Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El calvo miraba ansioso a su igual, esperando que muera o que, si tenían suerte, solamente se quedase en su lugar. Pero la atención de los gennin pudo ser dirigida hacia otro lado por tan solo un instante. En aquella noche un fuerte viento golpeó sus caras pero al clon que tenían a la derecha el viento no fue lo único. Un ligero *puf* llegó a sus oídos con la corriente de aire.
«¿En serio?» reprochó en su cabeza. Parecía ser que una rama, o algo que se haya movido con el viento había golpeado a la falsa calva haciéndola desaparecer en el instante dejando tras de sí una ligera nube de humo.
—Al menos sabemos que nadie se tiró a atacarnos.— el monje que hablaba, el único que podía hacerlo, estaba parado entre medio de sus compañeros.
—Supongo que ya podremos acercarnos, ¿No? Que no nos deberíamos demorar mucho dada la situación.
Siendo así, Karamaru fue el primero en dar un paso hacia adelante y acercarse de a poco, atento al entorno, hacia su clon y a la piedra marcada.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
El único que actuó rápidamente fue Karamaru, se escondió entre las sombras de la cueva para luego salir de la misma, pero esta vez no era uno sólo, habían varios calvos, esto se acercaron directamente a la piedra, lo único que sucedió fue que una corriente de viento movió los árboles adyacentes para dejar que sus hojas rosaran entre sí.
—No es necesario que vayamos los tres.— Expresé, no estaba del todo seguro de que no hubiera nada, quizá no habían atacado porque no querían, simplemente no me fiaba que no fuera una trampa. —No bajes la guardia.— Sugerí mientras daba unos cuantos pasos detrás del monje, no pretendía acompañarlos hasta la roca, pero sí le apoyaría.
Mi diestra se movió rápidamente hacia mi porta objetos y saqué una cuchilla metálica y entonces la agarré fuertemente, con la siniestra saqué un par de estrellas metálicas y las dejé entre mi dedos, por sí necesitaba realizar un tiro veloz. —Te cubro, solo lee lo que dice y regresa, atento a los arbustos.— Pues era ahí en donde yo tenía mi mirada, los mismos se movían, pero no sabía sí era por las ráfagas de viento o por algo más.
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Manase Mogura se mantenía, ante todo, más alejado de la roca y los arbustos. Su atención hocilaba constantemente entre el puñado de calvos y aquello que se movía a causa del viento lo que fuese.
«¿Donde se metió esa mujer?»
Se preguntaba el médico, ya que a fin de cuentas era lo único que mantenía al grupo detenido frente a una piedra.
Inoue se mantenía cerca de Karamaru y lo animaba a que echase un vistazo rápido a una aparente inscripción en la superficie de la roca. El médico de pelo negro esperaba que fuese un mendigo mensaje de que la fémina volvería sola para que no entorpecieran su marcha o algo parecido.
«No pierdas tiempo, Habaki-san.»
Pensó en un punto Mogura, apreciando la escena desde una prudente distancia.
Para cuando Karamaru llegase a la piedra se podría leer bien la inscripción: "Hay un enemigo cerca. Volved donde nos encontramos."
El tiempo parecía seguir algo revuelto porque otra ráfaga de aire cruzaría el lugar repitiendo los mismos sonidos que la anterior y esta vez trayendo nubes que parecían dispuestas a soltar sus fluidos en cualquier momento. Para cualquier amenio sería más que evidente la inminente lluvia. Ahora, además de la advertencia de Saigo, tenían una advertencia directa de Aki sobre la presencia hostil en los alrededores.
No recibirían ningún otro signo ni evidencia de cualquier tipo de que no estuvieran solos.
El calvo, tras haber caminado lentamente, se encontraba de cuclillas junto a su clon. Este estático, mirando la piedra con la mirada perdida en la nada misma, pero el Karamaru real leía consciente la advertencia allí escrita. Disimulando la gravedad del asunto, no podía hacer otra cosa que mantener una mirada seria y con un simple sello deshacer sus clones, quienes se perderían en una ligera dispersión de humo arrastrado por el viento.
