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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Lluvia. ¿Cotidianidad o déjà vu? Jun sentiría que por alguna razón, ese día ya lo había vivido antes. ¿Era porque su rutina era la misma de siempre? ¿O porque el destino le había preparado algo?

Afuera de su hogar, se escucharon pasos, o mejor dicho, pisadas. Algo o alguien, se paró frente a la puerta de su casa y empezó a llamar con fuerza para que le atendieran.

Tres golpes, tres exactos golpes.

Al abrir la puerta, ahí estaría de nuevo: Un enorme doberman, con la bandana de Amegakure en su cuello, sentado, esperando. El animal dejó un pergamino al pie del portón, alzando la mirada.

—¡Traigo una misión para Nara Jun! — Dijo el canino con portentosa voz.




(D) Limpiando escombros


Publicada en: Ame
Rango recomendado: Genin
Solicitante: Inuzuka Karaga
Lugar: Antigua casa abandonada, Campos y Montañas de la Tormenta.

En lo que hoy es es la vía ferroviaria, se encuentra una casa a medio demoler, ubicada entre Amegakure y la Ciudad Fantasma. Se ha pedido ayuda a dos ninjas, para que recuperen todos los objetos posibles que no sean muebles que se encuentren aún dentro de la casa y transportarlos a Amegakure para entregárselos a Karaga. Los genin, Nara Jun y Akamatsu Nao, deberán partir juntos, y regresar a la aldea para entregar los artilugios en la residencia de Karaga. Se adjunta en mapa con las localizaciones indicadas.

Mientras tanto, en una cómoda y sencilla casita, un joven de ojos rojizos leía el pergamino con la misión asignada que recibió esa misma mañana por parte del mismo perro. «Una casa abandonada, en medio de la nada. ¿Por qué?» Pese a que lucía un trabajo sencillo, aquel papel no le daba motivos del porqué alguien estaría interesado en algo cómo eso. Tal vez no era de su incumbencia, pero eso no mataba su curiosidad. Más allá de pensar historias y fantasmas como tal, algo le olía mal. Quizá, pese a todo, él era muchísimo más intuitivo que otros genin de su promoción.

Al menos, no parecía que iba a ser un trabajo aburrido «O no tanto, al menos. Pero mejor no me hago expectativas al respecto.» En el fondo quería creer, que había algo más. ¿Sería esta una gran aventura? ¿O simplemente se estaba emocionando de más con la idea de la casa en ruinas?

Como fuese, el genin, se alistó y tomó su paraguas. Encaminándose a la salida de la aldea. ¿Cuánto tardaría esperando a su acompañante?
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#2

Ya estoy haciendo otra misión, por lo que no cobro esta

«Por fín.» La tranquilidad reinaba su casa. El único que podía irrunpirla era Hinata. Y, siendo sinceros, es el que menos molesta de los 5 que conforman su familia.

Dejó caer su cuerpo en su tan cómoda cama. Lo acompañó con un suspiro aliviado y giró su cabeza hacia la mesita de luz. Allí posaba la historia que dejó a medias. Tantas líneas por leer aún. Agarró el dichoso y lo abrió. Finalmente...

¡JUUUUUN! — nuevamente, la chica saltó. —PUERTA.

Bufó con fuerza y se levantó instantáneamente. Lanzó lo que tenía en sus manos a la cama y fue directo a la puerta. Obviamente, no sin antes hacerle llegar un insulto a su hermano que se encontraba en el baño.

Abrió la puerta, ansiosa y apurada, esperando que resuelva aquel asunto rápido.

Buenas buenas ¿A quien bus-

«Que carajos. Otra vez.»

Heeey ¿Qué pasa mi perro? — le regaló una sonrisa al doberman, aunque nuevamente la haya interrumpido.

Esta vez, tomó el pergamino sin mucho espamento y lo abrió, comenzando a leer su contenido. Suspiró, pues se tenía que ir de misión nuevamente. Al finalizar, cerró el escrito y lo guardó.

Muchas gracias. Te daría una galleta pero no tengo.

