Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La ronda de discusión sobre Kokuo había llegado a su fin. De hecho, Daruu lo agradeció sobre manera. Se recostó sobre la barca, tal y como había hecho Datsue minutos atrás, mirando al cielo.
Y entonces Datsue atacó de nuevo:
—Eh, eh, chicos. Me acabo de acordar… Ayame, te acuerdas de cuando le pediste a Eri que le entregase un mensaje de tu parte a Hanabi, ¿verdad? —Claro que se acordaba. Daruu lo había sacado hacía no mucho, en su propio beneficio. Datsue solo se estaba limitando a imitar la estrategia—. ¿Podríais hacerme un muy pequeñito favor? —preguntó, con ojos de perrito pidiendo comida—. ¿Podríais entregarle un mensaje de mi parte a…?
»… ¿Amekoro Yui? Nada ofensivo, por supuesto. Incluso me sirve que se lo digáis vosotros mismos, sin carta alguna —dijo, por si sospechaban que trataba de devolvérsela sellando algo en un pergamino—. ¿Qué me decís?
Daruu se levantó de nuevo. Miró a Ayame. Miró a Datsue.
—Eeeeeeh...
»Te voy... te voy a decir una cosa, Datsue. A ver. No te lo tomes a mal, hace unas semanas pues... tú me tenías también mucha tirria, ¿eh? —le recordó—. Resuuuulta que yo... bueno. Bueeeeno, a ver cómo te lo digo... le sugerí... lesugeríaYuiquesellaraciensellosexplosivosdelosgordosdondesellóaAikoporsiveníasabuscarla —añadió, atropelladamente, y antes de que su interlocutor pudiera abrir la boca, continuó—: Como comprenderás, después de todo eso, que yo vaya ahora y le de un mensaje de tu parte pues como que va a ser un poco... ¿violento? —Sonrió, haciéndose el inocente, y se llevó una mano a la nuca—. Además, esto sí que es verdad: necesitamos convencerla para que nos deje ir a por Naia. Y tiene que estar de buen humor para eso. Así que... bueno, podríamos decírselo, descontando el problema que te he comentado...
»...pero espero que no sea urgente, porque yo al menos no creo que lo haga nada más verla, ¿sabes? Al menos hasta que vuelva de... cazar.
13/04/2019, 20:49 (Última modificación: 13/04/2019, 20:49 por Aotsuki Ayame.)
—Eh, eh, chicos. Me acabo de acordar… —añadió Datsue, reincorporándose de nuevo. Y Ayame sólo rogó para sus adentros que no le pidiera de nuevo intercambiar papeles con Kokuō. No porque le molestara, todo lo contrario, pero ir cambiando de una dimensión a otra, con un entorno tan diferente, era realmente abrumador—. Ayame, te acuerdas de cuando le pediste a Eri que le entregase un mensaje de tu parte a Hanabi, ¿verdad?
—Eh... sí... —respondió ella, comenzando a temer por lo que vendría a continuación.
—¿Podríais hacerme un muy pequeñito favor? —preguntó, con ojos de perrito pidiendo comida—. ¿Podríais entregarle un mensaje de mi parte a… Amekoro Yui? —BOOM, una bala directa a la cabeza—. Nada ofensivo, por supuesto. Incluso me sirve que se lo digáis vosotros mismos, sin carta alguna. ¿Qué me decís?
Ayame miró a Daruu. Daruu miró a Ayame.
—Eeeeeeh...
—Te voy... te voy a decir una cosa, Datsue —habló Daruu—. A ver. No te lo tomes a mal, hace unas semanas pues... tú me tenías también mucha tirria, ¿eh? Resuuuulta que yo... bueno. Bueeeeno, a ver cómo te lo digo... le sugerí... lesugeríaYuiquesellaraciensellosexplosivosdelosgordosdondesellóaAikoporsiveníasabuscarla —confesó, de forma tan atropellada que incluso a Ayame le costó esfuerzo entenderle. Pero cuando lo hizo...
—¡¿Que hiciste qué?! —exclamó, con un hilo de voz, antes de pegarse una palmada en la frente. ¿Pero cómo se podía ser tan animal?
