Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Datsue rio con el comentario de Don. Desde luego, no hubiese querido estar en la posición de Shiona aquella noche. Entremedias, el camarero trajo la botella de vino con los cuencos. El pulpo todavía no estaba, pero Datsue humedeció los labios con el tinto a modo de degustación.
Buenísimo.
Entonces Hanabi reveló que había vuelto con Shiona en una segunda ocasión. Justo una semana antes de su muerte. Datsue apostaba a que Hanabi recordaba aquella cena vívidamente, como si la hubiese tenido ayer. ¿De qué hablarían? ¿Qué comentarían? Seguramente habían estado charlando tan tranquilamente sin tener la mínima idea de lo que iba a suceder días después. Así solía llegar la muerte a los ninjas. Sin importar el rango, sin importar la fuerza que ostentasen. De genins a Kages, de novatos a los más poderosos que Ōnindo había visto.
—La vida da unas vueltas muy curiosas. Sí, muy curiosas. Qué casualidad.
Datsue alzó una ceja, intrigado. Iba a abrir la boca, pero justo en ese momento les trajeron el pedido.
—Ah… ¡qué buena pinta! —exclamó, con la boca hecha agua—. Buenobuenobueno, ¡que aproveche! —dijo, tomando los palillos y cazando la primera bola. Se abanicó la boca con las manos justo después—. Ten-ja… cuidagho… Hababi-sama… Quema’ ugh pogo.
¡Dioses! ¡Eso le pasaba por precipitarse! Cuando consiguió tragarlo se vació la cuenca de vino para enfriar el paladar. La rellenó al instante. Qué peligro. Aquel vino entraba como agua.
—Pero, ¿por qué dice lo de la casualidad? —quiso saber. No tenía pensado matarse en una semana, ¿no?
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Justo en ese momento vino a su nariz el ric olor de los takoyakis. Ambos fueron rápidos con los palillos y se llevaron uno a la boca. Datsue se quemó. Pero dígase una cosa de Sarutobi Hanabi: él era el fuego. El hombre ya se había comido dos bolas de pulpo cuando Datsue estaba tratando de advertirle.
—Pero, ¿por qué dice lo de la casualidad? —quiso saber Datsue.
Hanabi le miró a los ojos. Tragó el tercer takoyaki. Tomó la kunka con ambas manos y le dio un buen trago al vino. Lo necesitaría.
—Datsue, antes te hablé sobre la candidatura de Ryōkajīn —comenzó—. Como te dije, he pensado en una alternativa, pero tengo sentimientos encontrados.
»Querido amigo... había pensado en presentarme a Presidente de la República.
Hubo algo en la mirada de Hanabi, cuando le miró directamente a los ojos, que hizo que Datsue dejase el takoyaki sobre el plato. Eran años conociéndose, dándose trágicas noticias. También muy felices. Por eso lo supo. Supo que si se tomaba aquel trozo de pulpo se atragantaría con él.
No se equivocó. Se quedó ojiplático. Con la mandíbula tan desencajada que casi se le cae a la mesa.
—¿C-CÓMO? Pero… Pero… —Pero eso significaría que…—. ¡Pero Uzu le necesita! —exclamó, golpeando la mesa con las palmas de ambas manos. Un cuenco volcó y vertió su contenido por la mesa.
Con todo lo que estaba pasando, ¡lo que acababan de hablar minutos atrás! Kurama, Dragón Rojo, el Hierro, los Gebijūs… ¡No era el momento de marcharse! Demasiados frentes abiertos, demasiadas cosas de las que ocuparse de forma urgente. ¿Cómo iba a marcharse ahora? Además, eso significaría que…
«¡JAAAJIAJIAJIAJIA! Oh, sí, Datsue. ¡SIIII! Ha llegado nuestra hora, JODER. ¡NO SE PODÍA SEGUIR POSPONIENDO!»
«¡Pues claro que se podía, joder! ¡Veinte o treinta años al menos! Hanabi todavía es joven, me cago en Susano’o».
—Debe de haber otra forma —insistió, negándose a perder la esperanza—. Alguien a quien podamos confiar el país y al mismo tiempo tenga posibilidades de ganar.
