Las vacaciones del peor pirata

[Uzumaki Eri]

Eri paró lo que estaba haciendo y le miró directamente a los ojos. ¿Meses de trabajo para que ahora ella los destrozase solo por experimentar con ello? Aunque fueran las primeras que había creado, sin duda era algo que replantearse seriamente.

—Con la segunda tardé un poco menos. No mucho, pero bueno.


«Menos que varios meses puede ser dos o uno, y me parece aún mucho tiempo...» En su cabeza comenzaba a hacerse una idea de lo que podía hacer con el arma, sin embargo, todavía le costaba ponerse manos a la obra.

—Y la última me costó solo un mes y medio.

«Ay...» Tragó saliva y miró el acero que tenía delante, esta vez dejando a Reiji y a sus tiempos de fabricación. Acarició las hojas y buscó una de las menos pesadas para poder moverla ligeramente del montón. Necesitaba trabajar cómoda.

—Bien, empecemos...

Se limpió el sudor que comenzaba a arremolinarse en su frente y formuló un par de sellos, luego tocó la hoja con un poco más de fuerza de lo normal. Apareció un kanji bajo sus dedos muy poco nítido, que desapareció unos segundos después. El arma se hizo más grande.

—¡Mierda!

[Sasaki Reiji]

Yo no tenia ni la mas remota idea de Fuuinjutsu. Cero. Era como magia oscura que hacia cosas raras haciendo cosas raras. Y que podia hacer casi de todo. O todo, quien sabe. ¿Se podria cocinar con Fuuinjutsu? Seguro que si.

Pero para mí, ver crecer un arma de tamaño de forma antinatural resultaba... Doloroso... No debía de ser nada bueno para él acero estirarse de esa manera. ¿Y si explotaba? Así, de repente, con nosotros ahí. Al hospital a que nos sacaran trocitos de acero del cuerpo. Adiós a lo que me quedaba de vacaciones.

—Si le quitas el sello... Vuelve a normalidad ¿No?

Esperaba sinceramente que la respuesta fuera sí. A ver, podia romperlo, al final eran pruebas. Lo que no queria es que explotara en pedacitos. Si lo rompia sin más, no pasaba nada.

—¿No?

[Uzumaki Eri]

Eri pensó cómo quitar el sello para ver si su improvisación de técnica podía ser revertida. No debía ser muy complicado, pues ella era experta, sobre todo; en técnicas de contrasellado. El problema recaía en que era experta en técnicas completas. Esta era, muy de lejos, una que no conocía y que acababa de inventar.

—Eso espero —se sinceró con el herrero, que ya había insistido dos veces.

Eri no movió la mano de donde había colocado el sello y pronto hizo una de sus famosas técnicas de contrasellado. Los segundos pasaron frente a ella y el arma no se modificaba, hasta que, al final, logró a su estado original.

—Menos mal —suspiró Eri, alejándose por un momento del acero—. Creo que sé por dónde podemos ir para hacerlo viable —no quería darle un discurso a Reiji sobre Fūinjutsu, así que, para facilitar el trabajo, pidió—: ¿Me prestas un cuaderno y lápiz?

[Sasaki Reiji]

—Claro, espera aquí un momento.

Enseguida me encaminé a la forja. Allí tenia mis cuadernos de dibujos donde hacia los diseños de armas para mis clientes o mis propias locuras. También los terminé usando para sacarme la licencia para conducir barcos, y había algunos con calculos matemáticos.

Era difícil encontrar alguno que no tuviera nada escrito, así que cogí el primero que encontré con más paginas en blanco. Por si Eri necesitaba más de una.

Volví al jardín, frente a las espadas, y le pasé el cuaderno y un lápiz a Eri.

—Todo tuyo.

