Entre montañas

[Himura Hana]

— ¿¡Q-Que hice mal mama!? ¡¿Que hice mal papa?! ¿¡Por qué!?

Lo cierto era que Hana no era ninguna cobarde, pero tampoco era demasiado valiente. Cuando Ren se puso a chillarle al techo, intentó recular, sorprendida por la reacción de la amejin. El dolor del tobillo la hizo caer de culo mientras la morena se echaba un barreño de agua por encima para serenarse.

El susto de Hana evolucionó a preocupación cuando su hermana se fue directa a la bañera sin dedicarle una mirada siquiera. Se levantó como pudo, cojeó hasta su barreño y tras recogerlo fue hasta la bañera.

Primero metió el barreño que flotó sobre el agua tranquilamente, después metió el pie malo y finalmente ella entera, con toda la torpeza del mundo pero ningún golpe mortal.

Se sentó enfrente de Ren y la miró como si fuese de porcelana, con miedo de hacerle daño si no tenía cuidado.

— Ren-chan. Estoy aquí si necesitas algo. — le pareció lo más apropiado a decir, mientras mantenía el barreño quieto con sus manos

[Himura Ren]

Alzó la cabeza para encontrar los ojos marrones de Hana, con el vapor de agua y la luz del lugar habían tomado un color acaramelado, mientras intentaba consolarla. Había perdido los papeles y la compostura, supuso entonces que a eso se refería Nanashi con una mente como un mar en calma, y un espíritu fuerte e inquebrantable. Pero no era momento de pensar en eso, había hecho preocupar a Hana, quien realmente necesitaba ayuda por su pierna.

— L-Lo siento... Y-Yo... Me he derrumbado... — volvió a bajar la cabeza, pero esta vez no la escondió, se limitó mirar las burbujas que flotaban.

[Himura Hana]

— L-Lo siento... Y-Yo... Me he derrumbado...

Estiró el brazo hasta dar con el indice y el corazón en la frente de Ren, entonces la levantó, obligandola a mirarla. Le estaba sonriendo cariñosamente.

— No tienes que disculparte. Entiendo que sea duro para ti hablar de tu familia, solo recuerda que estoy aquí para lo que necesites.

Con el otro brazo mantenía el barreño cerca para evitar que se fuese flotando y se alejase de su legitima dueña, ella.

— ¿Qué tal está el agua? — intentando deshacer la incomodidad que se había asentado en el aire.

[Himura Ren]

— Bien... — miró hacia otro lado, un poco avergonzada por su comportamiento. Pero ya lo había pasado todo, su cuerpo se había relajado y ya no temblaba; tampoco sollozaba por lo que se pasó las muñecas por los ojos para quitarse las lagrimas, aunque el propio agua del baño podría habérselas llevado en cualquier momento. — G-Gracias Hana... En parte siento que me he quitado algo...

Se acarició el pecho, encima del corazón, con una gran sensación de alivio dando un largo y tendido suspiro.

[Himura Hana]

— G-Gracias Hana... En parte siento que me he quitado algo...

— No hay de qué. No he hecho nada, literalmente

No pudo evitar sonreír al ver tan aliviada a Ren, pero... Lo único que había hecho es estar ahí, porque ninguna palabra de las que le había dicho le había servido para consolarla. Había sido la morena solita la que había pasado por todo. Ella tenía un barreño y ya.

Se dedicó a mirar a Ren. Por mucho que se sintiese algo triste por no haber contribuido, ver a la chica tan serena y despejada era toda una alegría, así que Hana no podía quitarse una sonrisa tonta de la cara.

— Cuentame, Ren. ¿Tu color favorito? ¿Comida favorita? Tu todo favorito. No sé nada de ti.

[Himura Ren]

— Si que lo has hecho; me has soportado en mitad de una pataleta, que ya es mucho — se llevó las manos al pelo, intentando quitarse algo de agua de este, comprimiéndolo con ambas manos, con una dulce sonrisa.

— Cuéntame, Ren. ¿Tu color favorito? ¿Comida favorita? Tu todo favorito. No sé nada de ti.

— ¿Eh? Uuhm... Pues no se... — soltó su pelo extrañada, para mirar al techo con un dedo en la boca dubitativa. — Pues el azul me gusta mucho, en casi todas sus tonalidades. De comida no sé, me gusta bastante el arroz con mucho ajo ¿y a ti?

