Juegos de Supervivencia

[Umikiba Kaido]

Una vez, fuera el organizador comenzó a explicar de qué iba todo aquello. Aquel inmenso bosque cercado tenía diez entradas individuales por las que cada equipo haría su ingreso al campo, secundando la posibilidad de que todas las parejas tuvieran una distancia prudente de los otros participantes. A priori, para asegurar que el inicio de aquellos juegos no se convirtiera en una simple y mundana batalla campal en las que los jugadores cayeran como moscas, sino que por el contrario; estos pudieran prepararse a fin de afrontar no sólo a los enemigos sino también a las dificultades del terreno.

No por nada se llamaban los Juegos de Supervivencia y no de masacre. Lo que resultó ser una lástima para el escualo, teniendo en cuenta que nadie podría morir dentro. El encargado se aseguraría de ello, otorgándoles a cada uno de ellos una serie de artilugios que advertirían a los competidores cuando estuviesen fuera de combate, por las razones que fueren.

Kaido le susurró a su compañero.

—Bah, ¿así que gracia tiene, eh? —escupió, mordaz. Casi podía entenderse como que le estaba echando la culpa al pobre de Riko—. si sabes que no vas a morir, sobrevivir realmente deja de ser una necesidad. Más allá del jodido premio, claro...

[Riko]

—Bah, ¿así que gracia tiene, eh? Si sabes que no vas a morir, sobrevivir realmente deja de ser una necesidad. Más allá del jodido premio, claro...

El peliblanco sonrió, aquel era Kaido en toda su esencia, siempre mordaz y con ganas de patear un par de traseros fueran quienes fuesen, por lo que para tratar de animarle Riko le dio una palmada en el hombro.

— De todas formas, han dicho que solo te paralizarán si pasas por algo que se considere mortal, no quiere decir que te vaya a evitar cualquier daño, ¿no?

Rápidamente los organizadores pasaron por delante de los participantes, tendiéndoles los artilugios que se tendrían que colocar en cabeza, brazos y piernas para que les tuvieran localizados y evitar su muerte en caso necesario.

— Bien, ahora cada equipo diríjase a la puerta con su mismo número. — Ordenaría el hombre.

Kaido y Riko pondrían rumbo a la puerta número 10, cada una de las entradas tenía un cartel con el número encima de ella, por lo que era fácil de encontrar. Una vez se encontraran allí podrían ver como un hombre les estaba esperando. Un hombre de aproximadamente un metro ochenta, con el pelo negro y corto, los ojos tapados con unas gafas de sol y vestido completamente de negro.

— Bien chicos, todas vuestras armas y utensilios tenéis que dejarlas aquí. — Empezó señalando un cofre que había a sus pies. — En el interior podréis encontrar diversos recursos, desde comida y agua, hasta armas, por lo que no tengáis excesiva prisa y tratar de equiparos lo mejor posible antes de lanzaros al combate. — Explicó, tratando de no dejarse nada. — Mucha suerte y disfrutad.

El Senju dejó todas sus armas y equipamiento en el cofre señalado, dividido en dos para que no se juntaran las cosas de uno con las del otro y así ser más fácil recuperarlas luego.

— Bien, pues ya estamos Kaido, ya has oído, tratemos de equiparnos bien antes de empezar a eliminar equipos, ¿sí?

En ese momento un fuerte pitido se escuchó en todo el área y las puertas se abrieron.

[Umikiba Kaido]

—De todas formas, han dicho que solo te paralizarán si pasas por algo que se considere mortal, no quiere decir que te vaya a evitar cualquier daño, ¿no?

Kaido asintió, teniendo la idea más grandilocuente de todas.

—Tienes razón. Es posible vivir sin un brazo siempre y cuando se le cauterice antes. Podríamos hacer eso con ese hijo de puta. Dejarlo mocho, o chueco. O sin un ojo. Vale, que gran idea, Riko-san.

Finalmente, ambos se movilizaron hasta la puerta número diez. La última, al parecer. Y ahí, un gigantón les pidió con decencia que dejaran cualquier arma o artilugio que cargaran encima, y así tuvieron que hacerlo. Kaido se regodeó en haberse dejado a Nokomizuchi en casa, pensando que al ser un arma tan única probablemente se la quisieran robar una vez se hubiesen sumergido en los bosques. El resto de sus cosas materiales poco le importaban.

