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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Daruu y Ayame prácticamente se abalanzaron sobre el pequeño puestecito con el ansia de dos lobos y la ilusión de dos niños pequeños. Él se adelantó a sus intenciones y compró un algodón de color rosa para él y otro azul para ella.

Minutos después, ambos caminaban deleitándose en sus respectivos dulces. Daruu la había tomado de la mano, así que no podía utilizarla para comer y se veía obligada a enterrar los dientes entre el algodón, pringándose en el proceso la nariz y las mejillas de azúcar azul.

—Es como morder... aumpf. —mascullaba Daruu a duras penas—. [sub=mediumseagreen]Ef jomo mozded ufa nufe. —Tragó—. Pero cuando la masticas se convierte en dulzor puro. ¡Está buenísimo!

¡Y fe feface en la boca! —respondió ella, igual de ocupada en engullir. Al igual que Daruu, tuvo que tragar para seguir hablando y que se entendiera lo que estaba diciendo—. Nunca había probado algo igual. ¡Igual que los helados y los granizados! ¿Por qué no podemos tener estas cosas en Amegakure?
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#47
Daruu se encogió de hombros, soltó la mano de Ayame y señaló con la palma hacia arriba su rosada nube dulce.

Pues... esta en concreto, supongo que porque se desharía bajo la lluvia —dijo—. Respecto a los helados y los granizados... Bueno, estoy seguro de que cuando vuelvas a Amegakure no te apetecerán tanto. —Se echó a reír—. ¿Pero en serio no los has probado? ¡Pues un día nos comemos uno, en verano! Claro que sí.

»Oh, pero hay muchas cosas dulces en Amegakure, empezando por los pasteles que prepara mi madre. Y hablando de mi madre. ¿Has probado alguna vez los Amedama? —preguntó—. Aparte de mí. Ya sé que soy todo un caramelito. —le guiñó un ojo sacándole la lengua.
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#48
Daruu le soltó la mano, encogiéndose de hombros y señalando la dulce esfera rosada que sostenía.

Pues... esta en concreto, supongo que porque se desharía bajo la lluvia —respondió, haciendo eco de las suposiciones de Ayame—. Respecto a los helados y los granizados... Bueno, estoy seguro de que cuando vuelvas a Amegakure no te apetecerán tanto —se rio—. ¿Pero en serio no los has probado? ¡Pues un día nos comemos uno, en verano! Claro que sí.

A lo que me refería es que es injusto que nosotros no podamos disfrutar de estas cosas porque no deja de llover —protestó Ayame, hinchando los mofletes—. ¡Oh! Ahora que lo mencionas probé el granizado de sandía, creo que fue en Uzushiogakure. ¡Eso sí que estaba bueno! Pero no te diré que no a una nueva invitación cuando llegue el calor —concluyó, dedicándole una suave sonrisa.

Oh, pero hay muchas cosas dulces en Amegakure, empezando por los pasteles que prepara mi madre. Y hablando de mi madre. ¿Has probado alguna vez los Amedama? Aparte de mí. Ya sé que soy todo un caramelito —añadió, sacándose la lengua mientras le guiñaba un ojo.

Y las mejillas de Ayame volvieron a encenderse. Y es que, cuando quería, las palabras de Daruu podían ser tan dulces como la melaza. Resultaba difícil saber cómo defenderse de ellas.

Pues... lo cierto es que no... —respondió, escondiendo su vergüenza tras su algodón de azúcar—. Mi... mi padre no es muy fan de los dulces, como ya sabes... Las... las caries y esas cosas...
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#49
Daruu chasqueó la lengua.

¡Pero mira que es soso, eh! —Lo decía en broma, pero en el fondo le irritaba muchísimo. De cuántas cosas habría privado a su hija ese medicucho estirado...—. Pues... ¡no te preocupes! Cuando salgamos por Amegakure te llevaré a una tiendecita tradicional para que pruebes alguna.

Ayame y Daruu siguieron paseando por Notsuba durante un buen rato. Disfrutaron de los varios parques que había por la ciudad, se pararon en algún que otro templo... ¡Incluso había uno dedicado a Amenokami!

