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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
¿De eso se trataba? ¿Dudas de mis capacidades?

En efecto —mintió el Uchiha.

Bien era cierto que en su complicada situación todo no se reducía a comprobar si Ralexion era medianamente diestro en combate —ojalá hubiese sido tan fácil—, pero en aquel momento el joven kusajin era un melón sin calar. Y no había mejor forma de tomarle el pulso a un novato que intercambiando un par de buenas hostias.

Con el Sharingan de Dos Aspas brillando en sus ojos, Ralexion se lanzó directo a la ofensiva. Lanzó un puñetazo directo al pecho del uzujin, que fue leído y esquivado sin mayores dificultades gracias al poderoso Dōjutsu de Akame con un simple paso lateral. El Uchiha se había esforzado por calcular al milímetro, moviéndose lo justo y necesario para que el golpe de su adversario pasara rozándole la camisa. Como un rayo, sus manos se movieron para aprisionar el brazo de Ralexion; luego el de Uzu pivotó sobre sus talones, tiró con fuerza del brazo y encorvó la espalda para realizar una llave que utilizaría la propia embestida del contrario para catapultarle por encima y acabar dando con sus huesos sobre la tierra fresca.

¡No te contengas! —exigió con voz autoritaria.
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#32
El tiempo se detuvo un momento para el mozo de Kusagakure cuando Akame le evitó con tanta gallardía y gracia que daba la impresión de que había sido acordado con premeditación, de la misma manera que los actores practican y aprenden una coreografía.

¿Era ese el poder del tres aspas? ¿O la diferencia entre sus cualidades, sumado a las capacidades del Dōjutsu, era lo que había llevado a evitarlo con tal facilidad? No importaba, Ralexion no disponía de tiempo para reflexionar sobre tales detalles mientras besaba el suelo con la espalda, frenética adrenalina en sus venas así como dolor en sus sentidos, viejo y mordaz amigo.

Tensó la mandíbula y dejó escapar un ahogado gemido de dolor cuando Akame lo derribó. Aquello le dolería todavía más mañana. Mas sus rojizos orbes se centraban en el presente.

Acumuló fuerzas en su cadera y su pierna derecha. Apenas instantes después de que su contrincante completara la llave, digna de un practicante de Judo, el Uchiha lanzó una patada directa a su rostro —o su estómago, si Akame tenía tiempo de incorporarse del todo— impulsándose con las caderas, aprovechando que lo habían tumbado en contra de su voluntad. La punta de su extremidad salió disparada de manera puramente vertical, sin necesidad de tocar el plano horizontal, dada la cercanía con el uzujin y el ángulo de ambos.

Después rodaría hacia la izquierda un par de veces, lo suficiente como para ganar apenas un tercio de metro de distancia con su oponente y poder alzarse, listo para el siguiente encontronazo.
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#33
El suelo retumbó un momento bajo los pies de Akame cuando su contrincante dió un golpetazo producto de la llave a la que le había sometido. El de Uzu le restó importancia; era una caída más aparatosa que dañina. Ralexion demostró cierta tenacidad cuando, apenas recuperado del golpe, trató de propinarle al uzujin una patada en plena cara. Akame alzó ambos brazos formando una equis y bloqueó la espinilla de su contrincante con sus antebrazos a mitad del recorrido, antes de que impactara en su destino. Luego el de Kusa rodó para ganar algo de distancia y él se lo permitió. Al fin y al cabo, sólo era un pequeño tanteo.

¿Vas armado? —inquirió Akame, aunque el portaobjetos que lucía su contrincante evidenciaba la retoricidad de su pregunta. Esperaba que el kusajin captase la indirecta.

Los primeros compases del duelo habían servido para calar la habilidad en Taijutsu de Ralexion; ahora Akame quería ver cómo de diestro era utilizando su armamento ninja. En cuanto al Ninjutsu, realmente el Uchiha no necesitaba más que examinar el manto dorado que formaba el chakra de Ralexion para hacerse una idea de su poder.