Kaido sonrió.

No podía negar que se sentía eufórico, y que la adrenalina, por alguna razón, le inundó todo el cuerpo.

Entonces, el pitazo inicial.

Los Juegos de Supervivencia habían comenzado.

—Equipémonos, pues —dijo, antes de correr endemoniadamente hasta el interior de aquel campo de juego.

[Riko]

—Tienes razón. Es posible vivir sin un brazo siempre y cuando se le cauterice antes. Podríamos hacer eso con ese hijo de puta. Dejarlo mocho, o chueco. O sin un ojo. Vale, que gran idea, Riko-san.


El rostro de Riko cambió por completo, aquello no era lo que él había querido decir, y haberle dado aquella idea al tiburón le ponía la piel de gallina, esperaba no tener que llegar a tal punto y que Kaido no fuera capaz de hacer tal cosa, aunque conociéndole un poco suponía que si por el fuera, lo haría sin problema.

Una vez sonó el pitido que indicaba el pitido de los Juegos, ambos shinobis saldrían corriendo a toda la velocidad que les permitieran sus piernas hacia el interior del bosque, en busca de algo de equipamiento para poder enfrentarse a los equipos rivales.

Mientras avanzaban por la espesura del bosque, colgando de uno de los numerosos árboles podrían ver un pequeño saco.

— ¡Hey Kaido! Mira eso, creo que tenemos que agarrarlo a ver qué hay dentro. — Exclamó el peliblanco, acercándose al saquito y tomándolo para después abrirlo. — Bueno... No es la gran cosa...

En el interior de la tela podrían ver un kunai, un shuriken y una bomba de humo, que tendrían que repartirse.

He empezado a tirar dado (uno de diez caras) para medir la suerte para pillar cosas, para que no sea muy fácil, todo lo que sea menor de 5 significará que en ese turno no encontramos nada. Si quieres que te ponga lo que va saliendo en los dados cada vez dímelo y lo pongo sin problema. En este turno salió un 6.

[Umikiba Kaido]

Avanzar a través del frondoso bosque no tenía por qué suponer un problema para ellos, y no lo fue. Se movieron por entre las copas con la agilidad característica de un shinobi, alejándose cada vez más de la entrada y sumergiéndose en el corazón de los campos de juego. En la búsqueda fortuita de material para con qué poder hacer frente a los otros competidores.

La suerte les acompañó poco después, cuando divisaron un saco colgando en una rama de lo más inverosímil.

Riko fue el primero en divisarlo, y en sugerir tomarlo. Kaido no tuvo pegas, así que le acompañó. Dio un par de vistazos a su alrededor, alerta, y luego clavó la mirada en aquello que el peliblanco había podido obtener de su primer botin. Si es que se lo podía llamar botin a las tres míseras baratijas que obtuvieron de aquel bolso.

Y una puta mierda. Un puto Kunai, una puta bomba de humo. Ah, y un puto shuriken también. Hizo un gesto con la mano derecha y le restó importancia a los artilugios. Riko podía quedárselos, por ahora.

—A ver, voy a tomarme esta mierda un poco más en serio, así que escúchame. Estamos a unos doscientos metros aproximadamente de la entrada número diez. No sabemos qué tan grande es este maldito bosque, ni cuánto camino nos separa de las otras nueve entradas, así que no tendríamos forma de discernir según cuánto avancemos, cuándo vamos a encontrarnos con otro equipo. Así que, según lo veo, tenemos dos opciones.

Metódico, bajó ligeramente la voz. Se encanilló y se limpió luego la nariz.

»O seguimos el tramo recto, sumergiéndonos cada vez más en el corazón del bosque, o lo rodeamos por los bordes límites. Claro que, si yo fuera el jodido organizador, pondría las artilugios más necesarios y las armas más letales allí en donde tendrían que ir a parar todos, para alimentar el morbo. Por lo que considero que si queremos conseguir comida, y cualquier otra mierda necesaria, tenemos que meternos a la boca del lobo.

¿Qué piensas?

