentando que fuese de lo más anodina que podía ser.
—Pío —dijo de nuevo, a pesar que el profesor blanco parecía haber descubierto su treta.
«Normal, ¿en qué estaba pensando? Y sin embargo...»
Miró hacia su izquierda y hacia su derecha. No tenía ni idea de dónde podía estar Reiji en ese momento, pero estaba claro que no se había separado lo suficiente de él. Y mira que se lo había dicho.
—¡Te dije que nos dividiéramos, maldito idiota! —exclamó—. Digo... Pío —rectificó.
Fue entonces cuando sucedió.
Alguien le había disparado algo a Kori por la espalda. No sabía quien, porque no llegaba a ver la fuente del disparo, ni con qué, pero sospechó que podía haberse tratado de Ayame. Era la que había estado oculta en el lago desde el principio, y además, Reiji tenía que estar cerca. Daruu deshizo la transformación y bajó de la rama, cerrando un puño en señal de victoria.
—¡Sí! —exclamó de nuevo—. O... no —se vio obligado a rectificar otra vez.
Kori se había disuelto de la nada y había aparecido al lado de Ayame. La había sacado fuera del agua, y ahora había congelado su brazo tras la espalda. El profesor insinuó que no se estaban tomando la misión en serio. Les pidió a Daruu y a Reiji que les diesen los cascabeles.
Daruu dio un paso al frente con el cascabel en la mano.
—En ese caso. La misión fue, sensei, "mantener con vosotros al menos un cascabel durante la hora que durará la prueba", ¿no es así? —dijo, sonriendo—. Pues muy bien. Te vamos a quitar el tuyo, y se lo vamos a dar a nuestra compañera. En cuanto al mío...
Se llevó la mano a la boca y tragó.
Nivel: 17
Exp: 144 puntos
Dinero: 4650 ryō
· Fue 40
· Pod 40
· Res 40
· Int 60
· Agu 40
· Car 30
· Agi 40
· Vol 30
· Des 60
· Per 40
22/06/2015, 00:25
(Última modificación: 22/06/2015, 00:26 por Sasaki Reiji.)
Nadie me molesto, pese al rato que pase escribiendo mensajes en el suelo, no sabia a donde había ido Daruu, ni que había hecho el, ni cual era su plan, solo había dicho que se dividieran. Y eso había hecho yo, o eso creía al menos. No sabia que Daruu se había transformado en un pollo, de hecho ni siquiera me había fijado en el pollo o en el bollito que había dejado en el suelo como trampa, solo me había dedicado a mi propia estrategia.
El caso es que, pese a las palabras de Kori, nosotros habíamos logrado nuestro objetivo. Le habíamos hecho salir de su escondite y lo habíamos atraído hacia nosotros. Ahora era cosa de quitarle el tercer cascabel, lo mas complicado de todo el plan. De hecho ni siquiera había pensado en como iba a quitárselo una vez apareciera debajo de mi. Sin embargo, no tuve tiempo ni de hacer una locura, ni de contestarle, pues algo parecia haberle golpeado.
O no... por que desapareció en una especie de brisa gélida, para reaparecer detrás de la culpa de aquel ataque sorpresa por la espada, Ayame. La habia atrapado con su hielo, y amenazaba con terminar de convertirla en un monumento de hielo para conmemorar a la guardiana de la bestia si no le devolvimos los cascabeles.
—Creo que te equivocas, Kori-sensei, en todo momento el plan era que salieras a la luz, y no esconderme de ti, por eso no elegí una ardilla, creo que es usted el que no nos esta tomando en serio —dije mientras volvía a ser persona y me ponía de pie frente a la escena, entonces Daruu empezó a decir algunas cosas muy épicas y luego se trago el cascabel, yo no podía hacer eso, y por un momento pensé en meterselo a Daruu por la garganta también, pero luego lo pensé mejor —Todo lo que ha dicho mi compañero y... y... y... Y eso! y en cuanto a mi cascabel...
Lo apreté dentro de mi mano, sin hacer mucha fuerza, aunque tampoco es que yo fuera muy fuerte, y sin mas dilación introduje mi puño en mi pecho, en la zona del corazón, utilizando la famosa técnica de mi clan, transformando mi cuerpo en una masa de sangre. Y lo deposite en ese lugar. Dado que podía modificar mi cuerpo con la sangra, en cierta medida, simplemente le hice hueco al cascabel en mi corazoncillo.
—Tendrás que arrancarme el corazón del pecho si lo quieres
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
Con la cara pegada a la húmeda tierra, el cuerpo imposibilitado y desplomado bajo el peso de su hermano, y un brazo completamente congelado tras su espalda, Ayame no tenía muchos factores a su favor. No podía moverse de ninguna manera, ni siquiera transformarse en agua serviría de nada. Ella, que tanto se jactaba de que nada podía retener al agua, había topado con su némesis. El hielo sí podía retenerla, y ahora a ella no le quedaba más opción que mirar con aquel tortuoso sentimiento de impotencia.
—¡Iros! ¡No le hagáis caso! —gritó, dirigiéndose a la figura de Daruu y Reiji que habían aparecido en la linde del bosque.
