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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Lejos de intervenir en la discusión generada entre Noemi y Karamaru, por al parecer haber dejado atrás a la kunoichi, el posadero se mantuvo en un discreto segundo plano. No era un hombre de discusiones.

¿Es el jefe o algo así? —preguntó la kunoichi tras las palabras del hombre.

Bueno… —Su papada temblaba bajo la barba con cada palabra que decía—. No exactamente. Es el sacerdote del pueblo. Es un hombre que, al contrario que nosotros, los aldeanos, ha visto mundo… Y es un buen hombre, ya lo creo que sí —aseguró con firmeza—. Por eso solemos seguir su consejo.

Entonces intervino el shinobi:

Es irrelevante si es el jefe o no lo es, sabemos que puede dar órdenes al resto de personas y eso es información suficiente —A Yoshi le pareció que aquellos dos no se llevaban muy bien—. Sugiero que nos quedemos a la distancia, mientras menos personas se enteren de nuestro trabajo será mejor supongo. No queremos que el asesino sepa que lo estamos buscando, si no lo sabe ya. ¿Verdad Yoshi?

El posadero entreabrió la boca, sin estar muy seguro de la respuesta.

Esto… sí. Quiero decir… Supongo que sí, vaya —hecho un lío, optó por darle la razón, mientras se rascaba la barbilla. ¿Qué iba a saber él sobre lo que era mejor o no en una situación como aquella? Se suponía que los expertos eran ellos, después de todo.

Al mismo tiempo, haciendo caso a las palabras del sacerdote, la pequeña multitud fue disgregándose. Algunos saludaron con la cabeza a Yoshi. Otros, se quedaron mirando con desconfianza a la pareja de ninjas que le acompañaba. Sin embargo, todos y cada uno de ellos retornaron, entre murmullos y susurros, a sus respectivos hogares. Todos menos el anciano.

Así que también te has enterado —dijo, mirando a Yoshi—. Es cosa fea, Yoshi. Cosa fea.

Aiko vino directa a la posada —explicó el posadero—. ¿Tan grave es, Hiromi-sama?

Hiromi asintió, suspirando.

¿Y quiénes son esos dos jóvenes que te acompañan, Yoshi? —preguntó, mirando alternativamente a uno y a otro.

Oh, sí… Ellos son… son… —arrugó el entrecejo, como si estuviese haciendo un esfuerzo por pensar—. Noemi y Kamaru —soltó finalmente, feliz por creer que había recordado correctamente los nombres—. Han venido a ayudar.

Pues no veo cómo pueden hacerlo —replicó, mirando de forma severa a ambos ninjas.

*** *** ***

Lo han dicho. Estoy seguro de que lo han dicho. Están hablando de un asesinato. La cabeza de Datsue era un enjambre de pensamientos cruzados. ¿Debería presentarse como shinobi? ¿Debería ayudar? Estaba entrenado para eso. Le habían preparado para aquello, y sin embargo… ¿Qué beneficio podría sacar de todo esto? Sólo en el caso de encontrar al asesino podría cobrar, si es que cobro… Porque a no ser que pongan una recompensa por el asesino, si resuelvo el crimen de buenas a primeras quizá nadie quiera pagarme. Debería tantear el terreno primero, ver cuánto podría sacar, y entonces decidir. Además, dudo que haya más shinobis en kilómetros a la redonda. Siendo su único recurso, podría pedir un buen fajo de billetes.

¿Crees que la chica podrá encontrar al que lo hizo? —preguntó la de los ojos rojizos. Datsue volvió a afinar los oídos, atento—. No parecía muy mayor.

La acompañante puso los ojos en blanco, como si desconociese la respuesta.

Esperemos que sí. Es una kunoichi, ¿no?

De pronto, se oyó un golpetazo, como el de un objeto pesado al caer. Las mujeres levantaron la vista, asustadas, viendo que el causante de su turbación no había sido otro que Datsue, que acababa de golpear la mesa con la mano, con un semblante bastante crispado.
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#17
Aquel extraño de sombrero parecía más concentrado en contradecir a la kunoichi que en cualquier otra cosa, además de que tiraba uno que otro argumento que a ella al menos no convencía en lo más mínimo. ~ Si claro, buscando la aprobación de un pueblerino. ~ Pensaba la kunoichi que no podía evitar ir con el ceño fruncido, siquiera se molestaría en responderle nada después de todo las cosas terminaron por tener un drástico giro a favor de Noemi.

— Un placer, haré lo posible por ayudar. — Se apresuró a decir la rubia que se mostraba con una mirada llena de determinación, no podía simplemente ir sonriendo ya que la situación así no lo ameritaba, pero si podía pedirle un favor a aquél que había hecho que la multitud se silenciara. — Lo único que necesito es que se asegure que la mayoría de los pueblerinos se enteren de que hay una kunoichi investigando el caso. — Sentenció con suma confianza ignorando los deseos de aquel del sombrero en quien al menos ella no confiaba.