«No hay tiempo que perder, ¿Qué mierda está pasando?»
Dio media vuelta sobre sus tobillos mientras se levantaba y, al mismo ritmo que a la ida, se acercó a su compañeros. Parado entre ambos, mirando a la entrada a la cueva y en dirección opuesta a ellos, habló.
Nos tenemos que encontrar donde la primera vez. No es seguro andar por acá. Muévanse.
Y sin esperar respuesta, el calvo impuso paso rápido en dirección a la torre donde les había apuntado con aquella maldita espada y los había confundido para enseñarles un dolor profundo, antes de que todos los problemas se redujeran a heridos y más heridos.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Seguí todos los movimientos de Karamaru con mis orbes, con cada paso que daba hacia la piedra más me aferraba a los hierros para dispararlos de ser necesario, el calvo llegó rápidamente hacia la roca y entonces nuevamente las corrientes de viento se manifestaron, más feroces, más frías, nublando el cielo consigo. La humedad se hacía sentir, aunque aún no comenzara a llorar, olía a leguas a lluvia.
Nos tenemos que encontrar donde la primera vez. No es seguro andar por acá. Muévanse.— Manifestó el monje cuando regresó, y tras decir aquellas palabras comenzó a caminar en dirección a la torre de la meditación.
—Voy.— Seguí de cerca a mi compañero, viré a ver sí Mogura nos seguía y mantuve el paso. —¿Dijo algo más?— Pregunté curioso.
"Espero que no haya problemas..."
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El clima se sentía cambiar, sentía que no estaba equivocado si advertía la llegada de la lluvia dentro de no mucho tiempo más. Había que apresurarse.
Nos tenemos que encontrar donde la primera vez. No es seguro andar por acá. Muévanse.
Sintió una ligera presión en el pecho cuando escuchó esas palabras, el recuerdo del desagradable momento en que conoció a Aki volvió a su mente. Ahogó un suspiro con una ligera reverencia de su cabeza, no era momento para ponerse a emitir opiniones indebidas.
Manase Mogura seguiría el camino marcado por Karamaru y Keisuke.
La legendaria parsimonia del trio de shinobis no paraba de arrebatarles preciosos segundos, minutos e incluso horas, y ahora no iba a ser la excepción. Habían malgastado un tiempo importante hasta para mirar un mensaje grabado en una roca y seguir su camino como se indicaba, tiempo que un shinobi hecho y derecho no perdería estando de misión.
Al menos, Karamaru emprendió la marcha aprisa con lo que en unos breves minutos, se encontraron casi en el lugar de los hechos. Antes de que su vista situase el lugar exacto, sus oídos reconocieron un sonido que sus cuerpos no olvidarían en la vida. El de un combate. Metales chocando, cosas volando, gente saltando y cayendo, movimiento en general, seguido de gemidos de esfuerzo y cansancio.
En cuanto se asomaran verían a su superior, Aki, repeliendo los ataques de tres hombres mucho más corpulentos que ella con la única ayuda de su Uchigatana. El claro en el que se encontraba la Torre se encontraba a un par de lineas de arboles más, por lo que era improbable que les hubiesen localizado, todavía.
Los atacantes no cesaban en su ofensiva y la kunoichi esquivaba y bloqueaba como podía. Dos de los hombres usaban naginatas, así salvaban su culo del corto rango de la espada, mientras un tercero usaba un arco ligero para mantener a raya la iniciativa de la pelirroja, quien empezaba a acumular demasiados daños como para continuar resistiendo mucho más.
El arquero estaba justo en la otra punta del claro sacando una flecha de su carcaj y preparandose para atacar de nuevo, Aki era la que estaba más cerca de ellos y estaba a unos veinte metros. Desde donde estaban podían ver su gruesa capa de viaje llena de cortes y sangre a partes iguales pero poco más veían.
