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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Hanabi suspiró y se dio la vuelta, abandonando la hermosa vista que le ofrecía su aldea. Una aldea que últimamente no parecía hacer más que empeñarse en crearle una lista interminable de problemas. Nunca se habría imaginado que el trabajo de Uzukage hubiera sido tan complicado. Se preguntó si su antecesora —la de verdad, no aquellos efímeros intentos de líder— era mucho mejor que él y por eso parecía que el peso que caía sobre sus hombros era mucho menor o simplemente era el punto de vista desde que uno observaba. Suspiró, retirando los brazos tras la espalda, apartando un poco su sillón de cuero y tomando asiento segundos después. Se recostó sobre la mesa, apoyando el codo en la madera y la mano en la frente, sujetándose la frente.

La puerta estaba abierta. Vio la figura de uno de sus ANBU de confianza dirigiéndose hacia el despacho.

¿Me había llamado, Uzukage-sama? —preguntó, arrodillándose ante él.

Eh... sí, sí, Yuichi-san. Por favor, llama a Uzumaki Eri. Quiero tener una charla con ella. Dile que venga cuando tenga un tiempo largo disponible; no es nada urgente.

Claro, Uzukage-sama —asintió el ANBU, y se levantó, echando a andar a buen ritmo en dirección contraria.


Daruu al servicio del prójimo. Alojo esta trama en mis huecos de usuario.
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#2
Se había levantado con ánimos renovados, el día pintaba perfecto para ser aprovechado y ella, sin perder más el tiempo, decidió levantarse y vestirse para comenzar su sesión matutina de entrenamiento. Aprovechaba las mañanas pues solía haber menos gente y el frescor de las primeras horas ayudaba a que su mente se despejase completamente, así que comenzó a vestirse con sus ropas habituales sin las botas, pues todavía tenía que desayunar.

Tarareando una conocida canción se dirigió a la cocina, tras unos diez minutos, ya había conseguido untar las tostadas con mantequilla y se disponía a disfrutar de su desayuno tranquilamente apoyada contra el marco del ventanal que daba con Uzushiogakure.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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#3
La cabeza de un ANBU apareció de debajo del ventanal como un topillo.

¡Uzumaki Eri! —exclamó, diligente—. Uzukage-sama requiere de su presencia. —El ANBU se dio cuenta de que la muchacha sostenía una tostada—. Me ha dicho que no hay prisa. ¡Ten un buen día!

¡PUF!

El ninja desapareció estallando en una nube de humo y en unas cuantas hojas que revolotearon por su cocina.
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#4
De pronto, la cabeza de uno de los ANBU de su aldea apareció de debajo de la ventana por la que ella miraba distraídamente. Parpadeó varias veces, incapaz de creerse lo que acababa de ocurrir, hasta que el hombre habló, dirigiéndose hacia ella.

¡Uzumaki Eri! Uzukage-sama requiere de su presencia. Me ha dicho que no hay prisa. ¡Ten un buen día!

¡PUF

Justo cuando el ninja desapareció estallando en una nube de humo, la tostada que Eri estaba untando tranquilamente de mantequilla se le resbaló como si fuese gelatina, cayendo, claro; por el lado donde la sustancia amarilla estaba siendo esparcida, por lo cual acabó haciendo un sonido sordo al caer, manchando todo el suelo que, por suerte, no estaba enmoquetado como ella había querido desde que se mudó.

¡Uzu-Uzukage-sama quiere verme! —exclamó, pasando olímpicamente de la tostada ya que el apetito se le había ido al sustituir el hambre por la emoción del momento —. Espera —sopesó—. ¿Y si hice algo malo? Bueno, si no hay prisa puede que no sea malo... ¿Una misión? ¿Algo relacionado con Uchiha Datsue? —enumeró sus posibilidades mientras iba a su habitación. No había prisa, pero quería presentarse lo antes posible allí.

Murmurando aún qué podría querer Hanabi-sama de ella, terminó por arreglarse la vestimenta y recoger su habitación en tiempo récord, hasta que, tras una hora de la visita del ANBU, Eri abandonaba su apartamento para dirigirse al Edificio del Uzukage y salir de dudas, pues la curiosidad la devoraba desde dentro.
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#5
Eri llegó sin problemas al Edificio del Uzukage, donde fue instruída a subir al piso superior. Al entrar al despacho, un jovial Hanabi le recibió con una radiante sonrisa. El hombre señaló la silla que había frente su escritorio.