Sin embargo, ambos muchachos dieron un paso al frente. Reiji replicó que era Kōri quien no les estaba tomando en serio, y Ayame se estremeció para sus adentros al escucharle. Daruu hizo una corta intervención después, y entonces hizo algo que nadie podría haberse esperado: el shinobi se llevó el cascabel a la boca y tragó.
—¿Qué...? —balbuceó la muchacha, completamente aturdida. Y, aunque no podía verle, sabía que Kōri debía de haberse quedado igual de sorprendido que ella.
Por su parte, el chico-vampiro pareció incrustarse el puño en el pecho. A Ayame le costó comprender qué era lo que estaba haciendo, pero entonces reparó en que, alrededor de su mano, el cuerpo de su compañero parecía ondularse como un líquido denso de color rojizo. Parecía algo muy similar a su técnica de hidratación, pero... ¿era eso posible?
«No se apellida Hōzuki... aunque yo tampoco. Pero tampoco parece que su cuerpo se deshaga en agua. ¿Entonces cómo lo hace?» No conseguía comprenderlo.
Incluso Kōri había abierto sus ojos de escarcha de par en par en un gesto de sorpresa nada habitual en él. Pero aquella expresión fue increíblemente fugaz, enseguida volvió a entrecerrarlos y su rostro adoptó aquella aparente apatía antes de dirigirse directamente al rubio.
—Eso ha sido una completa estupidez, Daruu-kun —intervino, al cabo de algunos segundos. Y en aquella ocasión su voz sonó cortante como una estaca—. Si fuera otra persona, si fuera de verdad un enemigo, te golpearía hasta obligarte a vomitar el cascabel de nuevo... Con el consiguiente riesgo que supondría que el objeto se quedara atascado en tu faringe y terminaras muriendo asfixiado por tu propia imprudencia. Además...
Reafirmó su agarre en torno al brazo de Ayame, y la muchacha no pudo reprimir un nuevo gemido de dolor cuando sintió que la capa de escarcha trepaba por su cuello y parte de su espalda y el dolor del frío penetraba hasta sus huesos. Jadeante y temblorosa, se dejó caer con todo su peso sobre el suelo, incapaz de ver la salida a aquella tortura.
—Sí, tenéis dos cascabeles. Os queda uno por obtener si queréis pasar los tres la prueba. ¿Pero qué haréis? ¿Salvaréis vuestros cascabeles o salvaréis a vuestra compañera? Os lo repito: Dádmelos y ella quedará libre. De lo contrario, Ayame terminará convertida en una estatua de hielo.
Hablaba en serio, y un terrorífico escalofrío recorrió su espina dorsal.
—¡IROS DE UNA VEZ! ¡VOSOTROS YA ESTÁIS APROBADOS! ¡GUARDAD VUESTROS CASCABELES! —gritó Ayame, con lágrimas en los ojos—. ¡Yo me ocuparé de él y de conseguir el mío!
¿Pero cómo? Por muchas vueltas que le daba, no tenía ninguna técnica que pudiera librarla de aquella. Kōri se encargaría de congelar cualquier intento de licuar su cuerpo; de hecho, ya había inutilizado su brazo derecho, donde ocultaba uno de sus kunais. Con el brazo izquierdo también era imposible que llegara a alcanzar cualquier arma, ya que el portaobjetos estaba atado en su otra pierna.
Gimió para sus adentros, angustiada.
«¿Pero qué puedo hacer?»
Nivel: 34
Exp: 152 puntos
Dinero: 2240 ryō
· Fue 40
· Pod 100
· Res 60
· Int 60
· Agu 80
· Car 40
· Agi 60
· Vol 60
· Des 100
· Per 80
A pesar de las advertencias de Ayame, ninguno de los dos jóvenes que plantaban cara a su sensei parecían querer dar un paso atrás. Quién había sido más espectacular, si Daruu tragándose el objeto o Reiji introduciéndolo dentro de sí mismo con la técnica que, en cierta manera, compartían él y Ayame, queda en decisión vuestra. Por supuesto a Daruu le impresionó la maniobra de Reiji, pero era hora de centrarse en otros asuntos.
Kori reprendió a Daruu por haber hecho lo que había hecho, pero en cuanto hizo una pausa para aferrar aún más fuerte el brazo de Ayame y demostrar su posición de superioridad, el joven replicó como si nada.
—Las circunstancias son las que son, y como ninja las conozco y actúo en consecuencia —dijo Daruu—. Además, no se me puede matar con algo tan estúpido como asfixiándome con un cascabel.
Sonrió, aparentando confianza, pero lo cierto es que en el fondo sabía que su profesor tenía razón. Su profesor, que ahora les advertía sobre la decisión que tendrían que tomar. Salvar los cascabeles... O salvar a su compañera.
Daruu lo tenía bien claro, y las amenazas de Kori estaban tan vacías como el plato de un hambriento.
—¡Ayame, cállate! —exclamó Daruu. La muchacha no paraba de decirles que se fueran, que la abandonaran porque ellos ya estaban aprobados—. Si suspendes, mejoraré a un ritmo más rápido que tú. Y no podremos tener esa revancha nuestra.
»¡Además, si no puedo proteger a una amiga, no soy digno de considerarme un ninja! ¡No consentiré que un compañero caiga en una misión, y si cae, caeré con él o moriré en su lugar!