Allí siguió plantado el de Uzu, con las rodillas ligeramente flexionadas y la mirada atenta en su adversario. «Nada como un buen baile para desentumecer los músculos después de un largo día de viaje».
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#34
Ralexion reaccionó lo más rápido que pudo, pero no fue suficiente. Su inesperado rival logró bloquear su valeroso contraataque a tiempo.

Así pues, pudo disfrutar del respiro que buscaba y alzarse.

¿Vas armado?

El pelinegro asintió, sus facciones férreas como la roca con la que había sido fabricado el templo. Sin mayor dilación se llevó las dos manos al portador de objetos y sacó unas cuantas armas de este. En su mano diestra un kunai, lo blandía con la hoja hacia abajo y la anilla mirando a los cielos. En su extremidad siniestra dos shurikens, sostenidos en los huecos entre sus dedos índice y corazón.

Con un brusco ademán de derecha a izquierda disparó las dos estrellas de una forma simple, en línea recta, separadas por apenas unos centímetros, apuntando al pecho de Akame. Acto seguido cargó contra su congénere, siguiendo la estela de las armas.

Un hilo extremadamente fino corría a través de las argollas de ambas estrellas ninja. El susodicho comenzaba en el dedo índice de su mano derecha, atravesaba como ya se indicó anteriormente a la pareja de armas y acababa en el dedo corazón de la misma mano.

Era más que probable que los ojos de Akame le permitieran ser consciente de su estratagema, mas Ralexion deseaba asegurarse. Al fin y al cabo, le había dicho que no se contuviese.

Cuando los shurikens estuvieran a apenas un palmo del uzujin, el Uchiha, que ya casi había llegado a su encuentro, tiraría hacia atrás del cable con destreza, ejecutando así una finta. Las armas nunca tocarían a Akame, en su lugar, la inercia que las alimentaba sería eliminada para de inmediato verse inversa, de vuelta al espacio entre sus dedos en un abrir y cerrar de ojos.

¡Vamos! —exclamó con la rabia del guerrero.

Se abalanzó sobre él. Primero, una puñalada recta y alta con el kunai, al torso. Esa ofensiva era un señuelo, puesto que entonces le daría un puñetazo bajo, a la cadera, con la extremidad libre, utilizando las dos estrellas como un puño americano improvisado. Llegó a clavárselas en su propia carne; al fin y al cabo, no habían sido diseñadas con algo así en mente. Pero la adrenalina lo auspiciaba, su único objetivo era causarle un rasguño, por nimio que fuera, a su familiar.
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#35
El rostro de Ralexion se encogió con una mueca de agresividad conforme la adrenalina producida por el combate empezaba a inundar sus venas. Akame sonrió; era exactamente la actitud que quería provocar en su congénere. «La rabia es buena, Ralexion-san, pero... ¿Sabrás controlarla y usarla en tu beneficio?»

Con sus ojos del color de la sangre observó todos los movimientos del kusajin, dispuesto a reaccionar. Primero vió cómo los shuriken eran disparados contra su pecho, seguidos a la carrera de su lanzador. Akame flexionó las rodillas y alzó ambos brazos, preparado para la esquiva. Sin embargo, cuando las estrellas metálicas estuvieron a punto de alcanzarle, el Uchiha pudo ver claramente cómo Ralexion echaba su brazo libre —aquel cuya mano no empuñaba un afilado kunai— hacia atrás; y reconoció al instante el movimiento. «Así que sólo era un amago...»

El verdadero embite llegó momentos más tarde. Ralexion lanzó su mano derecha, sosteniendo aquel acero pulido, hacia el pecho del uzujin. Éste se limitó a ladearse ligeramente, lo justo para apartarse de la trayectoria del arma. Pero aquello resultó no ser más que una finta, y el verdadero golpe vino de más abajo. Akame abrió los ojos con visible sorpresa cuando se dio cuenta de que su rival estaba sosteniendo ambos shuriken entre los dedos y buscaba calzarle un puñetazo en la cadera del que él también saldría herido.