La genin de Taki estaba más que segura de que su plan serviría perfectamente y le daba igual si debía llevarlo a cabo sola ya que tenía plena confianza en sus propias habilidades a la hora de pelear y por ende se veía capaz de atrapar al asesino sin ayuda. Después de todo estaba bien armada y podría aprovechar su cuerpo para distraerle de verse necesario. Ahora, qué hacer con el tal Karamaru. Simplemente dejarle en claro una cosa. — Haces las cosas a tu manera y yo a la mía, ¿Te parece...? — Entonó con severidad mirándole apenas de reojo. Después de todo no se sentía para nada segura teniendo a un aliado que se negaba a mostrar su rostro siquiera.

— También… ¿Podría decirme cuál fue el método utilizado para asesinar a…? — Su pregunta se vio incompleta puesto que o nunca escuchó el nombre del asesinado o simplemente no lo recordaba, pero lentamente se fue volteando casi que pidiéndole con la mirada a Yoshi para que le facilitara el nombre. ~ Si es un arma rara va a ser más fácil encontrar al culpable, solo espero que no sea un simple cuchillo… ~ Pensaba la chica.

Lo único que pretendía era hacerse una idea de lo que se toparía si su plan daba frutos, en caso contrario tendría que arreglárselas con las sorpresas que pudiese llegar a encontrarse. Y luego claro, que todas las personas posibles se enterasen de que ella se haría cargo de esto. ~ Con suerte mañana solucionaré esto. ~ Se decía a si misma la arrogante kunoichi que esperaba pacientemente cruzada de brazos, aunque no duró demasiado así que terminó por llevarse la mano izquierda a ese peculiar mechón de cabello que le cubría buena parte de la mejilla.
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#18
El momento de enterarse que había sucedido finalmente estaba llegando y un impaciente y curioso calvo se emocionaba en cierto modo por ello. La gente se había alejado y el anciano habló poco pero suficiente con el posadero. La rubia sin perder tiempo, como si de un concurso se tratara, fue la primera de los dos shinobis en contestar la mirada del, según Yoshi, el sacerdote del pueblo.

«¿Sacerdote? ¿Acaso es curandero o algo? ¿O creerán en alguna religión?»

El pelado le daba vueltas a un asunto que de a poco se daba dando cuenta que no era de importancia en aquel momento. Pero sus divagaciones eran cortadas bruscamente con las palabras de la rubia que estaba obstinada a hacer las cosas como ella quería.

Debo coincidir- dijo el calvo acompañando las palabras de la kunoichi- Que se enteran que una KUNOICHI y solo una KUNOICHI esta investigando.

Si el asesino se tendría que enterar quién lo esta buscando por lo menos que no vaya tras Karamaru después. Las palabras de Noemi seguían saliendo de su boca y cada vez molestaban más al shinobi.

Haces las cosas a tu manera y yo a la mía, ¿Te parece...?

Simplemente prefirió ignorarla y apenas escucho que estaba preguntando sobre el arma con la que se había asesinado al residente de la casa que tenían frente a ellos Karamaru comenzó a caminar. Dejaba atrás a la kunoichi, al posadero y al sacerdote. La verdad que no quería seguir escuchando a esa persona y prefería ver las cosas con sus propios ojos.

«Dios, que pesada...»- pensaba Karamaru mientras se dirigía a la casa escuchando la voz de Noemi a sus espaldas.
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#19
Yoshi terminó por confirmar sus sospechas. No había que ser muy avispado, eso desde luego. Aquellos dos no se llevaban muy bien.

No señor… —murmuró por lo bajo.

También… ¿Podría decirme cuál fue el método utilizado para asesinar a…? —La kunoichi seguía hablando, aunque estaba vez su pregunta quedó incompleta, como cortada. Parecía que a ella también le costaba recordar los nombres.

Yoshi sonrió, orgulloso de poder ayudar. Aunque sólo pudiese hacerlo en una banalidad como aquella.

Ryoma.

Sin embargo, Karamaru prefirió cortar por lo sano y averiguar por sí mismo cómo habían asesinado al pueblerino. Hiromi se adelantó y le cortó el paso.

No tan rápido, jovencito —con tanta discusión entre los dos chicos, todavía no se había enterado muy bien de quienes eran—. ¿Sois shinobis? Estupendo —casi parecía decirlo de forma irónica—, pero antes presentaos como es debido y enseñadme las bandanas que os identifican como tal.

*** *** ***

Mientras tanto, en la posada, Datsue seguía rumiando su mala suerte. Había otro ninja en la aldea. Eso significaba competencia, lo que quería decir, simple y llanamente, que perdía peso en la negociación por la recompensa de capturar al asesino. Es más, cabía la posibilidad de que fuese el otro quién diese con el criminal, perdiendo cualquier oportunidad de ganar dinero.

A no ser que me alíe con ella. En cualquier caso, los beneficios serían inferiores.