[Riko]

Para su decepción, la bolsa solo contenía tres cosas que no eran de gran utilidad, por lo que miró a Kaido con cara algo seria, se esperaba algo más y, por lo viso, su compañero también ya que en cuanto vio el contenido hizo un gesto como quitándole importancia a aquello por lo que Riko se los quedó por si los necesitaban en un futuro.

—A ver, voy a tomarme esta mierda un poco más en serio, así que escúchame. Estamos a unos doscientos metros aproximadamente de la entrada número diez. No sabemos qué tan grande es este maldito bosque, ni cuánto camino nos separa de las otras nueve entradas, así que no tendríamos forma de discernir según cuánto avancemos, cuándo vamos a encontrarnos con otro equipo. Así que, según lo veo, tenemos dos opciones.

»O seguimos el tramo recto, sumergiéndonos cada vez más en el corazón del bosque, o lo rodeamos por los bordes límites. Claro que, si yo fuera el jodido organizador, pondría las artilugios más necesarios y las armas más letales allí en donde tendrían que ir a parar todos, para alimentar el morbo. Por lo que considero que si queremos conseguir comida, y cualquier otra mierda necesaria, tenemos que meternos a la boca del lobo.

¿Qué piensas?

El Senju recapacitó unos instantes, analizando todas y cada una de las palabras que Kaido le acababa de dar e intentando pensar lo más lógico.

— Yo también creo que las armas y utensilios de mayor importancia estarán en el centro del lugar, es el único punto que todos tenemos a la misma distancia y es lo más justo, lo que encontremos por el camino deberían ser más objetos y armas de apoyo que otra cosa.

Tras estas palabras se quedó callado por un momento.

— Deberíamos avanzar hacia el centro, aunque no sabemos cómo de grande es este sitio, por lo que deberíamos ir con cuidado de no perdernos.

[Umikiba Kaido]

Tras la respuesta de Riko, Kaido se chupó los dientes, visiblemente indeciso. Vaciló durante un par de segundos y tras meditarlo, habló nuevamente.

—Bueno, avancemos. A ver qué más podemos encontrar en el camino.

Y, tras decir aquello, volvió a retomar marcha. Aunque, él mismo lo había dicho. Se iba a tomar aquello con más seriedad, por lo que no iría a rajatabla hacia el frente corriendo deliberadamente. Recortaría camino como un buen shinobi sabría hacerlo; con el debido cuidado de poner el pie en el lugar correcto, y tan atento como pudiera a los detalles de su alrededor.

Algo le decía que no tendría que preocuparse sólo de los otros equipos, sino también de otras variables.

¿Trampas, quizás? ¿Animales salvajes? ¡¿la inanición?!

Por suerte había almorzado como todo un campeón, antes de dar con el anuncio. Esperaba que Riko también lo hubiera hecho.

[Riko]

—Bueno, avancemos. A ver qué más podemos encontrar en el camino.

El peliblanco asintió y rápidamente comenzó a seguir al escualo, tratando en todo momento de seguirle el ritmo para no separarse, no sabían qué peligros les deparaba aquel bosque por lo que debían permanecer juntos.

Avanzaron un gran trecho y, según avanzaban veían como el bosque se iba haciendo cada vez más y más espeso, las raíces que sobresalían del suelo hacían complicada una marcha fluida, por lo que tenían que caminar con cuidado si no querían tropezar. En un punto de la marcha, Kaido tropezó con una de estas raíces que casi pareció que movía sola para ponerle la zancadilla y, desde el suelo podría ver una bolsa de un tamaño algo mayor a la anterior que habían visto, situada a los pies de uno de los árboles y parcialmente tapada con hojas.

En el interior de la bolsa podría encontrar 2 raciones de comida para cada uno y dos mochilitas útiles para cargar con lo que fueran encontrando.

Desde lo más profundo del bosque se pudo escuchar el aullido de varios animales que sonaban, sin lugar a dudas hostiles y, tras esto, un fuerte gong que significaba la caída de uno de los participantes.

— El equipo 5 pierde un participante. — Oirían los dos en su cabeza.

[Umikiba Kaido]

Más pronto que tarde, avanzar ya no sería una necesidad sino más bien un problema. Porque, a medida de que se sumergían en el corazón de aquel bosque, su maleza se iba haciendo más frondosas y tupida, lo que convertía de aquella inmersión en un trayecto difícil y de paso lento. Raíces maltrechas suelos poco uniformes que obligarían al escualo y a su compañero a tener sumo cuidado con cada paso que decidían dar.