Si empezaba a pasar páginas y hasta que encontrase la primera en blanco, Eri vería un montón de diseños de armas estraños; dibujos de monigotes sosteniendo armas mas clasicas en diferentes poses, con las medidas, no solo del arma, si no también de la persona que la sostenía; también bisuterías, colgantes, anillos, pendientes, etc. Nunca había forjado ninguno, pero lo tenia en mente para ampliar el negocio si algun día la paz era tan larga que la gente dejaba de comprar armas. Si podía hacer buenas espadas, estaba seguro de que podía hacer buenos anillos.

[Uzumaki Eri]

Reiji no se negó ante su petición, haciendo sonreír a su acompañante. Pronto se marchó y la Uzumaki se quedó sola, contemplando las armas que tenía frente a ella. Era buena idea primero experimentar con otros objetos, y, la necesidad de escribir sus ideas era algo que a veces le resultaba gratificante y ayudaba a su cabeza a centrarse.

Se cruzó de brazos y sopesó el sello que acababa de crear. Era sencillo: manipular el objeto inerte con chakra. La idea era hacer más pequeño un objeto, no más grande, por lo que podía contraer su materia y seguramente era más fácil que ampliarla.

Cuando apareció Reiji de nuevo, Eri se giraría a él y tomaría el cuaderno que le tendía. Pasó las hojas despacio, admirando aquellos dibujos que se encontraban entre las primeras páginas del libro. No habían solo armas, pues otro tipo de bisutería se encontraban reflejadas en su interior.

—Vaya, Reiji, ¿esto lo has hecho tú? Tienes mucho talento —comentó, sincera, a la par que seguía pasando las páginas—. Seguro que conviertes esta herrería en el orgullo de Uzushiogakure bajo tu nombre, si no lo es ya con vuestros trabajos...

Cuando llegó a una página en blanco, tomó fuertemente el papel y comenzó a escribir. Notas algo difíciles de entender junto a un sello que todavía eran garabatos en un papel.

—¿Te importa si arranco una hoja?

[Sasaki Reiji]

—Si, todo lo de ahí son diseños e ideas mias. Me gusta observar luchar a la gente e "inventarme" armas que puedan ir con su estilo. Como el lanza-discos de Hanabi.

Que había dicho que algun dia me dejaría verlo en acción, pero algo me decía que ese día quizas no llegaba. Entre lo de ser Kage y lo de gestionar las elecciones a presidente de la republica, tenia bastante trabajo como para dedicarle algo de tiempo a un genin.

—¡Já! ¿El orgullo de uzushiogakure? —Pregunté con un tono algo vacilón. —No. Yo aspiro a mucho más. Yo voy a llegar mucho más alto. Voy ser una leyenda. ¿El mejor de uzushiogakure? Ese titulo se lo puede quedar mi padre. Yo voy a ser el mejor de todo Oonindo.

Las leyendas no nacen. Las leyendas se forjan. Nunca mejor dicho.

— Además, casi estoy rozando el éxito. El primer herrero del mundo en armar a un Bijuu. Los libros de historia contarán esta hazaña. Las leyendas hablaran de un herrero que forjó armas del tamaño de un bijuu. La historia se transmitirá de generación a generación.

Mi tono de voz fue in crescendo, cada vez dandole un mayor tono de emoción, hasta que de repente hice una pausa dramática.

—Y pondrás adquirir en las librerias "Las leyendas no nacen, las leyendas se forjan", mi autobiografía, a un módico precio.

[Uzumaki Eri]

Eri sonreía ante las palabras de Reiji. Era cierto que hacía armas únicas para cada tipo de persona, incluso para el mismísimo Hanabi. Ella lo había experimentado en primera persona cuando había recibido su Naginata forjada con el famoso acero de los Sasaki. Sin embargo, el joven herrero no aspiraba solo a ser el orgullo de Uzushiogakure, no. Él quería llegar a más.

—¿El mejor de todo Ōnindo? Eso es un título difícil de conseguir. —Alegó ella, arrancando la hoja y haciendo una pelota con ella.