Dio un largo suspiro nuevamente, por fin sentía el cálido abrazo del agua tras una breve pausa, Ren avanzó agazapada hasta Hana y posó su cabeza en el hombro de esta, sin dejar de mirar al frente.

— ¿Y tú? Ahora te toca a ti contarme un poco.

[Himura Hana]

— Pues el azul me gusta mucho, en casi todas sus tonalidades. De comida no sé, me gusta bastante el arroz con mucho ajo ¿y a ti?

Hana tomó nota mentalmente de todo lo que le contaba la amejin, a pesar de la opinión que esos gustos pudiesen despertar en ella.

— ¿Y tú? Ahora te toca a ti contarme un poco.

— Bueno, la verdad es que no me apasiona demasiado el ajo. A ver, un poco para dar sabor sí, pero si hay un poquito más de la cuenta se me repite durante días y el aliento que te deja. Buf.

Ren se había movido sigilosamente hasta apoyar su cabeza sobre el hombro de Hana, a lo que ella había respondido buscando su mano bajo el agua para entrelazarla.

— En cuanto a colores, me gustan los calidos, como el naranja o el rojo, como el Sol cuando da sus últimos rayos de luz. A comida... no sé, me gusta todo realmente. Aunque los dulces me pierden, sobre todo los de chocolate. — hizo una pausa rellenada por el sonido de su estomago bajo el agua. — Te toca, ¿tu animal favorito?

[Himura Ren]

Sus dedos se mezclaron con los de ella con delicadeza; comenzaba a invadirle una paz que no había sentido en años, cerró los ojos inconscientemente escuchándola, sin perder su sonrisa.

— Pues no sabría decirte... Me gustan mucho los gatos, perros. Los osos también, y los lobos, son como perros pero más grandes. Eso solo los hace mejores — dijo con una cálida y corta risa ahogada, sin moverse del sitio. — ¿Y a ti?

Aquella conversación estaba resultando de lo más agradable para ella, jamas antes había tenido una así. Aunque lo que tenía ganas era de disculparse una y otra vez por el espectáculo que había dado, pensó que ese no era el momento, no quería estropear la ocasión.

[Himura Hana]

Ren había aceptado de buen grado el entrelazar las manos por debajo del agua, lo cual había dibujado una sonrisa en el rostro de Hana.

— Pues no sabría decirte... Me gustan mucho los gatos, perros. Los osos también, y los lobos, son como perros pero más grandes. Eso solo los hace mejores ¿Y a ti?

— No creo que pudiese elegir solo uno, la verdad, todos me parecen maravillosos. Sobre todo los perros que te vienen con la lengua fuera ya o los ciervos que se te quedan mirando cuando les pillas comiendo hierbas, los osos son geniales, pero nunca se acercan demasiado. — se irguió de golpe, recordando algo — Oh, oh, ¿sabes qué animales quiero ver? ¡Los pingüinos! Pero solo viven en el hielo, vi un dibujo en un libro y eran geniales. Pero claro, ya puedes buscar hielo en Uzushiogakure o en las Islas del té, que no.

Volvió a recostarse tras el subidón.

— Perdona, a veces me emociono demasiado. Bueno, ¿cómo te van los entrenamientos con Nanashi-san? Yo he aprendido algo de Fuinjutsu últimamente.

[Himura Ren]

— El norte de Amegakure todavía no lo he visitado. Podríamos ir juntas a Yukio o algún otro pueblo que haya por allí — la idea le reconfortaba mucho.

Siempre había querido ver la nieve de cerca y si veía pingüinos pues eso que se llevaba; le resultaba gracioso como andaban y su color, era como si siempre fueran elegantes, le encantaría tener una especie de uniforme así pensó. Oscuro, no con la piel de esos animales. Movió un poco el cuello sobre sí misma para no quedarse entumecida cuando Hana se recostó, y volvió a poner su cabeza en el hombro, no quería marcharse de su lado, todavía se sentía algo frágil.

— Pues... Como maestro realmente lleva poco; quiero decir, ha sido mi tutor legal y hasta hace poco, ha sido cuando ha empezado a enseñarme algo. — levantaba una mano vagamente, observando como caían las gotas de agua lentamente.

[Himura Hana]

— El norte de Amegakure todavía no lo he visitado. Podríamos ir juntas a Yukio o algún otro pueblo que haya por allí

Esta vez intentó controlar más su reacción, pero inconscientemente apretó más el agarre en la mano de Ren.