«Ah no, no pienso quedarme con un guía malherido después de este enfrentamiento».

Con una rapidez claramente superior a la del genin de la Hierba, Akame subió su rodilla derecha para interceptar la mano de su contrincante. Ralexion recibiría el rodillazo en plena muñeca y —probablemente— aquel veloz golpe bastaría para desviar la trayectoria de su puño y de paso hacerle soltar ambos shuriken.

¡Se suponía que tenías que golpearme a mí, no autolesionarte! —le increpó Akame, retrocediendo un paso.

El Uchiha se tomó un momento para serenarse y volver a acompasar su respiración con el vaiven de su pecho, que por un momento había amenazado con acelerarse demasiado.

Creo que es suficiente —dijo el del Remolino—. ¡Me muero de hambre! Además, me gustaría que nos adentráramos en el Templo cuanto antes.
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#36
Akame volvió a esquivarlo, era demasiado rápido para él, y el Sharingan solo lo empeoraba. El referido puso punto y final a su acometida con un rodillazo que lo desarmó. Le arrebató los dos shurikens de la mano, y junto a estos salieron disparadas unas cuantas gotas de sangre que regaron la tierra; cortes superficiales, nada más.

Listo para más, Ralexion retrocedió de inmediato un par de pasos, a la vez que su contrincante. No obstante, parecía que eso era todo.

¡Se suponía que tenías que golpearme a mí, no autolesionarte! —profirió contra el kusajin, a lo que este dejó escapar un sonoro "hmpf".

Akame afirmó que era suficiente, que tenía hambre y deseaba comenzar con la expedición cuanto antes. El moreno se sintió insultado, ¿había sopesado su valía con tan poco? «¡Bah! Si para él es suficiente, paso del asunto. Mientras me de lo que me prometió, también es suficiente para mí», se dijo así, disipando su mala leche.

¿No quieres esperar hasta mañana? —consultó con semblante distraído, comprobando la profundidad de los cortes entre sus dedos.

Entonces tomaría sus armas del suelo y las devolvería al lugar del que vinieron, así como desataría el cable y lo devolvería al portador de objetos.
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#37
No, no, no, totalmente inviable —respondió Akame, aparentemente indiferente ante el visible malestar de su guía—. He esperado demasiado para este momento. No puedo esperar una noche más.

El Uchiha estaba firme en su propósito. Lo que quiera que significase aquel símbolo, lo que quiera que perseguían sus misteriosos seguidores, estaba decidido a averiguarlo esa misma noche. Siendo como era usuario del Katon tenía recursos de sobra para iluminar el camino, y en aquel lugar tan recóndito parecía improbable que nadie fuese a robarles sus provisiones durante las horas nocturnas.

Mientras Ralexion recogía sus utensilios ninja y evaluaba los cortes que tenía en la mano izquierda, Akame se calentaba junto a la hoguera envuelto otra vez en su vieja capa y con la capucha calada. Pese a que estaban rodeados de vegetación, se hacía evidente la altura que habían subido con respecto al nivel del mar al dirigirse hacia las montañas de Tsuchi no Kuni por el frío gélido que azotaba el pequeño campamento de los Uchiha.

Que aproveche —dijo con tono ceremonioso, haciendo una ligera reverencia dirigida a nadie en particular.

La cena del uzujin estaba compuesta por unas cuantas bolas de arroz envueltas en papel de traza, un manojo de verduras que ensartó con una rama y puso al fuego, y algo de agua que había guardado especialmente para aquella cena. Mientras comía con avidez, Akame no paraba de darle vueltas —otra vez— a la investigación que había hecho sobre aquel templo. Sentía que estaba cerca de algo, pero no sabía el qué.
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#38
Su acompañante no disponía de la paciencia suficiente para aguardar a la primera luz del alba. Ralexion no tenía ni pajolera idea de lo que buscaba el otro Uchiha pero debía de ser algo de suma importancia para su persona. Se encogió de hombros: lo que el rey quisiera el rey tendría.