«Como hizo papá...»
Nivel: 17
Exp: 144 puntos
Dinero: 4650 ryō
· Fue 40
· Pod 40
· Res 40
· Int 60
· Agu 40
· Car 30
· Agi 40
· Vol 30
· Des 60
· Per 40
—Vaya, parece que te he dejado sin palabras para mi
Sonreí, cuando Kori le recrimino a Daruu y solo a Daruu que se había tragado el cascabel y que podía haberse asfixiado. Definitivamente tenia que haberle metido el cascabel por la boca a el. De cualquier modo, lo mio había dejado a Kori sin palabras. Al parecer, no todo sobre nosotros estaba escrito en esas carpetas que tenia, ni tampoco había investigado muy bien las habilidades de mi madre. De hecho, el que escribió mi informe seguro que había puesto algo sobre las leyendas que decían sobre mi, solo para echarse unas risas, o por que de verdad se las creía. Yo lo hubiese hecho y esperaba, que en su retorcida mente, hubiese apuntado en ese papel que yo brillaba cuando me ponían al sol.
—Si tu vuelves a la academia, yo también lo haré, si no consigo el tercer cascabel, romperé el mio en pedacitos, somos un equipo, las columnas que sostienen el edificio, si una se cae, el edificio se viene abajo entero, pero lo mas importante de todo no es eso, si no puedo hacer que pasemos los tres, significara que yo tampoco estoy preparado para lo que se nos viene encima, así que como dice Daruu, cállate, o al menos deja de gritar, que nos van a escuchar desde la otra punta de amegakure
Y no pensaba quedarme quieto a esperar a que kori la soltara o nos regalara el cascabel por este precioso discurso. Pensaba quitárselo a la fuerza. El dialogo nunca funciona, no con enemigo y en esos momentos Kori no era nuestro mentor, era nuestro enemigo, era aquel que nos impedía avanzar en nuestro camino como ninjas, aquel que nos haría retroceder si fallábamos.
De la palma de mi mano derecha brotó la sangre rápidamente, y se solidifico formando un largo látigo de sangre. Corrí en dirección a Kori, pese a que había visto la técnica que usaba para congelar el suelo, para posicionarme a una distancia lo suficientemente cercana como para poder acertarle con un latigazo. Aunque realmente no pensaba apuntarle a él, a quien apuntaría seria a Ayame. Le iba a doler un poquito, y seguramente kori la hubiese usado de escudo igualmente, pero eso formaba parte del plan.
—Aguántalo, no te muevas, confía en mi— Diría con el látigo ya volando en su dirección.
Apunte a su pecho, concretamente a la parte que estaba mas cerca de Kori. Si acertaba el golpe, dejaría sobre ella una bonita mancha de sangre. Y ese era el plan, si conseguía lo que pretendía, realizaría una serie de sellos, y entonces, desde la ropa manchada de Ayame, surgiría otro látigo de sangre, que apuntaría directamente a la cintura de Kori, donde estaba el cascabael. Si quería evadirlo, tendría que soltarla y alejarse de ella, lo cual, era mi verdadera intención.
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
Al contrario que ella, Daruu y Reiji despedían una confianza en sí mismos que era envidiable. La exclamación del rubio la hizo enmudecer, repentinamente ruborizada. Incluso hizo referencia a la promesa de la revancha que se hicieron días antes.
Ante aquella revelación, Kōri entrecerró ligeramente los ojos.
«Ya se han enfrentado antes...» Comprendió. Aunque no era demasiado extraño, teniendo en cuenta que habían ido a la misma clase durante sus años en la Academia.
Tanto Daruu como Reiji hicieron apología a sus verdaderos sentimientos. Antes que el cumplimiento de la misión, se encargarían del bienestar de los miembros de su equipo. Al menos, aquellas fueron las conclusiones que el Hielo pudo extraer de sus palabras.
—Se os ha encomendado proteger estos tres cascabeles. Si no podéis proteger a vuestra compañera, lo peor que podéis hacer es también romper el acuerdo de la misión. ¿O cómo le explicaréis al cliente de vuestra misión que habéis roto uno de los tres objetos porque no habéis podido salvar a uno de los nuestros? —las palabras de Kōri hacia Reiji fueron tan afiladas como una navaja. Directas y sinceras, y Ayame sabía que tenía razón—. Sois tres columnas, pero si una cae, o incluso dos, la restante debe asegurarse de que el edificio siga en pie. Eso significa ser shinobi: aguantar.
«Estoy siendo un estorbo...» Reparó la muchacha, agachando la cabeza para ocultar las lágrimas que amenazaban con asomar a sus ojos. Pero, por mucho que pensara, no se le ocurría cómo podía salir de aquella situación. Ninguna de sus técnicas servía, no podía alcanzar sus armas, no podía siquiera moverse...
El hielo seguía reptando por el resto de su espalda, y en aquella ocasión Ayame apretó las mandíbulas, esforzándose por no volver a gritar de dolor. Por delante de ella, Reiji había hecho aparecer en su mano una especie de masa líquida de color carmesí que se alargó y se alargó hasta formar lo que parecía ser...
«¿Un látigo de... sangre?»
Arma en mano, el chico vampiro había arrancado a correr hacia su posición, y Ayame sintió la silenciosa tensión en el cuerpo de Kōri por encima de ella.