—Como comprenderás, después de todo eso, que yo vaya ahora y le de un mensaje de tu parte pues como que va a ser un poco... ¿violento? —Sonrió, haciéndose el inocente, y se llevó una mano a la nuca—. Además, esto sí que es verdad: necesitamos convencerla para que nos deje ir a por Naia. Y tiene que estar de buen humor para eso. Así que... bueno, podríamos decírselo, descontando el problema que te he comentado... pero espero que no sea urgente, porque yo al menos no creo que lo haga nada más verla, ¿sabes? Al menos hasta que vuelva de... cazar.
Ayame se volvió hacia Datsue, temerosa de su reacción y de sus intenciones.
—Además... ¿Qué tipo de mensaje?
Ayame le había enviado un mensaje de paz a Hanabi, pidiéndole disculpas por todo lo que había ocurrido en Uzushiogakure por su culpa. La verdad, aunque era absolutamente surrealista toda la situación que estaban viviendo aquel día, no esperaba que Datsue hiciera algo similar. Y menos después de las amables palabras que había tenido hacia su Kage.
—¿¿¿¡¡¡…OOOOOOOÓMMOOOOO!!!??? —A Datsue podían haberle estallado una bomba sonora al lado, y el impacto hubiese sido el mismo—. ¡¿QUÉHICISTEQUEEEEEEÉ!?
No se lo podía creer. De verdad que no se lo podía creer.
—P-perop-pero… ¡Pero Ayame-Kokuo, ¿no le vais a decir nada? —preguntó, señalando con un dedo acusador a Daruu—. ¡Y luego soy yo el Uchiha sanguinario y vengador!
No, sí ya veía cómo funcionaba la fama. Ya podían hacer otros cosas peores, que como uno tuviese mala reputación, el que se llevaba la bronca era siempre el mismo. Como en la Academia, vaya. Había cosas que nunca cambiaban.
—Que vale que me quisieses joder, pero sacrificar a Aiko por eso… —Eso fue lo que le dolió verdaderamente, y es que, ¿hubiese aguantado el recuadro la explosión? Nunca había hecho pruebas sobre su resistencia. Quizá tenía un sello protector, como lo tenía la Torre de Meditación. O quizá…—. Mira, Daruu, con todo el cariño te lo digo, ¿eh? Pero si tenías pensada alguna otra putadita para hacerme… NO ME LA CUENTES. En serio, ¡prefiero no saberlo! Lo pasado, pasado está y vivo mejor en la ignorancia. Gracias por tu sinceridad, de corazón, pero no más.
»Y sobre el mensaje… —continuó, tras tomar aire dos veces y serenarse—. No, no tiene por qué ser de forma inmediata. Me es lo mismo que sea mañana que dentro de tres meses, la verdad. Con que me deis la palabra que se lo diréis al menos este año, yo satisfecho.
»Mi idea es la siguiente —dijo, yendo al grano—. A lo mejor nuestros Kages celebran otro de esos torneos para festejar la Alianza, ¿no? O hacen otro Chunin juntos. Y quizá, solo quizá, Yui acuda. Y yo lo haga también. —Eran muchas casualidades, pero, ¿por qué no? Peores cosas había visto—. Lo que me gustaría que le dijeseis es que, si eso se produce… Bueno, quiero que le digáis que estaría encantado de tener un combate con ella. ¡Uno amistoso, por supuesto! Un duelo… para medir nuestras fuerzas.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Aaaahí estaba, la reacción de Datsue. La esperaba, desde luego. No, no iba a entrar al trapo otra vez. Para Daruu, en aquél momento, había estado totalmente justificado ponerle todos esos sellos explosivos. ¡Totalmente justo, después de la traición sufrida de su parte!
—Aiko es inmortal —dijo Daruu—. No le iba a pasar nada. —Sonrió—. Pero vale, no te cuento más. Tampoco es que hubiera muchas.
Tampoco es que pudiera haberlas. Uno no suele salir entero de una explosión en cadena de cien sellos explosivos de rango A, ¿eh?
Y luego vino el contenido del mensaje. Daruu se quedó con la boca abierta.
—¿Amistoso? —dijo—. ¿Esperas que me lo crea? Tú eres capaz de intentar matarla. Según cómo hablas de ella. —Hizo un ademán con la mano—. No pienso tomar partido en algo así. Si quieres retarla hazlo tú mismo.
13/04/2019, 23:07 (Última modificación: 13/04/2019, 23:08 por Aotsuki Ayame.)
