En un lugar muy, muy lejano

[Karamaru]

Takimura, Riko, Kagawa, Karamaru, Kino. De izquierda a derecha vistos de detrás de las filas de asientos. Los dos gennin encerrados y separados por tres caras serias, pero sonrientes, y sin lengua o, mejor dicho, sin los huevos o la capacidad para entender la situación y hablar. Por eso mismo el silencio duró unos cuántos minutos sin que nadie se moviera o dijera nada.

—¿Qué fue esta vez? ¿El cuento de las bandanas? Seguro que si.— Kino era la primera, con el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda y los brazos cruzados. La vista, igual que los otros, al frente.

—¿Qué fue esta vez? ¿El cuento de los asesinatos? Seguro que sí.

Y por alguna extraña razón ambos rieron fuertemente, pero Takimura seguía atento. Tras tanta conversación comenzaba a ser obvio que Kagawa era el elocuente conversador y su amigo la voz intimidante, el segundo, el lacayo.

—No se dejen engañar, no son shinobi. Es solo una excusa para tenerlos de su lado.

—¿Prefieres que estén de tu lado? Claro, así tu querido esposo suma más presas en este viaje.

Otra vez esas risas fuertes y molestas, completamente afuera de contexto. Lo único que podían llegar a entender los gennin, silenciosos por miedo, era que esa conversación decía mucho más que lo que escuchaban. Sus asientos los comían, era la sensación de querer escaparse de ahí, pero la ansiedad de querer saber que pasaba trataba de expulsarlos y llevar su postura hacia delante mostrando interés.

—¿Cuántos de tu lado?— Takimura hablaba por primera vez.

—Diecinueve. ¿Ustedes?

—Veinticinco. Andas un poco mal en este viaje ¿eh? Tu marido no va estar contento.

—Docenas de pasajeros faltan, ya sabes que poco llegan a puerto.

—Y los que llegan no se acuerdan de nada.

—No estés tan segura de que tendrás todos los días de viaje completos. Mira que esta vez tenemos shinobi de nuestro lado, y dos a falta de uno. Puede que este sea su último viaje, ¿Verdad?.

¿De la mujer y el capitán? ¿O de Riko y Karamaru? La mirada de los tres ahora estaba puesto en los dos gennin, esperando una respuesta aprovechando el intervalo entre canción y canción que se llevaba en el escenario. Los tres adultos ahora estaban un poco más relajados, pero la tensión que se sentía era la misma. Otra vez esa extraña sensación de querer escapar y querer quedarse.

—Eeehhh... eeehhh.... Estooo.... ¿Puede ser? ¿O puede ser que no?— respuesta ambigua, eso era. O lo tomaban por tonto o por muy inteligente, una de las dos tenía que colar.

[Riko]

Riko prestaba toda la atención que le era posible aunque no llegaba a entender todo lo que hablaban y su cabeza se iba quedando con frases sueltas y tratando de buscarles un sentido que no les encontraba y todo aquello no hacía más que liarle cada vez más y más, y miraba a Karamaru y sentía que él se encontraba en esa misma situación.

Hablaban de cuantos apoyos tenían, de cuán pocos llegaban a puerto y de que lo que lo hacían no recordaban nada de lo que había pasado en ese viaje y aquello fue la gota que colmó el vaso.

—No estés tan segura de que tendrás todos los días de viaje completos. Mira que esta vez tenemos shinobi de nuestro lado, y dos a falta de uno. Puede que este sea su último viaje, ¿Verdad?.

Aquellos tres estaban jugando con ellos, les tomaban como meros juguetes para su guerra personal y eso no funcionaba así.

—Eeehhh... eeehhh.... Estooo.... ¿Puede ser? ¿O puede ser que no?

Karamaru se le adelantó aunque su respuesta no era todo lo aclaratoria que la situación requería, y no pudo hacer otra cosa que reír, tenía mucha tensión encima, no entendía nada y simplemente rió.

