Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Los Kunais Cruzados seguía igual que siempre. Pero, para Ayame, que llevaba tanto tiempo sin pasar el tiempo en un lugar así, fue como si cruzara de nuevo el umbral de la puerta por primera vez. El olor del alcohol mezclado con el de la madera de pino le hacía arrugar la nariz con desaprobación, pero al mismo tiempo se sentía en un lugar familiar. Se sintió acogida.
Y, aún así, miraba a sus dos compañeros de mesa con el ceño fruncido. Ella tenía entre las manos un zumo de naranja, mientras Daruu y Datsue disfrutaban de sus hidromieles pluviales. Disfrutando demasiado.Especialmente Uchiha Datsue.
[psub=dodgerblue]¿Cómo demonios ha conseguido ascender a Uzukage?[/color] Se preguntaba, mientras sus iris castaños seguían el recorrido de la octava hidromiel que se llevaba al gaznate. Era probable que Datsue hubiese perdido la cuenta a partir de la quinta, pero ella no lo había hecho. Le vigilaba con la mandíbula tensa.
De golpe y porrazo, como si hubiese percibido el gélido aura que envolvía a Ayame, el Uzukage se puso pálido como un muerto.
—R-rápido —dijo, tomando a Daruu por el cuello de la camiseta, y zarandeándolo del mundo interior en el que había estado sumergido hasta el momento—. ¡R-rápido! ¡Golpéame! ¡Golpéame fuerte! —Pidió, justo antes de buscar la mirada de Ayame—. ¡Un puñetazo! ¡Una patada! ¡Dame una bien tocha, Ayame!
Una sonrisa ladina, curvó los labios de la kunoichi.
—¡Pero en la cara no, cabrones! ¡En la cara no que tengo una entrevista televisiva en unos días! ¿¡Vamos, sois amejines o qué!?
Ayame se incorporó de su silla, con el rostro sombrío y aquella sonrisa de medio lado aún en su rostro.
—Sus órdenes son un deseo para mí, Uzukage-sama.
Utilizando su peculiar habilidad como Hōzuki, la kunoichi había licuado parte del interior de su cuerpo y había reunido todo ese agua en su brazo derecho. Como si de un globo se tratara, los músculos de este se inflaron de forma inhumana, y el brutal golpe que lanzó contra el abdomen de Uchiha Datsue tenía la fuerza de un martillo hidráulico.
¤ Suiton: Gōsuiwan no Jutsu ¤ Elemento Agua: Técnica del Gran Brazo de Agua - Tipo: Ofensivo (contundente) - Rango: C - Requisitos:
Hōzuki 25
Suika no Jutsu
- Gastos: 18 CK - Daños: Golpe físico o del arma + 30 PV - Efectos adicionales: - - Carga: 3 - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Usando la técnica de la hidratación, el usuario es capaz de concentrar una gran masa de agua en el interior de sus músculos aumentando el tamaño y la fuerza de una extremidad. La humedad es recogida en todo el cuerpo y se comprime en una sola extremidad en un sólo instante. Sin embargo, dado que es esencial controlar apropiadamente el equilibrio de humedad en el interior del cuerpo, el grado de dificultad de esta técnica es muy elevado. La técnica proporciona al usuario una fuerza sobrehumana, capaz de atravesar paredes de roca y derribar puertas de acero.
23/02/2023, 19:54 (Última modificación: 23/02/2023, 20:00 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Daruu no era tan bebedor como Uchiha Datsue. Alguna vez se había pasado de la raya, pero solía controlarse. Por Ayame, sobretodo. Vale, sí. Era solo por Ayame. Así que sí, estaba contento, pero en el sentido literal. Tranquilo, perdiendo su atención en las motas de polvo que flotaban alrededor de las luces y...
—R-rápido.
—¡Eh, eh! —Daruu protestó. El Uzukage había agarrado el cuello de su chaqueta y le estaba zarandeando—. ¿¡Pero qué mosca te ha picado!?
— ¡R-rápido! ¡Golpéame! ¡Golpéame fuerte!