—¡No! ¡Espera! —exclamó, angustiada. Pero Reiji no estaba dispuesto a frenar su avance. La animó a confiar en él, pero con un movimiento de su brazo el látigo se sacudió en el aire y Ayame cerró los ojos en el momento que vio que la línea roja se dirigía directa a cruzarle la cara.
Pero el restallido nunca estalló en su mejilla.
—Kōri...
Su hermano mayor se había movido de su posición, clavando la pierna justo delante del rostro de Ayame para recibir él el golpe en su lugar. Desde su posición no podía verle, pero el jonin había entrecerrado ligeramente los ojos en una mueca de dolor increíblemente fugaz, antes de fulminar con la mirada al genin. El aire vibró un instante a su alrededor, frío como una brisa de invierno.
—Reiji-kun... No voy a permitir que os sacrifiquéis entre vosotros para conseguir vuestro objetivo.
Una densa mancha de sangre cubría la pernera del pantalón, antes de un blanco casi brillante. Pero Kōri no parecía ser consciente de ello, y cuando de aquella surgió de nuevo aquel látigo de sangre que parecía moverse con vida propia, el jonin saltó hacia atrás en un gesto reflejo. Sin embargo, con aquel gesto no había podido evitar el impacto de la técnica pero el chico-vampiro sí había conseguido que Ayame quedara libre.
La kunoichi se reincorporó rápidamente como bien pudo. Aún tenía el brazo congelado tras la espalda, ambos congelados, y parecía que por el momento no iba a poder moverse con total libertad.
—Lo siento, chicos... y gracias —balbuceó, retrocediendo unos pocos pasos. Kōri Se alzaba más allá, ahora inmóvil, y sin ningún amago que indicara que fuera a moverse pronto. Había sido herido, pero Ayame le conocía lo suficiente como para saber que aquello no bastaría para detenerle. Ahora debían quitarle el cascabel...
Sin que él les arrebatara los suyos a Daruu y a Reiji.
Nivel: 34
Exp: 152 puntos
Dinero: 2240 ryō
· Fue 40
· Pod 100
· Res 60
· Int 60
· Agu 80
· Car 40
· Agi 60
· Vol 60
· Des 100
· Per 80
Ninguno de los inspiradores discursos de los muchachos parecía llegar a Kori, quien se empeñaba en demostrar que en él el espíritu era tan frío como el cuerpo. Daruu tragó saliva y escuchó sus réplicas, pero algo le impedía rendirse. Había decidido que iba a salvar a Ayame y ahora nada iba a detenerlo. Incluso si eso implicaba sacrificar su objetivo de ser chunin durante un tiempo más: qué más daba. Lo acabaría consiguiendo.
«Ser un shinobi significa aguantar, ¿eh? Aguantaré. Aguantaré, salvaremos a Ayame y conseguiremos el tercer cascabel» —se dijo a sí mismo, pero lo cierto era que no tenía ni idea de cómo lo iban a conseguir.
Entonces, Reiji dio el primer paso con un látigo de sangre que iba directo a la cara de... ¿¡Ayame!?
—¡No, Reiji, qué...!
Pero la jugada salió bien. Kori salió al paso, impidiendo que se dañaran entre ellos mismos. La mancha de sangre del primer látigo sirvió como canalizador para el segundo ataque de Reiji, que Kori consiguió esquivar con un salto.
Y sin embargo...
«Ahora.»
Sin previo aviso, Daruu salió corriendo en dirección a Kori, pasando por el lado izquierdo de Ayame. Sacó un Daruma del cinturón, sabiendo que Kori había podido experimentar uno de sus efectos: para él, quedaría claro que iba a absorber la técnica que oprimía a Ayame para liberarla.
Pero lo sorprendió devolviéndole el hielo a los pies para dejarlo pegado, allí donde hubiese aterrizado. Y luego apuntó el Daruma a Ayame para liberar sus brazos.
—¡Ahora, chicos!
Si se cordinaban bien, lo conseguirían. Daruu salió corriendo hacia Kori, prendió su pierna izquierda en fuego y saltó, tratando de propinarle una patada lateral en el cuello.
Nivel: 17
Exp: 144 puntos
Dinero: 4650 ryō
· Fue 40
· Pod 40
· Res 40
· Int 60
· Agu 40
· Car 30
· Agi 40
· Vol 30
· Des 60
· Per 40
OFF: Ayame dice que el segundo látigo si le golpea: "Sin embargo, con aquel gesto no había podido evitar el impacto de la técnica pero el chico-va.." Y Daruu pone que no, así que tomare como que si hasta que Ayame me lleve la contraria. Amen
Todo salio incluso mucho mejor de lo que yo mismo había planeado. Algo en lo que no había pensado, es que Kori pudiera interponerse entre el látigo y Ayame, pero aquello me sirvió incluso mejor que golpear a mi propia compañera, puesto que, como la sangre estaba sobre él, aunque se moviera, el látigo lo haría con él y poco podría hacer para evitarlo, aunque yo que conocía mi propia técnica si que sabia.
