(C) Hedor a muerte

[Sagiso Ranko]

Ranko se detuvo ante el gesto de Kazuma, y aguantó la respiración por un segundo al verlo.

”Es… Es un cuerpo…”

Y no solamente eso, sino que, al iluminar el suelo, el peliblanco revelaría que los pies de los genin estaban manchados de sangre.

—¿E-en qué momento…? —comenzó Ranko, volteando hacia atrás. El clon se notaba igual de confuso. Ellos habían intentado estar atentos al camino, pero el rastro había quedado hacia atrás. La niebla, por supuesto, no había sido de mucha ayuda —. ¿Crees que lo atacaron allá abajo? ¿E-en la sección descendiente?

Ranko intentó desde su posición echarle un ojo a la cámara. Había luz más allá de la entrada, haces que entraban de, tal vez, agujeros en el techo. ”¿Serán lo suficientemente grandes para que alguien escape?” Sería difícil juzgarlo sin entrar a la galería. La chica no avanzaría hasta que Kazuma confirmara, con un shuriken, que en realidad era un cadáver y no una trampa.

”Aunque bien podría ser ambas…”

Pensó por un momento que habría sido mejor mandar a su clon, pero era demasiado tarde.

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[Regeneración dividida]
Ranklon: PV

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[Himura Hana]

El shuriken impactó y el cuerpo ni se inmutó, no hubo movimiento alguno ni salió sangre de la herida. Ningún sonido más allá del acero atravesando tejido y carne ni más respiración que las de los dos ninjas.

Sin duda, era un cadáver, reciente, pero muerto al fin y al cabo.

[Hanamura Kazuma]

—Por el rastro, si es que se arrastró hasta aquí, diría que le dieron un golpe no fulminante y que le quedo algo de vida —dijo mientras daba algunas vueltas alrededor, receloso de acercarse—. Es desagradable, pero tengo que revisarlo.

»Por favor, sostén la antorcha —le pidió a la Ranko clon.

Si nada se lo impedía, se acercaría y comenzaría revisar. Lo primero sería tomar aquello que llevaba la víctima en las manos y facilitárselo a su compañera, para que le diera un vistazo. Sabía que podía ser algo importante, pero su preocupación estaría en otro asunto. Necesitaba verificar tres cosas que le inquietaban: la primera era ver si aquel sujeto tenía una herida reciente en la pierna, y por lo tanto era el ladrón; la segunda era buscar la herida causante de la muerte y ver que podía concluir de ella, y la tercera era verificar si aún tenía algún otro objeto con él, como lo podía ser el respirador.

«¡Vamos, es solo un cuerpo!», se dijo, cuándo noto que se sentía un poco cohibido respecto a manosear un cadáver.

[Sagiso Ranko]

Kazuma mencionó la posibilidad de que fuese la misma persona que se hubiese arrastrado, y no que alguien más lo hiciera. Ranko recibió la antorcha, pero detuvo brevemente a su amigo.

—E-espera, Kazuma-san. Deja que Ranklon lo mueva primero.

Voltearía a ver a la Ranko de piedra, quien asentiría y se les adelantaría, si Kazuma lo permitía. Sólo levantaría la capa, revelando el cuerpo. Si había algún sello explosivo o algo así que necesitara movimiento más que un shuriken, sería Ranklon quien lo recibiese en la cara y no el peliblanco. Como había dicho una vez, en un bosque: ”La precaución por delante.”

Si nada así sucedía, iluminaría la escena para que Kazuma lo revisara bien. Tomaría primero el papel de la mano derecha para leerlo, y no tocaría el pergamino de la izquierda sino hasta que hubiesen descifrado el primer papiro. Esto debido a que sostendría en una mano el papel y la antorcha en la otra.

Sentía escalofríos perpetuos al estar tan cerca de un cadáver. Se decía que debía acostumbrarse. De una u otra forma, era usual para los shinobi ver gente muerta. ¿No?

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Ranklon: PV

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[Himura Hana]

Movieron el cadaver sin mayor problema que el de mover un cuerpo inerte que no ayuda, solo pesa. Kazuma analizaría la causa de la muerte. No le sería fácil pues le costaría encontrar herida alguna en el cuerpo a excepción de una puñalada en el pecho y un corte superficial en una pierna, sin embargo, el rostro del hombre tenía un extraño color verdoso, lo cual encajaría con que no habían encontrado respirador alguno en sus pertenencias ni en su cuerpo. ¿Qué le había matado? Kazuma no tenía ni la menor idea. El veneno, el desangramiento o ambas.

