[AU: Blooming Lotuses]

[Himura Hana]

— Pues si viene alguien le parto la crisma y listo. Menuda pregunta

— ¿Y si viene a por mi? Yo no sé partir crismas. — consiguió coger el paquete de galleta que le había tirado Ren después de que golpease contra su pecho.

Pensó seriamente en tirarselo a la cabeza, por insensible, pero no lo hizo. ¿Qué sentido tenía obligarla a quedarse si lo iba a hacer a regañadientes?

— No voy a comer, pero puedes irte cuando quieras, no te preocupes. — dejó el paquete de galletas a un lado y volvió a tumbarse.

Se quedó en silencio mirando a la pared, la cual estaba a apenas un centimetro de su cara. Apoyó la frente y cerró los ojos con fuerza. ¿Qué le importaba lo que hiciese Ren? Si quería irse que se fuera. Mejor, para el aporte que iba a darle, si tenía la sensibilidad y la empatia de un cactus.

[Himura Ren]

Hana volvió a tumbarse y Ren no le apetecía moverse del final de la cama; el sofá era cómodo, se levantó con molestias y no pasó frío, pero una cama era una cama. Se extendió un largo silencio durante varios minutos, en los que tal vez Hana se moviera de un lado a otro intentando buscar comodidad y consuelo en las sabanas.

—Si quieres puedo dormir contigo. B-Bueno solo si quieres, tampoco es que haya pasado una mala noche, todo lo contrario; el sofá era bastante agradable y conseguí dormir bien sin mucho problema — hablaba de forma agitada y tropezada, hasta que finalmente se levantó queriendo marcharse para no hacer más el tonto. — E-Es igual, me voy a dormir al salón

[Himura Hana]

—Si quieres puedo dormir contigo. B-Bueno solo si quieres, tampoco es que haya pasado una mala noche, todo lo contrario; el sofá era bastante agradable y conseguí dormir bien sin mucho problema

Intentó decirle que se quedase, pero entre el hipo y los sollozos no pudo antes de que Ren se levantase. Saltó hasta el otro extremo de la cama para agarrarla antes de que se marchase. Apenas consiguió cogerle los dedos de una manos, pero los agarró con fuerza. Entre la oscuridad y que Ren ya se estaba yendo, apenas había conseguido cogerle dos dedos. Esperó que fuese suficiente para retenerla e intentó hablar.

— Quedate... porfavor — hipó justo después de decirlo, dandole un toque mucho más lastimero, si es que eso era posible

[Himura Ren]

Ese tono de voz, el estado en el que estaba y que ya de por sí, tenía un ojo echado encima de ella. No pudo evitar resistirse.

—D-De acuerdo — se levantó, apartando sobre la mesa lo que había traído para comer, abrió la botella y le dio un largo trago de agua.

Tras ello, camino hacia el armario, para terminar de ponerse cómoda con el pijama que había usado el día anterior. Entre los destellos, si Hana era capaz de mantener los ojos abiertos enfrentando a su miedo, podría haber visto que la espalda y el brazo derecho de Ren, no eran de un color normal, pese a que su mano si. Cuando acabó, volvió hasta ponerse frente a la cama, pero no entraría hasta que su hermana la invitase.

— ¿Prefieres quedarte el lado de la pared?

[Himura Hana]

—D-De acuerdo

Ay, dios. Pero, ¿qué acababa de hacer? ¿Qué le acababa de pedir? ¿¡Y por qué ella estaba aceptando!? Hana asintió como afirmando la afirmación de Ren y después buscó las galletas que le había pasado su hermana. Aprovechó que la morena se movía a cambiarse para sentarse en el borde de la cama y volver a limpiarse la cara. Abrió el paquete de galletas y empezó a devorarlo para mantener su boca ocupada y no soltar ninguna perla más.

Solo alzó la mirada una vez, justo cuando un destello se colaba por la ventana, iluminando momentaneamente la estancia por completo. Hana le vio la espalda a Ren, vio que había algo en su espalda, un tatuaje, por descarte. ¿De qué? Apenas le dio tiempo a asimilar que había algo antes de caer en la penumbra de nuevo. Le parecía bastante sorprendente que tuviese tal tatuaje dada su edad, pero lo dejó pasar cuando el trueno siguió al relampago.