El caso es que, aunque todos me recriminaron mi actitud, el primer látigo golpeo a Kori, eso lo mancho de sangre, y pude sacar un segundo látigo de allí y golpearle de nuevo. Pero no solo eso, con el segundo látigo logré el objetivo que quería,que se alejara de Ayame, que la soltase. Si hubiese dejado que el primer látigo la golpeara a ella, no hubiera recibido el segundo latigazo. Aquello me daba de nuevo una oportunidad de oro para hacer caer el cascabel.
—He he he, le dije que confiara en mi por que sabia que Kori se pondria por en medio, estaba todo bien estudia....
No me dio tiempo a terminar la frase cuando Daruu salió corriendo de nuevo, cual demente, en la dirección en la que se encontraba Kori, pero de repente, de uno de los muñecos que llevaba encima, salio hielo como el que había usado anteriormente Kori, y luego, absorbido el que Ayame llevaba en los brazos, liberándola.
Mientras Daruu corria hacia Kori pierna en llamas, me acerque hasta donde estaba Ayame para ayudarla a ponerse en pie.
—Escucha, tienes que acercarte hasta el cascabel lo mas que puedas, yo me encargo del resto
Y entonces golpee con uno de los brazos el estomago de Ayame, pero el golpe nunca llego, el brazo se deshizo en una enorme mancha de sangre que cubrió toda la ropa de la Kunoichi, sin hacerle ni un solo rasguño, y aquello tampoco le dolería nada, ni una pizca.
—Vamos!
Yo fui el siguiente en salir corriendo tras Daruu, no podía perder mucho mas el tiempo, o la sangre sobre Kori se secaría. Si, aun tenia la de Ayame, y confiaba en que podría acercarse lo suficiente, sin embargo Kori se daría cuenta de que esa sangre no era de ella, sino mía, y se vería venir lo que pasaría, así que no podía desperdiciar la oportunidad, por si las moscas.
Intentaría acercarme lo suficiente, mientras Daruu le distraia, lo suficiente para entrar dentro del rango de acción de mi técnica e invocar otro látigo sobre las ropas de Kori. Pero no era para golpearle a él, lo que quería golpear era el lugar donde llevaba sujeto el cascabel, que no el propio cascabel, para ver si así podía soltarlo y que Daruu o Ayame, lo pudieran coger.
Ahora no tenia miedo de que atrapara Ayame, por que en ese caso yo podría defenderla, sin embargo...Daruu era un asunto muy distinto.
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
Off: Efectivamente, sí le da el segundo látigo. Teniendo una mancha en la pierna y pillándole desprevenido, por muy op que esté Kōri le resulta difícil reaccionar ante algo tan inesperado y tan cercano.
Ayame se vio sobresaltada al ver cómo Daruu pasaba junto a ella a toda velocidad. El shinobi enarbolaba uno de los daruma que llevaba colgados del cinturón que cruzaba su pecho y a Ayame no le costó imaginar qué ocurriría a continuación. Su propia técnica se volvió en su contra, y la permanente calma en el rostro de su hermano mayor se vio rota por un insólito gesto de sorpresa cuando de aquel muñeco surgió la misma capa de hielo que había utilizado con anterioridad y que ahora había atrapado sus propios pies en el suelo.
Una mordaz sonrisa curvó los labios de Ayame al percibirlo. Y la kunoichi enseguida se vio liberada del hielo que aprisionaba su brazo derecho cuando Daruu aprovechó para absorberlo con el daruma que acababa de utilizar.
—Gracias —murmuró, cuando Reiji la ayudó a levantarse.
Pero Daruu no estaba dispuesto a perder el tiempo, arrancó a correr hacia su maestro con una de sus piernas envueltas en llamas. Pero no pudo ver qué ocurrió a continuación. El chico-vampiro la estaba instando a acercarse lo máximo posible al cascabel que aún poseía su hermano en su poder y antes de que pudiera siquiera abrir la boca para responder lanzó el brazo hacia su pecho.
...
La situación se estaba poniendo verdaderamente interesante.
Uno de sus códigos de honor era, precisamente, el no subestimar a sus rivales por muy débiles que puedan parecer a simple vista. Y ni siquiera eso le había servido para prever lo que Daruu y Reiji planeaban. De un momento a otro se había visto sorprendido por una extraña técnica de sangre y con los pies atrapados en su propia técnica de hielo.
Y ahora Daruu se abalanzaba sobre él para rematar la faena, con la pierna derecha envuelta en fuego.
El muchacho saltó hacia él, con una patada dirigida peligrosamente hacia su cuello. Pero el jonin no perdió el tiempo, se agachó en el momento del impacto, aferró la otra pierna del muchacho y sin ningún tipo de miramientos arrojó su cuerpo hacia el genin de la sangre, que charlaba unos metros más allá con su hermana pequeña.
...
«¡¿Qué hace?!» En un acto reflejo, Ayame había tensado todos los músculos del cuerpo cuando Reiji lanzó el puño hacia su estómago. Se estaba preparando para utilizar su técnica de la hidratación, pero el impacto que esperaba recibir nunca ocurrió. Ante su completa estupefacción, en el momento de llegar a ella, el brazo de Reiji se deshizo en una masa líquida de color carmesí de una manera muy similar a como ella licuaba su propio cuerpo.
—¿Eres...? —balbuceó, pero no había tiempo para ello. Reiji volvió a jalearla para que se moviera, y entonces él también echó a correr hacia Kōri .