En resumen, de lo que quería ver, tenía dos heridas, un corte en la pierna y una puñalada en el pecho, estaba envenenado y no había respirador ni ningún objeto más allá de los que había estado sujetando hasta hace un segundo.

Ranko por su parte, podría leer el mensaje que había en el papel:

Eh, Hayato, ¿cómo te trata la vida? Me alegro. Pásate por la taberna a la de ya. Se viene el primo supremo y nos vamos a hacer de oro, solo necesitas hacer lo que te diga. Te daré los detalles cuando nos TRAIDOR

Desde la última palabra hasta el final del papel estaba manchado por sangre y tierra, pero sobre todo sangre. No había ninguna otra pista en la nota. En cuanto al pergamino, estaba sellado. Es decir, había un complicado Fuinjutsu que impedía desenrollarlo. Para Ranko, eran garabatos de los que no entendía ni papa. Sin embargo, si Kazuma le echaba un ojo podría deducir que era capaz de deshacer el sellado, dedicándole entre quince y treinta minutos de máxima concentración. Pero seguirían sin saber qué había en el interior del mismo hasta que lo abriesen.

[Hanamura Kazuma]

Kazuma reviso el cuerpo tan concienzudamente como le fue posible; y a pesar de haber hallado dos heridas, ninguna logro decirle mucho. En los libros parecía mucho más fácil, un doctor se acercaba a un cuerpo y de una herida podía derivar el arma homicida y el método empleado. Durante un instante se preguntó cuántos muertos habría de ver en una vida para obtener semejante experiencia.

El peliblanco se puso de pie, necesitaban replantearse la situación. En eso, se fijó en el pergamino que sostenía su compañera, en el inconfundible patrón de algún sellado.

—Permíteme el pergamino —pidió a Ranko.

Se dedicaría a revisarlo con detenimiento, siguiendo los caracteres que le eran familiares hasta dar con una formula conocida. Le tomo un poco encontrar el orden, pero finalmente comprendió que se trataba de un sello usado para preservar la integridad de un pergamino y su contenido.

—Puedo abrir este pergamino, aunque la fórmula de sellado es algo complicada y me tomara un rato —comento—. No sé qué pueda contener, pero puede que nos sea de utilidad.

»Ese trozo de papel que sostienes, ¿dice algo al respecto?

[Sagiso Ranko]

Ranko iluminó el cuerpo para que su amigo pudiese revisarlo, y luego le entregó el pergamino. Al parecer era un sello, una disciplina desconocida para la kunoichi, pero familiar para el espadachín.

—Claro. ¿N-no será peligroso abrirlo? —dijo cuando Kazuma mencionó que tardaría en poder ver el interior del pergamino.

Antes de ello, sin embargo, leyó el contenido de la nota a Kazuma, y se la mostró para que pudiera ver la palabra sangrienta en ella.

—M-me pregunto si él es Hayato, o si él le iba a entregar la nota a Hayato… Y quién traicionó a quién… ¿Q-qué se puede d-decir del cuerpo? ¿Es el ladrón?

Ranko mantendría la antorcha cerca para que Kazuma pudiese trabajar con el sello adecuadamente. Mientras tanto, tras una breve instrucción de Ranko, el clon se adentraría cautelosamente en la galería, mirando hacia todos lados con cuidado. No se alejaría más de diez metros del par de genin, intentando encontrar alguna cosa entre la oscuridad y los haces de luz qué más había en aquella inmensa estancia, especialmente si había algo en el suelo. Claro que, si los ojos de Ranko no eran de por sí muy buenos, menos lo serían bajo tierra.

[Himura Hana]

En la galería no encontraría ningún montón de oro ni ningún cofre, tampoco trampas ni veneno, solo tierra, piedras, cristales y plantas. Sobre todo plantas.

Nada más, podéis seguir.

[Hanamura Kazuma]

—Claro. ¿N-no será peligroso abrirlo? —dijo cuando Kazuma mencionó que tardaría en poder ver el interior del pergamino.

—Solo quitare el sello, luego la Ranko clon puede abrirlo —explico mientras deshacía una cadena de caracteres.

—M-me pregunto si él es Hayato, o si él le iba a entregar la nota a Hayato… Y quién traicionó a quién… ¿Q-qué se puede d-decir del cuerpo? ¿Es el ladrón?