Al menos dispondría de unos momentos de descanso según cenaba.

Emprendió la corta distancia que lo separaba de la hoguera. Durante el camino agarró la capa del suelo y se la echó sobre los hombros. Cuando se sentó frente a Akame, el fuego entre ambos, este ya estaba comiendo.

Ralexion hizo lo propio y se enfrascó en sus pensamientos. Del interior del morral que llamaba suyo sacó un voluminoso paquete confeccionado con papel de arroz y unido con un cordel. No solo eso, también extrajo una cantimplora de bambú, casi idéntica a la que había mostrado con anterioridad.

La envoltura contenía varios filetes de tenpura de considerable tamaño; en otras palabras, un rebozado de carne —en este caso ternera— hasta la saciedad, extremadamente crujiente. Habían sido preparados con anterioridad por un asadero de Kusagakure, y ahora el Uchiha podía degustarlos tras recalentarlos en la hoguera. Nada menos que cinco pedazos del delicioso plato reposaban sobre el papel, en su regazo. No iba a comerlos todos en una sola sentada.

La cantimplora no contenía agua. Podría parecerlo, ya que a simple vista ambos líquidos eran iguales, pero cualquiera que le diera un sorbo pronto sería consciente del característico sabor del sake. El pelinegro le pegó un buen trago al asunto, agradeciendo el placentero calor que la bebida extendió en su estómago. «Creo que no voy a poder aguantar a este tipo completamente sobrio. Pero mejor no pasarse, necesito estar en el pleno de mis capacidades para pelear», se advirtió en la privacidad de su fuero interno. El caso era que, ¿con quién tendría que pelear? Aparte de Akame, claro. ¿Qué les esperaba en el interior del templo?

Ralexion devoró con avaricia dos de esos corpulentos filetes de carne tras calentarios previamente con una rama. Le dió otra pasada al recipiente con alcohol, y dejó escapar un eructo considerable. Sí, estaba lleno. Sentía la leve influencia del brebaje en sus sentidos, mas nada considerable. En cualquiera de los casos, si se quedaba allí, quieto, le acabaría entrando sueño.

Satisfecho con su última ingestión del día, lo guardó todo, de manera ordenada, en su mochila.

Tú dirás —lanzó a Akame con tono tedioso.
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#39
La precaria cena transcurrió en silencio, mucho menos animada que el almuerzo. Para Akame se hacía evidente que su guía había abandonado aquella actitud infantil y risueña después del breve enfrentamiento de prueba que habían tenido, aunque todavía no entendía exactamente por qué. «¿Estará frustrado por no haberme podido golpear? No lo creo, en Tane-Shigai nada más presentarse ya me dijo que era un novato. ¿Entonces...?» A veces los matices de las relaciones interpersonales eran demasiado complejos para las mejorables habilidades sociales del Uchiha, y tampoco es que fuese el tipo más empático del mundo, de modo que simplemente eligió lo que mejor se le daba hacer. Dejarlo estar.

Una vez ambos hubieron terminado y guardado los restos de comida en sus petates, Ralexion le interpeló con actitud servicial. El uzujin se puso en pie, afianzando las correas de sus portaobjetos y su espada. Luego se quitó con cuidado la capa de viaje, la dobló y la guardó en su mochila.

Vamos —afirmó mientras apagaba la pequeña hoguera echando tierra encima.

Finalmente ojeó el claro a su alrededor, y tras encontrar un árbol que le pareció adecuado, subió con ayuda de su caminata vertical y dejó la mochila bien atada a una de las ramas intermedias. No es que temiese que alguien llegara para robársela, pero los animales nocturnos bien podrían hacerle algún estropicio, atraídos por el olor a comida.