— S-si quieres, claro. Aunque no soporto mucho el frío, tendré que ir preparada, con cinco o seis abrigos.

— Pues... Como maestro realmente lleva poco; quiero decir, ha sido mi tutor legal y hasta hace poco, ha sido cuando ha empezado a enseñarme algo.

— Así que también es tu tutor, yo también tengo uno, pero no es mi maestro. Mi sensei es una jounin Uzumaki de la villa. Lo cierto es que no tengo ni idea de qué sabe mi tutor, es decir, qué se le da bien como ninja. La mayoría de veces que hablamos es para discutir o para informarle de como me va. Más allá de eso...

Nada, no había nada más allá de eso. Le contaba como le iba con Eri-sensei, como le iba con las misiones y él asentía o añadía cuanta razón tenía la Uzumaki. Cuando más le veía era una vez por semana. Le instaba a hacer misiones y a entrenar y se comía sus magdalenas cuando venía a verla sin avisarla. Poco más. Envidiaba un poco la relación de Ren con Nanashi.

[Himura Ren]

— Con la excusa de que es bueno para saber utilizar mejor la espada; me obliga a cortar las cebollas para el local. Porque el muy cabrón odia que le hagan llorar. — dijo incorporándose con el ceño fruncido. — Oh si, lleva un pequeño restaurante. No es que tenga problemas de clientela, pero pasado equis semanas, cambia el nombre y el cartel porque dice que no le convence.

Se llevó una mano a la cara, recordando como casi rompe todas las cristaleras la última vez que hizo un cambio.

— Ahora mismo se llama "El dragón Azul de la Lluvia". Y tiene un dragón de estos sin alas que parecen serpientes, con grandes bigotes. — extendió las manos intentando imitar una longitud a la que ni por asomo se acercaba, después puso una cara de asco y terminó la frase casi susurrando. — La verdad es que es bastante feo ahora que lo pienso.

[Himura Hana]

— Con la excusa de que es bueno para saber utilizar mejor la espada; me obliga a cortar las cebollas para el local. Porque el muy cabrón odia que le hagan llorar. Oh si, lleva un pequeño restaurante. No es que tenga problemas de clientela, pero pasado equis semanas, cambia el nombre y el cartel porque dice que no le convence.

Sonrió mientras veía a Ren desmelenarse metafóricamente y soltar todo lo que pensaba de su maestro en un ataque de sinceridad. Era gratificante no ser la única que soltaba discursos apasionados sin venir a cuento sobre su vida.

— Ahora mismo se llama "El dragón Azul de la Lluvia". Y tiene un dragón de estos sin alas que parecen serpientes, con grandes bigotes. La verdad es que es bastante feo ahora que lo pienso.

— Suena bastante impresionante. — dijo tras reirse por lo bajo. — Entonces si algún día consigo ir, pediré algo sin cebolla. Ahora que lo mencionas, en Uzushiogakure no se estilan mucho las cebollas. Hace algún tiempo empezaron a circular rumores de que había un envenenador de cebollas, después otro que decía que había un estudio que afirmaba que donde había más cebollas era más probable que apareciese un bijuu, además de que cada vez llegaban menos comerciantes con cebollas.

Se quedó un momento pensativa, nunca le había echado cuentas al asunto, pero lo cierto es que el consumo de cebollas en Uzu debía estar en minimos historicos.

— Fue todo muy raro, como si alguien quisiese que desapareciesen las cebollas de la villa. Al final, la gente simplemente dejó de usarlas por precaución.

[Himura Ren]

Estupefacta, se alejó un poco de Hana.

— Pero que cojones me estas contando... — dijo con un gesto arrugado en el rostro. — ¿Te estas riendo de mí, es eso no? ¿Que tiene que ver unas cebollas con un bijuu? ¿Se sienten atraídos por el olor o qué?

[Himura Hana]

— Pero que cojones me estas contando... ¿Te estas riendo de mí, es eso no? ¿Que tiene que ver unas cebollas con un bijuu? ¿Se sienten atraídos por el olor o qué?

Se echó a reír de la reacción de la morena.

— A mí no me mires, son rumores que se cuentan entre las señoras mayores de la villa. — explicó mientras se aferraba al barreño con su mano libre.

Miró el cubo de madera y miró a Ren.

— Lo cierto es que tengo que contarte algo. Algo que no le he contado a nadie. Pero... si no quieres saberlo lo entenderé. Es complicado.