—¿¿¿¡¡¡…OOOOOOOÓMMOOOOO!!!??? —aulló Datsue, y no era para menos—. ¡¿QUÉHICISTEQUEEEEEEÉ!? P-perop-pero… ¡Pero Ayame-Kokuo, ¿no le vais a decir nada? —preguntó, y Ayame se encogió sobre sí misma, sin saber cómo excusarse en ese momento—. ¡Y luego soy yo el Uchiha sanguinario y vengador! Que vale que me quisieses joder, pero sacrificar a Aiko por eso…
Aquello era justamente lo que Ayame pensaba, pero no había llegado a expresarlo en voz alta. Por muy inmortal que fuera Aiko, usarla de carnada humana ante una posible intrusión del Uchiha era un acto bastante sucio...
—Mira, Daruu, con todo el cariño te lo digo, ¿eh? Pero si tenías pensada alguna otra putadita para hacerme… NO ME LA CUENTES. En serio, ¡prefiero no saberlo! Lo pasado, pasado está y vivo mejor en la ignorancia. Gracias por tu sinceridad, de corazón, pero no más.
—Aiko es inmortal —dijo Daruu, como si aquella fuese una excusa válida—. No le iba a pasar nada. Pero vale, no te cuento más. Tampoco es que hubiera muchas.
»Y sobre el mensaje… —continuó, tras tomar aire dos veces y serenarse—. No, no tiene por qué ser de forma inmediata. Me es lo mismo que sea mañana que dentro de tres meses, la verdad. Con que me deis la palabra que se lo diréis al menos este año, yo satisfecho. Mi idea es la siguiente: A lo mejor nuestros Kages celebran otro de esos torneos para festejar la Alianza, ¿no? O hacen otro Chunin juntos.
«Otro examen de Chūnin...» Pensó Ayame, con una ligera punzada en el pecho. Y entonces se dio cuenta de algo. De algo en lo que no había reparado hasta el momento y que la hizo sentirse aún peor: Datsue lucía una placa dorada en el brazo. Uchiha Datsue era Jōnin. Y mientras tanto ella... La muchacha apartó la mirada, con una opresiva sensación en el pecho.
—Y quizá, solo quizá, Yui acuda. Y yo lo haga también —continuaba el Uchiha—. Lo que me gustaría que le dijeseis es que, si eso se produce… Bueno, quiero que le digáis que estaría encantado de tener un combate con ella. ¡Uno amistoso, por supuesto! Un duelo… para medir nuestras fuerzas.
BOOM. Segunda flecha a la cabeza.
—Te has vuelto loco. Definitivamente —sentenció Ayame, aún boquiabierta.
—¿Amistoso? —dijo Daruu—. ¿Esperas que me lo crea? Tú eres capaz de intentar matarla. Según cómo hablas de ella. No pienso tomar partido en algo así. Si quieres retarla hazlo tú mismo.
—¿Pero por qué quieres luchar contra nuestro Kage? —preguntó Ayame. Y es que, lo mirara por donde lo mirara, no le encontraba el sentido...
—Oh, ¡venga ya! ¡Enrollaos un poco! —protestó, molesto—. Además, me sobrevaloras demasiado, Daruu, si crees que en un combate uno contra uno podría matar a un Kage.
¿Recuerdan lo de la fama? Pues lo mismo se aplicaba con aquello. En Uzu le sucedía igual. Un día, Hanabi comentó a un ninja que Datsue era uno de los más fuertes de la Villa y ya todo el mundo lo daba por hecho. Era una fama que el Uchiha no se había molestado en desmentir, claro. Porque… Bueno, porque disfrutaba de ella. Pero, ¿de ahí a ser cierta? De ahí a ser cierta había un mundo.
—Y lo de Zoku no cuenta —dijo, al acordarse que, de hecho, sí había asesinado a un Kage—. Estaba junto a mi Hermano y le pillamos de sorpresa. En un duelo justo, otro gallo hubiese cantado.
»Además, que no, leñes. Ni aunque pudiese se me ocurriría. Estoy contento por la paz, no quiero hacer nada más para joderla. De hecho, en el caso hipotético que aceptase, pediría permiso a Hanabi. Todo por lo legal. ¿Qué le tengo tirria? Pues no os lo voy a negar, no. Como te tenía a ti, Daruu. Y mira qué bien nos fue luchar, ¿eh? Quién sabe sí… —¿Hacer las paces también con Yui? Eso lo dudaba más. Pero que muchísimo más—. Quién sabe. ¿Qué me quiero desahogar dándole un par de hostias? Pues mirad, eso sí lo reconozco. No creo ni de coña que pueda vencerla, pero oye, al menos algo a gusto me quedaría.