—¿Pero qué dices? ¡Anda, suelta! ¡Estás borracho! —Daruu le pegó, sí. En la muñeca para librarse del agarre.
—¡Pero en la cara no, cabrones! ¡En la cara no que tengo una entrevista televisiva en unos días! ¿¡Vamos, sois amejines o qué!?
—¡¡Kirishima!! ¡¡A este ponle solo agua a partir de ahora, eh!! —gritó Daruu, ligeramente molesto, mirando al camarero, que exhaló un suspiro de desgana—. Ayame. Ayame, ¿qué es esa cara? ¡¡Ayame, NO!!
Ayame, sí.
—Sus órdenes son un deseo para mí, Uzukage-sama.
¡PLAS!¡rrrrRAASCLACATACA!
Varios de los presentes se habían quedado pálidos. Otros tantos se levantaron apresuradamente. Algunos aprovecharon para irse sin pagar. A Kirishima no le importó demasiado. Porque su atención estaba centrada en otra cosa.
Veréis, Aotsuki Ayame y Amedama Daruu habían salvado la vida a Kirishima, un excriminal reformado, que ahora regentaba la taberna. Por eso hacía falta que ocurriera una catástrofe para que se enfadase con ellos. Sí, pero es que Kirishima todavía estaba pagando la deuda de la reforma del local, y resulta que Ayame acababa de golpear a Datsue con una técnica ninja. No sé si os he contado ya cómo son las técnicas ninja, a estas alturas de la historia, creo que sí. Definitivamente sí.
Datsue había sido arrastrado con la silla incluída, marcando un surco por el suelo del recién renovado bar. Había chocado contra otras sillas y mesas, que se unieron a la cabalgata del festival. La traca final fue contra la barra.
Y claro, Kirishima estaba molesto. Visiblemente.
No dijo nada, no. Pero sus ojos, inyectados en sangre, estaban clavados en una muesca agrietada de considerable tamaño justo tras la nuca del Uchiha. Si la había mellado con su cráneo o con el desfile de mobiliario hostelero lo dejaré a la imaginación. Kirishima estaba a medio secar una jarra de hidromiel. Seguía con ella agarrada, el trapo inmóvil, los nudillos del puño cerrado en el asa tan blancos que parecían querer salirse de la piel. Su mandíbula, tensa, se abrió un momento, como para decir algo, pero volvieron a cerrarse. Y sus ojos fueron registrando el local lenta y cuidadosamente para finalmente posarse en los de Ayame.
Cuando Datsue había pedido una hostia, era eso: una buena hostia. No un jodido ninjutsu que a punto estuviese de partirle alguna costilla. Decir que se había quedado sin aliento era quedarse cortos. Porque alguien que se queda sin aliento puede tomar una bocanada de aire para ponerle remedio, y él tenía los pulmones tan constreñidos por el golpe que sintió que se ahogaba.
Tomó buena nota mental de ello: no volver a pedirle a Ayame un favor así nunca más.
«¿Qué cojones te ha pasado?»
Escuchó la voz de Shukaku, molesto, y eso le arrancó una sonrisa pese a las circunstancias. «Tú. Eso me ha pasado. ¿Dónde coño te metiste todo este tiempo, eh? Dime que no has liado nada, por favor». Nadie se había dado cuenta, pero Shukaku… ¡No había ni participado en la carrera! Cuando todo el mundo salió corriendo, él se había quedado en el bosquecillo. La carrera, la voz perdida de Ayame y las copas habían conseguido que Datsue se hubiese olvidado hasta aquel momento.
«¡JIA JIA JIA! Tranquilo, Hijo. Tan solo hice algo de turismo. Nada de lo que preocuparte»
Datsue se frotó la frente, mareado. Mitad por el alcohol, mitad por salir volando contra la barra. No, no estaba tranquilo. De hecho, quizá fuese hora de ir haciendo las maletas, antes de que algo empezase a salirse de madre.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
A decir verdad, Ayame no esperaba que su golpe fuese a ser tan potente. Quizás había sido fruto de no haber utilizado sus habilidades propiamente durante tanto tiempo. ¿O quizás en el fuero interno si que lo había deseado? No lo sabía. Y eso la dejaba aún más perpleja. Pero, al mismo tiempo no se arrepentía.
