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Después de que Keisuke advirtiera a Mogura de lo que estaba a punto de pasar, y antes de que el joven médico pudiese llegar a hacer algo al respecto. Una suela de zapato se estamparía en su lomo y lo empujaría hacía delante.
Mogura caería sobre Keisuke, quien habría caído sobre Karamaru. Seguidamente, la fémina bajaría por el mismo lugar donde habrían bajado ellos, curiosamente su ropa no estaba mojada.
Un intercambio de palabras tuvo lugar entre los dos superiores y finalmente la mujer se alejó del lugar por una de las puertas que allí se encontraban.
El primero en salirse de aquel sándwich humano fue Keisuke, y a este le seguiría Mogura, quien además se tomaría la libertad de arreglarse el cabello después de aquel porrazo. Esa vez si que fue necesario.
— Me encantaría poder dejaros descansar para recuperaros del viaje, pero vamos cortos de tiempo así que si podéis prestarme atención, os lo agradecería.
No podía negarse a cumplir con la voluntad de aquel sujeto, no si usaba aquellas palabras. Sin titubeo alguno, el joven médico llevó sus pies hasta donde estaba su compañero, colocándose a un lado y realizando entonces una marcada reverencia. Pero no dijo nada más, no deseaba interrumpirlo, y Keisuke había dicho todo lo que tenía que decirse.
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Muevanse hijos de....- y el pelirrojo se bajó de él dandole un poco respiro- Vos también Mog...- pero Manase se movió antes de que el calvo pudiera terminar de hablar.
Entre sus segundos de sufrimiento la mujer había aparecido y desaparecido, sus compañeros formaron fila y un hombre que por aquel entonces desconocía había dicho algunas palabras. Gimoteo, respiro profundo, tambaleó al levantarse y se tomó sus costillas mientras daba esos dos eternos y largos pasos para ponerse en formación. Ante él, una figura que definió como hombre por su voz, porque todavía seguía mirando el piso quejandose internamente por el dolor que había tenido que soportar.
...si podeis prestarme atención, os lo agradecería.
Claro, claro, será un placer- contestó medio serio medio sarcástico. Por primera vez levantaba la cabeza y veía los ojos verdes de un hombre que Karamaru sentía que imponía. Tal vez era por aquel chaleco.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
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— Bien, intentaré ser tan breve como sea posible. Estamos en lo que sería nuestra guarida y esta noche planeamos acabar nuestra misión, entrando en la base enemiga y descubriendo quien les financia. Vuestro cometido será asegurar que el máximo de nuestro shinobis puedan asistir a este último ataque y que puedan volver a la villa en la mejor forma posible. No podemos perder más tiempo con detalles, venid conmigo.
Se levantó y fue a la puerta por donde anteriormente había salido su compañera, la abrió y un extenso pasillo los recibió. Si se fijaban, verían un buzón pegado a la otra puerta que salía de esa habitación con la etiqueta de "Foro de dudas" pegada. El hombre siguió por el pasillo hasta el final, pasando varias puertas en ambas paredes pero solo de una de ellas se veía salir algo de luz por debajo, así como un olor la mar de apetecible de comida.
Su superior se paró justo cuando iba a abrir la última puerta y les encaró, mucho más serio que antes.
— Quien no sea médico puede esperar aquí, aunque siendo shinobis deberíais acostumbraros a todo tipo de imagenes, no quiero tener que limpiar el vomito de nadie.
Lo dijo sin animo de ofender, sino con precaución. Esperaría a que los tres contestaran antes de hacer nada más. El espacio disponible en el ancho del pasillo era limitado, una persona cabía sobradamente, pero dos, una al lado de la otra, ya no, así que los genins tendrían que ir de uno en uno, haciendo una fila.
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El superior empezó la breve explicación y justificó el porqué de las acciones, terminar la labor esa misma noche, por lo que nuestro deber estaba más que claro. —Entendido.—
Una vez el hombre se levantó y caminó al portal por donde había salido la pelirroja, volteé a ver la otra puerta y me percaté del anuncio del "foro de dudas" "¿Acaso no había dicho algo sobre enviar las dudas al foro de dudas? Supongo que era con Karamaru" Con una sonrisa maliciosa le señalé al calvo lo que acababa de ver, quizá a él no le hiciera tanta gracia, pero no estaba más ayudarlo a solventar sus incógnitas.