»Y se lo diría yo mismo, pero, ¿cómo? No es que me pueda presentar en Ame un día de buenas a primeras. Por mucha Alianza que haya.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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Pero Daruu no cedería ante eso. Oh, no. Nada de enrolláos un poco. ¿Qué pasaba si Datsue se presentaba en el combate, por una casualidad remota tenía una oportunidad de oro y le clavaba una katana por la espalda a Yui? Entonces él se sentiría responsable de haberlo hecho —además de que probablemente perdiese la amistad con él, porque, pese a que se hacía un poco remolón en presencia de Datsue, él también admiraba en cierta manera a Yui—. Daruu no quiso pasar el resto de su vida con la conciencia intranquila y las manos manchadas indirectamente de la sangre de su propia kage.
—¿No puedes? Pues dile a Hanabi que la llame por teléfono y que le ofrezca tu combate —rio—. Sea como sea, hazlo tú mismo. Habla las cosas de forma directa, ¿eh? Eso es lo que más valora Yui, igual si se lo decimos nosotros se descojona porque eres un cobarde —mintió. Una polla como una olla. Yui se lanzaría con los dientes por delante, por las risas.
13/04/2019, 23:57 (Última modificación: 14/04/2019, 00:15 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Oh, ¡venga ya! ¡Enrollaos un poco! —protestó, visiblemente molesto—. Además, me sobrevaloras demasiado, Daruu, si crees que en un combate uno contra uno podría matar a un Kage.
Ayame le miró alzando una ceja. Y, como si le hubiera leído el pensamiento, el Uchiha se apresuró a corregirse.
—Y lo de Zoku no cuenta. Estaba junto a mi Hermano y le pillamos de sorpresa. En un duelo justo, otro gallo hubiese cantado. Además, que no, leñes. Ni aunque pudiese se me ocurriría. Estoy contento por la paz, no quiero hacer nada más para joderla. De hecho, en el caso hipotético que aceptase, pediría permiso a Hanabi. Todo por lo legal.
—Sí, todo muy lógico —Ayame no pudo evitar interrumpirle, con una risotada. Y entonces continuó, con una voz más grave, imitando la de Datsue—. "Hanabi-sama, ¿tengo su permiso para asesinar a la Arashikage?".¡No fastidies, Datsue!
—¿Qué le tengo tirria? Pues no os lo voy a negar, no. Como te tenía a ti, Daruu. Y mira qué bien nos fue luchar, ¿eh? Quién sabe sí… Quién sabe. ¿Qué me quiero desahogar dándole un par de hostias? Pues mirad, eso sí lo reconozco. No creo ni de coña que pueda vencerla, pero oye, al menos algo a gusto me quedaría. Y se lo diría yo mismo, pero, ¿cómo? No es que me pueda presentar en Ame un día de buenas a primeras. Por mucha Alianza que haya.
—¿No puedes? Pues dile a Hanabi que la llame por teléfono y que le ofrezca tu combate —respondió Daruu, con otra carcajada. Aunque lo cierto es que aquella solución tenía su punto—. Sea como sea, hazlo tú mismo. Habla las cosas de forma directa, ¿eh? Eso es lo que más valora Yui, igual si se lo decimos nosotros se descojona porque eres un cobarde.
—Entiende nuestra reticencia, Datsue —añadió Ayame, más conciliadora—. Tú mismo has admitido que le tienes mucha tirria a Yui, y ahora de golpe y porrazo nos pides que le digamos que quieres tener un combate con ella. Y siendo sinceros, no eres precisamente un shinobi debilucho recién salido de la Academia. ¡No podemos exponer a nuestra líder a una cosa así!
¡Qué no quería matarla! Jamás… ¿Jamás? Bueno, en verdad su objetivo no era ese, ni mucho menos. Primero, porque dudaba sinceramente que pudiese siquiera vencerla. Segundo, porque con Aiko en Uzu, los motivos que le quedaban era el de la simple venganza pasional. Después de todo lo acontecido, después de todo lo que Hanabi le había perdonado y hecho por él, no le compensaba. No le compensaba hacer algo así, arriesgándose además a perderlo todo.