— ¿Prefieres quedarte el lado de la pared?

— M-me da igual, pe-pe-pero ¿podemos irnos ya a dormir? No puedo más. — dejó las galletas en la mesita y esperó a que Ren la acompañase para taparse ambas, Hana entera, incluyendo la cabeza bajo la sabana.

[Himura Ren]

Hana estaba realmente aterrada todavía, temblaba en el interior de la cama como un cachorro. No tardo ni un momento en que cierto olor volviera, realmente toda la habitación olía a ese dulce y suave melocotón; pero Hana destacaba por encima de ello.

— No hagas eso, que te vas a quedar sin aire, boba — dijo destapando su cabeza acercándose un poco a ella inconscientemente.

¿Quien más habrá visto esa faceta suya? Parecía tener una faceta muy seria y dura, a diferencia de Ren; pero verla tan vulnerable... Solo podía pensar en que quería protegerla y abrazarla; daba la sensación de que ma rubia se podría romper con la menor fuerza.

[Himura Hana]

— No hagas eso, que te vas a quedar sin aire, boba

Fue a replicar justo cuando retumbó otro trueno y Hana se lanzó a abrazar a Ren, sin pararse a pensar en nada. Su cara se pegó de lleno contra algo blando mientras sus brazos se aferraban con una fuerza inquebrantable a la espalda de la morena. Tenía los ojos cerrados así que no sabía contra qué había chocado, pero era blandito y de un tamaño importante.

Hundió su rostro en esa blandura sin pensarselo dos veces, sin dejar de apretar el agarre y sin dejar de temblar. Se le iba a caer la casa encima, esa tormenta iba a pillarla tarde o temprano y se la iba a llevar con ella al mundo de Oz.

[Himura Ren]

Miró a la oscuridad que tenía enfrente, avergonzada por ser abrazada y ligeramente molesta por como ocultaba la cabeza en su pecho.

— Hana; ya esta. No va a pasarte nada, de verdad — dijo intentando separarla con cuidado de ella; se le estaba pegando como una lapa y pese a que en lo más profundo de su corazón, estar abrazada a ella era lo que más anhelaba, lo que si que no quería era aprovecharse de una chica asustada.

[Himura Hana]

— Hana; ya esta. No va a pasarte nada, de verdad

Hana no aflojó el agarre, aunque el tembleque se relajó, ya fuese por como aminoraba la tormenta momentaneamente o por las palabras de Ren. Refrotó el rostro contra el pecho de su hermanastra intentando relajarse.

— Mamá... — susurró contra el pecho ajeno.

Antes de poder decir nada más, la tormenta reavivó y tras otro trueno, Hana botó de nuevo contra Ren.

— Ren, quedate conmigo, tengo miedo, Ren.

Agarró la camiseta de Ren con fuerza por detrás.

[Himura Ren]

¿Que le habría pasado? La llamaba ante el miedo y la impotencia con ternura, seguramente la necesitaba más que nunca ¿Que le habría pasado a su madre?

Por su parte, Ren no quería volver a ver a su padre; aquella vida llena de vicios, malas compañías y problemas ya había sido más que suficiente para ella y su madre. Las noches alborotadas, en las que siempre volvía para intentar tranquilizarla y decirle que pronto se marcharian, mientras le cantaba una canción para relajarla.

Una canción, una nana, a lo mejor funcionaba; en el peor de los casos perdería la comodidad de la cama para volver al sofá.

Acaricio la cabeza de Hana con una mano que bajo hasta su espalda mientras con la otra la cogía de una mano; y con todo su ser, intento replicar la misma canción su madre le cantaba en antaño esperando que en ella tuviera el mismo efecto.

[Himura Hana]

Encontró en Ren una ternura y un cariño completamente inesperado. No pudo evitar caer rendida ante un apacible sueño cuando el incesante tormento de los truenos se vio sustituido por hermosos sonidos. El relajante latir del corazón de Ren le entraba por la oreja que tenía pegada a su pecho y por la otra el tierno cantar de una nana.

Con una mano entrelazada con la de su hermanastra y la otra sobre su propio pecho, acabó durmiéndose acurrucada junto a Ren.