Se metió de nuevo a la casa sin más y comenzó a prepararse. Le chocaba un poco la idea de recolectar cosas de una casa lejos de todo. Vaya a saber uno si ya hubo otra gente allí, u otros seres vivos. Pero la solicitante parecía segura en su mensaje que aún había cosas allí, sino no contrataría estos servicios.

¿Quien e-

Me tengo que ir. — Pasó corriendo por el pasillo, ya alistada para su misión.

Salió de su casa y comenzó a dirigirse hacia la salida de la aldea. Llevaba un ritmo más constante que rápido, pues sus piernas no eran precisamente veloces. Era más bien una caminata apurada, intentando sortear por el camino la mayor cantidad de obstáculos que se encontraba.

Hablando de obstáculos, ya llegando a la salida, vio una persona con paraguas. Para ella un artilugio incómodo y, en Amegakure, irónico. Como un chiste de mal gusto. Un músico sordo, un pintor ciego, un cantante mudo. Ni se giró a mirarlo, ya que estaba algo apurada buscando una persona con bandana.

Comenzó a aminorar la marcha y se quedó mirando hacia sus alrededores, buscando a su dichoso compañero.
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#3
El perro, quiso decir algo, pero la energía de la chica le hizo imposible no solo contestarle, sino contarle más detalles. El perro simplemente la observó irse, llevándose luego la pata a la cara. «Demonios, ¿podrá encontrar eso sin saber que es?» Pero el animal, ya había cumplido su labor de entregar el mensaje, aunque sea incompleto. Por ahora, ya las cosas dependían de ella.

En las afueras de la aldea, la lluvia seguía cayendo.

El joven Akamatsu esperaba tranquilamente, hasta que la lejanía escuchó unos pasos apresurados. El joven levemente alzó su paraguas para que sus ojos pudieran asomarse desde abajo y observarla de reojo. «Tiene ese famoso peinado de chica ruda.» Fue lo que pensó para sí, aunque físicamente no lucía tan imponente. Eso sí, la chica disminuyó la velocidad, siendo que parecía buscar algo o alguien. Nao de inmediato dedujo, que ella se trataba de la kunoichi con la que debía realizar el trabajo, pero ella por alguna razón no podía interpretar las cosas de la misma manera. Así que el muchacho suspiró.

—Nara Jun, parece usted algo extraviada~ — Diría en un tono jocoso para llamar su atención. —¿Por qué ha de buscar algo que no se ha perdido? — Su sonrisa juguetona se asomaría desde abajo del paraguas.


Pese a que la diferencia de edades no era muy grande, él seguía actuando con su hablar formal. «¿Nos llevaremos bien, o nos llevaremos mal? Averigüémoslo.» El de cabellos castaños esperaba que ella se diera cuenta de quién era él, y si no, pues tendría que ser más directo.
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#4
¿Ehm?

Una voz la hizo girarse. Esta provenía del portador del paraguas. Y menos mal que le llamó la atención, porque en su puta vida habría girado hacia allí. Empezó a caminar lentamente hacia el muchacho.

«Que cabrón.» No tardó en captar que era su compañero. Que la llame por su nombre completo, que se encuentre allí y su bandana lo delataban. Además de eso, parecía tener un porte elegante y un aire de madurez impropio en algunos jóvenes. Quizás esto era por las palabras que usaba o por como vestía, vaya a saber.

No le agradaba mucho eso, que la traten de usted o con esa formalidad. Por otro lado, le agradaba que sea bromista. Ella también le sonrió al notar su tono de voz.

Es verdad que no perdí nada. Pero tampoco buscaba un paraguas, eso dalo por seguro. — Sonreía igual de jocosa que el chico. Nunca se pensó que un shinobi de Ame lleve consigo un paraguas. Se le hacía raro.

Se acercó lentamente al muchacho, extendiendo su puño en modo de saludo.

Un gusto Nao, espero que sigas siendo igual de divertido en el viaje. — Rió un poco y se quedó mirándolo. Parecía un chico bastante particular. Eso tambien le agradaba.