—Para una cosa que os pido, una sola… —dijo, levantando el dedo índice. Luego, bajó la cabeza y apoyó ambas manos en su frente, pensativo. ¿Cómo podía convencerles? ¿Qué fibra debía tocar? ¿La de Kokuo? ¿La del puente? Más que fibra, eso era directamente ir al chantaje—. Bah —se rindió, enderezándose de nuevo—. Muy bien, se lo diré a Hanabi.
Mucho se temía, Hanabi iba a ser muchísimo más difícil de convencer. Pero con él tenía un plan. O, más bien, una bala. Si fallaba, estaba perdido. Si acertaba, tampoco era una victoria. Pero sí tendría… una posibilidad.
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—¿Sabes qué te digo, Datsue? —dijo Daruu de pronto—. Creo que no tienes los huevos necesarios para plantarte en la puta Amegakure y decirle a los guardias de la puerta que quieres hablar con Yui cara a cara para retarle a un puto combate, eso es lo que creo. —Le miró a los ojos y le clavó una sonrisa desafiante—. Para luchar contra la reina de los amejin, tienes que convertirte en un amejin. Quizás así empieces a comprendernos un poquito más.
—Para una cosa que os pido, una sola… —dijo Datsue, absolutamente abatido—. Bah. Muy bien, se lo diré a Hanabi.
Y Ayame hundió los hombros, sintiéndose repentinamente mal.
—Lo siento, Datsue, pero esa es una de las pocas cosas que no...
—¿Sabes qué te digo, Datsue? —la interrumpió Daruu de pronto—. Creo que no tienes los huevos necesarios para plantarte en la puta Amegakure y decirle a los guardias de la puerta que quieres hablar con Yui cara a cara para retarle a un puto combate, eso es lo que creo —Ayame se volvió hacia él rápidamente, con los ojos y la boca abiertos como platos. Pero Daruu parecía ir muy en serio, y miraba al Uchiha con gesto desafiante—. Para luchar contra la reina de los amejin, tienes que convertirte en un amejin. Quizás así empieces a comprendernos un poquito más. ¿Tienes miedo de lo que pueda pasar?
—Pero, Daruu, ¿qué narices estás diciendo? ¿Te has vuelto loco o qué te pasa? —le incriminó Ayame—. ¡Eso no es convertirse en un Amejin, eso es convertirse en un maldito suicida!
»Y además, aunque no fuera así, Datsue no conoce la ubicación de Amegakure.
—Ja… ¡JA! —No supo por qué, pero Datsue se quedó mirando a Daruu, sonriente. Una sonrisa que pronto desaparecería para pasarse la lengua por los labios, meditativo. Tanteando las palabras de Daruu. Tanteando sus propias opciones.
Había un fuego en él que le decía: HAZLO.
Había otra voz, más cautelosa, que le decía: recuerda.
Tenía que recordar, sí. Tenía que recordar que a él ya le habían quitado la placa de Jōnin por hacer estupideces. Tenía que recordar que Hanabi ya había dado la cara demasiadas veces por él. Tenía que recordar que le había prometido ser su ninja.
Y si era su ninja, no podía presentarse en las puertas de Ame, sin avisar, para retar a un duelo a la máxima mandataria de Amegakure.
Pero por otra parte era tan tentador…
—Bueno, Ayame, bueno. Eso de que no la conozco… Yo conozco muchas cosas. Muchas cosas —repitió para sí—. Pero… —chasqueó la lengua. ¡Qué rabia, joder!—. Si no tuviese el historial tan lleno de cagadas… Hanabi dio la cara por mí demasiadas veces. Hizo mucho por mí. Hacer eso a sus espaldas… no estaría bien. Se supone que ahora soy Jōnin, que soy responsable. —Tenía la placa de un Profesional, joder—. Pero, ¿en el improbable caso de que Hanabi me concediese permiso? Entonces…
»¿Por qué no?
Pero sabía que eso era imposible... Imposible. Qué le concediesen permiso para un duelo que podía tardar años en ocurrir era una cosa. Que directamente le permitiesen presentarse en Ame, una muy distinta. Además, ¿seguro que quería? ¿Ir allí, solo, frente al peligro? ¿Tantas ganas tenía de morir?
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Cuando Ayame le reprendió, el repentino impulso amejin de Daruu se fue convirtiendo en un frío que le subió desde la punta de los pies hasta el centro del pecho, y que allí se transformó en opresión. ¿Pero qué estaba diciendo?
