7/04/2016, 00:25
El hombre siguió su camino, como león dispuesto a hincar la mandíbula en su presa, sin importar lo que pudiera suceder a su alrededor. Creía él que si atentaba contra la víctima que según su propia percepción lucía más débil podría divertirse luego con los dos críos restantes que parecían hacer su mejor esfuerzo por salir airados de la situación en las que se habían visto envueltos los tres, sin haberla pedido, por obvias razones.
Kaido, a la distancia; observó como la embestida seguía su curso, aunque sus brazos luchaban por mantener el agarre en el cuello de su absurdo contrincante. Y sus dientes, además, yacían clavados en hilera sobre el hombro del mismo tipo para evitar que pudiera salir del agarre tan fácil. Pero lo vio todo como si fuese él mismo el que esperase la arremetida de Shinzo. Vio como Eri intentó alejarse despavoridamente del recorrido del Dientes de Sable, como a su vez Yota intercalaba un par de movimiento de manos para poner en juego una treta de la que el propio tiburón había sido víctima más temprano.
¡No, no, él es mío!—Pero era demasiado tarde para quejarse.
Ya el fino hilo tejido en malla estaba unido al viente del infractor, quien al ver como la dama cambiaba su curso, intentó hacer lo mismo. No obstante, se encontró con la inusual resistencia de lo desconocido; como si una cuerda le estuviese haciendo palanca a su espalda, salvo que no había cuerda alguna, obviamente.
Y sin embargo, nadie contaba con que la fuerza de Shinzo fuera la suficiente como para que la telaraña no pudiera hacer más que frenarle un poco hasta que ésta terminara rompiéndose ante su evidente esfuerzo por avanzar. No cayó de culo, ni se vio retratado ante los jóvenes genin, pero sí que desvió su atención hacia quien probablemente le había intentado detener: el pelirrojo.
—¡Tú, ginger de mierda! —le señaló—. ¡ven aquí que te zurro!
Shinzo arrancó con mucha más velocidad, más decidido, y más cabreado. Tan cabreado que la ira rebozaba a bombeo de sangre, inflándose las venas como si fuesen a estallar en cualquier momento. Pero antes de que pudiera llegar hasta Yota, la figura azulada del tiburón hizo finalmente acto de aparición, luego de que se hubiera bajado a mordiscos a dos de los esbirros, quienes evidentemente andaban con el jefe por la simple necesidad de protección, más allá de contar con verdaderas habilidades.
La treta del grupo estaba, por lo visto, en su capacidad de intimidación y no en la fuerza. Qué suerte para los genin, ¿no?...
—Ven aquí tú, capullo —exclamó el pez—. te voy a desollar vivo
Un buen salto bastó para caer encima del gran cúmulo de músculos del que Shinzo estaba compuesto. Era alto, fornido y macizo, por lo que el joven Kaido no es que pudiera hacer mucho estando encima de él. Pero desde la altura se apresuró a envolver sus brazos sobre el cuello del hombre, y tanto Eri como Yota pudieron ver como como una de las extremidades que componían el agarre se inflaba como si alguien le hubiese metido aire por una boquilla.
El brazo creció exponencialmente, y aumentó la fuerza con la que podría mantener la presa durante el tiempo suficiente para que sus compañeros hicieran algo.
—¡Un poco de ayuda no estaría mal, bribones! —y lo pidió con una sonrisa. Se estaba divirtiendo como nunca el pequeño bastardo azul.
Kaido, a la distancia; observó como la embestida seguía su curso, aunque sus brazos luchaban por mantener el agarre en el cuello de su absurdo contrincante. Y sus dientes, además, yacían clavados en hilera sobre el hombro del mismo tipo para evitar que pudiera salir del agarre tan fácil. Pero lo vio todo como si fuese él mismo el que esperase la arremetida de Shinzo. Vio como Eri intentó alejarse despavoridamente del recorrido del Dientes de Sable, como a su vez Yota intercalaba un par de movimiento de manos para poner en juego una treta de la que el propio tiburón había sido víctima más temprano.
¡No, no, él es mío!—Pero era demasiado tarde para quejarse.
Ya el fino hilo tejido en malla estaba unido al viente del infractor, quien al ver como la dama cambiaba su curso, intentó hacer lo mismo. No obstante, se encontró con la inusual resistencia de lo desconocido; como si una cuerda le estuviese haciendo palanca a su espalda, salvo que no había cuerda alguna, obviamente.
Y sin embargo, nadie contaba con que la fuerza de Shinzo fuera la suficiente como para que la telaraña no pudiera hacer más que frenarle un poco hasta que ésta terminara rompiéndose ante su evidente esfuerzo por avanzar. No cayó de culo, ni se vio retratado ante los jóvenes genin, pero sí que desvió su atención hacia quien probablemente le había intentado detener: el pelirrojo.
—¡Tú, ginger de mierda! —le señaló—. ¡ven aquí que te zurro!
Shinzo arrancó con mucha más velocidad, más decidido, y más cabreado. Tan cabreado que la ira rebozaba a bombeo de sangre, inflándose las venas como si fuesen a estallar en cualquier momento. Pero antes de que pudiera llegar hasta Yota, la figura azulada del tiburón hizo finalmente acto de aparición, luego de que se hubiera bajado a mordiscos a dos de los esbirros, quienes evidentemente andaban con el jefe por la simple necesidad de protección, más allá de contar con verdaderas habilidades.
La treta del grupo estaba, por lo visto, en su capacidad de intimidación y no en la fuerza. Qué suerte para los genin, ¿no?...
—Ven aquí tú, capullo —exclamó el pez—. te voy a desollar vivo
Un buen salto bastó para caer encima del gran cúmulo de músculos del que Shinzo estaba compuesto. Era alto, fornido y macizo, por lo que el joven Kaido no es que pudiera hacer mucho estando encima de él. Pero desde la altura se apresuró a envolver sus brazos sobre el cuello del hombre, y tanto Eri como Yota pudieron ver como como una de las extremidades que componían el agarre se inflaba como si alguien le hubiese metido aire por una boquilla.
El brazo creció exponencialmente, y aumentó la fuerza con la que podría mantener la presa durante el tiempo suficiente para que sus compañeros hicieran algo.
—¡Un poco de ayuda no estaría mal, bribones! —y lo pidió con una sonrisa. Se estaba divirtiendo como nunca el pequeño bastardo azul.