Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Los tres cocineros habían sido derribados, tanto por patadas como por cenizas como por bolas de fuego. Sentía que estábamos más y más cerca de largarnos y buscar un buen lugar para comer. Sólo quedaba la mujer, cuya frente parecía que estallaría del enojo.
—¡Bola de imbéciles! —la mujer alzó la voz mientras hacía sellos. Oh no. —. ¡Tenían que hacerlo igual que la vez pasada! ¡Ahora no queda opción!
—¡No, espera, no vayas a...! —suplicó el cocinero más gordo, intentando levantarse.
—¡Suiton: Suishōha!
Justo antes de que la alcanzáramos, la mujer lanzó un chorro de agua desde su boca (qué insalubre), el cual pronto se elevó en una gran ola que avanzó por prácticamente todo el restaurante, apagando las llamas y llevándose a los cocineros, e intentando llevarnos a nosotros [50PV]. No sé mis compañeros, pero yo no tenía cómo contrarrestar algo así. Atraje a Suiken hacia mí justo antes de recibir aquella dolorosa descarga acuática en todo mi cuerpo, siendo arrastrada hacia el fondo del restaurante junto con los cocineros. Lo intenté, pero no pude ponerme en pie, y el dolor hizo que se me escaparan algunas lágrimas. Tendría que agradecerle a mi creadora hacerme susceptible al dolor. Aunque de cierta forma el que hubiese recibido el impacto en todo el cuerpo evitó que algo se me rompiera.
No pude alzar la mirada, pero supuse que la mujer se prepararía para efectuar un segundo ataque.
PV:
50/100
–
-50
– CK:
112/140
–
+20
– Contusión:
5/5
– Destreza: 10 Agilidad: 10
¤ Hitai-ate [Protección 7PV)] (en el obi)
¤ Portaobjetos básico[Capacidad 5/10](en el muslo derecho), dentro el cual:
—¡Bola de imbéciles! —bramó la mujer, con la frente tan tensa como si le fuera a estallar en cualquier momento. Para horror de Suzaku, sus manos se entrelazaron en el sello de la serpiente. «¡Es una kunoichi!»—. ¡Tenían que hacerlo igual que la vez pasada! ¡Ahora no queda opción!
«¿Igual que la vez pasada?» Repitió Suzaku en su mente. Pero no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello.
Pese a la advertencia de uno de los cocineros, que trataba de levantarse a duras penas, la mujer que les bloqueaba el paso exhaló una enorme bocanada de agua. Suzaku se detuvo en seco, e intentó entrelazar las manos para realizar un Intercambio con una de las mesas más alejadas del local. Pero no era lo suficientemente rápida. El agua la atrapó entre sus garras, la envolvió en su asfixiante abrazo y la lanzó junto a Meme y el resto de cocineros hasta el fondo del restaurante. El choque contra la pared le cortó bruscamente la respiración, obligándola a toser violentamente para expulsar el agua que, inevitablemente había tragado.
—Mal... dita... —resopló, intentando moverse para volver a ponerse en pie.
Pero una sacudida de dolor recorrió todo su cuerpo cuando hizo el amago, y la obligó a volver a su postura inicial. Suzaku miró a su alrededor, entre aterrada y dolorida. Meme no parecía encontrarse en mejores condiciones, ¿pero qué había sido de Natsu?
Ahora era la mujer la que bramaba, enfurecida y decepcionada con sus fieles lacayos que no habían sido capaces de reducir un grupo de 3 aparentes crios.
—. ¡Tenían que hacerlo igual que la vez pasada! ¡Ahora no queda opción!
Se estaba preparando para algo. sus palabras así lo presagiaban pero el aviso del sharingan nunca fallaba ye ste me mostró que se disponía a formar una cadena de «¿sellos?». Yo también hice uno, concretamente el del carnero.
— ¡No!