Hasta que vio la mirada del pobre Kirishima clavada sobre ella.
No fue hasta ese momento cuando se dio realmente cuenta de lo que había hecho: su puñetazo había propulsado hacia atrás el cuerpo del Uchiha, y con este la silla sobre la que estaba sentado. A su paso se dibujó un surco en el suelo recién reformado, chocando en el proceso contra otras sillas y mesas hasta llegar contra la barra del bar. Todo se había convertido en astillas, escombros y madera por todas partes. Y, por supuesto, el jaleo había alterado al resto de la clientela. Mientras unos se habían quedado paralizados en el sitio, otros habían aprovechado la confusión del momento para salir por patas.
—Y... yo... —comenzó a balbucear Ayame, con las mejillas encendidas como los neones de Amegakure por la noche. Y su voz comenzó a sufrir altibajos, como si amenazara con volver a cerrar su garganta—. Lo... Lo siento. Le... le pagaré todo... Le ayudaré a arreglarlo... ¡Lo siento, Kirishima-san!
Aunque no hubo ninguna disculpa para el pobre Uchiha Datsue.
Afortunadamente, Daruu tenía el contacto apropiado. Era un abuelo, prácticamente, pero le seguía dando bien al Ninjutsu. Lo había conocido durante el camino de vuelta desde el Valle de los Dojos, cuando el Hyūga había tenido el sombrero de Kage en la cabeza temporalmente y algún curioso se le había acercado a hablar con él un rato. Fueron varios días de viaje, así que tuvo tiempo de conocer a gente que creía ya que se iba a convertir en el nuevo Arashikage y quería empezar con buen pie.
Este hombre no era de esos. Simplemente le había visto luchar y había seguido su trayectoria. Era una vieja gloria, que, comprensiblemente, se había jubilado tras aquél incidente. Pero replicó los muebles y el suelo de Kirishima con una habilidad notable.
Ahora el trío desastre caminaba por el Distrito Comercial, enseñándole a Datsue la Villa con más profundidad.
—¿Pero cómo se te ocurre, Ayame? ¡Mira, va cojeando! Ah, no. Eso es de la borrachera. —rio Daruu.
—Shh, calla. Un Uzukage jamás se emborracha. O, al menos, no pueden saber que se emborracha —Y menos en una Villa ajena. Joder, y menos en una Villa ajena—. Veo que la fuerza no la has perdido, ¿eh, Ayame?
Todavía estaba dolorido por el maldito puñetazo, y eso que el alcohol en sus venas lo mitigaba. ¡Casi le había partido una costilla!
—Nunca llegamos a terminar nuestro combate —recordó. Hacía años de aquello. Datsue era un maldito Genin, luchando por una placa plateada cuando ya había tenido la dorada al hombro. Una Bijūdama había interrumpido su enfrentamiento, sin embargo, por decirlo de un modo suave—. Quizá un día debamos retomarlo —le lanzó, directo a la yugular.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Daruu resolvió la situación de forma eficaz. Resulta que conocía a un hombre que dominaba el ancestral arte del Mokuton, el elemento de la madera. Prácticamente era un anciano y Ayame no sabía de qué le conocía, pero consiguió replicar los destartalados muebles y el suelo de madera de la taberna de Kirishima.
—¿Pero cómo se te ocurre, Ayame? —exclamó Daruu, mientras caminaban por el Distrito Comercial—. ¡Mira, va cojeando!
—No le he dado en la pierna —replicó ella, enfurruñada.
—Ah, no. Eso es de la borrachera.
Pero Datsue se llevó el dedo a los labios, pidiendo silencio.
—Shh, calla. Un Uzukage jamás se emborracha. O, al menos, no pueden saber que se emborracha.