Por favor, siéntate. —Esperó a que Eri hubiera tomado asiento, rebuscó un poco en el cajón y sacó una bolsa con galletas de chocolate. Desanudó el nudo con paciencia y maña, y la colocó entre los dos. Cogió una galleta y le dio un bocado—. Son caseras. ¿Qué, no esperabas esta faceta mía, verdad?

»Eri, felicidades por el rango de jounin. Eres una kunoichi excelente.
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#6
Tras un breve periodo de tiempo, la kunoichi entró en el Edificio del Uzukage, donde se dirigió al piso superior para encontrarse con el propio Uzukage. Antes de entrar, sin embargo, se le borró lentamente la emoción que sentía por los nervios de encontrarte directamente con tu superior, así pues, tragó saliva y dejó que la amable sonrisa de Hanabi la calmase poco a poco.

Se acercó hasta la silla que Hanabi había señalado, pero no se sentó hasta que él se lo pidió.

Buenos días, Uzukage-sama —saludó cuando estuvo lo bastante cerca para que la escuchase, sin necesidad de gritar más de lo debido.

Entonces el rubio rebuscó en un cajón, donde tomó una especie de bolsa con galletas dentro, de chocolate. Sus tripas rugieron, a sabiendas de que su desayuno había sido desparramado por el suelo de su cocina y no había sido tomado como en un principio debería haber sido.

Son caseras. ¿Qué, no esperabas esta faceta mía, verdad?

Sin duda, Uzukage-sama, es usted una caja de sorpresas. —Respondió, devolviéndole la sonrisa que él le había brindado antes. Aquel gesto había hecho que la mitad de sus nervios desapareciesen poco a poco.

Eri, felicidades por el rango de jounin. Eres una kunoichi excelente.

Muchas gracias, Uzukage-sama, es un placer servir a mi villa —agradeció, haciendo una reverencia hacia su superior—. Espero poder cumplir con mi cometido.

Y, con cierta timidez, cogió una galleta de chocolate.
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#7
Hanabi degustaba su propia galleta con delicados bocados mientras dejaba pasar el tiempo, medido con la aguja de los milisegundos de un cronómetro bien ajustado.

Estoy seguro de que lo harás, ya has demostrado que eres capaz de ser muy responsable —dijo, reclinándose un poco en el sillón—. Pero dime, ¿sabes cuales son todos los cometidos de un buen jounin?

Los ojos de Hanabi brillaron con un fuego peculiar.
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#8
Estoy seguro de que lo harás, ya has demostrado que eres capaz de ser muy responsable —Hanabi volvió a hablar, y ella lo miró mientras se reclinaba en su sillón—. Pero dime, ¿sabes cuales son todos los cometidos de un buen jounin?

Ella terminó la galleta para no hablar con la boca llena, un poco más deprisa de lo que hubiera querido, tragó lentamente y meditó sus palabras.

Creo saberlos —respondió, al cabo de unos segundos—, tengo que proteger a mis compañeros, cuidarlos, servir de guía para aquellos que están perdidos, creo, Uzukage-sama, que el cometido de un buen jounin es ser un buen ejemplo para los demás.
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#9
Hanabi asintió, complaciente, mientras giraba la muñeca, como enumerando en el aire los puntos que planteaba Eri. Luego, se recostó sobre el sillón y, elocuente, se acarició la barbilla, clavando sus ojos de color de las naranjas en los de la Uzumaki.

Cada uno tiene una visión diferente de lo que es ser un buen jounin, la tuya me parece la más adecuada para lo que quiero proponer —o plantear— hoy —divagó Hanabi—, cada uno tiene, incluso, una visión diferente de lo que es ser un shinobi. Se evidenció en aquella pregunta del teórico. —Sonrió—. Por supuesto, siempre queda la respuesta teórica, que en aquél momento no nos interesaba demasiado. Ahora es diferente, no obstante.

»Como sabrás, los jounin son los ninjas más cercanos al Uzukage. Y también son los primeros sucesores a tener en cuenta cuando el anterior jefe cede el testigo. —Se inclinó hacia adelante y apoyó los antebrazos en la mesa sin dejar de mirarla—. Cuando te miro, Eri-san, veo en ti a quien fue un día mi maestra. Veo en ti la viva imagen de la voluntad de paz y estabilidad de Shiona-sama.

»Quiero que seas mi sucesora.
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#10
No dejó de mirar a Hanabi durante todo su relato, tampoco apartó la mirada cuando él clavó sus ojos naranjas sobre los de ella, aunque sí podía afirmar que se encontraba nerviosa por hallarse allí, frente al líder de su villa, sin saber todavía bien la razón.