Una vez el campamento estuvo recogido, el uzujin subió los escalones que precedían a la entrada del Templo de Uróboros. El símbolo de la serpiente devorando su cola tallado en piedra coronaba el arco de piedra que se alzaba frente a él. Un simple vistazo al interior de las ruinas revelaba que estaba oscuro como el sobaco de un grillo; necesitarían algo de luz. Akame extendió la palma de su mano derecha hacia arriba y murmuró unas palabras.

Katon —un par de chispas anaranjadas quebraron el aire sobre su mano—, Kaijudentō no Jutsu.

Al comando del Uchiha le sucedió la aparición de una canica de chakra ígneo que levitó a su alrededor. La esfera estaba lo suficientemente concentrada como para emitir un aura de luz y calor que esclareció los alrededores en cinco metros a la redonda.

¿Listo?



¤ Katon: Kaijūdentō no Jutsu
¤ Elemento Fuego: Técnica de la Linterna Resplandeciente
- Tipo: Utilidad
- Rango: D
- Requisitos: Katon 10
- Gastos: 3 CK (3 turnos)
- Daños: 5 PV
- Efectos adicionales: Luz, calor
- Sellos: -
- Velocidad: Muy rápida
- Alcance y dimensiones: La luz y el calor cubren un área de 5 metros alrededor del usuario, recorre hasta 8 metros en caso de ser lanzada
Sencilla técnica de elemento Fuego que permite al usuario concentrar una pequeña cantidad de su chakra para darle la forma de una esfera resplandeciente, apenas del tamaño de una canica grande, creada normalmente en uno de los dedos del usuario, o en la palma de su mano, y que levita tímidamente en torno a él mientras tenga combustible.

Esta esfera de chakra Katon, además de iluminar intensamente una pequeña zona a su alrededor y proveer del calor equivalente a una hoguera pequeña, puede ser lanzada si el usuario lo desea. El daño directo ocasionado será leve, el correspondiente a quemarse con una cacerola caliente. Sin embargo, al estar la esfera compuesta de chakra Katon, prenderá materiales inflamables.
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#40
Había llegado el momento de internarse en el interior de la estructura. Akame se moría de ganas, mientras que Ralexion aún albergaba unas dudas de mal agüero que no tenía muy claro de dónde prodecían.

Imitó a su congénere en lo que se refería al guardado de la mochila. Introdujo sin cuidado alguno su capa de viaje en el interior de su macuto y lo dejó colgando de una rama pareja a la usada por el otro Uchiha, en el extremo opuesto del mismo árbol. Sintió frío, pero esperaba que el interior del templo tuviera un ambiente algo más resguardado.

El kusajin avanzó a la vera del de Uzu; no iba pegado a este, más bien mantenía una distancia de poco menos de medio metro con la retaguardia de su acompañante, de manera que Akame podía centrarse en lo que tuvieran al frente mientras que él podía mantener un ojo a lo que dejaban atrás.

El interior del santuario se mantenía en una penumbra en absoluto sorprendente. Para darle solución a tal detalle, el primer Uchiha ejecutó una técnica de Katon que parecía haber sido desarollada con la única intención de hacer de lámpara. Ralexion la observó con interés hasta que Akame disparó la pregunta del millón de ryōs.

¿Listo?

Vamos a ello —afirmó, concentrado.
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#41
Amparados por la Linterna Resplandeciente, los Uchiha dieron sus primeros pasos en el Templo de Uróboros, internándose en él mediante un pasillo en el que cabían hasta cuatro personas una al lado de otra.

Al instante, se les hicieron evidentes varias cosas. La primera, que de no ser por la técnica ígnea de Akame, estarían tiritando de frío. Pues incluso aunque aquella esfera de chakra Katon emitía el mismo calor que la hoguera que habían dejado atrás —apagada— en su improvisado campamento, si uno se despegaba lo suficiente de ella podía sentir un frío húmedo y pegajoso que se les colaba por entre las ropas y permeaba hasta los huesos.

