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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
El capitán Tamashi, de la honorable Guardia de Honor del Valle de los Dojos, era un hombre curtido en mil batallas, un veterano de guerra. Eso le gustaba decir a él, o a sus amigotes, pero la descripción más acertada en este caso concreto es que se trataba de un hombre curtido en mil tabernas, un veterano de peleas de bar.

El viajero más avezado, que pasa por frecuencia por los Dojos, habrá deducido de esa afirmación que era mucho más poderoso, sin embargo, que un veterano de peleas de taberna cualquiera. Por el Valle pasaban muchos guerreros, de mil orígenes distintos, y de mil niveles diferentes de destreza, con ganas de pelear. A veces había que separarlos.

El capitán Tamashi era un experto en saber cuándo separar a dos contrincantes en un tatami. Pero que le aspasen en ese preciso instante si tenía alguna idea de apagar fuegos. Por eso, a su lado, estaba Pink.

El capitán Tamashi era un experto bebedor de sake, y probablemente llevaba un par de chupitos de más. Eso dedujo él, aunque Pink se encargaba de llevarlo por la vereda correcta. Porque juraría que el fuego se acababa de apagar solo. ¡Y eso no podía ser!

¡Eso no podía ser, pese a la fría y tranquila mirada de Pink!

Irrumpió en Nantōnoya prácticamente de un salto.

¡Pero bueno, qué pasa aquí! —exclamó—. Pero bueno. Qué pijama tan ridículo, chico. —Estaba mirando a Datsue, y concretamente a su gorrito de tanuki.

Tras él entró una mujer de treinta y tantos, vestida casi por completo de negro y cuyos rasgos más distintivos eran su cabello ondulado de color púrpura pálido, casi blanco, y una marca en la mejilla derecha, marcada al hierro candente con el símbolo de Amegakure... y tachada por una cicatriz provocada por un corte posterior.

Fūka Hōin. Interesante. ¿Teníais planeado este espectáculo de fuegos artificiales o se os ha caído una cerilla en una caja de sellos explosivos?

¿Fuck a qué?

Pink suspiró, negando con la cabeza.

¿Qué ha pasado aquí?

A nadie se le pasó por alto que el hombre, un samurai con hakama verde pálido, un kasa y barba rala de tres días, mantenía una mano firmemente agarrada en torno a la vaina de su katana.
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#17
La primera voz que escuche, fue la Hana. A lo lejos. O eso parecía, por qué senti que alguien intentaba levantarme, pero realmente no tenia fuerzas para poner de mi parte. Solo quedaba Ira, y eso solo servía pará mantenerme consciente.

Abrí los ojos muy despacio, y con mucho dolor. Sentía como si la cara se estuviera derritiendo, y la luz de las llamad me hacia daño. Enseguida apareció otra voz, esta vez mas cercana. Eri. Y dijo algo de un hospital. Seria lo lógico, por que yo me sentía hecho mierda. Sin embargo...

No... —Podia hablar a duras penas, ni siquiera sabia si mi voz se escucharia. Palabras sueltas, pero una frase compelta... —Hos...pital...no... —Los médicos fliparian cuando vieran que las heridas se curaban solas. Estaría poniendo en riesgo a Gyūki. —Sabr... Que... Te...go... Bijuu...

Cada palabra era una agonía. Era como una aguja que se clavaba en mi cara y hacia que el dolor fuese más fuerte. Pero tenia que evitar que se supiera lo de Gyūki, curarse solo no era normal. Lo investigarían, y quizás dieran con la respuesta correcta, y pondría en peligro a un amigo. Era mejor no pisar el hospital.

Llegó más gente, y poco a poco las voces eran mas claras. Takumi, crei reconocer. Me estaban cargando y preguntaban que había pasado. La respuesta era clara: Yo era un imbécil al que la ira lo había cegado, y había abierto la carta de un enemigo sin ningún cuidado.

Sa...mu..rai

»Han... Sido...