— Mirad, las cosas están así, cada uno nos dice una cosa y es una tontería que os preguntemos porque nos contaréis lo que os convenga, así que... ¿por qué no nos dejáis tranquilos y libráis vuestra ''guerra'' vosotros solos? — Dijo en un tono serio y algo amenazador. — No me interesa lo que tengáis que decir, me marcho. — Se levantó y se frenó, mirando a su compañero genin. — ¿Vienes?

[Karamaru]

La voz estridente volvió a sonar tras las palabras del peliblanco, el público seguía atento al frente e ignorando toda aquella situación. El uzujin finalmente parecía decidido, a así se mostraba, a tomar una postura. Una postura que ninguno de aquellos tres adultos consideró en ningún momento, como si no la conociesen y no fuese posible, pero era simplemente quedarse en el medio sin tomar partido.

El calvo se puso de pie reflejando en su rostro la seriedad de su compañero, dejando de lado la expresión dubitativa. Al instante los tres adultos copiaron su movimiento.

—Esta "guerra" es de todos, no es nuestra.— la voz de la mujer sonaba más fuerte que antes, más profundo. El sonido de la voz envolvió de tal manera los oídos de Riko y Karamaru que no pudieron evitar echarle una mirada a Kino. Y de repente la voz aguda de la supuesta cantante pasó a un segundo plano, a un sonido de fondo apenas audible. Allí estaba la esposa del capitán, con la boca cerrada y el sello del carnero frente a su pecho.

—No pueden decidir no decidir. Si no nos ayudan, serán asesinados por estos dos hombres, esto es una elección de vida y muerta. No son juguetes, no les miento, y es verdad que esto es un largo ciclo. Pero lo pueden detener, de una forma u otra, es su única opción.

Tras esas palabras, el sello del carnero desapareció y la música volvió a sus oídos. Kino dio media vuelta y comenzó a caminar para alejarse de ellos dejando a los gennin solo con los hombres.

—Otra vez esa mierda, siempre complica las cosas esta mujer.

—¿Qué le dijo? No confíen en ella, siempre usa eso para que no podamos escucharla, no deben hacerle caso.— se apresuró a corregir Kagawa, pero sin la cara de miedo que se podría esperar.

—Creo que mi compañero tiene razón, nos vamos.— la decisión estaba hecha, al menos necesitaban un momento para pensar y hablar entre los dos, aclararse que mierda era que lo pasaba en ese barco, entre esos tres.

—No pueden no decidir.— Takimura habló al paso, sin detenerlos, pero asegurándose de lo escucharan.

Karamaru sin decir nada se puso al frente de su compañero y comenzó a caminar en dirección a su habitación, en silencio, esperando a estar en privacidad antes de hablar.

[Riko]

Lo que sus palabras desencadenaron era una reacción que Riko ya esperaba, sabía que aquello no sentaría bien en ninguno de los tres participantes de aquel juego tan extraño y del que querían hacerles partícipes.

—Esta "guerra" es de todos, no es nuestra. No pueden decidir no decidir. Si no nos ayudan, serán asesinados por estos dos hombres, esto es una elección de vida y muerta. No son juguetes, no les miento, y es verdad que esto es un largo ciclo. Pero lo pueden detener, de una forma u otra, es su única opción.

Aquello fue algo extraño, de repente el sonido de ambiente, la voz de la cantante, los coros, todo pasó a un segundo plano, apenas audible y sólo podían escuchar la voz de la mujer, de un tono muy serio pero, al mirarla no movía la boca, simplemente estaba allí, mirándoles con el sello del carnero formado.

—¿Qué le dijo? No confíen en ella, siempre usa eso para que no podamos escucharla, no deben hacerle caso.

Tal y como imaginaba, la mujer había hablado directamente en sus cabezas y así los dos hombres no habían podido escuchar nada de lo que les había dicho.