Desaparecí ante el ojo inexperto y me planté delante de la tipa con mi brazo diestro envuelto en llamas, el cual realizó un gancho que primero impactaria en sus manos para romper la cadena de sellos y posteriormente golpear la mandíbula de la muchacha y enviarla por los aires. Pero la autentico pregunta pregunta es, ¿llegué a tiempo o me comí el suitonazo a bocajarro?
Natsu no había llegado a tiempo para interrumpir el jutsu, pero su puñetazo había conectado justo después de que la mujer lo lanzara. El Uzujin se vería golpeado y arrastrado por la corriente, pero la mujer se vería lanzada por el aire también.
Al final, todos estábamos en el suelo, empapados. Bueno, prefiero estar cubierta de agua y no de fuego.
—¿Suzaku? ¿Natsu? —llamé, respirando con algo de dificultad mientras me ponía en pie —. ¿Están… bien?
Los cocineros estaban apenas conscientes, pero ya no parecían tener energía para levantarse. La mujer, en el suelo cerca de la puerta, se agarraba la quijada con ambas manos, gimiendo del dolor.
—Ahm... ¿Nos vamos? —dije con sencillez y un suspiro.
Natsu también había caído a consecuencia de la técnica acuática de la mujer. Pero al menos no había sido en vano, el Uchiha había conseguido encajarle un puñetazo envuelto en fuego prácticamente al mismo tiempo que la había hecho salir despedida por los aires en dirección contraria.
—¿Suzaku? ¿Natsu? —Suzaku escuchó la voz de Meme cerca de ella, llamándola. La kunoichi se estaba poniendo en pie, pero también parecía tener problemas después de haber recibido aquel golpe—. ¿Están… bien?
—Yo... —Suzaku tosió varias veces, escupiendo agua en el proceso—. Voy a necesitar unos takoyaki de verdad para recuperarme de esto...
Se permitió el lujo de bromear. Parecía que el resto de cocineros ya no suponían una amenaza seria, por lo que se podía decir que estaban a salvo. Al menos por el momento.
—Ahm... ¿Nos vamos?
Suzaku terminó de reincorporarse, con un gemido de dolor. Podía moverse, pero aún sentía el cuerpo como si le hubiese pasado un camión por encima.
—No me quedaría en este restaurante de pacotilla ni un segundo más ni aunque me pagaran por ello —musitó, antes de volverse hacia su compañero y tenderle una mano para ayudarle a levantarse—. Natsu, ¿estás bien? ¡Ese último golpe ha sido espectacular!
Pero no llegué a tiempo. Llegar a tiempo hubiera sido épico y bonito, a la par que útil,. pero no fue el caso. Alcancé a golpear algo aunque no conseguí comprobar el qué, puesto que la tiparraca alcanzó a realizar su jutsu, el cual me abrazó de forma violenta haciéndome rodar por el ¿suelo? golpeándome varias veces contra la cabeza y el cuerpo. Cuando todo terminó tosí y escupí algo de agua mezclada con la sangre, clara consecuencia de los golpes.
«Y parecía una mosquita muerta...»
Meme y Suzaku fueron quienes reaccionaron antes. Yo trataba sencillamente de recuperarme, tratando de recuperar la verticalidad, cuando ellas ya habían tomado la decisión de largarse de allí. Fue entonces cuando vi la mano de la Uchiha. La tomé para acabar de levantarme.
— Lamentablemente no ha servido de mucho. El jutsu nos lo comimos igual... —contesté, ligeramente apenado.— Bueno, larguemonos de aquí
Eché un vistazo, una vez levantado del todo y vi los cocineros o mejor dicho, los lacayos de esa tipa esparcidos por el suello, con sus vestiduras chorreando agua, pues al parecer ellos también se vieron alcanzados por el suitonazo. La tipa estaba al lado de la puerta, con el rostro con restos de quemadura.
Los otros dos no parecían estar muy mal. Asentí a todo.