La segunda, que aquella construcción debía ser extremadamente antigua y que llevaba mucho tiempo abandonada. Las losas de piedra en el suelo, las paredes y el techo estaban cubiertas de polvo y moho, y de entre las grietas de los bloques nacían enredaderas que en ocasiones llegaban a cubrir una extensa superficie.

Akame avanzó con cuidado, alumbrando el camino delante de ellos gracias al Kaijudentō no Jutsu, hasta que frente a él vio cómo el suelo dejaba paso a una baldosa de oscuridad.

Alto —susurró, alzando la mano derecha con el puño cerrado.

Avanzó con cuidado hasta quedar a apenas medio metro del hueco que se abría en el suelo, en su camino. Era perfectamente cuadrado y abarcaba toda la extensión del suelo, dejando apenas un pequeño pretil de unos cinco centímetros de superficie a cada lado. Era tan profundo que la luz del jutsu de Akame no llegaba a alumbrar el fondo, haciendo que pareciese un pozo de oscuridad misma. El Uchiha movió el brazo derecho hacia delante y la canica de chakra ígneo salió disparada, como una pequeña bengala, hacia la negrura del hueco.

La puta madre.

Allí, los muchachos pudieron ver el fondo; repleto de afiladas estacas apuntando hacia ellos con los huesos de más de un desafortunado aventurero incrustados entre las mismas. En una de las paredes del fondo parecía haber un hueco, pequeño y oscuro.
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#42
El interior del templo era incluso más inhóspito de lo que esperaba el moreno. Moho, polvo, frío y un terrible olor a humedad fueron sus bazas de bienvenida. El joven torció el gesto y se cubrió la nariz con el antebrazo, disgustado. Entretanto, seguían avanzando con Akame como líder.

Cuando su pariente le ordenó que se detuviese, Ralexion lo hizo. Se quedó estático durante unos instantes, permitiendo que el otro shinobi, más experimentado que su persona, comprobase lo que quería comprobar. Torció el torso para echar una mirada desconfiada a su espalda, a la luz de la luna de la cámara de entrada, que ya iba quedando lejos. Nada de nada.

Fue entonces que percibió al uzujin maldecir. Ralexion se aproximó a este con buen paso, deteniéndose tan pronto fue testigo de la luz al final del socavón, así como la dantesca estampa que esta contenía.

Silbó de una forma que daba a entender que se encontraba impresionado. Trampas, agujeros con estacas en el fondo, por supuesto, ¿cómo no?

Siempre podemos caminar por una de las paredes —afirmó, aliviado de disponer de las habilidades propias de un shinobi—. Pero supongo que será mejor no descuidarse. ¿Puedes hacer varias bolas flamígeras de esas? Sin una cantidad de luz adecuada es cuestión de tiempo que nos zampemos una trampa. Además, me estoy congelando...

No mentía, estaba temblando.
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#43
Akame no pudo sino asentir ante la petición de su pariente, y en menos que cantaba un gallo ya tenían otra Linterna Resplandeciente proveyéndoles de la calidez suficiente para no morir congelados allí dentro, y la luz necesaria para no compartir, más pronto que tarde, el destino de aquellos desgraciados cuyos restos reposaban al fondo del hueco.

Pasar no sería complicado, tal y como Ralexion rápidamente apuntaba. El Uchiha asintió y, mientras aquella canica de chakra seguía flotando a su alrededor, Akame concentró algo de chakra en las suelas de sus botas. Luego puso un pie sobre la pared del lateral derecho del pasillo, y después el otro.

La estructura de este sitio parece ser ancestral, y probablemente esté en muy mal estado... Debemos ir con cautela. Despacito y con buena letra —avisó nada más avanzar el primer paso y notar un crujido bajo sus pies.