Cada uno tiene una visión diferente de lo que es ser un buen jounin, la tuya me parece la más adecuada para lo que quiero proponer —o plantear— hoy, cada uno tiene, incluso, una visión diferente de lo que es ser un shinobi. Se evidenció en aquella pregunta del teórico.

Ella asintió, recordando su respuesta de aquella pregunta, que, aunque vagamente recordaba con exactitud lo que había escrito, seguía firme a sus ideales.

—Como sabrás, los jounin son los ninjas más cercanos al Uzukage. Y también son los primeros sucesores a tener en cuenta cuando el anterior jefe cede el testigo.

Eri asintió de nuevo, cerrando los ojos por un instante mientras echaba su cabeza hacia delante durante el breve tiempo que duró su sí. Hanabi se inclinó hacia ella y apoyó los antebrazos en la mesa, luego prosiguió con su charla:

—Cuando te miro, Eri-san, veo en ti a quien fue un día mi maestra. Veo en ti la viva imagen de la voluntad de paz y estabilidad de Shiona-sama.

Su corazón bombeó al escuchar aquello, y más con lo siguiente.

—Quiero que seas mi sucesora.

Abrió los ojos más de lo normal y retuvo todo el aire que tenía dentro, solo por miedo a que se escapase sin su consentimiento y se ahogara allí mismo. Por Shiona-sama, ¿quería que ella, Uzumaki Eri, una kunoichi sin ningún talento excepcional, ocupase su puesto cuando él no pudiera? Algo dentro de ella quería chillar por la emoción, pero otra parte de su cabeza sentía que ella no podría ocupar ese puesto aunque quisiera, pues sabría que no sería capaz de llevar a cabo dicha tarea de la forma correcta.

Uzukage-sama, yo... —comenzó, aunque parecía que primero necesitaba tomar todo el aire del mundo para hablar—. Es... Es todo un honor escuchar esto, pero... Pero no cree... ¿Que hay gente más cualificada y con mejores habilidades para cuidar la villa que yo cuando usted —y espero que ocurra dentro de mucho tiempo— no pueda ocupar este cargo?

Pensó en Uchiha Akame, pero tuvo que desecharlo al instante, pues su estado de jinchuuriki podría perjudicarle. Pensó en Datsue, pero a él sí que lo desechó rápidamente, sin ni siquiera dar una razón. ¿Y Akimichi Katsudon? Conocía a mucha gente, y todos ellos podían ser mejores que ella...

¿Por qué, entonces, era a ella a quien quería como sucesora?
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#11
Hanabi cerró los ojos, se reclinó en el asiento, y se cruzó de brazos. Tras un largo y tendido suspiro...

Eri. Te hablaré con franqueza. Nuestra aldea no puede permitirse una guerra, ni quiere tenerla. Recuerdo que Shiona siempre me hablaba sobre proteger la estabilidad por encima de todas las cosas. Demonios, recuerdo que más de una vez hemos tenido alguna disputa diplomática, y aunque nosotros teníamos la razón, Shiona siempre optó por dar un paso atrás para no calentar las cosas.

»Katsudon me ha manifestado su voluntad para no aceptar el cargo, si es que le elijo. Nunca se le ha dado bien dar órdenes ni administrar cosas. Se pierde con el papeleo. Y aparte de él, ¿a quién ponemos? ¿A Akame? No me hagas reír. ¿A santo de qué trajo a aquél ninja esposado? ¡Ja, por cierto, ese sí que no sabía dar un paso atrás! Le bastaba con aceptar disculparse, pero estos amejin están hechos de otra pasta. La pasta de los imbéciles.

»En fin. Akame y Datsue siempre me dan la sensación de que están maquinando cosas a mis espaldas. Y parecen ser un imán para los problemas. ¿Crees de verdad que cualquiera de esos dos sería buen Uzukage? No es que piense que son unos traidores, pero en el fondo, sé que el tiempo con Zoku, y esa endemoniada bestia, les ha afectado.

»Pero cuando te miro a ti, veo paz. Veo calma. Hiciste todo bajo tu mano para calmar a la jinchuuriki de Amegakure y nos salvaste a todos. Eres la clase de ninja que puede llegar muy lejos. Un buen kage, Eri, no se hace sólo en base a sus habilidades.