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25/08/2021, 16:57 (Última modificación: 16/09/2021, 21:55 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
—¡Pero pedazo de imbécil! —exclamó Hanabi, lleno de sinceridad, cuando uno de los cuencos de vino se cayó en la mesa. El Uzukage intentó recomponer su posición original a la mayor brevedad posible—. ¿Tú sabes lo que cuesta este vino? ¡Claro, como no lo vas a pagar tú! —Hanabi, de esta manera, confirmaba a Datsue una de las cosas que estaba deseando que le confirmasen. Desgraciadamente para él, también estaba a punto de confirmarle una de las cosas que estaba deseando no tener que escuchar—: Escúchame, Datsue. Escúchame. Sé que estás pensando que no puedes hacerlo, pero yo creo en ti, cojones. ¡Y por una vez, el consejo está de acuerdo conmigo!
»La aldea estará en buenas manos contigo, Uchiha Datsue. Sé mi sucesor. Sé el Sexto Uzukage. —Los ojos de Hanabi casi le imploraban—. No hagas más difícil esta decisión. A mí me gustaría quedarme, ¿sabes? Esta aldea es mi vida...
Dioses, ¡el vino ahora era lo de menos! ¿Que le hubiese dolido más si lo pagase de su propio bolsillo? Quizá. ¡Pero eso ahora no importaba! ¡Estaban hablando del futuro del país y la villa! ¡De sus futuros personales!
Tenía que haber otra solución. Tenía que haber otra jodida solución. ¿Por qué tenía Hanabi que sacrificar parte de su felicidad, cuando ya había dado tanto por la villa? Joder, y él… ¡Lo único que había deseado era una vida tranquila! Con su barquito, con su chalet junto a la playa, con sus pequeños caprichos… ¡Ahora lo único que tendría era montañas de papeles de las que ocuparse y el peso de una villa sobre su espalda! ¿Podría soportarlo? De solo pensarlo, ya empezaba a faltarle el aire.
«No, tiene que haber otra puta solución».
Tenía que haber alguien. Un tipo jodidamente carismático que pudiese provocar que las masas coreasen su nombre y lo suficientemente decente como para llevar el país con dignidad. Alguien en quien pudiesen confiar. ¿Conocía a alguien así?
«Yo sí»
«¿Cómo? Pero, ¿tú quién vas a...? Bueno, a ver, ¿quién?»
«El único humano que consiguió convencerme de que compartir una vida con él sería más divertido que descuartizarle vivo. Si pudiste liar al Gran Shukaku, Matakages, unos cuantos aldeanos será jugar en Modo Fácil»
«Piénsalo, ¡seguro que tendrías un salario más alto que de Kage! ¡JIAJIAJIA! Podríamos movernos más libremente por todo el país, y seríamos la máxima autoridad, por encima de Hanabi. Saldríamos ganando todos»
«Yo… ¿Presidente?» Datsue no daba crédito a que algo así fuese posible, pero se lo imaginó por un momento. Soñar era gratis, después de todo. Se vio a sí mismo inaugurando centros hospitalarios, colegios, siempre yendo de un lado a otro. Viajando. Tentador. Apostaba a que era una vida que le haría más feliz. Y, además, ni siquiera sería un trabajo a largo plazo.
Luego empezó a pensar en los inconvenientes. ¿Cómo organizaría al país? ¿Cuáles serían sus primeras medidas? ¿Y los aranceles? ¿Impuestos? ¿Tratos comerciales? Dioses, estaría más perdido que un kusareño en un combate. Como Uzukage, Datsue pensaba delegar y confiar en los más sabios para muchas decisiones. Pero joder, al menos se había estado preparando para ello. Años de vida militar, meses de prácticas gobernando el ejército en Yamiria. Incluso llevaba tiempo mentalizándose, pensando en cosas que podían mejorar el funcionamiento de la aldea. Pero, para manejar la Espiral…
Oh, aquello era otra cosa. Hanabi había estado preparando junto a Rasen toda la transición a la República. Tenía los conocimientos. Tenía la experiencia. También las ideas. Él en cambio no sabría ni por dónde empezar.
Las olas rompieron contra la orilla del mar. Datsue empezó a darse cuenta poco a poco de la única diferencia que había entre una opción y otra. La segunda le convenía más a Hanabi y Datsue a título personal. La primera, al país y la villa.
Una solitaria lágrima resbaló por una de sus mejillas.
—Supongo que ha llegado el momento de madurar, ¿hmm? —Las lágrimas ahora caían a raudales de sus ojos. No sabía si era por él mismo, o por el hecho de que a partir de aquel momento vería con mucha menos asiduidad a Hanabi. Joder, cuánto lo iba a echar de menos—. Está bien...
»...tomaré el sombrero.
Pese a que todavía no acababa de asimilarlo, de créerselo del todo, notó una súbita presión sobre los hombros. Un peso que antes no estaba allí.