Sin embargo, no encontrarían impedimento alguno para cruzar el hueco caminando por las paredes. Al hacerlo pudieron saber que éste era completamente cuadrado, y mediría unos cuatro metros de lado. Cuando llegaron al otro lado, Akame volvió a apoyarse en el plano horizontal del pasillo y suspiró con cierto alivio. Mucho más atento que antes —visto el precedente de la trampa de estacas que acababan de sortear— siguió recorriendo el pasillo.

Apenas unas decenas de pasos más adelante los muchachos pudieron ver como el pasillo se abría, dando paso a una sala de base pentagonal, amplia y de techos altos. Akame avanzó un par de pasos, cauteloso, mientras observaba el entorno gracias a la iluminación del Kaijudentō no Jutsu. Parecía que dos de las paredes se habían derrumbado por completo, mientras que las otras estaban intactas.

En el centro de la sala, un altar de base circular y tres pisos conectados por escalones. Al final, reposando sobre un pedestal cilíndrico, un extraño ídolo con cuerpo de hombre y cabeza de lobo.


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#44
Akame estaba de acuerdo con sus ideas, y en un periquete la luz y el calor retornó a los alrededores de ambos jóvenes, para alivio del kusajin.

Era momento de seguir avanzando, esta vez de forma vertical, desafiando a las leyes de la gravedad. «Lo bueno de que vaya él delante es que al menos no soy YO quien tiene que probar el terreno desconocido», se expresó a sí mismo de forma acelerada. No es que le deseara ningún mal a Akame, pero él era la mente tras la expedición y el pelinegro no atesoraba la idea de terminar sus días en un agujero del suelo en un templo dejado de la mano de dios.

La estructura parecía dañada, dispuesta a derrumbarse ante la mínima provocación, a juzgar por las palabras del otro Uchiha. Al fin y al cabo no resultaba de extrañar. Ralexion le siguió el rastro a Akame manteniendo la misma distancia que antes, asegurándose de pisar en los mismos sectores que había hecho el escuálido shinobi. Iba tenso, preparado para saltar en cuanto fuera necesario, la mirada fija sobre el intimidante abismo que era la trampa a sus pies.

Lograron dejar atrás el socavón —Akame no fue el único que suspiró de alivio entonces— y arribar a la siguiente zona del santuario, la cual se trataba de una cámara de considerable tamaño, atosigada por el paso del tiempo. Lo más llamativo de esta era el altar en su centro, en especial la figura sobre la peana circular. «¿Es Akame un asaltador de tumbas? ¿Es esto lo que busca?», pensó, curioso.

Seguro que si sacas ese ídolo del altar rompe la pared una roca dispuesta a aplastarnos, o algo así —comentó, jocoso.
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#45
El genin del Remolino dió un par de pasos más, internándose completamente en la sala pentagonal. Sus ojos, curiosos y alerta, buscaron a su alrededor cualquier detalle que pudiera dar a entender que el techo iba a venírsele encima en cualquier momento; no lo encontró. Caminó hacia las ruinas del muro lateral que estaba a su derecha y observó con cuidado la estructura medio derruída. «Todo parece sugerir que esto es obra del paso del tiempo y nada más», concluyó. Al fin y al cabo, todo el Templo parecía demasiado antiguo como para no haber sufrido los estragos de los años.

Ralexion hizo un comentario y Akame no pudo evitar soltar una carcajada.

¿Has leído "Juro Jones y el Templo de la Balalaika"? —preguntó—. Diría que el autor se inspiró en este mismo templo para su historia. Hasta el símbolo de la serpiente grabado en la entrada es idéntico.

»Sin embargo, hay algo que no me encaja...

Akame se deshizo sus pasos y se colocó junto a Ralexion, en la entrada, de frente al altar.

La simbología del ídolo no tiene sentido. ¿Cabeza de lobo...? —negó con la suya propia—. Eso no se corresponde para nada con lo que he encontrado en mis investigaciones., pero creo que debería examinarlo de todos modos.

Se volvió hacia su guía.

¿Alguna idea?
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