Pero antes de que pudiera avanzar siquiera un par de metros, un objeto envuelto en dorado y rojo surcó los aires y le arrolló brutalmente con él, mandándolos a ambos varios metros atrás.
—¡Daruu-san, Reiji-san! —exclamó la muchacha, asustada al reconocer la figura de su compañero en el suelo junto a la del otro genin. Volvió la mirada hacia su hermano mayor, su maestro, cuyo rostro había vuelto a aquel imperturbable gesto desapasionado.
«Es imposible» Le susurraba una vocecilla en la cabeza. Pero Reiji la había instado a actuar rápidamente...
Y entonces echó a correr hacia Kōri.
Ni siquiera ella estaba segura de que fuera a funcionar. Aquella mancha de sangre en su ropa era perfectamente visible, y el jonin ya debía haber interpretado cómo funcionaba aquella técnica. Ayame entrecerró los ojos, clavando su mirada de avellana en los ojos gélidos de su hermano, que la aguardaban pacientemente como si todo lo hubiese planeado al milímetro. Llegó hasta su posición, y entonces Kōri alargó la mano hacia ella. La esquivó con una ágil finta, sus dedos rozaron el cascabel cuando trató de alcanzarlo estirando el brazo, pero su hermano ladeó el cuerpo lo suficiente como para esquivarlo. Enrolló un brazo en torno a su cuello, pero en el momento en el que se predispuso a deshacerse en agua para pasar a su través, sintió un molesto picazón en la garganta que hasta el momento le había pasado desapercibido.
«No...»
Kōri la atrapó de nuevo, y en aquella ocasión no le hizo falta congelarla. Ayame se veía incapaz de transformar su cuerpo en agua, y al jonin no le costó pasar el brazo por su cintura y apuntar con un puñal de hielo directamente a su cuello.
—Suficiente —dictaminó.
Y Ayame sintió que todo el peso del mundo se le echaba encima.
Off: Me he autoaplicado una penalización porque se me ha olvidado beber agua y han pasado 6 turnos u.U Tenía planeado otra cosa, pero culpa meua xDDD Lo siento.
Nivel: 34
Exp: 152 puntos
Dinero: 2240 ryō
· Fue 40
· Pod 100
· Res 60
· Int 60
· Agu 80
· Car 40
· Agi 60
· Vol 60
· Des 100
· Per 80
Off: Tengo permiso para manejar a Kori y describir lo que pasa en el post, . Por cierto, Daruu tenía envuelta la pierna IZQUIERDA en fuego xD.
La saeta en llamas pasó justo por encima del rostro del Hielo, quien presto se había acuclillado para evitar el movimiento de Daruu. El gélido profesor alzó el brazo para alcanzar con la mano la pierna derecha de su alumno, y se asió a ella con fuerza. Giró sobre sí mismo liberándose a la fuerza del hielo de su propia técnica, que gracias al Daruma de Daruu le inmovilizaba otrora los tobillos, y lanzó a Daruu hacia Reiji a velocidad de vértigo.
El muchacho de la sangre se acababa de levantar, después de hablar con Ayame, y pretendía correr hacia Kori y tenderle una nueva treta con su técnica, pero con Kori liberado de su prisión y Daruu volando hacia él no pudo hacer otra que transformarse en sangre a medio camino tras recibir el golpe del rubio. Para cuando se había vuelto a formar, el cascabel que se había depositado en el corazón yacía en el suelo, y Kori frente a él posándole la palma de la mano en el pecho. A Reiji le invadió una sensación extremadamente fría, y sintió como todo su tronco se quedaba rígido, y cómo sus brazos se pegaban a su cuerpo y sus dedos, inmóviles. Como una estatua de hielo, no pudo sino dejarse llevar por el arrojo de Kori, quien lo desplazó varios metros hacia su izquierda de un aspaviento, dejándolo en el suelo.
«Mierda, esto no está funcionando, es demasiado fuerte...» —pensó Daruu, tratando de levantarse con esfuerzo, pero dolorido a causa de la fuerza del golpe.
Ayame había salido corriendo hacia Kori en un intento desesperado por arrebatarle el cascabel que él llevaba encima, pero si dejaban el de Reiji en ese lugar y el sensei conseguía rechazar aquél nuevo intento, ya serían dos cascabeles los que estarían a su alcance. Y no podía permitirlo.
«Vamos... un poco más... un poco más...»
Daruu se arrastraba con dificultad por la tierra, con las piernas malheridas y la cabeza dándole vueltas. Ya casi alcanzaba el cascabel, sólo tendría que esforzarse un poco más, como lo estaban haciendo sus compañeros, y el objeto metálico sería suyo por fin.
Ignoraba la situación de Ayame, pero aquella tarea era la que le correspondía a él. Reiji estaba congelado parcialmente, y no había nadie más en el equipo que pudiera llegar a donde estaba.
Tan sólo un poco más...
— Suficiente —dictaminó Kori.
Y Daruu se dejó caer al suelo, a un palmo del cascabel, cuando alzó el rostro y vio la estaca de hielo apuntando a la garganta de su compañera.
«Se acabó...»