De pronto recordé algo. No hacía tanto que había tenido una conversación con Hana en el hospital sobre ellos, diciendo que podían estar entre los samuráis del valle. Joder, tenia pinta de que había acertado de lleno.

Ha...na...

»Ren...pe...li...gro

Es cierto que me caía mal esa chica, pero tampoco era cosa de dejar morir a alguien de la alianza ¿No? Y a esa chica le gustaban demasiado los samuráis, no había visto su odio, no había sentido esa mirada. Si se juntaba con ellos, podría estar en peligro. Siendo sincero, lo hacía mas bien por Hana, me caía bien, y ella la veía como una hermana, seria un palo que la perdiese de esa forma.

Escuche a Datsue gritar algo del fuego, y enseguida, el calor desapareció. No todo, por que las quemaduras de mi cuerpo ardían como el infierno, pero el ambiente parecía haber mejorado.

Aparecieron dos nuevas voces. En realidad no era capaz de ver lo suficientemente bien como para distinguir algo en sus figuras, excepto que por el tono de voz, parecían un hombre y una mujer. También querían respuestas, y también yo era el único que sabia lo sucedido.

¿Me habrían escuchado suficientemente bien mis compañeros, o tenia que repetirlo? Por que cada palabra el dolor era peor... ¿Me estarían mirando todos esperando una respuesta?

Utilizé toda la ira y la rabia para darles las respuesta que querían. Tres palabras. Con eso, al menos Datsue, debería ser capaz de saber quien era el enemigo, y por que iban a por mí.

Samuráis del hierro.

Me costó decirlo, pero me daba igual. Mi odio a hacía ese hijo del hierro era mucho más fuerte que el dolor que sentía al pronunciar esas palabras. Y no estaba seguro, pero quizás se había notado en mi tono de voz la rabia que sentía.
[Imagen: ksQJqx9.png]
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#18
Silencio.

Nadie decía ni una sola palabra. Eri, Hana, Takumi, Datsue y los dos desconocidos habían enmudecido. ¿Tan grave era lo que había dicho? Quizás. Pero no se escuchaba nada. Ni siquiera sus respiraciones. No podía abrir los ojos, no podía articular palabras para pedir respuestas, ni siquiera podía moverme. ¿Por que de repente nadie decía nada? ¿Por que los que me llevaban habían dejado de moverse? ¿Que narices estaba pasando?

Desde la explosión, solo podía ver oscuridad. No había podido abrir los ojos para ver nada. Había sentido el calor de las llamas, pero había desaparecido de repente tas un grito de Datsue. El pitido en los oídos provocado por la explosión había hecho que escuchará las voces cercanas como si estuvieran lejos, y solo sabia sabía que estaban cerca por que me sujetaban.

¿Me sujetaban?

No, ya no. Ya no había nadie ahí. Los hombros donde habían apoyado mis brazos ya no estaban. Estaba cayendo. Pero esa sensación no duró demasiado, apenas unos segundos. Y...


¡CLONK!


Un fuerte golpe de nuca contra el suelo. El dolor hizo que abriera de golpe los ojos. ¿El dolor? Si, pero no el de llamas, no el de las quemaduras. Solo el golpe de mi cabeza contra el suelo. Y podía moverme.

Miré a mi alrededor. La luz de la luna se colaba por la venta de ¿¡Mi habitación!? Y yo me había caído de ¿¡La cama!?

No había llamas, ni fuego, ni olía a quemado. Fui al baño y me miré al espejo tras encender la luz. Estaba intacto. Mi cara estaba intacta, y mi pelo también. Lo único que habían eran gotas de sudor.

Me lavé la cara y suspire. Recordé. Me había acostado temprano por que al día siguiente era la final del torneo. Yo contra una kusajin. Estaba soñando con mi triunfo y de repente, mi sueño se había convertido en una pesadilla.

Ese hijo del hierro me perseguía incluso hasta en mis sueños para jodermelos.

Ese cabrón no me ha dejado dormir tranquilo el día antes de la final, esta me la paga.

Dije en voz baja mientras volvía a meterme en la cama.
[Imagen: ksQJqx9.png]
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