—Desde luego... Debería darte vergüenza. ¡Que eres Uzukage! —le reprochó Ayame. Aunque una vocecilla en su interior tuvo a bien recordarle que la difunta Yui había sido igual, o peor, que el Uchiha en ese aspecto.
—Veo que la fuerza no la has perdido, ¿eh, Ayame?
Aquella pregunta la sacó de su ensimismamiento. Aunque no supo bien qué responder. En realidad, aquel golpe había sido un descontrol sobre sus propias habilidades después de no utilizarlas durante mucho, mucho tiempo. No es que no hubiese perdido fuerza, es que ahora no conseguía controlarla.
—Nunca llegamos a terminar nuestro combate —recordó entonces el Uzukage, haciendo referencia al combate que habían dejado a medias durante el accidentado Examen de Chünin—. Quizá un día debamos retomarlo.
Ayame le miró, atónita, de arriba a abajo. Se había quedado pálida del susto.
—¿Yo? ¿Enfrentarme... a un Uzukage? —Parecía que habían pasado siglos desde su encontronazo en el Examen de Chünin, pero aquel chico ya no era el mismo al que se había enfrentado. Si habían decidido ponerle el sombrero sobre la cabeza era porque su poder debía haber escalado de forma exponencial—. No... no creo que sea adecuado...
Aunque también era cierto que Shanise le había ofrecido el mismo sombrero a ella. Pero alejó aquel pensamiento sacudiendo la cabeza.
Daruu se echó los brazos tras la nuca, y resopló con los labios, incrédulo.
—¿En serio, Ayame? —Daruu le dio a su pareja un codazo amistoso—. ¿Acabas de meterle un Gōsuiwan en todo el pecho y me estás diciendo que no sería adecuado pelear en un combate de entrenamiento contra él?
Midió los segundos con la precisión de un relojero. Entonces, dio el remate:
—¿En serio, Ayame? —resopló Daruu, con los brazos tras la nuca. Entonces le dio un codazo—. ¿Acabas de meterle un Gōsuiwan en todo el pecho y me estás diciendo que no sería adecuado pelear en un combate de entrenamiento contra él? —Entonces hizo una larga pausa, midiendo los segundos con la precisión de un cirujano—: A mí me suena a que tienes miedo.
—Pensé que los amejines lo teníais prohibido —agregó Datsue, con una sonrisa tan afilada como el filo de un kunai—. Tener miedo.
Ayame abrió la boca, queriendo replicar. Pero pareció cambiar de opinión en el último momento. Sus pasos se detuvieron en mitad de la calle y bajó la mirada. Distraída, una de sus manos ascendió hasta que sus dedos rozaron la trenza decorativa que ahora adornaba sus cabellos. El miedo era lo que la había estado paralizando hasta ahora. El miedo era lo que le había impedido salvar a Yui y lo que le había robado la voz hasta aquel día. Era consciente de ello, pero deshacerse del miedo así como así era difícil. Muy difícil. Sus ojos se posaron en Uchiha Datsue. Quizás un combate de entrenamiento contra él le vendría bien: él no atentaría contra su vida y podía venirle bien para quitarse el óxido de encima. Además, si quería enfrentarse a alguien como Kurama, no podía sino apuntar a lo más alto.
La mirada de sus ojos cambió. La antigua Ayame había quedado muy atrás.
—Tenéis razón —accedió, con un breve asentimiento—. Es hora de deshacerse del miedo de una vez por todas.
Hubo un silencio tenso tras la apreciación de Datsue. Podía cortarse con un cuchillo, como la densa lluvia que caía sobre ellos. Mientras que Ayame bajó la mirada, Daruu la alzó, cerrando los ojos, recibiendo aquél regalo de Amenokami y respirando hondo.
—Tenéis razón —accedió, con un breve asentimiento—. Es hora de deshacerse del miedo de una vez por todas.
A Daruu le sorprendió la seguridad con la que Ayame había pronunciado las palabras. Se tomó un momento para responder. Les miró a ambos con una sonrisa amable.