Seguí de cerca al calvo, la noche no me daba mayor sensación de seguridad, de vez en cuando volteaba a ver sí Mogura venía tras nosotros; mientras avanzamos entre los arboles mantuve la guardia alta, miraba hacia la oscuridad a mi izquierda y a mi derecha, llegados a un punto comencé a percibir los sonidos metálicos chocando entre sí, más adelante pude notar varios movimientos, tres cuerpos que se encontraban en movimiento, entre ellos estaba el de la pelirroja, esquivando sendos ataques por parte de sus agresores, y desde la lejanía venían flechas.
—Esperen, tenemos el factor sorpresa, y somos mayoría.— Dije rápidamente deteniéndome para trazar un pequeño plan antes de apoyar a la kunoichi. —Pienso que dos deben encargarse del arquero y otro apoyar a Aki; sí entramos en coordinados podemos hacer una buena respuesta.—
"No sabemos sí hay más, pero debemos actuar ahora."
Sin embargo, no podíamos darnos el lujo para discutir detalles o algo más.—Yo voy a por el arquero, no hay tiempo, Mogura sugiero que te quedes para apoyarla.— Dicho eso salí corriendo entre los arboles, rodeando el claro para mantener figura oculta, lo haría lo más rápido posible y buscaría posicionarme justo detrás de mi rival, mientras me movilizaba hacia allá me hice con un kunai y tres shurikens.
"Bien, un golpe certero puede deshabilitarlo" Me dije mientras buscaba la mejor posición para atacar, una vez localizada, lancé las estrellas directamente hacia su cuello, los tres proyectiles viajarían en una especie de linea vertical buscando herir la región cervical del arquero. Una vez hubiera visto que mis armas besaran la piel de mi enemigo, o no, me movería entre los robles para no delatar mi posición por sí había alguien más o por sí fallaba en mi ofensiva.
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22/03/2018, 01:55 (Última modificación: 22/03/2018, 01:55 por Karamaru.)
A paso rápido e impuesto llegaron los gennin hasta donde debían llegar. Y como también debían, por órdenes también impuestas, encontraron a Aki. Sin embargo, y por poca fortuna, las condiciones no eran las mejores. No era un atardecer tranquilo, con una leve brisa pero un clima cálido, no era su superior con una sonrisa en el rostro saludándolos y agradeciéndoles por la ayuda prestada. El fragor de la batalla los había alcanzado, y Karamaru hasta se hubiese conformado con los genjutsus de su superior antes que tener que coordinarse con el pelirrojo asesino y el médico egoísta.
— Eso, aparecé antes que nosotros, ¿Si? Ve a darle un respiro.— el monje ya tenía su idea pensada en la cabeza, y tenía que improvisar como sincronizarse con compañeros sin comunicación ni confianza. Pero tras sus palabras echó a correr a pocos centímetros de Keisuke siguiendoló paso a paso esperando hiciera lo que esperaba.
«Pero....»
Pero no lo había hecho. En vez de rodear al arquero y hacer un ataque frontal, con el cenobita a su sombra, se limitó a lanzar sus armas esperando acertar al objetivo y permanecer oculto. Nada le iba a arrebatar las ideas a Karamaru, que pensando rápido y actuando para hacerse pasar por el atacante para darle ventaja al pelirrojo, salió de entre los árboles a buscar firme y derecho al arquero.
Kunai en mano, esperaba el primer esquive de aquel hombre para lanzárselo y poder acercarse un poco más sin que pudiera usar su arco.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
—Yo voy a por el arquero, no hay tiempo, Mogura sugiero que te quedes para apoyarla.—
El médico de pelo rojo fue rápido en tomar la iniciativa de la situación y plantear un plan de acción, plan de acción que nadie tendría tiempo a cuestionar o rehacer. Como todo lo anterior hecho en la jornada, el equipo improvisado seguiría improvisando.