—Pero gane las elecciones, maldita sea. Gane... y llevemos juntos al país y la villa a una época dorada y de prosperidad sin precedentes.
Le ofreció la mano para que se la estrechase. Aquel era el trato que le ofrecía. Y como corazón de comerciante que tenía, los tratos estaban para cumplirse.
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A Hanabi le tembló la mano cuando se la estrechó a Datsue. Él también lloraba. Le dolían los dientes de apretar la mandíbula. Acababa de sellar su jubilación como Kage de la villa a la que consideraba su hogar. La villa que desconfió de él tanto tiempo y que él se había ganado a pulso.
—Ganaré. Ganaré, Datsue. Tengo una petición para ti, eso sí —dijo—. Haz que el trabajo de Shiona... que mi trabajo, no sea en vano. Protege su espíritu hasta el final. Shiona no se metía en casi ningún fregado, y ahí yo discrepaba con ella. Tú discreparás conmigo en otras muchas cosas...
»Pero cada vez que des un paso, asegúrate que nuestras manos están soportando tu espalda. Desde mí, hasta Uzumaki Shiomaru. Hacia el mañana, sin olvidar el ayer. Ese es mi único consejo, y mi única petición.
Soltó la mano de Hanabi para tomar la cuenca de vino. Con la otra sujetó un tenedor entre los dedos y lo golpeó contra el cuenco. Tres veces.
—Damas. Caballeros. ¡Propongo un brindis! —exclamó, llamando la atención de camareros y clientela. La terraza estaba particularmente abarrotada, y notó todos los ojos puestos en él y en Hanabi. No se puso nervioso por ello. Al contrario, era en aquellos momentos cuando se encontraba en su salsa—. Quisiera brindar por nuestras madres. Por nuestros padres. Por nuestros amigos. Por nuestra familia —dijo con voz solemne, alzando su cuenca al cielo—. Por los que ya no están. Por los que vendrán —añadió, desviando brevemente su mirada hacia una mujer embarazada—. Por todos aquellos que nos permitieron cenar hoy en un sitio tan cojonudo como este con la única preocupación de cuántos ceros tendrá la cuenta que nos pasen —rio—. Por Shiona, en paz descanse. Por su hija Gouna. Por el mejor Kage que pudimos tener después de ellas. ¡¡Por Sarutobi Hanabi!!
»¡Y por qué no! ¡Por todos nosotros también, cojones! ¡LARGA VIDA A LA ESPIRAL! ¡LARGA VIDA A UZUSHIOGAKURE NO SATO!
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3/09/2021, 15:46 (Última modificación: 16/09/2021, 21:40 por Amedama Daruu. Editado 4 veces en total.)
Datsue soltó su mano y tomó la cuenca de vino. Con la otra, tomó un tenedor...
—¡Datsue, n...! —Hanabi no llegó a terminar la intromisión, quedándose con la mano extendida hacia adelante, porque hubo un sonoro CLONK, CLONK, CLONK.
Todos les miraron. Hanabi sí que se puso nervioso. De hecho, quizás Datsue estuviese tan embriagado por su propio discurso que no se había dado cuenta, pero el Uzukage estaba tapándose la cara. Hanabi quería una reunión privada, discreta, pero debía haber sabido el riesgo que uno asume cuando emociona demasiado a Uchiha Datsue.
Se ha de reconocer, no obstante, que el muchacho tenía labia. Una que, se temía, le sería muy necesaria en tiempos de Kage. La gente callño de inmediato para escucharle. Le prestó atención en todo momento. Lloró brevemente al principio. Rio con su broma. Y estalló en vítores con el lema de Uzushiogakure.
Para entonces, Hanabi había vuelto a levantarse, y levantaba la copa en alto frente a su subordinado. No, su sucesor.
No.
Su amigo.
—Un brindis por vuestro futuro Sexto Uzukage. Uchiha Datsue. —Hanabi sonrió. Por un instante, todo el restaurante había caído en el más profundo de los silencios. A uno de los camareros se le cayó una sopa. y se quedó embobado por al menos cinco segundos antes de marcharse a por la escoba y la fregona.
Alguien empezó a aplaudir.
Y con ese aplauso, Uzushiogakure miró al futuro.
· · ·
Miremos al futuro, ¿de acuerdo?
En el futuro, Datsue y Hanabi caminan por una solitaria y amplia playa en las Costas del Remolino, sin más compañía que el sonido de las olas. Ambos recordaban el día que estuvieron a punto de perder la vida. Pero acabó siendo un buen día.