Tras la breve pérdida de tiempo, retomé la visión a donde estaba aquel hombre cuyo nombre desconocía, éste había abierto la puerta y pude observar un largo pasillo, él nos guío por el camino entre ambas muros, una serie de puertas fueron manifestandose mientras avanzábamos hacia una en especial, una de la cual se escapaba el brillo por el borde de la misma, y no era lo único que escapaba, un olor un tanto peculiar pude notar.
La expresión en su rostro cambió, se veía un poco más rudo que antes, ¿vendría un sermón? Afortunadamente manifestó la desagradable que serían las imágenes a continuación, comentario que hizo que me preparara mentalmente y físicamente, los únicos que no estábamos exentos de la escena eramos Mogura y yo, ya que Karamaru no era médico, por que él podría quedarse afuera sin problemas.
—Mogura y yo somos los shinobis médicos.— Señalé al castaño debido a que aún no nos presentabamos como correspondía al superior. —No creo que tengamos algún problema con ello, pero no sé que dirá Karamaru al respecto.— Lancé una mirada cargada con un poco de presión, ¿sería lo suficientemente valiente para adentrarse con nosotros?
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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El grupo avanzaría hasta la siguiente locación, pasando por una de las puertas por donde se habría ido la fémina. Justo antes de ingresar por esta, podría avistarse el curioso letrero de Foro de dudas en la otra abertura. Eso sin duda algunas explicaba a lo que se habría referido la maestra de las ilusiones.
Y eso le recordó la extraña sensación que le había quedado en el pecho, teniendo que llevarse la mano al lugar por donde habría sido atravesado por la espada.
Detrás de la puerta habría un pasillo bastante angosto, no había chance de avanzar si no era en fila. Después del superior, Keisuke ingresaría y a él le seguiría el otro médico. Sin intenciones de perder tiempo alguno, y después de haber llegado a percibir cierto aroma a comida, el grupo llegaría a una nueva puerta. La expresión del shinobi a cargo de ellos cambiaría un poco, ya no se mostraba tan agradable como antes, sino más bien serio.
Advirtió entonces sobre lo que estarían a punto de ver, que solo aquellos con conocimientos médicos deberían ingresar pero que la experiencia debería servir a todos. Mogura se limitó simplemente asentir con un leve gesto de la cabeza, él estaba más que preparado para esas imágenes. Podría limpiar una infección en una pierna y, cuando la campana sonara, irse a comer y pedir incluso postre.
Sugiero que no perdamos más tiempo, señor.
Apresuró a decir después de que Keisuke lanzara ese comentario al calvo.
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El hombre se movio para tomar la delantera de la formación, aunque los tres shinobi tardaron un segundo en seguirlo. Keisuke aprovecho esa ventana de tiempo para, como no, burlarse del calvo señalando el foro de dudas. Karamaru revoleó los ojos pero prefirió no contestar y seguir los pasos de sus dos compañeros que ya se habían acercado al pasillo angosto que los llevaría a destino.
«¿Asistir a los shinobi? ¿Qué no hay médicos para eso?»
El monje siguió todo el pasillo preguntándose, con cara de serio y tomándose el mentón, cuál sería el motivo por el que estaban allí esos tres, si debían actuar de médicos estaban en problemas aunque....
Mogura y yo somos los shinobis médicos.
«Idiota Karamaru, si es que ya lo sabía...»
Tardó en reaccionar a que debía de responder sobre algo cuando las tres personas que lo acompañaban lo miraban. Se tomó su tiempo para mirar los ojos de los tres y tratar de entender porque el pelirrojo había aclarado que eran médicos hasta que finalmente se decidió a responder.
Estoy listo.- fue la primer respuesta genérica que se le pudo ocurrir en ese momento. Trató de disimular lo más posible sus dudas y cara de inocente tonto para poder hacer lo más creíble posible su firme respuesta.
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—Mogura y yo somos los shinobis médicos. No creo que tengamos algún problema con ello, pero no sé que dirá Karamaru al respecto.
Sugiero que no perdamos más tiempo, señor.