En su mente no había escuela, ni jerarquías ni ninguna preocupación. El calor acogedor que emanaba todo el ser de Ren era cuanto Hana quería. Ojalá se pudiera quedar así para siempre y olvidarse del mundo.

[Himura Ren]

Hana por fin se había quedado dormida. "Menuda tarde de locos" pensó, para acto seguido bostezar. Lo mejor era disfrutar aquel momento, no sabía cuanto más tiempo se comportaría asi de dulce con ella. Su respiración se hizo lenta y profunda sin cesar de mirarla en a penumbra; entre los destellos podía ver sus cabellos dorados y sus rosadas mejillas y labios.

Parecía dormir profundamente, se acurrucó un poco más, para prácticamente respirar sobre su cabello; olía tan dulce como todo su cuarto. La contempló durante varios minutos, entrelazando sus dedos mientras su corazón se aceleraba poco a poco. Consiguió regular su respiración tras un rato, y poco después, ella también cayó en los brazos de Morfeo.

[Himura Hana]

Como chica disciplinada y presidenta del consejo, Hana tenía un horario establecido, incluso en fin de semana. Aquel domingo, el horario se fue a tomar por culo. Su despertador se había quedado en el estudio y tras un dia de llamadas y nada de carga, se había quedado sin bateria antes de sonar la primera vez, a las seis. Así que cuando el sol apareció por su ventana, la rubia estaba profundamente dormida.

Sin embargo, las necesidades biologicas no se quedan sin bateria y pronto tuvo que ponerse en pie para ir al baño. Lo hizo. Se levantó y se dirigió al baño con lentitud, aún con los ojos cerrados y la cabeza pensando en volver a la cama. Siguió el ritual de forma impecable. Levantar tapa, bajar pantalones y bragas, sentarse, orinar, limpiarse, subir pantalones, bajar tapa, tirar de la cadena y salió del baño. Todo de forma completamente automatizada porque apenas había abierto los ojos.

Volvió a la cama, buscando la posición en la que llevaba toda la noche de nuevo. Cualquier posición que te deja en un sueño tan profundo era buena sí o sí. Buscó la blanda almohada sobre la cual había puesto la cabeza, después se acurrucó y buscó con la mano la otra mano con la que se había entrelazado anteriormente. Una vez todo estuviese en su sitio respiraría profundamente dispuesta a volverse a dormir.

Escuchaba aquel latido tan constante pero le faltaba algo, anoche había un sonido más de fondo. Una nana. Eso despertó una neurona y esa neurona, alarmada, despertó al resto, mientras, Hana estaba completamente quieta.

¿Una nana? ¿Una mano? Dio un suave apretón para asegurarse. Sí, era una mano. Quiso alarmarse, sinceramente quería, pero todo su cuerpo quería quedarse allí para siempre. ¿Qué había de malo? Además, ella estaba dormida, solo tenía que hacerse la dormida hasta que Ren se fuese y entonces ya vería como manejar la situación. Aún con los ojos cerrados, volvió a respirar profundamente, esta vez buscando retomar el dormir justo donde lo había dejado.

[Himura Ren]

Cuando Hana se levantó para ir al baño, Ren apenas se inmutó. Solo cuando volvió ella se movió algo, dándole la espalda acurrucándose un poco más y murmurando algo inaudible e irreconocible.

La cama de su hermana era más confortable de lo que hubiera esperado; después de dormir tantos años en un futón a ras de suelo; hasta aquel sofá era cómodo para conciliar el sueño. Aunque la almohada era igual de cómoda que la suya.

[Himura Hana]

Ren no pareció reaccionar a los movimientos de Hana, por lo que la rubia siguió con su plan. Volver a dormirse y que se despertase ella primero y después ya vería como manejar la situación. Sí, ese era un buen plan, porque no es que estuviese disfrutando de la compañia de su hermanastra la delincuente tatuada, no, es que sencillamente estaba comoda en esa posición. Sí, era eso.

Con ideas autoprotectoras en la cabeza, Hana acabó por volver a dormirse rápidamente a pesar de la luz matutina que empezaba a inundar la habitación. El olor de Ren era fresco en comparación al dulzor al que se nariz estaba acostumbrada, le despejaba la mente y le permitía relajarse. Cosa que jamás admitiría.