Hacía unos pocos días que habían terminado los combates de la primera ronda del torneo en el que el calvo había pasado desapercibido. Karamaru entraba poco a poco en la decepcionante realidad, gente de su misma edad y rango y experiencias estaban en un nivel mucho más alto que el suyo.
Pensaba en cómo seguiría su camino, cómo entrenaría, que haría para mejorar, eso y más daba vuelta por su cabeza mientras veía por la ventana la lluvia caer. Una lluvia a la que estaba acostumbrado por su ciudad natal y que tomándose su tiempo, a eso del atardecer, disminuyo a tan solo unas pequeñas gotas que desaparecían dejando solo un cielo oscuro y nublado. Clima triste para sentimientos tristes.
«Mejor me doy una vuelta después del té, no me hará bien permanecer encerrado como estoy»
Terminó su bebida y salió de su apartamento y luego del hotel para caminar sin rumbo por una calle. Poca gente se encontraba en el exterior en ese momento y solo se escuchaba unas pocas pisadas sobre charcos y algunos perros y pájaros haciendo algo de ruido.
El barro hacía el suelo blando y machaba un poco las ya marrones y gastadas sandalias del cenobita que miraba la tierra mojada que yacía bajo sus pies. Miraba al suelo, con las manos en los bolsillos, y pensaba una y otra vez en la misma pregunta.
«Acaso... ¿Será correcto qué sea shinobi?»
Recordaba su momentos en el templo con su antiguo maestro, sus compañeros y su abuelo y por más que le daba vueltas al asunto no podía llegar a una respuesta concreta. La única opción que le daba era no darse por vencido y tratar de encontrar ese Sí que él tanto quería. Había que entrenar, y pensar en eso le levantaba un poco el humor pero para cuando quiso levantar.... no estaba en un lugar muy bello arquitectónica ni culturalmente.
El barro que pisaba tenía mucha mugre y basura en su mezcla, las casas estaban hechas de la manera más humilde que a uno se le podía ocurrir y las caras de los que le rodeaban no eran justamente las de hacer amigos. Sin duda alguna esa era la otra cara del turismo y de la bella ciudad, era un barrio pobre con habitantes que apenas podían vivir.
Se paro en seco, miró alrededor, y pudo ver a dos hombres borrachos y completamente incoscientes tendidos sobre el suelo, otro más sentado frente a lo que se podría considerar la entrada a su casa con una espada fina y larga y unos metros más lejos una mujer cincuentona de vestido rosa corto, con piernas de poca depilación, rubia de ojos rojos y saltones y con un cigarrillo en su boca. Seguramente era de ese tipo de mujer que ofrecía ciertos... servicios ...a los adultos de la zona.
Pensaba en cómo seguiría su camino, cómo entrenaría, que haría para mejorar, eso y más daba vuelta por su cabeza mientras veía por la ventana la lluvia caer. Una lluvia a la que estaba acostumbrado por su ciudad natal y que tomándose su tiempo, a eso del atardecer, disminuyo a tan solo unas pequeñas gotas que desaparecían dejando solo un cielo oscuro y nublado. Clima triste para sentimientos tristes.
«Mejor me doy una vuelta después del té, no me hará bien permanecer encerrado como estoy»
Terminó su bebida y salió de su apartamento y luego del hotel para caminar sin rumbo por una calle. Poca gente se encontraba en el exterior en ese momento y solo se escuchaba unas pocas pisadas sobre charcos y algunos perros y pájaros haciendo algo de ruido.
El barro hacía el suelo blando y machaba un poco las ya marrones y gastadas sandalias del cenobita que miraba la tierra mojada que yacía bajo sus pies. Miraba al suelo, con las manos en los bolsillos, y pensaba una y otra vez en la misma pregunta.
«Acaso... ¿Será correcto qué sea shinobi?»
Recordaba su momentos en el templo con su antiguo maestro, sus compañeros y su abuelo y por más que le daba vueltas al asunto no podía llegar a una respuesta concreta. La única opción que le daba era no darse por vencido y tratar de encontrar ese Sí que él tanto quería. Había que entrenar, y pensar en eso le levantaba un poco el humor pero para cuando quiso levantar.... no estaba en un lugar muy bello arquitectónica ni culturalmente.
El barro que pisaba tenía mucha mugre y basura en su mezcla, las casas estaban hechas de la manera más humilde que a uno se le podía ocurrir y las caras de los que le rodeaban no eran justamente las de hacer amigos. Sin duda alguna esa era la otra cara del turismo y de la bella ciudad, era un barrio pobre con habitantes que apenas podían vivir.
Se paro en seco, miró alrededor, y pudo ver a dos hombres borrachos y completamente incoscientes tendidos sobre el suelo, otro más sentado frente a lo que se podría considerar la entrada a su casa con una espada fina y larga y unos metros más lejos una mujer cincuentona de vestido rosa corto, con piernas de poca depilación, rubia de ojos rojos y saltones y con un cigarrillo en su boca. Seguramente era de ese tipo de mujer que ofrecía ciertos... servicios ...a los adultos de la zona.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