—Aquél hijo de puta tuvo la suerte de encontrarme en baja forma —decía Hanabi—. Si llega a venir antes de nuestro combate, le habríamos dado una buena paliza sin tener que reecurrir a Amedama y Aotsuki.
Todavía algo acalorado por el anuncio sorpresivo de Hanabi —¿a quién se le ocurría declarar frente a decenas de personas que iba a ser el próximo Uzukage sin avisarle?—, los pies descalzos del Uchiha recorrían la blanca arena de las Costas del Remolino mientras las estrellas brillaban en el firmamento.
Había sido una noche de locos. Extrañamente, pese a que sabía que su vida acababa de dar un vuelco y que nada volvería a ser lo mismo para él, se sentía tranquilo. Trató de saborear aquella sensación. Sabía que tardaría un mundo en volver a sentirla.
—Si llega a venir antes de nuestro combate —añadió Datsue—, no nos hubiese aguantado ni medio asalto.
Miró la concha que llevaba como colgante. La había ganado precisamente aquel día, después de que se hubiese terminado todo. La luna de sangre que tenía dibujada en su interior lucía desgastada. No creía que fuese a aguantar mucho más. Quizá unas semanas. O un par de meses.
—Eso me recuerda: fue la primera vez que luché junto a Shukaku. Con él, y no simplemente aprovechándome de su poder. Me sentía tan… tan jodidamente superior, tan jodidamente invencible, que cometí varios errores tontos por confiarme. —Datsue siempre le buscaba fallos a todos sus combates, y aquel no era menos. Se reprochaba el derroche de chakra que había realizado al principio, y cómo se había cegado en tirar bombas atómicas, una tras otra, en vez de luchar como un ninja—. Lo que quiero decir es que…
—Lo que quiere decir es que queremos volver a darte una buena paliza. —«¡Shukaku!», protestó Datsue, súbitamente sin control de su cuerpo. Sus ojos eran ahora dorados y sus pupilas tenían forma de estrella—. O como diría Datsue, concederte la revancha. ¡JIA JIA JIA!
—Es que verá, Hanabi, tenemos esta técnica que…
—La llamamos Destruyemundos. —En realidad no la llamaban así, pero ambos coincidían en que era un apodo apropiado—. Yo quería guardarla hasta ver al zorro con sífilis de mi hermano, pero aquí mi Hijo tiene miedo de que nos vuelva a pasar como contra Bakudan. Quiere testearla…
—…y dejando a un lado una de mis muchas virtudes, como es la humildad, creo que la única persona en la villa que puede hacerle frente en estos momentos y realmente ponerla a prueba…
—… se va a ir de mítines por la Espiral.
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Shukaku. Oh, Shukaku. Hanabi casi de había olvidado de él. Siempre en segundo plano, siempre oculto. Quizás con Datsue al mando no tenía demasiadas dudas, pero que bajase la mismísima Amaterasu ahora mismo si no tenía un miedo terrible a lo que pudiera pasar si Datsue le dejaba un mínimo de libertad con el sombrero de Kage puesto.
Oh, Shukaku. Siempre callado.
Hasta que no lo estaba.
—¡¡Ah!! —Al escuchar su voz, Hanabi dio un salto y se agarró el pecho, del susto—. Santo Rikudō, Shukaku.
Luego, Hanabi escuchó atentamente.
—Destruyemundos. —Repitió Hanabi, saboreando la palabra. No le sabía bien. Miró a su alrededor. Estaban en las Costas del Remolino, unas playas famosas por su amplitud. Eran amplias, de verdad que sí. Normalmente había mucha gente, pero aquél día estaba todo tranquilo. Hasta ahora, por lo menos—. Escuchad. La última vez nos fuimos lejos de la aldea porque tenía miedo de emocionarme y destruir algo.
»¿De verdad pensáis que podéis probar una técnica que se llama Destruyemundos en una playa de uso civil?
Aunque, por supuesto, lo sintieron. Esa descarga de Poder tan inherente al Uzukage, esa oleada de chakra ardiente que de pronto subía la temperatura en unos buenos metros, que le hacía a uno sobrecogerse, que hacía que los corazones se saltaran un latido.
El espíritu del fuego que Sarutobi Hanabi llevaba dentro reclamaba el trono.
Datsue lo notó en sus carnes. Cada fibra de su ser le avisó del peligro. Era una sensación parecida a asomarse sobre un rascacielos. O sentir la caricia de una serpiente venenosa recorriendo tu piel. El instinto de supervivencia te golpeaba y te empujaba a dar un paso atrás. A alejarte. Pero, dígase una cosa de Uchiha Datsue: no había sido escogido Uzukage por achantarse ante el peligro.
