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La mujer sonrió en cuanto Suzaku dijo tan emocionada que quería takoyaki, y asintió cuando Natsu dijo que todo estaría bueno.
—¡Por supuesto que estará bueno! Todo lo hacemos con ingredientes de la mejor calidad, y nuestros cocineros son de los más capacitados. —dijo, soplándose con el abanico.
—Vayamos, entonces. —cerré, ya con los tres coincidiendo.
—¡Qué alegría! Les guiaré, entonces.
Con un gesto con su abanico, comenzó a caminar hacia el oeste de la villa. Fui detrás de ella, con al menos metro y medio entre ella y yo.
—Mi nombre es Iwanami. ¡Un placer! —continuó mientras andaba a paso firme delante de nosotros —. Teníamos un local pequeño, pero nos fue tan bien que nos expandimos, pero el único espacio donde podíamos hacerlo es en esta dirección. ¡Disculpen si no está tan cerca del centro de la Villa! Además, ¡La caminata abre el hambre!
No me molestaba caminar, y no tardaríamos demasiado en llegar. Pasaríamos algunos minutos, andando entre las calles y viendo alguna que otra tienda, mucha gente buscando divertirse. Qué agradable lugar me pareció Yugakure. Aunque tenía un leve miedo a que el agua dañara mi cuerpo, pues no es lo mismo un baño normal a uno termal. Las aguas de este lugar tienen sales y minerales, ¿No?
—Meme Kūran. Un gusto. —me presenté después de estar pensativa un momento.
La mujer nos llevaría al borde de la ciudad, a un gran edificio... Viejo pero nuevo. Se notaba que llevaba tiempo en pie, pero que le habían dado una mano de pintura y mantenimiento recientemente. Bueno, la mujer dijo que lo habían remodelado, ¿No?
Era un restaurante de aspecto de lo más tradicional, con un bonito estandarte de tela con el emblema esmeralda del colibrí, y Hachidori escrito encima con preciosa caligrafía. Iwanami se colocó del otro lado de la puerta y la señaló con un gesto y una reverencia.
—¡Bienvenidos!
Me asomé. El lugar estaba iluminado por lámparas en el techo. Se notaba amplio, agradable, modesto, con mesas alrededor del sitio y una barra en el medio, detrás de la cual había un cocinero de piel bronceada, rechoncho, pero con brazos musculosos, quien parecía estar revisando sus utensilios. Al fondo había algunas puertas, supongo que daban a la parte de las aguas termales y posada. No había nadie más en el lugar.
—¿Qué les parece? —dije con una sonrisa a los chicos. A mí me gustaba, aunque esperaba que algo con la calidad que Iwanami decía estuviese más... Concurrido.
Nivel: 5
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Natsu también accedió a ir al local, y la mujer del abanico sonrió encantada.
—¡Por supuesto que estará bueno! Todo lo hacemos con ingredientes de la mejor calidad, y nuestros cocineros son de los más capacitados —aseguró, abanicándose al mismo tiempo.
—Vayamos, entonces —concluyó Meme, y Suzaku asintió entusiasmada.
—¡Qué alegría! Les guiaré, entonces. —La mujer realizó un gesto con su abanico, invitándoles a seguirla, y echó a andar por las calles de la Villa de las Aguas Termales—. Mi nombre es Iwanami. ¡Un placer!
—Uchiha Suzaku, igualmente —sonrió la pelirrosa.
—Meme Kūran. Un gusto.
—Teníamos un local pequeño, pero nos fue tan bien que nos expandimos, pero el único espacio donde podíamos hacerlo es en esta dirección. ¡Disculpen si no está tan cerca del centro de la Villa! Además, ¡La caminata abre el hambre!
Suzaku esbozó una ligera sonrisa, aunque algo dentro de ella se removió con inquietud. Esperaba que el restaurante no estuviese demasiado lejos, no quería terminar perdiéndose por las calles de la aldea y que su hermana la regañara por ello.
«¿Pero qué haces pensando en ella ahora, tonta?» Se corrigió a sí misma, sacudiendo la cabeza. «¡Ya eres una kunoichi de pleno derecho, puedes cuidar de ti misma!»
Pasaron varios largos minutos caminando, y Suzaku se entretuvo mirando a su alrededor con curiosidad. Las calles de Yugakure eran un hervidero de actividad, llenas de tiendas, locales de aguas termales; y, sobre todo, turistas. Turistas por todas partes. No costaba imaginar que aquel sector debía de ser el núcleo económico de la aldea. Iwanami les guió hasta los límites de la ciudad, donde se alzaba un gran edificio de aspecto tradicional, antiguo pero reformado, y con un bonito estandarte de tela con el emblema de un colibrí en color esmeralda y el título Hachidori inscrito encima. Iwanami les invitó a pasar con un reverencia y un gesto de su brazo.