—Tiene una buena rajadura en la pierna, así que probablemente sea nuestro hombre —conjeturo, haciendo una pequeña pausa para tomar aire—. Me da curiosidad y quisiera saber todo lo que está ocurriendo; pero me tiene un tanto nervioso que solo hayamos hallado un cadáver, nada de oro.

[Sagiso Ranko]

La sugerencia de que la Ranklon abriera el pergamino por si las dudas le encantó a la chica. Kazuma conjeturó que el hombre era, en efecto, el bandido. Y le extrañó que no hubiesen encontrado el tesoro robado.

—P-por eso el ladrón no salía… Estaba muerto. Lo que significa que ya había a-alguien aquí. Alguien que sigue aquí.

La clon no había encontrado nada, pero algo que relajó a Ranko fue la presencia de plantas.

”¿Será que no les afecta el gas? Digo, no se ve que haya gas aquí, pero…” Claro, no pensaría ni por un momento que fuese seguro quitarse el respirador, pero le alegraría que no todo estuviese muerto allí abajo. Le recordaba a casa.

Ranko esperaría entonces a que Kazuma terminara de descifrar el sello y el pergamino estuviese listo.

[Himura Hana]

Ranko esperaría pacientemente con el clon activado a que Kazuma terminase de descifrar aquel intrincada formula de sellado. No se trataba de una formula dificil pero sí enrevesada y larga de contrarrestar, sin duda, un tipo de formula que se usaría en una cueva llena de aire venenoso donde contra más tiempo gastes, más veneno respiras.

Finalmente, tras más de media hora invertida en el pergamino, el sello que impedía abrirlo desapareció por completo. Ahora tocaría seguir con el plan y que el clon lo abriera, si no fuese porque el mismo pergamino pareció cobrar vida propia y saltó de las manos del espadachín al suelo y se abrió por sí solo.

Hubo un destello azulado y ambos sentirían chakra, no serían capaces de precisar ni cuanto ni la índole de dicha energía, pero si ellos lo habían sentido, poco no era. Después de unos segundos manteniéndose destello y energía, ambos cesaron de golpe. Encima del pergamino, había una mujer.

La mujer en cuestión tenía una musculatura parecida a la de Ranko, aunque era incluso más alta que ella y mayor en edad. Tendría más de veinte pero no más de treinta, tenía una larga melena recogida en una coleta que llegaba hasta la parte trasera de la rodilla. Era de color marrón, pero algo les decía que ese no era su color natural, o por lo menos, no del tono que debiera. Era un marrón de suciedad, como si se le hubiese pegado el color de tanto bañarlo en barro.

Su vestimenta era simple. Una camiseta marrón de manga corta y un pantalón que en su momento fue azul oscuro, ahora, como su pelo, estaba amarronado. Iba descalza y no llevaba ningún tipo de arma.

— Dios. ¡POR FIN! — hasta ahora había estado de espalda a los muchachos, se giró de forma casual y levantó la mano, dandoles un breve saludo. — Hey.

Entonces procedió a estirar piernas y brazos, donde se percatarían de que igual era más musculosa que la propia Ranko.

— Estoy hecha polvo. — se quejó al aire mientras seguía con sus estiramientos.

La mirada de la mujer misteriosa fue directa al cadáver y entonces volvió a los ninjas, ahora mucho más tensa, expectante y peligrosa.

[Hanamura Kazuma]

—Dios. ¡POR FIN! — hasta ahora había estado de espalda a los muchachos, se giró de forma casual y levantó la mano, dandoles un breve saludo. — Hey.

Kazuma levanto la mano torpemente, pues aun no asimilaba lo que estaba ocurriendo. Y aunque su rostro reflejaba una calma absoluta, sus sienes palpitaban ante el brusco aumento del ritmo cardiaco.

—Estoy hecha polvo. — se quejó al aire mientras seguía con sus estiramientos.

—Bueno, aun asi… —comenzó irguiéndose lentamente—. ¿Se supone que ahora nos concederas tres deseos o algo similar?

Hizo la pregunta, sin dejar entrever si se trataba de una broma o de pura inocencia pueril; lo cierto es que sus músculos estaban tensos y sus nervios dispuesto a reaccionar ante cualquier suceso o señal de peligro.

[Sagiso Ranko]

—Hola. —respondió sin pensar.