Varias horas más tarde, algo cansados, regresaron al hotel. Estaba anocheciendo, y pronto sería la hora de la cena. Los muchachos aguardaron hasta entonces y se pusieron los primeros de la cola.

Ayame, crees... ¿crees que habrá pizza? —preguntó Daruu, relamiéndose.
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#50
Y Daruu chasqueó la lengua en respuesta.

¡Pero mira que es soso, eh! Pues... ¡no te preocupes! Cuando salgamos por Amegakure te llevaré a una tiendecita tradicional para que pruebes alguna.

Ayame asintió, inmensamente feliz. Los dos muchachos siguieron paseando por Notsuba agarrados de la mano, y Ayame se sorprendió al descubrir lo cómoda que se sentía, simplemente, caminando junto a su pareja. Ni siquiera los momentos de silencio eran un problema, porque eran silencios cómodos, cómplices, compartidos. No habían podido disfrutar de un momento tan relajado hasta el momento, y Ayame estaba dispuesta a saborear cada segundo junto a él. El algodón de azúcar no les duró más de un cuarto de hora y, después de deshacerse de los palos que restaban, se dedicaron a investigar varios parques de la ciudad y se pararon a contemplar algún que otro templo. Ambos se sorprendieron al descubrir que uno de ellos estaba dedicado a Amenokami. No fue hasta que el sol comenzó a caer cuando decidieron volver a hotel. El hambre acuciaba, y la hora de cenar se acercaba.

Ayame, crees... ¿crees que habrá pizza? —le preguntó Daruu, cuando se hubieron colocado en la cola de acceso al comedor. Habían llegado los primeros.

Ella no pudo evitar echarse a reír.

Eres incorregible, ¿comes algo que no sea pizza? Quien sabe... a lo mejor sólo tienen... pescado —bromeó, con voz tenebrosa.

Justo en ese momento, un hombre joven vestido con un traje elegante y formal a partes iguales abrió las puertas.

Bienvenidos. ¿De qué habitación son? —les preguntó.

Y Ayame se quedó en blanco. No se le había ocurrido mirar el número de la habitación.
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#51
Ayame rio, y se burló de él.

Eres incorregible, ¿comes algo que no sea pizza? Quien sabe... a lo mejor sólo tienen... pescado —bromeó, con voz tenebrosa.

¿Ah, sí? Pues espero que todo sepa a ca-fé. ¡Hmpf! —se picó él, apartando la vista y cruzándose de brazos. Pues hala, había decidido que si todo era pescado, él se levantaría y con sus dos preciosas patitas se iría a comer a cualquier puesto callejero.

Pero antes de que pudiera seguir divagando, las puertas del salón de cenas se abrieron de golpe. Daruu pegó un bote en el sitio. Avergonzado, se escondió detrás de Ayame.

Bienvenidos. ¿De qué habitación son? —Les preguntó un arreglado empleado del hotel.

Daruu y Ayame se quedaron en blanco durante unos segundos. De pronto, Daruu golpeó el hombro de Ayame repetidamente con una mano.

¡La llave... la llave!
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#52
¡La llave... la llave! —exclamó Daruu, dándole varios golpecitos en el hombro.

Ah... ¡Ah, sí! ¡La llave! —masculló Ayame, roja como un tomate, mientras buscaba desesperadamente la llave en el interior de su bolso. No tardó más que unos pocos segundos en sacarla, pero a ella se le hicieron eternos—: Estamos alojados en la suite.

El recepcionista los contempló con ojos entrecerrados, como si no terminara de creer que un par de chiquillos como ellos pudieran permitirse el alojamiento en una habitación así. Pasaron varios tensos segundos hasta que al fin se apartó de la puerta y dibujó una cruz en algún punto de la lista de clientes del hotel que llevaba consigo.

Adelante, pueden pasar. Pueden sentarse donde quieran, enseguida pasarán a servirles.