—Creo que mi compañero tiene razón, nos vamos.

—No pueden no decidir.

Riko entonces detuvo por un instante su marcha y giró la cabeza, mirando a aquellos dos hombres dejando claro con la mirada que lo único que quería era que les dejaran en paz.

— Karamaru, esto no se va a quedar así, van a hacer lo que sea para que nos impliquemos, tenemos que pensar algo, y rápido. — Susurraría el peliblanco para que nadie le escuchara, esperando que entre los dos pudieran idear algún plan que les sacara de todo aquel embrollo.

[Karamaru]

Ya en la habitación, tras una escapada a paso rápido y silencioso, el peliblanco de Uzu fue el primero en hablar. Esta vez, sin embargo, cambiando su opinión seguramente por las últimas palabras de aquellos tres. No quería decidir, pero se le hacía sentir la presión de la obligación.

—No sé, ya no tengo idea de qué hacer.— el calvo caminaba de una punta a la otra de la habitación, manteniendo el susurro establecido por su compañero.

—Yo creo que lo mejor es callarnos, o tal vez.... tal vez....— su paso se detuvo, dejó unos segundos de silencio y volvió a hablar.

«Tal vez no tenga idea»

Un largo suspiro soltó Karamaru al sentarse en su cama y llevarse las manos a la cabeza, abatido por la situación. Grupos de gente, de pasajeros, tomando partido, tres punteros decididos a combatir entre ellos con sus peones sin importancia, y ellos dos gennin en la encrucijada de decisiones.

—Lo único que sé, es que si elegimos uno nos "matan" los otros, si elegimos los otros nos "mata" el primero.— sus dedos remarcaron las comillas.

[Riko]

Habían llegado a la habitación a paso ligero, ambos estaban pensativos y no cruzaron palabras durante el camino.

—Lo único que sé, es que si elegimos uno nos "matan" los otros, si elegimos los otros nos "mata" el primero.

El peliblanco miraba a su compañero con cara de no tener ni idea de qué hacer, no sabía como iban a salir de aquella situación y el calvo tenía toda la razón con lo que decía.

— Y si no elegimos a ninguno.... no matan los dos... — Acotó el Senju.

Entonces empezó a pasear por la habitación, a paso rápido dejando ver el nerviosismo que tenía, se llevaba las manos a la cabeza, luego al mentón, luego cruzaba los brazos y así cíclicamente.

— Tenemos que tomar una decisión e ir con ella hasta el final, a pesar de que nos equivoquemos... ¿quién te da más confianza a ti, Karamaru?

[Karamaru]

¿quién te da más confianza a ti, Karamaru?

Si pudiese responder que ninguno sería la respuesta más acertada. Pero había quedado claro que no podían no tomar bando, e incluso el resto de pasajeros ya lo habían hecho. Por palabras de aquellos tres sabían que la gente se estaba dividiendo sin saberlo, con objetivos lejos de la claridad y consecuencias inciertas.

«Y si elegimos uno, ¿Entonces qué? ¿Y por qué el capitán no aparece con todo esto entre manos?»

— Calculo que iría...— comenzó el calvo, dispuesto a tomar decisión— con Kagawa y Takimura. No sabemos si es cierto o no, pero si son realmente shinobi no podemos negarnos.

— En cambio con Kino no hay nada de nada como para seguirle, no sé, es lo único a lo que me aferro para tomar una decisión.

El calvo silenció, a la espera de rechazo o aceptación del uzujin, pero la puerta movió el silencio más rápido que la boca del peliblanco y tres ligeros golpes llegaron a oídos de los shinobi. Karamaru fue quién la abrió de a poco, pero antes de otorgar el paso dos personas la movieron rápidamente y se lanzaron al interior de la habitación. Tras su paso, como era de esperar, le arrancaron la madera de la mano al monje y volvieron a quedar escondidos de oídos ajenos.