—¡Bienvenidos!
Cuando se asomaron a su interior, Suzaku se quedó boquiabierta. El sitio era amplio y acogedor, pero al mismo tiempo modesto. Estaba iluminado con lámparas de techo y la sala estaba repleta de mesas para los comensales, con una barra en el centro de la sala donde se encontraba un cocinero rechoncho pero musculado y de piel bronceada que parecía estar revisando sus utensilios de cocina.
—¿Qué les parece? —preguntó Meme, con una sonrisa en los labios.
—Es... ¡Increíble! —exclamó Suzaku, entusiasmada—. ¿Podemos sentarnos donde queramos? ¡Yo voto por ponernos lo más cerca de la barra posible!
Del fuego a la mesa. A Suzaku se le hacía la boca agua de solo pensarlo.
Nivel: 11
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Con todos de acuerdo ante el ofrecimiento de la mujer era el momento de seguir su paso a medida que todo el mundo se iba presentando. Lo bueno es que ahora teníamos un nombre. Iwanami se hacía llamar aquella mujer.
— Yo soy Uchiha Natsu, un placer. ¿Sabe? Suzaku-san y yo venimos de la Espiral
Caminamos siempre a la estela de la tal Iwanami durante un rato a medida que íbamos dejando a nuestra espalda el bullicio del centro de aquella villa tan particular. De hecho, en menos de lo que canta un gallo nos encontraríamos delante de nuestro destino el cual se nos reveló ante el grito de la mujer. Lo observé como al niño que descubre sus regalos bajo el árbol el día de Navidad. Me había empezado a entrar el apetito. El local se le veía,a demás, bastante acogedor. Fue entonces cuando el llamado instinto ninja me alertó de que debía estar atento, pues aquel lugar apartado de todo podía ser una trampa para los pocos cuidadosos.
— Claro, sentémonos donde queráis. ¡Tanta caminata me ha abierto el apetito!
Nivel: 6
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—Todo un gusto, Kūran Meme-san, Uchiha Suzaku-san, Uchiha Natsu-san. —dijo la mujer, con una reverencia cuando entramos. Qué educada. Se quedó a la puerta mientras pasábamos. No sé por qué Natsu dijo que eran de la Espiral. Digo, ¿Era necesario comentarlo?
Dentro, estaba un poco más frío de lo que esperaba, pero el acercarnos a la barra, a como deseaba Suzaku, nos calentó lo necesario. Me senté al lado de ella. El lugar olía a limpio y a especias.
—Claro, claro. El camino siempre les da hambre —dijo el cocinero, con una sonrisa ligeramente torcida —. Venga, chicos, ¿Qué les sirvo? Tenemos casi cualquier cosa que deseen. ¡O si no, se los cocino en un instante, jaja!
—Miso —dije casi al instante, pues se me antojaba algo sencillo —. Lo siento. Miso, por favor.
El hombre asentiría y luego dirigiría su mirada a mis compañeros, esperando por su orden. Me sentía muy cómoda estando en un lugar prácticamente vacío, aunque extrañaba los aplausos. ¡Qué ironía la mía!
—¿Saben? Si mi hermana estuviera aquí, comería lo que nosotros tres juntos. —comenté, soltando una risita.
Nivel: 5
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—Claro, claro. El camino siempre les da hambre —comentó el cocinero, con una sonrisa ligeramente torcida —. Venga, chicos, ¿Qué les sirvo? Tenemos casi cualquier cosa que deseen. ¡O si no, se los cocino en un instante, jaja!
«¿Casi cualquier cosa?» Esa afirmación sólo despertaba las ganas de pedir algo completamente imposible, como fruta fuera de temporada o un plato exótico inalcanzable para la mayoría de los bolsillos, sólo por ver la reacción del cocinero. Sin embargo, Suzaku decidió comportarse. Al menos de momento. La situación así lo ameritaba.
—Miso —respondió Meme, casi de forma instantánea—. Lo siento. Miso, por favor.
—¡Yo quiero takoyaki! —exclamó Suzaku, alzando una mano con entusiasmo.
—¿Saben? Si mi hermana estuviera aquí, comería lo que nosotros tres juntos —comentó Meme, soltando una risita.
—¿La otra "bailarina"? —preguntó Suzaku, con genuina curiosidad—.¿Tanto come?