¿Sucede algo, joven? —le preguntó una de las mujeres, que no le había quitado el ojo de encima desde que había dado el golpetazo sobre la mesa.
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#20
Una sonrisa satisfactoria se le dibujó en el rostro a la kunoichi al ver la reacción que tuvo el chico del sombrero, después de todo no lo conocía de nada, no sabía siquiera la aldea de la que provenía y mucho menos como se veía, no había ni un solo motivo por el que debiera fiarse de ese tal Karamaru. Además, ni siquiera se había molestado en intentar llegar a una buena idea conjunta, en otras palabras él no era muy diferente de la Senju ya que también pretendía hacer las cosas como se le venían en gana. ~ Ya veré tu cara cuando atrape al criminal. ~ Se decía a si misma la kunoichi que estaba simplemente orgullosa de su logro.

. ¿Sois shinobis? Estupendo —casi parecía decirlo de forma irónica—, pero antes presentaos como es debido y enseñadme las bandanas que os identifican como tal.

— ¿Eh...? — Fue instantáneo que Noemi alzó una ceja extrañada ante tal exigencia ya que estaba muy acostumbrada a llevar la bandana descubierta y en medio del camino entre sus ojos y su busto así que simplemente bajó la mirada y allí estaba el abrigo del posadero cubriendo totalmente la bandana que la identificaba. ~ Retrasada es poco. ~ No tardó nada en abrir parcialmente el abrigo que le habían prestado para dejar a la vista la bandana atada a su cuello y con voz firme procedió a presentarse. — Sakamoto Noemi, venía de paso cuando dentro de la posada escuché lo que pasó. — Afirmó la chica suponiendo que le bastaría al anciano con aquello. Mientras tanto la kunoichi volvió a cerrar parcialmente el abrigo para dejar a la vista la bandana, cosa que no la confundan.

Si le bastaba con eso esperaba que hiciera lo que pidió, aunque sea que le mencionase el arma y ya luego se ocuparía de buscar cuanto pudiera para terminar rápido con este asunto. Después de todo, ¿Qué tanto le podía costar encontrar a un homicida en un pueblo pequeño? Es más, seguramente no sería muy bueno escondiéndose o borrando evidencias así que era cuestión de tiempo que cayera por si solito.
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#21
Tal vez era la sensación de tener a un asesino cerca o tal vez solo la curiosidad e impaciencia que tenía para empezar a trabajar como un detective de verdad, como un shinobi de alto rango en una misión importante, pero Karamaru estaba serio y un poco malhumorado por las prisas que tenía y ,además, lo ralentizaban cada vez más y más. Probablemente la rubia le cayera mejor en otro momento, o tal vez algunas horas o minutos después cuando las ganas de actuar se le hubiesen ido al pelado, pero ahora mismo solo quería estar los más lejos posible. Incluso podría acceder a trabajar juntos si el malhumor se le fuese, después de todo eso es lo que hacen los shinobis y kunochis, trabajar juntos.

El anciano lo detuvo, como imponiendo el respeto que merecía uno de los líderes del lugar, con poca confianza de la profesión del monje. Lo más listo no sería llevarle la contraria así que sin pensarlo dos veces se sacó su sombrero cónico, que ahora se sostenía por un fino hilo negro de su cuello, y dejó que los presentes vieran su reluciente calva.

Karamaru, del clan Habaki de Amegakure.

Corto y directo el pelado daba su presentación mientras se sacaba la tela que rodeaba su cintura. El pedazo de metal que lo identificaba estaba sobre su trasero e iba a ser un poco incómodo mostrarlo como estaba. Con el cinturón en mano tomó el lugar donde estaban las cuatro rayas y se las mostró al anciano. Sin esperar respuesta alguna se la volvió a colocar en su lugar correspondiente, aunque todavía seguía con su túnica de viaje negra que cubría su cuerpo.

Supongo que deberemos seguir sus órdenes ¿Verdad? ¿O tenemos la libertad de actuar por nuestra cuenta?

Fue raro, pero Karamaru hablaba en plural en vez de singular, como si incluyera inconscientemente a Noemi en sus planes a pesar de haber dicho de que cada uno lo haría a su manera. Prefería seguir solo por el momento pero tal vez dentro de poco acompañaría los pasos de la rubia.
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#22
Hiromi escuchó con calma sus nombres, clavando los ojos en las bandanas que ambos ninjas le mostraron. Sólo entonces asintió, conforme.

Supongo que deberemos seguir sus órdenes ¿Verdad? ¿O tenemos la libertad de actuar por nuestra cuenta?

Hiromi miró a Karamaru entre ofendido y sorprendido.

¿Dar órdenes yo? —negó con la cabeza—. No soy quién para eso. Pero mi padre solía decirme que había una manera correcta de hacer las cosas. Tened eso en cuenta y no habrá problemas.

Entocnes suspiró. De repente, parecía más cansado y viejo. Más incluso de lo que ya era.

Será mejor que te quedes fuera, Yoshi. Lo que hay dentro no es agradable de ver.

Yoshi asintió con rapidez. Parecía aliviado.

Karamaru, Noemi —dijo mirando a cada uno—. Acompañadme.

Dio media vuelta y empujó la puerta para entrar. No hacía falta girar la manilla, pues directamente estaba reventada. Como si alguien muy bruto la hubiese aporreado a golpes.