Antiguamente, su sobrenombre era una mentira. Una fanfarronada sin respaldo. Irónicamente, a medida que había ido dejando su apodo de lado en las presentaciones, lo había ido ganando con sus actos.
Sonrió.
—Que el nombre no le engañe. Destruyemundos es quizá un peligro para Ōnindo, definitivamente también para Kurama. Pero no para Uzu. Nunca para Uzu.
Formó una tanda de sellos rápida. Se estampó una mano en el abdomen. Hincó la rodilla, expulsando grandes bocanadas de vaho por la boca. Lo había hecho. Lo iba a hacer. No había vuelta atrás.
Sonrió.
—Hagamos una cosa. Quien pierda… —se irguió, aunque se le notaba al hablar que todavía le faltaba el aliento—, le toca invitar la próxima vez.
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16/09/2021, 21:52 (Última modificación: 5/10/2021, 22:12 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Datsue notó una cosa. Hanabi no le quitaba los ojos de encima. Normalmente, la mirada de Hanabi era serena, amable y moderada. Ahora parecía llena de una ira primigenia, de una fuerza extraña. El color, naranja como el fuego, parecía brillar con más intensidad. Tenía una sonrisa muy característica clavada en el rostro. Y lo más importante...
...cuando Datsue se irguió, estaba ya a cinco metros de él, desplegando un pergamino.
—Bla, bla, bla... No haces más que HABLAR. —Estalló una nube de humo, y lanzó el pergamino a un lado. Con la otra, enarboló un precioso bo de color negro con incrustaciones en forma de hélice a lo largo del cuerpo. Las puntas se incendiaron, y justo en ese instante una oleada de viento ardiente golpeó a Datsue como la onda expansiva de una pequeña explosión.
»Cállate un rato y demuéstrame que eres digno del puesto, SEXTO.
- Daños: Daño del arma + 20 PV - Efectos adicionales:
Multiplicado, estalla y aleja al oponente.
Usado sobre un bastón, la capa se aplica únicamente a los extremos. El usuario puede disparar un estallido flamígero a su alrededor que aleja a sus oponentes chocando un extremo del bastón con el suelo, y también estallarlo contra armas enemigas o paredes para causar daños o romperlas, respectivamente.
(Sarutobi 80) La versión sin multiplicar puede usarse con armas a distancia.
(Sarutobi 100) Se retroalimenta de técnicas de Fuuton a las que gane un choque, recuperando todo su daño y obteniendo 20 PV adicionales después.
El usuario envuelve una de sus armas en una capa de fuego soplando una o varias llamaradas rápidas desde su boca. Con esto consigue aumentar la eficacia de sus cortes o sus golpes. Las heridas causadas por armas envueltas en fuego causarán quemaduras. Las de filo no dejarán heridas sangrantes – serán cauterizadas. Aunque la técnica está pensada para usarse en bastones, es posible aplicar la capa de fuego a cualquier tipo de arma.
Brazo mecánico de Amegakure con Rasenhō, arma entregada por Sasaki Reiji
(x10 discos)
12 PV/disco, v. Rápida, 10 metros (sin gasto)
24 PV/disco, v. Rápida, 15 metros (10 CK)
32 PV/disco, v. Muy rápida, 20 metros (20 CK)
Portaobjetos avanzado (lado derecho del hakama):
- Kunai x4
- Antídoto x2
- D-ranku no Kibaku Fuda x1
- Hilo shinobi x3
Sonrió, sabiéndose culpable. Era un defecto que solía tener, sí. Hablaba demasiado.
La sonrisa se le borró cuando una oleada de viento le golpeó la cara, tan abrasivo que resultaba asfixiante. Se llevó el antebrazo frente a la nariz, incómodo. Uno nunca terminaba de acostumbrarse al poder que derramaban bestias como Hanabi.
—Cállate un rato y demuéstrame que eres digno del puesto, SEXTO.
Datsue entornó los ojos y enderezó la espalda.
• • •
—¿Recuerdas lo que acordamos?
Oh, pues claro que se acordaba. Hacía algo más de un año de aquello, pero lo recordaba como si lo hubiese vivido hacía tan solo unos minutos.
Extendió el puño en la dimensión interna, y Shukaku levantó su garra hasta que ambos se tocaron con los nudillos.
—Juntos.