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—Claro, claro. El camino siempre les da hambre —comentó el cocinero, con una sonrisa ligeramente torcida —. Venga, chicos, ¿Qué les sirvo? Tenemos casi cualquier cosa que deseen. ¡O si no, se los cocino en un instante, jaja!
El cocinero optó por la broma y la risa fácil. Allí todo el mundo parecía vivir en una burbuja de felicidad constante o eso querían hacer creer, pero yo seguía con la antena puesta. Todo era demasiado pasteloso como para ser real. Cosas del orfanato en el que me crié, allí siempre me decían que no me fiase de nada y que siempre debía andarme con mil ojos.
—Miso
—¡Yo quiero takoyaki!
Las chicas hicieron sus elecciones, algo distintas la una de la otra, lo cual me daba carta blanca a lo que fuera, secundado por el comentario inicial del cocinero que aseguró que tenían casi de todo.
— A mi me apetece una buena pizza — dije mientras se me hacía la boca agua solo de imaginarmela. — Sería genial que pudiese ser de ingredientes típicos de la zona, ¿es posible?
Mientras ya hacía mi pedido, Meme dejó caer que su hermana acabaría con todo si estuviese allí, pues aseguró que comería lo que comeríamos entre los tres. sin duda algo complicado de imaginar.
— Vaya, tu hermana debe de ser como los bueyes. Digo, por aquello de que tienen varios estómagos
Luego solté una pequeña carcajada.
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—Sale una orden de sopa miso y una de takoyaki —comenzó el cocinero, tomando varios instrumentos de detrás de la barra. Pero se detuvo en seco cuando escuchó la orden de Natsu. Luego estalló en una carcajada —. Y una pizza. Claro, claro. Claro. Tardará un momento.
Y, llevando algunos de sus utensilios, salió por una de las puertas del fondo, y por un instante pude ver una cocina más grande y a algunos sujetos a quienes el cocinero comenzó a dar instrucciones. Se me hizo un poco raro, pues pensaba que en este tipo de restaurante el cocinero usaba el equipo detrás de la barra. Quizás no podían hacer pizzas ahí.
—Así es. Mi Hermana Ranko entrena bastante, así que come bastante para recuperarse. Estoy segura que les sorprendería verla arrasar con una barbacoa —Solté una risita cuando Natsu la comparó con los bueyes —. Oh, no, su mote es Hakuto, el Conejo Blanco. No diría que tiene muchos estómagos, más bien... Tiene un cuerpo muy exigente.
Solté una risita más, esperando pacientemente mi sopa. Puse las manos sobre la barra y comencé a juguetear con mis pulgares.
Nivel: 5
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—Sale una orden de sopa miso y una de takoyaki —recitaba el cocinero, mientras iba tomando diferentes utensilios de cocina.
—A mi me apetece una buena pizza —soltó Natsu, y tanto el cocinero como Suzaku le dirigieron una mirada cargada de estupefacción. De entre todas las opciones del mundo, ¿de verdad iba a pedir una pizza?—. Sería genial que pudiese ser de ingredientes típicos de la zona, ¿es posible?
—Y una pizza. Claro, claro. Claro —Añadió, con una sonora carcajada—. Tardará un momento.
—Y... ¿cuáles son los ingredientes típicos de aquí? —le preguntó la Uchiha a su compañero, cargada de curiosidad. Era la primera vez que visitaba el País del Rayo, por lo que su conocimiento de la zona era más bien limitado.
Mientras tanto, el cocinero se había retirado con sus herramientas, saliendo por una de las puertas del fondo hacia unas cocinas más amplias donde debía haber más trabajadores, a juzgar por el sonido de las voces.
—Así es. Mi Hermana Ranko entrena bastante, así que come bastante para recuperarse —continuó explicando Meme—. Estoy segura que les sorprendería verla arrasar con una barbacoa.
—Vaya, tu hermana debe de ser como los bueyes. —Allá iba Natsu de nuevo, con habitual delicadeza.
—¡Natsu! —le riñó Suzaku, abochornada.
—Digo, por aquello de que tienen varios estómagos.
La Uchiha se llevó una palma a la frente. Afortunadamente, no parecía que Meme se lo hubiese tomado como una ofensa:
—Oh, no, su mote es Hakuto, el Conejo Blanco. No diría que tiene muchos estómagos, más bien... Tiene un cuerpo muy exigente.
«Hakuto, el Conejo Blanco...» Suzaku repitió para sus adentros, memorizándolo. Sería interesante conocerla en un futuro.
—¿Y cuál es su nombre real? ¿Por qué la llaman "El Conejo Blanco"?