Aunque viéndolo como lo exponía el moreno, también era cierto: armas para Uzukages, para los propios bijū... Se estaba haciendo un buen sobrenombre entre las paredes de su aldea. Pero claro, ¿no debía ir más allá?

—Y pondrás adquirir en las librerías "Las leyendas no nacen, las leyendas se forjan", mi autobiografía, a un módico precio.

—¡Venga ya! Estarás forrado para entonces, ya podrías regalármelo, que para eso soy tu amiga —bromeó Eri, mientras volvía a intentar imbuir con chakra esta vez la hoja. Brilló el sello por un momento y, de pronto, la hoja se encogió—. ¡Ajá! —exclamó, contenta.

De nuevo, anotó un par de cosas en la libreta.

—Si logro esto, tendrás que decirle a Katsudon que también fue con mi ayuda, ¡así yo también podré escribir libros!

[Sasaki Reiji]

Difícil. Esa era la palabra correcta. La hubiese corregido totalmente si la palabra elegida fuese "imposible". Pero la elección fue "Difícil". Claro que seria difícil, para mí pocas cosas habían sido fáciles. Siempre me había tenido que esforzar más que los demás, siempre había tenido que trabajar más duro, me había tenido que caer y volver a levantarme unas cuantas veces, había caminado por senderos de rosas que ocultaban sus espinas, pero al final... Al final había alcanzado la meta.

—Bueeeno... Si compras un ejemplar podria firmartelo... —comenté claramente en tono de broma.

Mientras tanto, Eri logró encoger la espada con un sello. Eso es. Íbamos por buen camino. Si, si, es verdad, es verdad, el trabajo lo estaba haciendo ella, pero había que admitir que la idea había salido de MI cabeza. Bueno, a ver, puede que a otro sabio del Fuuinjutsu se le hubiera ocurrido antes encoger cosas. De hecho, mi madre, tenía un fuuinjutsu que lo dibujaba en cualquier puerta, y cuando entrabas a la habitación, sorpresa, era un almacén repleto de armas.

El Fuuinjutsu no solo era magia oscura y misteriosa, era como hacer trampas para todo.

—Hombre, por supuesto que pensaba decirle que habías colaborado con su regalo. Pero ¿Para que necesitas que lo sepa para escribir un libro?

Igual era un tema de gente que maneja de Fuuinjutsu y esas cosas.

[Uzumaki Eri]

«Qué tacaño...» No había colado con lo de ser su amiga para regalárselo y firmárselo gratis, no, él quería que comprase el material y si eso, ya lo firmaría él. Pero no se daría por vencida. Él quería ser un herrero de renombre, y ella querría su arma gratis.

—Siempre puedes firmarme mi najinata. —Ofreció.

Esta vez eligió un arma más pequeña. Quería intentar una cosa nuevamente. Tomó el arma, le puso el sello, que brilló por un momento. Eri se concentró cerrando los ojos un instante y frunció el ceño. Luego, la espada se volvió del tamaño de una hoja normal.

—Creo que ya lo tengo... —murmuró para sí, de nuevo anotando un par de cosas en la libreta, luego se giró a Reiji para contestarle—: Cuantos más sepan de mis hazañas, antes podré ser famosa como tú y escribir un libro. ¿Crees que Datsue ya tiene uno?

[Sasaki Reiji]

—Tu Naginata siempre ha estado firmada por mí. Un buen herrero siempre graba su nombre en las armas que hace. No esta visible, claro, siempre se pone en la parte que une la hoja a la empuñadura.

Aunqune tampoco hubiera quedado feo grabar mi nombre en la parte visible de la hoja, claro, los Kanjis de mi nombre molaban bastante y ademas, que la gente viera mi nombre en el arma que los derrota era buena publicicad.

Mientras mi mente volaba en mil direcciones, Eri había logrado empequeñecer una de las espadas que habia forjado para intentar hacer un arma digna de un Bijuu. Era perfecto. Con eso podia hacer un arma buenisima para Katsudon, y encima podia usar ese mismo sello para poder llevar con facilidad las armas grandes hasta el puerto, y entregarselas a gyuki.