Mogura tenía delante la tarea de asistir en su combate a la kunoichi, quien no paraba de luchar por su vida con una espada en mano. Sus oponentes en aquel momento eran dos hombres armados con alabardas, no parecían muy interesados en cerrar distancia con Aki.
Y eso le daba una idea al médico.
Llevaría rápidamente una mano al interior de su portaobjetos y tomaría un pequeño frasco de cristal. Agudizó un poco su ojo para ver un lugar adecuado y entonces, sin dudarlo dos veces, arrojaría el Gas Lacrimogéno. El objetivo era un punto entre los dos hombres armados con las naginata y un poco detrás, de manera que cuando el gas se liberase fuese demasiado tarde para que estos pudiesen reaccionar.
Karamaru y Keisuke priorizaron la velocidad al sigilo y no tenían las habilidades ni la experiencia necesaria para moverse con tal rapidez entre arbustos sin causar un verdadero concierto de sonidos. Conforme avanzaban se oían las ramas que pisaban, los arbustos que apartaban e incluso sus quejidos cuando alguna zarza les agarraba la piel.
El arquero centró toda su atención en ellos, esperando la inevitable ofensiva que no tardó en suceder, varias estrellas ninjas se dirigían hacia él, pero ya estaba preparado y con su arma cargada. Obviamente, no había hecho ninguna señal de que se hubiese percatado para que no se echaran atrás, sino que esperó al último momento para girar su arco al lugar de donde habían salido los shurikens, soltando las flechas, haciendo una voltereta después para esquivar la ofensiva.
Fue entonces cuando el calvo apareció, con dos flechas dirigiéndose a su cuerpo y con un tiempo de reacción bastante limitado.
Los lanceros se encargaron de mantener a raya a Aki, quien solamente podía maldecir internamente la corta perspectiva de sus subordinados. Poco después una bomba de humo lacrimógeno estalló en medio del conflicto, obligando a ambas partes a retroceder.
La pelirroja se apoyó en su espada, aprovechando el momento para tomar un respiro. Antes de decir o hacer nada más, sacó un pequeño pergamino y aprovechando la atención que le habían robado los genins lo lanzó por la zona de arbustos de donde había salido la canica de gas lacrimógeno.
Ahora los dos lanceros estaban mucho más cerca de Keisuke y Karamaru, y bloqueaban por completo una posible reagrupación.
— ¡¿Pero se puede saber qué demonios estáis haciendo?!
Tuvo que tomar aliento de nuevo después de ese grito. Los tres desconocidos se giraron por inercia a encarar a la pelirroja, que ahora se dirigía hacia el arquero andando con su espada en las manos.
— Si ni siquiera sois conscientes de lo que podéis o no podéis hacer, salid de aquí. Volved a la villa, aquí no pintáis nada.
La pelirroja recobró parcialmente la atención de los atacantes, que estaban esperando la siguiente ofensiva.
Cerca de Mogura aterrizaría un pergamino, que rodaría levemente hasta chocar con una raiz y detenerse.
A ver, con 20 y 30 de destreza, NO se puede correr en sigilo, de hecho, necesitáis estar muy concentrados para no hacer ruido, y tanto Karamaru como Keisuke especificáis que corréis. Así que se os oye desde Canadá.
Respecto a la ambigüedad, sed específicos con lo que hacéis y cuando lo hacéis. Ninguno especifica nada sobre nada, poner que lo haces muy rápido no es un dato de nada. Yo tengo que ordenar vuestras acciones para saber cual va primero y cual última, y ese orden es conforme a mi me parece, y NO debería ser así.
Donde vais, donde estais, donde mirais, a qué estais atentos, qué estais esperando, detalles chicos, DETALLES. Aquí podeis decidir libremente qué haceis y no lo estais aprovechando.
Cualquier duda que tengais sobre esta trama, me podeis mandar un mp.