La intrusión era sorpresiva. No por no esperarse su llegada, que con la locura que estaban percibiendo Karamaru y Riko ya podía ser normal, si no porque esta vez no era una mujer en solitario ni el dúo de hombres. Esta vez llegaron dos seres olvidados en sus mentes, un rubio sonriente y una pelirroja seria como la primera vez.

— Perdón la molestia, pero no queríamos que nos vieran.— una risa sincera, y por primera vez una risa que no era incómoda los descolocó un poco más.

— Supongo que ya habrán escuchado demasiado a esos tres, ¿No? Toda la tripulación, y todo el que se sube a este barco lo hizo. Al principio, risas, pero un cuento repetido da ganas de quemarlo. Permiso.— Mae tomó asiento junto al peliblanco sin siquiera esperar respuesta, su pedido era solo por mera educación.

— ¡EH! Que has hablado bastante, y yo que esperaba tener que quemarme la garganta solito. No es común que hable tanto con extraños. — le susurro con la mano junto a la boca cerca del oído del cenobita, pero era claro que todos podían escucharlo.

— Ya cállate y siéntate.

Y así lo hicieron los dos, tanto Karamaru y Shinsen se sentaron uno junto al otro en la cama del primero. La mirada de los cuatro se cruzaron por unos instantes de silencio, y era claro que la de los dos guías del viaje estaban esperando algo. Era incierto qué era, si una palabra, frase, objeto o canción, pero las cejas levantadas y las manos abiertas y ansiosas del rubio no declaraban otra cosa.

[Riko]

— Calculo que iría... con Kagawa y Takimura. No sabemos si es cierto o no, pero si son realmente shinobi no podemos negarnos.

Riko asintió, sin duda él también elegiría a los dos supuestos shinobis, a pesar de que nada les aseguraba que les dijeran la verdad, pero aún así se sentía más cómodo con ellos que con Kino. Cuando el peliblanco se dispuso a contestar a su camarada, unos golpes en la puerta le interrumpieron, y el calvo se acercó a la entrada para ver quién podía ser.

Todo pasó muy rápido, antes de darse cuenta, los dos guías del barco se encontraban dentro de la habitación con la puerta cerrada.

— Supongo que ya habrán escuchado demasiado a esos tres, ¿No? Toda la tripulación, y todo el que se sube a este barco lo hizo. Al principio, risas, pero un cuento repetido da ganas de quemarlo. Permiso.

La pelirroja se sentó a su lado y el rubio parecía bastante animado a pesar de la situación en la que se encontraban y no sabía si aquello era bueno o malo.

Hubo un momento de gran tensión, todo el mundo permanecía callado y simplemente cruzaban sus miradas, Riko miraba a Mae, luego a Karamaru, con una expresión de duda en su rostro, y por último a Shinsen, quien parecía esperar algo por parte de los dos genin.

— Esto... ¿qué hacéis aquí? — Fue lo único que se le ocurrió decir al peliblanco.

[Karamaru]

Las palabras del uzujin rompieron el silencio, pero no la mirada expectante de los dos guías de viaje. O mejor dicho, la de Shinsen, porque Mae andaba casi siempre con la misma expresión inexpresiva. Pero a los pocos segundos, viendo que no se decía nada más, la cara del rubio mostró decepción.

—Pregunto lo mismo que él.

—Aquí tienes tus 500 ryos.— una pequeña bolsa con monedas pasó de las manos de un guía al otro, y esta vez, tal vez si se era muy detallista y se miraba con mucha atención, podrían ver una muy ligera sonrisa en el rostro de la pelirroja. Y para aprovecharse de la situación, no pudo olvidar el mítico...

—Te lo dije.

Ahora la mirada expectante la tenían los gennin, esperando que Shinsen diera rienda suelta a su lengua y empezase a explicar toda la mierda por la que estaban pasando esos dos últimos días.