— Puedes escribir un libro sin ser famosa. Yo ni conozco al tipo que escribio el manual para manejar el barco y oye, me ha resultado de lo más útil.

Ademas, había muchos autores que usaban pseudónimos, trabajando totalmente en las sombras. Si, quizas su "personaje" conseguía algo de fama, pero luego, la persona que estaba detras ¿Quien era? Muchas veces, jamas llegaba a descubrirse.

—Mmm no se eh, la verdad es que no me imagino a Datsue escribiendo, la verdad. Aunque igual ha estado practicando para cuando le caiga el sombrero, se va a hartar de escribir papeleo...

La verdad, tal y como era Datsue, era difícil imaginarselo todo el dia trabajando en un despacho. Iba a necesitar un Katsudon que le frenase los pies un poquito. O quizás cuando le pusieran el sombrero se convertia en una persona más razonable y estricta.

Oh... Y pagaria lo que fuese por verle en una reunion de Kages con Kintsugi. Lo que fuese.

[Uzumaki Eri]

Eri se sorprendió al escuchar como Reiji ya había firmado su Naginata. «Eso es anticiparse, vaya...» Solo que en una parte no muy visible. Eri imaginó su arma por un momento, pero nunca se hubiera dado cuenta de aquel detalle si él no se lo hubiera dicho. «Si él se volviera famoso, podría hacerlo visible de alguna forma... ¡No! Eri, no se venden armas hechas a medida.»

— Puedes escribir un libro sin ser famosa. Yo ni conozco al tipo que escribió el manual para manejar el barco y oye, me ha resultado de lo más útil.

—Bueno, eso es cierto, y me llevaría un dinerillo extra, que para mí es más importante que ser famosa, la verdad —admitió, asintiendo. Luego volvió a escribir en el libro. Solo quedaban algunos detalles—. No me imagino a Datsue tanto tiempo sentado estando con la energía al tope, la verdad, pero oye, sin duda él es el chico al que más confianza le tengo para que se ponga ese sombrero.

Eri arrancó la hoja y echó un pequeño y último vistazo antes de mostrárselo al herrero.

—Es una fórmula sencilla, sin embargo costará un poco de dominar al principio: en cuanto tengas el arma, yo pondré el sello pertinente y Katsudon tendrá que hacer el resto —comenzó la Uzumaki—. Tendrá que hacer que su chakra entre en contacto con el arma y esta decrecerá a su merced. No tiene que preocuparse de que vuelva a su tamaño pues mantendrá el chakra en el sello, eso sí —levantó un dedo—. Cuando quiera hacerla volver a su tamaño original, tendrá que liberarlo de nuevo. Es fácil, ¿no?

Le miró, esperando una respuesta.

[Sasaki Reiji]

Nadie se imaginaba a Datsue sentado firmando papeleo durante mucho tiempo. Probablemente ni siquiera el propio Datsue. Pero yo también tenia claro que si alguien tenia que sustituir a Hanabi, cuando se jubilase, Datsue era sin duda el mejor candidato.

Eri empezó a hablar de la formula de sellado que estaba usando. Ella había usado la palabra sencillo, claro que, es como si yo le dijera a un novato: "No, pero si hacer una katana perfecta es muy fácil".

—Si... ¿No?... ¿Tal vez?

¿Me estaba hablando en otro idioma a proposito quizás? ¿Me estaba tomando el pelo? ¿Trataba de confundirme y quedarse conmigo? ¿Era una broma?

Aunque algo si había entendido. Algo importante además...

—Si tienes que poner el sello, y luego tiene que tocarla Katsudon... ¿Como voy a envolverla y llevarla hasta su casa?

[Uzumaki Eri]

Eri miró a Reiji y comprendió que podía ser, solo podía ser, que se hubiera puesto un pelín técnica —y entusiasta— con el asunto de la técnica de sellado.