Ante las dos primeras afirmaciones, el hombre miró a Karamaru con impaciencia. Por suerte, éste no se hizo de rogar y aceptó. Su superior agarró el picaporte y abrió la puerta entrando a una estancia llena de camas improvisadas. El aire estaba cargado a pesar de que se las habían ingeniado para poner una via de ventilación para esa sala en particular, la iluminación era más bien pobre, la mayoria de las luces se encontraban al lado de las camas y enseñaban cuerpos tensos y sudorosos con algunas heridas bastante feas.
Sin embargo, el shinobi pasó de largo haciendo breves saludos a los heridos que estaban conscientes o despiertos, siendo que había otros que estaban inconscientes o dormidos. Al principio del lugar, las heridas eran visiblemente superficiales, unos arañazos o unos cortes casi curados ya, después empezaban algunos cortes profundos que parecían necesitar atención, aún así, él no se detuvo hasta llegar a la parte más profunda, en la fila izquierda de camas había un caso de emergencia, apartando una cortina opaca que lo separaba del resto de la sala.
Sobre una de esas camas improvisadas yacía un hombre con el rostro lleno de pelo negro azabache con una pinta horrible, sus pies desnudos sobresalían por debajo de la fina tela que cubría la mayor parte de su cuerpo a excepción de su cara, donde se veía la expresión de dolor indescriptible aunque la intentó disimular al ver a su jefe asomarse. Sudaba y jadeaba, los dedos de los pies tenían un color entre morado y azul que no parecía muy sano.
El pelo paja tiró de la manta dejando a la vista numerosas manchas del mismo color que los pies que se movían por la piel como si tuviesen vida propia a una velocidad similar a la que parecen moverse las nubes cuando las miras desde el suelo, lento pero constante. Lo único que vestía el envenenado era un calzoncillo largo. Tenía todo el cuerpo hecho un amasijo de pelo negro y sudor.
— Parece un veneno bastante complejo, desde que le hirieron las manchas se han multiplicado por segundos y cada vez son más grandes, sin embargo, no le hieren de gravedad sino que le provocan un tremendo dolor, sobretodo de noche, y ya está. Seguramente la intención es volvernos locos, obligandole a gritar de dolor en plena noche. Sin duda, una tactica fruto de una mente retorcida y asquerosa.
Hizo una pausa para recabar toda la información que recordara sobre esa extraña toxina que devoraba a su compañero, instante que el nombrado aprovechó para animar el ambiente.
— Nada, nada, eso solo significa que sigo vivo. — comentó con voz quebrada el enfermo.
El chunnin solo palideció en respuesta a la triste y hueca voz de su moribundo hermano de armas.
— Bueno, que no hemos podido sacarle nosotros mismos el veneno con metodos... menos especializados porque el maldito está por todas partes. Aunque Aki descubrió que aplicando calor sobre la mancha se para unos segundos y que manteniendo un calor corporal alto sin llegar a causar daños, el dolor se atenua. Así que lleva desde hace un par de días manteniendo a Ryu en ese punto, hasta que ha tenido que ir a por vosotros. Nadie aparte de Aki y yo ha estado en contacto con él, pero ambos estamos bien así que no creo que sea contagioso. Y no sé qué más contaros, el primer día no parecía estar muy diferente, pero desde ayer que no puede ni moverse, eso con además el resto de heridos ha sido un caos.
La atmósfera se fue calentando hasta que la cortina se apartó de nuevo, violentamente, dejando paso a una pelirroja aún más enrojecida que cuando la habían visto por primera vez. Se movió entre los hombres hasta llegar a un lado de la cama y arrodillarse.
— Detendré las acumulaciones de veneno y vosotros podreis sacarlo, he visto a otros medicos hacerlo antes, ¿podeis hacerlo?
Gran parte de la agresividad que les mostró se había evaporado, dejando a descubierto una desesperación que seguramente no se hubieran esperado en primera instancia. No era solo que la técnica de sacar veneno fuese de lo más complicado que pudiese hacer un medico, es que además la toxina con la que debían practicarla era de todo menos normal. ¿Cuanto iban a tardar? ¿Iban a poder siquiera sacar todo a tiempo?
— Pues ese era el plan, ¿cómo lo veis? Cualquier cosa que necesitéis pedidla. Hay más personas que necesitan atención, pero ninguna ha aceptado ser atendida antes que Ryu.