—Me decepcionaron muchachos, yo pensé que siendo shinobi se iban a dar cuenta. Pero bueno, mejor les digo, aunque primero lo oficial.— tomó aire profundamente y prosiguió.

—Volveremos al puerto mañana al amanecer por un problema en los almacenes. No se los debería de decir, pero para ser sincero parece que se metieron un par de ratas mientras estábamos anclados y no podemos asegurar la buena salud de los pasajeros con respecto a la comida.

—Calla, calla, que no nos podemos quedar mucho tiempo.— otra vez el rubio mostró sorpresa por sus palabras.

—Muy bien, aquí voy. No tienen que elegir a nadie, ya conocemos este juego, es de hace años y la verdad que nosotros ya nos empezamos a divertir cuando nos sacamos la tensión de encima. Ninguno de esos tres locos les hará nada, ni siquiera tienen que tener miedo por eso de "nadie llega a puerto" "nadie sale de este barco" "nadie sobrevive"— sus últimas palabras eran en un claro tono burlón mientras movía las manos en el aire.

—Esos tres eran, bueno.... son unos psicópatas que aterrorizaron a un par de pequeños poblados y embarcaciones hace ya muchos años, mira que nosotros estábamos en plena juventud, más o menos su edad supongo. El capitán, que ya lo vieron, fue el hombre encargado de hacerlos caer, los aquí presentes sus ayudantes.

No fue fácil, nos costó varias semanas de enfrentamientos intermitentes, pero cuando finalmente lo conseguimos el jefe no quiso darles una simple muerte. No no no, no podía ser tan sencillo para ellos.— negó también con el dedo índice— Los metió en un ciclo interminable adentro de este barco, alterando sus mente para que no conociesen nunca más el mundo exterior ni pudiesen hacerle daño a la tripulación. Al poco tiempo, cuando el miedo de que se liberarán pasó, creamos estos viajes con pasajeros para ganar algo de dinero, y desde entonces empezó este juego.

Shinsen calló mirando a los gennin, esperando tal vez que comenzaran a lanzar a preguntas o tal vez solo quería dar un minuto de silencio para aclararse la garganta. Sin embargo, el cenobita no pudo aguantar la calma.

Me... me... ¿Me estás diciendo que tienes putos psicópatas adentro de este barco? ¿En qué momento fue eso una buena idea?

[Riko]

Lo que siguió a la pregunta del peliblanco fue un silencio que, a pesar de no durar demasiado, a él se le hizo eterno, y el único que fue capaz de romperlo fue su compañero, rehaciendo la pregunta esperando que aquella vez no quedara en el aire y la respondieran.

—Me decepcionaron muchachos, yo pensé que siendo shinobi se iban a dar cuenta. Pero bueno, mejor les digo, aunque primero lo oficial. Volveremos al puerto mañana al amanecer por un problema en los almacenes. No se los debería de decir, pero para ser sincero parece que se metieron un par de ratas mientras estábamos anclados y no podemos asegurar la buena salud de los pasajeros con respecto a la comida.

Aquello le pilló completamente desprevenidos, no lograba entender nada, si iban a volver a puerto, todo aquello del juego de los otros tres iba a terminar, pero ellos mismos les habían dicho que nadie llegaba a puerto. Su cabeza no hacía más que maquinar posibles opciones para lograr entender todo aquello, pero nada se iba a acercar lo más mínimo a lo que Shinsen les iba a contar.

Riko escuchó todas y cada una de las palabras del rubio con la mayor atención posible y, una vez terminó de contar la historia, no tenía qué responder, se había quedado en blanco, mirando a un punto fijo, sin ni si quiera pestañear, tratando de analizar y asimilar toda aquella información.

Me... me... ¿Me estás diciendo que tienes putos psicópatas adentro de este barco? ¿En qué momento fue eso una buena idea?

En ese momento Riko volvió en sí.