No había mal que por bien no viniese, sin embargo. Datsue conocía la ubicación de Amegakure, o eso daba a entender. «Al final, mejor tenerlo de amigo que de enemigo... eso seguro». También parecía haber alcanzado una lealtad ejemplar con su kage. Eso estaba bien.
Recurriría al permiso de Hanabi.
—Na, Ayame, simple bravuconería barata —respondió con un ademán de mano, como restándole importancia—. Bueno...
»Pues... ya está todo lo que teníamos que hablar, ¿no?
—Ja… ¡JA! —río Datsue, pasándose la lengua por los labios.
Y durante un instante Ayame se temió o peor. Temió que el Uchiha se dejará llevar por la provocación de Daruu y decidiera lanzarse de cabeza a aquel abismo. Durante un instante, la muchacha le lanzó una mirada afilada a su compañero. ¿Acaso había olvidado de lo que era capaz Uchiha Datsue? ¿Había olvidado el poder de sus ojos? ¿Había olvidado aquel gigante que había estado a punto a aplastarla? ¿Había olvidado que llevaba dentro de sí a otro bijuu, como ella, y que según palabras de Kokuo era mucho más salvaje y sádico de lo que ella llegaría a ser jamás? ¿¡Cómo se le ocurría enviar a alguien así contra las puertas de su aldea?!
Bueno, Ayame, bueno. Eso de que no la conozco… Yo conozco muchas cosas. Muchas cosas —respondió para sí, y Ayame chasqueó la lengua.
«Ah, que sí conoce dónde está nuestra aldea. Pues genial.» Pensó.
—Pero… Si no tuviese el historial tan lleno de cagadas… Hanabi dio la cara por mí demasiadas veces. Hizo mucho por mí. Hacer eso a sus espaldas… no estaría bien. Se supone que ahora soy Jōnin, que soy responsable. Pero, ¿en el improbable caso de que Hanabi me concediese permiso? Entonces… ¿Por qué no?
De verdad, Ayame no terminaba de acostumbrarse a aquel nuevo Datsue. No sólo admitía sus errores sino que además demostraba una lealtad hacia su Kage que consideraba realmente rara en él.
—Bueno... Pues... ya está todo lo que teníamos que hablar, ¿no? —dijo Daruu.
Y Ayame recordó de golpe por qué estaban en aquella barca en mitad del río del Árbol Sagrado en primer lugar.
—Eh... sí... creo que sí. Por favor, Datsue, no le cuentes a nadie —absolutamente nadie---- lo de Kokuo. Por favor...
Ahora iba y nada. Tenía que pensar, joder. ¿Es que no había aprendido nada? ¿Es que no había jurado hacer honor a la placa de su Hermano? Vale que Aiko pasase de su culo. Vale que Akame ya no estaba y tuviese días que se sintiese en la mierda más absoluta. Pero no podía volver al principio del ciclo, olvidando todas sus promesas y todas sus deudas a los cuatro meses de haberlas hecho solo porque se sintiese frustrado.
Madurar era algo más que decir que lo has hecho. O ser más serio. O no hacer niñerías. No, madurar era hacer exactamente las mismas bromas que antes. Pero, en los momentos serios, en las decisiones clave, como aquella, actuar con algo de responsabilidad.
Datsue el Intrépido era un chico divertido, a buen seguro. Divertido y que se había forjado cierta historia para el recuerdo. Pero también uno con fecha de caducidad. Uno no podía reírse del mundo y esperar que no le acabasen partiendo los dientes algún día. Y ahora, ya no tenía a su Hermano cubriéndole las espaldas.
Evolucionar o morir.
—Tsch —chasqueó la lengua, irritado. Había una parte irracional de él que seguía cagándose en su propia madre por no recoger el guante y hacer lo que siempre solía hacer: actuar sin pensar—. Una última cosa —dijo, acordándsoe—. Y no, estate tranquila, no diré nada. Y vosotros… Mirad no sé si sois la típica pareja que se tiene que decir te quiero cien veces antes de acostarse. Sea como sea, nada de darse cariñitos a través del sello, ¿eh? O de usarlo para avisarse que tenéis la casa libre. Esto es para urgencias de verdad. Un encuentro con un General… o un encuentro con un General. —Y no había más. Cualquier otra chorrada, que se la ahorrasen, o juraba quitarles el sello al próximo encuentro.
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