Pero, muy a pesar de la cautela; Kaido igual tropezaría. No supo cómo ni con qué hasta que estuvo ya en el suelo, con los brazos por sobre los hombros, deteniendo parcialmente la caída. Apuntando, curiosamente, hacia un nuevo botin.

Maldijo un par de veces, y luego rebuscó entre las hojas para curiosear dentro de aquella bolsa. Lo que encontró, fue un par de mochilas y raciones de comida, como para una sola noche, tal vez.

—Espero que hayas comido bien antes de venir, pues lo ideal sería guardar esta mierda para mañana. No sabemos cuánto va a durar todo ésto, así que...

Auuuuuuuuuuuuuu

Seguido de un;

¡Gong!

El equipo cinco había perdido un participante.

Kaido torció el gesto y trató de buscar la dirección de la que provenía aquella voz, pero entonces supo que no había nadie ahí, de momento. Además, el aullido no podía suponer más sino que aquel bosque estaba inundado, tal y como lo había previsto antes, no sólo de utensilios, armas y suplementos para sobrevivir, sino también de obstáculos y peligros y tendrían la función de amenazar a esas opciones de supervivencia. Era un juego del toma y dame.

—¿Tienes idea de qué hora es? —indagó, sin ningún motivo aparente.

[Riko]

Riko se limitaba a avanzar, siguiendo a su compañero y poniendo toda su atención en los alrededores para evitar cualquier tipo de ataque sorpresa por parte de otros equipos y cuanto más avanzaban, más difícil se hacía, hasta tal punto que en un momento dado, Kaido tropezó, cayendo de frente contra el suelo, pero cuando el peliblanco se acercó, vio como estaba hurgando en una nueva bolsa que casualmente estaba allí.

—Espero que hayas comido bien antes de venir, pues lo ideal sería guardar esta mierda para mañana. No sabemos cuánto va a durar todo ésto, así que...

El Senju asintió, había comido lo suficiente como para aguantar lo que quedaba de día que no debía de ser mucho.

— Aguanto hasta mañana sin problemas. — Aseguró.

Y fue entonces cuando aprendieron cómo sería cada vez que uno cayera, aquel gong que retumbó en todo el bosque era la señal de los caídos, por lo que deberían llevar en la cabeza cuántos iban quedando.

—¿Tienes idea de qué hora es?

El uzunés resopló, no estaba del todo seguro, pero sabía que había pasado mucho tiempo desde que habían entrado en el bosque.

— No lo sé seguro, pero no tiene que quedar mucho para que anochezca, deberíamos buscar un sitio para pasar la noche, a poder ser con una fuente de agua, ¿qué opinas?

Si no encontraban agua rápidamente iban a pasarlo mal cuánto más avanzaran, por lo que debería ser su máxima prioridad.

[Umikiba Kaido]

Riko negó saber la hora, y Kaido alzó la mirada entre los tupidos árboles para discernir qué tanta claridad había en ese momento. No obstante, poco le iba a decir aquel detalle pues, a pesar de todo, él no sabía como calcular la hora a partir de los pequeños detalles que te ofrece la misma naturaleza. Y había gente que podía hacerlo.

Se volvió a chupar los dientes, y se agachó, en cunclilla.

—¡Agua! —súbitamente, se dio cuenta de la ventaja que eso podía significar—. clase de instinto y supervivencia, Academia Ninja. Dime, Riko, ¿lo sabes no? el cómo encontrar caudales, ríos y pequeñas corrientes en un terreno baldío y tan tupido como éste a partir de detalles como la tierra

El escualo comenzó a hurgar en la tierra. Decía el manual que si hurgabas a cierta profundidad, y existía humedad ahí en algunas cuantas capas más abajo, significaba que podía haber alguna corriente cerca. También, si las hojas de los árboles tenían algunas cuantas gotas de agua, o si las raíces más superficiales de los troncos resultaban ser más frágiles que las del resto.

Eran algunas de las formas. Y Kaido probó cada una de ellas, sin saber si encontraría algo que les ayudase a encontrar una fuente de agua.