— ¡Y no solo eso! ¿No creéis que este tipo de cosas se deberían avisar antes de iniciar el viaje? ¡Llevamos todo el viaje preocupándonos por esta mierda! ¡Incluso pensábamos que tendríamos que matar a alguien! ¡No me jodas!

El Senju se había levantado de la cama y se había puesto a caminar por la habitación, gritando y moviendo las manos en un claro signo de enfado, con los guías, con los organizadores del viaje e, incluso, con él mismo por haber accedido a asistir allí y no haberse dado cuenta de la trama que se tenían entre manos.

[Karamaru]

La reacción del peliblanco fue mucho más efusiva que la del calvo, pero la reacción del rubio fue la misma para los dos. Una simple mirada acompañada de una risa de compasión, pero casi como si pareciese divertido de la situación. Sin embargo, la pelirroja lo miraba fija y seriamente al uzujin esperando cualquier tipo de reacción.

—Oye, oye, lo siento mucho— contestó tras una risas— Es que nunca se pusieron tan insistentes, por lo general casi ni le hablan a los pasajeros, andan por ahí hablando solos y peleándose entre ellos.

Parece más una obra actuada que otra cosa, pero supongo que su profesión los debió de atraer de más.

Karamaru seguía sorprendido por la naturalidad con la que hablaba el guía, los dos gennin metidos hasta el cuello en problemas y decisiones y el había resumido todo como un simple juego de niños.

—Tienen que entender que es algo que no pasó en años, nunca pudimos prever esta situación. Lamentamos cualquier problema ocasionado, sobretodo porque me temo que les tengo una mala noticia más.

El silencio los dominó una vez más, y Mae se levantó de la cama para ponerse de pie junto a la puerta, mostrando la intención de querer irse lo antes posible.

—¿Y qué es? Vamos.— lo increpó el calvo, ahora de pie igual que su compañero.

—Como les dije no es una situación predecible, y no nos podemos arriesgar a la cualquier altercado que altere a los pasajeros. El viaje continuará tras la parada en el puerto, pero ustedes deberán de quedarse allí.

El monje abrió la boca para comenzar las quejas, pero Shinsen fue más rápido y siguió hablando mientras se ponía de pie y se acomodaba su camisa blanca.

—Les devolveremos el dinero, no se preocupen. Pero deberán de partir ahora mismo en un bote. Mae los acompañara hasta la costa, los esperaremos en cubierta.

Y como si lo tuviesen planeado, en un segundo salieron ambos a paso rápido al pasillo cerrando la puerta tras de sí. Karamaru quedó con las palabras en la boca y la mente en blanco tratando de entender si eran más raros esos dos o los otros tres psicópatas.

—¿Qué...?— fue lo único que pudo largar de su garganta.

[Riko]

—Oye, oye, lo siento mucho. Es que nunca se pusieron tan insistentes, por lo general casi ni le hablan a los pasajeros, andan por ahí hablando solos y peleándose entre ellos.

Parece más una obra actuada que otra cosa, pero supongo que su profesión los debió de atraer de más.

El peliblanco trató de calmarse con las explicaciones del rubio, aunque dejaban muchas dudas que resolver como por qué sabían que ellos eran shinobis, o cómo conocían sus nombres pero prefirió dejarlo pasar y volvió a sentarse en su sitio con la cabeza baja.

Pero no se acababa allí, no solo les habían dado un viaje lleno de estrés y de malos momentos si no que encima les echaban del barco, por su propia seguridad. El albino entornó los ojos, no pensaba mosquearse más por lo que prefería no hablar y simplemente se limitó a levantarse y ponerse recoger sus cosas, al menos, no perderían nada salvo los días que llevaban allí.

—¿Qué...?

Riko se encogió de hombros.

— No entiendo una mierda, pero casi que prefiero bajarme de este barco de locos cuanto antes. — Diría malhumorado.

