La Llama Radiante, o el Animal Nocturno

[Himura Ren]

— Será por lo mucho que la importas — añadió con una cálida sonrisa, enseñando inconscientemente sus dientes y dejando escapar una pequeña carcajada.

Poco después, las otras dos chicas volverían del exterior después de su caza de brujas. Suzume entonces se volvió a disculpar por lo acontecido aunque no tuviera culpa de nada, estaba claro que era una buena chica. Incluso las invitó a pasar lo que quedaba de tiempo con ellas, algo a lo que no se negaron sus compañeras de grupo.

— A mí no me importaría, pero creo que volveré a casa — añadió con una simple sonrisa. — Estoy agotada de entrenar todo el día y esto... Aunque no haya hecho nada, me siento agotada anímicamente.

Se recostó un poco en su asiento, acariciándose el cuello que sentía algo cargado. No quería ser una aguafiestas, pero ahora que había pasado todo el júbilo de la actuación, y posteriormente la tensión de aquel incidente, el agotamiento había vuelto a su cuerpo metiéndole una bofetada más grande que la de antes de entrar al local.

[Kaminari Kimi]

Al entrar y antes de que pudiera decirle nada a Suzume, la idol se disculpó con ellas por haberles arruinado la noche y las invitó a sentarse junto a ella y el resto. Una de sus compañeras aceptó, pero Ren estaba demasiado cansada, así que decidió que se iría a casa más pronto que tarde.

— ¡No te disculpes por nada, Suzume-chan! —Le contestó Miki, con quizás un pelín más de emoción de lo que pretendía—. Nada de esto fue tu culpa. Además, ni siquiera había venido aquí a disfrutar de la comida. ¡Había venido a verte! Y te he visto, así que mi noche está siendo maravillosa, así que no te sientas mal... ¿sí?

Se había emocionado tanto y había dicho tantas palabras juntas que tuvo que pararse un momento a tomar aire luego de aquello, como si hubiese acabado de esprintar hasta cansarse.

— Pero... si me gustaría sentarme con vosotras. Por favor.

[Kaminari Chika]

—Miki-chan, Chika-san. Lamento... Lamento lo sucedido. Estoy segura de que venían a comer y pasarla bonito y yo... Lamento que se hayan visto envueltas en esto. A modo de disculpa, ¿querrían sentarse con nosotras para terminar la velada? S-si a Odorihime-san y Shao-san no les molesta, claro.

—Chika parece ser de las buenas, así que no me opondré. —

— Sería todo un placer, Suzume-chan. No te preocupes, es nuestro deber como kunoichi involucrarnos en estas cosas. Me dolería más no haber estado aquí para encargarme de la situación. — le dijo con una sonrisa mientras se rascaba la nuca. — E intento ser tan buena como puedo, gracias.

Finalmente, se sentó, dejandole el asiento más cercano a Suzume a su hermana para que disfrutase de la noche. Solo esperaba que la pelirroja se fuese a casa una decima parte tan feliz como estaría Miki de camino a casa.

[Murakisho Suzume]

—Entiendo. Gracias por tus palabras, Ren-san. Lamento que hayas tenido que ver... Ahm... Todo esto.

—Sigues invitada a lo del bajo —se apresuró a decir Odorihime antes de que Ren se retirara —. Si tienes tiempo, y si gustas, claro.

Si Ren decidía irse, el trío de amigas le dedicarían una amigable reverencia. Si decidía quedarse, Odorihime movería alguna silla para que se sentara a su lado.

La cantante le sonrió a las Kaminari. Miki se sentaría a su lado, y Chika al lado de su hermana.

—Y mi noche sigue siendo maravillosa gracias a ustedes, Miki-chan. ¡Estoy segura de que eres más que una buena kunoichi, Chika-san!

El buen humor le estaba regresando rápidamente gracias a sus amigas, y pronto Suzume sonreía casi como si no hubiese pasado nada malo.

[Himura Ren]

Ren infló ligeramente su mofletes, dejando escapar el aire por la boca lentamente. Estaba cansada, pero aquella oferta le gustaba demasiado, y a saber cuando podría tener una oprotunidad así. Tampoco iba a dedicarse a molestarlas en otra ocasión si las veía porque tal vez tendrían algo mejor que hacer en ese momento.

— Bueno... Pero porque me lo pides tú — añadió con una débil sonrisa aceptando pese a su cansancio.

No dudaría entonces en buscar un espacio donde sentarse, o donde ellas se lo pidieran para prestar atención a todo lo que le comentara Odorihime.

[Kaminari Kimi]

Finalmente, Miki se sentó al lado de Suzume, un poco avergonzada por lo mucho que había dicho de repente sin pensar, pero enseguida levantó la cabeza y asintió en cuanto Suzume elogió a su hermana.

— ¡Tienes razón! Es muchísimo más que buena. —Declaró Miki—. Ka-chan es espectacular. Estoy segura de que es la más fuerte en casa.

Aunque estaba sentada al lado de Suzume, Miki se juntó a su hermana, abrazándole el brazo.

[Kaminari Chika]

—Y mi noche sigue siendo maravillosa gracias a ustedes, Miki-chan. ¡Estoy segura de que eres más que una buena kunoichi, Chika-san!

— No es para tanto, de verdad. Solo he hecho lo que cualquier kunoichi hubiese hecho. Espero que puedas disfrutar de lo que queda de noche, Suzume-chan. Nada más.

Le deseó de forma sincera. No buscaba adulación ni nada por el estilo. Si conseguía que la pelirroja que tanta alegría le había dado a Kimi estuviese contenta, ya se daría por pagada. Sin embargo, no podía simplemente quedarse tranquila si una chica tan hermosa la alababa. No era de hielo. Se sonrojó levemente y se rascó timidamente la mejilla con el indice, intentando ocultar su rubor.

— ¡Tienes razón! Es muchísimo más que buena. Ka-chan es espectacular. Estoy segura de que es la más fuerte en casa.

— Venga, Ki-chan, estás exagerando. No soy tan fuerte. Aún tengo mucho que aprender. Pero independientemente de lo fuerte que sea, siempre intentaré protegeros. — dijo sonriente.

Los halagos de Miki no la hacían sonrojarse tanto, tal vez porque era su hermana. A diferencia de los de Suzume, solo la llenaban de orgullo y ahora se sentía mucho más confiada en sí misma.

[Murakisho Suzume]

Suzume le sonrió a todas, y su corazón al fin se calmó por completo. Aunque le quedaba un leve sabor amargo por lo de la niña pelirrosa, y el futuro regaño de Saki, se sentía muy contenta de haber hecho tres nuevas amigas. Las chicas comieron y platicaron largo rato, hasta que se tuvieron que retirar de a poco. La buena suerte les sonrió a Ren, Chika y Miki, pues Suzume insistió en que venían con ella, y el restaurante aceptó invitar su comida de esa noche.

Murakisho Suzume regresó a casa tarde. Tenía un mechón menos de pelo, pero sentía el corazón y el alma más grandes que antes. Mientras se preparaba para acostarse, pensó que era eso por lo que quería hacerse kunoichi: para proteger a quien lo necesitara, para asegurarle a todos que las cosas estarían bien, así como sus nuevas amigas lo habían hecho.

Suspiró y se durmió con una enorme sonrisa en su rostro.