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El tercer integrante del equipo los acompañaría hacía el interior del lugar. El superior se hizo con el picaporte y abrió la puerta. Detrás de esta se encontraba una habitación con un montón de camas improvisadas, nada muy lujoso, como era de esperar en las lineas de Amegakure.
Ya de entrada la situación parecía sacada de un manual de medicina de guerra. El aire estaba tan puro como cabía esperar, casi que le podría llegar a causar cierta nostalgia al joven Mogura.
«Iluminación precaria, aire sobrado, los pacientes se encuentran en condiciones insalubres.»
Apresuró a juzgar mientras iban entrando. El grupo no se detuvo en el ingreso, no. Pasaron de largo por delante de muchas camas con heridos, y conforme iban avanzando la gravedad de las heridas iba en aumento. Para todo aquel que tuviese un estomago sensible eso significaría que la cosa sería cada vez más de soportar.
«¿Qué es esto?»
Se preguntó cuando llegaron hasta el final de todo y se detuvieron frente a una cortina. Detrás de esta se encontraría otra de las precarias camas que habían apañado y recostado sobre ella habría un hombre de cabellera negra y, a pesar de que solo estaba cubierto con una manta blanca, se podía decir que parecía más muerto que vivo.
Los ojos del médico siguieron con la mirada las manchas que no paraban de moverse mientras el superior explicaba como había llegado a quedar así ese pobre hombre. Su mirada se elevaría entonces cuando el sujeto rompiese el silencio para hacer un comentario digno de todo un macho pecho peludo.
Debe deberse a que el agente externo precisa cierta temperatura para trabajar de manera adecuada, en la noche la temperatura desciende y el cuerpo se enfría.
Alcanzó a decir antes de que empezase a sentir como la temperatura en el lugar comenzaba a aumentar, lo cual solo hacía que el aire se sobrase más, pero a fin de cuentas era necesario. Al ver entrar en escena a la fémina, su pecho volvió a molestarle un poco, lo cuál trató de disimular acomodándose ligeramente la ropa a la altura del torso.
Podemos hacerlo.
Contestó examinando nuevamente las manchas en el cuerpo de Ryu. Cualquiera de los dos podría hacerlo, pero sería mucho más rápido si trabajaban en conjunto. Sabiendo que nadie más se atendería hasta que ese soldado en particular estuviese a salvo, Mogura llevó su mirada hacía el médico pelirrojo.
Será preciso dividir el trabajo para terminar tan rápido como sea posible, Inoue Keisuke.
Dijo mientras lo miraba con una expresión bastante seria.
Voy a ponerme de un lado de la cama y retiraré las manchas de ese lado.
No había que ser ningún genio para entender que quedaba una mitad del cuerpo por atender y otro lado de la cama para ocupar.
No perdamos tiempo, Inoue Keisuke.
Después de eso se quitó el sobretodo, lo plegó y lo dejo en algún lugar donde no molestara. Mientras iba a posicionarse, dio un paso y sintió nuevamente una molestia en el pecho que le hizo fruncir el ceño durante un par de segundos antes de recuperar su usual expresión. Terminó de acomodarse y tomó de su kit médico una serie de objetos, un barbijo, un par de guantes, un líquido extraño y un pequeño objeto punzante. El instrumental básico para realizar el procedimiento de extracción del veneno.
Será preciso un par de cuencos donde se pueda depositar la toxina una vez extraída del cuerpo, puede que necesitemos vaciarlos.
Pidió a su superior para luego colocarse los elementos de protección.
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Mogura respondió rápidamente y el superior dejó caer su peso y presión en el calvo, quien tardó unos escasos segundos en responder, seguramente estaba dudando sí debía o no entrar a aquella habitación, no obstante, terminó accediendo; sin más preámbulos, la puerta se abrió y dejó al descubierto una imagen lamentable...