Absolutamente entusiasmada en su gran estrategia el calvo apareció en el claro a buscar a muerte al arquero que amenazaba a su superior, pero ahora el amenazado era él. Dos flechas filosas se acercaban con prisa en su búsqueda, y sin tener demasiado tiempo y llevándose un gran susto por cómo habían salido las cosas no pudo hacer más que querer cambiar de dirección sin éxito.
Sus pies se cruzaron uno frente a otro y lo próximo que podría ver era el piso, y luego el cielo, y luego los árboles, y luego el piso otra vez. Torpemente había rodado varios metros hasta quedar a medio camino entre su posición de salida y la del arquero para quedar tumbado en el suelo con un gran dolor en el cuerpo.
—¡¿Pero se puede saber qué demonios estáis haciendo?!
«Ay, perdón»
Karamaru había perdido de vista a los dos hombres con lanzas y, mientras trataba de levantarse ya no solo con el dolor de la caída sino también con el dolor del ataque de aquel maldito arquero, miraba como Aki encaraba a su atacante.
No quería poner ni cuántas flechas, ni donde impactaban. Por eso salió un poco más escueto
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Y justo en el momento en que lancé las estrellas, me moví de dicha posición, por sí fallaba en mi intento, como lo había planeado previamente; Karamaru, quien me seguía de cerca, en vez de mantenerse oculto entre los arboles decidió hacerse notar, salir al claro, y mi sorpresa fue que el arquero estaba atento a nosotros, él realizó una contraofensiva lanzando un par de flechas a las posición del calvo, para luego realizar un salto y esquivar del todo las tres estrellas. Mi reacción fue detenerme en el acto y lanzar el kunai que tenía en mi siniestra, fue una acción que hice por instinto, mi idea era que el kunai interceptara la flecha de arriba, la superior, lo demás sería cuestión de que el monje se defendiera de algún modo.
"¿Que coño haces Karamaru" Pensé molesto por descubrirse así.
La acción no solo había comenzado desde nuestra parte, Mogura había accionado su plan para apoyar a Aki; quién terminó por reprendernos por nuestras acciones, no habíamos hecho la mejor intervención, y según ella hubiera sido mejor que realmente siquiera hubiéramos entrado en su ayuda, en el fondo tenía razón, no estábamos coordinados ni mucho más.
Me mantuve oculto detrás del tronco de un árbol y miré lo que sucedía con Karamaru, la situación se había complicado, nuestro grupo estaba dividido, aparentemente Aki mantenía la atención de sus agresores, debíamos hacer algo al respecto y coordinar mejor nuestros ataques, y esperar a que no metan la pata.
Sorry D:U Trataré de cuidar los detalles u.u
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El frasco se rompió y el gas se liberó, se expandió a tal velocidad que tanto la mujer como los hombres tuvieron que retroceder para no verse afectados por los efectos del veneno.
La fémina tomó un respiro, aprovechando la situación. Se hizo entonces de un pergamino y lo arrojó hacía donde estaba el médico.
— ¡¿Pero se puede saber qué demonios estáis haciendo?!
Escuchó gritar a la pelirroja, pero Mogura ahora estaba dado a la tarea de recoger el pergamino que Aki había lanzado.
— Si ni siquiera sois conscientes de lo que podéis o no podéis hacer, salid de aquí. Volved a la villa, aquí no pintáis nada.
Eso sonaba a una orden, orden que no tenía problemas en cumplir, pero claro estaba que Mogura no estaba actuando solo en aquel momento, había otras dos personas con él, para su mala suerte, de igual rango.
«Ahí está.»
Pensó cuando vio el pergamino en el piso, se lanzó sobre él tan rápido como pudo y lo guardó entre sus pertenencias con recelo. No tenía intenciones de quedarse parado sabiendo que había un sujeto con un arco y flechas en el bando enemigo, por lo que se agachó ahí donde el pergamino había caído.
«Habaki, Inoue. Vuelvan de una vez, debemos irnos.»
Pensaba el médico elevando la mirada ligeramente por encima de su hombro para tratar de tener una idea de lo que sucedía en el claro.