[Karamaru]

El calvo empezó a copiar a su compañero a los pocos segundos de la salida de los guías. Ambos empacaron las cosas, el amejin por su parte colocó todo en su simple mochila ya que había llegado con poco equipaje, y las cosas podrían estar ordenadas a la brevedad a la que les habían pedido.

—Estoy igual— respondió al rato Karamaru— Al menos espero que la pelirroja nos dé algunas respuestas, porque preguntas tengo muchas.

«Sobretodo porque algo así está permitido, o tal vez nadie más que ellos están enterados y de permitido esto tiene poco. ¿Debería de decir algo? Si claro, pero a quién....»

Los pensamiento del monje se resumieron en un "mejor dejarlo estar" y seguir con su vida por otro camino. Su viaje pacífico se convirtió en un complicado juego de tres locos y la negligencia de un personal dispuestos a echarlos por motivos completamente ajeno al gennin- y es que encima había sido su propia culpa tener a ese trío allí metido.

—¿Vamos?— preguntó a Riko para confirmar.

En la cubierta esperaban solamente los dos guías y la mirada atenta del capitán al timón. Mae ya estaba en el bote allí abajo al nivel del mar, atado a una soga bien firme para no alejarse de la embarcación principal. Shinsen era el que los esperaba para despedirse y ayudarles a bajar.

[Riko]

Karamaru mostró su disconformidad con aquella situación igual que lo había hecho el peliblanco, era algo que no había por dónde cogerlo pero, aun así, lo único que tenían claro era que ellos dos se largaban del barco antes de tiempo para evitar mayores molestias al resto de pasajeros y a ellos mismos.

—¿Vamos?

El Senju afirmó con la cabeza, no tenían otra cosa que hacer por lo que tenían que irse.

— De todas formas, vamos a estar atentos a todo lo que pase, no vaya a ser que todo esto sea parte del juego.

Llegados a ese punto Riko desconfiaba de todo lo que pudiera pasar en aquel barco, por lo que la fácil solución que les brindaban los guías se le hacía extraña también. Cuando los dos jóvenes llegaron a la cubierta vieron a los dos guías y al capitán del barco, que les miraba expectante.

— Espero que haya aprendido que tener a tres locos subidos a un barco no es buena idea. — Escupió mirando a la cara al capitán y sin decir más se lanzó al bote donde ya esperaba Mae a que subieran para irse a puerto.

[Karamaru]

La mirada al horizonte del barbudo capitán no se inmutó ni un poco ante las palabras del uzujin, seguía teniendo firme el timón con el mismo rostro serio con el que le vieron la primera vez. Pero si acaso en aquel momento lo vieron con buenos ojos por su posición de comando tras el timón, esa imagen era claro que no se pasaría por sus cabezas.

—Lo lamentamos mucho, lo siento.— una leve reverencia, seguramente por formalidad, les otorgó Shinsen antes de que ambos gennin descendieran por estribor.

Allí abajo, en el pequeño bote, Mae tenía en cada mano un remo y por su contextura física las dudas sobre cómo aguantaría llegar hasta el puerto no hacían más que multiplicarse. Pero una vez llegados Riko y Karamaru, cortó la soga con un pequeño cuchillo- y bien afilado al parecer, y empezó a remar en silencio. Poco a poco los tres empezaron a alejarse del rumbo del barco que se alejaba más rápido de lo que uno se podría imaginar estando allí arriba.

—¿Podemos preguntarte algo? Ya sabes, no es que precisamente no tengamos dudas de ningún tipo.— pero la pelirroja no contestó, siguió haciendo fuerza con los remos.

«Tal vez si la picamos con algo...»

—Oye Riko, ¿No crees que es raro que tuviesen dos hitai-ate shinobi? Encima tenían uno de cada aldea, y queda claro que la opción de que fuesen shinobi queda descartada.

Los dos gennin estaban uno al lado del otro en la proa de la pequeña embarcación, enfrentados a la guía de viaje. Aún estando frente a frente el calvo intentaba mantener la mirada fija en su compañero de al lado.