Cuando ingresé lo primero que pude percibir era la poca luz del lugar, las camas que estaban de lado a lado, el cuarto era largo, parecía una sala de un hospital con unos cuantos pacientes por atender, lo otro que pude percibir fue aquel olor un tanto peculiar y característico de ese tipo de lugares, y a eso se le añadía el terroso del ambiente. Mientras caminaba pude identificar que las primeras camas estaban en buenas condiciones generales, pero con el pasar entre una y otras se podía ver como las heridas iban creciendo en tamaño y el estado de salud iba en caída. La preocupación me invadió rápidamente, ¿quienes serían los que estaban en peores condiciones? Mis orbes se movían de un lado a otro tratando de identificar alguna persona con gravedad, pero el equipo de Amegakure había hecho un gran trabajo clasificando a los heridos, lo único que me pude llevar fue la facies dolorosas y lesionadas.
Cuando estaba llegando al final pude ver la cortina que separaba a alguien del grupo, y fue entonces cuando noté que el aire era más reducido, me costaba un poco respirar, muy levemente pero se notaba la diferencia. " A mayor cantidad de personas menos oxigeno..." Pensé científicamente dándole lógica al asunto.
Tras la cortina había una única persona, un hombre que tenía una apariencia de muerte, su rostro decía más de mil palabras, se podía ver por sobre la manta como sudaba y se retorcía levemente, incluso aquellas manchas en sus miembros inferiores se notaban a legua, era un color totalmente anormal, el sujeto estaba consciente para nuestro beneficio, pero... ¿qué tan mal estaría? El shinobi retiró la manta dejando en descubierto el resto del cuerpo, las manchas estaban por todos lados y sí le ponías suficiente atención... "Se mueven... Que curioso" Vi con cierto interés aquel veneno.
La explicación de lo que habían descubierto siguió unos segundos luego, y nuestro paciente crítico parecía mantener cierto sentido del humor, simplemente sonreí, eso era bueno. —Entendido.— Unos cuantos datos nunca estaban de más. Y entonces fue Manase quien hizo su aseveración, simplemente oí lo que dijo y me mantuve en silencio. "Tendrías razón, si no estuviéramos bajo tierra y no hubiese tanta gente a su alrededor... El calor que hace aquí es horrible..."
Poco después apareció la pelirroja, y la temperatura pareció subir nuevamente, aunque ahora se mostraba bastante diferente, sí se veía más amable, ¿sería cercanos?
Y nuevamente Manase dando aseveraciones, "¿Realmente lo haremos?" Y la cuestión era que en lo personal no conocía la técnica que debíamos usar, así que asumí que él si lo hacía. Aunque en esta oportunidad no podía mantenerme en silencio.
—De acuerdo, prepararé todo y dejaré que te encargues del Saikan Chūshutsu, lo mejor será empezar por abdomen y tórax.— Era evidente el porqué de esa decisión, los miembros podrían esperar un poco mientras se trataban los órganos vitales.
Me puse del lado contrario al de Mogura y le imité sacando la instrumentaría del botiquín de primeros auxilios: un tapabocas, gasas, alcohol, yodo, guantes y solución. En cuestión de minutos preparé un campo estéril en donde puse los instrumentos a utilizar, incluso puse el bisturí que el castaño usaría. —Ryu, escúchame dentro de poco empezaremos el proceder, necesitamos que colabores y mantengas la calma, Mogura se encargará de extraer el veneno y yo me encargaré de que no sientas dolor.— Después de todo se debían hacer dos incisiones.
Tras realizar la técnicas de asepsia y antisepsia en la región que sería seccionada, mi palma empezó a brillar con una luz blanca tenue, estaba adormeciendo sus nervios para eliminar cualquier estímulo doloroso.
El calor se empezaba a notar más que antes, y mi cuerpo estaba sudando más de lo común, todo por el hecho de llevar el tapabocas, los guantes y sentir la presión de estar realizando un proceder con dos miembros del equipo, sin contar a Karamaru, quién seguramente estaría observando desde alguna esquina.
—Está todo listo.— Aseguré.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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El rostro del pelopaja que no se había quitado la expresión tensa y ansiosa desde que habían entrado a la estancia relajó un poco los músculos al ver la reacción de Mogura, tan decidido y eficiente como un medico de verdad. A pesar de que solo era un genin del montón ahora mismo, seguro que llegaría muy lejos si conseguía no enfadar demasiado a otra gente más poderosa y menos paciente que él, que de ese tipo de persona, Onindo está llenita.