El restaurante resultó ser una amplia sala rectangular surcada de mesas y sillas. El estilo seguía la misma estética que el resto del hotel, y junto a las esquinas se podían apreciar pequeñas fuentes de piedra a modo de decoración. Las mesas estaban cubiertas con impecables manteles blancos y los cubiertos ya estaban dispuestos, perfectamente colocados, junto a cada plato. Sobre estos se habían colocado una servilleta de tela enrollada para cada comensal. Ayame se dirigió con Daruu a una de las mesas que se encontraban junto a la ventana que daba al exterior a través de unas cortinas semicerradas de color blanco. Se sentó en una de las sillas y tomó una de las cartas para echarle una ojeada. Entre sus líneas había una gran variedad de platos: desde carnes y verduras de todos los tipos, pasando por las pastas y las pizzas y, por supuesto, el tan temido pescado.

Vaya, parece que vas a tener suerte —le dijo a su acompañante.
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#53
Daruu entró en el amplio salón y pareció ligeramente decepcionado. Él había imaginado que en aquél hotel habría uno de esos buffets libres. Ya se imaginaba con su plato, capa sobre capa de una torre hecha de trozos de pizza rebosantes de queso. Bueno. Pues nada, qué se le iba a hacer.

El muchacho se sentó en la mesa y tomó la carta con los ojitos brillosos. Enseguida se le animó algo la cara. Ayame debió de notarlo, porque...

Vaya, parece que vas a tener suerte —le dijo a su acompañante.

Ñaña, ñañeñe ñe ñaña ñeñe ñueñe —se burló Daruu.

Un camarero de estirado traje formal de color blanco y negro se materializó entre ellos como si se hubiese movido con un Sunshin no Jutsu. El hombre, atusándose el bigote, no pronunció la primera sílaba antes de que fuese interrump

Pizza margarita.

Esto... disculpe, pero les iba a preguntar por la...

¡Pizza margari...!

...bebida.

Ah... ah. Agua.

El camarero tomó nota suspirando y echando una mirada apesadumbrada a Ayame, a quien también le pidió saber qué bebida iba a tomar.

Vale. Ahora sí. ¿Pizza margarita, no?

Bueno, mejor la barbacoa. Sí, esa.

... —El camarero observó a Daruu, que mantenía los ojos fijos en la carta, durante unos largos cinco segundos. El boli con el que anotaba las comandas temblaba entre sus firmes y arrugados dedos iracundos.

Ris, ris, ris... anotado.

Suspiró.

¿Y... la señorita?
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#54
Ñaña, ñañeñe ñe ñaña ñeñe ñueñe —Daruu se burló de ella, y Ayame le sacó la lengua en respuesta.

Pero antes de que ninguno de los dos pudiera añadir nada más al respecto o responder al otro, un camarero vestido con un elegante traje de color blanco y negro de plantó ante ellos. La repentina aparición del hombre hizo que Ayame pegara un respingo, pero enseguida recobró la compostura.

Pizza margarita —exigió Daruu, antes de que el camarero pudiera formular una simple sílaba.

Esto... disculpe, pero les iba a preguntar por la...

¡Pizza margari...!

...bebida.

Ayame trató de contener una carcajada, pero apenas consiguió que se le escapara una risilla entre dientes.

Ah... ah. Agua.

El camarero lanzó un largo suspiro antes de volverse a Ayame, a quien aún le lloraban los ojos por la risa.

Agua para mí también, por favor.

Vale. Ahora sí. ¿Pizza margarita, no?

Bueno, mejor la barbacoa —rectificó Daruu—. Sí, esa.

Si las miradas matasen, los ojos del camarero le habrían acuchillado mil veces. Los dedos que sujetaban el bolígrafo se crisparon como si en realidad deseasen cerrarse sobre el cuello del pobre muchacho. Sin embargo, terminó por lanzar otro suspiro y apuntó la comanda.

¿Y... la señorita?

Ayame torció ligeramente el gesto. Aún no había terminado de escoger, y se decantaba entre varias opciones, pero al final dejó que fuera su impulsividad la que tomara la iniciativa.