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— ¡Oh, genial! Empezaba a temer que mi petición hubiese sido demasiado especial
—Y... ¿cuáles son los ingredientes típicos de aquí?
Aquella era una buena pregunta, ni siquiera sabía si existían. Pero ante la ausencia de negativa por parte del cocinero, deduje que si habría algo.
— Pues no tengo ni idea, pero es parte de la gracia, descubrir nuevas cosas durante los viajes que uno va haciendo, ¿no?
Sin duda que iba a ser una gran sorpresa, desde luego, tan solo esperaba que fuese grata y todo fuese riquisimo.
—Así es. Mi Hermana Ranko entrena bastante, así que come bastante para recuperarse. Estoy segura que les sorprendería verla arrasar con una barbacoa.
Tan solo de imaginarme a alguien devorando una barbacoa como si no hubiera un mañana ya me parecía divertido. Seguramente esa tal Ranko fuese alguien que todos necesitabamos conocer algún momento que otro en nuestras vidas. Tan solo deseaba que no fuese en un campo de batalla. No es que no confiase en mis habilidades, solo que sis e entregaba tanto como decía Meme con las barbacoas, seguramente fuese una excepcional kunoichi.
—¡Natsu!
— Ay, ¿qué pasa? solo era una broma...
—Oh, no, su mote es Hakuto, el Conejo Blanco. No diría que tiene muchos estómagos, más bien... Tiene un cuerpo muy exigente.
—¿Y cuál es su nombre real? ¿Por qué la llaman "El Conejo Blanco"?
Le di un leve codazo a Suzaku y le susurré acercando mi cara un poco hacía su posición.
— Ha dicho que se llama Ranko
El cocinero ya se había ido, así que no había motivo por los que mantenerse de pie allí teniendo tantas mesas disponibles.
— Y bueno, ¿os parece que vayamos tomando asiento?
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Natsu y Suzaku parecían llevarse bien, como agua y aceite. No, espera, la frase no es así...
El peliblanco comentó que experimentar con comida nueva era parte de la experiencia de viajar, y estuve de acuerdo. Esperaba con ansias ver aquella pizza De Yugakure. ¡Tal vez la cocinan con el vapor de las aguas termales!
—Así es, Natsu —contesté, aunque la respuesta en realidad iba para ambos —. Mi Hermana es Sagisō Ranko. Su estilo de pelea se llama así, la danza del conejo blanco. Usa muchas patadas y eso. Además, le encantan los conejitos —dije con una gran sonrisa —. Creo que fue a partir del torneo de los dojos que comenzó a usar ese mote. Formalmente.
Asentí cuando Natsu dijo que nos sentáramos. Les seguiría a la mesa que quisieran, pues no le importaba el lugar. Miré y sonreí a Suzaku, pues ella había querido sentarse cerca de la barra en un inicio.
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—Ha dicho que se llama Ranko —le recordó su compañero, y las mejillas de Suzaku se encendieron de la vergüenza.
—Ya... ¡Ya lo sabía! Era por asegurarme... —farfulló, con los carrillos hinchados.
—Así es, Natsu —asintió Meme—. Mi Hermana es Sagisō Ranko. Su estilo de pelea se llama así, la danza del conejo blanco. Usa muchas patadas y eso. Además, le encantan los conejitos —agregó, con una gran sonrisa —. Creo que fue a partir del torneo de los dojos que comenzó a usar ese mote. Formalmente.
—Y bueno, ¿os parece que vayamos tomando asiento?
—¡Sí! ¡Seguidme, he encontrado la mejor mesa de todas! —exclamó la Uchiha, justo antes de arrancar a correr.
La mejor mesa de todas, como la había llamado ella, era la mesa que quedaba más cerca de la barra de la cocina. Si hubiese sido por ella, probablemente habría sido capaz de sentarse incluso en la misma barra. Tal era la emoción que sentía que había cogido los cubiertos con ambas manos y ahora daba golpecitos con ellos en la mesa al ritmo de una canción que sólo sonaba en su cabeza y que debía recitar algo así como: "Quiero comer, comer comer."
Nivel: 11
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—Ya... ¡Ya lo sabía! Era por asegurarme...
La Uchiha pareció avergonzarse por aquella laguna mental que acababa de tener y, nada más recordarle que ya había dicho el nombre pareció volver en sí.
—Así es, Natsu —contesté, aunque la respuesta en realidad iba para ambos —. Mi Hermana es Sagisō Ranko. Su estilo de pelea se llama así, la danza del conejo blanco. Usa muchas patadas y eso. Además, le encantan los conejitos —dije con una gran sonrisa —. Creo que fue a partir del torneo de los dojos que comenzó a usar ese mote. Formalmente.
