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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Ya estoy de vuelta, Hime-sama

Tuvo que ocultar la sonrisa y cruzarse de brazos e inflar las mejillas en forma de protesta. A pesar de que Ren tenía que hacer rol de una chica fria y seria, estaba toda sonriente y servicial, lo cual hacía dudar a Hana de ser una princesa princesesca.

Un buen servicio no tardaría tanto. Espero que la comida esté buena al menos. Uhm.

Quería apartar la mirada, pero lo cierto es que todo lo que había traido Ren en la bandeja llamaba su atención a gritos. No se había leído del todo bien lo que venía en el menú, se había centrado en que tendría a Ren toda para ella durante el tiempo que se lo comiese. Y ahora sacaba un enorme porción de tarta de chocolate con helado de chocolate y sirope de chocolate con un gigantesco vaso de batido de chocolate y chocolate y nata encima.

Espero que todo sea de su agrado, Hime-sama

Vio que Ren estaba acercandose con la tiara y se recogió el pelo, cerrando los ojos a la espera de que fuese coronada como la princesa del lugar.

Eso espero yo también. — dijo escuetamente con los ojos cerrados y un ligero rubor.


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#17
La coronó con ternura, sosteniendo prácticamente la corona con la yema de los dedos nada más. Después, cogió su falda para hacer una breve reverencia pellizcando de los laterales de cada una de esta.

Con su permiso — retiró una silla, sosteniéndola solo de la parte más alta del respaldo por los laterales, y separándola sin hacer ruido. Luego volvió a recoger algo su falda, para poder sentarse a su lado—. He pensado que querría su desayuno favorito; una tarta de tres chocolates, con galleta en la base. Un batido con sirope, virutas y chocolate con leche con un buen montón de nada coronándolo. Y finalmente, un gofre con sirope de chocolate dulce y chocolate blanco con una bola de helado también de chocolate.

Repitió un poco lo que ya era obvio que había sobre la mesa, pero era parte de su papel y encanto que tenían las sirvientas. Después, cogió una cuchara, y lo primero que Hana le pidiera, sería lo que le ofrecería con esta.
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#18
Hana estaba cayendo en una espiral de princesidad de la que no sabía si podría salir después, pero la culpa no era suya, sino de Ren, así que se dejaría caer. Infló el pecho, orgullosa y alzó el mentón, con claro gesto de superioridad.

No sabía que podías pensar con tanta precisión. Bien hecho.

Ojeó todos los platos sobre la mesa, intentando decidirse por cual le apetecía más primero. Tras unos segundos se dio cuenta de que no podía decidirlo, todos se veían espectacularmente ricos. Tomó la decisión como lo haría toda una princesa, pasandole la pelota a su sirvienta.

Ya deberías saber qué quiero primero, Ren. Ese es tu trabajo al fin y al cabo. Así que venga.

Y tras colocarse bien la tiara se cruzaría de brazos, a la espera de que Ren decidiese. Sinceramente, le era completamente indiferente lo que eligiera, pues lo quería todo y ya.


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#19
Ni siquiera aquella actitud irritante y mandona podían sacarla de su embotellamiento. En cualquier otra ocasión, seguramente ella le hubiera respondido de mala manera o tal vez le hubiera dicho que no debe comportarse así. Pero Ren estaba viviendo con tanta intensidad aquella fantasía como lo estaba haciendo Hana. Cogió un cuchillo y un tenedor, y cortó un trozo del gofre tan pequeño que apenas necesitaría abrir un poco la boca para comerlo, lo rebañó con cuidado y después lo llevo hasta la rubia, posando una mano por debajo para evitar que nada del chocolate manchara.

Seguro que le gusta, Hime-sama. Lo he hecho pensando en usted, con todo mi cariño y amor —sus ojos se entrecerraron recalcando su brillo azulado natural, y su sonrisa se ensanchó un poco.
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#20
Ren no estaba reaccionando a su nueva forma de comportarse. ¿Le gustaba? ¿Le resultaba indiferente? ¿Acaso no había notado la diferencia? ¿Tan insoportable era? Estaba sonriendo de forma sincera, así que estaba bien...?

Decidió que lo mejor sería seguir con el acto hasta el final, a menos que Ren le dijese lo contrario, pero le empezaba a costar decir cosas tan feas a su novia.

Seguro que le gusta, Hime-sama. Lo he hecho pensando en usted, con todo mi cariño y amor

Entonces seguro que está delicioso. — a tomar por culo la actuación — Q-quiero decir, no es como si el amor de una plebeya pudiese satisfacer el paladar de una princesa, pero lo probaré por respeto a tu esfuerzo.

Durante la primera oración estaba sonriendo, pero rápidamente esa sonrisa fue sustituida por un sonrojo y un cruce de brazos. Aún así, abriría la boca para recibir todo lo que Ren le ofreciese.