—Espagueti a la carbonara, por favor —respondió rápidamente, antes de agotar la escasa paciencia que le debía quedar al camarero.
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#55
El camarero terminó de anotar la comanda y marchó hacia las cocinas. Unos segundos después, Daruu apoyó la mejilla en una mano.

¿Debería haberme pedido la margarita al final? —caviló, sin prestar demasiada atención a la diversión que Ayame se estaba llevando con él.

Les sirvieron una botella de agua grande, que Daruu se apresuró en servir. Sólo entonces el nerviosismo empezó a apoderarse de él. La noche estaba muy cerca, y eso significaba que...

E-entonces... ¿te lo estás p-pasando bien? —tartamudeó Daruu, en un burdo intento por iniciar una conversación y alejar aquellos pensamientos. Dios, estaba tan guapa...—. Ya sabes, no hemos hecho casi vida de novios, y me apetecía... creo que está saliendo b-bien, ¿no?

»¿No te llenan mucho los espaguetis de noche?
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#56
Cuando el camarero terminó de anotar los pedidos de los dos muchachos y se alejó de camino hacia las cocinas, Daruu apoyó la mejilla en una mano y Ayame le escuchó murmurar:

¿Debería haberme pedido la margarita al final?

«Sí, corre, llámale para cambiar tu pedido.» Respondió Ayame para sus adentros, recordando el gesto frustrado del pobre trabajador. Apenas capaz de contener la risa por más tiempo.

Pocos minutos después les sirvieron una botella grande de agua y Daruu se adelantó para servirla en las dos copas.

E-entonces... ¿te lo estás p-pasando bien? —tartamudeó, visiblemente nervioso—. Ya sabes, no hemos hecho casi vida de novios, y me apetecía... creo que está saliendo b-bien, ¿no?

¡Claro que me lo estoy pasando bien! —exclamó ella en respuesta, antes de tomar la copa entre sus manos—. Es una lástima que el primer día ya esté terminando... —añadió, con una sonrisa más triste.

¿No te llenan mucho los espaguetis de noche?

Oh, ¿ahora te vas a convertir en mi padre? —se burló ella, mientras deslizaba el dedo índice por el borde de la copa, siguiendo su recorrido—. Supongo que casi tanto como a ti la pizza —rio.

Ayame recordó algo de repente y se sumió en un tenso silencio que duró varios largos minutos. Al final, apoyó la barbilla en la palma de la mano y habló, incapaz de contenerse por más tiempo. Tenía la mirada perdida más allá de las ventanas.

Poco después de regresar a Amegakure formalicé una petición a Yui-sama para que me permitiera realizar el examen de Chūnin de nuevo... pero aún no he recibido una respuesta. ¿Crees... crees que no me considera digna por todo lo que ha pasado?
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#57
Oh, ¿ahora te vas a convertir en mi padre? —se burló ella, mientras deslizaba el dedo índice por el borde de la copa, siguiendo su recorrido—. Supongo que casi tanto como a ti la pizza —rio.

Daruu, ofendido, se cruzó de brazos y apartó la mirada.

¡Oye, no me digas eso! —se quejó—. Además —añadió—, la pizza es universal. Se puede hacer con todo y se puede comer a todas horas —explicó, sabihondo, levantando el dedo índice. Luego, comenzó a enumerar con los dedos de la otra—. Por la noche es el clásico. Para comer está buena igual. Un trocito de las sobras para merendar es una delicia. Y desayunar pizza de la noche anterior... ¡es la mejor forma de empezar el día con alegría!

Ayame y Daruu se quedaron callados durante un momento. Una camarera diferente esta vez les trajó la comida. Daruu se relamió y empezó a cortar su pizza en triángulos.

Poco después de regresar a Amegakure formalicé una petición a Yui-sama para que me permitiera realizar el examen de Chūnin de nuevo... pero aún no he recibido una respuesta. ¿Crees... crees que no me considera digna por todo lo que ha pasado?

Daruu la miró un momento, en silencio. No quería decir algo que fuese a ofenderla, pero tampoco sabía cómo animarla y lo más probable era que fuese por eso mismo, aunque con un matiz.