Era realmente fascinante lo que contaba y debía de ser una kunoichi admirable, sin duda. solo de pensar cómo sería verla pelear ya me emocionaba.
—¡Sí! ¡Seguidme, he encontrado la mejor mesa de todas!
Suzaku nos condujo rápidamente hasta una mesa que no quedaba lejos de la cocina y allí pudimos plantar nuestros respectivos a la espera de que llegasen los ansiados platos que habíamos pedido. En lo personal, estaba con ansia de poder hincar el diente a aquella pizza.
— Lo que dices de tu hermana es impresionante, Mem,e. Me encantaría poder pelear contra ella en alguna ocasión. A modo amistoso, por supuesto. Esperaré con ansias el día en el que pueda ver con mis propios ojos su estilo de combate
«Quien sabe... quizás incluso pueda copiar algún movimiento con el sharingan»
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El entusiasmo de Suzaku me animaba mucho. No pude evitar sonreír al verla correr hacia la mesa. La seguí junto con Natsu y me senté de su lado, dejando al menos un metro entre ella y yo. Movía mi cabeza levemente de lado a lado siguiendo los golpecitos a la mesa de la pelirrosa.
Por otro lado, el peliblanco mencionaba lo impresionante que Ranko era, y que le encantaría pelear con ella. Estoy seguro de que mi Hermana le daba diez patadas antes de que él lanzara un puñetazo, pero creo que ella se contendría para que ambos se divirtieran. Así de genial es.
—Y a mí me encantaría verlos combatir. Siempre es un espectáculo ver luchar a mi Hermana.
Se escuchaba ruido en la cocina. Sonidos de objetos metálicos siendo movidos, platos siendo acomodados, agua correr, fuego arder. Cosas de cocina, creo. La mujer que nos había guiado al inicio seguía en la puerta, observando hacia afuera. Huh. Pensé que habría ido a buscar más clientes, pues hay mucho espacio aquí. No, igual me gusta así, no tengo que estar demasiado cerca de la gente.
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Mientras Suzaku aguardaba con ansiosa impaciencia los platos de comida, Natsu y Meme seguían hablando entre sí:
—Lo que dices de tu hermana es impresionante, Meme. Me encantaría poder pelear contra ella en alguna ocasión. A modo amistoso, por supuesto —agregó el Uchiha, antes de que pudiera llevar a cualquier malentendido desafortunado—. Esperaré con ansias el día en el que pueda ver con mis propios ojos su estilo de combate.
—Y a mí me encantaría verlos combatir. Siempre es un espectáculo ver luchar a mi Hermana —respondió Meme, con una afable sonrisa.
Suzaku intercambiaba miradas entre ambos, como si en un partido se encontrara. Se le antojaba un poco extraño desear conocer a una persona sólo por pegarse contra ella, no era algo que la Uchiha pudiera compartir. A ella le intrigaba el mote de "Conejo Blanco de Kusagakure", y le inspiraba cierta curiosidad comprobar qué tipo de persona podía ser la hermana de Meme. ¿Sería tan diferente de ella como lo era ella de Umi?
—¿Creéis que queda mucho? —se quejó, girando el cuello en dirección a la cocina con gesto lastimero.
Nivel: 11
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—Y a mí me encantaría verlos combatir. Siempre es un espectáculo ver luchar a mi Hermana
Asentí ante las palabras de Meme, sonriente y con ganas de hacer realidad aquello de poder pelear contra el Conejo Blanco de Kusagakure.
— Será un placer poder pelear con ella. Quién sabe... Puede que se vuelva a hacer una edición del Torneo de los Dojos o algo por ele stilo y allí podamos coincidir, ¿no?
Lancé la pregunta al aire y la mera posibilidad de poder llevarlo a cabo, una arena en la que el Conejo Blanco de Kusagakure y yo pudiésemos entretener a miles de personas. El mero hecho de que pudiese considerarse entretenimiento y que mis habilidades y mis capacidades pudiesen resultar atractivas para la gente ya me lo tomaría como un premio, pero lo cierto es que Meme estaba poniendo a su hermana en muy buena consideración y estaba despertando una gran curiosidad en mí.
—¿Creéis que queda mucho? —
— Oh... Pues espero que no.
Al igual que la Uchiha mi atención se dirigió, de forma automática, hacia la zona de la cocina. Deseando estaba de hincarle el diente a la pizza autóctona.
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