—No creo que nadie pueda deshacerse por completo del miedo —dijo—. A los amejin nos encanta exagerar y hacernos los fuertes, los valientes, y a veces, los crueles. Yui sin duda era fuerte, y valiente, y puede que un poco cruel a veces —sostuvo, dirigiendo una mirada alternada entre sus dos buenos amigos—; mas no creo que no tuviese miedo. El miedo nos protege del peligro, es algo natural. La diferencia es qué hacer con esa emoción que te crece en el pecho y te desborda. Puedes paralizarte, puedes huir. O puedes aprovechar la adrenalina para golpear más fuerte, para arrojarte y acometer con la furia de la Tormenta. Eso es lo que creo que hacía Yui.
»Los Generales de Kurama son humanos. Ellos también deben ser capaces de sentir el miedo. Nosotros lo hemos tenido demasiado tiempo y hemos podido adaptarnos a él. Haremos que ellos y ese puto zorro lo sientan por primera vez. Serán como niños que sostienen por primera vez un palo en la Academia Ninja, no sabrán qué hacer con él.
Datsue no podía estar más de acuerdo con Daruu. A él siempre le había acompañado el miedo, pero eso nunca le había impedido actuar. Al contrario, le había empujado a hacerlo. A veces, para huir. A veces, para luchar. A veces, para cometer las mayores tonterías del mundo.
—Hablando del combate, tendremos que fijar un día y escenario, y… Eso me recuerda algo.
Las manos de Datsue formaron unos sellos, y con el dedo índice, iluminado de un chakra color turquesa, colocó un sello a ambos ninjas tras la oreja. Con el kanji de Hermandad y el número nueve.
—Muchas cosas van a cambiar a partir de ahora —dijo, triste, nostálgico—. Se ha cerrado una parte importante de mi vida. Es que, ¿os lo podéis creer? Ahora soy Kage, me lo tengo que seguir repitiendo para terminar de creérmelo. Y siento que vosotros también habéis cerrado un capítulo importante de vuestra historia.
Datsue posó una mano en el hombro de cada uno, y les dio un apretón. Por alguna razón, se le humedecieron los ojos.
—Ya no coincidiremos como antaño, viejos amigos. Las nuevas responsabilidades como Uzukage me lo impedirán. Y vosotros… sois la mano derecha de Shanise. Quedar para dar un paseo por el río y cenar pizza a la noche va a ser complicado. Pero siempre nos quedará esto, ¿eh? Cuando haya problemas. Cuando se os ocurra un mal chiste. Cuando simplemente queráis hablar. Siempre nos quedará Llueve Nueve.
Les dio un abrazo, y se le hizo un nudo en la garganta. No sabía porqué, no lo había pretendido, pero sonaba a despedida.
Se dio cuenta que en parte lo era.
—Cuidaos mucho, ¿vale?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
A los pocos segundos, Daruu se zafó del abrazo de Datsue y lo tomó por los hombros.
—Vamos, ¡vamos, hombre! —rio, aunque se dio cuenta de que estaba llorando—. Hablas como si no fuésemos a vernos nunca más. Con este sello podemos hablar, sí, pero recuerda otra cosa, Datsue... yo siempre estoy a un jutsu de distancia. —Le guiñó el ojo.
»Vamos a tener que plantarle cara al enemigo. Al principio será duro, pero las Tres Grandes están recuperando posiciones, y no tengo ni una sola duda de que pronto, nos veremos en el campo de batalla.
»Cuídate hasta entonces, y cuando estemos celebrando la victoria, lo celebraremos con pizza, como siempre. Todos juntos.
Daruu sonrió, y le palmeó la espalda. Se dio la vuelta, y agarró a Ayame por detrás, haciéndola caminar. Ahora que había recuperado el habla, Daruu querría recuperar el tiempo perdido. Siguió llorando, no obstante, porque una parte de ellos... de los tres, definitivamente se había ido.
Pero siempre podrían construir un futuro. En eso había que centrarse.
—¡Vamos, Ayame! El importantísimo Uzukage se debe a su pueblo. —Rio.