»Avísame cuando estes listo para partir.
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#5
Nao mantuvo la sonrisa sabiendo que al menos la chica no se ofendió y se tomó a bien su actitud, pues al menos daba paso a que el resto de la misión iría con buen pie. Nao hizo una leve reverencia para presentarse.

—Espero que sus expectativas respecto a mi persona no sean mal correspondidas — Diría.

Sin embargo, el chico se sintió descolocado cuando la chica le extendió el puño. «Huhm, ¿esto será, un saludo informal?» Si, los modales anticuados del genin le causaban ciertos conflictos a la hora de relacionarse con los de su edad. Parpadeó un par de veces, y con algo de duda extendió su puño para chocarlo con el de ella, aunque con cierta suavidad. No querís ser descortés, pero le costaba interactuar con esos manerismos llenos de confianza siendo que ambos recién se conocían.

—Un segundo — El genin se llevó la mano a la parte trasera de la espalda, sacando un pincel que luego se metería a la boca. —Supongo que ya podemos partir. Perdón por mis extraños preparativos — Se giró sobre sus talones, dirigiéndose a la salida de la aldea. —Hubiese sido más cómodo ir en tren, pero supongo que no podemos pedir que pare a la mitad de la nada para dejar a dos pasajeros. Así que supongo que tocará caminar...

Esperaría a que la chica también emprendiese el paso.
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#6
Ella entendía que el chico le llevaba algunos años, pero le parecía una exageración sus formas. No es que el muchacho tenga tantos años tampoco para ser tan anticuado. Aunque, también hay que decir, que Jun es todo lo contrario a todo tipo de formalidades, incluso chocando con cosas simples del día a día. Por ejemplo, con los honoríficos, que le parecen molestos de usar y un sinsentido. Pero su compañero se iba al otro extremo.

«¿Qué le pasa?» La Nara se quedó igual de confundida que él. Lo vio como perdido por un simple saludo de puño. Y, encima, chocó el puño de una manera muy suave, con una cierta delicadeza.

De alguna forma u otra, tenían que hacerse entender.

Y, siguiendo con cosas que Jun no entendía, Nao sacó de sus espaldas un pincel y se lo llevó a la boca. «Bueno, cada loco con su tema.»

No te preocupes. A mi también me encanta el sabor de un buen pincel matutino. — soltó jocosa mientras le seguía los pasos. —Supongo que es lo que hay. Toca caminar hasta allá.
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#7
Nao emprendió entonces la marcha tranquilamente, además de sonreír ante los comentarios de la chica, siendo que le agradaba que ella al menos fuese amable. Seguía, eso sí, con su paraguas en todo momento, en contraste con la chica que dejaba bañarse la piel por Amenokami. Una escena rara, siendo que al menos en Amegakure, Nao era el que lucía como loco con esa acción.

—Tal vez pueda parecer raro que utilice un paraguas, pero ha de entender que antes de venir aquí, yo no había visto jamás la lluvia. Y aunque mi cuerpo se haya tenido que acostumbrar a mojarse si deseaba vivir en Amegakure, eso no significa que me guste — Comentó al aire.

Quería dejar claro su punto, puesto que había notado que la chica seguramente lo miraba como un bicho raro en medio de un país famoso por la lluvia eterna que la recorre.

—No se equivoque, no vengo del extranjero. Nací en el País de la Tormenta, pero vengo de dónde nunca llueve — Dejaría que Jun adivinara de dónde provenía.
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#8
Jun le seguía tranquilamente el paso a su compañero, teniendo en cuenta que tenía claro bien hacia donde iban.

El chico no tardó en abrir nuevamente la boca, pues quería explicar su situación con aquel paraguas. No sabía si el comentario que había tirado la Nara le había afectado, pero se vio con necesidad de excusar el objeto.

Oh, ya entiendo. Tiene bastante sentido. Además, me imagino que no quieres mojar esa ropa. — No es que fuera de la más exclusiva de todo Oonindo, pero si parecía ser la típica ropa de uso más formal.