—Sí, takoyaki de verdad. Sí, golpe espectacular. Sí, larguémonos.
Me costaba un poco caminar, debido el fuerte golpe del jutsu acuático. Pero al parecer no me rompió nada, así que muy bien. Atraje a Suiken hacia mí y le di forma de nuevo: un vestido corto con esponjoso cuello cual pelusa.
—Apuesto a que la mayoría de los locales no nos intentará asaltar. No, no apostaré nada. —me corregí.
No creía que la mujer evitara que pasaramos por su lado, y la puerta no tenía más seguro que un grueso pestillo, así que no sería problema salir. Esperé a que la chica fénix y Natsu estuvieran listos y les seguí.
—Lamentablemente no ha servido de mucho. El jutsu nos lo comimos igual... —se lamentó Natsu, tras aceptar la ayuda de Suzaku para reincorporarse.
—¡Una ducha de vez en cuando tampoco está tan mal! —bromeó ella, tratando de quitarle importancia al asunto.
—Bueno, larguemonos de aquí
Aunque visiblemente magullados, y aunque les costaba moverse con celeridad, se pusieron en marcha a toda prisa. Para nada deseaban pasar un minuto más en aquel restaurante de mala muerte. No sólo la comida era abominable, ¡habían intentado agredirles al manifestar sus quejas! ¿Pero cómo podía aquel local estar abierto siquiera? Por el camino, Meme volvió
a utilizar sus curiosas habilidades con aquella masa metálica para darle forma de un bonito vestido corto y cuello alto y esponjoso con el que se envolvió. Cuando pasaron junto a la puerta, Natsu se volvió, entusiasmado:
—¡Vaya, al final le dí!
—Y lo suyo parece peor que una simple ducha —respondió ella, con una sonrisa torcida. Consiguieron llegar al fin a la calle, y sólo entonces Suzaku se permitió el lujo de apoyarse en las rodillas y respirar hondo—. Yo no sé vosotros... pero a mí se me ha quitado el hambre.
Y, además, se estaba haciendo tarde. Si se tardaba aún más, estaba segura de que su hermana comenzaría a preocuparse por ella. Y lo último que deseaba era que viniera a buscarla. ¡Parecería una niña pequeña!
Todo había terminado y aquello fue como una pequeña victoria a pesar de que todo acabase con una técnica algo suicida por parte de nuestros enemigos. No dejaba de preguntarme que les había movido a intentar colarsela a unos ninjas. Sabían que lo éramos, pues las bandanas nos delataban. En fin...Pasamos por al lado del cuerpo de la chica, el cual yacía inconsciente. Me quedé mirándola mientras Suzaku decía algo pero no prestaba atención a la pelirosa.
— ¡Bah! —bufé, hastiado. — No vale ni la pena
Pensaba en voz alta. Se me había pasado por al cabeza tomarla a lomos y llevarla a las autoridades de la aldea y que ellos hiciesen lo que considerasen, pero solo era una infeliz.
— Sí, será mejor que vayamos volviendo. Se está haciendo tarde
Bajo aquella directriz abandonamos el local, ahora arrasado primero por las llamas y luego por aquel tsunami improvisado.
Asentí, aunque realmente yo sí tenía un poco de hambre. Mis mecanismos necesitan combustible. Pero no discutí, pues ya luego compraría algo sencillo para llevar, y me iría a uno de esos baños termales.
—Sí, es tarde. Qué bonito es conocer gente —dije sin mucha preocupación —. Gente bonita como ustedes, como mi amiga Jun, y no gente fea como esos disque cocineros. Espero volver a verlos pronto. Y espero que conozcan a mi Hermana mayor algún día.
Habiendo regresado a la parte más central del pueblo, me despedí con una reverencia tan teatral como sólo las mías. Me compré unos dangos después de eso.
Y así, alejándome de la chica fénix y de... Ahm... Natsu, se cerró el telón de aquel día.