El interior no era muy grande. A la izquierda se veía una chimenea con las brasas apagadas, con dos sillas mecedoras en frente y una mesa pequeña en medio de ellas, con dos vasos encima. La luz que pasaba a través de la ventana dejaba distinguir una cocina más al fondo, de piedra, junto con una mesa rectangular en la que no cabrían más de seis personas. A la derecha de la vivienda, dos puertas más, y en la pared que había entre ellas colgaba la piel de un leopardo disecado.

Sin embargo, Hiromi se dirigió al frente. Hacia una puerta que estaba ya abierta. Se quedó en un lateral, sin pasar, y levantó un brazo para invitarles a entrar. Era la habitación de Ryoma.

La habitación contaba con una pequeña ventana junto a la cama, por la que entraban varias gotitas de lluvia y una más que generosa corriente de aire frío. Al lado de la cama, un baúl. Al otro lado, una mesita, y un armario pegado a la pared. Sin embargo, seguramente ambos ninjas no se fijasen en aquello. Al menos no de primeras. Lo que pedía a gritos mirar, y a la vez cerrar los ojos, era el cuerpo de un hombre de mediana edad, desnudo salvo por los calzoncillos que portaba, y bañado en sangre. En mucha sangre. Las sábanas estaban teñidas por aquel color carmesí, e incluso se había formado un pequeño charco en el suelo, medio diluido por el agua que se había colado por la ventana.

A simple vista, el hombre había sufrido una decena de puñaladas en el pecho, pues aquello era un amasijo de carne y sangre seca. Sin embargo, en su rostro estaba dibujada una sonrisa, con los ojos abiertos, sin vida. Es más, sonreía de oreja a oreja, como si todo aquello le resultase muy gracioso. O quizá simplemente era por el tajo que le habían abierto de lado a lado. Un corte transversal que había rasgado por completo sus mejillas, abriendo su boca en una suerte de mueca eterna.

*** *** ***

Datsue se ruborizó ligeramente ante la pregunta de la mujer. Se había dejado llevar demasiado por las emociones. En fin, toca mostrar las cartas...

Para nada. Simplemente no he podido evitar escucharos. ¿Hablabais de un asesinato, no es cierto? Menuda tragedia... —Datsue no parecía para nada apenado—. Por suerte para vosotras, soy un shinobi de Takigakure. De los mejores, aunque suene ostentoso decirlo por mi parte... —Se levantó—. No debéis temer, hallaré al asesino y devolveré la tranquilidad que se merece este distinguido pueblo.

Pero la mujer no pareció sentirse aliviada. Es más, acababa de arrugar el entrecejo.

Muchos ninjas aparecen últimamente por el pueblo —lo dijo de tal modo que parecía una acusación. Datsue se limitó a encogerse de hombros.

¡Yumiko! —exclamó la otra—. No seas borde... Cuantos más puedan ayudarnos, mejor —miró a Datsue y le dedicó una sonrisa amable. Sus ojos, por el contrario, seguían enrojecidos por el llanto—. Hay otra kunoichi ocupándose de ello actualmente. Quizá podríais colaborar, ¿no?

De hecho pertenecéis a la misma Aldea —intervino un hombre, el único que quedaba por hablar. Nada más verlo al entrar en la posada a Datsue ya no le había causado muy buena impresión. Ahora que le escuchaba hablar, todavía le gustaba menos.

Así que de Takigakure...Dentro de lo malo, algo es algo. Debería serme más fácil llegar a un acuerdo con ella. ¿Cómo se llama?
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#23
Las cosas a final de cuentas se estaban dando tal y como la kunoichi deseaba y no como el calvo que la acompañaba. ~ Acéptalo. ~ Pensaba la chica que luchaba por no dejar escapar una risa satisfactoria ante las palabras del que parecía ser jefe de la aldea. — Muy bien. — Respondió la chica al anciano con la seriedad que ameritaba la situación, un asesinato en un pueblo tan pequeño no era para tomárselo a broma ni mucho menos para ponerse a sacar provecho de nada.

La pregunta de la kunoichi no había sido respondida, pero tras suspirar y dar indicación al posadero el hombre terminó por "invitarles" a pasar, mucho más de lo que la rubia se esperaba pero sin lugar a dudas mucho mejor. De cualquier manera la kunoichi no tardó nada en seguir al hombre dentro de la caseta que en primera instancia se veía normal, a excepción del pomo de la puerta que fue violentado de una forma un tanto curiosa pero que no llamó demasiado la atención de la chica. Lo dicho, a primera instancia todo parecía normal, pero cuando el anciano se paró a un lado de una puerta Noemi supo que tendría que preparar su estómago para ver lo que sea que le hayan hecho al tal Ryoma.