[Riko]

En cuanto el peliblanco mencionó la importancia que el agua tenía en aquellas circunstancias, el escualo tuvo una idea, y habló sobre algo que, en principio habían dado en la Academia Ninja, pero Riko no tenía ni idea de lo que estaba hablando por lo que se limitó a observar todas las cosas que iba haciendo el amenio en pos de encontrar un bien tan preciado.

Seguían caminando mientras de vez en cuando se paraban a comprobar si cerca podía haber algún tipo de fuente de agua que les sirviera y poder establecer un campamento allí.

Lo intentaron varias veces, todas dejando un trecho considerable con la anterior y todas sin resultado hasta que, en cierto punto del trayecto ambos pudieron notar como la humedad del ambiente cambiaba, si cavaban descubrirían que a pocos centímetros de la superficie el agua comenzaba a aparecer húmeda, por lo que solo tenían que buscar de dónde provenía aquella humedad.

Si seguían caminando en la misma dirección que llevaban, se toparían con un pequeño claro en el bosque en el que encontrarían una pequeña masa de agua que se alimentaba por un pequeño riachuelo que llegaba desde el interior del bosque. Dado que en ese sitio el cielo se veía sin problema, sabrían que ya se había hecho de noche.

— Creo que deberíamos quedarnos aquí, inspeccionar todo un poco para asegurarnos que está todo en orden y ponernos a descansar. — Propuso el peliblanco.

[Umikiba Kaido]

Por suerte, aquella idea les había llevado hasta donde nacía un pequeño caudal, lo suficientemente fuerte como para sacar de él cuanto líquido vital le saliera de los cojones. Además, ya había anochecido —En Amegakure a veces era difícil discernir cuándo sucedía aquello— y de pronto les surgió la necesidad de pensar en encontrar un lugar en el cuál descansar.

Pero Kaido tenía sus dudas.

¿No es mejor seguir moviéndonos? —dijo, poco antes de meter las manos en el río y sacar sorbos de agua con ellas. Bebió, bebió, y bebió. Bebió como sólo un Hozuki puede hacerlo, y luego continuó—. no sé, pero acampar es lo que harían todos, o al menos la mayoría. Quizás, si continuamos nosotros durante la noche, alcancemos una mejor posición primero.

Torció el gesto a su alrededor, y trató de pensar.

—Aunque estoy algo cansado. Quizás podamos armar un campamento seguro aquí, o en la copa media de algún árbol. O algo que nos cubra, porque si pasamos la noche bajo la lluvia, vas a ser el primero en coger un resfriado. No estas acostumbrado a este clima, no eres de por aquí.

[Riko]

¿No es mejor seguir moviéndonos? No sé, pero acampar es lo que harían todos, o al menos la mayoría. Quizás, si continuamos nosotros durante la noche, alcancemos una mejor posición primero.

Kaido tenía su parte de razón, pero el estar toda la noche moviéndose después de las horas que llevaban ya era impensable, al menos para Riko que se sentía bastante cansado en aquellos momentos, pero justo cuando fue a replicar el propio amenio reconoció estar cansado y aceptó la idea de parar a descansar.

— Sí, yo también había pensado que deberíamos quedarnos en las copas de los árboles, es un sitio más seguro y menos a la vista de cualquier enemigo. — Razonó el joven. — Deberíamos asegurar un poco la zona antes de nada, y después podemos descansar un poco.

El claro estaba completamente rodeado de bosque, por lo que sería un sitio idóneo para tender una emboscada a cualquiera que se acercara a beber agua o a descansar, por lo que también podrían preparar algo por si algún otro equipo llegaba hasta allí.

[Umikiba Kaido]

—Sí, yo también había pensado que deberíamos quedarnos en las copas de los árboles, es un sitio más seguro y menos a la vista de cualquier enemigo. —inquirió el peliblanco, bajo la mirada de escrutinio de un escualo absurdamente metido en el juego—. Deberíamos asegurar un poco la zona antes de nada, y después podemos descansar un poco.

—¿Y cómo aseguramos? ¿sabes montar trampas de sonido, acaso? ¿o armar barricadas? porque yo no. No lo puedo hacer todo Riko, ¡lo siento! —rió, vangloriándose.