Ese detalle sobre su origen explicaba mucho, porque era realmente raro que un shinobi use paraguas. La mayoría de personas que se crían en Ame, les guste o no, se terminan adaptando a la lluvia como si fuera lo más normal del mundo.

Luego explicaría que él no venía de otro país, sino del mismo en el que habitaban. Ella no tenía problema con eso, ya que no tenía ningún tipo de tendencia xenófoba ni nada por el estilo. Aunque entendía porque aclaraba eso. Hay mucho loco por ahí dando vuelta.

¿De dónde eres exactamente entonces? Lo primero que se me vendría a la cabeza con lugares que no llueven es por el norte, pero no conozco muy bien esas zonas.

Había sido totalmente sincera. Con suerte había viajado hacia el País del Fuego, pero de su propio país poco había conocido además de Amegakure.
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#9
El joven Nao no entendió del todo el comentario sobre su ropa. ¿Lucía algo demasiado elegante? Él había escogido su ropa en cuanto a cosas que le resultaran prácticas para moverse, pero que no fueran demasiado llamativas. Incluso, por la misma lluvia, jamás llevaría algo que se arruinase con la humedad. ¿Era acaso que lucía demasiado formal para los jóvenes de su edad?

Se encogió de hombros. Aunque sonrió de nuevo ante las palabras de la kunoichi.

—Ha acertado correctamente usted, en suponer que vengo del norte — Asintió. —Pero no puedo decirle exactamente de que lugar, porque realmente no provengo de ningún sitio en específico — Cambió de mano su paraguas. —Mis padres me dejaron al cuidado de mi abuelo, en una choza vieja en alguna montaña nevada. De vez en cuando iba a alguno de los demás asentamientos que hay en el norte, pero en sí, vivíamos bastante aislados del resto de la civilización — Comentó con simpleza.

¿Cómo se lo tomaría la chica? Realmente nunca había hablado de su procedencia con nadie, así que al menos suponía, que sería raro.

Tras un tiempo hablando, la caminata dejaría atrás la silueta de la gran ciudad de acero que era Amegakure, y se adentrarían en los valles lluviosos, guiándose por las vías del tren que parecían extenderse sin fin en el horizonte.
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#10
Levantó una ceja al escuchar el origen del chico, le sorprendía cuanto menos esa confesión. Y es que, ya sea por prejuiciosa o no, Nao era la última persona que se le venía a la cabeza cuando se hablaba de una persona que vivía en una montaña lejos de la civilización. Lo primero que se le venía a ella, era una persona con físico fuerte, tosco, cascarrabias y desarreglado. Pero él era todo lo contrario. Un chico carilindo, calmado, formal y educado. No se imaginaba a alguien así diciendo: "Disculpe usted, saldré de la choza para conseguir nuestros alimentos necesarios para sobrevivir". Exageraba un poco, ya que el chico norteño que tiene de compañero es la viva imagen de que no todos son así. Pero en su cabeza funcionaba así y la tomó de imprevisto.

Vaya. Si te soy sincera, no me esperaba que hayas tenido una vida así. Me dabas vibras que venías de otro tipo de lugares. — Le miró y le sonrió, pues no lo decía con mala intención, es solo que no se lo esperó. —Espero que te hayan recibido bien en Amegakure. A veces hay algún que otro idiota, pero no te dejes espantar por esos. Hay gente bastante buena.

Ya habían caminado lo suficiente como para que la silueta de Amegakure se les haga lejana a la vista. Aún faltaba caminar para llegar a su destino, pero no era tan lejos como parecía.

¿Alguna vez fuiste cerca del lugar donde vamos? — Cual perro, Jun sacudió su cabeza para sacarse el agua acumulada de su pelo. Con su mano, se peinaría de nuevo hacia un costado.
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#11
La reacción de ella ciertamente era lo que él esperaba, aunque si bien sabía que podía ser raro, no pensó que TAN raro. Aunque ahora tenía curiosidad de saber en qué clase de estereotipo encajaba él.