Una imagen sin lugar a dudas desagradable para la kunoichi que había decidido hacerse cargo de la situación. Ryoma se encontraba tendido sobre su cama con poca ropa, la deducción lógica era que fue atacado mientras dormía, pero por la cantidad de puñaladas y cortes que tenía por todo su cuerpo además del detalle en el rostro dejaba muy pocas opciones realmente. — Por casualidad… ¿Sabe si Ryoma tuvo algún conflicto fuerte con alguien, alguna discusión de pareja o algo por el estilo...? — Consultó la chica que se hayaba a un lado de la ensangrentada cama inclinada ligeramente por encima de esta para ver con mayor detalle las heridas que le habían arrancado la vida. ~ Me serviría un ninja médico… ~ Pensaba la kunoichi incapaz de deducir mucho más que el arma utilizada fue algo filoso, ni siquiera conocer la profundidad de las mismas le sería útil, después de todo un cuchillo de carnicero fácilmente podría atravesar a una persona de lado a lado.

Lo único que podía sacar en limpio la Senju era que alguien con sumo rencor habría hecho esto, o tal vez algún desquiciado mental pero en su cabeza este último caso no podría mantenerse tranquilo y disimular lo que había hecho, por ende automáticamente descartó la posibilidad. — Además… ¿Sería tan amable de darme una cifra aproximada al menos de habitantes del pueblo...? — Consultó una vez más la joven rubia dirigiéndose al anciano que estaba ahí de pie junto a la puerta en lo que ella seguía tratando de encontrar algún tipo de detalle adicional en el cuerpo de Ryoma. Mientras tanto, tomó un mechón de su cabello con la mano derecha y simplemente comenzó a jugar con este enrollándolo en su dedo y luego liberándolo.
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#24
¿Manera correcta? ¿A qué se que quería referir ese anciano con eso? Karamaru se mostró pensativo en ese momento tratando de descifrar las palabras del sacerdote del pueblo. Sin embargo, lo único que podía sacar en claro era que estaba mintiendo, prácticamente siempre se pueden hacer las cosas desde diferentes caminos. Además, ¿A qué tipo de problemas se refería? ¿Si no atrapan al agresor serían de alguna forma castigados? Las palabras de Hiromi resonaban una y otra vez en la cabeza del calvo.

Los momentos de charla se terminaban y, dejando a Yoshi de lado, el sacerdote guio a los dos shinobis hasta el interior de la casa en la que se había originado el homicidio. Se abrió la puerta que claramente estaba forzada y la primera impresión que se llevaría el monje de ese lugar es que sin duda alguna respiraba tranquilidad. Era una casa como cualquier otra, sin bullicio alguno, pero que trágicamente sería el lecho de muerte del residente. El anciano continuó su pequeño recorrido por el suelo de madera, haciendo caso omiso del resto de la morada, y se paró cerca de una de las puertas que adornaban esas paredes. Como cualquiera podría esperar, los invitó a pasar dando a entender que dentro se encontraba el lugar exacto del cuerpo.

Al abrirse la puerta los ojos de Karamaru se cerraron en un simple pestañeo largo que tras un profundo suspiro se volverían a abrir. Ese cuerpo inmóvil, toda esa sangre, toda esa imagen aterradora le hacía recordar algo, o mejor dicho, a alguien. Parecía el día de ayer cuando vio a una persona agradable ser asesinada frente a sus propios ojos, cuando vio reír a un morocho de pelo largo mientras lo hacía, cuando vio a una mujer, que seguía sin conocer, rescatarlo en su acto de cobardía. ¿Seguiría viva esa mujer? En ese momento, y casi sin quererlo, una palabras salieron de su boca en un tono muy bajo, solo un susurro.

Eri, Eri, Eri.....

Todavía no entendía a lo que se referían sus últimas palabras, pero esperaba que algún día podría hacerlo.

Se acostó en su cama para descansar sin pensar que descansaría eternamente. Esas ironías de la vida. Sobre su propia cama estaba el cuerpo, o lo que quedaba de el. El pecho y el estómago de Ryoma estaban completamente agujereados por millones de penetraciones que le habían realizado con lo que seguramente era un arma filosa. Sin embargo, lo extraño de todo eso es que su pecho no era lo que llamaba la atención. Su boca se había alargado, ahora mantenía una gigante sonrisa involuntaria generada por dos cortes que tenía en sus mejillas. En espectáculo grotesco.

Sin nada que decir ni preguntar dejaría que la rubia hiciese la conversación con el anciano. Karamaru seguía con sus sensaciones de terror y nostalgia recordando ese evento pasado y no quería hablar de momento.
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#25
Hiromi se encontraba mirando al marco de la puerta, entre la habitación de Ryoma y el resto de la casa, como si su orgullo le impidiese desviar la mirada y, su estómago, ver a su amigo de nuevo en aquel estado tan macabro. Pero cuando la kunoichi le preguntó se obligó a mirarla a los ojos.

Por casualidad… ¿Sabe si Ryoma tuvo algún conflicto fuerte con alguien, alguna discusión de pareja o algo por el estilo...?

No insinuará que ha sido alguien del pueblo, ¿verdad? —dijo, con tono ofendido—. Por los Dioses de Onindo, ¡esto ha sido obra de un sádico! —exclamó, horrorizado—. Conozco bien a mi gente… Todos tienen sus defectillos, por supuesto. ¡¿Pero esto?! No. No, no, no… —negaba con la cabeza, como si tratase de convencerse a sí mismo, en vez de a ellos—. Me niego a creerlo. Pondría la mano en el fuego por todos y cada uno de ellos.