Nivel: 17
Exp: 144 puntos
Dinero: 4650 ryō
· Fue 40
· Pod 40
· Res 40
· Int 60
· Agu 40
· Car 30
· Agi 40
· Vol 30
· Des 60
· Per 40
No era momento, no lo era, pero mi cuerpo me lo estaba exigiendo. No, no era exigencia, era necesidad. Necesitaba saciarse. Me sentía débil, o mejor dicho, hambriento, pero no estaba la situación como para pararse comer. Y sin embargo, mi cuerpo no opinaba lo mismo que yo, pese a que tenia sangre de sobra por si mismo. Pero estaba dejando de responder como tocaba. Y no volvería a hacerme caso hasta que le diera lo que pedía. Y sin embargo, seguía sin ser el momento.
Lo que había que hacer era actuar, era el momento, Kori estaba atrapado, Daruu se dirigir hacia el a toda velocidad con la pierna envuelta en llamas, y Ayame parecía haber entendido lo que pretendía. Pero cuando me alcé para correr en dirección hacia donde estaba Kori. Pero, el caso es que Daruu no había logrado acertar, y no solo eso, Kori se había librado a la fuerza de su propia prisión, que Daruu había reutilizado.
Pero ahí no acababa la cosa, Kori había agarrado la pata restante del rubio, y ahora este volaba hacia un yo que acaba de levantarse para echarse a correr. Debido al hambre que sentía, mis capacidades se vieron un tanto reducidas, entre ellas mi inteligencia o mejor dicho, mi memoria. Mi primera reacción fue agarrar a Daruu para sujetarle, y por ello puse mis manos mientras lo veía venir, pero claro... Alguien había olvidado cierta técnica que tenia activa. Y lo único que quedo de mi en su sitio cunado Daruu me atravesó fueron mis piernas y mi cabeza en aire. Una escena demasiado graciosa para la seria situación en la que nos encontrábamos. Y ademas, el cascabel que había guardado dentro de mi, cayo al suelo como consecuencia de mi estupidez. También me había olvidado por completo de él.
Para cuando logre recomponerme de nuevo, una gélida sombra se cernía sobre mi, y él aire a mi alrededor se había vuelto demasiado frío. Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando la helada mano de Kori se posó sobre mi pecho. El cuerpo empezó a temblarme, y no de miedo, y mi sangre empezó a helarse, pero de verdad, ya que Kori estaba aplicando sobre mi lo que previamente había usado con Ayame.
—Pe..ro... Aun puedo... pillarte por sorpresa...
Me había congelado el pecho, y los brazos. Lo que nunca podría imaginar Kori es que podía utilizar mis largos cabellos como arma. Forme un látigo sangriento con uno de mis mechones de pelo. Pero el Hambre y el Frío hicieron que mi reacción fuera demasiado lenta, y para cuando quise golpear a Kori, este ya me había alejado de él con un fuerte empujón.
Pero aun podía moverme, aun tenia mis pies, y aunque ya no fuera sorpresa, aun tenia mi pelo para golpearle. Rendirme era lo ultimo que pensaba hacer y estaba dispuesto a lanzarme aunque solo pudiera dar cabezazos. Pero Ayame también, y por ello, Kori consiguió atraparla, y apuntarle al cuello con una afilada estaca de hielo.
—Mierda
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
Todo había terminado, pero se resistía a creerlo.
Aún retenida por los brazos de Kōri, Ayame sentía un frío y afilado beso en la base de su garganta. Si no fuera por aquella inoportuna y maldita necesidad de beber agua podría haber licuado su cuerpo, podría haber escapado de su agarre y haber conseguido el tercer cascabel. Si no fuera por aquella sed suya, la prueba no habría terminado como lo había hecho: con ella atrapada de nuevo, Daruu a unos escasos centímetros de recuperar el cascabel de Reiji, y este último con medio cuerpo congelado. Con una amarga opresión en el pecho, Ayame tragó saliva con esfuerzo, aunque sentía la garganta tan seca que no fue más que un torpe amago.
Kōri la soltó al fin, y ella se dejó caer de rodillas. Hasta el momento no había sido consciente, pero todo su cuerpo temblaba sin control. Sintiendo todo el peso del mundo sobre su espalda, se llevó una mano a la espalda y se permitió desenganchar su preciada cantimplora para saciar al fin su necesidad.
El Hielo pasó junto a ella en completo silencio. Con pasos calmados. Como si dispusiera de todo el tiempo del mundo. Con aquella parsimonia, se plantó frente a Daruu y el cascabel tintineó como si le saludara cuando lo tomó con delicadeza. Después, se dio media vuelta y se encaminó hacia la linde del bosque.
«¿Dónde va? ¿No nos va a decir nada?» Pensó Ayame, con un nudo en la garganta, mientras observaba cómo su hermano mayor se alejaba en la distancia.
El jonin se perdió entre los árboles durante varios interminables segundos. Ayame no se atrevió a romper el silencio en ningún momento, seguía de rodillas sobre la tierra húmeda, con la vista baja, y entonces recordó que estaba lloviendo por encima de su cabeza. Y ni siquiera le importó.