"¿Ah? ¿¿AAH??"

Tardó un poco más en reaccionar apropiadamente. Nunca hubiese esperado ver a una mujer tan atlética (y enlodada) en aquel sitio tan tenebroso. Kazuma hizo una broma al respecto. ¿Era uno de esos espíritus encerrados en vasijas que cumplía deseos? ¿No eran azules ésos? ¿O tal vez era una oni que los destrozaría por haberla sacado? No, pues la mujer se mostraba aliviada de salir.

Ranko no le prestó mucha atención al comentario de su amigo, pero sí se fijó en la musculatura de la fémina al estirarse. No pudo evitar suspirar. Se imaginó combatiendo con ella, midiendo su fuerza una contra una, cruzando puñetazos y patadas sobre ¿lodo? Su apariencia sucia no le importaba mucho. Se imaginó chocando los nudillos con ella al final de un día de duro entrenamiento.

La mirada amenazante de la mujer la sacó de su ensimismamiento.

—¡N-no fuimos n-nosotros! ¡A-a-así lo e-encontramos! —soltó Ranko, más que nerviosa, esperando que la mujer no tomara represalia contra ellos. El respirador ocultaba gran parte de su rubor —. M-m-mi nombre es Ranko. S-Sagisō Ranko. Vi-vinimos a investigar e-el área…

¿Debería de presentarse así ante una desconocida misteriosa? Sólo si no atacaba como acto inicial. Claro, si a aparecer se hubiese lanzado a golpear a alguno de los dos, Ranko no habría dudado en ponerse ofensiva. Pero si aquella musculosa mujer se mostraba calmada al inicio…

"No hay razón para atacarla. Aún."

—¡Ah! Y-y él es Hanamura Kazuma. —añadió, como si hubiese olvidado la existencia del peliblanco por un instante.

[Himura Hana]

—Bueno, aun asi… ¿Se supone que ahora nos concederas tres deseos o algo similar?

El muchacho hizo una gracia muy desafortunada y que nadie rió. Acto seguido, él y la desconocida intercambiaron miradas tensas, al borde del comienzo de la refriega. Por suerte para ambos, ahí estaba Ranko para relajar la situación.

—¡N-no fuimos n-nosotros! ¡A-a-así lo e-encontramos!

Relajó ligeramente la expresión pero no la guardia.

— M-m-mi nombre es Ranko. S-Sagisō Ranko. Vi-vinimos a investigar e-el área…

La kunoichi parecía más bien inocentona a los ojos de la desconocida, sobre todo al ver que el interés de ésta estaba en explicarse más que en prepararse para el combate. Al contrario que su compañero.

—¡Ah! Y-y él es Hanamura Kazuma.

— Si teneis que llamarme de alguna forma, llamadme Violeta, es por el color de mi pelo. — se vio en la necesidad de aclararlo, siempre le preguntaban — Me estás diciendo que vinisteis a investigar el area y casualmente hay un muerto reciente justo donde estaba mi pergamino. Que os lo agradezco y todo eso, pero estoy bastante segura de que no teníais ni idea de lo que había dentro. ¿Quien demonios abre un pergamino en plena cueva con un muerto reciente? ¿Qué clase de ninjas sois vosotros?

Alzó una ceja de incredulidad mientras movía su mirada de Ranko a Kazuma.

[Hanamura Kazuma]

—¿Qué puedo decir? A veces me gana la curiosidad —respondió, tranquilamente, tratando de no dar una respuesta demasiado concreta.

No entendía que estaba pasando y una aparecida de la nada no le generaba nada de tranquilidad; pero como era de malo confiarse prontamente, también era malo dar motivos para sospechar la hostilidad. Aun así, permanecía agachado, agazapado como el gato cuyo cuerpo yace flácido pero que está listo para saltar a la acción en cualquier momento.

—Como notaras, estamos un poco perplejos —señalo—. Estábamos investigando el área y de pronto aparece tu sujeto muerto, una nota escabrosa y una mujer salida de un pergamino.

»Básicamente, esa es la situacion… Así que si tienes alguna información que puedas o quieras compartir con nosotros…

Tenía ganas de liberar sus labios y hacer todas las preguntas que violentamente se iban agolpando en su mente, pero lograba obligarse a mantenerse concentrado.

«¿Dónde está el oro?», repetía mentalmente cada tanto tiempo, asegurándose de recordar cual era la finalidad última de su presencia allí.