El hombre asintió poniendose en marcha de inmediato a traerles unos cuencos con agua y algunas toallas que usaban para bajar la fiebre a los enfermos para que dipositase el veneno extraido. Se lo colocó al lado y se apartó para no molestar, observando la escena desde una distancia prudencial.
Sobre esa especie de cama, el enfermo ni se inmutó cuando Keisuke le practicó una incisión con el bisturí de chakra, eso no quita que respirase con dificultad y en sus ojos se reflejaba una ausencia como si mirase a la nada o la nada le mirase a él. Por otro lado, la tal Aki tenía la mirada clavada en Mogura, que parecía ser el único del lugar que podría salvar a su compañero, ya que el otro genin había dejado claro que él no sabía la técnica. Esperaba alguna señal para detener las manchas de veneno.
Todos se habían olvidado de Karamaru, y Karamaru parecía haberse olvidado de ellos, porque no estaba tras la cortina, tal vez se hubiese quedando congelado del shock o solo se sentía más útil en otra parte.
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Las palabras de Inoue le habían recordado algo, algo que debería haber recordado antes. Keisuke no conocía la técnica que precisaban utilizar en ese momento, él se lo había comentado en una ocasión. Pero Mogura había pensado que, quizás, el muchacho habría pulido sus habilidades desde entonces.
De cualquier forma, había que seguir.
El pecho del paciente habría sido limpiado al igual que los instrumentos fueron esterilizados, los cuencos fueron presentados y ahora solo faltaba que el muchacho de cabello azabache diera la orden de detener las manchas para comenzar. Keisuke había incluso aplicado una técnica para adormecer el tejido nervioso de Ryu, de manera que no sufriese más de lo que ya había estado sufriendo.
Mogura sentía el calor en la habitación y en la cercanía de la mujer. Aunque le hubiese gustado quitársela, la bandana retenía la transpiración y evitaba que cayera en sus ojos.
Vamos a comenzar, detenga las manchas, por favor.
Pidió sin siquiera mirarla directamente, en ese momento solo tenía ojos para la toxina que se encontraba en su compatriota. En una mano tenía un bisturí esperando el momento en que una mancha se detuviese y practicar una incisión precisa.
Una vez eso sucediera, el médico se haría con el fluido médico y lo empujaría dentro del cuerpo del hombre. Una vez hubiese capturado la mancha, extraería el liquido para luego depositarlo en un cuenco. Este proceso se tendría que repetir varias veces.
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Los cuencos con agua llegaron poco después de la petición de mi homologo; ya teníamos todos los implementos y él era quien llevaba la batuta del proceder médico.
Vamos a comenzar, detenga las manchas, por favor. Comentó cuando verificó que todo estaba en orden.
—De acuerdo.— Aseguré para que recordase que le estaba haciendo de ayudante y que podría acercarle cualquier instrumento que debiera usar.
El calor de la habitación era más intenso y aún faltaba que la pelirroja hiciera uso de sus habilidades para aumentar aún más la temperatura, hecho que facilitaría a Manase realizar la incisión; por lo que en cuestión de segundos empezaría el proceder. Me mantuve atento al momento de la incisión para ver sí necesitaba un poco más de anestesia o sí la hemorragia se volvía incontrolable.
"¿Qué se hizo?" Me dije al notar que el calvo no se encontraba con nosotros, seguí dedicando absoluta atención al quehacer en que me encontraba, después podría distraerme en lo que fuese.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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Pasaron por la puerta siendo el calvo el que se cerraba el grupo. Se sumergieron de pronto en un lugar pesado de aspecto raro, con un olor más raro todavía y bastante tétrico. El calvo miraba con curiosidad mientras caminaban los cuerpos de los hombres heridos y lastimados en combate, no le sorprendían ni le daban asco, incluso le llegó a parecer fascinante el pensar cómo terminaron en esa situación. ¿Contra quién se enfrentaron? ¿Qué ataque? ¿Lo vio venir? Lo suyo era más interrogar que acudir rápidamente a parar la sangre de caer, pero por el bien del grupo y la cordura prefirió no hacerlo.