«No lo he conseguido... Tendré que volver a ese infierno...» Se le revolvían las entrañas de pura rabia cuando lo pensaba, pero se sorprendió cuando reparó en que algo le molestaba aún más. Ella, que había desechado desde el principio la idea de formar un equipo con otras dos personas, ahora no quería verse separada de Daruu. «Bueno, si le toma como alumno podré verle de vez en cuando...» Pensó, con amargura, pero aquello no la animó. Por otra parte, Reiji tampoco había conseguido conservar su cascabel. Y Ayame no pudo evitar sentirse algo culpable.
Kōri regresó al claro entonces. Sostenía en su mano derecha una bolsa de plástico. Se plantó en un punto intermedio entre los tres genines, metió la mano en la bolsa y sacó el bollito de vainilla y canela que contenía.
Se lo llevó a la boca, y seguía sin soltar palabra.
Nivel: 34
Exp: 152 puntos
Dinero: 2240 ryō
· Fue 40
· Pod 100
· Res 60
· Int 60
· Agu 80
· Car 40
· Agi 60
· Vol 60
· Des 100
· Per 80
2/07/2015, 16:46
(Última modificación: 2/07/2015, 16:47 por Amedama Daruu.)
La prueba se había detenido, y todo lo que rodeaba a Daruu parecía haber salido de un trance sucio y desordenado.
Sus compañeros se habían detenido, él también, a la palabra de Kori. La lluvia, que no había dejado de llorar en ningún momento, limpiaba las manchas de sangre que todavía restaban en la ropa y la piel del rubio, y se las llevaba por el terreno del claro como quien se lleva los recuerdos recientes de lo que acaba de terminar. El sonido que parecía estar parado durante la refriega, el constante repiqueteo de las gotas, sonaba ahora con más fuerza que nunca. Y el día de Amegakure le pareció más gris de lo habitual.
Kori avanzó y sus pasos se hicieron oír muy alto. Para Daruu, eran dos maderos resonando contra un tambor enorme: el tambor de la derrota. El sensei se detuvo frente a él y se agachó para recuperar el cascabel que antes había estado en manos de Reiji.
«Mierda». —Daruu se había reincorporado de golpe, y ahora estaba sentado, con el trasero apoyado en la hierba, una pierna extendida y la otra flexionada. Se sujetaba con una mano la rodilla, como queriendo levantarse, pero no tenía fuerzas. «No, no, no... ¡Joder, no!»
Echó una rápida mirada a Ayame, y otra a Reiji, mientras Kori se alejaba hacia los lindes del bosque, destino desconocido. Daruu cerró los ojos y apretó los dientes, dejando caer una solitaria lágrima. Golpeó el suelo con fuerza, pero el pobre suelo no tenía la culpa. Igual que él no tenía otra opción.
Kori volvió al cabo de un rato, con la bolsa con el bollito restante asida con fuerza en la mano cerrada. «Pero qué cabronazo, lo que tiene este tío es obsesión ya». Sabía que le encantaban los bollos de su madre, pero estaba descubriendo una debilidad de Kori que no conocía. A decir verdad a vistazo externo no pareciese que el Hielo tuviere debilidad alguna.
El sensei se detuvo entre ellos tres, y se llevó el bollo a la boca. Transcurrieron unos instantes durante los cuales Daruu estuvo pensándoselo bien. Miró a Ayame, miró a Reiji. Y entonces se terminó de convencer.
—Oye, Kori-sensei —dijo—. Si ninguno de mis compañeros viene con nosotros, no quiero ser tu alumno. Volveré a la Academia.
Era consciente de que era la única persona que había conseguido conservar el cascabel. A su manera.
Nivel: 17
Exp: 144 puntos
Dinero: 4650 ryō
· Fue 40
· Pod 40
· Res 40
· Int 60
· Agu 40
· Car 30
· Agi 40
· Vol 30
· Des 60
· Per 40
Se acabo. La prueba había llegado a su fin y de los tres que eramos, solo uno conservaba su cascabel, a su manera, pero lo conservaba. Eso si, sacarlo iba a ser un gran dolor en el culo, literalmente.
Pero por entonces yo no estaba pensando mas en la prueba. Mi cuerpo llevaba un tiempo pidiendo que lo alimentara, y yo hacia tiempo que no podía hacerlo. Aun tenia las manos atrapadas por el hielo, así como la mitad de mi cuerpo, y apenas tenia libertad de movimiento. Me deje caer boca arriba en la húmeda hierba mientras las apacibles lagrimas de algún dios que no dejaba de llorar caían sobre mi.
Intentaba pensar en otras cosas. Donde estarían papa y mama, por ejemplo, o lo mucho que se alegraría el señor testosterona de que yo volviera a la academia y le dejara la casa sola. O lo fácil que seria volver a superar aquel examen y conseguir la bandana de nuevo. Pero aun así mi cuerpo no se sentía nada bien, y al final todos mis pensamientos volvían a lo mismo. La comida.
Menos mal que no se trataba de carne o de fruta, aquello hubiese sido mas difícil de transportar y conservar, pero vaya, que en la situación en la que me encontraba en aquel momento me hubiese impedido ingerirlos de cualquier forma. Podía morderme la lengua y esas cosas, pero mi propia sangre no calmaba a mi estomago.
Por otro lado, Kori lo único que había hecho era ir a recoger el bollito y comérselo. Sin mediar palabra. Sin soltarme para que yo también pudiera comer.
|