—Perdona, vamos a hacerlo más práctico... —buscó una solución, a lo que tomó su propia arma como ejemplo. La invocó y la sujetó con ambas manos, dejando solo una mientras la otra la levantaba—. Yo implanto el sello —Reiji pudo ver como la Uzumaki hacía lo dicho sobre su Naginata, dejando un pequeño Kanji en ella—. Sobre él, le doy mi chakra —apretó la mano alrededor del sello, que se perdió a los ojos de los dos espectadores. Segundos después, el arma se encogió quedando como lo que podría ser un arma para un niño de cinco años—. Para deshacerlo, intenta retirar tu chakra del arma y volverá a su estado normal.

Su arma volvió a la normalidad.

—El sello durará un tiempo, no será completo, para ello habrá que renovarlo... —dijo, de pronto, apuntándolo de nuevo en el papel.

—Si tienes que poner el sello, y luego tiene que tocarla Katsudon... ¿Como voy a envolverla y llevarla hasta su casa?

—O bien necesitaríamos un carro grande para su transporte, o sellarlo en algún objeto más sencillo de transportar se similar tamaño... Al contar con el chakra de un Akimichi será más fácil que decrezca a un tamaño de una persona, con nuestro chakra se quedaría quizá a mitad de camino, ¿alguna idea?

[Sasaki Reiji]

Asentí como si comprendiera algo de lo que estaba pasando frente a mí. No estaba entendiendo nada en absoluto salvo que, por arte de Chakramagia, el arma se hacia pequeña y grande. Pero no queria que Eri se tirase todo el día explicandole algo que, por desgracia, jamas iba a lograr entender. Lo mío con los sellos era tan grave, que ni siquiera era capaz de poner bien el sello en la correspondencia.

—Así que no es para siempre eh... —No entendía muy bien por que algunos sellos si y otros no. El de Aicho era para toda la vida. —Bueno, entonces tendras que escribirle a Katsudon una hoja con las instrucciones, para que sepa cada cuanto tiempo tiene que renovar el sello.

Un carro grande ¿Como de grande tenía que ser un carro para transportar un arma tamaño bijuu? ¿Y cuantos caballos necesitabas para tirar de un carro de semejante tamaño? Solo pude imaginarme una comitiva de cincuenta caballos tirando de una maza gigante con forma de cuchara lleganado a casa de Katsudon.

—Ya que no podemos envolverla en papel de regalo... ¿Crees que podrias sellarla en una caja? Puedo envolver una caja con papel de regalo y cuando la abra... Pum, arma gigante.

Aunque eso tenia un pequeño enorme problema.

—Pero habrá que advertirle que lo abra en un sitio con mucho espacio eh. De hecho... Podria intentar convencer a Katsudon de celebrar su cumpleaños haciendo una barbacoa en éste jardín.

[Uzumaki Eri]

—Le apuntaré la técnica como regalo de cumpleaños, así tiene dos en uno. —Asintió ella. Necesitaba un pergamino y un sello bonito, seguramente con el símbolo de Uzushiogakure grabado.

Ahora la verdadera cuestión era el transporte. Sellarlo era una opción, pero claro, eso ya era más complicado. Reiji había dado una buena idea, el problema de eso era que envolver una caja con un sello lo único que iba a hacer era que abriera una caja vacía a no ser...

—Podemos poner que cuando se retire el envoltorio se abra la caja, como un sello explosivo... Bueno, no es la mejor comparativa, pero sí —coincidió ella, asintiendo a lo propuesto por el herrero.

—Pero habrá que advertirle que lo abra en un sitio con mucho espacio eh. De hecho... Podría intentar convencer a Katsudon de celebrar su cumpleaños haciendo una barbacoa en éste jardín.

—Si lo haces, podría venir antes para traer el pergamino y sellar el arma en la caja, ¿cómo lo ves? —Ahora por fin parecían ir hacia delante.