No creo que tenga que ver con tu dignidad o tu falta de ella —dijo—. Pero quizás sí con lo que pasó. Con el poco tiempo que hace de lo que pasó, más bien.

»Yo mismo todavía pienso que que estés conmigo otra vez es... como un sueño. Creo que Yui necesita algo de tiempo. Nada más. Además, en la aldea andan las cosas algo revolucionada. ¿Has oído lo de las obras del ferrocarril? Qué locura, y pensar que hemos llegado a esto.
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#58
Un pequeño silencio procedió a la pregunta de Ayame. Daruu se tomó varios segundos para responder, parecía estar midiendo cuidadosamente las palabras que debía pronunciar.

No creo que tenga que ver con tu dignidad o tu falta de ella. Pero quizás sí con lo que pasó. Con el poco tiempo que hace de lo que pasó, más bien.

Sí... Tienes razón —respondió ella, con una sonrisa alicaída. Distraída, enrollaba los espagueti con el tenedor, haciendo círculos. Después de todo, ¿cómo iban a ascenderla a Chūnin si nada más poner un pie fuera de la aldea fue atacada y sucumbida ante un General? ¿Cómo iban a ascenderla a Chūnin si ni siquiera la dejaban salir fuera sola?

Yo mismo todavía pienso que que estés conmigo otra vez es... como un sueño. Creo que Yui necesita algo de tiempo. Nada más. Además, en la aldea andan las cosas algo revolucionada. ¿Has oído lo de las obras del ferrocarril? Qué locura, y pensar que hemos llegado a esto.

El ferrocarril y lo "otro" —añadió, cómplice—. La tecnología de Amegakure nunca se queda atrás, ¿eh?
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#59
Luego nos pintan como los malos de la película —declaró Daruu, encogiéndose de hombros—. Sin nuestras baterías hidroeléctricas, el resto de aldeas tendría que apañarse todavía con antorchas y velas, ¡já!

Daruu se concentró en su pizza, que a decir verdad, tenía tanta buena pinta que hasta a este humilde narrador a dieta le está entrando hambre en este preciso instante. Quién no envidia al joven Daruu, que come y come pizza sin parar y no engorda el muy truhán.

Oye... tú que la conoces mejor. ¿Cómo es Shanise-senpai? —se interesó Daruu—. Parece... más moderada que Yui. Pero no sé cómo te llevas tan bien con ella, a mi me sigue dando algo de miedo.

Quizás si no fuera porque la única vez que trató directamente con ella fue para insinuarle que quería ayudar a Uchiha Datsue...
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#60
Luego nos pintan como los malos de la película —declaró Daruu, encogiéndose de hombros—. Sin nuestras baterías hidroeléctricas, el resto de aldeas tendría que apañarse todavía con antorchas y velas, ¡já!

Bueno... en realidad creo que todos nos estamos pintando a todos —respondió Ayame, antes de llevarse el tenedor a la boca y deleitarse con el sabor de la carbonara. Aunque...—. No le han puesto cebolla... —se lamentó.

Oye... tú que la conoces mejor. ¿Cómo es Shanise-senpai? —preguntó Daruu de repente, llamando su atención—. Parece... más moderada que Yui. Pero no sé cómo te llevas tan bien con ella, a mi me sigue dando algo de miedo.

Ayame no pudo reprimir una radiante sonrisa.

¡Shanise-senpai es la mejor kunoichi de toda Amegakure! —afirmó con rotundidad y ojos brillantes—. Bueno, lo cierto es que al principio a mí también me daba un poco de miedo. Además, con ese respirador impone bastante... pero durante la misión de rango S me ayudó en numerosas ocasiones, e incluso me salvó de uno de esos Kajitsu Hōzuki. ¡Ojalá algún día llegue a ser tan fuerte como ella!

Desde luego, la admiración se le desbordaba en cada una de sus palabras. Y no era para menos. Shanise se había convertido en una especie de hermana mayor para ella, y el que hubiese sido la primera persona a la que había visto después de que la devolvieran a la normalidad sólo reforzaba aquel sentimiento. Le debía muchas.
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