—La verdad me fue un poco difícil acostumbrarme al inicio a las costumbres de Amegakure. Creo que todos desean demostrar lo fuertes que son y se aferran a ello. Aparte de los estrictos profesores de la Academia Ninja, no recuerdo haber tenido mayor problema —. Él no se sentí un buen peleador en lo absoluto, además que no le interesaba tampoco. De hecho, aún se sentía como un forastero en la aldea. Así como aquel paraguas lo separaba de recibir la lluvia directamente, aún sentía que él se aislaba de la gente de la aldea, y no tenía demasiados conocidos, más allá de lo necesario para interactuar en su día a día.

—La verdad, no tengo mucha idea de a dónde nos dirigimos — Negó con la cabeza. —Lo que sé del País de la Tormenta, o de Ōnindo en general, es por historias o leyendas. Me la pasaba leyendo libros cuando no tenía nada mejor que hacer, así que muchas cosas sólo las puedo imaginar en mi cabeza — Se giró y sonrió. —Aunque ahora que he venido a Ame tengo la oportunidad de salir de misión para ver algunas cosas del exterior — Siguió andando contento.

Mientras avanzaban por las vías del tren, pronto verían una silueta oscura formarse en el horizonte: Se trababa de una vieja casa de dos niveles, o la mitad de ella, puesto que la fachada y la mitad de la estructura habían colapsado y los escombros se extendían sobre la planicie. De lo que quedaba en pie, lucía corroído y gastado por la humedad y el paso del tiempo. Las paredes estaban mohosas, y las varas de hierro visibles estaban ya oxidadas.

—Y... Según mis libros, esto encaja perfecto en la descripción de casa embrujada — Bromeó.
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#12
Y si, la verdad que la academia podía ser un poco dura en Ame. Quizá para la gente que se crio allí y, sobre todo, para gente que su familia está conformada por shinobis, no era un choque tan duro. O por lo menos eso le pasó a Jun, que además tiene una familia bastante estricta y exigente con ese tema. Pero, seguramente, para Nao y gente que viene de otros lados, debería ser algo totalmente diferente a lo que estaban acostumbrados. Quizás a veces se pasaban, ya sea con estudiantes o genin recién salidos de la academia. No solo con el trato, sino también con decisiones que se tomaban sobre ellos por alguna cosa que hacían mal. Pero así es la idiosincrasia con la que se manejan allí y no parecía que eso vaya a cambiar en mucho tiempo. Después de todo, eso también tiene cosas positivas y remarcables, como la reputación que pueden llegar a tener los ninjas de Ame por todo Oonindo.

Supongo que si, la gran mayoría intenta mostrarse así. — Más que suponer, afirmaba. Lo tenía bastante claro, porque casi todas las personas que conocía eran así. —Me alegro que no te hayas cruzado con problemas aún. Adaptarse a lo nuevo suena bastante difícil.

Al igual que el chico, ella también le gustaba leer cuando no tenía nada más que hacer. Aunque, ese tiempo no era mucho y probablemente tenga leído menos libros que él. Le parecía muy lindo lo que contaba. El hecho de poder salir de donde vivía y lanzarse al mundo, buscando y viviendo esas aventuras. Esa sonrisa contagiosa, que pronto se transformó en una sonrisa en ella, le transmitía un entusiasmo que la Nara no podía llegar a lograr con el solo hecho de salir de viajes. Más allá de poder disfrutar de aquellos viajes, no podía llegar a tener esa sed de aventuras.

En el mientras tanto, ya de lejos se iba notando una casa vieja de dos pisos, con una parte derruida y con signos de que la habían dejado abandonada hace tiempo ya.

A veces son un poco aburridas las misiones que me dan, pero esto promete demasiado. Lo único que espero es que no haya ningún tipo de fantasma. — Siguió su broma, pues era bastante cierto que encajaba con la típica casa embrujada en los libros.

Siguió caminando junto a su compañero directo hacia la casa, con una leve sensación de ansiedad por descubrir que se podían cruzar allí dentro.
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#13
Nao sonrió a su compañera. Por increíble que pareciese, se estaban llevando bien. Un chico de modales muy anticuados y una jovencita bastante enérgica y "moderna" por así decirlo. Completos opuestos que por alguna razón se estaban llevando bien, contrario a lo que algunos podrían haber imaginado.