«¿Qué tendré que ver yo con todo esto? Si aquí lo que necesitan son médicos y..... bueno, alguien que les arregle todo esto porque no parece muy cuidado»
Sabía que en tiempos de guerra uno no está en hoteles lujos viajando en carretas privadas, pero tampoco creí muy sano para hombres con aberturas en el cuerpo estar rodeado del clima en el que estaban. Pero tranquilo y callado, siguiendo con su ignorancia médica, el grupo terminó atravesando una cortina en el fondo de la habitación. Allí, el mayor procedió a la explicación del caso, un hombre que al destaparse se revelaría como una vaca de otros colores.
«¿Pero esto no se solu...?»
Una pelirroja entró corriendo a la casilla y de golpe todos prestaron atención a la mujer, menos Karamaru. El calvo salió disparado a recorrer casilla por casilla aquel pequeño instrumento. Sabía que esa era la solución pero que simplemente ante la presión del conflicto no se les había ocurrido, tal vez su misión allí era pensar fríamente y poder ayudar. Y en esa carrera se dio cuenta que a pesar de poder ver desde lejos a los hombres con cierta fascinación generada por la ignorancia, de cerca le era imposible siquiera acercar su punto de vista hacia ellos.
Pocos minutos después el calvo estaría dentro de la casilla de la vaca humana. Keisuke y Mogura habían preparado un montón de cosas y ya desde lejos pudo escuchar voces serias típicas de profesionales salir del lugar.
Vamos a comenzar, detenga las manchas, por favor.
De acuerdo.
¿Esto no sirve?- contestó jadeante el calvo buscando miradas con alguna respuesta. En su mano derecha, levantada a la altura del hombro, la jeringa más grande que había podido encontrar.
Con esto se puede sacar el veneno ¿No?
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Vamos a comenzar, detenga las manchas, por favor.
El hecho de que Mogura no la mirase pasó desapercibido porque ella misma tampoco apartó la vista del tema que les ocupaba, su paciente, su compañero y su amigo. Asintió secamente y posó ambas manos sobre el pecho del moribundo tras hacer una serie de sellos. La temperatura ambiental subió drasticamente mientras la del envenenado se mantenía en un calor estable.
Los resultados no se hicieron esperar y todas las manchas de su cuerpo se detuvieron, ahora todo estaba en manos de Mogura, nadie esperaba que lo hiciera todo en esa ronda, pero contra más consiguiese sacar mejor y más fácil iría todo de ahí en adelante. Contando claro que no hiciese algún estropicio con aquel complejo jutsu de extracción de veneno. Como factor adicional, contra más tardase más se caldearía el ambiente hasta que el infierno pareciese un lugar fresquito en el que pasar el verano o la pelirroja se desconcentrase, lo que pasara antes.
El calvo apareció segundos después de que Mogura diese por iniciada la operación, dando pie a posibles distracciones, su superior estaba con plena atención en lo que fuera a pasar a continuación, y la mujer ni siquiera parecía oírles pues mantenía los ojos cerrados con fuerza. El hombre pelo paja no apartaba la vista del herido y estaba mucho más pálido de lo que ninguno de ellos podría ponerse con aquel calor infernal.
Sabía que era un procedimiento de emergencia y que la posibilidad de que su compañero muriese no solo estaba presente sino que era la gran protagonista de ese show. No podía asegurar cuanto tiempo llevaba aguantando a base de fuerza de voluntad o porque aquel veneno no lo dejase morir sin más, no lo sabía pero sí sabía que si pasaba cualquier cosa tendría que enfrentarse a su compañera para que ésta no se lanzase a matar a todo enemigo que se cruzase. Tal vez fuese demasiado impulsiva para ser chunin, de hecho, igual era demasiado impulsiva para ser una kunoichi.
Por eso si ninguno de sus compañeros le prestaba atención, nadie más lo haría.
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Karamaru se había presentado en el lugar diciendo algo y portando otra cosa. Pero no iba a tener ni un segundo de la atención del médico a menos que le tomase la cabeza por la fuerza y lo hiciese mirar. El lugar se estaba volviendo un horno y no sabía cuanto tiempo podía llegar a aguantar el calor de la técnica de la chuunin.
La vista de Mogura no se aparataba de las manchas que iba atacando con el poder de su técnica. A medida que iba extrayendo el veneno con aquel liquido extraño lo iba depositando en los cuencos de madera para que posteriormente fuese descartado en algún lugar apropiado.
«Todavía falta, no hay que perder tiempo.»
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