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#21
Aquella situación tenía una especie de aire de misticismo y para Ren, todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor no existia. Ahora mismo todo su mundo era ellas dos y aquel lugar en el que estaban sentadas. Tras el primer bocado, Ren repitió el mismo proceso, cortando un pequeño trozo y embadurnandolo posteriormente en chocolate y nata. Aunque esta vez tras que lo comiera, quedaría algunos restos en la comisura de los labios de Hana.

Ren pasaría entonces uno de sus pulgares sobre su boca, sin perder de vista sus ojos en ningun momento. Apenas parpadearía, y poco despues lamería con gentileza y lentitud la yema de su dedo.

Es incluso más dulce de lo que recordaba
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#22
Ren, sin ningún tipo de pudor ni vergüenza, cogió un trozo de nata que se le había quedado a Hana en los labios con su pulgar y se lo llevó a la boca de la forma más lasciva y sugerente posible.

Es incluso más dulce de lo que recordaba

Durante un instante, Hana se olvidó por completo del acto que estaban haciendo. Se sonrojó fuertemente y tuvo el impulso de apartar la mirada, pero se contuvo. Era una princesa. Una princesa orgullosa. No podía simplemente apartar la mirada.

¿Q-Qué haces? Eso ha sido de muy... muy mal gusto. En la mesa hay que seguir unos protocolos, sino, ¿qué nos diferencia de los animales? — cogió una servilleta y se limpió la boca con todo el pulcro que pudo. — Así, ¿ves?

Esperó a que Ren asintiese o le diese alguna validación de que lo había entendido antes de volver a poner la servilleta encima de la mesa, doblandola con cuidado.


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#23
No era del todo la respuesta que esperaba por su parte, pero haber visto como se había quedado prácticamente en shock y como se le fundían los cables seguidos de un rubor tan obvio que hasta Ren podía darse cuenta, fue más que suficiente. Se llevó una mano a la boca para tapar su risa con un falso disimulo.

Oh, si es cierto. Perdóneme Hime-sama, ya sabe que llevo poco tiempo en la casa y... Estoy haciendo mi mayor esfuerzo para contentarla — dijo posando la cuchara sobre la mesa para mirarla a los ojos sin pestañear, como si estuviera mirando a un horizonte amarillento que estaba atardeciendo —. Le prometo que no volverá a pasar, me esforzaré todo lo posible. Al fin y al cabo, si voy a pasar el resto de mis días con usted como sirvienta, haré todo lo que esté en mi mano para que Hana-sama sea feliz.

Ninguna de esas palabras podría habérselas dicho a ningún cliente, ni aunque estuviera toda la vida trabajando en aquella cafetería. Esas eran solo, y exclusivamente, destinadas para aquella chica rubia por la que pedía la cabeza y el corazón.
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#24
—. Le prometo que no volverá a pasar, me esforzaré todo lo posible. Al fin y al cabo, si voy a pasar el resto de mis días con usted como sirvienta, haré todo lo que esté en mi mano para que Hana-sama sea feliz.

¿Cómo que el resto de sus días? ¿Cómo que Hana-sama? ¿No era Hime-sama? ¿Seguían dentro del mundo imaginario en el que ella era una princesa? ¿O le estaba hablando a ella directamente? Eran demasiadas preguntas y Hana no podía pensar ni una sola respuesta buena. Estaba completamente roja, acalorada, ¿qué clase de calefacción usaban en ese lugar? ¿Soles? Se estaba cociendo a fuego lento.

Eh... ¡C-calla, baka! Se va a derretir el helado si sigues entreteniendote. — apenas podía mantenerle la mirada un par de segundos antes de tener que apartarla.

Ren era como una gata y ella era como un ovillo de lana. No podía contestarle, al fin y al cabo, era parte de su trabajo. ¿Podría besarla? Seguro que eso la dejaba sin palabras, pero no quería meterla en problemas. Aunque era ella la que la estaba provocando constantemente con su interpretación. No había sirvienta en el mundo que fuese tan coqueta.


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#25
Tiene razón, mis disculpas — dijo llevándose una mano al pecho, cerrando con delicadeza los ojos.

Tras ello, tomó con ambas manos el gran vaso de cristal para acercárselo y luego redirigir la pajita hacia los labios de Hana si aquello era necesario. Desde antes de que Ren hubiera salido con el carrito, las miradas de sus compañeras se habían clavado sobre las dos chicas, que cuchicheaban desde la lejanía sobre ambas. A alguna la tuvieron que llamar varias veces para seguir con los pedidos o llevar la cuenta; y aun con esas, seguían mirándolas de reojo o posicionándose para poder observarlas.

Los clientes, por otro lado, algunos también habían cambiado el centro de su atención a ellas ante el extraño pedido, viendo a la chica morena dando de comer a la rubia mientras se comportaba de extraña forma.
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#26
Tiene razón, mis disculpas

Ren le acercó la bebida y Hana bebió. Y fue justo entonces cuando se percató del alboroto que había en el puesto donde se juntaban las camareras. Después de meses de experiencia Hana sabía perfectamente cuando estaba siendo observada, y ahora no era ella, sino Ren quien estaba llamando la atención de todas las sirvientas del lugar. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso habían caido todas por los encantos de Ren?