—La verdad, no he tenido tampoco muchas misiones interesantes como para opinar — Se encogió de hombros. —Y supongo que la glamorosa vida de shinobi aventurera no es para los novatos...— Empezó a adentrarse en la casa a pasos lentos.

Había algunas goteras, y la madera del suelo rechinaba con cada pisada. El joven retrajo su paraguas, y se lo colgó en la espalda mientras continuaba analizando el lugar: Había muebles ya desquebrajados, y muchos objetos tirados en el lugar, incluso muchos rotos.

—Habrá que revisar que es basura y que no... — Se agachó a recoger un viejo libro húmedo que se deshizo en dos en cuanto lo levantó. —Aunque se me hace curioso que hayan tantas cosas. ¿A quién pertenecía esta casa? ¿Por qué se fueron? ¿Por qué dejaron tantas cosas atrás? — Se paró de nuevo.

Tal y como decía su compañera, algo prometía ser algo interesante. Pues no parecía que la propiedad hubiese sido abandonada simplemente porque sí.
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#14
Jun asintió a su compañero. Sinceramente, los genin con tan poca experiencia como ella no se iban de aventuras por ahí. Daba suerte que la mandaban a hacer cosas dentro de la aldea. Esta era la primera vez que salía para hacer una misión. Y parecía que era el mismo caso con el chico.

La chica siguió al muchacho adentrarse a la casa. Ya escuchar rechinar las maderas con las pisadas de Nao le daba bastante mala espina. Unas cuantas goteras ambientaban un poco más el lugar, seguido de un rastro de objetos rotos y unos muebles en mal estado. El muchacho no tardó en recoger un libro, el cual se deshizo al intentar levantarlo.

Si, no estoy muy segura de que será basura y que no para esta chica. Hablando de eso... — Se acercó a uno de lo muebles y palpó con sus dedos el respaldo. —Ya había hecho una misión para esta persona, Karaga. No se que puede tener de relacionado con este lugar, pero fue algo bastante curioso.

Al igual que él, la Nara no sabía bien que había pasado en ese lugar. Habían dejado muchas cosas atrás y eso no era un buen indicio para nada ¿Quién deja todo eso en esa casa, en medio de la nada? Quizá solo exageraba y dejaron abandonada la casa sin más, pero ella se iba más por el lado de que tuvieron que dejar el lugar de manera inesperada. Intentando huir de algo, tal vez.

Se giró y miró al shinobi. Su expresión parecía ser más seria de lo que habituaba.

Solo tenía que entregar una carta a un jōnin retirado. Pero todo fue un poco extraño. — Pausó un segundo para dirigir su mirada hacia el suelo, intentando buscar con la vista más objetos. —Era un hombre bastante simpático, pero tenía sus momentos que se le iba la cabeza y comenzaba a delirar o decir cosas extrañas. Me caen bien las personas raras la verdad, pero tenía un lado que no me daba buenas vibras.
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#15
La chica comentó, que de alguna manera ya había recibido una misión con anterioridad de parte de la misma persona, además de que en su misión anterior había conocido a un tipo bastante extraño. Nao probablemente hubiera empezado a hilar posibles teorías sobre si su actual misión podría estar conectada con los intereses de aquella mujer, pero luego su atención se desvió hacia el último comentario.

—Un momento, ¿eso significa que soy raro? — Parpadeó sorprendido.

Sí, Nao estaba consciente de que algunas actitudes no encajaban -en especial sus extremos modales-. ¿Pero que podía esperarse de un niño criado por un anciano gruñón? En sí, tampoco imaginó que sus manerismos fuesen tan extravagantes.

Sacudió la cabeza, y se sonrojó sin saber por qué.

—Como sea... ¿Ya ha pensado en cómo llevaremos las cosas? — Se detuvo a observarle. —En mi caso, sé usar Fūinjutsu, así que puedo llevar una buena parte en pergaminos — Sacó uno de sus makimonos, lanzándolo al aire y atrapándolo de vuelta.
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