»Y respecto a eso... bueno. Tengo pensado arreglarlo con un empujoncito.
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#12
Eri tragó saliva, pues acababa de decirle que no a su Uzukage y a lo mejor aquello era lo peor que podía hacer. Se recordó a sí misma que lo había hecho por el bien de su aldea, pues tendría otra gente más cualificada para ostentar aquel importante puesto.

Pero Hanabi le explicó su situación. Como Shiona y él habían discutido y sin embargo Shiona siempre estaba ahí para evitar que todo fuera a mayores. Como Katsudon se había negado pues no se le daba bien todo lo relacionado a la administración. Akame estaba descartadísimo, y un sentimiento de culpa cruzó por sus ojos, apagándolos por un momento: fue ella quien esposó a Daruu, y todavía cargaba con aquello.

Por lo cual, los Hermanos del Desierto estaba descartados, Katsudon igual, pero afirmaba que ella, Uzumaki Eri, era todo lo que Uzushiogakure necesitaba.

Por un momento cruzó por su mente la conversación que tuvo con Ayame, pues ellas querían ser las precursoras de una nueva paz sobre Oonindo. ¿Acaso... Acaso no sería esto un paso más allá? Sería ella la responsable de su villa, sería capaz de ir formando dicha paz poco a poco...

Cesó sus pensamientos, pues Hanabi dijo algo que llamó su atención.

—Y respecto a eso... bueno. Tengo pensado arreglarlo con un empujoncito.

¿Empujoncito? —preguntó desconcertada la kunoichi, y en verdad tuvo que llevarse una mano a la boca por su manera poco cortés de preguntar, ¡que era el Uzukage!—. Disculpe, Uzukage-sama, pero no entiendo a qué se refiere.
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#13
Hanabi sonrió y se inclinó de nuevo hacia adelante. Le dio la vuelta a la palma de la mano derecha, apuntándola hacia el techo. Un destello anaranjado reveló entonces unos hilillos de chakra, que giraron y giraron cada vez más rápido, entretejiendo un ovillo de energía giratorio que produjo un sonido parecido al del viento durante un breve instante. La esfera se volvió compacta, y brilló con fuerza.

Rasengan —dijo—. Una técnica pasada de generación en generación desde la antigua Konohagakure. A mí me la enseñó Shiona-sama, mi maestra. Y a mi maestra, Akimichi Daigo, su predecesor. —Hanabi cerró el puño, y el Rasengan se desvaneció con un potente resplador—. Si tú vas a ser el legado de Shiona, me parece apropiado que la aprendas.
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#14
Eri observó, al principio temerosa, pasando por curiosa hasta quedar maravillada al ver como Hanabi lograba hacer un rasengan perfecto en la palma de su mano. Estuvo expectante al ver como esos pequeños hilos lograban formar aquella esfera de chakra que ahora reposaba en poder de Hanabi, incapaz de pensar en otra cosa que en aquella técnica.

Le recordaba tanto a Shiona.

Rasengan —dijo—. Una técnica pasada de generación en generación desde la antigua Konohagakure. A mí me la enseñó Shiona-sama, mi maestra. Y a mi maestra, Akimichi Daigo, su predecesor.

Entonces su cabeza pareció hacer click, ¿acaso insinuaba...?

Si tú vas a ser el legado de Shiona, me parece apropiado que la aprendas.

¿Y-yo? —balbuceó, sin acabar de creérselo. Los colores acudieron a sus mejillas—. ¡P-pero Uzukage-sama, el Rasengan... Quizá es demasiado! —se excusó. Claro que le encantaría conocer esa técnica, pero había pasado de generación en generación de Uzukages... Si ella lo conseguía, eso solo podía significar estar firmando un mudo acuerdo en que ella cogería las riendas de la villa.
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#15
El Uzukage se rascó la parte derecha de la cabeza con un dedo, mientras reflexionaba en un quedo murmullo.

Curioso —dijo—. ¿De qué conoces tú el Rasengan? Hablas como si ya hubieras oído sobre él, y Shiona no solía utilizarlo a la ligera. Tampoco su hija, Gouna, la única de quien también podrías haberlo visto.

»Es igual. Eri, ¿por qué es demasiado? Te estoy diciendo que confío en ti, más que en ningún otro de los jounin más noveles. Por supuesto, hay gente por encima en nivel de combate que tú, pero de todos los ninjas eres la que más me recuerda a Shiona. Y además, ellos ya van bien serviditos de técnicas. De modo que no veo nada malo en enseñártelo a ti.
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