• • •
Tomo conciencia por primera vez mientras una espiral de arena gira a mi alrededor. Parpadeo varias veces, e intuyo que la primera emoción que siento es de sorpresa. Sorpresa por la realización a la que acabo de llegar.
Acabo de nacer.
Los humanos nacen entre berreos, como criaturas tan débiles que no pueden valerse ni por sí mismas. Yo nazco en silencio, y mi primera acción será enfrentarme al ninja más poderoso de Ōnindo. Esta segunda realización no me sorprende, sin embargo. Después de todo, no me considero humano. No sé cómo llegué tan rápido a esa conclusión, pero lo sé. Lo noto en mi interior. Tampoco soy un bijū, pese a que me siento capaz de mutar mi cuerpo a uno muy parecido al de Shukaku.
No, yo soy otra cosa. Todavía no sé el qué.
Alzo la vista al cielo nocturno, plagado de estrellas. Ya sabía cómo se veía —de alguna manera, puedo acceder a todos los recuerdos de Shukaku y Datsue—, pero la vista me embarga. Todavía no he visto el sol, pero sé que no me va a cautivar tanto como la luna.
La noche es mi morada.
Noto mi respiración entrecortada. Shukaku y Datsue gastaron una gran cantidad de chakra para darme a luz, y ahora estoy pagando las consecuencias. Me miro las manos. Tengo las palmas llenas de líneas garabateadas. Alzo la vista. Veo a Hanabi frente a mí, blandiendo su bastón impregnado en llamas. Le guardo cierto cariño, pese a que nunca he intercambiado una palabra con él. No realmente.
—Trataré de… —Me interrumpo un momento. El sonido de mi propia voz me sorprende. No suena como la de Datsue, ni como la de Shukaku. Si la escuchase el primero de ellos, diría que es una voz demasiado grave y profunda. Si la escuchase el segundo, diría que es una voz demasiado humana. A mí me suena a… mi voz—. Trataré de no romperte ningún hueso, pero no me responsabilizo por tu brazo de acero.
Extiendo una mano, con los dedos ligeramente flexionados, hacia Hanabi. Puede parecer poca cosa contra un bastón en llamas, pero considero mi mano un arma en sí misma.
¤ Suna no Keshin ¤ La Encarnación de la Arena - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos:Fūinjutsu 100 (sellar), Amistad con el Bijuu, Ninjutsu 80 (usar) - Gastos: 200 CK (colocar sello) - Daños: - Efectos adicionales:
+12 a Fuerza, Resistencia, Aguante, Agilidad y Poder
+30 a Poder para intimidar o ejecutar una técnica que, de impactar en el oponente y recibir un estado alterado, este será del doble de puntos (una vez por trama)
Defensa de 10 PV por parte de la capa de arena
El CK de Datsue y Shukaku se suman en proporción 1:1, y el sobrante queda almacenado en el sello (ver descripción)
Se pueden usar todas las técnicas de Jinchūriki
Se puede pasar al Modo Bijū, pero sus bonificaciones serán del 50%. En este modo puede usarse todo el repertorio de Datsue, y las técnicas sin multiplicables pueden multiplicarse por dos, duplicando también su tamaño, si se paga el doble de chakra
La Encarnación de la Arena es un fūinjutsu de alto nivel ideado por Datsue y Shukaku. En su afán por demostrarle a Kurama su superioridad, idearon una técnica que en lugar de revertir el sello del jinchūriki, modifique su funcionamiento por una simbiosis completa. Colocado el fūinjutsu, este se activa cuando jinchūriki y bijū entrechocan los puños en su dimensión interna. En ese momento, su energía espiritual y sus voluntades se entremezclan en un equilibrio perfecto, donde ninguna se eleva sobre la otra (ambos añaden la misma cantidad de CK, y el sobrante queda almacenado en el sello hasta que vuelvan a la normalidad). La creación de un fūinjutsu donde dicha harmonía no se respete es posible, mas el funcionamiento cambiaría y no cumple con los estándares ni con el propósito de sus creadores.
Surge entonces un nuevo ser, con personalidad y motivaciones propias, fruto de la unión entre jinchūriki y bijū. Su cuerpo es como el de Datsue, pero más adulto, alto y con un incremento notable de la masa muscular. Por encima de su piel surgen marcas de sellado negro. En la cara, estas marcas se presentan alrededor de los ojos, uniéndose a través del puente de la nariz y con un pico hacia abajo en cada extremo. Su pelo se vuelve del color de la arena, la esclerótica negra, el iris dorado y la pupila estrellada. En caso de tener activado el Sharingan, este será de color dorado, con la pupila estrellada. En el caso del Mangekyō, los cuatro tréboles serán dorados, así como la pupila central, que pasará a tener forma de estrella. Además, desde sus hombros nace una prenda, una capa de arena que llega hasta el suelo y con la que puede envolverse y recibir una pequeña protección. Por último, su voz cambia, siendo una mezcla entre la de Datsue y Shukaku.