Se cruzó de brazos y pareció retarles con la mirada a que le desmintiesen.

Luego, Noemi trató de examinar más de cerca al cadáver. El rostro de Ryoma, con barba de chivo y sonrisa eterna, parecía mirarla con sus ojos sin vida, como acusándola de algo. Pero en seguida le llegó otro olor. Un hedor distinto a la sangre y descomposición, mucho más nauseabundo: era el olor a mierda. El cadáver se había defecado encima.

Quizá asqueada, o quizá porque ya llevaba rumiando la pregunta desde hacía un rato, Noemi pidió nueva información al sacerdote:

Además… ¿Sería tan amable de darme una cifra aproximada al menos de habitantes del pueblo...?

Claro, eso no será problema… —Se puso a contar con los dedos de la mano, mientras deletreaba números sin apenas pronunciarlos—. Treinta y cuatro. Bueno, treinta y cinco, contándome a mí. Y treinta y seis contando a Takato, que lleva más de un mes alojado en la posada.

*** *** ***

El hombre se encogió de hombros ante la pregunta del nombre de la kunoichi. La mujer de ojos llorosos, en cambio, miró a Yumiko, como confiando en que ella lo supiese.

No lo dijo. Pero era rubia. Una chica muy guapa, de unos dieciocho años.

Rubia, guapa... No puede ser. No creo que sea... No, no. Quítatelo de la cabeza. Ella sabía muy bien que me dirigía en esta dirección. ¿Por qué iba a...? El Uchiha se sonrojó. No. Mejor no te hagas ilusiones. Debe ser otra, seguro.

Quizá podrías ir junto a ella —dijo el chico—. Debe estar ya en la casa de Ryoma en estos momentos.

Y quizá tú podrías callarte. ¿Salir afuera de nuevo con la que estaba cayendo? Ni en broma.

Mi compañera se ocupará de ello perfectamente. Prefiero llevar la investigación por otro rumbo... —Datsue se rascó la nuca—. No querría sonar como un desalmado, pero... ¿A qué acuerdo económico llegasteis con ella?

La mujer de ojos llorosos pareció horrorizarse. Por otro lado, Yumiko arrugó todavía más el ceño, cosa que Datsue creía imposible hasta hacía sólo unos momentos. Fue el tonto de ojos demasiado juntos el que habló, indignado:

¿Cómo, es que pensáis cobrar a estas buenas gentes por detener a un criminal?

...

Definitivamente, aquel tío era imbécil.
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#26
Su nuevo compañero carente de cabello no había dicho nada, parecía ser que o prefería que Noemi hiciera las preguntas o que tenía las mismas dudas que ella y por ello no tenía sentido que abriese la boca. Pero la respuesta que le proporcionó el anciano ante su primera duda no le había gustado para nada, es decir, se negó rotundamente a decir nada en contra de alguien como si tuviese miedo a algo pero claro, si algo era sabido era que cuando una persona se ponía de esa manera no tenía mucho sentido insistir a no ser que se tratase de un conocido de toda la vida. ~ Tendremos que dar palos de ciego… ~ Se quejaba la kunoichi en lo que intentaba encontrar algún detallito adicional en el cadáver.

Justo en ese instante en que la rubia de Takigakure se inclinó un poco más para ver con más detalles algunas heridas del pecho fue cuando un nuevo aroma le llegó. La mueca de asco que soltó posiblemente le habría causado gracia a quien quiera que la viese, pero luego de tener una jodida arcada la chica se había alejado unos pasos quedándose muy cerca de una de las esquinas de la habitación intentando contener su cena en su estómago. ~ Que porquería… ~ Decía en su mente ya que claro, no se atrevería a soltar un comentario así en la escena de un crimen. Pero si soltaría otra pregunta la cual recibió una sencilla respuesta. — Treinta y seis entonces… — Susurró para si misma mientras sacaba cuentas, restando a los que estaban en la posada para cuando ella salió de allí junto a Karamaru y Yoshi. ~ ¿Veintinueve serán...? ~ Las dudas estaban respecto del razonamiento.

— Bien… Creo que ya no tengo nada más para preguntarle señor Hiromi… ¿Cierto...? — Tenía sus dudas de si así se llamaba o era una especie de mote con algun tipo de significado, pero con eso recordó que el anciano ni siquiera se había presentado ante ellos, simplemente habían decidido confiar en él porque Yoshi parecía confiar en él. ~ Y… ¿Por qué carajo me fío tanto de gente que ni conzoco...? ~ Se cuestionó la kunoichi cabizbaja como si estuviese pensando cuando en realidad su mano derecha había atrapado un mechón de cabello con el que se puso a jugar por un buen rato.