La miraban y cuchicheaban sin parar. Hana alzó una ceja. Tenía que hacer algo para demostrar que Ren era suya y de nadie más. Marcar territorio. ¡No podía seguir sonrojandose con cada comentario! ¡Tenía que pasar ella a la acción! Demostrarles que no había forma de que pudiesen arrancarla de sus manos.

Con un sutil movimiento de cadera, acercó su silla a la de Ren, poniendole una mano en el muslo al mismo tiempo.

Ah... — suspiró al mismo tiempo que soltaba la pajita. — Casi tan refrescante como tu mirada. — dijo mientras se colocaba un par de mechones detrás de la oreja, guiñandole un ojo a Ren, sonriente.

No solía hacer nada remotamente seductor jamás, de hecho, podía ser una de las primeras veces que lo hacía, pero su carisma natural parecía ser suficiente para suplir su falta de experiencia.


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#27
En otra ocasión, Ren hubiera podido resistir los encantos naturales de la rubia sin ningún problema, y mantenerse ella todavía como quien mandaba y dirigia el flujo de la conversación. Pero ahora mismo no era capaz de algo así. Cuando el tacto de su mano tocó su muslo, Ren pareció haber salido del encanto que se había apoderado de su mente, sobresaltándose ligeramente en el sitio y abriendo los ojos como platos. Y como si de una corriente eléctrica se tratara, el rubor pasó lentamente de Hana, para subir con rapidez e intensidad a las mejillas de la amejín.

¿E-E-Eh? — retractó sus manos hacia su pecho, encogiéndolas y apretándolas con gentileza. — ¿H-Hana?

Parpadeó varias veces, con una sonrisa temblorosa y sus cejas levantadas sin saber qué hacer. Aquella caricia había sido más que suficiente para detenerla en seco, pero sus palabras hicieron que tuviera mucho más impacto del que debería.
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#28
La reacción de Ren fue exquisita. Ahora entendía porque le gustaba tanto hacer esto, era terriblemente divertido. Verla encogerse ante su cercanía en una bola de nervios, sin saber qué decir pero sonrojandose porque en el fondo le gusta su cercanía. La sonrisa de Hana se ensanchó, dispuesta a ir hasta el final con esto ahora que lo había probado.

¿Huh? ¿Hana? ¿Es esa forma de tratar a tu princesa? Creo que alguien se va a ganar un buen castigo. — se acercó más, susurrandole las ultimas palabras practicamente al oido.

Con su mano siguió acariciando el palido muslo de la amejin, que practicamente nunca había visto la luz del Sol. Sin embargo, no iba a parar ahí, con la otra mano agarró la cintura de Ren, apretandola contra ella.

¿Alguna sugerencia? — preguntó mientras soltaba la cadera de Ren ahora que ya la había acercado y con un dedo cogía un pedazo de nata, para llevarselo a la boca.


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#29
N-No...L-Lo siento Hime-sama — respondió con nervios, esta vez sin dirigirle la mirada pero con la misma expresión que tenía antes.

Se agarró la falda, sin perder de vista la mano de Hana que se acercaba a ella de forma peligrosa, escalando su muslo y haciendo que la temperatura de su cuerpo y el color de su rostro fuera en aumento. ¿En qué estaba pensando exactamente? Había demasiada gente allí presente, y aunque los comensales ya habían perdido de vista a las dos chicas, las camareras seguían mirándolas de vez en cuando con curiosidad por ver a la afable pareja tontear, sobre todo cuando una de las dos estaba en una posición tan vergonzosa con aquel vestido.

¿Alguna sugerencia?

Ren la miró de inmediato, para ver como la provocaba de la misma manera que ella había hecho hace muy poco tiempo atrás. Apretó los labios, sin saber que hacer o decir, y hasta sus ojos parecían temblar ante la rubia. Puede que tuviera la respuesta en su cabeza, pero no podía opinar con claridad y lo poco que pasaba por su cabeza desaparecía al momento ante su estado actual. Puede que tuviera la respuesta, ¿pero quería saberla? ¿Quería oírla? O más bien, ¿necesitaba oírla?
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#30
Ver a Ren temblar bajo su mando tenía un sabor agridulce y finalmente el agrio tomó demasiado poder cuando ni siquiera parecía capaz de contestar. Temblaba demasiado y parecía que estaba a punto de romperse y Hana no tenía la seguridad de que fuese por algo bueno. ¿Se estaba pasando? Tal vez era demasiado para ella.

Se apartó levemente y recogió ambas manos, volviendo a su tarea original.

Bien, pues sigue alimentando a tu princesa antes de que tengamos que llegar a esos extremos. — dijo alzando la barbilla y poniendose recta en su silla.

Haría como que miraba la comida encima de la mesa pero con el rabillo del ojo estaba prestando toda su atención a Ren. ¿Estaba bien? Esperaba que de verdad no se hubiese pasado.


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