En cualquier momento puede pasar al Modo Bijū (velocidad Moderada), en cuyo caso tendrá el cuerpo de Shukaku, algo más pequeño, con las marcas de sellado de color azul turquesa (y no negras), y será capaz de usar cualquier jutsu aprendido por Datsue, pudiendo imprimirles mayor potencia.
El usuario volverá a la normalidad a deseo o si su CK llegua a cero. El peligro de esta técnica radica precisamente en eso: la nueva personalidad podría no querer volver a sus yoes anteriores.
Hitai-ate [brazo]
Portaobjetos básico (10/10)[costado derecho]
Hikaridama x1
Bomba sonora x1
Oto Fuda x1
Kunai x1
Shuriken x2
Hilo shinobi x1
Antídoto x1
Paquete de 5 senbon x1
Etiqueta de sellado x1
Portaobjetos avanzado (10/10)[costado izquierdo]
Kunai x1
Shuriken x2
Paquete de 15 makabishi x1
Bomba de humo x1
Fuda Kami x1
Sello explosivo de rango A x1
Ōkina Hyōrōgan x1
Ōkina Chirōgan x1
A-ranku no Kibakudama x1
Sellados en el cuerpo (7/8)
Kunai x1[palma derecha]
Sello explosivo de rango B x1 [palma izquierda]
Chūgata Makimono [dorsal de la mano derecha]
Ōkunai [dorsal de la mano izquierda][Reforjada con el Toque de Herrero]
Dai Shuriken [hombro izquierdo]
Tela de sellado [nuca]
Chīsana Makimono x1 (0/3) [hombro derecho]
Juego de ganzúas[interior dobladillo calzoncillo]
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Casi se arrepintió de haber pronunciado aquellas palabras.
Dígase algo de Sarutobi Hanabi: había vivido demasiados eventos de los que normalmente uno sólo vive una vez en la vida, incluso si es un shinobi. Sobretodo, estos eventos solían vivirse antes de morir de forma abrupta.
Aquél era uno de esos momentos.
Afortunadamente, Hanabi estaba seguro al cien por cien que la muerte que irradiaba aquella misteriosa figura, que había incluso crecido en altura, no estaba preparada para él. La probabilidad bajó a un ochenta, más o menos, cuando escuchó su voz. Demasiado grave y profunda para ser de Uchiha Datsue. Demasiado humana para ser de Shukaku. Lo justo de intimidante para apagar un poco la confianza de Hanabi...
...y para alimentar aún más al fuego del bijū inexistente que llevaba dentro.
Dígase otra cosa de Sarutobi Hanabi:
A veces, uno puede experimentar esta misma sensación, la de estar de frente de alguien que podría acabar con él, alguien contra el que hay que luchar dándolo todo. Últimamente, no había podido disfrutarlo. Porque todas esas veces habían sido contra enemigos mortales de la villa, y por extensión, de él mismo. Pero este era su sucesor, y allí no podría venir un general para interferir. O eso esperaba, claro. Dudó un instante cuando pensó en ello.
Era sucesor. Por tanto, Hanabi ya había ganado. Había ganado, porque había ganado Uzushiogakure.
Se sintió un poco triste.
Porque también sabía que ya había perdido.
Pero se sintió el doble de feliz: ahora tenía una barrera que superar de nuevo. Eso es otra cosa que no había sentido desde hacía muchísimos años.
—Los cojones —rio Hanabi—. Te enviaré la factura cuando Amegakure me construya el nuevo. —Parecía una bravuconada sencilla. Pero no bromeaba. Hanabi no sabía que aquél ser no era del todo Datsue, ni del todo Shukaku. Pero de haberlo sabido, habría estado seguro de que el primero hubiera tenido todo el cuidado del mundo en no rompérselo, y el segundo habría todo lo posible por hacerlo y luego reírse en la cara del Uchiha.
Fue precisamente el brazo mecánico el que se adelantó y lanzó un disco, tanteando, al rostro del nuevo invitado.
Es lo que cualquier shinobi que se precie haría: observar una nueva técnica, a un nuevo oponente, antes de descargar una artillería futil.