Pasado el lapsus y si Karamaru no aportaba absolutamente nada a la conversación, Noemi se regresaría a la posada o a lo sumo con Yoshi para consultar sobre los últimos acontecimientos ocurridos en el pueblo. — Bien, me retiro a buscar algo más en algún otro lado, haré lo posible por no representar una molestia en el trabajo de los demás. — Afirmó con cierta seguridad para luego cruzar la puerta de la habitación y dirigirse a la salida, donde tuvo la oportunidad de mirar con algo más de detalle el daño en la puerta. ~ ¿Con qué le habrán hecho esto...? ~ Se preguntaba a si misma mientras observaba en busca de algún tipo de indicio como podía ser algún corte o la forma de la cabeza de algún martillo. Algo, lo que fuese le vendría de diez.
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#27

Perdón que tarde pero esta semana estuve complicado. Tal vez la próxima pueda rushear tranquilo Risa

La mirada del calvo estaba perdida en esa bichito que caminaba por la pared de enfrente a la puerta. Sus ojos lo seguían pero su mente estaba en otro lado. Tan enfrascado estaba en sus recuerdos que ni siquiera escuchó con claridad la conversación que mantenían los otros dos humanos y tampoco los movimientos de la kunoichi. Sus susurros continuaban, pero a un tono inaudible.

Eri, Eri, Eri, Eri...

Pensaba en eso como si no hubiese un mañana, sin embargo, algo le llamó la atención. Por primera vez desde que entraba a esa habitación el monje hacía un movimiento. Su mano izquierda buscó su nariz en un intento desesperado por tapar el olor que entraba por ella. Una vez acostumbrado al fuerte olor de la sangre pudo sentir un hedor más leve pero más profundo. Conocía ese olor, tanto como cualquier otra persona, era el olor a mierda. El tipo se había cagado en los pantalones, sus esfínteres le habían fallado.

Sus pensamientos sobre la muerte de Yota se habían ido volando y ahora, gracias a ese olor, recuperaba la consciencia sobre la realidad. Lo primero que vio fue a Noemi caminar por su izquierda y atravesar la puerta que Hiromi custodiaba desde el otro lado pero el pelado no la seguiría. Había que resistir al hedor a sangre y mierda y al terrible paisaje para averiguar un poco más. Tal vez el asesino se podría haber dejado algo y ellos lo estaban pasando por alto.

Solo en la habitación, el armario fue lo que más llamó su atención y allí se dirigió. Se acercó lo suficiente, tratando de respirar lo mínimo posible y por la boca para sentir menos el olor, y con ambas manos abrió el mueble esperando encontrar algo adentro.

«A ver que escondes» pensaba Karamaru mientras hacía rechinar las puertas de madera.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#28
— Bien… Creo que ya no tengo nada más para preguntarle señor Hiromi… ¿Cierto...?

Mura Hiromi, así es —corroboró el sacerdote.

— Bien, me retiro a buscar algo más en algún otro lado, haré lo posible por no representar una molestia en el trabajo de los demás.

Bien. —Hiromi parecía aliviado de poder salir de la habitación. Acompañó a Noemi hasta la salida, dejando a un Karamaru que parecía seguir intrigado en algo...

El shinobi de Amegakure se atrevió a adentrarse más en la habitación y abrir el armario. No halló nada remarcable. En el interior había una colección de chaquetas de piel, chubasqueros y jerseys de lana gruesa colgados en perchas. Encima de éstas, un tablón de madera soportaba una pila de pantalones bien doblados y planchados.

Mientras tanto, Yoshi, que ahuecaba las manos para soplar en el interior de ellas y calentarse, sonrió al ver salir al sacerdote y la kunoichi.

¿Qué tal la inspección? ¿Habéis encontrado muchas pistas? —preguntó a Noemi en un tono esperanzado. Quizá demasiado esperanzado.

*** *** ***

Es mi trabajo —respondió finalmente ante la indignación del chico—. Al igual que un posadero da cobijo al desamparado y comida al hambriento. Nadie pone el grito en el cielo por querer cobrarles, ¿no es cierto? —preguntó de forma retórica—. Pues lo mío es lo mismo.

El joven arrugó el ceño, juntando todavía más sus ojos de koala.

Pues la muchacha no habló de ningún honorario. Dio la impresión de que lo hacía por simple bondad.

¿Por simple bondad? ¿Por simple bondad? Tú no eres imbécil, no… ¡Lo que eres es REMATADAMENTE IMBÉCIL!

¡No nos perdamos en los detalles! —exclamó Datsue, intentando apaciguar su ira—. Vayamos a lo importante. Lo primero que necesitaré será un plano del pueblo.

¿Un plano? —preguntó extrañada Yumiko.

Un plano —afirmó con rotundidad—. Para orientarme. ¿Quién sería tan amable de…?

Como toda respuesta, Yumiko se levantó y desapareció tras la puerta que había detrás de la barra. Puerta que daba a la cocina, según dedujo Datsue. Bueno, no hay que ser muy listo para deducirlo. Creo que esta no me la voy a apuntar como una brillante deducción de un shinobi experto, sino más bien de sentido común.

Instantes después, Yumiko estaba de vuelta, con un pergamino en blanco, pluma y tinta. Sus enormes manos no tardaron en trazar un par de calles y unas figuras cuadradas que tenían toda la pinta de representar las casas. El dibujo no era muy bueno, a decir verdad. Parecía hecho por un crío de cinco años. Pero mientras se entendiese, Datsue no pronunciaría queja alguna.

Aquí es donde estamos —dijo Yumiko, señalando una casa que había dibujado más grande que las otras. Como si pensase que Datsue no sería capaz de memorizarlo, escribió en ella la palabra: “Posada”—. Y esta es la casa de Ryoma —añadió, señalando un cuadrado que había al borde superior del mapa.

Datsue asintió ante sus indicaciones, y alzó una ceja en cuanto la mujer escribió el nombre de la víctima sobre la casa. ¿De verdad se cree que soy tan olvidadizo? Bueno, casi mejor… Porque los nombres sí que se me dan mal. Me servirá como recordatorio.

¿Quién vive aquí? —preguntó, señalando la casa dibujada en frente a la de Ryoma—. Quizá haya podido ver algo…
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#29
El análisis de la casa no dio resultados claros, a Ryoma lo mataron con un arma filosa, lo único que podía suponer Noemi era que se trataba de una de filo corte y claro, no exageradamente ancho. Fuera de eso no había absolutamente nada claro ya que el propio Hiromi le había negado cierta información que le podría haber sido de mucha ayuda. —Me temo que no. — Respondió algo decaída dejando a un lado la inspección del pomo de la puerta que no dejaba en claro nada.

—Lo único que me queda por hacer es interrogar a los pueblerinos pero a estas horas dudo mucho que acepten. — Agregó al cabo de unos instantes mientras se encaminaba a la posada aunque prefirió asegurarse de algo. —Señor Hiromi… Si lo desea puedo acompañarle hasta su casa… — Dijo la rubia que se abrazaba a si misma para mantener un poco el calor. ~Si el asesino de Ryoma lo hizo sin motivo podría también intentar matar a Hiromi y… ~ Dudas, dudas en todas partes. —Creo que sería un tanto peligroso que cualquiera del pueblo ande solo… — Aclaró mientras comenzaba a pensar un poco, específicamente en la cantidad de aldeanos que habían según el sacerdote. ~Las cuentas al menos me dan bien… ~

Eso si, seguramente pensarían que si se mantenían todos junto a alguien más alguien terminaría cerca del mismísimo asesino. —Por cierto, en caso de que acepten mi propuesta, dudo mucho que el asesino sea tan idiota como para matar al que tenga cerca, después de todo haría que la atención de todos se centrara en él. — Mientras mejor aclarase las cosas más probabilidades habría de que aceptasen, y con un poco de suerte podría regresarse hasta la posada pero claro, si Yoshi regresaba con ella Hiromi tendría que regresar totalmente solo a su casa que vaya uno a saber donde se ubicaba. Para empeorar más las cosas, la rubia no tenía ni idea de como orientarse por ese pueblo, es más, enía sus dudas de si esos tres o cuatro pasos que había dado inicialmente estaban bien orientados hacia la posada así que necesitaría si o si de alguien que la ayude a orientarse.
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#30
Ropa, ropa y más ropa había frente al calvo dentro de ese rústico mueble. Se había llevado una decepción y si quería encontrar otra cosa tendría que buscar en otro lado. Tal vez era pronto para salir de esa habitación, tal vez algo podría encontrar, tal vez el sufrimiento que era respirar en ese lugar daría sus frutos. Después de todo era una escena de crimen, si no encontraban nada allí en dónde podrían hacerlo.

Dio media vuelta agitando su mano derecha sobre su rostro señalando el mal olor que obviamente no se iría con ese movimiento. Un largo respiro y se dispuso a tratar de encontrar cosas de interés. Más allá del cuerpo y el armario poco más había. Era una habitación simple y rústica sin mucha decoración..

«¿Podrá haber algo ahí?» se preguntaba a si mismo Karamaru cuando miró por primera vez ese baúl.

Se encontraba al lado de la cama y, como el resto de cosas, estaba hecho de madera. Probablemente no encontraría nada de nada pero no se podía ir sin revisar todo lo que se podía revisar. Solo pensaba en eso y en que Noemi, Hiromi y Yoshi no se vayan sin esperarlo, sabía para que lado quedaba la posada, pero no como llegar. Lo menos que quería en ese momento era perderse con un asesino suelto.

Tal vez ya se fue de aquí y nosotros buscando sin sentido. Supongo que no tenía nada mejor que hacer.

Se lamentaba un poco mientras comenzaba a caminar tratando de evitar la sangre que había en el suelo. Tenía un cuerpo completamente destrozado y él en su labor de shinobi aguantando para ayudar al resto de personas. Aunque también era un entrenamiento, afrontar el sufrimiento, el dolor y las molestias era todo un reto que trataba de superar día a día.

Se acercó al baúl que poseía una agradable forma y color y tomó su tapa. Gruesa y pesada pero sin ningún problema para el monje, la levantó dejando ver su interior. ¿Podría darle la sorpresa que el armario no le dio? ¿O se llevaría la misma desilusión?
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