Brazo mecánico de Amegakure con Rasenhō, arma entregada por Sasaki Reiji
(x9 discos)
12 PV/disco, v. Rápida, 10 metros (sin gasto)
24 PV/disco, v. Rápida, 15 metros (10 CK)
32 PV/disco, v. Muy rápida, 20 metros (20 CK)
Portaobjetos avanzado (lado derecho del hakama):
- Kunai x4
- Antídoto x2
- D-ranku no Kibaku Fuda x1
- Hilo shinobi x3
9/10/2021, 03:10 (Última modificación: 9/10/2021, 03:13 por Uchiha Datsue. Editado 2 veces en total.)
—Los cojones. Te enviaré la factura cuando Amegakure me construya el nuevo.
Noto un cosquilleo en el pecho cuando imagino la cara de Datsue al ver la cifra, y ese cosquilleo sube a mi garganta hasta hacer vibrar mis cuerdas vocales. Sin que yo se lo haya mandado, mi boca se abre y emite sonidos. Eso me deja algo turbado. Pensé que tenía control total sobre mi cuerpo.
Intuyo que es lo que llaman risa.
Me dura poco, y cuando la carcajada finalmente muere en mis labios, me doy cuenta que es una sensación placentera. Quiero volver a sentirla. Aunque no sé muy bien cómo conseguirlo. En mis recuerdos prestados, Datsue se reía por bromas picantes, mofas a kusajines y un ligero humor negro. Shukaku, en cambio, le hacía gracia meterse con la gente, asustarla, y un humor tan negro como el petróleo.
No sé si eso funcionará conmigo.
El brazo de Hanabi se adelanta, y el disco que lanza junto a él me recuerda para qué he nacido. El instinto me dice que soy demasiado grande y poderoso como para molestarme en esquivar una pieza de acero, y al mismo tiempo que necesito hacerlo. En el último momento, decido hacer caso a mi segunda corazonada, flexionando las rodillas. Debo hacerlo torpemente, porque braceo por instinto para no perder el equilibrio. Al menos el disco pasó por encima de mi cráneo. Hanabi me está tanteando, eso es una certeza. Un regalo en forma de tiempo que pienso aprovechar.
Necesito conocerme mejor.
Decido empezar por algo sencillo. Algo que nunca he hecho, no realmente, pero que recuerdo hacer, por absurdo que suene. Mi mano adelantada se ilumina con chakra Raiton, y decenas de senbons eléctricos salen disparados de una tacada.
¤ Chidori Senbon ¤ Senbon de los Mil Pájaros - Tipo: Ofensivo (electricidad) - Rango: A - Requisitos:Raiton 45 - Gastos:
18 CK
(multiplicable x2)
(multiplicable x3)
- Daños: 30 PV - Efectos adicionales: Es posible apuntar a varios objetivos a la vez - Carga: 4 - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
Las agujas se expanden en 3 metros de ancho y 5 de largo. (multiplicable x1)
Las agujas se expanden en 3 metros de ancho y 10 de largo. (multiplicable x2)
Las agujas se expanden en 3 metros de ancho y 15 de largo. (multiplicable x3)
Una de las muchas variaciones del Chidori, donde el usuario transforma la técnica inicial a medio formar en múltiples agujas de chakra eléctrico que esparce en un amplio rango. Las agujas tienen una velocidad extraordinaria, que sumado al rango que abarcan, las hace realmente difíciles de evitar.
Hitai-ate [brazo]
Portaobjetos básico (10/10)[costado derecho]
Hikaridama x1
Bomba sonora x1
Oto Fuda x1
Kunai x1
Shuriken x2
Hilo shinobi x1
Antídoto x1
Paquete de 5 senbon x1
Etiqueta de sellado x1
Portaobjetos avanzado (10/10)[costado izquierdo]
Kunai x1
Shuriken x2
Paquete de 15 makabishi x1
Bomba de humo x1
Fuda Kami x1
Sello explosivo de rango A x1
Ōkina Hyōrōgan x1
Ōkina Chirōgan x1
A-ranku no Kibakudama x1
Sellados en el cuerpo (7/8)
Kunai x1[palma derecha]
Sello explosivo de rango B x1 [palma izquierda]
Chūgata Makimono [dorsal de la mano derecha]
Ōkunai [dorsal de la mano izquierda][Reforjada con el Toque de Herrero]
Dai Shuriken [hombro izquierdo]
Tela de sellado [nuca]
Chīsana Makimono x1 (0/3) [hombro derecho]
Juego de ganzúas[interior dobladillo calzoncillo]
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80